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El dibujo de la sección nos permite ver que se trata de un templo de planta cruciforme de tres naves, que se prolongan en los brazos de la cruz y una cabecera con girola. Sobre las naves colaterales y las del transepto corre una tribuna que, a su vez, contrarresta los empujes de las bóvedas de cañón de la nave central y también permitía crear unos espacios desde los que los fieles asistían a los cultos en las grandes celebridades.
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La sección transversal del transepto de la catedral de Santiago de Compostela nos permite ver el presbiterio, las naves laterales y la tribuna que carga sobre ellas con sus bóvedas de cuarto de esfera, así como las torres de los hastiales y el gran cimborrio que se eleva sobre el crucero.
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La historia de este gran baldaquino que corona y monumentaliza la tumba de Santiago tuvo su inicio ya en 1643, cuando el Cabildo propuso reformar la Capilla Mayor, pidiendo trazas en 1648 a dos maestros de Madrid; el Cabildo optaba por un retablo de plata situado bajo el Tabernáculo ya existente, idea que rechazó de plano Vega y Verdugo, tanto por la estrechez del espacio de la Capilla Mayor como porque un retablo no era apropiado para visualizar el lugar de la tumba. Su propuesta está dominada por la idea de la consecución de una corrección óptica que permita captar el espacio de la Capilla Mayor como un gran recinto aéreo y dinámico, lo que llevará a utilizar como soporte columnas salomónicas y a erigir el baldaquino sobre cuatro grandes ángeles en vuelo superando, según sus propias palabras, "a el de Roma (el baldaquino de Bernini) mejorado, pues si allí columnas lo sostienen, acá ángeles le están sustentando". Para esta obra, de evidentes referencias italianas, Vega hubo de contar en un principio con los maestros de obras que por entonces trabajaban en la catedral, como Francisco de Antas Franco o Bernardo Cabrera, ambos entalladores, y llamó también al arquitecto madrileño Pedro de la Torre, lo que evidencia los contactos del fabriquero con la Corte de Madrid, así como su deseo de que en el conjunto trabajasen los artífices entonces más actualizados, lo que lleva también a que diversos elementos decorativos se tallen en Madrid. A partir de 1665 trabaja en el baldaquino Domingo Antonio de Andrade, quien sabe traducir a la perfección todos los deseos de Vega y Verdugo, tanto en el terreno de lo decorativo (a Vega se debe la exaltación de una decoración naturalista como la que usará Andrade) como sobre todo en el planteamiento espacial del tabernáculo, de macizo remate octogonal en el primer proyecto de Vega, pero que en manos de Andrade se transforma en una pirámide hueca en donde juega un papel esencial la luz, configuradora de un espacio dinámico y abierto en el que se suspende el baldaquino.
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Sabemos por un dibujo del Informe de Vega y Verdugo cuál era el aspecto de la fachada oeste de la catedral de Santiago a mediados del siglo XVII, así como las reformas por él aconsejadas y llevadas a cabo en las torres. Por consiguiente, cuando en 1738 Fernando de Casas se hace cargo de la obra, tiene ya un punto de partida, un esquema previo de fachada torreada que él ha de transformar dándole un sentido de arco de triunfo, en el que de nuevo aflora la idea del Triunfo sevillano, así como la necesidad de mantener una iluminación correcta al recinto interior, por lo que toda la parte central se ha de plantear como un enorme espejo o vidriera a través de la cual entre la luz conveniente. Este espejo se une con las partes laterales de la fachada mediante una forma cóncava que dinamiza el muro, decorado por grandes volutas y toda una serie de trofeos y menudos temas vegetales que recorren los lienzos murales hasta rematar en el dinámico templete en el que se recorta la imagen de Santiago peregrino, a quien, en definitiva, va dedicado el Triunfo.
monumento
La catedral de Santo Domingo se comenzó en 1512, pero su consagración no llegó a realizarse hasta 1541. En el edificio contrasta el goticismo de su estructura -formada por una iglesia de tres naves, la central más ancha que las laterales- con el carácter italiano de su fachada principal, decorada con motivos renacentistas.
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Fotografía cedida por La Rioja Turismo