La disposición primitiva de la catedral de Burgos sería modificada en campañas sucesivas: primero, en los años cuarenta, se añadirían las capillas rectangulares que flanquean las colaterales de los dos tramos rectos del presbiterio; luego, se eliminarían los pequeños ábsides semicirculares, al tiempo que se levantaban los pilares de acceso a las nuevas capillas que se iban a construir y, finalmente, hacia 1275, se procedería al alzado de éstas, ahora semidecagonales y ocupando todo el espacio entre los primitivos contrafuertes. Esta transformación se desarrolló paralelamente al avance de las obras en el cuerpo principal del templo y a la erección de un nuevo claustro, adosado al lado sur de la cabecera (el románico, aún en uso al final del siglo XIII, se desarrollaba al oeste del transepto).
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La llamada puerta de los Apóstoles, de la Coronería o Alta de la catedral de Burgos fue realizada hacia 1250, considerándose al maestro Enrique su principal artífice. Dedicada al Juicio Final, en el tímpano hallamos a Cristo Juez, sedente y enseñando sus llagas al fiel. La Virgen, a su derecha, y san Juan Bautista, a su izquierda, imploran su misericordia, configurando una característica deesis. El tímpano es rematado por los ángeles que muestran la cruz y el sudario mientras que en los lados otros ángeles exhiben la columna y la lanza, iconos del martirio del Salvador. Debajo del Cristo se encuentra san Miguel pesando las almas; a su izquierda se sitúan los condenados, bajo la influencia de Satanás; en la derecha, tras franquear una pequeña puerta, nos encontramos con los elegidos. En las arquivoltas se representan querubines, ángeles y diferentes escenas. La puerta original fue sustituida en el siglo XVI por una manierista. A cada uno de los lados se alinean seis apóstoles, bajo un dosel y separados en columnitas, asistiendo al evento como jueces.
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A ambos lados de la puerta manierista de la catedral burgalesa con la que fue sustituida la gótica original de la Coronería, se encuentran las figuras de los Apóstoles, de tamaño algo mayor que el natural. En cada uno de los lados encontramos a seis de los discípulos, bajo doseles y seprados por columnas, asistiendo en pie al Juicio que se representa en el tímpano. Las figuras están apoyadas en una repisa sujetada con arquillos trilobulados.
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El responsable de la construcción de esta puerta de la catedral burgalesa es Francisco de Colonia, por encargo del obispo don Juan Rodríguez de Fonseca. Estaba situada cercana a las casas de los pellejeros, de ahí su nombre, casas que con el tiempo se fueron derribando. El esquema de la portada sigue el de un retablo plateresco, con tres cuerpos que se separan por dos entablamentos. En el primer cuerpo encontramos una arquivolta festoneada, adornada con pequeñas esculturas, adaptadas a la forma de arco de medio punto que tiene la puerta; en el segundo cuerpo hallamos los relieves del martirio de los santos Juanes, Bautista y Evangelista; el tercero está ocupado por un tímpano semicircular, que se adorna con rosetas y cobija al promotor de la puerta, el obispo Rodríguez de Fonseca, postrado ante la Virgen, a la que rodean tres ángeles músicos. El escudo del obispo mecenas culmina el conjunto. El arco superior que protege la portada fue mandado hacer por el cardenal Iñigo López de Mendoza, entre 1529 y 1535..
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Uno de los ejemplos de la gran diversidad de soluciones que se adoptan en la arquitectura plateresca es esta fachada de Francisco de Colonia para la catedral burgalesa, donde los órdenes se aplican sin ningún criterio proporcional para articular una portada cuya composición mantiene, en toda su extensión, la distribución de los retablos góticos. En ella se mantienen elementos compositivos tradicionales -arquivoltas góticas- con otros de los repertorios decorativos italianos.
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En el primer cuerpo de la fachada principal de la catedral de Burgos se abre la puerta de Santa María, también denominada Puerta Real o Puerta del Perdón, escoltada por dos puertas menores. La portada gótica fue construida hacia 1250, siendo una de las más importantes del reino de Castilla. El grave deterioro que venía sufriendo llevó a su sustitución en 1790 por una nueva portada, que sigue el estilo frío y clasicista imperante en esos años. De la misma manera, las portadas laterales ya habían sido reformadas en el siglo XVII por Juan de Pobes. En los tímpanos fueron ubicados los relieves de la Asunción, en la izquierda, y de la Inmaculada.
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El acceso al claustro alto desde el interior de la catedral se realiza a través de esta portada, construida hacia el año 1260 siguiendo modelos importados de Reims. Posiblemente el autor también sea el maestro Enrique. En las bases de los estribos encontramos escudos de Castilla y León y sobre ellos se ubican dos pares de estatuas, de tamaño casi natural, representando la escena de la Anunciación -en la izquierda- y los profetas que anunciaron el misterio, Isaías y David. Tres arquivoltas -con personajes sedentes del Antiguo Testamento que se relacionan con la genealogía de Jesús y figuras de profetas- enmarcan el tímpano, donde se representa el bautismo del Salvador en el Jordán. La figura de Cristo preside el conjunto y sobre Él se ubica la paloma del Espíritu Santo; san Juan bautista en la izquierda, un ángel con la túnica de Jesús en la derecha y tres personas esperando a ser bautizadas completan la escena. La piedra conserva interesantes restos de policromía. Las puertas son de oscura madera de roble. Fueron labradas por Gil de Siloe durante el obispado de don Luis de Acuña. Divididas en cuatro espacios, en la parte baja se representan los santos Pedro y Pablo mientras que en las escenas altas se escenifican las entradas triunfales de Jesús en Jerusalén y en el seno de Abraham.