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En la Casa Amatller se integra lo flamígero autóctono con el énfasis terso y exótico (hastial escalonado), sobre una pulcritud de sabor casi secesionista, que denuncia la transgresión de los historicismos y su conversión en modernismo.
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En esta casa Puig i Cadafalch partía de una casa preexistente en la que mostró la combinación de elementos procedentes del gótico de procedencia nórdica así como del propio gótico catalán.
monumento
Un poco más arriba de la Casa Lleo Morera, en el número 41 del Paseo de Gracia, la primera en construcción, entre el 1898 y 1900, es la Casa Amatller, de Puig i Cadafalch, el más historicista de los tres arquitectos. Puig i Cadafalch partía de una casa preexistente en la que mostró la combinación de elementos procedentes del gótico de procedencia nórdica así como del propio gótico catalán. En ella se integra lo flamígero autóctono con el énfasis terso y exótico (hastial escalonado), sobre una pulcritud de sabor casi secesionista, que denuncia la transgresión de los historicismos y su conversión en modernismo. Hoy alberga el Instituto Amatller de Arte Hispánico y la oficina de la Ruta del Modernisme de Barcelona.
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Alejado de las referencias historicistas Gaudí pone la desbordada imaginación de su lenguaje al servicio del Sr. Batlló, fabricante de tejidos, que le encarga el proyecto de reforma de una vivienda del Ensanche, cuya rígida distribución debería hacer fluida. Para ello insiste en la continuidad y la fluidez de la volumetría y la ornamentación que, conseguida en el interior, se trasluce en una fachada resuelta en suaves ondulaciones cubiertas de trencadís. La profusión decorativa es exhaustiva: el color, los juegos de luz, el hierro colado de formas sinuosas, la piedra de Montjuic del primer piso que en su elasticidad crea formas orgánicas y el remate curvilíneo y escamoso que recuerda el espinazo de un animal prehistórico.