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Capítulo veinte y nueve De cómo a las mugeres que murían de parto las canonizavan por diosas y las adoravan como a tales, y que tomavan reliquias de su cuerpo. Y de las cerimonias que hazían antes que la enterrasen, donde hay cosas que los confessores hay harta necessidad que las sepan. A éstas que ansí murían de parto llamavan mocioaquetzque, y de éstas sale el llamar al occidente ciotlampa Y si por ventura los padres de la paciente no permitían a la partera que despedaçasse la criatura, la partera la cerrava muy bien la cámara donde estava, y la dexava sola. Y si ésta muria del parto, llamávanla mocioaquetzqui, que quiere dezir "muger valiente". Y después de muerta lavávanla todo el cuerpo y xabonávanla los cabellos y la cabeça, y vestíanla de las vestiduras nuevas y buenas que tenía. Y para llevarla enterrar, su marido la llevava a cuestas a donde la havían de enterrar. La muerta llevava los cabellos tendidos. Y luego se juntavan todas las parteras y viejas y acompañavan al cuerpo. Ivan todos con rodelas y espadas, y dando vozes, como cuando vocean los soldados al tiempo del acometer a los enemigos. Y salíanlas al encuentro los mancebos que se llamavan telpupuchtin, y peleavan con ellas por tomarlas el cuerpo de la muger. Y no peleavan como de burla o como por vía de juego, sino peleavan de veras. Ivan a enterrar a esta defuncta a la hora de la puesta del sol, como a las avemarías. Enterrávanla en el patio del cu de unas diosas que se llamavan mugeres celestiales o cioapipiltin, a quien era dedicado este cu. Y llegando al patio, metíanla debaxo de tierra; y su marido con otros sus amigos guardávanla cuatro noches arreo para que nadie hurtase el cuerpo. Y los soldados bisoños velavan por hurtar aquel cuerpo, porque le estimavan como cosa sancta o divina. Y si estos soldados, cuando pelean contra las parteras, vencían y les tomavan el cuerpo, luego le cortavan el dedo de medio de la mano izquierda, y esto en presencia de las mismas parteras. Y si de noche podían hurtar el cuerpo, cortavan el mesmo dedo y los cabellos de la cabeça de la difuncta y guardávanlo como reliquias. La razón porque los soldados trabajavan de tomar el dedo y los cabellos de esta defuncta era porque yendo a la guerra los cabellos o el dedo metíanlo dentro de la rodela. Y dezían que con esto se hazían valientes y esforçados para que nadie osasse tomarse con ellos en la guerra, y para que de nadie tuviesse miedo, y para que atropellassen a muchos, y para que prendiessen a sus enemigos. Y dezían que para esto davan esfuerço los cabellos y el dedo de aquella difuncta que se llama mocioaquetzqui, y que también cegavan los ojos de los enemigos. También procuravan unos hechizeros que se llamavan temamacpalitotique de hurtar el cuerpo de esta difuncta para cortarle el braço izquierdo con la mano, porque para hazer sus encantamientos dezían que tenía virtud el braço y mano para quitar el ánimo de los que estavan en la casa donde ivan a hurtar. De tal manera los desmayavan que ni podían menearse ni hablar, aunque vían lo que pasava. Y aunque la muerte de estas mugeres que se llamavan mocioaquetzque dava tristeza y lloro a las parteras cuando murían, pero los padres y parientes de ella alegrávanse, porque dezían que no iva al infierno, sino que iva a la casa del sol, y que el sol, por ser valiente, la havía llevado para sí. Lo que dezían los antiguos cerca de los que ivan a la casa del sol es que todos los valientes hombres que murían en la guerra y todos los demás soldados que en ella murían, todos ivan a la casa del sol y todos habitavan en la parte oriental del sol. Y cuando salía el sol, luego de mañana se adereçavan con sus armas y le ivan a rescebir, y haziendo estruendo y dando vozes, con gran solemnidad, ivan delante de él peleando con pelea de regocijo, y llevávanlo así hasta el puesto del mediodía, que se llaman nepantla Tonátiuh. Lo que cerca de esto dixeron los antiguos de las mugeres es que las mugeres que murían en la guerra y las mugeres que el primer parto murían, que se llaman mocioaquetzque, que también se cuentan con los que mueren en la guerra. Todas ellas van a la casa del sol y residen en la parte occidental del cielo. Y ansí aquella parte occidental los antiguos la llamaron cioatlampa, que es donde se pone el sol, porque allí es su habitación de las mugeres. Y cuando el sol sale a la mañana vanle haziendo fiesta los hombres hasta llegarlo al mediodía, y luego las mugeres se aparejavan con sus armas, y de allí començavan a guiarle, haziendo la fiesta y regocijo todas aparejadas de guerra. Dexávanle los hombres en la compañía de las mugeres, y de allí se esparcían por todo el cielo y los jardines de él a chupar flores hasta otro día. Las mugeres, partiendo del mediodía, ivan haziendo fiesta al sol; descendiendo hasta el occidente, llevávanle en unas andas hechas de quetzales o plumas ricas, que se llaman quetzalapanecáyutl. Ivan delante de él, dando voces de alegría y peleando, haziéndole fiesta. Dexávanle donde se pone el sol, y allí le salían a rescebir los del infierno, y llevávanle al infierno. Y dixeron los antiguos que cuando acomiença la noche començava amanecer en el infierno, y entonce despertavan y se levantavan de dormir los muertos que están en el infierno. Y tomando al sol los del infierno, las mugeres que le havían llevado hasta allí luego se esparcían y descendían acá a la tierra, y buscavan husos para hilar, y lançaderas para texer, y petaquillas y todas las otras alhajas que son para texer y labrar. Y esto hazía el diablo para engañar, porque muchas vezes aparecían a los de acá del mundo en forma de aquellas mugeres que se llaman mocioaquetzque, y se representavan a los maridos de ellas y les demandavan naoas y huipiles y todas las alhajas mugeriles. Y ansí a las que mueren de parto las llaman mocioaquetzque después de muertas, y dizen que se bolvieron diosas. Y ansí, cuando una de éstas muere, luego la partera la adora como a diosa ante que la entierren. Y dize de esta manera: "¡Oh, muger fuerte y belicosa, hija mía muy amada! Valiente muger, hermosa y tierna palomita, señora mía, havéis os esfurçado y trabajado como valiente; havéis vencido; havéis hecho como vuestra madre, la señora Cioacóatl o Quilaztli; havéis peleado valientemente; havéis usado de la rodela y de la espada como valiente y esforçada, la cual os puso en la mano vuestra madre, la señora Cioacóatl Quilaztli. Pues despertad y levantaos, hija mía, que ya es de día; ya ha amanecido; ya han salido los árboles de la mañana; ya las golondrinas andan cantando y todas las otras aves. Levantaos, hija mía, y componeos. Id aquel buen lugar que es la casa de vuestro padre y madre el sol, que allí todos están regocijados y contentos y gozosos. Íos, hija mía, para vuestro padre el sol, y llévenos sus hermanas, las mugeres celestiales, las cuales siempre están contentas y regocijadas y llenas de gozos con el mismo sol, a quien ellas regocijan y dan plazer, el cual es madre y padre nuestro. Hija mía muy tierna, señora mía, havéis trabajado y vencido varonilmente, no sin gran trabajo. Hija mía, havéis adquirido la gloria de vuestra victoria y de vuestra valentía; gran trabajo havéis tenido y gran penitencia havéis hecho. La buena muerte que muristes se tiene por bienaventurada y por muy bien empleada en haverse empleado en vos. ¿Por ventura muristes muerte infructuosa y sin gran merecimiento y honra? No, por cierto, que moristes muerte muy honrosa y muy provechosa. ¿Quién rescibe tan gran merced? ¿Quién rescibe tan dichosa victoria como vos? Porque havéis ganado con vuestra muerte la vida eterna gozosa y deleitosa con las diosas que se llaman cioapipiltin, diosas celestiales. Pues idos agora, hija mía muy amada, poco a poco para ellas y sed una de ellas. Id, hija, para que os resciban y estéis siempre con ellas, para que regocijéis y con vuestra voces alegréis a nuestro padre y madre el sol, y acompañalde siempre a donde quiera que se fuere a recrear. ¡Oh, hija mía muy amada y mi señora! Ya nos has dexado, y por indignos de tanta gloria nos quedamos acá los viejos y viejas. Arrojastes por ahí a vuestro padre y a vuestra madre y fuésteos. Esto, cierto, no fue de vuestra voluntad, sino que fuestes llamada y siguiendo la voz del que os llamó. ¿Qué será de nosotros en vuestra ausencia, hija mía? Perdernos hemos como huérfanos y desamparados; permaneceremos como viejos desventurados y pobres; la miseria se glorificará en nosotros. ¡Oh, señora mía, dexaisnos acá para que andemos de puerta en puerta y por essas calles con pobreza y miseria! ¡Oh, señora nuestra! Rogamos os que os acordéis de nosotros allá donde estuvierdes y tengáis cuidado de proveer a la pobreza en que estamos y padecemos en este mundo. El sol nos fatiga con su gran calor, y el aire con su frialdad, y el hielo con su tormento. Todas estas cosas afligen y angustian nuestros miserables cuerpos hechos de tierra. Enseñoréase de nosotros la hambre, que no podemos valernos con ella. Hija mía muy amada, ruégote que nos visites desde allá, pues que sois muger valerosa y señora, pues que ya estáis para siempre en el lugar del gozo y de la bienaventurança, donde para siempre havéis de vivir. Ya estáis con nuestro señor; ya le veis con vuestros ojos, y le habláis con vuestra lengua. Rogalde por nosotros. Hablalde para que nos favorezca, y con esto quedamos descansados".
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Capítulo veinte y ocho De las malas condiciones de las mugeres que nacían en este signo Y si era muger la que nacía en este signo, también era mal afortunada. No era para nada, ni para hilar, ni para texer, y boba y tocha, risueña, soberbia, bozinglera; anda comiendo tzictli, y será parlera, chismera, infamadora. Sálenle de la boca las malas palabras como agua, y escarnecedora; es holgazana, perezosa, dormilona. Y con estas obras viene siempre acabar en mal y a venderse como esclava; y como no sabe hazer nada, ni moler maíz, ni hazer pan, ni otra cosa ninguna, su amo vendíala a los que tratavan en esclavos para comer, y ansí venía a murir en el tajón de los ídolos. Remediavan la maldad de este signo en que los que nacían en él los baptizavan en la tercera casa que llamavan ei cóatl, o en la séptima casa que llamavan chicome atl, porque todas las terceras y séptimas casas eran buenas. Y por no repetir muchas vezes una cosa, brevemente dezimos que todas las casas que se siguen tienen la calidad de sus números, como ya arriba está dicho en muchos lugares. La segunda casa de este signo ume cuetzpali; la tercera, ei cóatl; la cuarta, naui miquiztli; la quinta, macuilli máçatl; la sexta, chicuacen tochtli; la séptima, chicome atl; la octava, chicuei itzcuintli; la nona, chicunaui oçomatli; la décima, matlactli malinalli; la undécima, matlactlioce ácatl; la duodécima, matlactliomome océlotl; la terciadécima, matlactliomei cuauhtli.
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Capítulo veinte y ocho De las enfermedades del cuerpo humano y de las medicinas contra ellas El primero párrapho es de las enfermedades de la cabeça, ojos, oídos, narizes y dientes Contra la dolencia y enfermedad de la horquilla, que suele dar en los cabellos, es menester cortarlos muy a raíz y rasparse muy bien la cabeça, y lavarla con orines y untarla con una yerva que se dize nanacace; y para quitar la yerva hase de lavar con orines. Y si no se cortaren los cabellos, se han de lavar con orines y untarse con axin, que es un ungüento amarillo mezclado con el cisco de la chimenea. Y después se ha de poner en la cabeça cierto barro negro, que se usa para teñir de negro, y encima poner ciertos polvos de una corteza del palo que en la lengua mexicana se dize cuauhtepuztli, que es como alcornoque, salvo. que es pesado. Contra la caspa será necesario cortar muy a raíz los cabellos y lavarse la cabeça con orines, y después tomar las hojas de ciertas yervas que en indio se llaman coyoxóchitl y yamolli o iztáuhyatl, que es el axenxo de está tierra, o con el cuesco del aguacate molido y mezclado con el cisco que está dicho arriba; y sobre esto se ha de poner el barro negro que está ya referido, con cantidad de la corteza ya dicha. Contra la enfermedad de postillas y sarna, que suelen nacer en la cabeça, se ha de usar del mismo remedio de rasparse la cabeça y lavarse con orines, y moler el cuesco del aguacate y ponerlo en la cabeça, o untarla con el agua que haya estado con la resina llamada óxitl, mezclada con la semilla molida del algodón, o con el axenxo de está tierra, calentándolo primero y poniéndolo en la cabeça. Contra las postemas y nacidos de la cabeça se han de poner estos remedios, que son: poner una poca de cal mezclada con la yerva del piciete, y que sea en cantidad; o abrillas a manera de cruz y sacar la materia de las dichas postemas y lavarse con orines, y después poner una bilma de ocotzote o de oxite con su pluma. Contra los continuos dolores de la cabeça usaremos de estos remedios: oler cierta yerva llamada ecuxo, o la yerva del piciete siendo verde, y apretarse la cabeça con un paño, y sahumarse con algunos sahumerios; y si se empeoraren, se molerá cierta yerva nombrada çoçoyátic y oler los polvos de ella, de suerte que entren en las narizes; y si crecieren los dichos dolores, tomarás y mezcláraslos con una poca de agua, y echarás ciertas gotas en las narizes, y si con esto no se acabare el dolor, se ha de tomar una punta de navaja de la tierra y punçar la cabeça o sangrarse de ella. Contra las heridas y descalabraduras de la cabeça el remedio es que se han de lavar con orines y sacarse çumo de la penca del maguey, y cozido ponerse en la herida. Y viendo que la herida cría materia, será necesario moler la hoja de la yerva que se llama en la lengua mexicana chipili, o de la yerva llamada toloa, y mezclarla con la clara de huevo y ponerla encima de la herida; y si viéremos que el casco está quebrado, tomarás un huesezito sutil y juntarás el casco, uno con otro, y pondrás encima el çumo de la penca del maguey, cozido o crudo. Contra la dolencia y enfermedad de oídos, cuando sale materia, los remedios serán tomar el çumo tibio de la yerva llamada en la lengua coyoxáchitl, mezclado con chile, y echar tres vezes al día algunas gotas del çumo de la dicha yerva, y por el consiguiente otras tantas vezes de noche, y así saldrá el humor o materia de los oídos; o raspar polvos de un cierto marisco llamado cuechtli y mezclarlos con agua tibia y sal, y echar algunas gotas en los oídos. Contra las llagas que están dentro de los oídos será necesario derretir un poco de ulli, que es cierta goma negra de árboles assí llamada, y echarse dentro de los oídos. Contra las llagas que están fuera de los oídos, se ternán estos remedios, y son que se ha de tomar la hoja de coyoxóchitl, molerla y mezclarla con ocuçote, y ponerla en la llaga; o molerla y mezclarla con el axi ya dicho, y ponella en la propia llaga; o tomar la yerva llamada en México cicimátic y mezclarla con clara de huevo, y ponerla en la llaga; o todas las demás yervas que son contra las llagas pudridas, corno es la yerva llamada chipilli y el cuesco de aguacate. Contra las hinchazones del rostro que proceden del dolor de los oídos, que en indio se dize nacazcualiztli, se ha de poner la hoja de cualquier yerva que quema, molida y mezclada con el oxite y con el cisco arriba dicho. Para los que tienen el rostro abohetado y hinchado se usará de los remedios siguientes: que se tome un animalejo llamado en la lengua tapayaxin, y cozerlo muy mucho, y comerlo el enfermo, con el cual expolerá la dicha enfermedad. Que para la misma dolencia también aprovechará cualquier purga que se beviere, mayormente la purga de la raíz dicha en la lengua oolóltic, con la cual por arriba o por abaxo saldrá la enfermedad. Y si al enfermo se le rebolviere el estómago demasiadamente, beverá cierto género de atolli, que en la lengua se llama yolatolli, o el caldo de gallina cozida; y para que el enfermo vaya convalesciendo, ha de bever algunos días el agua cozida del palo tlatiauhqui, con tal que se quite la corteza. La enfermedad del paño del rostro o manchas, que suelen proceder de la enfermedad de las almorranas, o de las buvas, o de alguna llaga interior, o del mal de las ingles, se suele curar con cierta yerva llamada en la lengua tletlémaill, moliéndose y revolviéndose el çumo con agua, y bebiéndose. Y haviéndose tornado este brevaje cuatro vezes el enfermo, después tomará algunos bailos, con los cuales sanará, tomando la yerva molida que en la lengua se dize iichcayo, y poniéndose sobre las dichas enfermedades. Está dicha enfermedad del paño o de las manchas del rostro la suelen tener las mugeres rezién paridas, especialmente haviendo hecho algún excesivo trabajo, para cuyo remedio usarás de las yervas y raízes de suso nombradas, coziéndose todas juntas en una vasija con agua, y después de cozidas la cantidad del agua que quedare cozida se ha de bever y tomar algunos baños, y con las mesmas yervas y raízes, saliendo del baño, moliéndose, se ha de untar todo el cuerpo. Tlatiauhquipatli, tlacoçaedlic, coztómatl. Los hoyos y aspereças del rostro, que suelen proceder de viruelas o de otras semejantes enfermedades, se curan tornándose los orines calientes y lavarse el rostro, y después untarse con chile amarillo molido, y después de esto se ha de tornar a lavar con orines o con el quino del axenxo de la tierra, y lavarse siempre con el çumo caliente de la yerva llamada azpa. Y después beverá el çumo de la yerva nombrada tlatlauhqui, mezclado con agua, con todo lo cual se expolerá por la urina sangre, o materia, o arenas. aprovechará también mucho purgarse y guardarse del vino, y de grosura, y de pescado, y de otras cosas que pueden dañar. Cuando comiença el dolor de los ojos será provechoso moler la yerva nombrada iztecáuhtic míxitl y ponerla a la redonda de ellos, o echar en los ojos ciertas gotas del pulque trasnochado o serenado, o el çumo de las hojas del cerezo, o la leche de la yerva o cardo llamado en la lengua chicálotl, o el çumo de los grumos del árbol del mizquite. Y dende a pocos días echar algunas gotas de la yerva llamada tonalchichicaquilitl, o la leche de la yerva nombrada tlachinoltétzmitl. Aprovechará también purgarse y bever cierto brevaje llamado xoxouhcapatli y mojarse con él la cabeça, y no será malo sangrarse. Las cataractas de los ojos se han de raspar y raer con la raíz que se llama en la lengua cocóztic, y de noche sacar el çumo de ella y echarlo en los ojos, o rasparse lo interior de los párpados con cierta yerva áspera llamada çacamalinalli, que es a manera de espartillo, y echar en continente algunas gotas del pulcre serenado, y untarse a la redonda con cierta resina o bálsamo llamado en la lengua acaiixitl. aprovechará también bever el agua del árbol que se llama iziacquíuitl, que se cría en tierra caliente; aprovechará también sangrarse y purgarse. Lo enramado de los ojos se ha de procurar cortar la telilla, alçándola con alguna espina, y echar ciertas gotas después en los ojos de leche de muger mezclada con el çumo de la yerva que se llama chichicaqutlitl, y echar también ciertas gotas del çumo de la raíz de cierta yerva nombrada iiztacquillic, y así la deshaze. El cegajoso dévese de guardar de la demasiada claridad o del sol, del viento y del frío. Para la enfermedad de los ojos anublados se ban de echar algunas gotas del çumo de la yerva nombrada azcatzontecómatl; y si escoziere mucho, echarse ban en los ojos algunas gotas de la yerva llamada tlalayotli, y será bueno sangrarse. La enfermedad de nubes de los ojos que se crían sobre las niñas de ellos se ha de curar con la freza de la lagartija, y mezclarse con el cisco y con agua, y echarse dentro de los ojos algunas gotas de está mezcla, o tomar el cardenillo y mezclarse con el tomate, y echarse algunas gotas en ellos. Contra la enfermedad del romadizo o catarro se ha de tomar la yerva llamada en la lengua yecuxoton o el piciete y olerse estando verde o echas polvos, y frotar con el dedo todo lo interior de la boca para provocar a echar la reuma fuera, y guardarse de corner o bever cualquiera cosa fría, y ni más ni menos del aire y del frío y del sol. El romadizo de los niños rezién nacidos curarse ha con el roscío de la mañana, echando algunas gotas de él en las narizes de los dichos niños, o la leche de sus madres, o el çumo de cierta raíz llamada en la lengua címatl, o frotallos con el dedo mojado en el tomate o en la sal. Para el cerramiento de las narizes de los niños se suele también echar cierta bizma de ocutzote sobre las propias narizes y guardarse de los inconvenientes arriba dichos. La aspereza o sequedad de las narizes curarse ha ni más ni menos como la aspereza y paño que arriba diximos, y si no fuere muy grave o grande está dicha aspereza y sequedad, bastará tan solamente que se lave con orines o con el agua caliente de cierta yerva llamada azpan, o derretir un poco de ulli mezclado con sal y puesto sobre las narizes; y por el consiguiente será bueno lavarse con el agua del axenxo caliente, iztáuhyatl. Contra la enfermedad de las postillas de las narizes, que proceden del caminar y del demasiado sol, se ha de tomar la raíz llamada iztacpatli y mezclarse con cierta yerva llamada chichipíltic, y con el axenxo de la tierra, echadas en agua y incorporadas, y lavarse con el agua las narizes, y después bever el çumo de los tomates amarillos, y con él lavarse las narizes, los labios y los dientes, o tomar un poco de miel de avejas o de maguey on, que es un ungüento amarillo, y untarse las narizes con él. La ronquera se suele curar con frotarse la garganta con ulli y bever la miel de avejas, y hazer echar algunas gotas de la dicha miel en las narizes. La cortadura y herida de las narizes, haviéndose derribado por alguna desgracia, se ha de curar cosiéndose con un cabello de la cabeça, y poner encima de los puntos y herida miel blanca, mezclada con sal. Y después de esto, si se cayeren las narizes y si no huviere aprovechado, la cura, las pondrás postizas de otra cosa. Las heridas de los labios se han de coser con un cabello de la cabeça, y después derretir un poco de çumo de maguey que se llama meulli y echarlo en la herida; y si después de sano quedare alguna señal fea, para cerrarla, se ha de sajar y quemarse y tornarse a coser con el cabello de la cabeça, y echar encima el ulli derretido. Cuando se levantan los cueros en los labios, por demasiado frío y calor, se han de curar con la miel blanca o la miel de maguey, untándose, o con el ulli derretido; pero si procedieren del calor del hígado, pondránse en los labios los polvos de la raíz nombrada tlatlauhcapatli, y lavarse con ella los dientes, y bever el agua. La hinchazón de las encías se curará con punçarse y echar encima un poco de sal, y con el dedo frotarse. Para la enfermedad del dolor de muelas será necesario buscar el gusano reboltón, que se suele criar en el estiércol, y molerse, juntando con ocoçute, y ponello en las mexillas hazía la parte que está el dolor, y calentar un chile, y assí caliente apretarlo con la mesma muela que duele, y apretar un grano de sal en la propia muela, y punçar las ençías, y poner encima cierta yerva llamada tlaicacáoatl; y si esto no bastara, sacarse la muela, y poner en el lugar vacío un poco de sal. Para que no suceda está enfermedad de las muelas susodicha, será bueno guardarse de corner cosas muy demasiadamente calientes, y si se comieren, no beverán presto agua muy fría; y limpiarse los dientes y muelas después de haver comido, y quitarse la carne de entre medias con un palito, porque se suele podrir y dañarse la dentadura. Para la enfermedad de la toba de los dientes y muelas será necesario, para que no la tengamos, labarnos la dentadura con agua fría y limpiarse con un paño y con carbón molido, y lavarse con sal. También lavarse o limpiarse con cierta raíz llamada tlatlauhcapatli, y mezclar la grana con chile y sal, y ponerse en los dientes; y también ponerse cierta medicina llamada tlíltic tlamiaualli, aunque esto para los dientes prietos, o enjuagarse con orines los dientes, o lavarse con el axenxo o con el agua de cierta corteza de árbol nombrada cuauhtepuztli, y poner los polvos de está corteza en los dientes; y será bueno quitar la tova endurescida de los dientes con algún hierro, Y luego ponerse un poco de alumbre molido, y grana, sal y chile. Los nascidos y hinchazones de la lengua será necesario que se puncen, y assí saldrá la sangre o materia; y sobre lo que se punçare ponerse algunas hilas con sal, y bever el agua del palo llamado iztaccuduitl, con la cual agua saldrá sangraça o aguadija con alguna arena por la orina. Cuando se engrosare o hinchare la lengua será necesario lavarse con algunos labatorios de cosas agras, o sangrarla por debajo. Para las ampollas o calor de la lengua será necesario curarse tomando un poco de alumbre crudo y traello en la lengua, y lavarla con cierta agua llamada en la lengua xocóatl, y también lavarse con el çumo de tomates dulces, que en la lengua se dizen miltomates. Para cuando se cuelga la lengua fuera de la boca será necesario frotar la mesma lengua con ulli. El tartamudear de los niños procede de que, siendo grandes, maman, y para esto conviene los desteten y los hagan comer. Las mordeduras de la lengua se curarán con el agua de chile, coziéndose, y echar un poco de sal, y untarla con la miel blanca o con la de maguey. Párrapho segundo: de las enfermedades y medicinas del pescueço y garganta Para la enfermedad de las paperas y hinchazones de la garganta será necesario frotar con la mano la garganta y sangrarse, y untar la garganta con cierta yerva llamada cococxtuiti mezclada con cisco de la olla, y bever el agua de la yerva llamada ahacaxilótic. Cuando estuviere envarado el pescueço será bueno tomar algunos baños y apretarse con la mano el pescueço; y si no aprovechare este remedio, será necesario buscar todas las yervas de suso nombradas, molerlas, y poner en el pescueço tecomanichiti, coyoxóchitl, quimichpatli, tzitzicaztli. La enfermedad de las sequillas de la garganta se cura abriéndose el lugar donde están con alguna navaja, y después de sacada la raíz de ellas, se ha de echar el piciete, molido y mezclado con la yerva llamada yietl y con sal, todo caliente y puesto en aquel lugar. Y cuando la carne se fuere pudriendo, se ha de tomar la penca del maguey, desmenuçarse y ponerla al sol, y después de muy seca, hazella polvos y ponella en el dicho lugar. Las postemas del pescueço se han de cerrar lavándose con orines y ponerle las yervas de suso nombradas, moliéndose y poniéndose en las dichas postemas, y alrededor de ellas ponerse cantidad de sal, iztáuhyatl, calcuechtli, capulxíuitl. Por la enfermedad de la tose será necesario frotarse la garganta con el dedo y bever el agua de la raíz llamada tlacopópotl, o bever el agua que haya estado con cal mezclada con chile, o bever el agua cozida del axenxo de la tierra, o el agua de la raíz que se llama pipitzáoac. De estás bebidas en los grandes se entiende que se han de bever un cuartillo de está agua, y con los niños se les dará la cuarta parte de un cuartillo, con la cual echará las flemas o expelerá por abaxo; o beverse el agua de la yerva llamada iiztaqutltic. Y para las criaturas se torna este aviso, y es empapar tanto algodón como medio huevo en la propia agua de la dicha yerva, una vez o dos, esprimiéndose el agua que tomaren los algodones, dándola a bever al niño; y no será malo que el ama de la criatura la beva. En los grandes se entenderá que han de bever la dicha agua como está dicho, y después de esto se frotarán como está dicho. Y bever agua hervida con chile que se llama chilpoçonalli, y comer cosas assadas o las tortillas tostadas, y guardarse de cosas frías, y bever el agua de la yerva nombrada chipili o del palo llamado coatli, o un poco de vino, y guardarse de bever cacao, y comer fruta, y guardarse de bever el pulcre amarillo que llaman auctli, y guardarse del aire y del frío, y arroparse y tomar baños. Párrapho tercero: de las enfermedades y medicinas contrarias de los pechos y costado y espaldas Para el dolor de los pechos será bueno tomar las raízes aquí nombradas y molerse y cozerse, y bever el agua de ellas siendo tibia, y esto dos o tres vezes, o bever el agua del ezpatli, hecho de diversas yervas, coziéndose mucho y mezclándose con pepitas y chile, y procurar de comer siempre tarde; y los correos o mensajeros que van muy de priesa suelen bever está agua caminando para que no se les abra el pecho. Para las mugeres que tienen poca leche en las tetas será necesario moler la raíz llamada çayanalqutltic, y beverla dos o tres vezes saliendo del baño, y labándose primero los pechos con el tequixquite, con la cual primera leche que sobreviniere de está cura la criatura se corromperá algún tanto, y para acaballe de purgar será bueno darle dos o tres gotas de está agua, empapando, un poco de algodón, como está dicho. El ama no coma aguacates, y beva el agua cozida de calabaças blancas o de la yerva llamada cuetlaxúchitl, y coma assado el bergajo de los perriflos, o comer el izcauitli. La hinchazón de las tetas para curarse será necessario moler la yerva que se llama ixyayáoal, mezclada con otra yerva nombrada eheloquíltic, y ponella alrededor de aquella hinchazón o dureça, y con esto vendrá a madurar o se resolverá la hinchazón; y si no aprovechare este remedio, se sajará y poner alrededor las dichas yervas mezcladas, y cuando se fuere pudriendo las heridas de la sajadura, se echará una bilma de las dichas yervas y de los polvos de la yerva llamada chichicaquíliti y el ocoçote, y beverá el agua de la yerva nombrada tetetzmític. Cuando se tuviere dolor en los pechos o en las espaldas o en las costillas, o molimiento en todo el cuerpo, molerse ban las yervas y raízes aquí nombradas, y rebolverse y mezclarse con el cisco y el axin, y untarse, lavándose primero con el agua caliente del axenxo de la tierra, y cuando sintiere alguna comezón, tornard algunos baños, y después de havellos tornado, beverá el agua de estás yervas aquí nombradas, y assí expelerá el mal, tlalquequétzal, tonalxíuitl. Las niguas que nascen en las espaldas, que en la lengua se llaman cualócatl, curarse ban no lavándose ni bañándose, y algunos se curan con la yerva que se llama toloa, secada al sol y echa polvos, puesta en los dichos nascidos, y si con esto se ablandaren, echarse ban los polvos de la raíz que se nombra iztacpatli; y si con esto no sanare, cortallo en cruz y sacarse ban de dentro ciertas sabandijas a manera de aradores; y juntarse ban las yervas aquí nombradas, molidas, mezclándolas con el cisco y cal, y poniéndolas encima, y sobre todo se ha de poner una bilma de ocotzote. Y algunos curan esto con la penca del maguey, cortando un pedaço a manera de parche y poniéndola sobre el nascido, y abriéndola por medio para que quede descubierta la boca del nascido, y tomar un poco de oxite y ponerlo en la propia boca del nascido, de suerte que poniendo fuego sobre el oxite quede quemado el nascido; y hecho esto se pondrá una bilma de ocotzote, mezclado con la yerva nombrada yiauhtli. Y su comida del enfermo serán tortillas tostadas y huevos, y guardarse de corner chile y carne, y de bever el atole caliente y cacao y vino; su bevida será agua fría o el agua del guayacán. Las quebraduras de los huesos del espinazo y de las costillas, o de los pies, o otro cualquier hueso del cuerpo, se curarán tirándose y poniéndose en su lugar; después de lo cual se ha de poner encima de la tal quebradura la raíz molida que se llama çacacili, y ponerse a la redonda algunas tablillas, y atarse bien, porque no se torne a desconcertar. Y si a la redonda de la tal quebradura estuviere hinchada la carne, se ha de ponçar o poner la raíz que llaman cacálic, molida y mezclada con la raíz nombrada tamemétlatl, y con el agua de está raíz postrera lavarse el cuerpo o beverla en vino, y tomar algunos vaños, y cuando se sintiere alguna começón, untarse con la yerva llamada xipétziuh, mezclada con la raíz llamada iztacçaçálic. Si con esto no sanare, se ha de raer y legrar el hueso de encima la quebradura, cortar un palo de tea que tenga mucha resina, y encajallo con el tuétano del huesso para que quede firme, y atarse muy bien, y cerrar la carne con el patle arriba dicho. Las hinchazones que proceden de huesos desconcertados se curarán con los polvos de ciertas maçorcas de maíz que nacen anchas y jaspeadas o leonadas, que en la lengua se llaman tzatzapalli, xochicintli, cuappachcintli, quemadas y molidas, y puestos los dichos polvos en la hinchazón y apretarla con la mano. Para los que siempre andan toseando y tienen una tose perpetua, y echan mucha flema, materia, sangraça cuajada, será necesario bever el agua de la yerva que se llama teuuaxin, mezclada con chile y sal, coziéndose muy bien, o beverá el agua de cierta raíz que se nombra iitacchíchic cuáuiti, coziéndose primero con el pulque. Y cuando beviere está agua, no coma luego, y no coma fruta ni cosas muy frías, aunque puede bever algún trago de pulcre. También aprovechará bever el agua del palo nombrado chichioalcuáuitl, mezclado con agua y puesto al sol; y también bever el agua del palo nombrado tlapalezcuáuitl, coziéndose primero, y echando en el agua un poco de tequixquite colorado. Entiéndese que un día ha de bever el agua del un palo, y otro día la del otro. Los que escupen sangre se curarán beviendo el cacao hecho con aquellas especies aromáticas que se llaman tlilxóchitl y mecaxóchiti, ueinacaztli, y con cierto género de chile llamado chiltecpin, muy tostado y mezclado con ulli. Y también esto que está dicho se podrá bever en el vino, pero no ha de llevar ulli; o beverá el agua del palo llamado tlapalezcuáuitl, o el panecico que se llama ezpatli, que se haze de diversas yervas, moliéndolo y rebolviéndolo con el agua. Párrapho cuarto: de las enfermedades del estómago, vientre y bexiga Para el dolor del estómago será necesario purgarse comiendo dos o tres piñones tostados que en la lengua se llaman cuauhtlalatzin. Y para estancar las cámaras beverá yollatolli o el çumo de los tomates amarillos, mezclado con chile y pepitas, y tomates que se laman miltomates, o beverá el agua del palo llamado chichiccuáuiti, o el agua que haya estado con cal. Y será también bueno echarle al enfermo alguna melecina de la yerva llamada xoxocoyóltic, mezclado con otra yerva nombrado xocócoil, la cual medicina limpiará todo el estómago y echará algunos gusanillos o lombrizes, con los cuales remedios por la orina expelerá también el mal, y a la postre beverá el brebaje que se llama yamanqui patli y con esto se asentará el estómago. La enfermedad de la colicapasión será bueno curarse con el hollín, mezclado con el tequixquite y el ulli y chile, haziendo algunas calas de esto y poniéndolas al enfermo, con las cuales echará lo que tuviere en el estómago, y hará cámara. Las cámaras de materia blanca e materia rebuelta con sangre, curarse han tomando las hojas de una mata llamada cioapatli, y cocellas, rebolviéndose primero con el cisco y con la clara de huevo; y después de esto, assi cozido, se ha de bever está agua, o bever el cacao mezclado con el agua de la cal, pero el agua de está cal ha de ser hecha de un día para otro, y echar también en el propio cacao un poco de chilli tostado. Comerá el enfermo las tortillas de granos de maíz cozidos, no muy lavados, o tortillas tostadas; guardarse de todas carnes cozidas y asadas; y si se le diere muy grande deseo, podrá sorber el caldo, echándole alguna sal. Para la enfermedad de la estangurria será necesario bever el agua de la raíz nombrada amaxtla, y está agua se beverá también en cacao o en el vino mezclado con chile y pepitas, o el agua tan solamente. Para la enfermedad de la vexiga molerse han estás raízes aquí nombradas, y el agua de los polvos que se sacare se ha de bever y rebolverse también en el cacao o en el vino. Pero será necesario, primero que beva está agua, que sea el enfermo xeringado con los polvos de la raíz que se llama cacamótic; o beverá el agua del palo iztaccuduitl, que se cría en Coatitlan; o beverá el agua de los polvos de la cola de cierto animalejo nombrado tlacuatzin, que sea un poco de la cola del macho y otro poco de la hembra, todo mezclado; o beverá el agua de la raiz llamada iztacaxixpaili, y esto en vino. La enfermedad de las almorranas se cura con el agua de la yerva llamada tletlémaitl, beviéndose y tomando algunos baños, o echarse también una melezina de la propria yerva; y esto estiéndese, estando dentro las almorranas, pero si estuvieren fuera, necesario moler la dicha yerva, y los polvos ponerse sobre ellas. Párrapho quinto: de las enfermedades y de las medicinas contrarias. La enfermedad de las buvas se curará beviendo el agua de la a nombrada tietlémaitl, y tomando algunos baños, y echando encima de ellas los polvos de la yerva nombrada tialquequétzal, o las limaduras del cobre. Estás buvas son en dos maneras: las unas son muy suzias, que se dizen tlacagoinanáoatl, y las otras son de menos pesadumbre, que se llaman tecpilnanáoati, y por otro nombre puchonanáoatl. Y éstas lastiman mucho con dolores y tullen las manos y los pies, y están arraigadas en los huesos; y cuando salieren fuera, beverá el atole mezclado con cierta semilla nombrada michiuauhtli, o beverá el agua de la raíz que se llama cuauhtlepatli, cuatro o cinco vezes cada día, y toman algunos baños. Y si se tullere el enfermo, beverá el agua de la raíz nombrada tiatlapanáltic, y sangrarse a la postre. De los cuales dichos remedios se usará para el otro género de buvas ya dichas. Para la enfermedad de los empeines, cuando no son muy grandes, será necesario hazer un pegote de ocotzote, pegándolo muchas vezes para que salga la raíz y poner encima cierto animalejo nombrado carraleja, que en la lengua se dize tlaxiquipilli, y esprimillo encima del empeine, y después echar una bilma de ocotzote mezclada con la raíz que se llama tialámati; o poner la yerva molida verde que se llama ailepatli y ponerse sobre el empeine. Y cuando tomare algunos baños, lavarse ha con el agua de la hoja de cierta yerva llamada itzcuinpatli. A los que tienen la enfermedad de la lepra les suele acaescer pelársele las cejas y tener gran hambre, y para curar será bueno tomar los baños dos o tres vezes, y saliendo de los baños, sed también bueno untarse con las yervas e raízes de suso nombradas, molidas, y bever el agua de cierta raíz que se llama tecpatli; y cuando no aprovecharen estos remedios, apartallos de la conversación de la otra gente porque no le pegue. La correncia de cámaras sucede a los niños o a los ya grandes, la cual se remedia con el agua cozida de cierta raíz llamada tzipipatli, beviéndose; y también será bueno que la beva el ama que criare a la criatura o niño que tuviere está enfermedad. Y si fuere en los grandes, beverá el atole hecho de cierta sernilla que se nombra chiantzétzol, mezclado con la torta de cierta semilla que se llama chlan; y después, para que el enfermo lo pueda bever con algan gusto, echará encima algunas gotas de chile molido, pero si fuere niño, beverlo ha sin chile. O beverá el agua de la corteza de un árbol que se llama iztaccuduitl, el cual árbol se da y cría en el pueblo de çoatitlan, coziéndose con un poco de cacao; y si esto no bastare para estancar la correncia y cámaras, cozerse ha en cantidad como tres onças o cuatro de axin, y echalle han una melezina al enfermo; o bever está agua de axin muy bien cozida, y si no la quisiere bever, beverá a lo menos el caldo de una gallina. Los lobanillos. Para las hinchazones de las rodillas será necesario que se punce, y así saldrá la sangra o aguadija, y ponerse ha después una bilma hecha de la hoja molida de cierta yerva que se llama toloa. Para las hinchazones de los pies será bueno punçarse, como está dicho, y echarse una bilma de ocotzote, mezclado con los polvos de unos granillos o semilla de la yerva nombrada coalxoxouhqui. Los humores de los pies. El adormecimiento perpetuo de los pies curarse ha coziéndose el axenxo de está tierra, y con el agua y un paño empapar el pie estando caliente el agua; o cozer la yerva llamada tlatlancuaxuitl y lavarse con el agua de ella el pie; o untar los pies con el axin, mezclado con los polvos de las ortigas. Acontece taparse el caño de la orina por la mala digestión del estómago y por algunas materias gruesas que tapan el caño; y al que esto succediere, echarle han una medicina de una raíz que se llama cococpatli, y de otra nombrada tzontecomaxóchill; y esto se hará dos o tres vezes. Está medicina de estás raízes ya dichas aprovecha también cuando a alguna criatura chiquita por alguna caída se le revienta alguna tripa, y cuando de gran tose se amortece, y entonces se han de mascar y chupar el çumo y tragarlo. Aprovecharán también estás dichas raízes contra el dolor de la cabeça, echando el çumo de ellas por las ventanas de las narizes, con lo cual salen muchos mocos o sangre cuaxada; y si esto no aprovechare, no havrá remedio ninguno. Para los que son muy calorosos será necesario bever el agua de la raíz de la yerva que se llama ciáchipilli, y la raíz de otra yerva también llamada chichicaqutlitl, mezclada con el agua nombrada xocóati. Será también bueno que se purgue, y después de purgado beva el agua de la raíz de los tomates que se dizen xaltotómatl, mezclada con la raíz de la yerva que se llama tacanalquílitl; y la raíz de tomates dichos es gruessa, y cozerse ha en tanta cantidad de agua como un açumbre, y los grandes pueden bever de ella como cantidad de un cuartillo, y los muchachos como cantidad de medio cuartillo. Beverá también la mata llamada aitztolin, molida y mezclada con el agua agra que se dize xocóatl. Los humores de los pies que se llaman xoteuconauiliztli se curan con cierta yerva que se llama ueipatli, que se cría en Tepepulco; molerse y ponerse sobre los pies, y también aprovechará esto para la hinchazón de las ingles. Las heridas curarse han con los polvos de un palo que se dize chichiccuáuitl y con su clara de huevo mojados en ella y puestos en las dichas heridas. Párrapho sexto: de las medicinas para heridas y huesos quebrados y desconcertados Las quebraduras de los huesos de los pies curarse han con los polvos de la raíz que se llama acocotli y de la raíz de la tuna, y ponerse en la quebradura del pie y embolverse y atarse con algún lienço o paño; y después de puesto el paño, se han de poner cuatro palitos o tablillas a la redonda de la quebradura, y atarse han fuertemente con algún cordelejo, para que de está manera salga la sangraça. Y también se sangrará de las venas que vienen a juntarse entre el dedo pulgar del pie y el otro, porque no se pudra la herida. Y los palillos o tablillas se han de tener atados por espacio de veinte días, y después de este tiempo se ha de echar una bilma de ocutzote con polvos de la raíz del maguey y con una poca de cal, y sintiendo alguna mejoría, podránse tomar algunos baños. Las desconcertaduras de las manos o de los pies se curan apretando con la mano el lugar donde son, y después estirándose el pie o mano para que el hueso se buelva a su lugar; y molerse han las raízes que se llaman cucucpaili, y mezclarse han con algún cisco, y ponerse ha esto dos o tres o cuatro vezes; y si se fuere hinchando la desconcertadura y estuviere muy inflamada, sangrarse ha en el mesmo lugar. Las torceduras de las cuerdas del pescueço frotarse han blandamente con la mano, y no será malo bever el agua de la yerva que es muy fría, que se llama coaxtuitl, con la cual se desparce y no se congela la sangre que en aquel lugar se podría recoger, y sangrar el lugar donde se torció la vena, de la mesma vena. Las descalabraduras de la cabeça se han de lavar con orines calientes y exprimir una penca del maguey asada sobre la propia herida, y que el çumo que se sacare sea caliente; después sobre este tal, se ha de echar otro poco del çumo de la mesma penca asada, con tal sea mezclado con la yerva llamada matlalxtuitl y con un poco del cisco y sal, y puesto en la herida, y atarse con un paño porque no se pasme, y con esto se encarna la herida. Y para el que fuere muy caloroso se le pondrá está medicina postrera dos o tres vezes, y al que no, una vez solamente; y cuando fuere encorándose la tal descalabradura, se pondrá un parcho para acabar de sanar. Las heridas de estocada, puñalada o cuchillada, hechas con palo o con hierro, curarse han de la mesma manera que está dicho. Los cardenales o señales hechas con açote o vara, hinchándose, curarse han untándose con el patle que se nombra popaualizpatli; y esto una vez, y después tomará algunos baños y beverá el agua de la raíz que se llama iztacpatli, mezclada con chile, o beverá el agua con el vino blanco de la tierra; con esto quedará sano. Cuando alguno tropeçare, cayendo, y que haze golpe en los pechos, beverá luego los orines calientes con tres o cuatro lagartijas, molidas y echadas en los propios orines, y a vueltas también echar un poco de cisco, y después beverá el agua de las raízes e yervas aquí nombradas, siendo bien cozidas, y sangrarse ha de la vena del coraçón porque no se empeore y se vaya el enfermo secándose poco a poco, o se le haga alguna hinchazón en la barriga, o escupa sangre, o ande tosiendo. Y para está tose o el escupir sangre beverse ha el agua de la raíz llamada coçauicpatli, coziéndose muy bien, y hase de dexar entibiar y assí beverse dos o tres vezes; y cuando esto no bastare, purgarse ha el enfermo o echarle han alguna melecina.
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Capítulo veinte y seis De cómo en este signo los señores se aparejavan para dar guerra a sus enemigos, y en el mismo sentenciavan a muerte a los que por algún gran crimen estavan presos En acabando de hazer la fiesta de la dedicación de su señorío, los señores que se elegían en este signo luego mandavan a pregonar guerra contra sus enemigos, y esto era lo segundo en que havía de mostrar la grandeza de su señorío, en la guerra, y por esta causa luego escogían a los hombres valientes y soldados fuertes. Y todos los que eran tales llegávanse al señor a porfía, porque cada uno desseava que le eligiessen para aquel negocio, por tener ocasión de mostrarse y de ganar de comer y honra, y por mostrarse que desseavan de morir en la guerra. También dezían que en este signo sentenciavan a los que estavan presos por algún crimen de muerte, y sacavan a los que no tenían culpa de la cárcel. Y también libravan a los esclavos que injustamente eran tenidos por tales; aquellos que libravan de la injusta servidumbre, luego se ivan a bañar en la fuente de Chapultépec, en testimonio que eran ya libres. Y los que nacían en este signo dezían que serían bien afortunados, serían ricos, y tendrían muchos esclavos, y harían banquetes. Y baptizávanlos y poníanlos nombres en la cuarta casa que se llama naui ácatl; entonces combidavan a los muchachos por el baptismo y por el nombre del baptizado. También tenían una cerimonia, que en este signo los que criavan los perrillos, que vivían de esto, los almagravan las cabeças. La segunda casa se llamava ume oçumatli; y la tercera ei malinalli; y la cuarta naui ácatl; y la quinta macuilli océlutl; y la sexta chicuacen cuauhtli; y la séptima chicome cozcacuauhtli; y la octava chicuei olin; y la nona chicunaui técpatl; la décima matlactli quiáuitl; la undécima matlactlioce xúchitl; la duodécima matlactliomome cipactli; la terciadécima matlactliumei écatl. Estas casas todas siguen la bondad y maldad de sus números, como está arriba dicho.
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Capítulo veinte y siete Del quintodécimo signo, llamado ce calli, y de su muy adversa fortuna. Dezían que los hombres que en él nacían eran grandes ladrones, luxuriosos, tahures, desperdiciadores, y que siempre paravan en mal. Y la mugeres que en él nacían eran perezosas, dormilonas, inútiles para todo bien El quinto décimo signo se llama ce calli. Dezían que este signo era mal afortunado y que engendrava suciedades y torpedades. Cuando reinava, descendían las diosas que se llaman ciuateteu y hazían los daños que arriba, en otras partes, se han dicho. Todos los médicos y las parteras eran muy devotos de este signo, y en sus casas le hazían sacrificios y ofrendas. Los que nacían en este signo dezían que havían de morir mala muerte, y todos esperavan su mal fin. Dezían que o muriría en la guerra o sería en ella captivo, o muriría acuchillado en la piedra del desafío o le quemarían bivo, o le estrujarían con la red o le achucarían, o le sacarían las tripas por el úmbligo o le matarían en el agua a lançadas o en el baño asado. Y si no muría alguna de estas muertes, cayería en algún adulterio, y así le matarían juntamente con el adúltera, machucándoles las cabeças ambos juntos. Y si esto no, dezían que sería esclavo, que el mesmo se vendería y comería y bevería su precio. Y ya que ninguna de estas cosas le aconteciesse, siempre biviría triste y descontento. Y sería ladrón o salteador o robador o arrebatador o gran jugador, y sería engañador en el juego o perdería todo cuanto tenía en el juego, y aun hurtaría a su padre y madre todo cuanto tenía para jugar. Y ni tendría con qué se cubrir ni alhaja ninguna en su casa. Y aunque tomasse en la guerra algunos captivos, y por esto le hiziessen tequioa, todo le saldría mal. Y por mucho que haga penitencia desde pequeño, no se podrá escapar de mala ventura.
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Capítulo veinte y siete De todos los miembros exteriores e interiores, ansí del hombre como de la muger Relación del autor digna de ser notada Después de haver escrito las habilidades y oficios que estos naturales mexicanos tenían en tiempo de su infidelidad, y los vicios y virtudes que entre ellos eran tenidas por tales, pareciéme consono a razón poner aquí los oficios y habilidades, vicios y virtudes, que después acá han adquirido. Cuanto a lo primero, tenemos por experiencia que en los oficios mecánicos son hábiles para deprenderlos y usarlos, según que los españoles los saben y usan, como son: oficios de geometría, que es edificar, los entienden y hazen como los españoles; también el oficio de albañería y cantería y carpintería; también los oficios de sastres y çapateros, sederos, impresores, escrivanos, letores, contadores, músicos de canto llano, de canto de órgano; tañer flautas, cherernfas, xacabuches, trumpetas, órganos; saber gramática, lógica y retórica, astrología, teología. Todo esto tenemos por experiencia que tienen habilidad para ello, lo deprenden y lo saben y lo enseñan, y no hay arte ninguna que no tengan habilidad para deprenderla y usarla. En lo que toca a que eran para más en los tempos pasados, ansí para el regimiento de la república como para servicio de los dioses, es la causa porque tenían el negocio de su regimiento conforme a la necesidad de la gente, y por esto los muchacho y muchachas criávanlos con gran rigor hasta que eran adultos, y esto no en casa de sus padres, porque no cran poderosos para criarlos como convenía cada uno en su casa, y por esto criávanlos de comunidad debaxo de maestros muy solcitos y rigorosos, los hombres a su parte y las mugeres de la suya. Allí los enseñavan cómo havían de honrar a sus dioses, y cómo havían de acatar y obedecer a la república y a los regidores de ella. Tenían graves castigos para castigar a los que no eran obedientes y reverentes a sus maestros; en especial se ponían gran diligencia en que no beviessen uctli la gente que era de cincuenta años abaxo. Ocupávanlos en muchos exercicios de noche y de día, y criávanlos en grande austeridad, de manera que los bríos y inclinaciones carnales no tentan señorío en ellos, ansí en los hombres como en las mugeres. Los que bivían en los templos tenían tantos trabajos de noche y de día y eran tan abstinentes, que no se les acordava de cosas sensuales. Los que eran del exercicio militar eran tan continuas las guerras que tenían los unos con los otros, que muy poco tiempo cesavan de la guerra y de los trabajos de ella. Era está manera de regir muy conforme a la philosophía natural y moral, porque la templança y abastança de está tierra y las constelaciones que en ella reinan ayudan mucho a la naturaleza humana para ser viciosa y ociosa y muy dada a los vicios sensuales, y la philosophía moral enseñó por experiencia a estos naturales que para bivir moralmente y virtuosamente era necesario el rigor y austeridad y ocupaciones continuas en cosas provechosas a la república. Como esto cesó por la venida de los españoles, y porque ellos derrocaron y echaron por tierra todas las costumbres y maneras de regir que tenían estos naturales, y quisieron reduzirlos a las maneras de bivir de España, ansí en las cosas divinas como en las humanas, teniendo entendido que eran idólatras y bárbaros, perdiése todo, el regimiento que tenían. Necesario fue destruir las cosas idolátricas y todos los edificios idolátricos, y aun las costumbres de la república que estavan mezcladas con rito de idolatría y acompañadas con cerimonias idolátricas, lo cual havía casi en todas las costumbres que tenia la república con que se re-... Párrapho segundo: de la cabeça y sus partes ...gía, y por está causa fue necesario desbaratarlo todo y ponerlos en otra manera de policía que no tuviesse ningún resabio de cosa de idolatría. Pero viendo agora que está manera de policía cría gente muy viciosa, de muy malas inclinaciones y muy malas obras, las cuales los haze a ellos odiosos a Dios y a los hombres, y aun los causan grandes enfermedades y breve vida, ser menester poner remidio, y parécenos a todos que la principal causa de esto es la borrachera, que como cesó aquel rigor antiguo de castigar con pena de muerte las borracheras, aunque agora. se castiga con acotarlos, trasquilarlos y venderlos por esclavos por año o por meses, no es suficiente castigo éste para cesar de emborracharse, y aun tampoco las predicaciones de los predicadores, muy frecuentes, contra este vicio, ni las amenaças del infierno bastan para refrenarlos. Y son estás borracheras tan destempladas y perjudiciales a la república y a la salud y salvación de los que las exercitan que por ellas se causan muchas muertes, que se matan los unos a los otros estando borrachos y se maltratan de obra y de palabras y se causan grandes disensiones en la república, y los que la rigen se deshonran y se amenguan, y hazen grandes faltas en sus oficios, y los juzgan por indignos de ellos; y aun por este vicio son tenidos por indignos y inhábiles para el sacerdocio, y también porque la continencia o castidad que es necesaria a los sacerdotes no son hábiles para guardarla, en especial los borrachos. A los principios se hizo experiencia de hazerlos religiosos, porque nos parecía entonce que serian hábiles para las cosas eclesiásticas y para la vida religiosa, y ansí se dio el hábito de Sanct Francisco a dos mancebos indios, los más hábiles y recogidos que entonce havía y que predicavan con gran fervor las cosas de nuestra fe católica a sus naturales; y parcélennos que si aquellos, vestidos de nuestro hábito y adornados con las virtudes de nuestra sancta religión franciscana, predicassen con aquel fervor que predicavan, harían grandísimo fruto en las animas; y como tuviessen el hábito y los exercitasen en las cosas de está sancta religión, halláse por experiencia que no eran suficientes para tal estado, y ansí los quitaron los méritos y nunca más se ha recebido indio a la religión, ni aun se tienen por háviles para el sacerdocio. En este tiempo, como aún los religiosos no sabían la lengua de estos naturales, como mejor podían, instruían a los indios que parecían hábiles y recogidos para que ellos predicassen delante de los religiosos al pueblo, pero después que los religiosos supieron la lengua y començaron a predicar, quitáronlos de la predicación por bajos que hallaron en ellos, en mostrarse en presencia de los religiosos honestos y recogidos no siendo tales, cosa que ellos saben muy bien hazer. Y no me marravillo tanto de las tachas y dislates de los naturales de está tierra, porque los españoles que en ella habitan y mucho más los que en ella nacen, cobran estás malas inclinaciones; los que en ella nacen, muy al propio de los indios, en el aspecto parecen españoles y en las condiciones no lo son; los que son naturales españoles, si no tienen mucho aviso, a pocos años andados de su llegada a está tierra se hazen otros. Y esto pienso que lo haze el clima o constelaciones de está tierra, pero es gran vergüença nuestra que los indios naturales, cuerdos y sabios antiguos, supieron dar remedio a los daños que está tierra imprime en los que en ella biven, obviando a las cosas naturales con contrarios exercicios, y nosotros nos vamos el agua abaxo de nuestra malas inclinaciones; y cierto, se cría una gente, ansí española como india, que es intolerable de regir y pesadísima de salvar. Los padres ni las madres no se pueden apoderar con sus hijos y hijas para apartarlos de los vicios y sensualidades y que está tierra cría. Buen tino tuvieron los habitadores de está tierra. antiguos en que criavan sus hijos y hijas con la potencia de la república, y no los dexavan criar a sus padres; y si aquella manera de regir no estuviera tan inficionada con ritos y supersticiones idolátricas, paréceme que era muy buena, y si limpiada de todo lo idolátrico que tenía, y haziéndola del todo cristiana se introduxesse en está república indiana y española, cierto sería gran bien y sería causa de librar ansí a la una república como a la otra de grandes males, y de grandes trabajos a los que la rigen. Ya tampoco nosotros no nos podemos apoderar con los que se crían en las escuelas, porque como no tienen aquel temor y subjeción que antiguamente tenían, ni los criamos con aquel rigor ni austeridad que se criavan en tiempo de su idolatría, no se subjectan ni se enseñan, ni toman lo que les enseñan, como si estuvieran en aquella imprensa pasada de los viejos antiguos. A los principios, como hallamos que en su república antigua criavan los muchachos y las muchachas en los templos, y allí los disciplinavan y enseñavan la cultura de sus dioses y la subjeción a su república, tomarnos aquel estilo de criar los muchachos en nuestras casas, y dormían en la casa que para ellos estava edificada junto a la nuestra, donde los enseñávamos a levantarse a la medianoche y los enseñávamos a dezir los maitines de Nuestra Señora, y luego de mañana las horas, y aun los enseñávamos a que de noche se açotassen y tuviessen oración mental. Pero como no se exercitavan en los trabajos corporales como solían, y como demanda la condición de su briosa sensualidad, también comían mejor de lo que acostumbravan en su república antigua, porque exercitávamos con ellos la blandura y piedad que entre nosotros se usa, començaron a tener bríos sensuales y a entender en cosas de lascivia, y ansí los echamos de nuestras casas para que se fuessen a dormir a las casas de sus padres, y venían a la mañana a las escuelas a deprender a leer y a escrevir y a cantar, y esto es lo que aún agora se usa. Pero como se han venido relaxando de poco en poco estos exercicios, y entre ellos casi no hay quien tenga orgullo y industria para por sí enseñar estás cosas, si nosotros mismos no entendemos en ellas, no hay ya en las escuelas de nuestras casas quien a derechas enseñó a leer y a escrevir y a cantar, ni a las otras cosas de música, casi todo se va cayendo. También se hizo esperiencia en las mugeres para ver si, como en el tiempo de la idolatría havía monasterios de ellas que servian en los templos y guardavan castidad, serian hábiles para ser monjas y religiosas de la religión cristiana y guardar perpetua castidad. Y a este propósito se hizieron monasterios y congregaciones de mugeres y fueron instruidas en las cosas espirituales, y muchas de ellas supieron leer y escrevir, y las que nos parecían que estavan bien instruidas en la fe y eran matronas de buen juizio las hizimos perladas de las otras, para que las regiessen y enseñassen en las cosas de la cristiandad y de todas buenas costumbres. Y cierto, a los principios tuvimos opinión que ellos serian hábiles para sacerdotes y para religiosos, y ellas para monjas y religiosas, pero engallónos nuestra opinión; por experiencia entendimos que por entonce no eran capaces de tanta perfección, y ansí cesé la congregación y monasterios que a los principios intentávamos, ni aun agora vemos indicios que este negocio se pueda efectuar. Hízose también a los principios una diligencia en algunos pueblos de está Nueva España donde residen los religiosos, como fue en Chulola y en Uexocinco, etc., que los que se casavan los poblavan por si junto a los monasterios, y allí moravan, y de allí ventan todos a misa cada día al monas-... Párrapho cuarto: de la cara con todos sus adherentes ... terio y los predicavan el cristianismo y el modo de la cuahabitación matrimonial. Y era muy buen medio éste para sacarlos de la infección de la idolatría y otras malas costumbres que se les podía apegar de la conversación de sus padres. Pero duró poco, porque ellos hizieron entender a los más de los religiosos que toda la idolatría con todas sus cerimonias y ritos estava ya tan olvidada y abominada que no havía para qué tener este recatamiento, pues que todos eran bautizados y siervos del verdadero Dios. Y esto fue falsísimo, como después aún lo hemos visto muy claro, que ni aun agora cesa de haver muchas hezes de idolatría y de borrachería y de muchas malas costumbres, lo cual se huviera mucho remediado si aquel negocio fuera adelante como se començó, y como fue en pocas partes fuera en todas, y perseverara hasta agora; ya está casi imposibilitado de remediarse. Fueron grandes los trabajos y perplexidades que tuvimos a los principios para casar a los bautizados y que tenían muchas mugeres, para darles aquellas que el derecho manda que tomen, porque para examinar los parentescos y saber cuál fue la primera para dársela nos vimos en un laberinto de gran dificultad, porque ellos mentían en dezir cuál fuesse la primera y hazían embustes para casarse con aquellas que ellos tenían más afección. Y para saber con cuál havían hecho la cerimonia que usavan cuando tomavan muger legítima, fue necesario rebolver y saber muchas cerimonias y ritos idolátricos de su infidelidad., y como sabiamos poca lengua, casi nunca bien caímos en la cuenta como agora lo havemos entendido. Cerca de los otros sacramentos, como fue el de la confesión y comunión, ha havido tanta dificultad en ponerlos en el camino derecho de ellos, que aun agora hay muy pocos que vayan vía recta a recebir estos sacramentos, lo cual nos da gran fatiga y mucho conocimiento de lo poco que han aprovechado en el cristianismo. A los principios ayudáronnos grandemente los muchachos, assi los que criávamos en la escuela como los que se enseñavan en el patio, porque como al tono de lo antiguo, criávamos los hijos de los principales dentro de nuestras escuelas, allí los enseñávamos a leer y a escrevir y cantar; y a los hijos de los plebeyos ensedelvamoslos en el patio la doctrina cristiana. Juntávanse gran copia de ellos, y después de haverse enseñado un rato, iba un fraile con ellos, o dos, y subíanse en un cu y derrocávanlo en pocos días, y ansí se derrocaron en poco tiempo todos los cúes, que no quedó señal de ellos, y otros edificios de los ídolos dedicados a su servicio. Estos muchachos servieron mucho en este oficio; los de dentro de casa ayudaron mucho más para destripar los ritus idolítricos que de noche se hazían, y las borracheras y areitos que secretamente y de noche hazían a honra de los ídolos, porque de día éstos espiavan a dónde se havía de hazer algo de esto de noche, y de noche a la hora conveniente ivan con un fraile, o con dos, sesenta o ciento de estos criados de casa y davan secretamente sobre los que hazían alguna cosa de las arriba dichas, idolatría, borrachera o fiesta, y préndanlos a todos. Y atávanlos y llevávanlos al monasterio donde los castigavan y hazían penitencia y los enseñavan la doctrina cristiana, y los hazían ir a maitines a la medianoche y se açotavan; y esto por algunas semanas hasta aquellos estavan ya arrepentidos de lo que havían hecho, y con propósito de no lo hazer mis; y assi salían de allí catetiçados y castigados, y de ellos tornavan exemplo los otros y no osavan hazer semejante cosa, y si la hazían, luego calan en el lazo y eran castigados como dicho es. Párrapho quinto: de los dientes y muelas y colmillos, etc. Fue tan grande el temor que toda la gente popular cobró de estos muchachos que con nosotros se criavan, que después de pocos días no era menester ir con ellos, ni embiar muchos cuando se hazía alguna fiesta o borrachera de noche, que embiando diez o veinte de ellos prendían y atavan todos los de la fiesta o borrachera, aunque fuessen ciento o doscientos, y los traían al monasterio para hazer penitencia. Y de está manera se destruyeron las cosas de la idolatría, que nadie en público, ni de manera que se pudiesse saber, usava hazer nada que fuesse de cosas de idolatría o de borrachería o fiesta. Y cuando ellos querían hazer alguna fiesta para su regocijo temporal o combidar a sus parientes y amigos hazíanlo con licencia de los religiosos, protestando primero que ninguna cosa de idolatría ni de otra ofensa de Dios havía de haver en el negocio. Después aún cesé aquella solicitud que los religiosos tenían en las cosas ya dichas, porque públicamente no parecía cosa ninguna que fuesse digna de castigo, y ellos perdieron el temor que a los principios tenían, porque también los que se criavan en casa dexaron de dormir y comer dentro de casa, y duermen y comen en casa de sus padres. Y aunque ven y saben algunas cosas idolítricas o de borracherías, no las osan dezir; y también se ha prohibido a los religiosos que a ninguno encierren ni castiguen en sus casas por ningún delicto. De está manera ellos cantan cuando quieren y cantan los cantares antiguos que usavan en el tiempo de su idolatría, no todos, sino muchos, y na-... Párrapho sexto: de los labios con sus circunstancias ... die entiende lo que dizen por ser sus cantares muy cerrados. Y si algunos cantares usan que ellos han hecho después ad de su convertimiento, en que se trata de las cosas de Dios y de sus sanctos, van embueltos con muchos errores y heregías, y aun en los bailes y areitos se hazen muchas cosas de sus supersticiones antiguas y ritus idolátricos, especialmente donde no reside quien los entiende. Y entre los mercaderes más comunmente pasa esto cuando hazen sus fiestas, combites y banquetes. Esto va adelante; cada día se empeora, y no hay quien procure de lo remediar, porque no se entiende sino de pocos, y ellos no lo osan dezir. Las cosas de la borrachería cada día se empeoran y los castigos que se hazen no son de manera que el negocio se remedie, más antes de manera que se empeora. Bien es verdad que algunos de los muchachos que se criavan en nuestras casas a los principios, porque nos dezían las cosas que sus padres hazían de idolatría siendo bautizados, y por ello les catigávamos, los mataron sus padres y otros los catigavan reciamente; y aún agora, cuando haviendo sabido que pasan algunas cosas dignas de reprensión y de castigo, y las reprendemos en los pá1pitos, comieçan a rastrear los que las hazen para saber quién fue el que dio noticia de aquello que se reprendió en el púlpito, y casi siempre caen con la persona y los castigan malamente con solapación y disimulación, cargándoles la mano en los servicios personales y haziéndoles otras vexaciones de que los pacientes ni se pueden quexar, ni se saben remediar, quáxansenos en secreto y en havérnosse conjurado que ninguna cosa digamos de lo que nos dizen, por no padecer mayores agravios. ansí tenemos necesidad de callar y encomendar a Dios los negocios para que él los remedie. Hemos recebido y aún recebimos en la plantación de la fe en estás partes grande ayuda y mucha lumbre de aquellos a quien hemos enseñado la lengua latina. Está gente no tenía letras ni caracteres algunos, ni sabían leer ni escrevir; comunicávanse por imágines y pinturas, y todas las antiguallas suyas y libros que tenían de ellas estavan pintados con figuras y imágines, de tal manera que sabían y tenían memorias de las cosas que sus antepassados havían hecho y havían dexado en sus anales por más de mil años atrás, antes que viniessen los españoles a está tierra. De estos libros y escrituras los más de ellos se quemaron al tiempo que se destruyeron las otras idolatrías, pero no dexaron de quedar muchas ascondidas que las hemos visto, y afín agora se guardan, por donde hemos entendido sus antiguallas. Luego que venimos a está tierra a plantar la fe, juntamos los muchachos en nuestras casas, como está dicho, y los començamos a enseñar a leer y escrevir y cantar, y como salieron bien con esto, procuramos luego de ponerlos en el estudio de la gramática, para el cual exercicio se hizo un colegio en la ciudad de México, en la parte de Santiago de Tlatilulco, en el cual de todos los pueblos comarcanos y de todas las provincias se escogieron los muchachos más hábiles y que mejor sabían leer y escrevir, los cuales dormían y comían en el mismo colegio, sin salir fuera sino pocas vezes. Los españoles y los otros religiosos que supieron esto reíanse mucho y hazían burla, teniendo muy por averiguado que nadie sería poderoso para poder enseñar gramática a gente tan inhábil. Pero trabajando con ellos dos o tres años vinieron a entender todas las materias del arte de la gramática y a hablar latín, y a entenderlo, y a escrevir en latín, y aun a hazer versus heruicos. Como vieron esto por esperiencia Párrapho séptimo: del pescueço con sus circunstancias los españoles seglares y eclesiásticos, espantáronse mucho Cómo aquello se pudo hazer. Yo fui el que los primeros cuatro años trabajé con ellos y los puse en la inteligencia de todas las materias de la latinidad. Como vieron que esto iva adelante y aun tenían habilidad para más, començaron, ansí los seglares como los eclesiásticos, a contradezir este negocio y a poner muchas objecciones contra él para impedirle. Porque yo me hallé presente en todas estás cosas, porque leía la gramática a los indios del colegio, podré dezir con verdad las objecciones que ponían y las respuestas que se les davan. Dezían que pues éstos no havían de ser sacerdotes, de qué servía enseñarles la gramática; que era ponerlos en peligro de que hereticassen, y también que viendo la sagrada escritura qué entenderían en ella; como los patriarcas antiguos tenían juntamente muchas mugeres, que es conforme a lo que ellos usavan, y que no querrian creer lo que agora les predicamos, que no puede nadie tener más que una muger casado con ella infacie ecclesie. Otra objecciones de está calidad po-... Párrapho octavo: de los hombros, braços, manos y dedos ... nían, a las cuales se les respondía que, puesto caso que no huviessen de ser sacerdotes, queríamos tener sabido a cuánto se estiende su habilidad, lo cual sabido por esperiencia, podríamos dar fe de lo que en ellos hay, y que conforme a su habilidad se haría con ellos lo que pareciesse ser justo, según proximidad. A lo que dezían que les dávamos ocasión de hereticar, se respondía que con no pretender aquello, sino lo contrario, conviene a saber, que pudiessen entender mejor las cosas de la fe, y con estar subjectos a príncipe cristianísimo, estava muy en la mano cuando algo de esto pareciesse remediarlo. A lo de las mugeres, como está en el Evangelio la corrección que Nuestro Redemptor hizo cerca de lo que antiguamente se usava, de que un hombre tenía muchas mugeres, son obligados a creerlo, predicándoselo corno ordinariamente se les predica, y siendo en esto rebeldes, castigarlos como a hereges, pues hay oportunidad de poder eclesiástico y seglar para hazerlo. Muchas otras altercaciones se tuvieron cerca de este negocio, las cuales sería cosa prolixa ponerlas aquí. Haya más de cuarenta años que este colegio persevera y los colegiales de él en ninguna cosa han delinquido, ni contra Dios, ni contra la iglesia, ni contra el rey, ni contra su república, más antes han ayudado y ayudan en muchas cosas a la plantación y sustentación de nuestra sancta fe católica. Porque si sermones y postillas y doctrinas se han hecho en la lengua indiana que puedan parecer y sean limpios de toda heregia, son los que con ellos se han compuesto y ellos por ser entendidos en la lengua latina nos dan a entender las propriedades de los vocablos y las propriedades de su manera de hablar; y las incongruidades que hablamos en los sermones o escrevimos en las doctrinas ellos nos la enmiendan, y cualquiera cosa que sea de convertir en su lengua, si no va con ellos examinada, no puede ir sin defecto, escrevir congruamente en la lengua latina, ni en romance, ni en su lengua. Para lo que toca a la ortographía y buena letra no hay quien lo escriva, sino los que aquí se crían. Enseñaron los frailes a los colegiales y estuvieron con ellos más de diez años enseñándolos toda la disciplina y costumbres que en el colegio se havían de guardar. Y ya que havía entre ellos quien lo leyesse y quien al parecer fuessen hábiles para regir el colegio, hiziéronles sus ordenaciones y elegieron su rector y consiliarios para que regiessen el colegio, y dexáronlos que leyessen y se regiessen ellos a sus solas por más de veinte años, en el cual tiempo se cayó todo el regimiento y buen concierto del colegio, parte por el mayordomo que tenía cargo del colegio que era español, parte por la negligencia y descuido del rector y consiliarios; también Ir descuido de los frailes que no curavan de mirar cómo ivan las cosas hasta que todo dio en tierra. Cuarenta años después de la fundación del colegio, tornóse a examinar el estado en que estavan las cosas del colegio y hallóse estar perdido, y fue necessario dar otro corte y hazer otras ordenaciones de nuevo sobre las primeras para que el colegio fuesse adelante, como parece por las mismas ordenaciones que se hizieron de nuevo. Yo que me hallé en la fundación del dicho colegio, me hallé también en la reformación de él, la cual fue más dificultosa que la misma fundación. La pestilencia que huvo agora ha treinta y un años dio gran baque al colegio, y no le ha dado menor está pestilencia de este año de mil quinientos y setenta y seis, que casi no está ya nadie en el colegio, muertos y enfermos casi todos son salidos. Párrapho nono: del cuerpo con sus adherencias Recelo tengo muy grande que esto se ha de perder del todo; lo uno, porque ellos son pesados de regir y mal inclinados a deprender; lo otro, porque los frailes se cansan de poner con ellos el trabajo de que tienen necesidad para llevarlos adelante; lo otro, porque veo que. ni entre los seglares ni entre los eclesiásticos no hay nadie quien los favorezca ni con sólo un tomín. Si el señor don Antonio de Mendoça, que en gloria sea, visorrey que fue de está Nueva España, no los huviera proveido de su hazienda, de una poca rentezilla que tienen con que se sustentan pocos y mal, ya no huviera memoria de colegio ni de colegial. Y podiérase haver hecho gran bien a toda está república indiana y el rey, nuestro señor, tuviera mis vasallos en ella de los que tiene y tendrá, porque siempre van en diminución, y la causa que yo he visto con mis ojos es que la pestilencia de agora ha treinta años, por no haver quien supiesse sangrar ni administrar las medicinas como conviene, murieron los más que murieron, y de hambre. Y en está pestilencia presente acontece lo mismo, y en todas las que se ofrecieren será lo mismo, hasta que se acaben. Y si se huviera tenido atención y advertencia a que estos indios huvieran sido instruidos en la gramática, lógica y philosophía natural, y medicina, pudieran haver socorrido muchos de los que han muerto, porque en está ciudad de México vemos por nuestros ojos que aquellos que acuden a sangrarlos y purgarlos como conviene, y con tiempo, sanan, y demás mueren. Y como los médicos y sangradores españoles los saben hazer son pocos, socorren a pocos, y ya casi están cansados y enfermos y muertos los sangradores y médicos, y no hay ya quien pueda ni quiera acudir y ayudar a los indios pobres, y ansí se mueren, por no tener remedio ni socorro.
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Capítulo veinte y tres Del duodécimo signo, llamado ce cuetzpali y de su ventura. Dezían que los que nacían en este signo eran nervosos, enxutos, sanos, de buena carnadura, diligentes, bividores. Las casas subjectas, la cuarta y quinta y sexta y nona, universalmente las tenían por mal afortunadas en todos los signos; la segunda y octava por indiferentes El duodécimo signo, llamado ce cuetzpalin, que quiere dezir "lagartija", dezían que los que nacían en este signo serían muy esforçados y nervosos, y sanos del cuerpo, y que las caídas no les empecerían, como ni empecen a la lagartija cuando cae de alto abaxo, que ningún daño siente, sino luego se va corriendo. Estos tales serían muy grandes trabajadores y con facilidad allegarían riquezas. La calidad de todas las otras casas ya está dicho arriba en los signos passados, que son buenas o malas conforme al número en que caen. La segunda casa de este signo es ume cóatl; la tercera es ei miquiztli; la cuarta naui máçatl; la quinta macuilli tochtli; la sexta chicuacen atl; la séptima chicome itzcuintli; la octava chicuei oçumatli; la nona chicunaui malinalli; la décima matlactli ácatl; la undécima matlactlioce océlutl; la duodécima matlactlomome cuauhtli; la terciadécima matlactlomei cozcacuauhtli.
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Capítulo veinte y tres De los que hazen loça, ollas y jarros, etc., y de los que hazen chiquihuites y petacas El que haze loça vende ollas, tinajas, cántaros y cantarillos, bacines, braseros, candeleros, vasillos bruñidos y todos los vasos de cualquier manera, cucharas, caçuelas, unas bien cozidas y otras mal, unas resquebrajadas del fuego y otras medio cozidas; y porque están bien sazonadas o cozidas, y tienen mal sonido, y porque parezcan buenas y muy bien cozidas, échales alguna color encima o tíñelas con amarillo. El que vende comales, que son tortas de barro cozido para cozer las tortillas en ellas, moja muy bien la tierra y la soba, y mézclala con el floxel de las espadañas, y ansí de ella, ansí beneficiada, haze comales adelgazando y allanándolos muy bien, y acicalándolos. Y después que están ya aparejados para cozerse, mételos en el horno, calentándole muy bien, y viendo que están bien cozidos, manda apagar el fuego del horno. Y ansí los comales que vende son buenos, tienen buen sonido, bien fornidos y recios; a las vezes vende los que no están bien cozidos, medio prietos o de mala color, que tienen mal sonido por estar quebrados, hendidos o resquebrajados del fuego. El que trata en los cestos que se llaman chiquihuites, primero, antes que los haga, echa las cañas en el agua para que se remojen y humedezcan, y después las quiebra. y ansí quebradas, pónelas en orden para hazer de ellas cestos, a los cuales echa un cordonzillo de nequén y una caña partida por medio, alrededor en el hondón por de fuera. Los cestos que vende son hechos en diversas maneras: unos que tienen divisiones como escritorio, y otros que tienen las orillas almenadas, y otros prolongados, y otros para poner en él las tortillas, unos de los cuales son bastos y otros bien hechos. Vende también cestos grandes de cañas gruesas, y unos cestillos llanos; unos de éstos son mal texidos, floxos, gordazos; al fin, mal hechos. El que trata en petacas de mugeres unas haze cuadradas, y otras largas y altas, y otras rolliças, ora sean de cañas, ora de palmillas, ora de cuero, ora de madera; todas bien hechas y bien texidas. El que trata en sal házela o la compra de otros para revenderla. E para hazella, junta la tierra salitrosa, y juntada, remójala muy bien y destílala o cólala en una tinaja, e haze formas para hazer panes de sal. El que revende la sal que compra de otros llévala fuera para ganar con ella, y ansí no pierde ningún mercado de los que se hazen por los pueblos de su comarca, donde vende panes redondos o largos, como panes de açúcar, gordos y limpios, sin alguna arena, muy blancos, sin resabio; y a las vezes vende panes que tienen resabio de cal desabrida; vende también a las vezes panes delgados llenos de arena o arenosos. Vende también sal gruesa y la sal que no sala bien.
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Capítulo veinte y uno Del décimo signo, llamado ce técpatl, y de su felicidad. Dezían que los hombres que nacían en este signo eran valientes, esforçados para la guerra y venturosos. Y las mugeres que en él nacían varoniles, hábiles para todo y muy dichosas en adquirir riquezas. Dezían que éste era el signo de Uitzilopuchtli, dios de la guerra, y de Camaxtle. En el día que començava este signo hazían gran fiesta a Uitzilopuchtli y por todos los treze días, a los cuales dezían todos ser prósperos El décimo signo se llamava ce técpatl. El primero día de este signo le atribuían a Uitzilopuchtli, dios de la guerra, y a Camaxtle, que era dios de los de Uexotzinco. En este día hazían en su cu, que se llamava Tlacateco, gran solemnidad delante de su estatua; sacavan todos los ornamentos y tendíanlos delante de ella; incensávanla. Los ornamentos eran de plumas ricas: uno se llamava quetzalquémitl, que quiere dezir "capa de quetzales verdes y resplandecientes"; otro se llamava xiuhtotoquémitl, que quiere dezir "capa de plumas azules y resplandecientes"; otro se llamava tozquémitl, que quiere dezir "capa de plumas amarillas y resplandecientes"; otro se llamava uitzitzilquémitl, que quiere dezir "capa hecha de plumas resplandecientes de cinzones", y otras muchas capas no tan preciosas como las ya dichas. Todas estas capas tendían sobre mantas ricas al sol delante la imagen, todo un día, y a esto dezían que calentavan o asoleavan. Y ofrecíanle delante comidas preciosas de muchas maneras, así los principales como la gente común. Y después de un poco las apartavan, y los ministros de aquella iglesia las dividían entre sí, y las comían todos juntamente aquellos que eran ministros de Uitzilopuchtli. Y el rey o señor ofrecía muchas y diversas maneras de flores delante la imagen de Uitzilopuchtli; flores que llaman yolloxúchitl, y otras que llaman eloxúchitl, y otras cacaoaxúchitl; finalmente ofrecíanle flores de todo género, compuestas de diversas maneras y con diversos labores: unas llaman chimalxúchitl, y otras ololiuhqui, y otras momoyáoac, todas flores de muy suave olor. Y de los olores y suavidades de flores estava llena aquella iglesia. También ofrecían cañas de humo en manojos de veinte en veinte; allí se estavan humeando y quemando delante la estatua, y el humo que salía estava como niebla. Los señores de los magueyes o taberneros que vendían el pulcre cortavan y agujeravan los magueyes para que manassen miel en este signo. Tenían que por agujerarles en este signo no manaría mucho. Y ofrecían el primero pulcre delante de Uitzilopuchtli como por primicias; a este primer pulcre llamavan uitzili. Echávanlo en unos vasos, que llamavan acatecómatl, sobre los cuales estavan unas cañas con que bevían los viejos que ya tenían licencia para bever octli. Y dezían que los que nacían en este signo, si eran hombres, serían valientes y honrados y ricos, y si fuesse muger, sería muy hábil y muy para mucha, y sería abundosa de todas las cosas de comer, y muy varonil, y sería bien hablada y discreta, etc. La segunda casa de este signo se llamava ume quiáuitl; la tercera ei xúchitl; la cuarta naui cipactli; la quinta macuilli écatl; la sexta chicuacen calli; la séptima chicome cuetzpalin; la octava chicuei cóatl; la nona chicunaui miquiztli; la décima matlactli máçatl; la undécima matlactlioce tochtli; la duodécima matlactliomome atl; la terciadécima matlactliomei itzcuintli. Todas estas casas son prósperas, como ya está dicho de la primera.
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Capítulo veinte y uno De los grados por donde subían hasta hazerse tecutlatos Los grados y trances por donde subían los que havían de llegar a las mayores dignidades eran estos que se siguen. Cuando eran pequeñuelos andavan motilados o atusada la cabeça. Y llegando a diez años dexávanle crecer una bedixa de cabellos en el cogote, lo cual ellos llamavan mocuexpaltía. A los quinze años tenían ya aquella bedixa larga, y llamávanlos cuexpalchicácpul, porque aún ninguna cosa notable havía hecho en la guerra; y si en la guerra acontecía que él y otro, o él y otros dos o tres o más captivavan a alguno de los enemigos, quitávanle la bedixa de los cabellos, y aquello era señal de honra. Cuando entre dos o tres o cuatro o más captivavan a uno de los enemigos, dividíanle de esta manera: que el que más se havía señalado en este negocio, tomava el cuerpo del captivo, y el muslo y pierna derecha; y el que era segundo tomava el muslo y pierna izquierda; y el que era tercero tomava el braço derecho; y el que era el cuarto tomava el braço izquierdo -esto se entiende desde el codo arriba-; el que era quinto tomava el braço derecho desde el codo abaxo; y el que era sexto tomava el braço izquierdo desde el codo abaxo. Y cuando le quitavan la bedixa del colodrillo, dexávanle una bedixa sobre la oreja derecha que le cubría la oreja a solo un lado, que era el derecho, y con esto parecía que tenía otra presencia más honrada, que era señal que en compañía de otros havía captivado a alguno. Y por haver captivado, con compañeros y haver dexádole la bedixa en señal de honra, saludávanle sus abuelos o sus tíos, diziéndole: "Nieto nuestro, hate lavado la cara el sol y la tierra. Ya tienes otra cara, porque te atreviste y te esforçaste a captivar en compañía de otros. Mira que te valdría más perderte y que te captivassen tus enemigos, que no que otra vez captivasses en compañía de otros, porque si esto fuesse, pondríante otra bedixa de la parte de la otra oreja, que pareciesses muchacha. Y más te valdría murir que acontecerte esto." Y el mancebo que aún teniendo bedixa en el cogote iva a la guerra dos o tres vezes, cuando bolvía sin captivar por sí ni en compañía, llamávanle por afrenta cuexpalchicácpul, que quiere dezir "vellaco que tiene bedixa en el cogote", que no ha sido para nada en las vezes que ha ido a la guerra; y esto era grande afrenta para el tal. Y con esto se esforçava a arrojarse contra sus enemigos, para siquiera en compañía captivar a alguno. Y cuando estos tales en compañía de otros captivavan, quitávanles la bedixa y echávanle un casquete de pluma apegado a la cabeça. Y los que no captivavan ni en compañía ni de otra manera, no los quitavan la bedixa, ni los echavan casquete de pluma, sino hazíanlos una corona en medio de la cabeça, que era suma afrenta. Y si éste a quien hizieron la corona por afrenta tenía qué comer, tenía maizales o otra hazienda, bivía de su hazienda y no curava de la guerra, sino quitávase la bedixa; este tal no le era lícito traer manta de algodón ni mastle de algodón, sino manta de ichtli y mastle de ichtli, sin ningún labor. Esto era señal de villano. El mancebo la primera vez que entrava en la guerra por sí solo captivava a alguno de los enemigos, llamávanle telpuchyaquitlamani, que quiere dezir "mancebo guerrero y captivador", y llevávanle delante del señor a palacio para que fuesse conocido por fuerte. Entonce dávale licencia el señor que se pudiesse teñir el cuerpo con color amarilla, y la cara con color colorada, toda la cara, y las sienes con color amarilla. Esto hazían la primera vez los mayordomos del señor en señal de honra. Desque este mancebo estava teñido como arriba se dixo, el señor le dava dones, que era una manta con unas listas labradas de color morado, y otra manta labrada de otros ciertos labores, que se llamava colotlapalli; y también le dava un mastle labrado de colorado, largo, que estuviesse bien colgado, y otro mastle labrado de todas colores. Esto le davan por ensiñias de honra, y de allí adelante tenía licencia de traer mantas y mastles labradas siempre. El que por sí captivava dos, también le llevavan delante del señor a la casa real, y dávanle dones como arriba está dicho. Y al que prendía por sí tres, dávanle dones como está dicho, y dávanle también autoridad para tener cargo en la guerra de otros. Y también davan autoridad a estos semejantes para que fuessen elegidos para criar los mancebos en el telpuchcalli. También tenían autoridad para mandar a los mancebos que fuessen a cantar a la casa donde deprendían a cantar de noche. Y a los que por sí prendían cuatro captivos, mandava el señor que los cortassen los cabellos como a capitán. Llamávanle capitán, diziendo : el capitán mexícatl, o el capitán tolnaoácatl, o el capitán cioatecpanécatl, o otros nombres que cuadravan a los capitanes. De allí adelante se podían sentar en los estrados que ellos usavan de petates y icpales en la sala donde se asentavan los otros capitanes y otros valientes hombres, como son tlacochcálcatl, tlacatécatl, ticociauácatl, atenpanécatl, los cuales son primeros y principales en los asientos, y tienen barbotes largos, y orejeras de cuero, y borlas en la cabeça, con que están compuestos. Y aquéllos que captivavan por sí seis o siete o diez de los enemigos, si estos captivos eran cuextecas o tenimes, no por esso los ponían con los más principales arriba dichos; solamente los llamavan capitanes. Y para subir a la honra de los de arriba dichos era menester que captivassen de Atlixco o de Uexotzinco o de Tliliuhquitépec. Cualquiera que de estos dichos captivavan hasta cinco, poníanlos entre los mayores y más honrados capitanes, por valientes y esforçados capitanes que se llamava cuauhyácatl, que quiere dezir "águila que guía". Y el señor a este tal le dava un barbote largo, verde, y borla para ponerse en la cabeça con unas listas de plata entrepuestas en las plumas de la borla. Y también le dava orejeras de cuero, y una manta rica que se llamava cuechintli; también le dava una manta que llamavan chicoapalnacazminqui; quiere dezir "manta teñida de dos colores, la mitad de un color y la mitad de otro, de esquina a esquina"; y una manta con correas colgadas y atadas, sembradas por toda ella. Y si captivava dos de Atlixco o de Uexotzinco, era este tal tenido por terrible y valentíssimo, y dávanle un barbote largo, de ámbar amarillo, y otro de chalchíuitl verde, y usava de ambos. Fin