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CAPITULO V Parte Morgan del castillo de Chagre, acompañado de mil y doscientos hombres, con designio de ir a tomar la ciudad de Panamá En diez y ocho de enero del año de 1670 partió Morgan del castillo de Chagre con mil y doscientos hombres, cinco barcos con artillería y treinta y dos canoas llenas de dicha gente, enderezando su curso río arriba para la ciudad de Panamá. Caminaron aquel día seis leguas y llegaron a una plaza llamada de los Bracos, donde un partido de su gente salieron para dormir algunas horas y extenderse un poco, pues en las canoas venían muy encogidos; y después ver si en las plantaciones podían hallar algunas vituallas, que no les fue posible descubrir por haber, los españoles, huido (y) llevándose consigo cuantas tenían. De tal modo se vieron sin que comer, que les fue forzoso de pasarse, por entonces, con una pipa de tabaco para su recreo y refocilación. El siguiente día, segundo de su viaje, le comenzaron muy de mañana y llegaron al anochecer a un lugar llamado Cruz de Juan Gallego, donde les fue forzoso (de) dejar sus barcas y canoas a causa que la ribera estaba muy seca por falta de lluvia y de los impedimentos de muchos árboles que en ella estaban caídos. Las guías dijeron que dos leguas más arriba era muy cómodo para poder seguir el camino por tierra, y así dejaron alguna gente, que en todos eran 160 hombres, sobre los barcos, para que los guardasen y sirviesen de refugio. Pusieron el día siguiente todos los demás en tierra y, a los que quedaron, mandaron, con gravísimos rigores, no saltase ninguno fuera a fin de impedir el no ser reconocidos por los españoles que pudiesen estar en las emboscadas de selvas espesísimas, que cerca de ellos se veían de tal modo que casi no se podían atravesar. Vieron que todos aquellos contornos eran llenos de cenagales y así, aunque trabajosamente, dispuso Morgan transportar parte de sus compañeros en canoas hacia una plaza llamada Cedro bueno y después volver por el resto como lo ejecutaron, hallándose todos en dicho lugar al anochecer. Deseaban los piratas encontrar españoles o indios, esperando llenar sus vientres de mantenimientos que, con ellos, por fortuna tendrían, pues estaban reducidos casi a una extrema hambre. Marchaban los piratas el cuarto día con la mayor parte de su gente, conducidos por una guía, los otros subieron más arriba con canoas, dirigidos por el gobierno de otra guía que iba siempre delante con dos de ellas, a fin de reconocer, de una y otra parte, las emboscadas de los españoles, los cuales tenían también espiones que eran diestros y los podían, de ordinario, preadverir de los casos y llegada de piratas seis horas antes que llegasen a emparejar. Cerca del mediodía se hallaron próximos a un puesto llamado Torna Caballos, donde el guía de las canoas comenzó a gritar diciendo, descubría una emboscada. Dióles notable alegría a los piratas, creyendo hallarían algún mantenimiento con que saciar parte de la hambre que tenían y, así, no perdieron tiempo, corriendo como que primero buscando los es-pañoles y entre ellos algún refresco a causa de la extrema necesidad en que se veían; pero habiendo llegado, hallaron sin persona dicho puesto, de donde habían escapado los que antes estaban, que no dejaron otra cosa que una cantidad de sacos de cuero todos vacíos y algunas migajas desmenuzadas del pan que tuvieron. Abatieron unas pequeñuelas chozas que los españoles habían hecho y después se vieron obligados a comerse los mismos sacos que hallaron por dar algo al fermento de sus estómagos, siendo tan acerbo que les comía las entrañas, sin tener otra materia a envolverse. Hicieron gran banquete de dichos pellejos, y les hubiera sido más sabrosa si no peleasen entre sí, disputando cuál tendría mayor porción. Coligieron podrían haber estado en aquella emboscada 500 españoles, a quienes desea-ban aún encontrar para comerse algunos, que habrían asado o sancochado, como tres y dos son cinco. Después que tenían ya los cueros, parte en el estómago y parte digerido en sus vientres, dejaron el puesto y marcharon más adelante hasta llegar, al anochecer, a una plaza llamada Torna Muni, donde hallaron otra emboscada, pero desierta como la otra; y de tal modo que, aún en los bosques vecinos, no hallaron cosa chica ni grande que comer, habiendo estado tan próbidos los españoles, que no dejaron rastro de mantenimiento donde estuvieron; y así se veían los piratas en una extremidad, teniéndose por dichoso el que había guardado y reservado algún pedazo de los cueros sobredichos, que cenó y tras él bebió un buen golpe de agua, que le refrescaba las tripas. Algunos que jamás salieron de las cocinas de sus madres dirán: ¿cómo los piratas podían mascar, tragar, y digerir un pedazo de cuero tan seco y árido? A que les respondo, salgan un poco a experimentar qué cosa es hambre y hallarán el modo en su propia necesidad, como le hallaron los piratas, que cogían dicho cuero en pedazos y le metían entre dos piedras, (y) le refregaban y batían, mojándole con agua del río, hasta que le reducían en consistencia suave y batían, y desarraigándole el pelo, asaban los pedazos en hogueras que encendían, y así aderezado le hacían menudas piezas, que engullían ayudados de buenos tragos de agua, que tenían cerca por buena fortuna. Continuaron la marcha, la quinta jornada, y al mediodía llegaron a un lugar o puesto llamado Barbacoa, donde hallaron señales de haber estado otra emboscada, pero tan desproveído el puesto como los dos precedentes, aunque alrededor se veían algunos plantíos que escudriñaron, y en ellos no pudieron encontrar persona, ni animal, ni otra cosa que les pudiese aliviar su extrema y rabiosa hambre. Final-mente, después que hubieron buscado y rebuscado largo tiempo, hallaron una gruta que parecía estar nuevamente picada, en la cual hallaron dos sacos llenos de flor, trigo semejantes cosas; junto con dos grandes botijas de vino y ciertos frutos que llaman plátanos. Sabiendo Morgan que algunos de su gente estaban en extremidad de la vida por hambre que padecían, y temiendo que la mayor parte no muriesen del mismo efecto, hizo repartir todo lo que hallaron a los que mayor necesidad tenían; con que, habiéndose algo refrescado, comenzaron de nuevo a marchar con más ánimo, y a los que no podían, por causa de flaqueza, pusieron dentro de las canoas y salieron a tierra aquellos que antes en ellas estaban; y así prosiguieron el viaje hasta la noche bien tarde, que hallaron un plantío donde quedaron sin comer cosa alguna, porque los españoles habían (como en las partes precedentes) barrido con todo, sin dejar, ni aún, señales de provisiones. Prosiguieron su jornada el sexto día, unos por el bosque y otros en las canoas, aunque les era necesario continuamente reposarse, a causa de las grandes incomodidades del camino y de la flaqueza en que se hallaban, a la cual procuraban fortificar comiendo algunas hojas de árboles y de las simientes que podían hallar, de suerte que se veían en un miserable estado. Llegaron al mediodía a un plantío, en el cual hallaron una casa llena de maíz; derribaron las puertas y tomaron de ello cuanto podían comer así seco, y después repartieron grande cantidad, dando a cada uno su porción, y de este modo proveídos, continuaron la marcha, en la cual una hora después de recomenzada les fue descubierta una emboscada de indios; arrojaron con presteza todo su maíz, porque no les sirviese de embarazo, con la esperanza de hallar todas cosas en abundancia, pero halláronse engañados, no encontrando ni indios, ni víveres, ni otra cosa de lo que se habían imaginado. Vieron, no obstante, de la otra parte del río una tropa de cien indios, los cuales escaparon valiéndoles sus agilísimos pies; algunos piratas se echaron a nado para ver si podían coger parte de dichos indios, mas en vano, porque pudiendo correr más velozmente que ellos, se burlaron, dejándolos de la galla y después de haber muerto dos o tres piratas con sus flechas, gritando desde lejos: ¡ah, perros, a la Sabana, a la Sabana! No pudiendo los piratas avanzar más aquel día, por causa que les era necesario a todos pasar de la otra parte del río para proseguir el viaje, quedaron aquella noche reposando, si bien el sueño no les era pesado, pues murmuraban entre sí queriéndose algunos volver y otros morir; mas otros, que tenían mayor ánimo, se burlaban de su poco coraje. Tenían una guía que los confortaba diciendo: no pasará largo tiempo sin que hallemos gente, sobre quien tendremos algunas ventajas. Limpiaron sus armas el séptimo día, y cada uno disparó un tiro sin bala a fin de examinar la seguridad de sus mosquetes y si no les faltarían cuando hallasen enemigos. Pasaron después con sus canoas la otra parte del río, dejando el puesto donde quedaron la noche precedente, el cual se llama Santa Cruz. Continuaron el camino hasta el mediodía que llegaron a una aldea que nombran Cruz, donde descubrían desde lejos las humaredas de las chimeneas, lo cual les daba la esperanza de hallar gente y, después, por un lado lo que deseaban, conviene a saber: comida en abundancia, argumentando sobre señales exteriores fundadas en el aire, porque decían que el humo sale de todas las casas, luego hacen grandes fuegos para asar y cocer lo que hemos de comer. Llegaron muy presurosos y no hallaron persona, ni cosa con que poder resistirse; si bien buenos fuegos para calentarse, pues los mismos españoles, antes que se ausentasen, pegaron fuego a sus mismas casas, excepto los almacenes y caballerizas del rey. No dejaron tampoco bestia alguna, ni viva, ni muerta, si bien se hallaron confusos, no teniendo a que echar mano sino de unos pocos de puercos, los cuales mataron y comieron con grande apetito. En los almacenes reales (por buena fortuna) encontraron quince o diez y seis botijas llenas de vino del Perú y un saco de cuero de pan cocido; luego que comenzaron a beber de dicho vino, cayeron casi todos enfermos; mas la causa verdadera fue la inopia de mantenimientos de que habían carecido en todo el discurso del viaje y las porquerías que en él comieron. No sabían de dónde resultaban tales accidentes, atribuyéndolo algunos al vino, que creían estaba envenenado; todo lo cual (les) fue causa de quedarse aquel día en la dicha aldea, que está situada en la altura de 9 grados y 2 minutos, latitud septentrional; apartada del río de Chagre 16 leguas españolas y 8 de Panamá. Este es el último lugar hasta el cual se puede llegar con barco, por cuya razón hicieron almacenes donde pudiesen guardar las mercadurías que vienen a buscar de Panamá con recuas de mulos. Fuele allí forzoso a Morgan dejar sus canoas y poner la gente en tierra, tomando resolución de volverlas a enviar a donde estaban los navíos; excepto una, que hizo esconder, para que le sirviese de enviar avisos, según las ocasiones más a propósito. Muchos españoles e indios de los contornos se refugiaron en plantíos circunvecinos y, temiendo los piratas algún asalto al improviso, dio Morgan orden que no saliesen de la aldea, sino es de ciento en ciento, por evitar la ventaja de sus enemigos; aunque una parte de ingleses no dejó de contravenir a las órdenes, siendo la causa el querer buscar qué comer; con que a los inobedientes les sucedió que sobre ellos vinieron con furor intrépido algunos españoles e indios, los cuales agarraron a un pirata, no bastándole a Morgan la vigilante guardia y cuidado de prevenir lo futuro, por su buena dirección y consejos. Envió Morgan el octavo día 200 hombres adelante para reconocer el camino de Panamá y especular si los españoles tenían en él emboscadas; considerando que los puestos por donde debía pasar y las ocasiones eran para temerlo; siendo el camino tan estrecho que no podían desfilar más que doce personas a la par y algunas veces no tantos. Hacía diez horas que los piratas marchaban, cuando llegaron a un puesto llamado Quebrada Obscura, desde donde les tiraron tres o cuatro mil flechazos, sin que pudiesen ver gente alguna, ni de qué parte les venía el tiro. El lugar desde donde tiraban era una montaña que está horadada de parte a parte, en la cual hay una gruta que la atraviesa por donde no puede pasar más que un jumento cargado. Causóles grande alarma a los piratas, viendo tanta multitud de saetas sin poder descubrir la parte de dónde las descargaban. Finalmente se entraron por el bosque, después que percibieron a algunos indios que corrían tanto que les era posible (para) tomar aún otro puesto ventajoso y en él observar la llegada de piratas. Quedó no obstante una tropa de indios con designio firme de defenderse y lo hicieron hasta tanto que su capitán fue de tal modo herido que cayó en tierra; y aunque el ánimo (en aquel estado) le era mayor que sus fuerzas, procuró levantarse y con intrépida valentía echó mano a su azagaya, y tiró un tajo a un pirata, pero antes de efectuarlo segunda vez, le dieron un pistoletazo de que murió con otros de sus secuaces, que le acompañaron como buenos soldados hasta perder la vida por la defensa de la patria. Procuraban los piratas con todo encono agarrar indios; pero siendo más ágiles en la carrera que ellos se escaparon dejando muertos ocho piratas y diez heridos: y, si los indios hubiesen estado más diestros, no habrían dejado pasar un solo hombre por aquella parte. Poco tiempo después llegaron a una grande campaña llena y cubierta de matizados prados y, desde ella, descubrieron a lo lejos algunos indios que estaban encima de una montaña, muy cerca del camino que debían pasar. Enviaron una tropa de cincuenta hombres, los más hábiles, para ver si podían hacer presa en alguno de ellos y forzarlos a declarar dónde tenían sus moradas los demás camaradas; salióles en vano el intento, porque los indios se escaparon y se descubrieron en otro puesto gritando: -A la Sábana, a la Sábana: cornudos perros ingleses. Entretanto hicieron emplastar los diez heridos que arriba dijimos. En este puesto había un bosque y a los dos lados, en cada uno, una montaña; los indios ocupaban la una y a la otra subieron los piratas. Creía Morgan que en la selva había emboscada y así envió 200 hombres para reconocerla. Los españoles e indios, viendo los piratas descender de la montaña, hicieron lo mismo con semblante de quererles dar un ataque; pero luego que se encubrieron de la vista de piratas se escondieron en el bosque, dejándoles el paso abierto. Cerca del anochecer una lluvia les sobrevino, con que los piratas caminaron buscando casas para preservar el que sus armas no se mojasen, mas los indios habían quemado todas las del contorno y transportado los ganados a lugares remotos, a fin que los piratas, no hallando albergue ni mantenimientos, se viesen obligados a volver la grupa, los cuales, no obstante, hallaron unas pequeñas chozas, pero nada que comer. No pudiéndose todos guarecer en las cabañas, pusieron de cada compañía un cierto número de hombres que guardaron las armas de todo el ejército. Pasaron muy mal la noche los que quedaron en campaña, porque la lluvia permaneció hasta la mañana. Al alba del siguiente día que era el noveno, Morgan comenzó a continuar la marcha mientras duraba la fresca matutina, siéndoles más favorable lo opaco de las nubes que la claridad de los rayos solares a causa que el camino que seguían era penosísimo, más que todo el precedente. Dos horas después distinguieron una tropa de veinte españoles que observaban los movimientos de piratas, que procuraban agarrar a algunos y no pudieron a causa que los otros se escondían en cavernas que a ellos les eran incógnitas. Finalmente, subieron a una alta montaña, desde la cual descubrieron la mar del Sur, donde vieron un navío y seis barcas que habían salido de Panamá y se encaminaban a las Islas de Tovago, y Tovaguilla; causóles grande alegría y descendieron a un valle, en el cual hallaron grande cantidad de animales cuadrúpedos del que cogieron buen número; y mientras los unos se empleaban en esta caza, los otros encendieron fuego en muchas partes para asar carnes; traían algunos un toro; otros una vaca, un caballo, y los más, cargaban carnes de borricos, todas las cuales cortaban en piezas convenientes y las echaban sobre las llamas y, chamuscadas, se las comían; de modo que la sangre les corría por la barba hasta el pecho. Saciados ya en este opulento banquete, mandó Morgan continuar la marcha y dispuso precediesen a la larga cincuenta hombres con intención de que hiciesen algunos prisioneros; estando en grande pena por no encontrar a persona alguna que les pudiese declarar el estado y fuerzas de los españoles. Cerca de la noche descubrieron una tropa de 200 hombres que gritaban contra los piratas, pero no los podían entender. Poco después vieron (por la primera vez) la torre más alta de Panamá, y comenzaron a dar muestras de una extrema alegría echando los sombreros al aire, del mismo modo que si ya hubiesen conseguido la victoria de sus últimos designios. No hubo trompeta que resonase, ni tambor que se dejase entender en aquellos contornos. Camparon aquella noche con regocijo común, aguardando con impaciencia la aurora, en cuyo tiempo determinaron dar el ataque a la ciudad, de donde salieron cincuenta de a caballo cuando oyeron las resonancias de trompetas y tambores de los piratas, cerca de los cuales llegaron, casi a tiro de mosquete, precedidos también de una trompeta que sonaba maravillosamente. Gritaban, los tales de a caballo, contra los enemigos, y se la juraban diciendo: ¡Perros! Nos veremos. Y después de hecha esta amenaza, se volvieron a la reserva de siete u ocho que permanecieron en los contornos para ver los movimientos de los piratas, contra los cuales, desde la ciudad, dispararon toda la noche gruesa y repetida artillería. Los 200 hombres que los piratas habían visto, volvieron a su presencia haciendo semblante de querer atajar el camino porque no se les escapasen los huéspedes; mas, en lugar de atemorizarse los cercados, luego que pusieron guardias alrededor de su ejército (si así es lícito llamarle) comenzó cada uno a desenvolver su mochila y, sin prevención de servilleta ni plato, comenzaron a dos manos a comer el residuo de carnes de toros y caballos con que se hallaban del precedente banquete y se echaron a dormir sobre la hierba, con grandísimo reposo y satisfacción, aguardando con impaciencia los crepúsculos de la aurora siguiente. El décimo día pusieron toda la gente en orden conveniente y al son de tambores prosiguieron la marcha derechamente a la ciudad; pero uno de los que guiaban dijo a Morgan no tomase el gran camino porque creía hallarían en él grande resistencia de emboscadas; hallólo a propósito el conductor y así escogió otro camino que penetraba en el bosque aunque era muy difícil y penoso. Viendo, pues, los españoles que caminaban los piratas por parte que no habían creído, se hallaron obligados a dejar sus fortalezas y venirse al encuentro de sus enemigos. El general de españoles puso sus tropas en orden, consistiendo en dos escuadrones, cuatro batallones de infantería y un muy grande número de bravos toros que muchísimos indios habían conducido con algunos negros y otros a este fin. Hallábanse los piratas en un collado desde donde podían ver a lo largo y, descubriendo la fuerzas de los de Panamá, temieron, de modo que cada uno deseaba hallarse libre de la obligación que ya tenían de acometer o morir; con que siéndoles preciso hacer de la necesidad virtud resolvieron de pelear o quedar en la estacada, sabiendo que de otra suerte no había cuartel para ellos; y así se determinaron a perder hasta la última gota de su sangre. Separáronse después en tres batallones, enviando delante una tropa de 200 bucaniers, los cuales son muy diestros a tirar con armas de fuego. Dejaron los piratas el collado y, descendiendo, marcharon rectos contra los españoles que estaban en un buen campo apostados, esperando su buena llegada; cuando los enemigos se acercaban comenzaron a vocear los de allá: ¡Viva el Rey! E inmediatamente su caballería se destajó contra los piratas, pero como hay en la campaña muchos lodazales no podían escaramuzear como quisieron. Los 200 bucaniers hincaron una rodilla en tierra y dispararon sobre ellos, con que se encendió una grande batalla, en cuya ocasión se defendieron valerosamente haciendo lo posible para poner a los piratas en desorden; y así la infantería tuvo designio de secundar a la caballería, mas los enemigos la hicieron separar; con que viendo la imposibilidad, procuraron ahuyentar los toros por detrás de los piratas, pero huyóseles la mayor parte y, los que atravesaron, no hicieron más daño que romper algunas banderas inglesas y los piratas arcabuceándolos no dejaron alguno en todo su contorno. Pasadas dos horas en el combate, hallaron que la mayor parte de la caballería española estaba arruinada y casi todos muertos y el resto se escaparon, que visto por la infantería, y que no hallaban medio para vencerlos, disparaban las cargas que sus mosquetes tenían y los arrojaron en tierra huyéndose cada uno lo mejor que pudo. Fuéles imposible a los piratas el seguirlos por estar cansados del largo camino que acababan de hacer; muchos que no pudieron volverse a donde hubieran querido, se escondieron entre lo espeso de las matas que están a las orillas de la ribera, pero, bien infelizmente, a causa que los piratas hallándolos en muy breve espacio, fueron muertos sin acordar cuartel a persona de entre ellos, como si fuesen bestias campesinas. Trajeron mucho número de religiosos prisioneros a la presencia de Morgan, el cual sin querer dar oídos a sus ruegos y suspirosas lamentaciones, les hizo matar todos a pistoletazos. Condujeron después a un capitán que estaba herido en el combate y Morgan le hizo examinar sobre diversidad de cosas, preguntándole en qué consistían las fuerzas de los de Panamá; a que respondió se fundaban y tenían sus esperanzas en 400 de a caballo; 24 compañías de infantería, cada una de 100 hombres; 60 indios y algunos negros, que conducían dos mil toros para espantarlos sobre los ingleses y después arruinarlos totalmente. Descubrió aún como en la ciudad habían hecho trincheras en diversas partes, en todas las cuales plantaron artillería y que a la entrada del camino habían hecho una fortaleza donde estaban asentadas ocho piezas de artillería de bronce, y guarneciéndola con 50 hombres. Dio Morgan orden al instante de tomar otro camino e hizo revista de toda su gente, de los cuales hallaron muertos y heridos más que creían y que era número considerable. De los españoles contaron más de 600 muertos en la campaña, además de los heridos y prisioneros. No desmayaron los piratas aunque se veían en menos número, antes bien, considerando la grande ventaja que obtuvieron sobre sus enemigos estaban hinchados de orgullo y desde que se hubieron reposado un poco, esforzadamente se prepararon para ir a la ciudad, jurando el general de pelear hasta que el último de ellos fuese perdido, y así caminaron briosos a la conquista, llevándose consigo todos los prisioneros. Hallaron grande dificultad en la llegada a la ciudad, porque dentro de ella habían plantado gruesa artillería en diversos cuarteles; alguna cargada de pedazos de hierro y otra de balas de mosquete, con todo lo cual saludaron a los piratas, de que resultó el matar a muchos de ellos, mas ni por eso dejaron de avanzar entre los manifiestos peligros en que se hallaban y, aunque asiduamente disparaban, no obstante, los españoles se vieron forzados a entregar la ciudad en el término de tres horas de combate; y hechos posesores los piratas, mataron y destrozaron a cuantos se querían defender. Los habitantes habían ya hecho transportar todos sus mejores bienes a partes más ocultas, aunque se hallaron diversos almacenes bien provistos de toda suerte de mercaderías, tanto sedas y paños, como de lienzos y otras cosas de importancia. Cuando la primera furia fue pasada, Morgan ordenó se juntase toda su gente en cierto puesto que asignó, y allí mandó, debajo de graves penas, que ninguno de los suyos osase gustar ni beber vino, porque había oído decir que los españoles lo habían envenenado; y, lo que más se debe creer es, usó de esta prudente ordenanza a fin de impedir que sus compañeros no se emborrachasen, temiendo que la nación española se picaría y juntaría grande número de personas para venir a tratar a Morgan, como él había hecho con los de Panamá.
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Capítulo V Palabras del Suyua Tan Lenguaje de figuras y su entendimiento, para nuestro señor Gobernador Mariscal, que está establecido en Tzuc-Uaxim, al Oriente de Ichcaansihó, allí donde había tierra que tomara para tener su huerta y su solar y se estableciera allí. Llegará el día en que acabe su camino, y vaya a hablar a su Rey. Recio será su hablar y rojo su vestido, cuando llegue. He aquí, en lenguaje de alegorías, lo que va a decir, lo que va a preguntar el Rey de esta tierra cuando llegue el día en que acabe el tiempo de los del Tres Ahau Katún, cuando vaya a llegar el otro Katún, el Uno Ahau Katún. Así está dicho. Este Katún de ahora, el Tres Ahau Katún, ya llegó al día en que acabó su señorío y su majestad. No tenía otro camino. Era prestado lo que había dentro de él. He aquí el Uno Ahau Katún, presente dentro de la casa del Tres Ahau Katún, para visitarlo. Y le están dando diversión porque los del Tres Ahau Katún, avergonzados, se van yendo a esconder en sus lugares. El Kaat Naat, el Preguntador, viene dentro del Katún que ahora acaba. Y llega en el tiempo en que se ha de "pedir su entendimiento" a los Príncipes de los pueblos; si saben cómo antiguamente vinieron sus linajes y sus Señores; si ellos son de linaje de Reyes o Señores; si son de Señores sus linajes. Y que lo comprueben. He aquí el primer enigma que se les propondrá. Les pedirán su comida. "Traed el sol", les dirá claramente el Verdadero Hombre. Así se les dirá a los Príncipes: "Traed el sol, hijos míos. Y que sea extendido en mi plato. Que en él esté clavada la lanza del cielo, en medio de su corazón. Sobre el sol ha de estar sentado el Gran Tigre, bebiendo su sangre". En leguaje figurado ha de entenderse. He aquí el sol que se les pedirá: el sagrado huevo frito. He aquí la lanza y la cruz del cielo, clavadas en su corazón: lo que decimos "la bendición". He aquí el tigre verde, agazapado encima bebiendo su sangre: el chile verde, que tiene tigre. Esto es en lenguaje figurado. Esta es la segunda cuestión que se les propondrá. "Que vayan a traer los sesos del cielo, para que los vea el Verdadero Hombre, que tiene muy grandes deseos de verlos". Se les decía que fueran con cuidado. He aquí que los sesos del cielo son el incienso. Lenguaje figurado. He aquí el tercer enigma que se les propondrá: Que si cuando construyen una casa grande la fachada está en línea recta de una pieza con el techo. He aquí la casa grande; el sombrero real, asentado en el suelo. = Se les dirá que suban sobre el real caballo blanco, con su vestido y su capa blancos, en la mano una sonaja blanca, que irá sonando. El caballo estará manchado de sangre, que se verá salir de la flor de la sonaja.--He aquí el caballo blanco: la sandalia de los pies con hilos de henequén. La sonaja blanca, la capa blanca, la flor, son los señores blancos. La sangre de la flor de la sonaja, el oro. Está en medio de ella, porque ensangrentado sale de los que no tienen madre ni padre, y de ellos viene. Ésta es la cuarta prueba que se les hará. Se les pedirá que se vayan a su casa. Y se les dirá entonces: "Cuando vayáis a regresar acaso veáis el fuego de medio día y seréis dos muchachos que estaréis en cuclillas. Cuando lleguéis, tendréis vuestro perro junto a vosotros. Este vuestro perro tendrá en las manos el alma de Nuestra Santa Señora, cuando lleguéis con él". --He aquí los dobles muchachos que se les decía, y el fuego del mediodía: que se sentarían sobre su sombra. Por eso se les decía que irían en cuclillas cuando llegaran a casa del Verdadero Hombre. El perro suyo de que se les preguntará es su pureza, y el alma de Nuestra Santa Señora, son las grandes candelas o hachas de cera. Esto es en lenguaje figurado. Éste es el quinto enigma que se les propondrá: Se les dirá que vayan a buscar el corazón de Dios, en el cielo. "Y me traerás el de los muchos hijos en su capa, que esté envuelto por detrás en una sábana blanca." He aquí el corazón de Dios: la sagrada piedra preciosa. El de los muchos hijos que se les decía, es el pan real, con muchos frijoles dentro. La envoltura blanca, es el paño blanco. De esto, se les pedirá el significado del lenguaje figurado. Éste es el sexto enigma que se les propondrá: Que vayan a buscar la rama del árbol de pochote, y tres cosas torcidas, y bejuco vivo. "Eso hará muy sabrosa mi comida de mañana; tengo deseos de comerlo. ¡Quién sabe si será malo comer el tronco del pochote!", les dirá.--He aquí el tronco del árbol de pochote: la lagartija. Las tres cosas torcidas: la cola de la iguana. El bejuco vivo: los intestinos del cerdo. El tronco del árbol de pochote: el tronco de la cola de la lagartija. Lenguaje figurado. Éste es el séptimo enigma que se les propondrá: Se les dirá: "Ve a traerme las que cubren el fondo del Cenote, dos blancas, dos amarillas. Tengo deseos de comerlas." He aquí las que cubren el fondo del cenote, que les pedirán: las jícamas, dos de ellas amarillas. El que haya entendido, podrá alcanzar el principado de los pueblos, una segunda vez, en presencia del Rey, Gran Verdadero Hombre. Aquí va imagen 6 Serán cogidos los príncipes de los pueblos, porque no tienen entendimiento Y si no es entendido por los Príncipes de los pueblos, les dirá estas palabras: "¡Tristísima estrella adorna el abismo de la noche! ¡Enmudece de espanto en la Casa de la Tristeza! Pavorosa trompeta suena sordamente en el vestíbulo de la casa de los nobles: los muertos no entienden. Los vivos entenderán." Los que estén sobre el Principado de los pueblos, los que tengan medida su cosecha, sabrán que dolorosamente acabará su reinado. Atadas sus manos por delante, a sus partes genitales, con una cuerda remojada, serán llevados al Rey, Primer Verdadero Hombre. Los últimos Príncipes, los que estén sobre su loco tiempo y sobre su loca edad, oirán que con dolor acabará su principado; los que existan en el tiempo en que se extinga el término del Katún. Cuando esté acabando el Tres Ahau Katún, serán cogidos los Príncipes de los pueblos, porque no tienen entendimiento. Así se alcanzarán los cargos de jefes de las ciudades. Ésta es la relación. Para dar su sustento a los Grandes Verdaderos Hombres, cuando éstos pidieran su comida, se atarán una cuerda al cuello, se cortarán la punta de la lengua y apartarán sus ojos del tiempo que va a acabar. Estos hijos de nobles se sacarán de sí mismos en presencia de su Padre. Y se pondrán de rodillas, para que sepa que tienen sabiduría y para que se les entregue su estera y su trono. Con la misma medida se mirará su cosecha. Cuidadosamente se verá su linaje de soberanos de esta tierra. Y los que vivan en ese día, recibirán su gran vara. Así es como será fundado otra vez el linaje de los hombres mayas, aquí en la tierra de Yucatán. Dios primero, cuando se acabe el mundo, el Verdadero Rey vendrá a preguntamos: "¿Lo que obedecéis, lo que adoráis, son piedras o piedras preciosas?". Y pedirá un árbol de vino de balché. El que no lo tenga, será muerto. Y al que adore al dios de su tierra y diga que no sabe si es dios, le sucederán todas las cosas que están escritas. Así también, los nobles descendientes de los Príncipes, que hayan sabido cómo vinieron sus linajes y los reyes que justamente los gobernaban, verán que era su sabiduría la que tenía poder sobre sus vasallos. Y solemnemente les serán entregados su estera y su trono por Nuestro Padre el Gran Verdadero Hombre. Esa su estera y ese su trono fueron aporreados y enterrados, y su rostro fue pisoteado sobre el suelo, y fue ensuciado y arrastrado en el tiempo del desvarío y en la época de la rabia. "Hijos de la pereza", les dijo el Hijo del Mal, el de la falsa estera, el del falso trono, el mono Aquí va imagen 7 El preguntador de los dioses, el pícaro bellaco. Y así caminaban dentro del Tres Ahau Katún, hinchado y roto el corazón, los descendientes de los nobles, los hombres de sangre real, hasta que se les viniera a decir que fueran a tomar el Principado de los pueblos, para ir a tomarlo. * * * -- "Hijo mío, ve a traerme la flor de la noche", se le dirá. Y entonces irá de rodillas a la presencia del Verdadero Hombre que se la pide. "Padre, la flor de la noche, la que me pides, conmigo viene, y también lo malo de la noche, que está conmigo", dirá. -- Bien, hijo, si allí están contigo, acaso esté junto a ti también la Venerable Flaca con el Gran Álamo. -- Padre, están conmigo, conmigo vinieron. -- Así, pues, hijo mío, si contigo vinieron, ve a convidar a tus parientes; uno es un viejo que tiene nueve hijos, y una es una vieja que tiene nueve hijas. -- Padre --dice cuando responde--, conmigo llegaron, aquí están junto conmigo. Delante de mí vinieron cuando llegué a verte. -- Hijo, pues si están contigo, ve a recoger las piedras de la llanura y con ellas ven, juntándolas y recogiéndolas sobre tu pecho, si es verdad que eres Verdadero Hombre, si eres del linaje de los reyes de esta tierra. He aquí la flor de la noche que se le pedía: la estrella del cielo. He aquí lo malo de la noche: la luna, la venerable Flaca y el Gran Álamo, el "cargador de la tierra" que se llama "el de pellejo arrugado que está abajo". El viejo que se le pedía, que tiene nueve hijos, es el dedo gordo del pie, la vieja es el dedo pulgar de la mano. Las piedras de la llanura que se le pedían y que juntaba abrazadas: las codornices. -- Así también, hijo mío, aunque te hayan dicho que es tu suegro, no se te ha dicho que mires su cara. -- Padre, junto a mí está. -- Así, pues, hijo, ve a traerme la resina celestial. Por el Oriente has de venir cuando regreses. Siguiéndote muy junto ha de venir. -- Así sea, Padre --dice--. He ahí a su suegro que está a su espalda: la corteza de la calabaza. He aquí la resina del cielo que se le pedirá: el incienso labrado, en muchos granos. Lo que se le dice que ha de venir siguiéndolo, es su sombra que estará a sus espaldas, agrandada por el sol poniente. -- Hijo, puesto que eres Verdadero Hombre, puesto que eres también poderoso, ve a traerme las "cuentas" con que rezas. Las "cuentas" que se le piden son: las piedras preciosas. Entonces se le ha de preguntar cuántos son los días en que reza. -- Padre --dice-- el primer día rezo y el décimo rezo. -- ¿En qué días levantas tu oración? -- Padre, el noveno día y el décimotercero día. El noveno día a Dios, y el décimotercero al Verbo. Es cuando repaso mis "cuentas". -- Hijo, ve a traerme tus ropas, para que sienta yo su olor aquí y su olor de lejos; el olor del paño de mi cintura, el olor de mis vestidos, el olor de mi pebetero, el olor que es atraído al centro del cielo, al centro de las nubes. Y lo que pega mi boca y está en la jícara blanca; si eres Verdadero Hombre. -- Padre, voy a traerlo-- dice. He aquí el olor de sus ropas que se le pide, el olor que es atraído al centro del cielo: el incienso encendido que se quema. He aquí lo que pide que pega su boca: el cacao molido, el chocolate. -- Así, pues, hijo, ve a traerme la primera sangre de mi hija; y su cabeza y su vientre y su muslo y su mano. Y lo que tienes tapado dentro de una vasija de barro virgen, y el primer asiento de mi hija. Muéstramelo; tengo deseo de verlo. Ya te he dado lo que te anudará la garganta en mi presencia y lo que hará reventar tu llanto. -- Así sea, Padre. Igualmente vendrá la raspadura del manto del repartidor, pasado mañana, con él.--Y entonces se va. He aquí la primera sangre de la hija, que se le pide: el vino maya. El vientre de la hija: la colmena de la miel. La cabeza de la hija: la vasija de barro virgen, en que se remoja el vino. Así como el primer asiento de la hija: el colmenar. El raspar el manto del repartidor es pelar la corteza del balché. He aquí los huesos de la hija: el balché agujereado. El muslo que dice es el tronco del balché. La mano de la hija es la rama del balché. Lo que se dice que llorará es que como embriagado dice: "Entonces que me sea dado." Sin moverse, suspenso su hablar, rígida su lengua, estará cuando llegue. -- Padre, he aquí a tu hija, que me diste para que guardara. Lo que tú digas, Padre. Tú eres mi Señor --dice así su hijo. -- "¡Ah, hijo mío! Igual eres a los Verdaderos Hombres, igual a los que tienen poder. ¡Recuérdalo, pues! ¡Sábelo, pues!" --Así dice.-- "Eso es la sangre de la hija que te he pedido. Infinitas veces pasa la hija delante de él, llorando, y la hija reposa al fin abajo. Rompe en llanto mientras la mira caer, y entretanto, habla. Ah, hijo mío --dice-- mientras lloras, ya eres Verdadero Hombre. ¡Oh, hijo mío, ya tienes poder! Ah, ya eres igual al Verdadero Hombre. Voy a entregarte tu estera y tu trono y tu señorío. ¡Tú, hijo mío! ¡Tuyo es el poder, tuya es la realeza! ¡Tú, hijo mío!" Así acabará el hablar a los Príncipes de los pueblos. Y saldrán del lugar donde está el Gran Verdadero Hombre, el lugar cabeza de esta tierra. Y se irán a sus casas. Cuando estén en sus casas, darán su sustento al Verdadero Hombre, y pedirán su propio sustento también. Y así irán a explicarlo: -- Hijo mío, tráeme cuatro pájaros "cardenales" que están en la puerta de la cueva. Me levanto sobre lo que es lo primero que pega mi boca y colorado estará. Levantará su penacho sobre lo que pega mi boca, cuando llegue delante de mí. -- Así sea, Padre. He aquí lo que pide: el vino. Éste es el penacho que dice: la espuma del chocolate. Lo que pega su boca: el cacao acabado de moler. -- Hijo, tráeme los pájaros de la noche, y las cosas que taladran la noche, y los sesos del cielo. Tengo muchos deseos de verlos aquí. -- Así sea, Padre. He aquí lo que se le pide: El incensario en que se quema el incienso. He aquí lo que taladra la noche: la piedra preciosa. He aquí los sesos del cielo: el incienso. Lenguaje figurado. -- Hijo, tráeme los huesos de tu padre, los que enterraste hace tres años. Tengo muchos deseos de verlos. -- Así sea, Padre. He aquí lo que pide: la yuca cocida bajo tierra; que fuera a dársela al Verdadero Hombre. -- Hijo, ve a traerme un viejo que no tiene abrochados los botones de su vestido. "El que se esconde en el agujero de la tierra cuando llueve" se llama. -- Así sea, Padre. Lo que se le pide es el armadillo. -- Hijo, tráeme tres mitades del cielo. Tengo deseos de comerlas. -- Así sea, Padre. Lo que se le pide es "atole chorreado", la espuma del atole. En lenguaje figurado se le pedirá todo. -- Hijo, tráeme un tronco de henequén, de un henequén gordo; no le quites el cogollo; vengan también sus pies rayados y quebrados. -- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: la cabeza de jabalí asada bajo tierra que se la diese. El cogollo que dice es la lengua, porque esa su lengua es su espíritu. Lenguaje figurado. -- Hijo, que me traigas los gavilanes de la noche para que yo coma. -- Así sea, Padre. Lo que le pide son: pollos. -- Hijo, dile a la Venerable Flaca y al que se llama "el del pellejo arrugado de abajo" que me traigan un cesto de tordos; que se cogen debajo del Gran Álamo. Allí están desparramados a la sombra del álamo. -- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: frijoles negros, que están en la casa del Ah Cuchcab (el cargador de la tierra), de la Venerable Flaca y del que se dice "el del pellejo arrugado de abajo". -- Hijo, que vayan a buscar el tigre de la cueva, para que sea guisado y yo lo coma. Tengo deseos de comer tigre. -- Así sea, Padre. El tigre que pide es el tepezcuintle. -- Hijo, tráeme siete hojas de lo que es abrigo de los que no tienen padre. Tengo deseos de comerlas en el día en que se han de comer. -- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: hojas de chaya apretadas y cocidas (dzotob-chay). -- Hijo, tráeme dos buenos bailarines que vengan a bailar para que me divierta; que vengan con su tambor y su sonaja y con su abanico y con el palillo de su tambor. Los espero. -- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: pavos. Su tambor es su papada, su sonaja es su cabeza, su abanico es su cola, el palillo de su tambor es su muslo. Lenguaje figurado. -- Hijo, tráeme el capricho de esta tierra. Tengo ganas de comerlo. -- Así sea, Padre. Lo que se le pide es: la miel. -- Hijo, tráeme las piedras de la tierra quemada, las que han ardido; y que venga con ellas su hija, para que con ella yo las apague y que se deshagan aquí en mi casa. -- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: el macal asado bajo tierra; su hija, para que con ella las apague: el licor de la miel. -- Hijo, tráeme las luciérnagas de la noche, las que de norte a poniente hacen pasar su olor. Que venga con ellas la lamida de la lengua del tigre. -- Así sea, Padre. Lo que pide es: cigarros. La lamida de la lengua del tigre es el fuego. -- Hijo, tráeme a tu hija para que yo la vea y a la que tiene blanca y limpia la cara, la muy bonita; blanco es su rebozo y su cinturón. Tengo muchos deseos de ella. -- Así sea, Padre. He aquí lo que le pide: la jícara blanca, y atole. Lenguaje figurado. -- Hijo, tráeme la que se llama sabel, cuyo olor es caro. -- Así sea, Padre. Lo que pide es: el melón. -- Hijo, tráeme al de la gran garganta corva que tiene azul la espalda. Tengo apetito de comerlo. -- Así sea, Padre. Lo que pide es garganta de pavo. Lenguaje figurado. -- Hijo, tráeme una muchacha de pantorrilla blanca y ondulante. Aquí le quitaré su vestido hasta la pantorrilla. -- Así sea, Padre. Lo que pide es la jícama. Lo de que le quitará su vestido, es que le arrancará su cáscara. -- Hijo, tráeme una muchacha muy bonita, con la cara muy blanca. La deseo mucho. Aquí, delante de mí, tiraré su falda y su vestido. -- Así sea, Padre. Lo que pide es una pava para comer. Tirar su falda y su vestido es pelarla de sus plumas, cuando se pida para comer. Lenguaje figurado. -- Hijo, tráeme aquí un viejo cuidador de milpa. Tengo deseo de ver su cara. -- Así sea, Padre. He aquí lo que pide: el macal gordo para comer. Esto es lo que significa. -- Hijo mío, tráeme una vieja cuidadora de milpa, negra de todo su cuerpo, cuyo trasero es de siete palmos. Hay deseos de verla. Lo que pide es el gran fruto de la calabaza. Lenguaje figurado. Llegará su día. * * * Ahora es el día en que Nuestro Padre el Gran Verdadero Hombre, que fue pisoteado, está llegando aquí, a esta tierra de Yucalpetén, y va a convocar a los Príncipes para que los Príncipes vengan a convocar a sus pueblos, en nombre de Nuestro Padre, el Gran Verdadero Hombre. -- Por ventura, ¿sois Príncipes vosotros? -- Nosotros lo somos, Padre --responden ellos. -- Hijos míos, si sois vosotros Hombres Verdaderos de esta tierra --les dirá-- id a coger al Tigre que vuela, y venid a dármelo a comer. Ponedle muy bien puestas sus gargantillas y muy bien puesto su penacho, y venid a dármelo a comer. Id muy deprisa y muy ahora mismo venid. Hijos, tengo mucho apetito de comerlo. Vosotros, hijos míos, vosotros que sois Verdaderos Hombres. Los que no saben, pobres de su entendimiento y de su vista, ¡ay! nada dicen. El que sabe, alegremente va a buscar al Tigre Volador. Y entonces, viene con él. -- ¿Tú eres, hijo mío? -- Yo soy, Padre. -- ¿Tú eres noble, hijo de nobles, hijo mío? -- Yo lo soy, Padre. -- ¿Qué es de tus compañeros, hijo mío? -- Padre, están en el monte buscando al tigre. "No hay tigre" --decían-- ¡y entonces el tigre estaba pasando por delante de ellos! He aquí el tigre que le pedía: el caballo del Gobernador, el que quiere comerse al caballo flaco. Las gargantillas son los cascabeles, el penacho es el mantillo rojo, muy bien puesto con la silla, y con el freno. Habla figurada.
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De los signos genetliacos Para presagiar del día del natalicio las fortunas de los que venían a este mundo, habían establecido veinte signos y a cada uno de ellos le asignaban trece días participantes de su naturaleza. Como al número de días, que sólo eran doscientos sesenta, comprendidos bajo estos signos no podían en manera alguna corresponder los trescientos sesenta y cinco días del año, acabados aquéllos volvían al principio del primer signo y así por los varios signos de cualesquiera de los días, deducían la predicción del natalicio de cada uno. Como a los otros días presidiesen otros signos privados, que a veces eran felices y a veces adversos, ablandaban o exacerbaban por la felicidad o infelicidad del signo privado la naturaleza fausta o infausta del signo dominante. De lo que dependía que, cuando el día del bautismo caía en un signo infeliz, se difería para un día afortunado. Por estos signos también se indagaba el orden de las fiestas movibles. Pero cuándo empezó esa cuenta, o qué día del año responda a estos signos, se confiese que nadie en este tiempo, o lo tiene investigado o lo puede enseñar. Por lo que acontece que de esta trapacería de presagio incierto o fortuito, no se puede derivar ni método, ni razón firme, ni provecho alguno. Aun cuando el último mes, como todos los demás, constara de veinte días, era la costumbre añadirle cinco, y también a cada cuarto año añadirle un día para que respondieran al movimiento del sol, trescientos sesenta y cinco días y seis horas.
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Capítulo V Que una de ellas se llamaba Toci, que quiere decir" Nuestra abuela", hija del rey de Culhuacan Una de estas diosas tuvo un hijo, grandísimo cazador, que después tomaron por su dios los de Tlaxcallan, donde había gran copia de cazadores, por ser la tierra aparejada para ello. Estos en la solemnidad de su fiesta, por ser gente rica y poderosa, no menos ceremonias y gastos hacían que los demás, en particular los cazadores, porque de las fiestas ordinarias al reír del alba tocaban una bocina con que se juntaban todos con sus arcos y flechas, redes y otros instrumentos de caza e iban con su ídolo en procesión, y tras ellos grandísimo número de gente, a una sierra alta, donde en la cumbre de ella tenían puesta una ramada con muchas frescuras y en medio un altar riquísimamente aderezado, donde ponían al ídolo, yendo caminando con él con gran ruido de bocinas, caracoles, flautas y atambores. Llegados al puesto, cercaban toda la falda de la sierra alrededor y, pegándole fuego, salían muchos y diversos animales (venados, gamos, conejos, liebres, zorras, lobos, etc.), los cuales iban hacia la cumbre huyendo del fuego y yendo los cazadores tras de ellos con gran grita y vocería, tocando diversos instrumentos, los llevaban hasta la cumbre delante del ídolo, donde venía a haber tanta apretura de caza que con los saltos, unos rodaban, otros daban sobre la gente y otros sobre el altar, con que había gran regocijo y fiesta. Tomaban entonces gran número de caza y a los venados y animales grandes sacrificaban delante del ídolo sacándoles los corazones con la ceremonia que usaban en los sacrificios de hombres. Hecho lo cual tomaban toda aquella caza a cuestas y volvíanse con su ídolo por el mismo orden que fueron, y entraban por la ciudad con todas estas cosas muy regocijados con gran música, bocinas y atabales hasta llegar al templo, donde ponían a su ídolo con gran reverencia y solemnidad. Íbanse luego todos a guisar las carnes de aquella caza, de que hacían un convite a todo el pueblo. Después de comer, hacían sus representaciones y bailes acostumbrados delante del ídolo, cuya figura es esta que se sigue. Ídolo de los Tlaxcaltecas para ir a caza. Tenía esta gente, asimismo, su calendario en que celebraban las fiestas sobredichas y las demás que tenían, las cuales, como queda referido, celebraban cada veinte días, y estos eran sus meses y no tenían más número. Era la semana de trece días, la cual señalaban con diversas figurillas de sabandijas, para cada día la suya, como en la pintura se verá. Y estas mismas figuras servían para el mes, añadiendo otras para los días que faltan hasta cumplir el número de veinte. Estas mismas figuras servían para dar nombre a los niños según el día en que nacían, y así los llamaban según las figuras que adelante van figuradas junto a la rueda de los años, que luego se declarará; y así los llamaban, a uno culebra, a otro conejo, etc. Para cada figura de estas tenían los sortilegios y adivinos sus hados y destinos, y así según el día que nacía le necesitaban a aquel lado. Estas mismas figuras sobredichas repetían cada semana y cada mes sin añadir otras, sino sólo el número de los días hasta el fin del año, para el cual tenían cuatro signos solos, como nosotros los doce. Llamaban a uno Casa, a otro Conejo, a otro Caña, que pintan como un trocillo con un par de hojas verdes, y al cuarto llamaban Pedernal, el cual pintan como una punta de flecha, porque comúnmente las puntas de sus flechas y lanzas eran de perdernal. Estos cuatro signos servían para los años; pero no entraban todos cuatro en un, año, sino cada año el suyo diferente, poniendo en uno la Caña, en otro el Conejo, etc. Con estos cuatro signos contaban y numeraban todas las cosas que sucedían en los tiempos, especialmente las memorables diciendo, a "tantos pedernales" o "a tantas casas" de tal rueda sucedió tal y tal cosa. La rueda era de cincuenta y dos años, al cabo de los cuales iba a cerrar con una ceremonia, que era en la última noche donde se cumplía el número de la rueda. Quebraban cuantas vasijas tenían y apagaban cuantas lumbres había, diciendo que en una de las ruedas había de fenecer el mundo y que por ventura sería aquella en que se hallaban, y que pues se había de acabar el mundo, no habían ya de guisar ni comer, que para qué era lumbre ni vasos para aquel efecto. Por esto hacían la ceremonia dicha, quebrando cuanto ajuar tenían de vasos y ollas. La señal que había de haber para acabarse el mundo era que no había de tornar a amanecer más y así se estaban toda la noche en peso velando todos con gran atención para ver si amanecía, y en viendo que venía el día, tocaban muchos atambores, bocinas, flautas, caracoles, y otros instrumentos de regocijo y alegría, diciendo que ya les prorrogaba dios otro siglo, que era de cincuenta y dos años. Y así, cada rueda tenían por un siglo. Sacaban el día que amanecía para el principio de otro siglo lumbre nueva y compraban vasos de nuevo, ollas, y todos los instrumentos necesarios para guisar de comer. Iban todos por lumbre nueva al donde la había sacado el sumo sacerdote, habiendo precedido una solemnísima procesión en hacimiento de gracias, porque les había amanecido y alargado la vida, dándoles otro nuevo siglo. Pintaban esta rueda de años con cuatro colores diferentes, cada trece años de un color, denotando las propiedades de los años que aquel espacio corrían, teniendo a unos por desdichados y estériles y [a otros por dichosos y abundantes, unos más y menos según las diversas consideraciones que ellos tenían. El modo que tenían de contar los años en esta rueda era siempre en círculo, entreverando los cuatro signos como queda dicho. Y para que mejor se entienda ponen los números de la cuenta en la misma rueda, como unos ceros, comenzando a contar desde la cruz que está en medio de la rueda junto al sol que está allí pintado, yendo discurriendo por toda ella según el número de los ceros que en ella van puestos. Los cuatro signos del año servían, asimismo, por figuras de la semana y meses, teniéndolos por las cuatro figuras principales y capitales de todo el cómputo y calendario, y así entraban en todo número de tiempo. Era el año del mismo número que el nuestro, el cual comenzaban a contar desde que retoñaban las plantas hasta otro año que tornaban a brotar, y así venía a ser del mismo número que el nuestro, y de ordinario comenzaba por marzo, que es cuando reverdecen las plantas con nuevas hojas. Por cuya causa llamaron al año xihuitl, que es nombre de las hojas verdes, y a la rueda llamaban toximolpili y xiuhtlapili, que quiere decir "una atadura de hojas verdes", conviene a saber de años. Tenían sus bisiestos como nosotros, a los cuales llamaban "días baldíos". E esto es lo que había acerca de los cómputos de esta gente, cuya muestra es esta que se sigue. Calendario de los indios por do se regían el año, meses y días, vientos, sol y planetas a su modo.
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CAPITULO V Que trata de los chichimecas y de los reyes de Tetzcuco; ansímismo trátase aquí de los caballeros hijosdalgos, que ellos llaman tecuhtles Antes de que pasemos de aquí nos pareció tratar de las jornadas que vinieron haciendo los chichimecas desde que desembarcaron o pasaron aquel pasaje del agua y río o estrecho de mar, el año que tienen los naturales por su cuenta que dicen de esta manera. Año de Cinco Tochtli llegaron a las Siete Cuevas y de las Siete Cuevas vinieron a Mazatepec, en cuya provincia dejaron a Itztolli Axiunel personas principales, y de Mazatepec vinieron a la provincia de Tepenenec, que quiere decir "En el cerro del eco", y aquí mataron a Itzpapalotl, el cual mató Mimich a flechazos. De aquí vinieron a Comayan, donde tuvieron grande guerra hasta que por fuerza la destruyeron y ganaron; y de esta provincia de Comayan vinieron a la provincia de Culhuacan y a Teotlacochcalco y a Teohuitznahuac, aquí quisieron flechar y matar a una señora cacica, que se llamaba Cohuatlicue, señora de esta provincia, a la cual no flecharon, antes hicieron amistades con ella y la hubo por mujer Mixcohuatl Camaxtli, y de esta Cohuatlicue y Mixcohuatl Camaxtli nació Quetzalcohuatl; por cuya causa y razón dejó atrás declarado que aunque Quetzalcohuatl dijo que vino por la parte Norte y por Pánuco, y de Pánuco por Tulantzinco y por Tula, donde tuvo su habitación, todos estos vinieron por la vía del Poniente y, como fuesen personas tan principales y de grandes habilidades, los tuvieron por dioses, especialmente a Camaxtli, Quetzalcohuatl y Tezcatlipuca y a todos los demás ídolos; vinieron discurriendo por diversas partes de este Nuevo Mundo, y ansí estos que tuvieron por dioses debían ser nigrománticos, hechiceros y encantadores o brujos, o tenían hecho pacto o conivencia con el demonio, porque les hacía o debían por conjeturas alcanzar muchas cosas de las porvenir, o eran hombres nacidos de íncubos, pues tanto dominio tenía el demonio sobre ellos que bastaran para pervertir tantas y tan numerosas naciones de gentes. Habiendo nacido Quetzalcohuatl en esta provincia de Tehuitznahuatl, les hizo grandes fiestas Xicalan, y les dio de presentes grandes dádivas de ropas de algodón. De esta provincia los llevó a Aculhuacan, y aquí dio el dicho Xicalan una hermana suya, llamada Coyollimaquiz, a un principal llamado Tzontecomatl, de cuyos padres nació Acul, y de éste nació Huehueyac, y éste ovo a Ilanaceytl Atotoz. Esta dicha Atotoz ovo a Quetzalchihuatzin, la cual casó con Ixtlilxochitl. Y de esta Quetzalchihuatzin y de Ixtlilxochitl nació y ovieron por hijo a Nezahualcoyotl, y de éste (qué fue el "Lobo Ayunador" de que atrás hicimos mención) nació Netzahualpilzintli, su hijo, de donde proceden los señores de Tetzcuco por línea recta. Habiendo, pues, pasado por tantas tierras y provincias como atrás dejo referido, vinieron a pasar a Hueypuchtlan y Tepotzotlan. En esta provincia se armaron caballeros culhuatecuhtli: Xicalan se llamó Tecpanecatl (porque en esta ceremonia se trocaban los nombres, porque ansí era permitido por grandeza) y éste que se llamaba Cetecpatl lo llamaron Mixcohuatecuhtli y Mixcohuatl se llamó Chichimecatecuhtli; y estos que voy nombrando fueron los principales caudillos que trajeron estas gentes y sus mujeres, y a esta causa los voy aquí nombrando por sus nombres antiguos y a sus mujeres, porque hoy en día viven muchos principales de la descendencia de éstos, lo cual no pusimos al principio, que allí se había de hacer relación de éstos; mas no se ha perdido coyuntura, pues se deja entender que lo hacemos por dar noticia de los principales caudillos que hubo en el origen de estas poblazones, desde donde comenzaron esta su muy larga itineraria, su inaudita peregrinación. Finalmente, que Mixcohuatl y Hueytlapatli, Pantzin y Cocoltzin fueron caudillos de estas gentes; Xonecuilinan fue la mujer de Xicalan y Cetecpatltecuhtli tuvo por mujer a Yacaxoxouhqueilama, y Mixcohuatecuhtli tuvo por mujer a Totonilama. Llamóse el hijo de Xilacan, Mazatlhuehue, que casó con la hija de Cetecpatltecuhtli, que se llamó Centecihuatzin, de quien nació Tochtzin y Apanecatzin Cetecpatl ovo por hijo a Apantzin, y Mixcohuatl ovo por hijo a Acontzin. Háse de advertir que en aquella era los chichimecas no tenían más de una mujer. Hoy en día, los indomésticos, que no tienen más de una, tienen en mucho los hijos varones que les nacen y aborrecen a las hijas. Los padres crían a los varones y a las hembras las madres. Por manera que como hubieren llegado a Poyauhtlan el año de Dos Tecpatl, y Tres Calli y Cuatro Tochtli y Cinco Acatl y Seis Tecpatl y Siete Calli y Ocho Tochtli y Nueve Acatl y Diez Tecpatl y Once Calli y Doce Tochtli y Trece Acatl Inanlir Tonalli, y el de "Un pedernal", que es Cetecpatl Xihuitl, fue el día que salieron de Poyauhtlan los chichimecas. Y dejaron allí a Chimalcuixintecuhtli, y éste fue a las provincias de Quauhchinanco con mucha parte de estas gentes a poblallas, que es hacia la parte del Norte, y halló poblado allí a Macuilacafecuhtu, el cual lo recibió muy bien y de paz y le dio mujer con quien casó allí en Tollantzinco, y lo mismo hizo con Quauhtotolamihua. De estas gentes se poblaron grandes provincias, como fue toda la sierra y costas del mar, como Tuzapan, Papantla, Tonatiuhco, Muxtitlan, Achchalintlan y Nauhtlan. Los que se armaron caballeros en Poyauhtitlan fueron: Ixcoatl Acolpitecuhtli que se llamó Pantzintecuhtli, y Tecpanecatl Cocotzin se llamó Mixcohuatecuhtli, y Hueytapachtli se llamo Chichimecatecuhtli. Esta ceremonia de armarse caballeros los naturales de México y Tlaxcala y otras provincias de la lengua mexicana es cosa muy notoria. Y ansí, no nos detendremos en ello más de pasar sucitamente. Es de saber que cualquier Señor o hijo de Señores que por sus personas habían ganado alguna cosa en la guerra, o que oviesen hecho o emprendido casos señalados y aventajados, como tuviese indicios de mucho valor y fuese de buen consejo y aviso en la República, le armaban caballero. Lo mismo hacían con los mercaderes ricos, que, como fuesen tanto por sus riquezas, se ennoblecían y hacían negocios de hijosdalgo y caballeros. Los armaban caballeros por dos diferentemente: que a los caballeros de línea recta, los llamaban tepilhuan; al mercader que era armado caballero y a los finos que por descendencia lo eran, llamábanlos Tecuhtles. Estos se armaban caballeros con muchas ceremonias, porque ante todas cosas estaban encerrados cuarenta o sesenta días en un templo de sus ídolos. Ayunaban todo este tiempo y no trataban con gentes más de con aquellos que les servían. Y al cabo de los cuales, eran llevados al Templo Mayor y allí se les daban grandes doctrinas de la vida que habían de tener y guardar. Antes de todas estas cosas, les daban vejámenes con muchas palabras afrentosas y satíricas y les daban puñadas con grandes represiones, y aun en su propio rostro, según atrás dejamos tratado. Les horadaban las narices, labios y orejas, y la sangre que de ellos salía la ofrecían a sus dioses. Horadábanles las orejas y narices y bezos no con hierros, ni cosas de oro y plata, sino con agudos huesos de tigres y leones y águilas. Poníanles en las orejas orejeras de oro y bezotes de lo mismo, y en las narices se ponían piedras ricas. Allí les daban públicamente sus arcos, flechas y macanas y todo género de armas usadas en su arte militar. Del templo eran llevados por las calles y plazas acostumbradas con gran pompa, regocijo y solemnidad, llevando delante de ellos muchos truhanes y chocarreros que decían grandes donaires con que hacían reir a las gentes. Este armado caballero hacía muy solemnes fiestas y costosas, y daba grandes presentes a los antiguos señores y caballeros, ansí de ropas como de esclavos, oro, piedras preciosas, plumería rica, divisas, escudos, rodelas, arcos y flechas, a manera de propinas, como cuando se doctoran nuestros letrados. Andaban de casa en casa de estos Tecuhtles dándoles éstos presentes y dádivas y lo propio hacían con estos armados caballeros después que lo eran. Y se tenía cuenta de todos ellos en la República. No se armaban muchos caballeros pobres hidalgos por su poca posibilidad, si no eran aquellos que por sus nobles y loables hechos lo habían merecido, que en tal caso los armaban los caciques cabezas y los más supremos, que eran reyes, pues tenían mero mixto imperio en sus tierras, horca y cuchillo para ejecutar los casos de justicia, como en efecto era ansí. Finalmente, los que horadan las orejas, bezos y narices de estos que ansí se armaban caballeros eran ancianos y muy antiguos, los cuales estaban dedicados para esto. Y ansí para los casos de justicia y consejos de guerra, servían estos caballeros veteranos de la República, los cuales eran temidos, obedecidos y reverenciados en grande veneración y estima, como atrás dejamos dicho. Al cabo de los cuarenta o sesenta días de ayuno de los caballeros nobles, los sacaban de allí para llevarlos al Templo Mayor, donde tenían sus simulacros pues no les horadaban entonces las orejas, narices ni labios, que son los de la parte de abajo, sino que era cuando se ponían en ayuno; entonces y ante todas las cosas, les hacían estas bestiales operaciones. En todo el tiempo del ayuno estaba en cura para que el día de la mayor ceremonia fuese sano de las heridas para que pudiesen ponelle las orejeras y bezotes sin ningún detrimento ni dolor. En todo este tiempo no se lavaban, antes estaban todos tiznados y embijados de negro, y con muestras de grande humildad para conseguir y alcanzar tan gran merced y premio, velando las armas todo el tiempo del ayuno, según sus ordenanzas, usos y costumbres, entre ellos tan celebradas. También usaban tener las puertas de donde estaban ayunando cerradas con ramos de laurel, cuyo árbol entre los naturales era muy estimado.
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CAPITULO V Descripcion del govierno de Maynes y del rio Marañon ó de las Amazonas, con noticia de su descubrimiento, curso y ríos que entran en él 867 Siendo los goviernos de Popoyán y de Jaén de Bracamoros los límites de la rovincia de Quito por las partes del norte y sur y el de Atacames por la del occidente, es la de Maynas quien la cierra por la del oriente, y sus paises, los ultimos adonde alcanza la jurisdiccion de la Audiencia; haviendo, pues, tratado yá en particular de cada uno, lo executaré ahora con el de Maynas, con tanta mayor razon quanto al bañar sus paises el gran rio Marañon lo hace digno de preferencia y de que se den sus noticias con separacion é individualidad. 868 El govierno de Maynas, que se estiende acia el oriente, se sigue immediatamente á los dos de Quixos y Jaén de Bracamoros, en cuyos territorios toman su origen los varios rios que, despues de haver surcado con rápidas corrientes grandes espacios, unidos entre sí, forman el rio de las Amazonas, conocido tambien por el nombre e Marañon. Las amenas riveras de este y de otros muchos que le tributan el caudal de sus cristalinas aguas son las que rodean y cruzan el govierno de Maynas, y sus términos están tan poco conocidos por las partes del norte y sur que, perdiendose entre los paises de infieles, no dexan mas señales que sus linderos que las que pueden conocerse por las missiones de la Compañía, á cuyo cargo y desvelo está la conquista y govierno espiritual de las barbaras gentes y naciones que lo habitan. Por el oriente confina con los paises de los portugueses, siendo sus legitimos terminos la memorable linea ó merdiano de demarcacion que divide igualmente y pone límites á los dominios de las dos Coronas, española y lusitana. 869 No sería dar completa la descripcion de este govierno de Maynas si me ciñesse á lo generico de su extension, defraudando á los lectores las noticias del famoso rio Marañon ó de las Amazonas, por el qual se distingue y hace digno de la mayor atencion, siendo estas tanto mas recomendables quanto mas desconocidas y tanto mas dificiles de adquirir quanto mas remotas. Por esto, me ha parecido preciso haverlas de incluir en la narracion de este capitulo y tratar en él de su origen y principales rios que lo forman, el curso de sus aguas en los dilatados paises á quienes se estiende, de sus primeros descubridores y otras navegaciones hechas por él para que de todo se pueda hacer cabal idea de este principio de los rios y mas individual de la extension y particularidades del govierno de Maynas que describo, para lo cual se havrá de dividir este capitulo en los tres siguientes paragraphos. I. Tratase del origen del rio Marañón con varios otros que aumentan su caudal, de su curso y de los nombres con que es conocido 870 Dificil empressa ha sido determinar entre la muchedumbre de raices que dan nutrimento á un corpulento arbol qual sea la primitiva á quien haya de reconocer su origen, y sucede, al querer investigarlo, que entre la mayor extension de las unas y la magnitud ó gruesso de las otras haya de quedar indeciso el animo viendo que, á lo que arguyen aquellas con la antiguedad, se oponen estas con el derecho del mayor fomento que en la nutricion subministran y con que pretenden gozar la preferencia, fundandola, no sin probabilidad convincente, en deber conseguirla aquel que contribuye mas al logro de la subsistencia y que tiene á su favor el apoyo del poder y de la grandeza. Del mismo modo, no es facil señalar la gloria del primer origen á un rio como el del Marañón ni el establecerlo en alguna de las provicias del Perú sin hacer agravio á las otras, las quales, igualmente interessadas en procurarle su engrandecimiento, concurren reciprocamente á él agotando á competencia sus entrañas, levantando formidables promontorios de tierra en los altos cerros de las cordilleras para extraer á las nubes su humedad y hacer que, reducida á blancos copos ó convertida en terso y transparente yelo, haga reposo en ellos quando vuela por el ayre con ansia de alexarse á otra region, esforzandose por todos modos á convertir con tantas aguas en dulce mar el que al nacer tal vez no tiene presunciones de rio. 871 Son en gran numero las raices que tiene este gran rio ó tal la abundancia de sus nacimientos que, sin cometer error, se le pueden assignar por tales cada uno de los que lo derivan de la cordillera oriental de los Andes, desde el govierno de Popayán, donde nace el rio Caqueta ó Yupurá, hasta la provincia ó corregimiento de Guenuco, á 30 leguas con corta diferencia distante de Lima, porque todas las aguas que descienden y se destilan de ella por la parte oriental son las que, acrecentadas al passo que se apartan de su débil nacimiento con la union de otras muchas, forman los caudalosos rios que al fin, confederados á lograr desahogo en mas espaciosa madre, componen el Marañón, de que tratamos. Unos de los que assi concurren á su formacion, atravessando mas país, traen el origen de mas distancia, y otros, no teniendolo tan remoto, juntandoseles mayor copia de arroyos, llevan caudal mas crecido, y assi, compensando con el de sus aguas lo que les falta para igualar á aquellos en lo mas dilatado de su curso, ninguno se puede regular menor que su competidor ni ceder al otro el derecho del origen. Por esto, no assignandole con entera confianza á alguno, me contentaré con señalar el de los que lleven el curso de sus ondas desde mas largas distancias y el de los que, aumentandolas en cortos espacios considerablemente, se despeñan por las encumbradas asperezas de los Andes, haciendo varias caidas para ostentar en ellas la prisa con que corren á ganar la antelacion á los mas distantes y recibirlos en la comun madre, de que yá tienen la possession, quedando de este modo al juicioso arbitrio de cada uno el tomar partido en esta averiguacion, segun le pareciere que con mas fundamento se debe establecer. 872 La opinion que lleva la primacía en los modernos tiempos tocante al mas remoto origen del rio Marañón es la que le coloca en la provincia ó corregimiento de Tarma, empezando á correr desde la laguna de Lauricocha, cerca de la ciudad de Guanuco y en la latitud de 11 grados austral con corta diferencia; desde ella, pues, dirige su curso al sur hasta la altura casi de 12, atravesando el país que pertenece á aquel corregimiento; y, formando insensiblemente una vuelta, se encamina al oriente, passando por el de Xauxa, vuelve luego á tomar la direccion del norte despues de haver salido al oriente de la cordillera real de los Andes y, dexando al occidente las provincias de Moyobamba y Chachapoyas, continua hasta la ciudad de Jaén, que está, como se dixo en el capitulo antecedente, en 5 grados 21 minutos. Allí, haciendo un recodo, se dirige y sigue siempre al oriente hasta pagar el crecido tributo de sus aguas al occeano, recibiendolas este por una boca, cuya anchura se estiende desde la equinocial por el espacio de dos grados, en los primeros de latitud boreal. Su distancia desde la laguna de Lauricocha hasta Jaén es de mas de 200 leguas, con el rodeo que toma en ella su corriente, y la que sigue desde esta ciudad al oriente, de 30 grados de diferencia en longitud, que componen 600 leguas maritimas, las quales pueden considerarse con las bueltas y tornos que hace en toda esta distancia por 900 de las mismas, y como 1100 ó pocas mas las que corren las aguas que salen de Lauricocha hasta llegar á mezclarse con las salobres del occeano. 873 No es el ramo que sale de Lauricocha el unico que vá de aquellas partes al Marañón ni es tampoco el mas meridional de los que aumentan sus raudales porque á el sur de aquella laguna, y no lexos de Asángaro, nace el rio que passa por Guamanga; mas allá, en las provincias de Vilcas y Andaguaylas, otros dos, que, uniendose despues de haver corrido alguna distancia, entran á el que se deriva de Lauricocha; otra sale de la provincia de Chumbivilcas y, ultimamente, el que tiene su origen mas al sur es el de Apurímac, que, siguiendo desde su nacimiento el camino del norte, passa por el Cuzco, no muy apartado de Lima Tambo, y, recibiendo otros muchos, vá á encontrar con el Marañón como 120 leguas al oriente de donde se une este con el rio de Santiago; su anchura es tanta, y tan crecido el caudal de sus aguas que dexa en duda si es él el que se introduce en el Marañón ó este el que paga feudo al Ucayale, que assi se llama yá en aquella parte, pues al encuentro de los dos entran las aguas con tanto impulso que cambia el primero su direccion, cediendo el poderío con que el segundo las obliga á que continuen torcidas la carrera que antes llevaban sin interrupcion. Algunos creen que este rio Ucayale es el verdadero Marañón y lo fundan en ser su origen el mas remoto, segun lo averiguado, y su caudal, si no excessivo, nada inferior á el de Lauricocha. 874 En la distancia desde el parage donde se junta al Marañón el rio de Santiago, en cuyo sitio está el Pongo de Manceriche, hasta la boca del rio de Ucayale, y casi en la medianía de uno y otro, desagua en el Marañón el rio Guallaga, que tambien trae su origen de las cordilleras correspondientes al oriente de la provincia de Guamnga. Uno de los rios que concurren á su acrecentamiento nace en las serranías de Moyobamba, y, corriendo á juntarse con el Guallaga, á la mitad de su curso tiene su assiento un pequeño pueblo cuyo nombre es Llamas; en él, segun las mas ciertas noticias, fue donde Pedro de Orsua se embarcó con su gente para baxar á la conquista y descubrimiento del Marañón. 875 Al oriente de Ucayale desemboca el rio Yabarí y, despues, otros quatro, que son Yutay, Yuruá, Tefe y Coarí, siguiendo todos su curso desde el sur, donde tienen el origen casi en aquellas mismas cordilleras de donde sale el Ucayale; pero, atravesando por paises de infieles, no bien conocidos de españoles, se ignora la verdadera derrota que llevan sus aguas hasta entrar en el Marañón y, solo por los informes de algunos indios, se sabe que en ciertos meses del año son navegables, no faltando algunas luces de haver entrado en otros tiempos por ellos diversas personas y reconocido señales, de donde inferir que se dan la mano con mucha inmediacion á las provincias del Perú. 876 Mas adelante del rio Coarí, siguiendo acia el oriente, entra el de Cuchibara, llamado Purus por otro nombre, y, despues de este, el de la Madera, que es uno de los mas considerables que se introducen en el Marañón. En el año de 1741 entraron los portugueses por él y lo navegaron hasta tal punto que llegaron á poca distancia de Santa Cruz de la Sierra por la latitud austral de 17 á 18 grados. Desde este rio en adelante conocen los portugueses al Marañón por el nombre de rio de las Amazonas, dandole hasta él el de rio de Solimoes. Luego, sigue el rio de los Topayos, que tambien es de los mayores, y tiene su origen en las minas del Brasil; y, al fin, se le juntan los rios Xinou, de Dos bocas, Tocantines y Muju, siendo la orilla oriental de este ultimo donde está situada la ciudad del Gran Pará, y todos nacen en las minas y serranías del Brasil. 877 Vistos yá los mas remotos brazos del caudaloso rio Marañón y los mas principales rios que recibe de la parte del sur, falta dar la noticia de los que con mas inmediacion salen de las cordilleras y, desde su nacimiento, toman curso acia el oriente atravesando lo vasto de aquella America y los que le entran por la parte del norte, para lo qual, sin invertir el orden, seguiremos sus noticias en la conformidad en que se hallan colocados ellos mismos, continuando del sur al norte. 878 Nacen en las cordilleras y cerros de Loja y Zamora varios rios pequeños que, unidos entre sí, forman el de Santiago, y de las de Cuenca, otros que componen el de Pauta. Este, uniendose con el antecedente, pierde su nombre, y, ambos yá juntos, retienen el de Santiago por estar despues la ciudad assi llamada, de quien la toma, y, cerca de ella, se incorpora con los que yá han corrido desde Lauricocha y Apurímac. Del mismo modo, el rio Morona deriva su origen del páramo de Sangay y, passando muy cerca de la ciudad de Macas, corre al sueste hasta encontrarse con la madre principal del Marañón, entrando en él sus aguas cosa de 20 leguas mas al oriente de la ciudad de Borja, capital del govierno de Maynas. 879 De las serranías del corregimiento de Riobamba, de las de Latacunga y villa de San Miguel de Ibarra nacen los rios de Pastaza y Tigre; y de Cotopacsi y su cordillera salen los primeros ramos del rio de Coca y rio Napo. Estos, aunque poco apartados en su origen, corren bastante trecho manteniendose algo distantes pero despues se juntan y, conservando el nombre de Napo, dan sus aguas al Marañón, haviendo caminado antes de entrar en él mas de doscientas leguas en linea recta de occidente á oriente, declinando alguna cosa, aunque insensible, al sur. Este es el rio que el padre Christoval de Acuña, de quien se hablará despues, creyó fuesse el verdadero Marañón ó el legitimo, á quien, por mas principal y caudaloso, se entendia deberle reconocer feudo los demás con el tributo de sus aguas. 880 En las serranías del corregimiento de San Miguel de Ibarra y en las de Pasto tiene nacimiento el rio Putu Mayo, llamado tambien Ica, que, corriendo entre el sueste y este, casi 300 leguas, entra en el Marañón mucho mas al oriente que el rio Napo. Y, ultimamente, de la jurisdiccion del govierno de Popayán toma su origen el rio Caqueta, que, dividido en dos brazos, descarga con el mas occidental, llamado Yupurá, en el Marañón la abundancia de sus aguas, entrando en él, qual otro Nilo, por siete ó ocho bocas, las quales se apartan tanto entre sí que media entre la primera y la ultima un espacio de mas de 100 leguas; el otro que corre mas al oriente, es no menos famoso y se distingue con el nombre de rio Negro. Este se cree sea una de las comunicaciones entre el rio del Orinoco y el Marañón, segun assegura Mr. de la Condamine en la relacion de su viage, comprobandolo con la autoridad de una carta del padre Juan Ferreira, rector del colegio de la Compañía de la ciudad del Gran Pará, por la qual daba aviso que en el año de 1744 havian subido por el rio Negro los portugueses de un campo volante que tenia allí su situacion hasta llegar á encontrarse con el superior de las missiones españolas del rio Orinoco y que con él havian vuelto á restituirse el campo volante del rio Negro sin hacer por tierra transito alguno, sobre cuyo particular discurre este autor que naciendo de Mocoa, país que está contiguo á Almaguer, en la jurisdiccion de Popayán por la parte del oriente, el rio Caquetá, de quien yá se ha hecho mencion, y que toma el nombre de un pequeño lugar por donde passa, no muy lexos de su principio; este, despues de haver corrido acia el oriente con alguna corta inclinacion para el sur, se divide en dos brazos, de los quales, declinando el uno algo mas al sur, se forma el rio Yupurá, que, subdividido despues en varios brazos, entra en el Marañón, como se dixo, por siete ú ocho bocas, y el otro, que continua la derrota del oriente, haviendo corrido assi otro transito, vuelve á subdividirse en dos brazos, de los quales el uno, haciendo su curso al nordeste, entra en el Orinoco, y el otro, que lo lleva al sueste, es el rio Negro. No hay duda que esta subdivision de brazos en rios caudalosos para tomar cursos tan contrarios es cosa poco regular, pero no del todo estraña mediante no ser impossible que, llegando el rio á un sitio igual y casi á nivel por todas partes, se derrame dividido en dos ó mas brazos por donde encuentre alguna insensible inclinacion en el terreno; y no siendo esta muy grande y, por el contrario, sí caudaloso, el rio se navegará por todos ellos passando reciprocamente de uno á otro sin dificultad. En esta forma sucede tambien con los esteros en país llano, y lo tenemos experimentado en los de la costa de Tumbez pues, entrando el agua de la mar, con el fluxo, por varias bocas, que tal vez suelen distar entre sí 20 y mas leguas, el que navega y entra por el un brazo llevando favorable la marea de creciente, al llegar al parage donde el terreno está mas alto, la encuentra repentinamente contraria y empieza á sentir la que, con la misma creciente, entre por el otro brazo. A este respeto, con el refluxo hacen division las aguas en aquel punto, inclinandose á salir cada porcion por el lado que entró, sin que por esto quede seco aquel lugar en donde forman la separacion. Pero aun quando el sitio en que las aguas del rio Caquetá se subdividen no estuviesse llano y á corta diferencia horizontal, sino con mucha pendiente, como este fuesse igual para entrambas partes, no embarazaría el que se inclinassen la una al Orinoco y las otras al rio Negro; y solo resultaría de ello el que la mucha rapidez fuesse obstáculo á su navegacion, mas no á que las aguas, llegando á un punto, no puedan dividirse tomando diversos rumbos porque esto consiste en hacer una isla mas á menos capaz. 881 Se entra á el rio Marañón, yendo de la provincia de Quito, por tres caminos, los quales son igualmente incomodos por su mucha fragosidad que molestos por la naturaleza del temple y penosos por ser preciso en algunos hacer á pie la mayor parte de sus distancias y transitos pues, á proporcion que son menos frequentados, tienen mas parte en las dificultades que suelen acompañar á los otros de las Indias, de que yá hemos dado alguna idea. El primero, pues, de estos, que assimismo es el mas cercano á Quito, corre por Baeza y Archidona, de donde se vá á tomar puerto en el rio Napo. El segundo es por Hambato y, passando por Patate, al pie del páramo de Tunguragua, se vá á salir á Canelos, cuyo país atraviesa el rio Boboaza, que, desaguando en Pastaza, uno y otro de la jurisdiccion de Macas, siguen unidos hasta llegar al Marañón. Y, el tercero es por Cuenca, Loja, Valladolid y Jaén; desde esta ciudad ó del pueblo de Chuchunga, que es el puerto de ella, empieza á ser navegable este gran rio, y, efectivamente, se embarcan allí los que intentan entrar en Maynas ó viajar por él. De todos tres, es este el unico por donde pueden traginar bestias llegando sin embarazo hasta el mismo puerto, pero, como la distancia desde Quito es mucho mas grande, viene á ser el que se frequenta menos porque, huyendo de su rodeo y del peligro que hay en el passo del Pongo de Manceriche los missioneros, que son los que con mas continuacion practican estos viages, prefieren las penalidades y riesgos de los otros como menos dilatados, yá que no de menor gravedad que los de aquel. 882 En la larga carrera que desde el pueblo de Chuchunga lleva el rio hasta el mar hay parages donde, reduciendose á veces sus orillas, forman varios estrechos en que la velocidad de las aguas hace peligroso su transito, y, encorbandose en otros la direccion de ellas, es causa de que choquen violentamente en el escarpe de piedra de sus bordos y que, haciendo con lo rápido de este impulso diversos remolinos, queden paradas, siendo para las embarcaciones tan grande el riesgo de lo primero como perjudicial el entrar en la serenidad del remanso despues de haver salido del otro con felicidad. Entre las estrechuras que hacen peligrosa esta navegacion, es celebrada la que media entre Santiago de las Montañas y Borja, á quien dan el nombre de Pongo de Manceriche, cuya primer palabra significa puerta, y la aplicaban los indios generalmente á todos los parages estrechos; la segunda es tomada del territorio inmediato, que se llama assi. 883 Las relaciones de los españoles que lo han passado suponen tanta la estrechura de este passo que la ciñen á 25 varas; su extension afirman ser de tres leguas y que se caminaban estas sin mas impulso que el curso de las aguas en un quarto de hora, con grandissimo peligro. Si fuesse assi, corresponderla á 12 leguas por hora, digno, por cierto, de la mayor admiracion por ser una velocidad sumamente excessiva. Pero, siguiendo el dictamen de Mr. de la Condamine, que lo examinó con particular cuidado y á quien hace su inteligencia acreedor preferible, la anchura del Pongo por la parte donde mas se cierran las orillas que lo forman es de 25 tuessas, las quales componen aun algo mas de 60 varas, y la distancia en que assi permanecen, de dos leguas, contada desde donde empiezan á estrecharse hasta la ciudad de Borja; estas las anduvo en 57 minutos, que es cosa mas regular, y advierte que la balsa, embarcacion en que lo passó, presentaba á la resistencia del viento el volumen de su carga, por cuya razon no pudo andar todo lo que la corriente la huviera llevado sin tal embarazo; assi, computado lo que se detenia por esta causa, resulta que el curso de las aguas era dedos y media ó, á todo excesso, de tres leguas por hora. 884 A lo grande de este rio, por lo que corre de distancia, es correspondiente su anchura y no menos su profundidad, siendo de suponer que tal vez, como sucede en los pongos ó estrechos y en otros transitos, se comprime tanto que, dissimulando la grandeza, oculta sus caudales en el exceso de su fondo, y assi se vé que muchos rios de los que recibe engañan en la apariencia, ostentando en la mayor anchura con que sus aguas corren ser mas poderosos que el Marañón, á quien pagan feudo, pero al punto se descubre el poco momento que los nuevos raudales causan en el Marañón y se desvanece aquella falsa impression que pudo padecer el juicio porque, continuando este gran rio sin mutacion sensible ni en lo ancho ni en el aumento de la velocidad, parece que no son de entidad alguna á su respeto las que antes pretendian la preferencia. En otros espacios, ostentando mas visiblemente su poder, se explaya de tal modo que, dividiendose en distintos brazos, todos grandes y caudalosos, dexa en medio una multitud de islas; y esto se observa desde poco mas al oriente de la desembocadura del rio Napo hasta cerca de la del rio Coarí, que está algo al occidente del rio Negro, en cuyo intermedio, dividido en mas brazos, forma, á correspondencia, mayor numero de islas. Entre la mission de los Pebas, ultima en estos tiempos de las que cuidan los españoles, y la de San Pablo, que es primera de las que tienen los portugueses, midieron Mr. de la Condamine y Don Pedro Maldonado lo ancho de algunos de estos brazos y encontraron que, á muy corta diferencia, tenian cada uno de por sí casi 900 tuessas, que componen 2356 varas castellanas y un tercio, y estas casi un tercio de legua maritima. Junto al rio de Chuchunga, que es donde empieza á ser navegable el Marañón y por donde entró en él Mr. de la Condamine, halló ser su anchura de 135 tuessas, que son 353 varas castellanas y media; y aun con estar allí en su principio, no encontraba el fondo á las 28 brazas la sonda si no era al tercio de su anchura. 885 Las islas que forma el rio al oriente del rio Napo cessan desde el rio Coarí en adelante, y vuelve á reducirse el Marañón á dos margenes; por allí, es su ancho de 1000 á 1200 tuessas, las quales componen 2618 ó 3142 varas; estas ultimas, iguales á media legua corta; y, tomando todas las precauciones necessarias contra la corriente, el mismo Condamine, como lo havia practicado en la desembocadura del rio Chuchunga, de tal modo que, haciendo bogar contra la fuerza de ella, no mudaba de sitio la canoa, halló ser su profundidad allí tanta que con 103 brazas de cordel no se pudo encontrar el fondo. En rio Negro, medido á dos leguas mas adentro de su desembocadura, fue hallado de 1200 tuessas de ancho, que es al mismo que lleva por allí el rio principal, á cuyo respeto con algunos de los que se han nombrado, como el Ucayale, la Madera y otros. 886 Haviendo corrido el Marañón como 100 leguas desde la boca del rio Negro en adelante, vuelven sus orillas á estrecharse en la inmediacion del rio de Trumbetas, á cuyo parage llaman el estrecho de Pauxis, y en él, como tambien en los sitios de Parú, Curupa y Macapa á sus orillas y en las orientales de los rios Negro y de los Topayos, hay fortalezas pertenecientes á los portugueses. Desde este estrecho de Pauxis, por donde tiene el rio 900 tuessas de ancho ó 2356 varas y un tercio, se empieza á sentir el efecto de las mareas, aunque dista todavia de las playas maritimas mas de 200 leguas, consistiendo este en que, sin mudar las aguas de curso, disminuyen el que antes llevaban y se hinchan subiendo sensiblemente en las orillas. Son regulares los fluxos y refluxos en cada 12 horas con aquel ordinario atrasso propio de ellas pero, como advierte Mr. de la Condamine con bastante reflexion y podrá verse en la relacion de su viage, no es el fluxo y refluxo que se experimenta en la mar un dia y á una hora determinada el que se siente en la misma hora y dia en varios otros parages intermedios, desde las playas maritimas ódesembocadura del rio hasta Pauxis, sino, antes bien, efecto de las mareas de los dias antecedentes y tanto mas en numero quanta sea mayor la distancia del parage á la tal desembocadura; pues, no pudiendo caminar el agua de una marea en solo las 12 horas todas las 200 ni aun muchas menos leguas, es consiguiente que, produciendo su efecto hasta determinada distancia en el discurso de un dia y conservandolo en los siguientes con los esfuerzos de las mareas successivas, vaya en todo aquel grande espacio reconociendose la regular alternacion de horas en las crecientes y menguantes y que en muchas partes coinciden estas horas con aquellas en que suceden las mareas en el mar. 887 Estando yá el Marañón para terminar su dilatado curso despues de haver caminado tan estendidos paises, de haver congregado en su seno aguas que se destilan en cordilleras y provincias tan distantes, de haver formado las vueltas, los saltos y los estrechos con que vá ostentando el poder y la riqueza y de haverse dividido en varios brazos y formado con ellos tantas islas, unas grandes y otras menores, empieza desde el rio Xingu á inclinarse al nordeste, ensanchandose su madre como para que las aguas salgan al mar por mas desahogada puerta, y en este anchuroso espacio dexa islas muy capaces y fértiles, entre quienes se lleva la primacía la de los Joanes ó de Marayo, para cuya formacion se desata del rio principal, como 25 leguas mas adelante de la boca del rio Xingu, un brazo llamado Tagipuru, que, corriendo al sur con direccion opuesta á la que lleva el principal, conduce una parte de las aguas del Marañón á hacerlas comunicables con el rio llamado de Dos bocas, que es compuesto de los de Guanapu y Pacayas, y en su boca tiene mas de dos leguas de ancho; á ellos se une despues el rio de Tocantines, mas ancho en su desague que el antecedente, y despues el de Muju, á cuya orilla oriental está fundada la ciudad del Gran Pará, mas abaxo de donde desagua en él el rio Capi, que lleva tambien sus aguas inmediatas á la ciudad. 888 Desde el rio de las Dos bocas, corren las aguas de este juntas con las del canal de Tagipuru, casi al oriente, en figura de arco hasta el rio de los Tocantines, desde el qual continuan al nordeste, como el Marañón, dexando en medio la isla de Joanes, haciendo una figura algo triangular, aunque declinando á circulo por la parte del sur, y es de mas de 150 leguas su contorno. Por ella, se dividen las dos bocas con que el Marañón sale al mar, de las quales la principal, entre cabo de Maguari, en esta isla, y cabo del Norte viene á ser de 45 leguas, que son las que hay entre el mismo cabo de Maguari y la punta de Tagioca. 889 Es conocido este famoso rio, y el mayor entre todos aquellos que se hicieron por grandes memorables en las historias sagradas y profanas, con tres nombres distintos, y está tan extendida la fama de su grandeza que no menos se dexa comprehender por el uno que por los otros, de modo que qualquiera lo descifra igualmente magestuoso, dando á entender la preferencia á que con razon aspira entre todos los que riegan y fertilizan la Europa, corren el vasto país del Africa y hermosean los territorios dilatados del Assia fecundizando sus riberas, y parece que quiso darlo á entender la casualidad assignandole tres diversos nombres, sin duda, para que con cada uno de ellos abrazasse en dissimulado enigma otro de los que corren con celebridad por las restantes tres partes del mundo, y son en Europa el Danubio, en Assia el Ganges y el Nilo en Africa. 890 Son los tres grandes nombres en que se contiene la grandeza de este rio los de Marañón, de las Amazonas y de Orellana; pero de ninguno de estos hay certeza fuesse el nombre primitivo que tuvo antes que lo descubriessen los españoles ni se sabe qual era el que le daban los indios, aunque es creible lo tuviesse, y tal vez muchos, pues, hallandose habitadas sus orillas por varias naciones, era natural que cada una se lo diesse particular ó usasse aquel que por otra le estuviesse impuesto, pero estos ó no los inquirieron bien los primeros españoles que lo traginaron ó quedaron desde entonces confundidos con los otros que le pusieron, de suerte que no conservó la memoria reliquias de ello. 891 De estos tres goza la preferencia, en quanto á la antiguedad, el de Marañón; y aunque algunos autores pretenden que su imposicion fue posterior á la de los otros dos, tanto en ello como en la causa que dan para haverle llamado assi, se cree que padecieron equivocacion, pues suponen haversele puesto los españoles que baxaron con Pedro de Orsua por los años de 1559 ó 1560 , siendo assi que muchos años antes lo tenia yá porque Pedro Martyr de Angleria, en sus becadas, hablando del descubrimiento de la costa del Brasil, hecho en el año de 1500 por Vicente Yañez Pinzon, entre otras cosas refiere haver llegado á un rio cuyo nombre era Marañón. Este libro fue impresso en el año de 1516, mucho antes que Gonzalo Pizarro emprendiesse su descubrimiento y conquista por tierra y que Francisco de Orellana lo navegasse; con que es, sin duda que yá tenia el nombre de Marañón; pero no es facil ni el averiguar el tiempo en que se le puso ni venir en conocimiento de su derivacion, no encontrandose de lo uno ni de lo otro noticias que lo aclaren. Algunos, siguiendo á Agustin de Zarate, atribuyen el origen de este nombre á el de un capitán español llamado Marañón y pretenden que, siendo el primero que lo navegó, lo huviesse contraido de él, pero esta opinion tiene mas de apariencia que de solidez y dá muestras de estar solo fundada en la similitud de los nombres, argumento de bastante debilidad concurriendo á persuadir esto la falta de memoria de tal capitan en todas las historias donde se trata de los descubrimientos de aquellos reynos, pues en ninguna hay noticia de este descubridor ni relacion de su descubrimiento, de que se puede inferir que Zarate, al ver que este rio se llamaba Marañón, hizo juicio de ser su nombre tomado de alguno que lo navegó porque, á haver tenido mas individualidad de él, era muy propio el haver concluido en su Historia las noticias correspondientes á este descubrimiento; y, aun en caso de haverlas omitido, juzgandolas de poco momento, no todos los historiadores havian de hacer el mismo juicio para dexar al olvido la memoria de un español que daba nombre con el suyo propio al mayor rio que se conoce en el mundo. Lo que parece mas verosimil sobre este particular es que, quando Vicente Yañez Pinzon llegó á él, lo oyesse llamar assi de los indios que poblaban la muchedumbre de sus islas y orillas ó con otro que sonasse al oido formando el mismo eco y que de aqui naciese en el mismo Vicente Yañez el decir se llamaba Marañón. De cualquier suerte, es innegable que el nombre de Marañón goza entre todos la primacía por la antiguedad y que no fue Orsua ni su gente quien se lo impuso con alusión á las inquietudes y alborotos que entre sí tuvieron, llamadas en español marañas, ó de haverse perdido entre la gran cantidad de sus islas, que son como un enmarañado laberynto de varios canales, segun pretenden otros historiadores. 892 El nombre que se siguió á el antecedente es el de rio de las Amazonas. Este le fue dado por Francisco de Orellana con el motivo de que, entre las naciones que intentaron defenderle el passo, saliendole á las orillas á recibirlo con las armas y oponerse á sus intentos, fueron en una las mugeres las que combatieron contra él, manejando el arco y flecha con tanta destreza como los indios mas expertos, y se portaron tan valerosamente en el fervor de la batalla que le dieron mucho que hacer y le obligaron á retirarse de las orillas y, sin saltar en tierra, donde ellas defendian las playas, hacer la navegacion por medio del rio para librarse de su oposicion. Por esto, despues que llegó á España y dió noticia de todo, en los titulos que se le despacharon confiriendole aquella governacion se expressaba hacersele merced de la conquista de las Amazonas; y desde aquel tiempo le quedó este nombre, por el qual ha sido conocido. 893 Algunas dudas ha havido sobre si el Marañón y las Amazonas eran un mismo rio, y muchos estuvieron persuadidos á que fuessen dos distintos, pero su sentir no ha tenido otro fundamento que el de no haverse hecho su reconocimiento con toda perfeccion hasta los fines del siglo passado. 894 Que sea cierto el caso de las amazonas lo persuade la conformidad con que lo tratan todos los escritores al hacer memoria de este rio y del viage de Orellana. Pero, además de esto, que pudiera ser prueba suficiente, quando no para creerlo enteramente al menos para no repugnar su probabilidad, lo acredita la memoria que se conserva todavia entre aquellos naturales; assi lo testifica uno de los sugetos mas capaces y especulativos que la provincia de Quito ha dado á la republica de las letras en Don Pedro Maldonado, natural de la villa de Riobamba y vecino de Quito, cuyo ingenio se ha hecho conocer bastantemente entre los professores de las ciencias. Este, haciendo viage á España, lo emprendió por el rio Marañón el año de 1743 en compañia de Mr. de la Condamine; y, no olvidandose entre la diversidad de assuntos que su aplicacion procuró indagar de el de las amazonas, no solo averiguó por el informe que le dieron algunos indios ancianos ser acierto el que allí se conocieron mugeres que, formando republica particular entre sí, vivian solas sin admitir varones á su govierno sí tambien el que aún subsistian, pero retiradas de las orillas de aquel rio á lo interior del país, y, en prueba de ello, la citaron algunos casos de haverse dexado ver una ú otra. Mr. de la Condamine, en la relacion de su viage por aquel rio, impresso en París el año de 1745, como compañero de viage de Don Pedro Maldonado, y no menos que este indagador de semejantes curiosidades, refiere en su historia abreviada, algunos casos de los que los indios les citaron, y podrá ver el que gustare en su obra, contentandome yo con exponer aqui lo que dicen los historiadores sobre este particular, dexando libertad al juicio de cada uno para que á la narrativa del caso de Orellana ó á la de la subsistencia de las amazonas dá el credito que le pareciere deberse. 895 No falta alguna opinion que, aun supuesto como cierto el caso de las amazonas con Orellana y creyendolas como mugeres varoniles en su valor, les niega la particularidad de vivir en republica y la de no admitir la sociabilidad continua de los varones; los que son de este dictamen dicen, no sin bastante fundamento, que las mugeres contra quienes combatió Orellana eran de la nacion yurimagua, que señoreaba en aquel tiempo lo mas del rio Marañón y se hacía respetar de todas las demás por su mucho brio. Siendo esto assi, es muy natural que las mugeres, participando en parte del valor tan comun en sus maridos, tomassen las armas para partir con ellos las glorias de las batallas, como tambien se experimentó en otras partes de las Indias. 896 El ultimo nombre de Orellana se le dió á este rio por haver sido Francisco de Orellana el primero que lo navegó, hizo su reconocimiento y combatió con los indios que habitaban las muchas islas formadas en su anchurosa madre y las orillas ó riveras de él. Algunos han querido distinguir en su distancia varios espacios donde adquiera cada uno de estos nombres, de modo que desde ellos haya de corresponderle uno particular; y assi le dan el de Orellana á aquel por donde este capitan baxó con el bergantin, el qual, uniendose á el Marañón, le acrecentó, como con sus aguas, con este nuevo nombre. De las Amazonas le llaman desde aquel parage en que se le incorpora el otro rio, en cuya boca ó inmediacion tuvo Orellana el encuentro con las mugeres ó amazonas que le salieron á hacer oposicion, y que, dando motivo á su denominacion, lo fuesse tambien para que desde allí, lo comunicasse al rio, con quien llegaba hasta el mar; y, finalmente, que el nombre de Marañón comprehenda desde lo mas alto de él, aun mucho antes del Pongo, y por aquella parte que este rio baza del Perú, fundandose en haver sido por donde entró Pedro de Orsua y, en la derivacion que diximos ser incierta, de haversele dado este nombre por los disturbios que huvo entre su gente. Lo mas seguro de todo es que el rio del Marañón, el de las Amazonas ó el rio de Orellana es uno mismo y que lo que se entiende por cada uno de estos nombres es la madre comun por donde corren unidos los muchos que concurren á formarlo desde aquel parage mas distante, en donde no tiene otro nombre particular y donde yá es su caudal considerable, como sucede desde la ciudad de Jaén en adelante, y que al primitivo nombre de Marañón se agregaron los otros dos por las causas yá referidas. Los portugueses, mas que otros, han fomentado esta opinion, dandole el solo nombre de Amazonas y transfiriendo el de Marañón á una de las capitanías del Brasil, que viene á estar entre la del Gran Pará y la del Siará, cuya capital es la ciudad de San Luis del Marañón. II. Tratase de los primeros descubrimientos y famosas navegaciones que en varios tiempos se han hecho por el Marañón para reconocerlo 897 Consiguientes á las noticias del curso y nombres de este rio, deben ser las de su descubrimiento y de las navegaciones dignas de atencion que por él se han practicado. Vicente Yañez Pinzon, uno de los que havian acompañado al almirante Don Christoval Colón en su primer viage, fue el que descubrió su boca por la parte que desagua en el occeano, segun queda yá advertido. Este armó á su costa, en el puerto de Palos, quatro embarcaciones por el mes de diciembre de 1499 con animo de emplearse en los descubrimientos de las Indias, assunto que andaba entonces en su mayor fervor, y, para cumplirlo, empezó la derrota dirigiendose á las islas de Canarias, de las quales passó á las de cabo Verde y, navegando despues al occidente, descubrió tierra el dia 26 de enero de 1500 y la llamó cabo de Consolación por haverlo sido de una furiosa tempestad que antes havia experimentado, siendo ahora conocida por cabo de San Agustin. De este parage continuó, despues de haver estado en tierra y reconocidola, costeando acia el norte, y tal vez apartandose de su vista, quando de repente se halló dentro de un mar de agua dulce, donde hizo provision de lo que necessitaba, y, con el deseo tan propio de averiguar su origen, hizo derrota para encontrarlo y llegó á la boca del rio Marañón, cuuyas islas eran el mas lisongero recreo que podia apetecerse por su frondosidad y alegria; allí estuvo algun tiempo tratando amistosamente con sus indios porque lo permitia assi la mansedumbre y docilidad de ellos, no mostrandose estraños con los forasteros, y luego volvió á continuar el viage para adelantar la empressa de su descubrimiento á proporcion que las nuevas tierras le iban enseñando camino para ver otras mas. 898 A este descubrimiento maritimo se siguió el que hizo por tierra en el año de 1540 Gonzalo Pizarro, á quien su hermano el marqués Don Francisco Pizarro, con la noticia que el año de 1536 havia dado del país de la canela Gonzalo Diaz de Pineda, lo encomendó confiriendole el govierno de Quito. Gonzalo Pizarro llegó al país de los canelos y caminó por las riveras de un rio, que no está bien averiguado si fue el rio Napo ó el Coca, aunque parece mas verosimil que fuesse por el primero; sufrió trabajos imponderables y, viendose en una total falta de alimentos y que su gente, precisada á comer las hojas y cortezas de los arboles, culebras y otras sabandijas y animales inmundos, se le moria toda, dispuso fabricar un bergantin para adelantarse á buscar bastimentos en el parage donde aquel rio se juntaba con otro y donde la havian los indios anunciado que los hallarian con abundancia; concluido, pues, el bergantin, dió su mano á Francisco de Orellana, su theniente general y sugeto de toda su confianza, encargandole la diligencia y la puntualidad, segun lo pedia la estrechez en que estaban. Este, haviendose embarcado en él y navegado 80 leguas, llegó al parage de la union de los dos rios; pero, no encontrando lo que esperaba por ser todo aquel país escaso de frutas silvestres, yá porque los arboles no eran propios para producirlas ó yá porque los indios las tenian exhaustas, le pareció ardua empressa la de volver con el bergantin á encontrar á Pizarro venciendo la contraria rapidez de las corrientes; y, mas no pudiendose seguir de ello el provecho que se esperaba porque, despues de conseguido el triunfo á costa de mucho tiempo y trabajo, volvia sin la abundancia ó socorro de los alimentos á que havia sido destinado, assi, sin consultar su intento con los compañeros, resolvió continuar el viage hasta salir al mar, dexandose llevar de la corriente de las aguas. Esta idea no pudo dissimularse mucho tiempo porque, al ver levantar las velas, sospecharon todos el fin que tendria en ello y, opuestos algunos á su execucion, estuvieron divididos y aun quisieron llegar á las manos contradiciendo esta determinacion; pero, al fin pagados de los ofrecimientos que Orellana les hacia y casi convencidos yá con sus razones, cedieron lo que antes repugnaban, y continuó su viage dexando en aquel sitio, expuesto á ser victima de el hambre y de la necessidad, á Hernando Sanchez de Vargas por haver mas que los otros hecho oposicion á su proyecto. 899 Pizarro continuó por tierra su viaje con designio de acercarse al sitio en que consideraba á Orellana, pero, llegando á él, supo por el mismo Hernando Sanchez de Vargas lo que en el bergantin havia sucedido; y lleno de desdichas, con total falta de mantenimiento, un parte de su gente muerta, otra desfallecida con la necessidad que á cada passo les hacia rendir la vida y la menor reducida á esqueletos, determinó volverse á Quito, en cuyo viage se le doblaron los trabajos, y con muy pocos compañeros llegó á aquella ciudad en el año de 1542 sin haver conseguido por su parte otra cosa mas que reconocer aquellos rios y el país contiguo á ellos, triunfo muy corto, donde tanto huvo que sufrir y fueron los trabajos tan estraños y tan lastimosas sus consequencias. 900 Este fue el primer descubrimiento que con toda formalidad se practicó para venir en conocimiento del rio Marañón; y si por él no consiguió Pizarro tan completo el logro como lo deseaba su eficacia y correspondia á el celo de su diligencias, fue instrumento, á lo menos, para que enteramente se consiguieses, y debe atribuirse á la resolucion con que, atropellando dificultades y haciendo desprecio de las incomodidades y peligros, la emprendió el éxito que en ella tuvo Orellana, como uno de sus soldados, pues, navegandolo este enteramente, dió las primeras luces de lo que hasta entonces era de todos desconocido en aquel rio, descubriendo el dilatado país que corren sus aguas, la muchedumbre de islas que se forman en la distancia de su curso y la abundancia y diversidad de naciones que lo habitaban. Y para que estas noticias no se echen menos aqui, daré razon de lo que entonces reconoció. 901 Francisco de Orellana, confirmado en el dictamen de seguir su viage el rio abaxo, empezó á caminar por él á principio del año de 1541 y, reconociendo varios pueblos y naciones situadas en sus orillas, trató de pez con muchas de ellas y, inclinandolas á reconocer vassallage á los reyes de España, solemnizó el acto de su possession con la junta y consentimiento de los mismos caziques; con otras le fue preciso sostener porfiados combates porque le salian con canoas innumerables y muchedumbre de indios á embarazarle el passo por el agua y dificultar el que sus soldados pudiessen salir á tierra. Entre ellas, fue una la de cierta nacion tan belicosa que, mezcladas con los varones las mugeres indias, manejando con no menor destreza los arcos y las flechas y acometiendo con igual intrepidez que los hombres, daban muestras del mas esforzado valor; de aqui nació que Orellana les impusiesse el nombre de amazonas y que de ellas lo tomasse el rio, cuyo sucesso, segun la relacion del mismo Orellana, y el computo que por ella se puede formar de los sitios y señales de él se regula haver sido algo mas adelante de donde el rio Negro mezcla sus aguas con el Marañón. De esta suerte, continuó el viage hasta el 26 de agosto de aquel mismo año, que, por entre una multitud de islas, salió al mar y passó á la isla de Cubagua, aunque otros dicen que á la de la Trinidad, con el fin de venir á España á solicitar se le concediesse el titulo de governador de aquellos paises, siendo, segun su juicio, la distancia que navegó por el rio de 1800 leguas. 902 Siguióse á este descubrimiento otro aunque no tan completo, que, de orden del virrey del Perú, Don Andrés Hurtado de Mendoza, marqués de Cañete, emprendió Pedro de Orsua en los años de 1559 ó 1560. A este se le hizo gracia de aquel govierno y conquista; pero, apenas daba principio á ello, quando assi Orsua como los mas que le acompañaban, tuvieron desastrado fin muriendo á manos de la traycion, procedido todo del mal orden de su conducta, y quedó malograda la expedicion y perdidas las providencias que se havian dado para ella. 903 Por los años de 1602, teniendo emprendida antes el padre Rafael Ferrer, de la Compañía de Jesus, la mission de los Cofanes, baxó acia el Marañón, siendo curioso explorador por aquella parte del país y repitiendo su reconocimiento hasta la junta de los rios, á donde havia dexado Orellana á Hernando Sanchez de Vargas; con el examen que hizo, volvió á Quito é informó de lo que havia encontrado y de las muchas y varias naciones de aquellos distritos. 904 Al padre Rafael Ferrer se siguió el año de 1616 otro reconocimiento casual del mismo rio porque, siguiendo 20 soldados españoles de la ciudad de Santiago de las Montañas, en la provincia de Yaguarsongo, á unos indios que en la misma ciudad havian dado muerte á otros y retirandose tierra adentro, se embarcaron en el Marañón en unas canoas y, dexandose ir, llegaron á la nacion de los maynas, cuyos indios los recibieron de paz y con facilidad admitieron las platicas de dar la obediencia á los reyes de España y de pedir missioneros. Con la noticia que subministraron estos soldados en Santiago de la docilidad y buen genio de los maynas y de los deseos que manifestaban de ser christianos y de dexar la barbara rusticidad á que estaban reducidos, se le hizo informe al virrey del Perú, Don Francisco de Borja, principe de Esquilache, y por él merced de aquella conquista y governacion, intitulada de Maynas y el Marañón, á Don Diego Baca de Vega, vecino de la ciudad de Loja, despachandosele los titulos de ella en el año de 1618 y siendo el primero que obtuvo el empleo con formalidad, pues ni Gonzalo Pizarro ni Francisco de Orellana ni Pedro de Orsua, aunque con titulos de tales, llegaron á su goce por no haverseles proporcionado el hacer la conquista, sin la qual no havia sobre que pudiesse recaer. 905 A este descubrimiento se siguió el que en los años de 1635 y 1636 practicaron dos religiosos del orden Serafico, los quales, acompañando á otros de su misma religion, havian salido de Quito con expressa determinacion y anhelo de promover entre las naciones del Marañón la doctrina evangelica y reducir al gremio de la Iglesia sus paises; mas, no pudiendo todos sobrellevar las fatigas y trabajos propios de aquellos sitios y, en parte tambien, poco satisfechos de no conseguir el fruto á que aspiraban sus buenos deseos y celo, después de haver estado algun tiempo peregrinando por aquellas montañas, despoblados y malezas, se restituyeron los mas á Quito, quedandose solos dos, que fueron fray Domingo de Brieda y fray Andrés de Toledo, legos entrambos. Estos, con mas fervor en el logro de aquella conquista, mas animosos y fuertes ó mas estimulados de la curiosidad, emprendieron el viage por aquellos vastos paises, acompañandolos en él seis soldados de una compañia, que, al cuidado y direccion del capitan Juan de Palacios, havia ido en la misma ocasion para sostener á los missioneros, de la qual se havian retirado los soldados con los religiosos que se volvieron á Quito y quedado solo el capitan y estos seis hombres, pero aquel rindió la vida dentro de pocos dias á manos de los infieles en uno de los reencuentros que se le ofrecieron. 906 Los seis soldados y los dos legos, que, con mas constante resolucion, atropellaron los peligros de unos sitios habitados de barbara gente, desconocidos totalmente y llenos de riesgos y precipicios, entrandose en una pequeña embarcacion, se ofrecieron á la voluntad de las corrientes y, despues de muchos trabajos, necessidades y conflictos, obtuvieron el lauro de su empressa llegando á la ciudad del Pará, que entonces era dependiente ó una con la capitanía del Marañón, y, residiendo su governador en San Luis, passaron á informarle de lo que havian descubierto y observado en su viage. 907 No conocia en aquel tiempo la Corona de Portugal otro soberano que el España; y, unidas ambas, ceñian las sienes de un mismo monarca, por el qual governaba la capitanía del Marañón Jacobe Reymundo de Noroña; celoso este en el adelantamiento de aquel descubrimiento porque conocia interessarse en ello el mejor servicio del rey de España, su principe, dispuso una flotilla de canoas, de que dió el comando el capitán Pedro Texeyra, á fin de que, subiendo por el rio, repitiesse su reconocimiento haciendo el examen con mayor formalidad. Dispuesto lo necessario para la jornada, salió la flotilla de las cercanías del Pará al 28 de octubre de 1637; y embarcandose en ella los dos religiosos, navegaron aquel rio con el trabajo que se puede considerar, siendo en contra la fuerza de sus corrientes, pero vencida con el tiempo y con la fatiga toda su oposicion, llegaron al puerto de Payamino el 24 de junio del siguiente año de 1638. Este lugar pertenece á la jurisdiccion del govierno de Quixos; y passando Texeyra con los religiosos y soldados á la ciudad de Quito, se informó de ello la Audiencia, y por esta se dió aviso al virrey del Perú, que lo era Don Geronymo Fernandez de Cabrera, conde de Chinchón, el qual, hecho capaz de todo, dió nuevas providencias para que se individualizassen mas las noticias de aquel rio, como se hizo en el reconocimiento que se practicó despues. 908 La disposicion del conde de Chinchón en este assunto fue que la flotilla portuguesa se restituyesse al Pará y que con ella fuessen sugetos de toda confianza, inteligencia y celo, que hiciessen con la mayor prolixidad el reconocimiento del rio Marañón, al qual, siendo tan grande, no bastaba el examen de unos solos sugetos ni el cuidado que se podia tener en uno ó dos viages, de modo que no faltasse mucho á la especulacion que adelantar é inquirir; y que concluida esta diligencia con atencion y desvelo, viniessen á España los que se ocupassen en ella á informar directamente al rey por medio de su Real Consejo de las Indias de lo tocante á aquellos paises para que, en su consequencia, se pudiesen dar las providencias mas acertadas y conducentes á la conquista y reducion de sus naciones. La eleccion recayó con general aplauso en los padres Christoval de Acuña y Andrés de Artieda, de la Compañia de Jesus, los quales, saliendo de Quito el 16 de febrero de 1639 y embarcandose en la armadilla, empezaron á navegar, durando su viage hasta el 12 de diciembre del mismo año, que llegaron al Gran Pará, de donde continuaron despues á España y desempeñaron muy completamente la confianza que de ellos se havia hecho. 909 Al fin del siglo passado se volvió á repetir el reconocimiento y examen de este gran rio pero entonces estaban tan conocido que la mayor parte de sus tierras se hallaban mejoradas con el establecimiento de las missiones que los padres de la Compañia de Jesus española teni an fundadas en ellas. El govierno de Maynas estendia su jurisdiccion sobre muchas naciones, que, recibiendo la religion catholica por medio de el fervor con que estos padres se la predicaban, havian dado la obediencia á los reyes de España; y sus orillas, frequentadas antes solo de indios como fieras, yá se havian transmutado en poblaciones bien dispuestas y ordenadas, donde vivian racionales. A estas mejoras no havia contribuido poco el mismo que practicó la diligencia de perfeccionar el reconocimiento del rio, el padre Samuel Fritz; este, pues, entrando á predicar á aquella gentilidad, fue de ella muy bien recibido el año de 1686 y, teniendo la felicidad en su ministerio de que á la dulzura de sus palabras no se resistiesse la rusticidad de aquellos entendimientos, logró en tiempo muy corto convertir naciones muy crecidas. El continuo afan y las fatigas incessantes de ir de unos sitios á los otros, caminar por montañas ásperas y atravesar caminos incomodos, tan presto por tierra con peligros imponderables como por agua con insufribles incomodidades, la quebrantaron la salud de tal suerte que llegó á postrarse; y teniendo por mas dificil recurso para curarse el de Quito que el del Pará, como efectivamente lo era, se dirigió á el ultimo por enero del año de 1689 llegando á esta ciudad el 11 de septiembre del mismo año; allí le fue preciso detenerse no solo el tiempo que tardó en recuperarse sino tambien aquel en que se huviessen de evacuar algunos assuntos que sobrevinieron y pedian mayor demora, hasta recibir noticia de sus resultas de la Corte de Lisboa. 910 El dia 8 de julio de 1691 salió del Pará el padre Samuel Fritz para restituirse á sus missiones, que se estendían entonces desde la boca del rio Napo hasta mas adelante del Negro y comprehendian las naciones de los indios omaguas, yurimaguas, aysuares y otras diversas comarcanas, las mas quantiosas de todo aquel rio; el 13 de octubre del mismo año volvió á entrar en el pueblo nombrado Nuestra Señora de las Nieves, principal de los de la nacion yurimagua, y, haviendo visitado todos los demás hasta el numero de 41, muy grandes y de bastante gentío, que tenia á su cargo, passó, llevado de otros cuidados, al pueblo de la Laguna, cabeza de todas aquellas missiones de el Marañón, en donde residía el superior de ellas, y de este á la ciudad de Lima á informar al conde de la Moncloa, que entonces ocupaba la dignidad de virrey, del estado de aquellos paises. Este viage emprendió por el rio Guallaga, entrando desde él en el Paranapura; de allí passó á Moyobamba y á Chachapoyas, Caxamarca, Truxillo y Lima. 911 Evacuados en Lima los assuntos de su viage, volvió el padre Samuel Fritz á sus missiones en agosto de 1693, dirigiendose á ellos por la ciudad de Jaén de Bracamoros con el fin de instruirse mejor en el curso y disposicion de los rios que de aquellas partes del sur se encaminan al Marañón; con cuyas luces, las que adquirió en su primera entrada y las que le subministró la repeticion de los viages que continuamente se le ofrecian, dispuso el mapa de aquel rio, que se gravó en Quito el año de 1707; y aunque su exactitud no fuesse tanta como podia desearse por haver carecido este padre de instrumentos adequados para observar las latitudes y longitudes de los parages mas principales, conocer la direccion de los rios y determinar las distancias que sus aguas corren en cada una; con todo, fue acreedor de la mayor estimacion porque hasta entonces no se havia hecho otra donde se viesse el origen y curso de todos los que se juntan en aquella anchurosa madre y el camino que por esta hacen sus aguas hasta salir al mar: III. Dase noticia de las conquistas hechas en el Marañón, de las missiones establecidas en él y alguna razon de las naciones que pueblan sus orillas con otras particularidades que en él se hallan dignas de atencion 912 A los descubrimientos de este famoso rio y á el examen de sus paises y naciones, se siguió la conquista de las que habitan sus orillas y las muchas islas que forman sus aguas. Yá se ha visto el mal sucesso que tuvo la expedicion de Gonzalo Pizarro promovida con este fin; la de Orellana no logró mas feliz sucesso quando, en consequencia de la merced de aquella governacion, volvia á plantificarla porque no llegó el caso de conseguirlo; Orsua pereció desastradamente, y de su desgracia participaron muchos de los que lo acompañaban. Assi, passaremos ahora á reconocer el mas favorable éxito que tuvo en este particular Don Diego Baca de Vega, de quien yá se hizo mencion. 913 Conferido á este el govierno de Maynas y el Marañón con la segura confianza que yá tenia en la amistad de los indios maynas, cultivada desde que los soldados de Santiago dieron principio á la comunicacion con ellos, entró á sus tierras y, llevando alguna gente en su compañía, hizo la fundacion de la ciudad de San Francisco de Borja en el año de 1634, erigiendola cabeza de todo el govierno, prerrogativa que justamente mereció tanto por haver sido la primera poblacion de todo él quanto porque sus indios se distinguieron en la amistad con los españoles desde que llegaron á sus paises; y, reconociendo la madurez y capacidad de Don Diego Baca de Vega que el genio y natural de aquellas naciones mas bien necessitaba de prudencia y blandura, acompañadas con alguna autoridad para hacerse respetable, que de rigor ó severidad, lo hizo presente á la Audiencia de Quito y á la religion de la Compañía, por quienes le fueron destinados los padres Gaspar de Cuxia y Lucas de Cuebas, que entraron en Maynas el año de 1637, siendo tan considerable el fruto de almas que experimentaron á la primera insinuacion de sus sermones que, no siendo bastantes ellos solos para recoger todo el que se les ofrecia, ocurrieron á Quito pidiendo se les embiassen otros compañeros; y, assi, se fue acrecentando continuamente el numero de los missioneros, á proporcion que era mayor el de las naciones que, dexando los montes y desechando la fiereza, con docilidad suma salian á buscar la luz del Evangelio, y á su respeto se aumentaban los paises porque, dando la obediencia á los reyes de España, compensaban con el vassallage los cuidados de su conversion. 914 De este modo, fueron creciendo las missiones y el numero de los pueblos, entrando en aquellas apartadas regiones á un mismo tiempo la religion catholica y el señorío de los reyes de España, pero con mas favorable progresso desde el año de 1686 que fomentó esta causa la grande actividad y celo del padre Samuel Fritz. Este llevó determinadamente su destino para la nacion de los omaguas, cuyos indios, teniendo noticias por medio de los cocamas del buen trato y del acierto con que los missioneros de la Compañia les enseñaban á vivir con leyes justas y policia no conocida de ellos hasta entonces y que, por este medio, se hallaban mejoradas su nacion y las otras que se havian convenido en recibir su govierno, passaron en el año de 1681, estimulados de estos informes, al pueblo de la Laguna, perteneciente á cocamas, y pidieron quien los doctrinasse al padre Lorenzo Lucero, que era entonces superior de las missiones. Este, aunque por lo primero no pudo concederles tanto bien porque no havia entonces en ellas mas padres que los que tenian destino en pueblos de otras naciones, les ofreció que, luego que de Quito passassen algunos, embiaría uno para que los instruyesse en la doctrina de la religion y enseñasse á vivir con cultura y régimen mas racional. 915 Los omaguas no descuidaron en la solicitud ni dieron tiempo á que pudiesse olvidarse la promessa por parte del padre Lorenzo Lucero porque, el punto que supieron haver llegado de Quito á la Laguna nuevos missioneros, y entre ellos el padre Samuel Fritz, se adelantaron á reconvenir se les cumpliesse la oferta y, en la seguridad de su logro, passaron con mas de 30 canoas al pueblo de la Laguna para recibirlo y llevarlo á sus paises, dando tales muestras de estimacion que, no permitienddo pisasse la tierra, al ir llegando á los pueblos, lo conducian sobre sus hombros, y en esta demostracion se engrandecian tanto que solo los caziques eran los que reservaban para sí tal privilegio, como honor que no debia ser comun á todos. A proporcion de estos anhelos y demostraciones, correspondieron los efectos en el fruto copioso de la conversion, y, assi, en muy poco tiempo passó á ser christiana toda aquella nacion, abrió los ojos del entendimiento y conoció al Dios verdadero, ofrecióle culto en la legitima religion, sacudió la rusticidad é ignorancia en que antes vivia y se reduxo á leyes justas, cultas y politicas, á cuyo exemplar varias naciones comarcanas practicaron lo mismo, entre ellas los yarimaguas, aysuares, banomas y otras, acudiendo de su motu propio al padre Samuel Fritz á que les enseñasse á vivir con el orden y buen methodo que lo practicaba con los omaguas. De este modo, dando voluntariamente la obediencia á los reyes de España, acudian las naciones enteras á sujetarse á la soberanía de nuestros principes, y se conquistaron todos los paises que corren desde el Napo hasta mas abaxo del rio Negro sin haver sido necessario en todo lo que el govierno de Maynas comprehende emplear para ello las armas. Tantas eran las naciones que lo reconocian hasta el fin del passado siglo que solo el padre Samuel Fritz en las suyas, bastantemente quantiosas y estendidas, apenas tenia tiempo, sin cessar en todo el año, para visitar en su discurso una vez cada pueblo de los que las componian, y además estaban al cuidado de otros missioneros las naciones de los maynas, xébaros, cocamas, panos, chamicuros, aguanos, muniches, otanabes, roamaynas, gaes y otras muchas, cuyos nombres se omiten por no ser tan considerables ni de tanta extension. Y á este respeto eran las demás missiones. 916 Yá queda visto que hace cabeza en el govierno de Maynas la ciudad de San Francisco de Borja, cuya latitud es austral de 4 grados 28 minutos y está al oriente del meridiano de Quito 1 grado 54 minutos. La capacidad, disposicion y formalidad de ella es conforme á la que queda dicha de las ciudades pertenecientes al govierno de Jaén, y su vecindario, tan corto que, aunque compuesto de messtizos y de indios y donde el governador de Maynas y el Marañón debe hacer su residencia, es mas reducido que el de Jaén de Bracamoros. El pueblo principal de las missiones, en que debe residir de continuo el superior de ellas, es Santiago de la Laguna, como queda advertido, cuya situacion es á la orilla oriental del rio Guallaga, y los que componen en los tiempos presentes aquellas missiones, siendo de pendientes del govierno de Maynas y en lo espiritual del obispado de Quito, son los siguientes. En el rio Napo, San Bartholomé de Necoya, San Pedro de Aguarico, San Estanislao de Aguarico, San Luis Gonzaga, Santa Cruz, El Nombre de Jesus, San Pablo de Guajoya, El Nombre de Maria, San Xavier de Icaguates, San Juan Bautista de los Encabellados, La Reynna de los Angeles y San Xavier de Urarinas; en el rio Marañón ó de las Amazonas, la ciudad de San Francisco de Borja, San Ignacio de Maynas, San Andrés del Alto, Santo Thomás Apostol de Andoas, Simigaes, San Joseph de Pinches, La Concepcion de Caguapanes, La Presentacion de Chayabitas, La Encarnacion de Paranapuras, La Concepcion de Xébaros, San Antonio de la Laguna, San Xavier de Chamicuro, San Antonio Abad de Aguanos, Nuestra Señora de las Nieves de Yurimaguas, San Antonio de Padua, San Joaquin de la Grande Omagua, San Pablo Apostol de Napeanos, San Phelipe de Amaonas, San Simón de Nahuapo, San Francisco Regis de Yameos, San Ignacio de Pevas y Caumares, Nuestra Señora de las Nieves y San Francisco Regis de Baradero. 917 Además de estos pueblos fundados de mucho tiempo acá, hay otros en no corto numero empezados á formar, y sus indios son de distintas naciones que los nombrados. Hay tambien otras varias muy crecidas ó yá inmediatas á las orillas de los rios que dan sus aguas al Marañón ó yá algo retiradas de las playas; y de estas y aquellas, algunas que tienen correspondencia y amistad con los missioneros españoles y con la gente que habita en las poblaciones de indios christianos, con quienes comercian, y del mismo modo con los españoles y mestizos establecidos en Borja y en la Laguna. 918 Todas estas naciones de indios, cuyas costumbres, semejantes en parte, no lo son tanto que guardan entera uniformidad entre sí, se diferencian mucho mas en el lenguaje porque cada una suele tener el suyo particular, bien que hay muchas que se assemejan y algunas que no se apartan tanto como otras de la lengua general del Perú. Entre todas, se hace particular la de los indios yameos por lo dificil de su pronunciacion y lo árduo de su inteligencia; al contrario sucede con la de los omaguas por ser la mas facil, comprehensible y suave al oido. A proporcion de sta diferencia en el lenguage, se han dexado percibir entre aquellas naciones del Marañón algunas particularidades en su trato y racionalidad que han dado á conocer la dde su mayor aptitud; assi, en los omaguas se notaban, aun antes de reducirse, algunos visos de posseer mas desembarazado y libre de ignorancias el entendimiento, y, mas que en ellos, se advertia esta particularidad en los yurimaguas. Aquellos vivian con algun genero de policia, reducidos á pueblos y con obediencia á sus curacas; no estaban tan entregados á la barbaridad ni eran sus costumbres licenciosas y desordenadas como por lo regular en los indios y los yurimaguas, formando como especie de republica entre toda la nacion, observaban algunas leyes de govierno; en la policia, no obstante, llevaban la preferencia los omaguas porque, además de vivir en union muchos juntos, usaban alguna mas decencia para cohonestar la desnudez de su cuerpo, en que los otros no ponian algun cuidado. Esta corta disposicion con que una y otra nacion se hallaba para acercarse á las costumbres y vida racional fue la que contribuyó á que no repugnassen admitir las leyes divinas y humanas; con que, les mejoró el celo de los padres de la Compañia porque les fue facil llegar á comprehender la verdad y razon de lo que se les predicaba y á conocer por malo lo que ellos practicaban en una vida casi de irracionales. 919 Entre las varias y particulares costumbres que cada una de aquellas naciones usa, lo es en los omaguas como gala y distintivo especial la de aplanarse las cabezas por la frente y el cerebro en tal modo que les quedan monstruosas, pues la frente crece acia arriba al passo que se pone chata; y assi continuando, desde el nacimiento de la nariz hasta el principio del pelo, viene á ser mayor el espacio que hasta la punta de la barba; y por la parte posterior, de la misma forma; en los costados queda sumamente angosta á causa de que todo lo que con la opression crece acia arriba, dexa de ensancharse á lo regular. Esta moda, que fue antigua en ellos, la conservan todavia y la usan con tanto rigor que hacen mofa de las otras naciones, entre quienes no se halla introducida, llamandoles por vilipendio cabezas de calabazo. Para ponerlos chatas, los omaguas las entablillan á las criaturas desde que nacen y se las van amoldando, con cuya diligencia las reducen al estado en que las quieren poner. 920 Otra nacion de indios hay entre aquellas que obstante la bizarria en llenarse los labios, tanto inferior como superior, las ternillas laterales de las narices, la barba y las mexillas de agugeros, y en ellos meten despues plumas de pajaros ó flechillas de 8 á 10 pulgadas de largo, con lo qual hacen la mas horrible figura que se puede imaginar porque todo el rostro parece puerco espin con semejantes adornos. Otros se particularizan no menos por sus monstruosas orejas, las quales hacen crecer de modo que su loba inferior llegue casi á tocar sobre el hombro, y de aqui les hace el nombre de orejones con que son distinguidos; para lograr esta extension, abren en las orejas un agugero pequeño, y, á fuerza de ir metiendo cosa mas gruessa en él, se vá agrandando hasta que llega al estado que queda dicho, y, á proporcion que él se hace mayor, se engruesa todo al rededor la loba de la oreja. A este respeto, se pintan algunos, yá en parte yá todo el cuerpo, y tienen diversas costumbres y modales no menos estrañas que particulares con las quales se diferencian entre sí. 921 Haviendo yá dado la descripcion de este gran rio y de los pueblos y naciones que lo habitan, no será razon passar en silencio las demás particularidades en los pescados estraños que en él se reconocen, aves y animales que pueblan sus orillas ú otras que sean acreedoras á la mayor atencion. Entre las varias especies de pescados que allí se notan, hay algunos amphibios, como lo son los lagartos ó caymanes y las tortugas, de cuyas dos especies están las playas y las islas sumamente pobladas, siendo las tortugas de tan gustosa carne que se hacen estimables con preferencia á las de mar. Entre los pescados, se particulariza el pexe buey ó baca marina, por cuyo nombre se descifra la similitud que en parte se le observa con el ganado bacuno; es de las mayores especies que se crian en los rios, pues suele tener de largo de 3 á 4 varas y proporcionado el gruesso; su carne es muy gustosa y, segun el sentir de los que la han comido, no difiere mucho de la de baca. Sustentase con la yerba que nace en las orillas, pero no sale del agua para comerla porque la estructura y disposicion de su cuerpo no se lo permite. La hembra tiene tetas con que alimenta á sus hijuelos. Y aunque algunos han pretendido darle mayor semejanza á la especie terrestre de su nombre, ni tiene cuernos ni pies como ellos, sí solo dos aletas, con las quales, al passo que le sirven para nadar y governarse en el agua, se asa en las orillas interin que está cogiendo el pasto. 922 El modo que tienen los indios en general para hacer allí la pesca es con yervas, en la misma forma que queda dicho hablando del rio Guayaquil, ó con flechas envenenadas, y la actividad de estas es tal que, llegando á herir y sacar sangre, aunque sea ligeramente, queda muerto el animal; con la misma industria hacen las cazerías; y con tanta destreza y prontitud uno y otro que es muy raro el tiro que pierden en ellas. La composicion del veneno de que se sirven consiste principalmente en el jugo de un bejuco como de quatro dedos de ancho y chato por los dos lados, cuyo color exterior se inclina algo á musco; este se cria en los lugares muy humedos. Y para hacer el veneno, lo cortan primero á pedazos, lo machacan un poco y ponen á cocer, danle punto, y despues se coagula; con él untan la punta de la flecha y, si esta seco por haver passado dias de haverle untado, la humedecen con saliva; su qualidad es frigidissima y con ella hace retirar repentinamente toda la sangre que circula al corazón, y, no cabiendo por su abundancia en los vasos de él, los rompe y se quaxa. Lo particular en esto es que, comido no solo el animal muerto pero la misma sangre coagulada, no causa efecto perjudicial á la salud. La trisca mas poderosa contra este veneno es el azucar comido inmediatamente á haver recibido la herida, pero no parece sea tan infalible que, si en repetidas ocasiones ha surtido efecto, en otras experiencias no haya quedado burlada la virtud creida del especifico por la malignidad de tan eficaz enemigo. 923 Las orillas y campañas de este famoso rio y de los demás que concurren á él encierran en sus espesas y empinadas arboledas maderas de todos colores, de fortaeza grande y hermosura, unas tirando á blancas, otras inclinandose á obscuras, coloradas algunas, y jaspeadas las que enteramente no son de un color ni de otro. Entre estas, las hay que destilan resinas muy fragrantes ó gomas muy medicinales y raras, y otras tambien que dan sazonados frutos, delicados al gusto y saludables. Con solo el cultivo que subministra allí la naturaleza y el vicio de aquellos campos, se cria en ellos el cacao silvestre no con menos abundancia ni inferior en calidad á el que se ha dicho nacer en las jurisdicciones de Jaén y de Quixos, cogese tambien mucha zarza parrilla, baynilla muy fragrante y delicada y corteza, que llaman de clavo porque, semejandose en la figura á la canela aunque en el color es algo mas obscura, tiene el mismo gusto y olor que el clavo de la India oriental. 924 En cuanto á animales quadrupedos, aves, reptiles y insectos, los hay en aquellas montañas de tantas especies como quedan explicadas en las descripciones de los paises cálidos, y son comunes en él los que tambien se notan en los de Jaén y Quixos, no abundando menos en los unos que en los otros. Y porque, además de los que se han explicado, se particulariza uno entre los reptiles, concluiré con sus noticias el assunto de este capitulo. 925 Registra la vista en los territorios contiguos al Marañón una culebra de magnitud tan disforme quanto estraña en las propiedades que algunos le atribuyen. Asseguran muchos, para dar á entender su corpulencia, que se traga ó engulle entero qualquier animal y que la capacidad de su gaznate y boca es tanta que executa lo mismo con un hombre; lo mas singular que de ella refieren viene á ser que contiene en el aliento una virtud atractiva de tal eficacia que, sin moverse de un parage, arrastra á sí qualquier animal que llega á encontrarse dentro de aquellos terminos adonde puede alcanzar la vehemencia de su atraccion, cosa que no dexa de hacerse repugnante á la credulidad. Danle el nombre de yacumama, que significa madre de agua, y esto originado de que, por habitar en los lugares donde hay lagunas ó muchas humedades, se puede regular en algun modo, aunque no perfectamente amphibio. Lo que yo puedo decir sobre este assunto, haviendolo examinado con algun cuidado por informes los mas seguros, es que su magnitud excede á lo que parece regular. Segun las noticias de algunos sugetos dignos de todo credito que la han visto en provincias pertenecientes á los reynos de Nueva España, donde tambien la hay, concuerda lo que estos dicen tocante á su corpulencia con lo que se sabe de la del Marañón, mas en la virtud de atraer no se conforman. 926 En el supuesto algo fundado de que podemos al presente suspender el juicio y no dar entero credito á todas las particularidades que se le atribuyen á este animal, segun las propone la vulgaridad, y en el conocimiento de que esta muchas veces es conducida á una idea que lisongea á la admiracion con lo que tiene de raro, sin detener la consideracion á examinar con solidez su incertidumbre, me será aqui permitido que, variando los accidentes solo en alguna parte, indague la causa, y, por ella, con medios menos repugnantes se venga en conocimiento de las propiedades que se hacen dificiles quando no se hallan sostenidas de ciertas experiencias, pero sin pretender yo que prevalezca mi sentir, pues dexo á la prudente estimacion de cada uno que dé assenso á lo que juzgare mas digno de él, advirtiendo que no puedo assegurarlo de otra suerte que por las noticias adquiridas de los que la han visto, sin haver sidome facil hacer experiencias en su comprobacion. 927 Dicese, pues, que assi el largo de esta culebra como el gruesso de su cuerpo es, sin mucha diferencia, semejante al tronco de un arbol envegecido en el suelo, á quien despues de tiempo le faltó el nitrimento por medio de sus raices, que al rededor de toda ella cria una especie de barba, como las que tienen los arboles silvestres, sin duda del polvo y lodo que se le pega y humedece ó seca con el agua y sol; con ella forma una delgada costra contra las escamas y duras conchas que la guarnecen; contribuye á que essta crezca, y tenga permanencia la quietud y lento movimiento con que anda pues, interin que la necessidad no le precisa á buscar el alimento, se mantiene inmoble muchos dias en un lugar y, quando muda de sitio, es casi imperceptible su passo y vá dexando un rastro en el suelo como el de un gran madero que se arrastra por él. 928 El aliento que despide de sí es tan ponzoñoso que, embriagando con él á la persona ó animal que está en el camino por donde lo dirige, lo hace moverse acia ella involuntariamente hasta que, teniendolo cerca, se lo traga. Esto dicen y adelantan que el modo de librarse en semejante tronco es cortando el tal aliento, quando se empieza á sentir, con un otro cuerpo que, passando violentamente por medio, lo divida y rompe, lo qual, executado, puede, el que empezaba á padecer, tomar otra senda y salir del peligro. Todo esto bien considerado tiene mas visos de fabula que apariencias de realidad, como el mismo yá citado Mr. de la Condamine dá á entender en su relacion, y las propias circunstancias con que se pinta apartandolo de la regularidad lo hacen inverosimil; pero con poco que se varíen, se encontrará á mi parecer menos repugnancia, y de una cosa que, considerada en esta forma, trae consigo muestras de fabulosa, otra que casi se haga natural. 929 No debemos oponernos á que pueda ser de tal calidad el efecto de su aliento que embriague al que lo perciba, pues vemos que los orines del zorrillo tienen la misma propiedad y que se experimenta muy frequentemente en los bostezos de las ballenas ser tan fétidos algunas ocasiones que no se pueden sufrir y perturban el sentido; á correspondencia, pues, de esto, no encuentro yo dificultad en que el aliento de esta culebra tenga la propiedad que se le atribuye y que por su medio consiga el sustento que su gran lentitud o puede facilitarle de otro modo, pues, perdiendo los sentidos el animal que percibió aquel envenenado olor y no quedandole arbitrio para huir ni libertad para continuar su rumbo, antes bien, dexandolo inmovil, es regular vaya la culebra con su tardo movimiento acercandose á él hasta que lo tenga á tiro para cogerlo y engullirlo. En lo demás, tocante al corte del aliento y que solo el camino por donde lo despide sea el dañoso, son assuntos á que solo se puede dar assenso faltando el conocimiento del origen y propagacion de los olores. Lo mas de esto fue con vulgaridad supuesto de aquellas incultas gentes y creido de los otros con buena fé porque ninguno, por satisfacer la curiosidad, se havrá arrojado al peligro del examen.
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CAPITULO V Llega el V. P. Al Colegio de S. Fernando, y lo que practicó era él hasta la salida para las Misiones de Infieles Entró en el Apostólico Colegio de S. Fernando de México su nuevo alumno P. Fr. Junípero Serra el día primero de Enero del año de 1750, como a las nueve de la mañana, tiempo en que la Comunidad se ocupaba en el rezo. Pasó inmediatamente a la iglesia a tomar primero la bendición del Señor Sacramentado, y habiéndose detenido allí el tiempo que tardaron los Religiosos en rezar, salió lleno de júbilo diciendo al Compañero: "Padre, verdaderamente podemos dar por bien empleado el venir de tan lejos con los trabajos que se han ofrecido, sólo por lograr la dicha de ser miembros de una Comunidad, que con tanta pausa y devoción paga la deuda del Oficio Divino." Entraron luego al Colegio, y tomaron la bendición al R. P. Guardián, quien los recibió con abrazo de amoroso Padre, y lo mismo hicieron los demás Religiosos: Uno de ellos, que fue de los primeros Fundadores del Colegio y muy venerable en él, al abrazar a nuestro P. Lector le dijo estas palabras: "Oh quien nos trajera una selva de Juníperos" Pero el humildísimo Varón le respondió: "No de éstos, R. Padre, pedía nuestro Seráfico Patriarca, sino de otros muy diferentes." El día siguiente de la llegada al Colegio, pidió al R. P. Guardián le señalase Confesor, y le señaló al que entonces era Maestro de Novicios, el V. P. Fr. Bernardo Pumeda, Misionero de mucha fama que había sido cuando se hallaba en España en el Colegio de Sahagún, y a la presente lo era en el Reino, y gran Maestro en la Mística especulativa y práctica. Luego que oyó que el R. P. Guardián le nombraba por Director al P. Maestro de Novicios dijo: "La acertó el Prelado, esto es lo que necesito, hacer el Noviciado" y muy gozoso y fervoroso se fue a presentar al P. Maestro, y con toda sumisión le dijo lo determinado por el P. Guardián; y que por amor de Dios le suplicaba lo admitiese como al menor de los Novicios, y tuviese a bien dejarlo vivir en una de las Celditas del Noviciado. Respondióle el prudente Maestro: que con mucho gusto lo admitía por hijo espiritual, respecto a disponerlo así el Prelado; pero que S. R. se había de sujetar a su doctrina; y así, que lo que pedía de vivir en el Noviciado era una novedad no practicada en los Colegios, que a nadie estaría oculta "por lo que V. R. (prosiguió) vivirá en la Celda que el V. P. Guardián le ha señalado, como todos los demás, y sólo le permitiré que pueda asistir a los particulares ejercicios del Noviciado." Así lo practicó los cinco meses que estuvo en el Colegio antes de salir a Misiones; y siendo muy puntual al Coro, y a todos los actos de Comunidad, luego que salía de ellos iba al Noviciado a rezar con el Maestro el Oficio Parvo, Vía-Crucis, Corona, y demás ejercicios devotos que practican los nocicios y Coristas, con lo cual edificaba a éstos, y él aprovechaba para su espíritu. Hallábase el Colegio cuando llegamos muy necesitado de Operarios para el ejercicio de Misiones, tanto de Católicos, como de Gentiles, por tener fundadas cinco, hacía seis años, en la Sierra Gorda, y para sostenerlas, había sido preciso valerse de Misioneros de los otros Colegios, los cuales suplían medio año y se remudaban. Después de días de llegada al Colegio nuestra Misión, estando el R. P. Guardián una tarde de asueto en la Huerta con otros Padres de los que habíamos venido de España, siendo uno de ellos el V. Fr. Junípero, expresó el Prelado el gozo que había tenido con nuestra llegada, pues esperaba con esto salir de ahogos, y dejar de mendigar Operarios de otros Colegios; "porque de VV. RR. (dijo) algunos se animarán a ir a trabajar en las Misiones de los Infieles de Sierra Gorda." Al oír esto nuestro fervoroso Padre (no olvidando los deseos de este ejercicio que lo habían sacado de su Patria y Santa Provincia) dijo con el Profeta: R. P. Guardián: Ecce ego mitte me; y a su ejemplo hicieron lo propio otros muchos, con lo que tuvo sobrantes el Prelado para proveer las cinco Misiones (dispensándolos por la necesidad, tanto en el año de Colegio, como en aprobación, según lo dispuesto en las Bulas Inocencianas) nombró a ocho de los que habíamos venido de España, y entre ellos al V. P. Junípero, y a mí de su Compañero, dándonos aviso de ello, para que nos dispusiésemos, y estuviésemos prontos al primer aviso. Luego que el Siervo de Dios se vió electo para las Misiones de Infieles, aumentó sus espirituales ejercicios para estar mejor dispuesto a la voz del Prelado.
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CAPITULO V Del numeroso vecindario que contiene la ciudad de Lima, sus castas, genio y costumbres de sus habitadores, riqueza y obstentacion de sus trages 121 Parece que, haviendo hablado en las descripciones dadas en la primera parte del vecindario que encierran las ciudades por donde transitamos antes de llegar á Lima, bastaria lo dicho para que no fuera necessario volver á tocar este punto, pero, como sean tan varias las costumbres y usos de los paises que, aunque tengan alguna semejanza entre sí, nunca dexan de diferir en muchas cosas, es mas sensible esta variedad en aquel continente, donde, mediando distancias tan grandes de unas á otras, hacen que las modales admitan mas distinguida alteracion y no convengan los genios y propiedades de unas gentes con los de otros. Por esta razon, me he creido obligado á tratar en particular de las de Lima, que, como se irá viendo no son tan conformes con las de las otras ciudades que no den motivo suficiente para ello. 122 El numeroso vecindario de Lima se compone de blancos ó españoles, negros y castas de estos, indios, mestizos y las demás especies que provienen de la mezcla de todas tres. 123 Las familias de españoles son en gran numero pues se considera que podrá haver de 16 á 18 mil personas blancas, segun el computo mas prudente. Entre estas, hay como una tercera ó quarta parte de nobleza, la mas distinguida del Perú y originada de la mas conocida y sobresaliente de estos reynos; mucha parte está elevada con la dignidad de titulos de Castilla, antiguos ó modernos, de los quales se cuentan entre condes y marqueses 45; á su correspondencia, es crecido el numero de cavalleros cruzados en las religiones militares, y, fuera de estas, no son de menos lustre y calidad las demás de la misma clase, entre las quales hay 24 mayorazgos sin titulo, y la mayor parte de ellos tienen fundaciones antiguas que prueban bastantemente la de las familias. Hallase entre estas una que reconoce su ascendencia en los reyes ingas, y es la de Ampuero, apellido de uno de los capitales españoles que se hallaron en la conquista y casó con una coya, que assi llamaban los ingas á las infantas de su sangre real; á esta familia tienen concedido los reyes de España varios honores y distinguidas prerrogativas, de las quales goza como en prueba de su alta calidad, y están entroncadas con ella muchas de las mas esclarecidas de aquella ciudad, en la qual las familias forman de cada casa una poblacion. Mantienense todas con gran decencia, y con esta brilla tambien la opulencia, pues, assi como tienen para su servicio crecido numero de domesticos libres y esclavos, para el exterior aparato y comodidad usan de coches los de mayor distincion ó conveniencias, y de calesas los que no tienen precision de hacer tanto costo. Este carruage es tan comun allí que lo tiene propio todo el que goza un mediano caudal; y assi, aun aquellas familias blancas de gente ordinaria andan con esta comodidad, la qual es en aquella ciudad mas necessaria que en otras porque el tragin de las muchas requas que entran y salen á cada hora tiene continuamente llenas de estiercol las calles, y, secándose este con el sol y viento, se convierte en un polvo tan fastidioso que es intolerable para andar sobre él como molesto á la respiracion. Las calesas que son tiradas por una mula con un cochero y que no tienen mas que dos ruedas y una caxa cerrada con assientos á las dos testeras son capaces para quatro personas; la hechura es muy ayrosa, y el todo de ellas, de un costo exorbitante, pues llegan á valer de ochocientos á mil pesos, siendo todas doradas y de mucho lucimiento; cuentanse de 5 á 6 mil, y los coches, aunque no corresponden á las calesas en el numero, no dexan de ser bastantes. 124 Sufragan á la subsistencia de aquellas familias en los gastos tan crecidos que hacen para mantener una decencia, cuyos costos serian insoportables para otras gentes, como se irá reconociendo, los mayorazgos que gozan las haciendas opulentas que desfrutan ó los empleos politicos y militares que se les confieren, y á los que ni tienen rentas de mayorazgos ni de haciendas libres les contribuye con no inferiores ventajas que á los otros el comercio, á el qual se dedican sin reparo aunque sean de las familias mas condecoradas y nobles porque la calidad no desmerece allí nada por esta ocupacion, pero no se ha de entender que el comercio en que se exercitan sea el inferior de comprar y vender por menor ó en tiendas, sino cada uno á proporcion de su caracter y possibles; con este auxilio, logran tener subsistencia las familias sin experimentar con tanta regularidad las ruinas á que están sujetas en España las que no gozan el descanso de mayorazgos sobresalientes. Allí no solo no es de descredito el comerciar sino que los mas floridos caudales son dimanados de ello, echando menos su falta aquellos que, ó por no tener en dinero físico el necessario para hacerlo ó por su descuido, no lo executan assi. Esta providencia, arbitrio ó recurso que se entabló allí sin cuidado ni determinado fin porque solo lo introduxo aquel primer deseo con que fueron los españoles en hacerse ricos es la que el presente sostiene la magnificencia con que permanecen aquellos casos, y tal vez pudo contribuir para desviar el horror al comercio la declaracion real hecha desde los principios de que no obstasse á la nobleza ni á los avitos de las ordenes militares el ser cargador ó comerciante en Indias, resolucion de tanto acierto que España experimentarla sus ventajas si fuesse comun en todos sus reynos. 125 Sucede en Lima en el particular de familias distinguidas lo mismo que en Quito y es general en todas las Indias, que unas ha años que están allí establecidas y otras empiezan á serlo modernamente porque, siendo aquella la silla de todo el comercio del Perú, ocurren á ella muchos mas europeos que á otra alguna, yá sea con este motivo ó yá con el de los empleos de goviernos y corregimientos, en que van provistos de España. Para unos y otros, van sugetos de toda distincion, y, aunque se vuelven muchos á sus paises despues que han concluido con los encargos, regularmente se quedan allí los mas y, lisongeados de la abundancia y del buen clima, toman estado con aquellas señoras de nobleza, que, á mas del dote de bienes de fortuna, suelen tener el de los de naturaleza; con que, de esta forma se establecen continuamente nuevas familias. 126 Los negros, mulatos y los procedidos de estos hacen el mayor numero de aquella gente y son los que mantienen todo el trabajo de los artes mecanicos, dedicandose á ellos igualmente los europeos sin los reparos que se les previenen el Quito. Nace esto de que, siendo el conato de todos el hacer caudal, como este en Lima se adquiera por varios modos, no les sirve de obstaculo el que haya en el mismo oficio otros maestros que sean mulatos porque el interés está sobre todas las demás consideraciones. 127 La tercera y ultima especie de gente son los indios y mestizos; su numero es muy pequeño á proporcion de la grandeza de la ciudad y de los muchos que hay en la segunda. La ocupacion ó exercicio de estos es trabajar en algunas chacaritas ó sembrados, hacer cosas de barro y llevar á la plaza á vender las comestibles porque en las casas se hace todo el servicio con negros y mulatos, esclavos ó libres, aunque lo mas comun es lo primero. 128 El vestuario que acostumbran allí los hombres no tiene diferencia de los que se estilan en España ni la hay grande entre las varias gerarquias que lo componen porque todas las telas son comunes y las usa el que las puede comprar; y, assi, no es reparable el ver un mulato ú otro hombre de oficio con un rizo tisú quando el sugeto de la mayor calidad no halla otro mas sobresaliente con que poderse distinguir. Todos visten con mucha ostentacion, y puede decirse sin exageracion que las telas que se fabrican en los paises donde la industria trabaja para conseguir sus invenciones se lucen en Lima mas que en ninguna otra parte por la mucha generalidad con que se gastan, siendo esto causa de que tengan consumo las muchas que llevan las armadas de galeones y registros. Y aunque su costo es allí tan subido que no se puede comparar con el que tienen en Europa los mismos generos, no embaraza este ni para que dexen de vestirse de las mejores ni para no usarlas con desenfado y generosidad, sin poner aquel cuidado en su conservacion que parece corresponiente á su mucho costo; pero aun, esto es nada en los hombres respeto de lo pródigas que son las mugeres en vestirse y adornarse, assunto que sería injusto el no tratarlo en la extension que requiere. 129 En la eleccion y gusto de los encages de que se ha de componer el vestuario, se pone el mayor cuidado, y es tan regular este en aquellas señoras que, no ciñendose á solas las casas de la nobleza, viene á ser comun en todas las demás mugeres, á excepcion del infimo grado de las negras. Los encages, pues, se transforman, y la parte que entra en ellos de aquellos lienzos mas finos y delicados solo queda en aprehension porque en algunos ropages son en tan corta cantidad que si se llega á ver es mas bien sirviendo de adorno que de fondo, y estos han de ser de la superior calidad de Flandes porque todos otros se reputan por comunes. 130 La moda del trage, bien diferente del de Europa y que le hace tolerable el uso de aquel país por mas que á los españoles parezca al principio poco decoroso, se reduce al calzado, la ropa interior de camisa y fustán, que en España se dice enaguas blancas, un faldellin abierto y un jubon blanco en el verano ó de tela en el ibierno; algunas, aunque pocas, agregan á esto un ajustadorcillo al cuerpo porque aquel queda suelto. La diferencia de este trage al de Quito, aunque compuestos de unas mismas piezas, consiste en que el de Lima es mucho mas corto, de modo que el faldellin, que usan atarlo quedándoles todo el vientre sobrepuesto á él, solo llega á la mitad de la pantorrilla, y de allí hasta poco mas del tobillo cuelga la punta de encages finissimos que hace el ruedo del fustán, á cuya transparencia, casi llegando al tobillo, se dexan ver los extremos ó cabos de las ligas bordados de oro ó de plata, y tal vez salpicadas en ellas algunas perlas, aunque esto no sea comun. El faldellin, que ó bien es de terciopelo ó de otra tela guarnecido con franjas todo al rededor, no tiene menos sobrepuestos que los que quedan yá explicados en la parte primera, pero, para acrecentar su lucimiento y que sea mas estimable, buscan siempre lo mas exquisito, y con esto lo guarnecen yá sea de telas y franjas ó yá de encages y cintas particulares. Las mangas de camisa, que tienen de largo vara y media y dos de vuelo, se componen, quando son para el lucimiento, de el un cabo hasta el otro de tiras de encages, unidas ó juntas entre sí, con variedad y alternacion de sus labores para que formen mas agraciada simetría; sobre la camisa ponen el jubon, cuya manga, que es muy grande, forma en dos hojas una figura circular, y se compone todo él de tiras de encages y de chambray ó clarin correspondiente á aquellas en la finura, alternando entre cada dos de las primeras una de estas, lo que tambien suelen practicar en las mangas de camisa quando no son del mayor lucimiento. El cuerpo de esta lo sujetan en las espaldas con unas cintas, que para este fin tienen á los costados del pecho postizo, y despues, arremangando sobre los hombros las mangas circulares del jubon, hacen lo mismo con las de la camisa, que quedan sobre las primeras; y prendidas allí, forma en la espalda su follage, como quatro alas que les llegan hasta la cintura. El jubon, que no lo abrochan, lo apuntan igualmente en la espalda; y, dispuesto assi el todo del vestuario, queda vistoso y agradable. Las que usan apretadorcillo ó armilla lo abrochan ceñido al cuerpo, sin que por esto dexen de poner encima el jubon regular; si es en tiempo de verano, se rebozan con un paño largo, cuya tela y hechura es semejante á la de la camisa y cuerpo del jubon, y una y otras de cambray ó clarin muy finos guarnecidos de encages, unos al ayre, que assi llaman á los que prenden en todas las costuras por el un canto solamente, y otros haciendo alternancia con los lienzos finos, como practican en las mangas; pero si es en el ibierno, con un rebozo de bayeta llano para dentro de sus casas y muy guarnecido de sobrepuestos correspondientes á los del faldellin quando salen de lucimiento con saya de montar; tambien los acostumbran de bayeta musca guarnecidos al rededor con franjas ó tiras de terciopelo negro de una tercia ó poco menos de ancho. Sobre el faldellin ponen un delantar correspondiente en todo á las mangas del jubon, al qual llega hasta el ruedo de aquel. Todo esto dá á conocer quan costoso será un trage en que lo mas de la tela á lo que por donayre ó agrado solo havia de servir para guarnicion, y no causará novedad que una sola camisa como las que usan de novias tenga mil pesos y á veces mas de costo. 131 Una de las cosas en que mas esmero ponen aquellas mugeres es en el tamaño de los pies, y las que los tienen menores se consideran con mas perfeccion que las otras, siendo esta una de las tachas que objetan generalmente á todas las españolas porque, al respeto, los tienen grandes; y como aplican gran cuidado desde su corta edad en estrechar el calzado, hay algunas á quienes les quedan tan pequeños que no exceden en lo largo de cinco pulgadas y media á seis del pie de París, y aun en las de pequeños cuerpos algo menos. La hechura de los zapatos es llana y casi ó del todo sin suela porque con un pedazo del mismo cordován la componen, y no mas ancho ni menos redondo por la punta que en el talón, de forma que viene á hacer un 8 prolongado, si bien puesto el pie dentro de él no se acomoda á esta figura y queda mas regular; asseguranlo con hevillas de diamantes ó otras piedras, segun los possibles de cada una, sirviendo estas mas bien de lucimiento que de impedir el que se cayga porque su hechura es tal que ni puede descalzarse por sí, siendo lleno totalmente, ni lo embaraza la hevilla quando se lo quieren quitar. No acostumbran poner perlas en ellos, y es arduo el congeturar la causa respeto de que las gastan en todos los adornos y que las miran como cosa comun. Los maestros que los hacen, con el conocimiento de lo que se lisongean en lucir los pies las que los usan, suelen inventar en ellos algunos pespuntes y picaduras tales que sirven de acortar el tiempo de su servicio. Los ordinarios cuestan peso y medio aunque tambien, siendo bordados de oro ó plata, levantan su valor lista el de 8 ó 10 pesos, pero los de esta clase no están muy en uso porque ni su hechura ni el fin de que luzca lo pequeño del pie se acomoda bien á tales adornos. 132 Estilan mucho vestir la pierna de una media de seda blanca muy delgada para que parezca mejor, y otras veces de color y bordadas, pero siempre finas, concediendo la preferencia á las primeras como que el color puede dissimular menos los defectos de la pierna, la qual, estando casi toda descubierta, los manifiesta á la vista; llevadas de esta idea, no procuran adornarlas para que parezcan como son en sí, de que se ofrecen en las conversaciones no cortos assuntos festivos, arguyendo cada una sobre los que se notan en las demás. 133 Todo lo dicho hasta aqui ha sido solo pintar el trage que usan aquellas señoras en el ropage y galas que acostumbran para vestir el cuerpo y calzado; pero falta lo principal, que son los demás adherentes de lucimiento con que se adornan para salir de casa y concurrir en sus visitas, passeos ú otras funciones publicas, á cuya descripcion daré principio por el peynado, que, siendo totalmente natural, las agracia con estremo, y conduce para ello el ser uno de los dotes con que naturaleza las adorna el del pelo, que en las mas es negro y muy poblado, creciendoles hasta llegarles mas abaxo de la cintura. Este lo recogen ó atan en la parte posterior de la cabeza, dividiendolo en seis trenzas que ocupan todo su ancho; despues, atraviessan una aguja de oro algo curva, que llaman polizon, ó dan este nombre á dos botones de diamantes como pequeñas nueces que tiene en los estremos; van colgando las trenzas en él, de modo que la doblez cayga á la altura del hombro haciendo la figura de aros chatos; y assi lo dexan, sin cinta ni otra cosa, para que se ostente mejor su hermosura. En la parte anterior y superior ponen varios tembleques de diamantes y, con el mismo cabello, hacen unos pequeños rizos que, siguiendo su ceja encaracolados, baxan de la parte superior de las sienes hasta la medianía de las orejas, como que salen naturalmente del mismo pelo, y ponen dos parches de terciopelo negro algo grandes en las sienes, á la manera de los que se han dicho en otras descripciones que igualmente las agracian. 134 Los pendientes de las orejas son brillantes y los acompañan con unas borlitas negras ó polizones, distintos de los que tiene la aguja, de donde cuelgan las trenzas, y á la manera de los que quedan yá descritos en otra parte, los quales adornan con perlas. Estas son tan comunes en sus gargantas que, además de aquellas regulares para ceñirlas, estilan al cuello rosarios, cuyos botones, assi en los engastes como en lugar de los dieces, son todos de distintas perlas, componiendo entre ellas el tamaño de una gruessa avellana, y algo mas los que penden de la cruz. 135 Fuera de las sortijas y cintillas de diamantes y de las pulseras de perlas, que procuran sean de las mas sobresalientes en calidad y tamaño, usan otras de diamantes engastados en oro ó por mas particularidad en tumbaga, que tienen una pulgada y media ó mas de ancho, donde el metal solo sirve de sostener las piedras. Ultimamente, sobre el vientre se oponen una joya redonda muy grande, que, estando sujeta á un cinto, cuyo nombre participa, los ciñe por aquella parte; en ella no son menos comunes los diamantes que en las manillas y demás aderezos, con que, vestida una de aquellas señoras toda ella de encages en lugar de lienzos, quedando las telas mas ricas confusas con la variedad y adornandola las perlas y diamantes, no se hace increible lo que por allá se pondera en este assunto, regulando el valor de lo que se lleva quando se viste de gala desde 30 hasta 40 mil pesos, mas á menos segun los caudales, grandeza digna de toda admiracion, y de que usan aun las particulares por lo comun. 136 No se contiene la generosidad y franqueza de aquellos genios en el uso de tales alhajas sino que, obstentandolo en todas sus acciones, la manifiestan en el descuido y poco aprecio con que las tratan, lo qual es causa de que su duracion no sea á proporcion de la materia y dá motivo á gastos crecidos con la renovacion de los engastes ó de nuevos aderezos, lo que en las perlas, por su mayor fragilidad y la inclinacion que las tienen, es mas regular. 137 Para salir á la calle, usan dos trages distintos; el comun, de manto y basquiña de cola; y otro, de basquiña ó saya redonda y mantilla. Aquel para ir á la iglesia, esta para los passeos y diversiones, y uno y otro de mucho costo, assi por los bordados de plata, oro ó seda que los cubre como por la tela de que se hacen, aunque esta suele no corresponder á los sobrepuestos. 138 Con el vestido de cola lucen mas particularmente el Jueves Santo porque para visitar los sagrarios salen acompañadas de dos ó cuatro negras ó mulatas esclavas vestidas de uniforme á manera de lacayos; y como van sin embozo, no queda mas que ver para admirar la suma riqueza de que se componen sus trages y la ostentacion con que visten. 139 En quanto á la presencia de los cuerpos, son todas las mugeres por lo general de mediana estatura, hermosas y agraciadas, muy blancas, sin artificio, y en lo comun las dota la naturaleza, además del arreo del cabello, como yá se advirtió, de viveza y señorío en los ojos y lustre en la tez. A estas perfecciones corporales, se agregan las del espiritu en los entendimientos claros y perspicaces que posseen; el agrado es en ellas familiar con un cierto señorío, que al passo las hace amables, las dexa respetuosass; el asseo no hay expressiones que lo puedan explicar bastantemente; mantienen una conversacion con discretos y elegantes discursos y con propiedad hablan en los assuntos que se suscitan. Todas estas recomendables circunstancias son causas de que muchos europeos se queden prendados allí, estableciendose con el lazo del matrimonio. 140 Sufren la objecion de que con el conocimiento de sus capacidades adquieren cierto genero de altivez que no les permite subordinarse á agena voluntad ni á la de sus maridos, pero, como son discretas, saben grangearse la de estos á fuerza de complacerlos y lograr sin violencia el ser dueñas de sus alvedrios, sin que á esto obste uno ú otro caso particular en que la falta de prudencia en los sugetos sea causa de contrarios accidentes porque no se puede solicitar en que todos sean estos dotes con igualdad; y en este supuesto las dos objeciones que se les ponen no parecen del todo justas porque la de ser gastadoras mas que las de otros paises nace sobre el crecido valor que allí tienen todas las cosas de estar criadas con explendidez, y la de procurar conservarse en una cierta independencia no conoce otra causa que la de haverse establecido assi desde los principios, coadyuvando á ello el que siendo hijas del país y los contrayentes muchas veces no, tanto quanto es natural en estos alguna estrañeza, les falta la autoridad que sería necessaria para reformar los modales, y assi se avienen sin repugnancia á las que hallan establecidas porque de ellas no les resulta perjuicio á la estimacion, en la qual se señalan tanto aquellas mugeres que, sabiendo grangear la voluntad, mantienen las obligaciones del matrimonio con un genero de discrecion y amistad tan firme que no tiene comparacion con las de otros paises. 141 Tienen gran propension á los olores, tanto que continuamente andan llenas de ambar; ponenlo por lo regular detrás de las orejas y en otras partes del cuerpo, como tambien en la ropa ó alhajas con que se adornan; y no bastándoles la natural fragrancia de las flores, á que son igualmente apassionadas, las mezclan ó untan con él. En la cabeza ponen aquellas que son de mejor vista, y otras que se hacen mas exquisitas por el olor que por la hermosura de las hojas y colores meten entre los dobleces de las mangas; con que, de mucha distancia llega á percibirse el oloroso ambiente que despiden. Una de las que mas les lleva la atencion es la flor de la chirimoya, que, como yá queda dicho, se hace estimable por el olor agradable que exhala no siendo nada vistosa. La plaza principal de aquella ciudad se convierte diariamente en jardin, y de mañana son tantas las flores que á ella acuden que no queda á la vista mas que apetecer ni al olfato otro deleyte que desear; vanse allí las señoras en sus calesas á comprar las que mejor les gustan y no reparan en el precio quando son de su agrado, siendo esta allí diversion tan comun que con ella se forma un gran concurso en aquel sitio, y acuden á gozarla todas las personas de mas forma quando no se lo impiden otras ocupaciones. 142 Las demás classes de mugeres siguen el exemplo de las señoras, assi en la moda de su vestuario como en la pompa de él, llegando la suntuosidad de las galas hasta á las negras, segun corresponde á su esfera. Ni estas ni otras algunas andan allí descalzas, como sucede en Quito, y, queriendo hasta en el calzado imitar á las señoras, oprimen tanto los pies con los pequeños zapatos que dissimulan en parte su grandor natural, no siendo poco lo que tienen de sufrir antes de llegar á este punto. El aseo y primor es prenda tan general en todas que siempre andan almidonadas luciendo los follages de encages que cada una se pone segun su possible, siendo uno de los mayores assuntos que llevan su atencion la limpieza; por lo qual, en sus casas sobresale esta con no pequeño esmero y prolixidad. 143 A la propiedad de ser todas chistosas y decidoras, corresponde el genio alegre naturalmente y risueño, acompañado de un semblante agradable y obsequioso; son muy apassionadas á la musica, tanto que entre la gente comun no se oye mas que canciones artificiosas y agraciadas, ayudándolas para completar esta passion el tener buenas voces, de que hay algunas con tanta excelencia que causan admiracion; assimismo, son muy afectas á los bayles, y en su invencion luce la ligereza con assombro, y á este respeto toda su inclinacion es á cosas alegres y de diversion ó recreo. 144 Además de la viveza y penetracion de entendimiento de aquellos naturales, assi en hombres como en mujeres, los adelanta mucho la cultura, adquiriendo por medio de las conversaciones nuevos quilates de perfeccion que los facilitan las frequentes ocasiones de tratar con las personas de mayor decencia y lucimiento que passan de España y el uso de una politica institucion que hay, por la qual, suscitandose varias especies en las concurrencias, son, aunque impensadas escuelas de los entendimientos, las tertulias que forman aquellos ciudadanos en que procura cada uno sutilizar discretamente para no ser inferior á los demás. 145 El natural de aquellos habitantes, aunque brioso, es dócil; ninguno consiente ser predominado con vituperio, y son muy obedientes y reducibles al agrado porque aman mucho la dulzura, de modo que pocos exemplares causan grande escarmiento en sus ánimos; tienen mucho corage, y su pundonor es tanto que ni dissimula afrenta ni solicita lance con provocacion ó atrevimiento; con que, todos viven tranquilos con gran sociabilidad. Los mulatos, como gente mas inculta y de menos reflexion, en quienes los vicios hacen mas labor, son altivos, inquietos y ruidosos entre sí pero, aun assi, no suceden desastres ni se ven con frequencia desgracias en medio de ser tan crecido el vecindario. 146 La nobleza corresponde en sus modales á las circunstancias de la calidad; la cortesía brilla en todas sus acciones, el obsequio para con los forasteros no conoce límites y con agrado brindan el cortejo sin presumpcion ni lisonja, prendas todas que elevan su estimacion al passo que hacen parecer la distincion de los sugetos, y son recomendables para el complexo de sus circunstancias á todos los europeos que los tratan.
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Capítulo V De la vida de Sinchiroca primer, señor ynga A Manco Capac sucedió, como dijimos, Sinchiroca, su hijo y de Mama Huaco, su mujer y hermana. Este Sinchiroca fue un hombre muy valeroso e inclinado a la guerra. Fue franco, generoso y bien acondicionado con los suyos, y el que primero mandó expresamente a todos los de su linaje se horadasen las orejas en señal de su nobleza, a causa de habérselas horadado un sobrino suyo llamado Manco Inga en una guerra. Aunque esto de horadarse las orejas dicen otros que lo tomaron de los primeros yngas que las traían horadadas cuando aparecieron en el Cuzco y de aquí pudo proceder mandarlo a todos los de su linaje Sinchiroca Ynga, para que fuesen conoscidos y señalados por de casta Real. Lo cual se hacía con grandes ceremonias, como en su lugar se dirá. Este Sinchiroca casó con su hermana Chimpo Coya, según su ley. Tuvo muchos hijos y el principal que le sucedió en el señorío fue Lloque Yupangui, hijo de su mujer y hermana. Su figura es al natural la que se ve.
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CAPITULO V Que trata de las grandes crueldades que hicieron los cholultecas, y de la destrucción de Cholula Habiendo pues acabado Cortés un negocio tan heroico y arduo de haberse convertido por su orden y mano los cuatro caciques y cabeceras de Tlaxcalla, desde allí en adelante se comenzaron a tratar los negocios tocantes a la conquista, cómo y de qué manera se podía entrar y tomar a México y ganar las demás ciudades y provincias para que, ansimismo, viniesen en conocimiento de Dios y de la verdadera lumbre de nuestra Santa Fe, y que fuesen bautizados y se diesen de paz sin derramamiento de sangre, muertes de hombres, y que cuando esto no quisiesen venir ni hacello por bien, ni serles amigos, castigallos muy de veras, vengarse de ellos y de sus injurias como se lo tenían prometido. De manera que desde allí en adelante no se trataba de otra cosa que de hacer gente contra los culhuas mexicanos, lo cual dentro de muy breve tiempo se hizo por no dar lugar a que estos se confederasen con los tlaxcaltecas. Y por evitar malos pensamientos y otras nuevas ocasiones y propósitos, procuró Cortés de no dejar de la mano a sus nuevos amigos y confederados, usando, como siempre, de sus astucias como astuto capitán y de la buena ocasión que presente tenía. Hecha su gente, comenzaron a marchar y mover sus ejércitos españoles y tlaxcaltecas con mucho orden de su milicia, número y copia de gentes y bastimentos bastantes para tan grande empresa, con muy principales y famosos capitanes ejercitados en la guerra, según su uso y manera antigua. Fueron por capitanes Piltecuhtli, Acxoxecatl, Tecpanecatl, Cahuecahua, Cocomitecuhtli, Quauhtotohua, Textlipitl y otros muchos, que por ser tantos y tanta la variedad de sus nombres no se ponen, sino sólo los más señalados, que siempre tuvieron fidelidad con Cortés hasta el cabo de su conquista. La primera entrada que se hizo fue por la parte de Cholula, donde gobernaban y reinaban dos señores, que se llamaban Tlaquiach y Tlalchiac, que siempre los que en este mando sucedían eran llamados deste nombre, que quiere decir "El mayor de lo alto" y "El mayor de lo bajo del suelo". Entrados pues por la provincia de Cholula, en muy breve tiempo fue destruida por muy grandes ocasiones que para ello dieron y causaron los naturales de aquella ciudad. La cual fue destruida y muerta en esta entrada gran muchedumbre de cholultecas. Corrió la fama por toda la tierra hasta México, donde puso horrible espanto y más el ver y entender que los tlaxcaltecas se habían confederado con los dioses, que ansí generalmente eran llamados los nuestros en toda la tierra de este Nuevo Mundo, sin podelles dar otro nombre. Tenían tanta confianza los cholultecas en su ídolo Quetzalcohuatl que entendieron que no había poder humano que los pudiese conquistar ni ofender, antes entendían acabar a los nuestros en breve tiempo, lo uno porque eran pocos, y lo otro porque los tlaxcaltecas los habían traído allí por engaño a que ellos los acabaran, pues confiaban tanto en su ídolo que creían que con rayo y fuego del cielo los habían de consumir y acabar y anegar con aguas. Decíanlo ansí, y lo publicaban a grandes voces diciendo. "Dejad llegar a estos advenedizos extranjeros, veamos qué poder es el suyo, porque nuestro dios Quetzalcohuatl está aquí con nosotros, que en un improviso los ha de acabar. Dejad que lleguen esos miserables, veámoslos agora, gocemos de sus devaneos y engaños que traen pues son locos de quienes se fían aquellos sométicos mujeriles, que no son más que mujeres, cardajas, de sus hombres barbudos, que se han rendido a ellos de miedo. Dejad que lleguen los alquilados, que bien les han pagado la vida a los miserables. Mirad a los ruines tlaxcaltecas, cobardes, merecedores de castigo: como se ven vencidos de los mexicanos, andan a buscar gentes advenedizas para su defensa. ¿Cómo os habéis trocado en tan breve tiempo, y os habéis sometido a gente tan bárbara y advenediza, extranjera y en el mundo no conocida? Decidnos de dónde los habéis traído alquilados para vuestra venganza. ¡Oh miserables de vosotros que habéis perdido la fama inmortal que teníais de vuestros varones ascendientes de la muy clara sangre de los antiguos teochichimecas, pobladores de estas tierras inhabitables! ¿Qué ha de ser de vosotros gente perdida? Mas aguardad, que muy presto veréis el castigo que sobre vosotros hace nuestro dios Quetzalcohuatl". Estas y otras cosas semejantes decían, porque tenían entendido que en efecto se habían de abrasar con rayos de fuego que del cielo habían de caer sobre ellos, y que de los mismos templos de sus ídolos habían de salir y manar ríos caudalosos de agua para los anegar, ansí a los de Tlaxcalla como a los nuestros, que no poco temor y espanto causaba a los amigos tlaxcaltecas creyendo que sucediese ansí como decían los cholultecas. Decían, especialmente los pregoneros del templo de Quetzalcohuatl, todo esto, que ansí lo publicaban. Mas, visto por nuestros tlaxcaltecas que nuestros españoles apellidaban a Santiago, y comenzaban a quemar los españoles los templos de los ídolos y a derribarlos por los suelos, profanándolos con mayor determinación, y como no vían que hacían nada, ni caían rayos, ni salían ríos de agua, entendieron la burlería y cayeron en la cuenta de cómo era todo falsedad y mentira. Tornaron ansí cobrando tanto ánimo que, como dejamos referido, obo en esta ciudad tan gran matanza y estrago que no se puede imaginar; de donde nuestros amigos quedaron muy enterados del valor de nuestros españoles. Y desde allí en adelante no estimaban acometer mayores cosas, todo guiado por orden divina, que era Nuestro Señor servido que esta tierra se ganase y rescatase y saliese del poder del demonio. Antes que esta guerra se comenzara, fueron enviados mensajeros y embajadores de la ciudad de Tlaxcalla a los cholultecas, a rogarles y requerirlos por la paz, enviándoles a decir que no venían a buscar a ellos, sino a los de culhua, culhuacanenses mexicanos, que, como está dicho, este era el hombre y el apellido culhuaque era porque habían venido de las partes de Culhuacan de hacia la parte del Poniente, y mexicanos porque ansí se llamaba la ciudad de México, donde estaban poblados con supremo poder. Fueles enviado decir por los de Tlaxcalla y de parte de Cortés, que se viniesen y diesen de paz, y que no tuviesen temor que los dioses blancos y barbudos les hiciesen daño, porque era muy principal gente y muy noble, que querían su amistad, y ansí les rogaban como amigos los recibiesen de paz, pues hacíendolo ansí serían bien tratados de ellos y que no les harían ningún mal tratamiento, porque de otra manera, si los enojaban, era gente muy feroz, atrevida y valiente, que traían armas aventajadas y muy fuertes de hierro blanco, (decían esto a causa de que entre ellos no había hierro sino cobre) y que traían tiros de fuego y animales fieros, que los traían de traílla atados con condeleres de hierro, y calzaban y vestían hierro, y de cómo traían ballestas fortísimas, y leones y onzas muy bravas que se comían las gentes (lo cual decían por los perros lebreles y alanos muy bravos, que, en efecto, traían los nuestros, que fueron de mucho efecto), y que con estas cosas no se podían escapar ni tener reparo si los dioses se enojaban y no se entregaban de paz, lo cual les parecía a ellos muy bien por excusar mayores daños. Y que les aconsejaban como amigos lo hiciesen ansí. Mas, sin hacer caso de estas cosas, no quisieron sino seguir su parecer de no darse, sino morir antes, y en lugar de este buen consejo y buena respuesta a los de Tlaxcalla, desollaron vivo la cara a Patlahuatzin, su embajador, persona de mucha estima y principal valor. Y lo mismo hicieron de sus manos, que se las desollaron hasta los codos, y cortadas las manos por las muñecas, que las llevaba colgando. Y le enviaron desta manera con gran crueldad, diciéndole ansí: "andad y volved y decid a los de Tlaxcalla y a estos otros andrajosos hombres, o dioses o que fuesen, que son esos que decís que vienen, que eso les damos por respuesta". Y ansí, se vino el pobre embajador con harta lástima y dolor, el cual puso terrible espanto y pena en la República, siendo uno de los gentiles y hermosos hombres de esta Señoría, dispuesto y bien agestado. Y visto tan gran atrevimiento y vil tratamiento, de que murió Patlahuatzin en servicio de su patria y República, donde dejó eterna fama entre los suyos como lo refieren en sus enigmas y cantares, fueron indignados los tlaxcaltecas, pues recibieron por grande afrenta una cosa que jamás había pasado en el mundo porque los semejantes embajadores siempre eran tenidos en mucho y honrados de los reyes y señores extraños que con ellos comunicaban las paces, guerras y otros acontecimientos que entre las provincias y reinos suelen suceder. Y ansí, con esta indignación dijeron a Cortés: "Señor muy valeroso, en venganza de tan gran desvergüenza, maldad y atrevimiento, queremos ir contigo a asolar y destruir aquella nación y su provincia, y que no quede con vida gente tan perniciosa, obstinada y endurecida en su maldad y tiranía, que aunque no fuera por otra cosa más de por ésta, merecen castigo eterno, pues que en lugar de darnos gracias por nuestro buen comedimiento, nos han querido menospreciar y tener en tan poco amor de ti". El valeroso Cortés les respondió con rostro severo, diciéndoles: "que no tuviesen pena, que él les prometía la venganza dello", como, en efecto, lo hizo ansí. Por esto como por otras traiciones, se puso en ejecución dalles guerra muy cruel, donde murieron grande muchedumbre dellos como se verá por la crónica que de la conquista de esta tierra está hecha. Decían los cholultecas que los habían de anegar en virtud de su ídolo Quetzalcohuatl, que era el ídolo mas frecuentado de todos los que se tenían en esta tierra, y ansí el templo de Cholula lo tenía por relicario de los dioses. Y decían que cuando se descostraba alguna costra de lo encalado en tiempo de su gentilidad que por allí manaba agua. Y porque no se anegasen mataban niños de dos o tres años, y de la sangre de éstos mezclada con la cal, hacían a manera de zulaque y tapaban con ella los manantiales y fuentes que ansí manaban. Y ateniéndose a esto, decían los cholultecas que cuando algún trabajo les sucediese en la guerra de los dioses blancos y tlaxcaltecas, descostrarían y depostillarían todo lo encalado, por donde manarían fuentes de agua con que los anegasen. Lo cual hicieron, pusieron por obra, cuando se vieron en tan grande aprieto como en el que se vieron. Lo cual, aunque lo hicieron, no les aprovechó cosa alguna de que quedaron muy burlados, y, como hombres desesperados, los más dellos que murieron en aquella guerra de Cholula se despeñaban ellos propios y se echaban a despeñar de cabeza arrojándose del cu de Quetzalcohuatl abajo, porque ansí lo tenían por costumbre muy antigua desde su origen y principio, por ser rebeldes y contumaces como gente indómita y dura de cerviz, y que tenían por blasón de morir muerte contraria de las otras naciones, y morir de cabeza. Finalmente, los más dellos en esta guerra morían desesperados, matándose ellos propios. Acabada la guerra de Cholula, entendieron y conocieron los cholultecas que era de más virtud el Dios de los hombres blancos y sus hijos más poderosos. Los tlaxcaltecas, nuestros amigos viéndose en el mayor aprieto de la guerra y matanza llamaban y apellidaban al Apóstol Santiago, diciendo a grandes voces ¡Santiago!; y de allí les quedó que hoy en día hallándose en algún trabajo, los de Tlaxcalla llaman al Señor Santiago. Usaron los de Tlaxcalla de un aviso muy bueno que les hizo Cortés para que fueran conocidos y no morir entre los enemigos por yerro, porque sus armas y divisas eran casi de una manera y había en ellas poca diferencia, que como era tan gran multitud de gentes la una y la otra, ansí fue menester, porque si esto no fuera, en tal aprieto se mataran unos a otros sin conocerse. Y ansi, se pusieron en las cabezas unas guirnaldas de esparto, a manera de torzales, y con esto eran conocidos los de nuestra parcialidad, que no fue pequeño aviso. Destruida Cholula, en esta primera entrada que se hizo, y muerta tanta muchedumbre de gente, pasaron luego nuestros ejércitos adelante, poniendo grande temor y espanto por donde quiera que pasaban, hasta que la nueva de tal destrucción llegó a toda la tierra y las gentes, admiradas de oír cosas tan nuevas y de cómo los cholultecas eran vencidos y perdidos, los más dellos muertos y destruidos en tan breve tiempo, y de cómo su ídolo Quetzalcohuatl no les había ayudado en cosa alguna, hicieron grandes conjeturas todas estas gentes como grandes sacrificios y ofrendas, porque no sucediese lo mismo a todos los demás, con grandes llantos y lloros, que era lástima vellos metidos en un juicio tan profundo como éste. Aunque todas estas cosas les aprovechaban muy poco, no por eso dejó de causar grandísimo temor a toda la tierra, cuyo vencimiento rebajó los bríos de todos los comarcanos, sin entender por dónde viniese tan gran castigo de los dioses. Y ansí, desde aquí en adelante vivían con cuidado, esperando el fin que había de tener la venida de estas nuevas gentes, y escondían sus hijos y mujeres y haciendas en lo más espeso y oculto de la sierra.