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La iglesia de Sacré-Couer domina toda la ciudad de París desde la parte más alta del barrio de Montmartre. Las obras comenzaron en 1874, una vez finalizado el Segundo Imperio, siendo Paul Abadie el encargado de la construcción, pero se prolongaron en el tiempo para ser finalizadas antes de acabar el siglo XIX por Lucien Magne. La iglesia tiene una acentuada inspiración románica, tomando como fuente el templo de Saint-Front de Périgueux, destacando sus elegantes cúpulas.Renoir tomó las obras de la iglesia como tema en esta composición que contemplamos, una de las escenas más impresionistas de sus últimos años ya que el artista se interesa especialmente por la luz, el color y la atmósfera, diluyendo los contornos de la misma manera que estaba haciendo Monet. Las pinceladas son rápidas y empastadas al interesarse el maestro por captar el momento lumínico determinado. Las tonalidades verdes dominan el conjunto, contrastando con los amarillos y sienas para crear un entramado cromático de gran impacto visual, en el que el dibujo y la forma se pierden en beneficio de la luz y el color.
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Constable sentía especial interés por el arco iris, fenómeno evanescente que se presenta tras la tormenta y anuncia el buen tiempo. En las obras de Rubens y Ruysdael había encontrado el motivo de inspiración, tomándolo posiblemente como elementos simbólico en algunas de su composiciones. Sin embargo, en esta acuarela sólo pretende resaltar el efecto atmosférico y crear contrastes de luz y sombra a los que tan aficionado sería en la década de 1830. La rapidez de la técnica impide ver con más claridad las siluetas de las construcciones de Londres, vistas desde una de las ventanas del número 6 de Well Walk de Hampstead donde el pintor vivió desde 1827, silueta de Londres que se contempla mejor en la Vista de Londres desde Hampstead.
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Desde 1827 Constable vivirá el en número 6 de Well Walk de Hampstead desde donde tomó esta vista de Londres a la acuarela el 7 de diciembre de 1833 a las tres en punto de la tarde, en una tempestuosa tarde con fuerte viento, tal y como reza en una inscripción que se lee al dorso. Es una muestra más -al igual que Vista de Londres con doble arco iris- de la admiración del maestro hacia los efectos lumínicos, suponiendo un claro precedente de Monet y los impresionistas. En la nublada distancia podemos contemplar la silueta de la catedral de San Pablo y su majestuosa cúpula, envuelta en unas tonalidades malvas que inciden en la frialdad del día. Retomando las influencias de los maestros holandeses del Barroco, Constable otorga una gran importancia al cielo que ocupa más de dos tercios de la superficie del lienzo. El resultado es una obra con un gran impacto visual dentro de la etapa expresionista del autor.
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A su llegada a París, Vincent vive con su hermano Theo en un apartamento de la rue Laval, en el barrio de Montmartre. Posteriormente se trasladarán a otro ubicado en la rue Lepic, dentro de la misma zona. Los alrededores que se observan desde la ventana del hogar serán un buen tema para que Vincent los plasme en sus lienzos como en este caso. Su interés por la luz va en aumento, siguiendo los dictados del Impresionismo, estilo que en un principio no aprecia en demasía pero que paulatinamente marcará su producción. No en balde, el holandés consideraba que Millet ha hecho más por la evolución de la pintura francesa que Manet. Incluso a su hermano Wil le dice que el Impresionismo tenía un feo y descuidado aspecto. Pero los contacto con el anciano Pissarro van a provocar que Vincent se interese por captar la luz de la primavera parisina, una luz triste y grisácea que se hace más dorada en los ocasos como podemos contemplar en este cielo. Su pincelada continúa siendo poco detallista, organizando la composición con pequeños toques que provocan cierta sensación de empastamiento. El efecto volumétrico de los edificios encabalgados y la perspectiva están perfectamente logrados, demostrando la facilidad de Van Gogh para aprender.