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Los especialistas no llegan a un acuerdo sobre la autoría de esta soberbia composición protagonizada por la perspectiva, fundamental en la pintura del Quattrocento. Al interesarse Piero della Francesca tanto en este aspecto y existir cierta similitud con las arquitecturas que encontramos en la Flagelación, bien podría ser el maestro de Sansepolcro su autor. En el centro de la tabla, un edificio de planta circular con dos alturas decoradas con medias columnas; a ambos lados se sitúan diversos edificios dotados de un soberbio efecto de profundidad, cerrando la composición nuevas arquitecturas que nos proporcionan el punto de fuga. Las baldosas policromadas del suelo sirven para acentuar la profundidad mientras que los dos podios sobre escalones que encontramos en el primer plano refuerzan el aspecto de simetría general de la composición. La iluminación aplicada a los edificios es sensacional, dotando de un juego de luz y sombra a la composición que eleva las posibilidades de que Piero sea el creador de esta maravillosa obra.
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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En el pequeño pueblecito de Saint-Paul-de-Mausole se ubicaba el hospital mental donde Vincent residía desde el mes de mayo de 1889. Interesado por recoger en sus lienzos los alrededores del sanatorio, en esta ocasión le toca el turno a la iglesia del pueblo, anticipando la famosa vista de la Iglesia en Auvers. Las edificaciones se trasladan al fondo, recortadas ante un cielo azulado con notas blancas, mientras en primer plano contemplamos un amplio espacio ocupado por los terrenos que antecedían al templo. En este primer término observamos las mismas sombras malvas que se proyectan en los tejados - herencia de las teorías impresionistas - condicionadas a la luz de atardecer que Van Gogh nos trasmite en la tela. Sus pinceladas son rápidas y empastadas, aplicando el color con fuerza y sentimiento, mientras que los contornos de los edificios se delimitan con una línea oscura en sintonía con el simbolismo de Gauguin y Bernard.
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A la pintura de paisajes puros, soñadora e imprecisa, se opuso en Holanda otra de vistas de los edificios, concreta y precisa. Entre los pintores de arquitectura, los hubo que dejaron una gran impronta sobre el arte de la construcción y la ciencia de la perspectiva, otros sobre la suntuosidad decorativa y la elegancia mobiliar de los interiores. Entre estos pintores urbanos encontramos a Jan van der Heyden en cuyas obras se manifiesta una especial atención por el detalle y las armonías cromáticas, sin renunciar a la iluminación solar y a la elegancia de las composiciones. Sus obras presentan libertades topográficas, en sintonía con los "caprichos" italianos.
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Canaletto realizará las vistas de Venecia que desean sus clientes, conservando la precisión de su mirada, haciéndose más tópica y complaciente, tal y como vemos en esta escena. Se trata de la Riva degli Schiavoni, una "fondamenta" ensanchada paulatinamente para proteger las construcciones situadas a lo largo de la cuenca de las olas que los barcos lanzan contra la orilla, especialmente en este lugar muy poblado por embarcaciones. En primer plano encontramos varias góndolas -identificadas por sus proas decoradas con un curioso hierro dentado- y al fondo las edificaciones de la zona: el Palazzo Ducal en la izquierda, el Puente de los Suspiros, las Cárceles Nuevas y las distintas edificaciones que se contemplan desde la dársena.