Cuando Gauguin llegó a la Polinesia en 1891 deseó representar rápidamente escenas de las gentes del lugar, como había hecho en Bretaña con La visión tras el sermón o Paisaje bretón. Surgen así imágenes deliciosas como ésta, en la que se recoge una típica danza maorí a la luz de una gran fogata. Los tahitianos danzan alrededor del fuego, creándose excepcionales efectos lumínicos por el fuego. En la zona de la derecha algunas figuras descansan sentadas. La sensación de verismo que ha conseguido Gauguin es soberbia, dando la impresión de que el espectador se encuentra presente en esta danza. Las tonalidades anaranjadas inundan la composición, aplicando el color con toques rápidos aunque alejados de la técnica impresionista de sus obras iniciales como el Escultor Aubé y su hijo o Niña durmiendo.
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obra
Durante la estancia de Gauguin en París en el año 1894 se reunió con un círculo de personalidades artísticas y literarias en su estudio de la rue Vercingétorix, cuyas paredes estaban pintadas de amarillo y verde para crear un decorado similar a su paraíso tahitiano. En esta obra contemplamos a uno de los miembros de ese círculo, el músico sueco Fritz Schneklud tocando el violonchelo. Será éste uno de los mejores retratos pintados por Gauguin al emplear colores complementarios como el azul y el naranja - recordando al Impresionismo - que se contrastan a la vez. Además ha captado con gran realismo su rostro, no exento de cierta dosis de idealismo. El fondo marrón con una decoración colorista, dando la impresión de estar en movimiento, sugiere la música que está tocando Schneklud. Aunque se trate de un retrato, Gauguin no abandona sus títulos poéticos y simbólicos ya que Upaupa sería el nombre de una conocida danza tahitiana, jugando así con el nombre de la danza y con el del músico. Nos encontramos ante una excelente imagen en la que el pintor ha sabido captar la magia del momento, con el músico interpretando su canción.
acepcion
Reunión entre los miembros de una comunidad monástica budista. Su celebración tenía lugar con los cambios de fase lunar.
lugar
La ciudad de Ur, a orillas del Eufrates, tiene su origen a comienzos del periodo El Obeid. Actualmente conocida como Tell a-Muqayyar (Irak), su ocupación es antiquísima, hasta el punto que algunos arqueólogos interpretaron que en uno de los niveles inferiores había muestras del diluvio bíblico, si bien se piensa que debió tratarse de una inundación. Durante la III Dinastía de Ur (2112-2004 a.C.) la ciudad fue reconstruida por sus gobernantes Ur-Nammu, Shulgi y Amar-Sin. Ur-Nammu fue quien comenzó a construir su gran zigurat sobre un templo anterior, obra continuada por su hijo Shulgi y restaurada 1500 años después por Nabónido. La parte más importante de Ur era su centro ceremonial, que incluía el templo de Nanna, una construcción rectangular en cuyo centro hay un gran patio. Había también un giparu, que comprendía la residencia de la sacerdotisa entu y un templo dedicado a Ningal, esposa de Nanna. Una estructura conocida como E-nin-mah pudo haber funcionado como un templo y su tesoro. Otra, llamada E-hursaq, debió ser un palacio. La importancia de Ur en el conjunto de Mesopotamia fue fundamental, no sólo por su papel como enclave comercial sino como centro religioso, siendo el lugar donde se adoraba a Nanna, dios de la luna. Este carácter sagrado hizo que muchos monarcas emprendieran obras de restauración en sus templos. A partir del siglo IV a.C. fue abandonada, probablemente debido a un cambio en el cauce fluvial.
Personaje
Político
En su afán por contener a los belicosos vecinos de Umma, la ciudad de Lagash alcanzará una importante hegemonía sobre la zona. Uno de los principales artífices será Ur-Nanshe. A pesar de no pertenecer a la familia real, lo que hace suponer que se trataría de un usurpador, su reinado está plagado de importantes trabajos públicos como la erección de templos y apertura de canales, tal y como se conmemora en las inscripciones que nos han quedado. La rivalidad contra Umma será continuada por sus sucesores, alcanzando durante el reinado de Eannatum su máximo apogeo.
contexto
En las altas tierras situadas en torno al lago Van, en Anatolia Oriental, se consolida un potente estado, basado en la explotación agropecuaria del entorno, gracias a una importante actividad hidráulica, que permitía el riego de grandes extensiones territoriales, en su mayor parte propiedad real o de los templos. También los aristócratas, dispersos por los distintos núcleos de habitación, eran grandes propietarios y sus tierras estaban trabajadas quizá por mano de obra esclavizada, procedente de los prisioneros de guerra. La mayor parte de la documentación que poseemos procede de fuentes asirias. Ya en las inscripciones de Salmanasar I, en pleno siglo XIII, aparecen las primeras referencias asirias de Urartu; sin embargo, hasta el siglo IX no encontramos noticias sobre la configuración del reino, consecuencia de la unificación política de distintas aldeas para defenderse de las rapiñas asirias. Y la monarquía asiria se convertiría en el modelo teórico para la organización y obtención de los recursos simbólicos del nuevo orden político. Urartu tendría una especie de capital en Tushpa, aunque la descentralización funcional será una constante durante la existencia del reino, para preservar mejor su integridad. Algunos documentos transmiten como nombre de la región el de Nairi, pero éste se refiere únicamente a la parte meridional del reino, la más cercana a los asirios. Durante el reinado de Salmanasar III aparece mencionado Sarduci I, el fundador de la dinastía. Sus sucesores Ishpuini (832-810) y Menua (810-786), no tienen tanta importancia como Argishti I (786-764), con el que el reino alcanza su mayor extensión, en detrimento de los intereses de los maneos, sus vecinos situados en torno al lago Urmia. Por su parte, Sarduri II (764-734) ataca algunos centros neohititas, lo que despierta el recelo de Tiglatpileser III que vence al rey urarteo y pone fin a su pretendido expansionismo hacia el corredor sirio. Es probable, esta derrota, la causa de una sucesión irregular que recae en Rusa I (734-714), un enérgico gobernante que logra recuperar la mayor parte de los territorios perdidos, por la atención de los monarcas asirios a otros asuntos; pero cuando Sargón II decide cuidar su frontera septentrional, Urartu se repliega, como consecuencia del triunfo militar asirio que provoca el suicidio de Rusa I. Sus sucesores Argishti II (714-680) y Rusa II (680-640), pondrán todo su empeño en contener la invasión de los cimerios. El éxito supone tal esfuerzo que el reino queda agotado. Desde entonces el declive será imparable, hasta la desaparición de Urartu hacia 590, como resultado de la presencia escita o meda. Durante el Imperio persa formará parte de la satrapía de Armenia.