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acepcion
"Experto", profesor de las edduba sumerias.
contexto
Pero este programa iconográfico debe otro tanto al manejo de los colores y en este dominio, su maestría todavía nos sorprende hoy. El color sirve, no para imitar la tonalidad de las cosas, sino que componen frases o melodías que, aplicadas a un tema que definen las líneas, las armonizan y las reflejan a su manera. Y en ocasiones se utiliza como un leitmotiv aplicado a personajes determinados: Cristo y los tonos azul y rojo cereza, San Pablo con el verde y rojo burdeos... Aparte de los rasgos ya expuestos, característicos del arte monumental de esta época, se pueden observar también las divergencias que dan un acento peculiar a cada uno de los monumentos. Las imágenes de Hosios Lukas, aunque ilustran más claramente que en ningún otro caso el tipo de decoración que deriva del sistema formulado en la Nea de Basilio, carecen de la elegancia del taller imperial tal como se aprecia, por ejemplo, en los marfiles. Es un estilo más primitivo, desmañado, que tiende hacia la expresión claramente en el cuerpo principal de la iglesia y de manera incluso más acentuada, en el nártex, que es de otra mano. A veces, su estilo es casi tosco -Talbot Rice- como ocurre en la Crucifixión, donde el cuerpo de Cristo aparece violentamente contorneado y las posturas angulosas de María y San Juan han sido exageradas con el propósito de intensificar la emoción de la escena. En la Nea Moni de Quíos, el dibujo da un paso más: fuertes círculos negros localizan los personajes y determinan la acción; ésta, por su parte, se ve influida por el movimiento enérgico de los planos de color que se encuentran, avanzan y retroceden en el espacio luminoso. Un ejemplo cercano a este estilo lo encontramos en el Salterio de la Biblioteca Británica de Londres, iluminado el año 1066 en el monasterio de San Juan de Studio de Constantinopla. Una cincuentena de años separa la decoración de Quíos de la más célebre de la iglesia de la Dormición de Dafni, que se fecha alrededor de 1100. Al parecer, la iglesia fue reconstruida a fines del siglo XI en un monasterio que era ya rico y distinguido y que gozó del mecenazgo imperial. En 1207, monjes cistercienses construyeron un pequeño claustro en el lado sur y permanecieron en el monasterio hasta 1458. Los mosaicos por su parte, fueron restaurados entre 1889 y 1897, pero todavía hoy maravillan al visitante. El katholikon, más pequeño que el de Hosios Lukas, está presidido por la más tremenda visión de Cristo Pantocrátor que se haya realizado nunca: se trata de una visión brutal, que remite al juez semítico, a la amenaza, a la condenación. Esta imagen, junto a los bustos de San Juan Bautista y San Nicolás de las capillas laterales, hacen pensar en Quíos. No ocurre lo mismo con la decoración de los paneles de la nave y el ciclo artístico del nártex que reflejan un estilo más suave, que participa de la belleza graciosa del arte humanista; es el momento del feliz equilibrio entre la fuerza monumental y el refinamiento de la forma. En las escenas cristológicas puede verse de que modo Bizancio expresa la unión sin mezcla de la divinidad y humanidad. La Natividad señala una de las cimas del arte bizantino que podríamos denominar académico: noble y abierto al gusto de la belleza clásica; todo respira una atmósfera agradable, de paz y alegría. Un triple rayo que cae del cielo, establece un lazo estético entre el mosaico y el nicho que le cobija. La vivacidad e intensidad de los colores, la atención al detalle en un firmamento de oro, el dibujo firme y seguro de la carne y los cuerpos de estas figuras, remiten a una manera artística que tiene su origen en la Antigüedad y que se expresa en una pintura mural de manera sistemática, siendo éste el primer ejemplo de todos. Se demuestra, de este modo, cómo el arte bizantino podía progresar tendiendo la mirada hacia atrás, al igual que ocurre en las Homilías de la Virgen del monje Jacobo de Kokkinabaphos, con las que las pinturas de Dafni tienen tantos puntos en común. El movimiento de humanización hallaría su expresión más grandiosa en los frescos que Alejo Comneno, sobrino del emperador Isaac I, hizo ejecutar en 1164 en la iglesia de San Pantaleimon de Nerezi -Macedonia- obra de artistas procedentes de Constantinopla. A pesar de la desaparición de algunas pinturas, el programa religioso de la decoración de Nerezi ha podido ser reconstruido en sus partes esenciales y se constata que se mantiene fiel, en lo esencial, a las propuestas del siglo XI. Sólo algunas escenas de la Pasión -Descenso de la Cruz, Entierro o Llanto por el Cristo muerto- han sido añadidas a los episodios del Evangelio y representadas, a gran escala, en las partes más visibles de la Iglesia. Los artistas han concebido el espacio unitario, de manera que la parte inferior de los muros aparece decorada con una galería de santos, de trazos individualizados y mirada despierta, mientras que la superior se dedica a las escenas evangélicas. Aquí, la vigorosa soltura de los contornos se combina con la elegancia del dibujo y composición que eran tradición en la capital. A ello se añade una intensidad del sentimiento que consigue ofrecer al espectador una impresión real de las emociones de los participantes y que es nueva en el arte bizantino. La mejor de las escenas, la Lamentación por el Cristo muerto, con la Virgen echada sobre el cuerpo de su Hijo y la cara deformada por el dolor, mientras los Apóstoles encorvados dan muestras de una desolada tristeza, es de un patetismo insólito. Por eso, las pinturas de Nerezi marcan un hito en la historia de la pintura. Aquí se encuentran los fundamentos de la pintura italiana del siglo XIII y, también, un camino más libre y espontáneo, que caracterizará a las artes del color en la siguiente etapa artística. Aunque quizás con un tratamiento más tosco, pueden encontrarse numerosos trabajos que siguen las propuestas artísticas innovadoras que han sido desarrolladas en Nerezi. Han sido localizados en áreas ampliamente separadas que van desde Staraya Ladoga en Rusia a Lagodhera en Chipre y de Monreale en Sicilia a Kurbinobo en los Balcanes. Quede aquí constancia de su deuda con Nerezi, al igual que algunos ejemplos del arte del icono como la Virgen de Vladimir -siglo XII- cuyo estilo tiene la misma sencilla seguridad de líneas que los frescos citados y los mismos sentimientos humanos. Así cabe entender el nuevo tratamiento que el artista ha dado a la figura de la Virgen, que inclina la cabeza protectora sobre su Hijo. La Virgen de Vladimir es la primera aparición del tipo Eleusa, o de la Compasión que nos ha llegado y que tendría gran desarrollo. El gusto de la época exigía que la Madre de Dios fuese una madre humana. Resume muy bien lo que fue la civilización de los Commenos, mezcla de esplendor e inseguridad, refinamiento sumo y heroico patetismo. No es casual que hasta el viejo Palacio Imperial empezase a quedar abandonado. No atados ya a él por las ceremonias que antes se celebraban en sus patios y las procesiones que salían de él hacia Santa Sofía cruzando la plaza, los emperadores prefirieron vivir en el palacio de Blanquernas, más pequeño y recogido, situado a unos cinco kilómetros de Santa Sofía, apretado entre el fondo de Cuerno de Oro y la muralla del lado de tierra.
obra
Los fenómenos atmosféricos interesaron especialmente a los pintores románticos ya que ponían de manifiesto la grandeza de la naturaleza respecto al ser humano. Turner no quiso mantenerse al margen de estas ideas por lo que va a representar en muchas de sus telas algún fenómeno atmosférico. En este caso se trata de un aguacero que está en su momento final por lo que apreciamos un incipiente arco iris al tiempo que las nubes van dejando paso a las luces, obteniéndose un sensacional contraste entre zonas de luz y zonas de sombra. Esa luz que se abre paso entre las nubes ilumina un pequeño pueblo costero mientras que la zona del lago, con la barquita en el centro, apenas presenta iluminación. Por regla general, este tipo de imágenes eran retenidas por Turner en su memoria o esbozadas en un boceto para luego ser trasladadas a lienzo, captando así el reflejo de la impresión que le produjo la escena al artista en el momento, pero alterada por la memoria.
contexto
Al entrar Francia en guerra, y en particular después de su derrota, el Gobierno thailandés, con Phibun a la cabeza, volvió, sobre la base del panthaísmo, a reclamar algunos territorios habitados por etnias thai, entre ellos varias provincias del Laos y de la Camboya franceses -septiembre de 1940- (36). El gobierno de Vichy rechazó la reivindicación y estalló una breve guerra: los thailandeses fueron derrotados por mar, y resultaron vencedores en tierra. Japón, que ya había ocupado parte de Vietnam, se ofreció como mediador y forzó a Francia a ceder las provincias -mayo de 1941. Ante la presencia japonesa en Indochina, Thailandia temió por su independencia, y Phibun se puso en contacto con los británicos, pero el 7 de diciembre de 1941 un ultimátum japonés le obligaba a reconsiderar su postura y a aceptar una alianza con Japón. El 25 de enero de 1942 Thailandia declaraba la guerra a los aliados y sus tropas penetraban en Birmania con las japonesas. En pago, Thailandia redondeaba sus anexiones con cuatro Estados malayos -entonces británicos- y otros territorios -1943. La alianza con Japón se presentaba rentable, No obstante, el embajador thailandés en Estados Unidos, Seni Pramot, organizó la oposición exterior, aglomerada en el movimiento Free Thai (Thailandia Libre). Otro movimiento semejante se fundó en Londres. En el interior, la oposición se centró alrededor de dos políticos, Pridi y Adun, que sólo en 1944 establecieron contacto con los aliados a través de China. Por estas fechas el propio Phibun consideraba la posibilidad de pasarse al bando aliado, si era reconocido como tal y se ofrecía para atacar a los japoneses. Británicos y norteamericanos rechazaron el ofrecimiento, y sus suministros sólo fueron destinados a las guerrillas surgidas con apoyo de los aliados y dirigida por ellos, que nunca entraron en combate. En el momento de la rendición japonesa -agosto de 1945- todavía no se había llegado a ningún acuerdo consistente.
contexto
UN ALMANAQUE, AJUSTADO DE ACUERDO CON EL CÁLCULO CRONOLÓGICO DE LOS ANTIGUOS INDIOS DE YUCATÁN, PARA LOS AÑOS 1841 Y 1842, POR DON JUAN PÍO PÉREZ Observaciones. - Las notas u observaciones utz, yutz kin, un día de suerte, lob, u lob kin, un día aciago, significan que los indios tenían sus días de buena y mala suerte, como en algunas civilizaciones de la antigua Europa; aunque es fácilmente observable que el número de sus días de mala suerte es excesivo; sin embargo, son los mismos que en tres antiguos almanaques que pude examinar y comprobar, y eran muy parecidos. Los apliqué al número del día, no al nombre, porque los pronósticos de lluvia, de siembra, etcétera, deben pertenecer, según mi opinión, a los días señalados del mes, y no a los nombres de días particulares; pues éstos (los nombres de los días) cambian todos los años, a excepción de los cuatro primarios, Kan, Muluc, Gix y Cauac, que rigen los años. No obstante, en otro lugar he visto una rueda tumbada en la que los días Chicchan, Cimí o Kimí, Oc, Men, Ahau y Akbal, eran los días de descanso del mes; y esto parece probable, ya que no veo razón alguna para que haya tal exceso de días de mala suerte. En los almanaques antes citados no se seguía este orden, ya sea por ignorancia o por excesiva superstición. De este modo los días en los que el quemador tomaba su fuego, lo encendía y se daba rienda suelta hasta que se extinguía estaban sujetos al tercer, cuarto, décimo y undécimo de los días Chicchan, Oc, Men y Ahau; por ejemplo, ellos dicen que en el tercero Chicchan el quemador toma su fuego, el décimo Chicchan comienza; en el cuarto Chicchan se da rienda suelta, y en el undécimo se extingue; lo mismo puede decirse de Oc, Men y Ahau; para los cuales vemos que estas épocas son móviles, ya que los días 3, 4, 10 y 11 no siempre caen en los mismos días del mes, solamente con la combinación de los números semanales, de acuerdo con los días a los que se refiere. Uno se pregunta ¿quién es el quemador que toma su fuego, lo enciende, permite su destrucción y lo extingue? A esto no sé responder, ya que no he podido encontrar una explicación a este misterio, quizás los días específicos pudieran ser días de sacrificio, o algún acto de superstición.
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Precisamente aquel 20 de abril cumplió Hitler los 56 años. ¿Cómo era el líder que había dominado Europa entera y que aún ordenaba a millares de hombres que marchasen hacia la muerte por su sola voluntad? Uno de los médicos que atendió a Hitler, el Dr. Giesing, dejó esta descripción del Führer. Era el 13 de febrero anterior al 56 cumpleaños: "....Estaba más viejo y más encorvado que nunca. Tenía la piel tan pálida como de costumbre y pronunciadas bolsas debajo de los ojos. Hablaba con claridad, pero en voz muy baja..." Su biógrafo, David Irving, completa las apreciaciones de esa visita: "Dos veces el Führer preguntó al médico dónde tenia a su familia y las dos veces el médico contestó: "la tengo en Krefeld, mein Führer". Hitler parecía lejano y agotado. Tenía las manos blancas y uñas exangües. Dos veces preguntó a Giesing en qué hospital trabajaba y el médico le respondió dos veces a esa pregunta..." De la misma época es esta descripción de Guderian: "Ya no era sólo su mano izquierda, sino todo el lado izquierdo del cuerpo lo que le temblaba. Caminaba con torpeza y estaba cada vez más cargado de espaldas. Sus ademanes eran lentos y como a tirones. Cuando quería sentarse, había que arrimarle una silla y empujar por detrás". Refiriéndose a esos temblores en el brazo, el propio Hitler bromeaba en una reunión con sus gobernadores y altos jerarcas nazis, a finales de febrero de 1945: "...Antes tenía este temblor en la pierna, ahora lo tengo en el brazo. Sólo me cabe esperar que no se me suba a la cabeza. Pero si así ocurriera, puedo asegurar que mi corazón nunca temblará..." Un poco posterior, justo de los días de su 56 años, es esta descripción que sobre Hitler dejó Speer: "Ahora tenía ante mi a un decrépito anciano. Le temblaban las manos y andaba encorvado y arrastrando los pies; hasta su voz era insegura y había perdido su antiguo vigor. Su forma de hablar era titubeante y monótona. Cuando se excitaba, lo cual le ocurría con frecuencia, como a la mayoría de los ancianos, los sonidos casi se ahogaban en su garganta. Seguía mostrando accesos de testarudez, que no me recordaban ya a los de un niño, sino a los de un viejo. Tenía la tez descolorida y la cara hinchada. Su uniforme, antes impecable, en aquellos últimos tiempos estaba con frecuencia desaliñado y con manchas de la comida que se llevaba a la boca con mano temblorosa..." La fiesta de 56 cumpleaños no existió. Otras veces se agolparon ante la Cancillería las brillantes comitivas de jerifaltes del partido, gobernadores, ministros, militares, representantes extranjeros. En otros cumpleaños hubo fastos populares, recepciones, banquetes y discursos. Esta vez, con Berlín en ruinas, con la artillería pesada soviética disparando sobre la capital del Reich, Hitler permaneció sólo un rato en el destartalado jardín de la Cancillería, lleno de cráteres, de restos destrozados, de vainas de proyectiles antiaéreos. Allí le esperaban una representación de las Juventudes Hitlerianas. Un centenar de muchachos de poco más de 14 años que se habían distinguido en los combates del Oder, que con sus panzerfaust habían hecho estragos en las fuerzas blindadas soviéticas. Hitler, que no podía andar treinta pasos seguidos, hizo un simulacro de pase de revista. Luego, con la voz muy apagada, dijo algunas palabras de felicitación y estrechó algunas manos, o, tal era la juventud de algunos de aquellos voluntarios, repartió algunas caricias. Pronto regresó al bunker. Allí tuvo la última gran reunión para estudiar la situación. Junto a él estaban Keitel, Jodl, Krebs, Göring, Himmler, Goebbels, Speer, Bormann, Saur, Ley, Ribbentrop, Dönitz, Burgdorf (su principal ayudante para temas militares), Koller... Keitel manifestó que, dado el cariz que tomaba la situación, probablemente estaría cortada en pocas horas la última gran carretera que marchaba hacia el sur. Era el momento de que Hitler abandonara Berlín y se dirigiera hacia su refugio alpino, en torno al cual se concentrarían los ejércitos de Schoerner, Wenck, Kesselring... Hitler no dejó argumentar mucho más a Keitel: "Sé lo que quiero. Lucharé delante de Berlín, lucharé en Berlín, lucharé detrás de Berlín..." (7)
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En su incansable búsqueda de nuevas presas, los submarinos alemanes descendieron al Atlántico Sur, extendiendo sus ataques a la marina mercante brasileña, que colaboraba con la aliada. Brasil declaró la guerra a Alemania el 22 de agosto de 1942, en respuesta a estas agresiones. Fue una desacertada política la de Berlín en este asunto: unos pocos buques le pusieron en guerra con Brasil, que si bien poco intervino en ella sí cedió en cambio sus puertos y aeropuertos a buques y aviones aliados, dificultando mucho la caza submarina en el Atlántico Sur. Pero el mando de los submarinos alemanes no tenía tiempo para darse pésames por sus errores. En aquellos meses cruciales del verano-otoño de 1942, se estaba decidiendo la guerra en África, en la URSS y en el mar. En junio había establecido el record absoluto de hundimientos: 834.196 toneladas de buques: 24 meses más a ese ritmo hubieran dado la victoria a Alemania. Tampoco fueron magras las cacerías del Eje en los meses siguientes: cuatro meses consecutivos por encima del promedio de 600.000 toneladas: y en noviembre, de nuevo, volvían a rebasar las ochocientas mil. Las consecuencias se dejaron notar fundamentalmente en Gran Bretaña, que pese a todo el apoyo que podían darle los Estados Unidos, recibió ese año 34 millones de toneladas de mercancías, esto es, 2/3 partes de las que arribaban a sus puertos en 1939. En su obra The War at Sea, el capitán de navío Roskill dice: "A mediados de diciembre no quedaban ya en los depósitos comerciales británicos más de 300.000 toneladas de carburante, cuando nuestro consumo mensual ascendía a 130.000 toneladas. El Almirantazgo, por su parte, se reservaba un millón, del que se podía disponer en caso de extrema necesidad; pero si se dejaba disminuir demasiado este depósito de la Marina la flota podía queda inmovilizada". Por su lado, Doenitz también tenía motivos de preocupación: cerraba el año con la cifra más baja de hundimientos: 75 buques con un registro bruto de 351.131 toneladas .... ¿se le estaba esfumando su sueño de ganar la guerra en el mar? Un hombre tan inteligente como él debía contemplar con profunda inquietud ese descenso de las cifras de hundimientos, pero aún sería más alarmante la cantidad de pérdidas entre sus submarinos: 20 el primer semestre del año y ¡67! en el segundo. Total 87 submarinos, esto es, más de los que tenía operativos a comienzos de año (20). Cierto es también que había recibido cuantiosos refuerzos, tanto que el 31 de diciembre disponía de 212 sumergibles, pero cada vez las tripulaciones eran más bisoñas y la gran incógnita siempre estaba presente: ¿hasta cuando podría mantener aquellas pérdidas Alemania?