Los orfebres chimúes dispusieron ampliamente de metales, oro, plata y cobre, producto de los lavaderos locales, de regiones relacionadas y obtenidos por comercio. Conocieron una amplia gama de técnicas, siendo las más características el martillado y el repujado . Objeto representativo era el tumi o cuchillo ceremonial en forma de media luna con un mango figurado, generalmente un personaje mítico como vemos en esta imagen. La mayoría de los objetos de orfebrería se asocian con las tumbas dentro de la tradición funeraria característica del mundo andino.
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acepcion
Catafalco (tablado cubierto de paños sobre el que se expone el féretro en una iglesia).
obra
Junto con Playa con pescadores y Vista del valle del Elba, ésta es una de las más tempranas obras al óleo de Friedrich. Perteneció a un amigo del artista, Carl Schildener. De manera recurrente, Friedrich representa robles y encinas unidos a tumbas, como centinelas de la muerte o de un glorioso pasado. El árbol de la parte izquierda puede verse de nuevo en la Abadía en el encinar, junto a las ruinas, mientras que el de la derecha se halla junto a las ruinas de Eldena en un óleo de 1808, Monje en la nieve, destruido por desgracia en el incendio del Palacio de Cristal de Munich en 1931. Este mismo árbol reaparece en solitario en Roble en la nieve, de 1829. La misma composición de este lienzo, pero invertida, aparece en Cementerio de monasterio en la nieve, de 1817-19, destruido en 1945. En todas estas obras, la asociación de los robles o encinas con las tumbas sucede en invierno o a finales de otoño. Este lienzo, en concreto, parece representar el reverso de Vista del valle del Elba, pintado al mismo tiempo y con el mismo formato. Sin en aquél los abetos parecen representar la apoteosis del Cristianismo, en esta ocasión los robles representan la herencia del paganismo. Sabemos que poseen un contenido nítidamente patriótico; lo mismo sucede con el túmulo megalítico. De 1802 a 1809 Friedrich repite este motivo en numerosos dibujos tanto durante sus visitas a Rügen como a Greifswald y Neubrandenburg, y este tema permanece de forma clara hasta 1815. Su viaje a Pomerania de 1806 fue una búsqueda de motivos nacionales con que confortar su espíritu, pleno de ansiedad ante la alianza del rey de Sajonia con Napoleón en 1805. El de 1807 era un año de derrotas alemanas: tras las de Jena y Auerstedt, Prusia quedó a merced de Napoleón. Berlín cayó en 1806 y Sajonia se rindió al tiempo. Los reyes de Prusia huyeron a Memel, en la frontera oriental. Durante sus giras artísticas a la isla de Rügen, a veces iba acompañado por el poeta Kosegarten, un entusiasta del ossianismo y de los héroes de las leyendas germánicas. En 1778 éste había escrito un poema que parece recoger con absoluta fidelidad Friedrich: "sobre las cuatro piedras cubiertas de musgo,/ entre tres robles susurrantes, ¡paz y calma!/ Duerme bien, tú que yaces debajo/ tú que caíste en la batalla por la libertad..." El dibujo original, con todo, es conocido, y procede de 1802: Dos dólmenes cerca de Gützkow. El dolmen representa firmeza y eternidad: bajo él yace el héroe, quien duerme, no muere. Su despertar es así posible. La nieve representa la pureza, el manto bajo el que la naturaleza se prepara para una nueva vida.
obra
Esta obra obedece a una obligación contraída cuatro años antes con la Academia de Dresde. En 1816 Friedrich, quien confesaba atravesar una crisis creativa, que perdurará hasta la fecha de este lienzo, rehusaba la invitación de su amigo Johan Ludwig Gebhard Lund para marchar a Roma a encontrar su plenitud creativa, como habían hecho ya los Nazarenos. En agosto de ese año, al artista presentó a la exposición de la Academia de Dresde por obras maestras: Vista de un puerto y un lienzo sobre una catedral gótica, hoy perdido. El éxito de estas obras le llevó a solicitar, en diciembre, el ingreso en la Academia de Bellas Artes de la capital sajona, con un sueldo anual de 150 thalers. Como "cuadro de recepción", es decir, obra de admisión que todo nuevo miembro había de entregar, Friedrich realizó este trabajo. Su ejecución fue muy lenta, hasta el punto de que, en 1819, fue amonestado por la demora. De hecho, tras este óleo, no volvió a exponer en dicha Academia hasta 1824. Es bien conocido el simbolismo de este monumento prehistórico, aquí enfrentado a una fantástica tormenta, en la obra de Friedrich. Al igual que en Túmulo megalítico en la nieve, posee un doble registro simbólico. Por un lado, se refiere a la antigüedad pagana, en que se relaciona con la muerte, siginificado reforzado por la presencia del tronco seco de la encina y las flores que se rinden al otoño. Por otro lado, conlleva un sentido patriótico y liberal, acorde con el panorama de reacción política que desarrollaba el sistema de la Restauración. A partir de las Resoluciones de Karlsbad de 1819, los republicanos, ahora llamados "demagogos", entre los que se alineaba Friedrich, fueron perseguidos, y el característico atuendo tradicional germánico, prohibido. Este grupo de estudiantes, artistas y profesionales liberales, apelaba a los sentimientos patrióticos como bandera, y uno de estos símbolos eran las pétreas tumbas de supuestos héroes antiguos, tema que el pintor pomerano venía desarrollando desde hacía más de una década, como en el óleo del mismo título, de 1812, tema que ahora adquiría una indudable actualidad. La dualidad entre la firmeza patriótica y la tempestad que se abate sobre ella, y la oposición muerte-cielo viene determinada por la composición, estructurada en dos líneas convexa-cóncava opuestas formadas por el túmulo y las nubes. Esto se conoce como "esquema hiperbólico".
obra
La composición de la obra Tumulto en la Galería tiene unas líneas de fuerza que convergen en el centro. Los colores expresan luces intensas y junto a las gruesas pinceladas se expresa la violencia.Boccioni había firmado el Manifiesto de los pintores futuristas de Febrero de 1910 y el Manifiesto técnico de Abril de 1910. Este documento que desarrolla las ideas más ampliamente que el Manifiesto de Febrero afirma que todo se encuentra en movimiento y en constante cambio. Todas las figuras aparecen y desaparecen en la realidad, mientras que en nuestra retina se mantienen presentes. Otro aspecto que desarrollan los futuristas es el hecho de que no creen que el hombre sea el centro del Universo. El dolor del hombre no es más interesante que una bombilla eléctrica, que funciona, sufre y llora.