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Desde el verano de 1888 Vincent se interesará por representar la oscuridad de la noche, un problema que los pintores intentaban resolver desde hacía siglos. Primero recogerá diversas escenas donde el protagonista es la puesta de sol para después mostrar en sus lienzos la oscuridad como en la Noche estrellada sobre el Ródano o la Terraza del café nocturno. El trigal con sus tonos amarillentos resaltados por las últimas luces diurnas se convierte en el protagonista indiscutible mientras las chimeneas escupen su humo negro al cielo azulado. Posiblemente nos encontremos ante un nuevo canto de Van Gogh a la naturaleza frente a la evolución científica y técnica. Las pinceladas empastadas crean la composición, diferenciando el ritmo de cada una dependiendo del lugar que ocupa en el lienzo, formando con ellas los diferentes elementos de manera soberbia. Los contrastes complementarios iniciados por Delacroix y continuados por los impresionistas se encuentran presentes en este maravilloso trabajo.
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Recoger los efectos atmosféricos en los lienzos será una de los más interesantes objetivos entre los impresionistas, tomando como referencia al pintor inglés Turner. Vincent en alguno de sus trabajos, como éste que contemplamos, también sentirá admiración por la lluvia; un trigal muy similar al Sembrado a la salida del sol se nos muestra ahora bajo el efecto de la lluvia. La intensidad de las gotas se refleja perfectamente en el lienzo, desdibujando los contornos y dotando de un aspecto plomizo a la composición. Algunos especialistas consideran que emplear una cerca como elemento principal de la escena tiene connotaciones simbólicas refiriéndose al deseo del pintor de regresar a su ambiente familiar, deseo que ya había manifestado en septiembre de este año 1889 aunque era consciente de la imposibilidad debido a su delicado estado de salud.
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Las amplias vistas panorámicas serán muy habituales en los últimos meses de Van Gogh, quizá relacionadas con la angustia vital que padece. En esta escena que contemplamos se interesa por asuntos atmosféricos al mostrarnos el efecto de un incipiente tormenta sobre el trigal, donde aun podemos observar las luces del sol veraniego. El juego de colores que se crea es tremendamente impactante, empleando exclusivamente el color y abandonando las formas como hacía Monet. Las pinceladas ágiles y empastadas dominan la composición, apreciándose la textura del óleo en la tela. A través del color, Vincent intenta expresar sus sentimientos, su estado de ánimo, convirtiéndose en un termómetro de su carácter y un vehículo de manifestación sentimental.
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La situación personal, laboral y familiar de Theo van Gogh en el mes de julio de 1890 es francamente preocupante y Vincent se siente en parte culpable de la desgracia de su hermano. Vincent se traslada a París para consolar con su presencia a Theo pero se angustia y regresa a Auvers, después de contactar con Toulouse-Lautrec y el crítico Aurier. De regreso a su pueblecito, continúa pintando escenas de los alrededores donde el trigo es el gran protagonista como en esta bella imagen que contemplamos. Los efectos tormentosos serán un elemento común de estos últimos trabajos - véase Almiar en un día de lluvia o Cabañas en Chaponval - al interesarse el artista por los efectos atmosféricos, continuando la labor de los impresionistas. El color es aplicado con gran violencia, apreciándose las pinceladas con las que obtiene la forma, eliminando casi por completo el dibujo. Aun así, la sensación de profundidad y de realismo no pierden ni un ápice, obteniendo grandiosos resultados.
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A lo largo de toda su carrera, Vincent sentirá especial admiración hacia los trigales. No en balde su color favorito es el amarillo, siendo una excusa perfecta para emplear esta tonalidad. La escena se presenta en tres bandas paralelas en diferentes colores: azul, verde y amarillo siendo la central la resultante de la mezcla de los dos colores que la rodean, plagada de toques de ambos así como de rojo. La pincelada aplicada difiere de la zona en la que nos emplacemos, obteniendo así una diferenciación significativa del espacio. Las formas casi se pierden, interesándose el artista por conceptos lumínicos y cromáticos, siguiendo a Monet y Pissarro.
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En sus últimos trabajos, Van Gogh va a repetir estas vistas de los trigales que rodeaban Auvers encapotadas por cielos tormentosos de malos augurios. En esto se basan buena parte de los especialistas para considerar que son lienzos premonitorios de su próximo suicidio el día 27 de julio de 1890. Las pinceladas son tremendamente violentas, como si desease quemar su rabia en el lienzo, rabia y angustia ante la triste situación por la que atraviesa Theo y que él no puede solucionar, considerándose una inútil carga de la que hay que desprenderse. En efecto, en la tarde del 27 sale de su habitación y regresa entrada la noche. Confiesa a los doctores que le atienden - avisados por los Ginoux ante las quejas y los dolores de Vincent - que se ha disparado en el pecho. Theo acude al día siguiente, pasando juntos la última jornada. El 29 de julio de 1890 fallece Vincent van Gogh.
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En una de sus cartas Vincent escribe: "Son campos de trigo interminables bajo un cielo encapotado y he puesto todo mi empeño en expresar tristeza y soledad absoluta (...) Tengo casi la certidumbre de que estos cuadros os transmitirán lo que yo no puedo articular con palabras, todo lo sano y fortificante que descubro en la vida rural". En esta obra - muy similar a Campos de trigo - encontramos perfectamente recogidos esos sentimientos que el artista transmite a su hermano en su carta, interesándose por el color como arma con la que expresarse.
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Muy similar a Campo de trigo, las pinceladas onduladas de las nubes y los cipreses se convierten en protagonistas de este trabajo de Van Gogh, como si tuviera un presentimiento del trágico final que le esperaba. El azul del cielo y el amarillo del trigal - sus colores favoritos - dominan una composición con la que Vincent se reintegra de manera normal al trabajo, tras unas seis semanas sin pintar debido al peligro que suponía para él la pintura al intentar tragarse el contenido de varios tubos en julio.
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Durante el mes de junio de 1888 Van Gogh realizará una serie de lienzos protagonizados por los trigales con diferentes elementos de fondo, en este caso apreciándose las colinas de las Alpilles en un momento del atardecer. Las montañas toman notas malvas, siguiendo al Impresionismo, recogiendo la luz de un momento determinado. Una vez más, el color vuelve a protagonizar los trabajos de Vincent mostrándonos un momento de alegría, haciendo acto de presencia el amarillo, su color favorito.