Templo, edificio o sala de planta circular.
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Personaje
Literato
Escritor en lengua latina, cursó primero estudios en Deventer y posteriormente en el colegio de Montaigu, en París (1495). Tomados los hábitos menores, viajó a Oxford (1498) y regresó a Francia, donde publicó sus "proverbios" o "Adagios" (1500) y el "Enchiridion militis christiani" (1504), traducido al castellano por el Arcediano del Alcor. Marcha a Bolonia en 1506, viajando por Italia y residiendo en Roma durante un año. De nuevo en Londres, fue recibido por Tomás Moro en 1509, escribiendo aquí el "Elogio de la locura" (1509-1511). Aunque tuvo relación con las principales figuras de su tiempo, como los papas Julio II y Clemente VII o el reformador Lutero, su espíritu libre y crítico le ocasionó la enemistad tanto de católicos como protestantes. Contra estos, refutó la teoría que defendía el libre albedrío del ser humano, escribiendo ""De libero arbitrio diatribe sive collatio" (1524). Una obra anterior, sus "Colloquia familiaria", fue en parte censurada por la Curia romana a través de la Sorbona. Muy criticado dentro de la Iglesia romana, criticó la Reforma y la misma corriente humanística que él mismo representaba para no ser excomulgado. Sus ideas influyeron en España a través de una minoría selecta, entre la que se contaban los Valdés, J. de Vergara, el Arcediano del Alcor o A. de Virués. Contra el erasmismo se convocó en 1527 la Junta de Valladolid, sin que llegara a ningún acuerdo a causa de su disolución por miedo a la peste. El papa Paulo IV prohibió en 1559 la difusión de la obra erasmista.
contexto
Un aspecto complementario de la "articulación del espacio ocupado" de antiguo, aunque ahora densificado en cuanto a poblamiento, explotación de tierras, proliferación de núcleos habitados e implantación señorial, es el que se refiere a los espacios incorporados en la expansión europea hacia el este germánico y el sur islámico. Incorporación que, a decir de R. Pastor, "consistió en una colonización exterior o periférica que tuvo caracteres de conquista militar y de ocupación poblacional y agraria", desarrollándose principalmente sobre el este de Alemania y el norte islamizado de la Península Ibérica. Pero cabe situar también aquí lo referido a la periferia interior, la de los bordes de las áreas tradicionalmente explotadas, ahora ampliadas sobre el bosque, el monte bajo, la marisma o los pantanos; aunque sea más difícil de identificar y plasmar en resultados ostensibles. El fenómeno de la colonización germánica oriental, conocido como el "Drang nach Osten" (o marcha hacia el este), aparece más intensificado desde la historiografía occidental que desde la propiamente oriental, para la que se trató de una implantación agrícola y comercial y no tanto de una sustitución demográfica. Van Bath establece incluso varias rutas concentradas hacia la Polonia báltica, Checoslovaquia y Rumania; dándose el momento álgido a partir de 1210 para debilitarse después del 1300 progresivamente, y destacando, si acaso, la fundación de Lübeck en 1143 por su enclave comercial. Quizá lo más significativo, sin embargo, es que la colonización oriental llevó consigo el abandono de algunas tierras marginales de escaso rendimiento, con la caída consiguiente de su población, en el occidente de Alemania. El caso del norte de la Península Ibérica ofrece otro panorama distinto en lo que a las roturaciones y colonizaciones se refiere, pues se trata de una expansión militar cristiana sobre tierras y ciudades musulmanas que va creando detrás de la frontera unas formas de vida rural y de explotación campesina y señorial diferente a la del este de Alemania. El sistema de "presura" espontánea que se había generado desde antes incluso del siglo X, fue aumentando las posibilidades de instalación voluntaria de comunidades entre el Cantábrico y el Duero primero, y entre este río y el Tajo después, que pronto fueron cercadas por los señores hasta hacerles objeto de agresión y de incorporación a sus dominios a través de diversos sistemas y procedimientos. Fenómeno que se dio asimismo entre los pequeños cenobios con respecto a los grandes monasterios, que en estos siglos engrosaron sus patrimonios señoriales sobre prioratos, monasterios o comunidades campesinas. Sólo las repoblaciones oficiales patrocinadas por la Monarquía a través de "fueros" y "cartas de población" crearon núcleos importantes de concentración humana que se organizaron en "concejos" dependientes del rey sobre un amplio territorio de "alfoz" que incluía bajo su jurisdicción aldeas antiguas o nuevas de carácter eminentemente agrícola. El noreste (el somontano pirenaico primero y el valle del Ebro después) fue el escenario de la expansión de los reinos pirenaicos y de los condados catalanes que multiplicó el número de comunidades, repartidas entre ciudades rescatadas de manos musulmanas (en las que el predominio mudéjar persistió mucho tiempo aún), distritos y aldeas en régimen de "honor" y "tenencia", "castells termenats" (en Cataluña), dominios señoriales, cistercienses y de órdenes militares, junto a "comunidades de realengo" que nunca perdieron la jurisdicción regia. En uno y otro caso, las incorporaciones, ya en el siglo XIII, de Andalucía para Castilla y de Baleares y Valencia para Aragón, añadieron problemas de repoblación muy específicos al existir repartimientos entre los vencedores tras capitular o rendirse las grandes ciudades del sur hispánico y del mediterráneo ribereño o insular. Pero hay otros aspectos que interesan también en este punto. Por un lado, la incidencia de la denominada "pax cristiana" que disfrutó Europa en unos siglos en los que desaparecieron las agresiones sobre el continente y fue éste el que pasó a la acción. Esa toma de iniciativa europea facilitó, sin duda, los movimientos migratorios arrastrados por la intervención de los Estados lejos de sus fronteras políticas y económicas. En este sentido, las Cruzadas y lo que llevó consigo el impulso de los príncipes cristianos de la Península Ibérica, en cuanto a fomentar la iniciativa particular para instalarse en las tierras y comunidades rescatadas para los vencedores del Islam, permitió ampliar el horizonte agrícola de la colonización en el medio oriente y el sur ibérico. Por otro lado, la mayor seguridad derivada del control de la Iglesia sobre la paz y tregua de Dios animaría, sin duda, a los campesinos y a las nuevas familias a instalarse en lugares amenazados por la violencia feudal y el acoso señorial sobre quienes espontáneamente se decidían y se arriesgaban a superar los limites acostumbrados de la jurisdicción aldeana para iniciar una nueva vida, protegidos, en principio al menos, por los príncipes y eclesiásticos, la justicia real y las leyes de los Estados.
Personaje
Pintor
Miembro de una familia humilde, trabajó entre 1885 y 1890 en el taller de un pintor y restaurador de vidrieras como aprendiz. Este aprendizaje se manifiesta en algunas peculiaridades de su estilo, especialmente la luminosidad de sus fondos o el trazo negro de los contornos. Acudió al estudio de Gustave Moreau donde conoció a Matisse, Marquet y Manguin, acercándose de manera temporal al fauvismo. La muerte de Moreau en 1898 le llevó a ser conservador del recién creado Musée Moreau. La crisis psicológica que sufrió ese mismo año le llevó a pintar paisajes urbanos y rurales en tonalidades brillantes y fuertes. Su contacto con el filósofo Maritain le conducirá a un dramático existencialismo católico, que le convierte en uno de los artistas sacros más importantes del siglo XX. En 1910 inauguró una exposición titulada "Prostitutas, Juicios y Payasos" en la que muestra una visión absolutamente expresionista de la sociedad, donde los desfiguradas personajes se sitúan fuera de la historia. La violencia de sus trabajos continuará en sus series de grabados realizadas a partir de 1917. La tensión inicial de sus obras empezará a mitigarse a partir de 1930, apreciándose en sus trabajos un mayor equilibrio formal.
Personaje
Científico
Nacido en Ginebra (Suiza), a los dieciseis años huyó de su localidad natal tras pasar una infancia accidentada, instalándose en saboya acogido por un sacerdote. Más tarde se estableció en Annecy, tutelado por madame de Warens, quien le proporcionó una educación esmerada y ayudó en su aficción por la música. Tras una enfermedad grave, debió resider en Montpellier por un periodo de seis semanas para reponerse. A su regreso, fue preceptor en Lyon y contactón con Fontenelle, Diderot, Rameau y Marivaux. Pasó más tarde a ser secretario de madame Dupin y, tras conocer a D´Alembert, pasó a colaborar para la "Enciclopedia" redactando los artículos referentes al terreno musical. En 1750 fue premiado por la Academia de Dijon gracias a su "Discours sur les Sciences et les Arts". Tres años más tarde participó en la polémica entre la música francesa y la italiana, declarándose partidario de la segunda en "Lettre sur la musique". En "Discours sur l´origine de l´inegalité parmi les hommes", de 1754, expuso un avance de su pensamiento, defendiendo la libertad del hombre frente a las instituciones sociales. Posteriormente, desarrolló su filosofía en "Julie ou la Nouvelle Héloïse" (1761), "El Contrato social" (1762) y "Emilio" (1762). Precursor del pensamiento democrático, su punto de partida es una crítica contra la ingenuidad del pensamiento ilustrado, especialmente en la labor que la Ilustración otorga a la cultura y el conocimiento como proveedor de bondad. Defiende que la cultura es una capa de convenciones y arbitrariedades que se superpone al hombre originario, esto es, natural, y que por tanto falsea y pervierte las condiciones superiores que el ser humano posee de manera intrínseca. La artificiosidad de las reglas forman la sociedad y el lenguaje de los diferentes pueblos, que niegan a los individuos la posibilidad de una realización plena como tales y pervierten su ser natural. Su consideración del ser humano como individuo cultural pone los cimientos de la etnología moderna, como señala Lèvi-Strauss. Su crítica a la sociedad contenida en "El Contrato social" provocó que la obra fuera prohibida desde su origen. Personaje muy criticado, fue perseguido y hubo de sufrir permanentes cambios de residencia, viviendo en Gran Bretaña junto a Hume. En 1767 volvió a Francia y casó con Thérèse Levasseur, con quien tuvo cinco hijos. Escribió también "Confessions", una autobiografía que preconiza el movimiento romántico, y "Rêveries d´un promeneur solitaire", publicado en 1872. Su hondura de análisis y capacidad de penetración le hacen uno de los pensadores más influyentes de algunas de las ideologías que más han influido en el siglo XX.
Personaje
Pintor
Se inicia en la corriente del neoclasicismo y del academicismo típico del siglo XIX. A pesar de las corrientes que se imponen en este tiempo, Rousseau se empapa de los aires del romanticismo. Esta predilección le lleva a pintar al aire libre con la intención de buscar estudiar los efectos lumínicos y representar la atmósfera. En sus creaciones se aprecia además la influencia que ejerce sobre su obra el paisajismo holandés. Encabezó la Escuela de Barbizon. En esta localidad francesa permaneció con otros pintores de París, cuyo trabajo se centraba en la naturaleza y el aire libre. Rousseau se inspiró en más de una ocasión en los paisajes que ofrecía el bosque de Fontainebleau. Todas estas composiciones sentaron las bases del Impresionismo y también de la corriente realista gala. De su producción resalta Alrededores del bosque de Fontainebleau, que pinta en la década de los años cincuenta.
contexto
Jean Jacques Rousseau (1712-1778) encarna las tendencias antirracionalistas aparecidas a mediados del siglo XVIII y la imposibilidad que encuentran algunos intelectuales de integrarse en la sociedad de su época. Unas y otras están en la base de su nueva filosofía que si, como algunos autores afirman, empezó por un mezquino asunto personal la trascendencia histórica posterior le daría matices de grandeza. Nacido en Ginebra de familia calvinista, abandonó ciudad y religión en 1741 para ir a París donde frecuentó los salones. La fama que le proporciona el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750) no mejora sus relaciones con un ambiente que nunca entendió, por ello vuelve los ojos a su Ginebra natal, punto de referencia cuando habla de política, recobra la ciudadanía suiza, reingresa en el calvinismo y dedica su labor intelectual a crear un mundo desde la idea de que todo es perfecto cuando sale de las manos del Creador, incluso el hombre, pero la civilización lo corrompe. Es preciso volver a la naturaleza original humana que todos llevamos dentro y desde ella reconstruir la sociedad. En esa reconstrucción, expresada en el Discurso sobre la desigualdad (1775) y El contrato social (1762), Rousseau se aleja tanto del Antiguo Régimen como de las formulaciones de los filósofos. El hombre, nos dice, es un ser naturalmente asocial, pero no antisocial, por lo que los individuos pueden unirse voluntariamente para crear la sociedad y el Estado. Ambos se constituyen con el respeto sacrosanto a dos principios: libertad e igualdad. Aquélla implica el mantenimiento de las voluntades personales aunque se sometan a una general superior expresada en las leyes a través de la decisión de la mayoría y la acción de los legisladores. La igualdad la entiende en un doble sentido: ante la ley y ante la riqueza, todos tienen algo y ninguno demasiado, lo que no es sino una formulación de las ambiciones del Tercer Estado, de la pequeña burguesía en la que encuentra eco. Esta nueva sociedad y este nuevo Estado necesitan para apuntalarse un principio vital común: una fe cívica, de contenidos cívicos exclusivamente, cuya creencia es obligada bajo pena de ser condenado incluso a muerte por antisocial. Llegados a este punto, nos parece que Rousseau, como el resto de los ilustrados, contribuyó a sustituir el mito religioso del hombre no por su conocimiento científico, como decían, sino por otro mito secularizado pero tan lleno de afirmaciones especulativas como el cristiano. Lo cual no desmerece en nada sus aportaciones. Con La nueva Heloísa y El Emilio, Rousseau sella su separación de los filósofos, plantea la educación sobre nuevas bases e introduce en el pensamiento europeo una nueva actitud hacia el yo, Dios y la Naturaleza. En las postrimerías del siglo XVIII nos aparece la figura y la obra de Emmanuel Kant (1724-1804), filósofo alemán que marca el fin de una época y el comienzo de otra. Introduce serenidad en las actitudes emocionales, perfecciona ideas que podían haber sido efímeras, sintetiza los principios antagónicos del siglo: racionalismo y empirismo; culmina, en fin, cientos de años de filosofía conciliando principios básicos como los de causa/efecto, tiempo/espacio. Entre sus obras señalaremos: Crítica de la Razón Pura (1781) y Crítica de la Razón Práctica (1788). Kant centra su labor intelectual en encontrar las condiciones del verdadero conocimiento y las reglas de la recta actuación. Su filosofía no es trascendente, pues le interesa estudiar la mente humana en su relación con la realidad, pero sí es trascendental. En el terreno de las ideas políticas y sociales, pese a no creer en la bondad natural del hombre, sigue a Rousseau. Como él, Kant piensa que el hombre debe de actuar sujeto a una norma abstracta que no es de nadie, pero que obliga a todos y que le eleva sobre su inclinación natural. A esa norma la llama el imperativo categórico: Actúa solamente ateniéndote a esa máxima que querrías que fuera una ley universal. También toma del ginebrino la idea de contrato social, pero la convierte en principio político normativo y encarnación del ideal de vida pública. Por algo se le conoce como el filósofo alemán de la Revolución Francesa.