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obra
Esquivel es uno de los mejores retratistas del siglo XIX español, dejándonos una riquísima galería iconográfica de personajes de su época, desde los más elevados a los más humildes, evocadores testigos de la sociedad romántica. Permanece siempre fiel a la interpretación del modelo y se sujeta a la realidad. Ejemplo de ello es este retrato colectivo, considerado su obra maestra, donde reúne, en torno suyo pintando y de Zorrilla leyendo, a los principales literatos e intelectuales de la época romántica. Cuadro único y casi sin precedentes en nuestra cultura, es el primero en que se representa una reunión de intelectuales en el estudio de un artista, casi una década antes de que Courbet pintara su Atelier.
contexto
Como ya he dicho al tratar de Los Azotes, de Murcia, se viene señalando una última etapa como de decadencia e industrialización. De lo segundo no hay duda y era necesario para satisfacer toda la demanda que llegaba al taller; respecto a lo primero, pienso que hay que matizarlo, habida cuenta de las obras de segura paternidad con que podemos contar de sus últimos años. A la citada Flagelación, añadamos El arrepentimiento de San Pedro, de su iglesia en Murcia (1780), con cabeza y manos de talla y resto enlenzado de una expresividad sobresaliente; asimismo, la deliciosa Sagrada Familia, de Orihuela (1775), que expresa alegría de espíritu y refleja el movimiento como en lo mejor de su obra, o la maravillosa y desgraciadamente destruida Inmaculada, de San Francisco (h. 1770), considerada por muchos como su mejor obra de este tema. Otra pequeña maravilla con la que nos sorprende el arte de Francisco Salzillo es el precioso y numeroso Belén que realizó para don Jesualdo Riquelme y Fontes. Consta de todas las escenas precisas y un sinfín de figuras que completan y ambientan un auténtico panorama que el destinatario instalaba en el piso bajo de su casa. Se señala en varias de las figuras accesorias el trabajo de discípulos, sobre todo de Roque López, pero en los misterios principales se ve la mano maestra. Como sucedía en tantas imágenes de sus pasos, aquí se visten y adornan de modo anacrónico y en realidad nos hace una fidelísima presentación de sus contemporáneos y vecinos, ocupados en sus trabajos o divirtiéndose saludablemente. Se completa con arquitecturas, también voluntariamente anacrónicas, excepción hecha del lugar en que sucede el Nacimiento, resuelto en ruinas de columnas por entre las que entran las Glorias Angélicas.