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Personaje Político
Cuando Otón II falleció la corona recayó en su hijo, el pequeño Otón III de tres años de edad. Se imponía un periodo de regencia a cargo de su madre, la princesa bizantina Teófano, entre los años 983 y 991, continuado por su abuela Adelaida hasta el año 994. Durante ambas regencias la presión de daneses y eslavos en las fronteras fue contundente, trayendo consigo elementos paganos y antigermanos que fueron combatidos con cierta eficacia. Una vez alcanzada la mayoría de edad, Otón III se dirigió a Italia para imponer en el solio pontificio a su primo Bruno de Carintia, nombrado Gregorio V. De esta manera se pone de manifiesto la dependencia del papado respecto al Imperio inaugurada por Otón I. El propio Gregorio V coronó a Otón III emperador en el año 996. De nuevo influyó en la siguiente elección pontificia, consiguiendo que fuera designado Gerberto de Aurillac, quien tomaría el nombre de Silvestre II. Otón III establecía su residencia en Roma para poner en marcha una gran reforma institucional denominada "Renovatio Imperii". Con esta reforma se pretendía unificar los imperios de Oriente y Occidente así como estrechar los lazos de colaboración y solidaridad entre el Papado y el Imperio. De esta manera se conseguiría alcanzar una era de paz en un mundo dominado por el cristianismo. Por desgracia, la temprana muerte de Otón III en el año 1002 frustrará sus grandiosos proyectos. Debemos resaltar el importante desarrollo cultural que se produce en esta época, continuando el momento de esplendor iniciado con su abuelo Otón I.
Personaje Militar Político
Nacido en Normandía, era hijo de Enrique, duque de Baviera. Formado en Inglaterra, junto a su tío Ricardo Corazón de León, fue elegido emperador en 1209 con el apoyo de los güelfos, en contra de Felipe de Suabia, con quien hubo de disputar el trono. Si bien gobernó desde 1198 y el papa Inocencio III lo reconoció en 1201, no fue coronado hasta 1209, cuando Felipe de Suabia fue asesinado. Sus pretensiones sobre Italia le enfrentaron al Papado y a Felipe Augusto de Francia. Aunque contaba con el apoyo del rey inglés Juan Sin Tierra, fue derrotado en 1214 en Bouvines y depuesto un año más tarde. Se retiró a vivir a Brunswick, Sajonia.
obra
Los almiares de cereal recogido indican la estación en la que nos encontramos; la luz empleada por Pissarro es la típica del otoño, creando un efecto de neblina que anticipa el invierno. Los tonos empleados se hacen más tristes si los comparamos con el Verano, asemejándose a la Primavera. De esta manera el artista recoge directamente del natural la luz de cada momento, enlazando con el Impresionismo. La pincelada es muy rápida, con pequeños toques de color que se asemejan a manchas en algunas zonas.
obra
Con la Primavera, Manet inició la serie de las Cuatro Estaciones, realizando el Otoño algún tiempo después. Como modelo, tomó a la bella Méry Laurent, quien con 30 años no temió representar a la edad de las hojas muertas. Como en su compañera, el artista recurre a recortar la figura sobre el fondo, en este caso un papel floreado; de esta manera resulta una imagen feliz e incluso opulenta. El vestido oscuro contrasta con el papel, similar a las estampas japonesas que tanto atraían a los artistas impresionistas y al propio Manet. La personalidad de la modelo ha sido perfectamente captada por el autor, uno de los mejores retratistas de fines del siglo XIX.
obra
Su obra transcurre a medio camino entre el símbolo y la alegoría. Harpías, sirenas, murciélagos o vampiros, la nueva mujer (Freud por entonces abundaba en la idea mujer=naturaleza frente al hombre =cultura) adquiría connotaciones de poseedora asesina. En este caso la animalidad toma prestada su forma de la araña que, en la noche, devora a sus compañeras. Los cuerpos de solidez casi escultórica, petrificados por el sueño, se precipitan en un ambiente extraño, irreal y frágil; atmósfera creada para la vida silenciosa de los símbolos y no para los gestos de seres de carne y hueso. En realidad, toda la obra de este pintor belga, precursor del simbolismo en su país, gira en torno a la fragilidad de las apariencias.
obra
De todas las pertenecientes al ciclo sobre las edades de la vida de 1826, de las que las más célebres son las referentes a las estaciones, ésta es la que presenta mayores problemas, pues se ha referido en ocasiones como perteneciente a un ciclo posterior, de 1834, del que hay constancia a partir del testimonio del escultor David d'Angers. Es un paisaje cuajado de símbolos. Bajo la luz suave del atardecer, una pareja se detiene, él vestido de guerrero, junto a un monumento. En esta encrucijada, ella parece desear marchar hacia la montaña, presencia de Dios en la tierra; él se inclina hacia la ciudad que se divisa en la lejanía. Ambos polos representan la terrenalidad y la religión, lo político y lo espiritual en que, más que lo común humano, se movió la vida entera de Friedrich.
obra
En 1859 el padre de Cézanne compró una residencia a unos dos kilómetros de Aix-en-Provence denominada el Jas de Bouffan. Se trataba de un edificio del siglo XVIII que había pertenecido al duque de Villars, gobernador de la Provenza y mariscal de Francia en el reinado de Luis XIV. El estado del edificio cuando fue adquirido era bastante lamentable por lo que se realizaron algunas reparaciones y se amuebló la casa de manera sencilla. El salón de la planta baja será decorado por Cézanne con pinturas murales relativas a las cuatro estaciones, de las que este panel formaba parte. Cuando la finca fue vendida en 1899 los cuadros se quedaron en el salón para ser posteriormente desprendidos de las paredes y transferidos a lienzo. La Bañista y rocas también formaba parte de la decoración. Cézanne utiliza una figura femenina tremendamente estilizada como protagonista del Otoño, cargando sobre su cabeza un cesto que contiene frutas de la época. La campesina se inserta en un paisaje presidido por una montaña -¿referencia a la Montaña Sainte-Victoire que tanto aparece en su obra?- envuelta en una atmósfera de atardecer presidida por las tonalidades anaranjadas. El dibujo es correcto y la aplicación del color puro resulta adecuada, vinculándose con algunas obras de la Escuela de Lyon. En la parte baja del lienzo se aprecia la firma de Ingres, parodiando de esta forma el joven artista a uno de los maestros más venerados en su localidad natal.
obra
Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
obra
Uno de los toreros más populares del siglo XVIII fue Martincho, cuyo verdadero nombre parece ser Antonio Ebassum, natural de Egea de los Caballeros. Toreó en varias ocasiones en Zaragoza, concretamente en 1759 y 1764, por lo que pudo ser conocido por Goya durante su juventud. El torero destacaba por su valor y su fantasía a la hora de lidiar. Aquí le vemos sobre una mesa, con los pies atados por unos grilletes, en actitud de saltar sobre el animal. Tras él contemplamos unos embozados -podía tratarse de la propia cuadrilla de Martincho- y al fondo se observan las tablas de la plaza con el público muy disperso, tras unas líneas de color negro. El perfecto dibujo, la tensión y el movimiento definen perfectamente este grabado fechado en 1815.
lugar