La historia del establecimiento de formas estatales romano-germánicas en la península italiana es más compleja que en otras partes del antiguo Occidente romano. A ello contribuirían diversos factores. En primer lugar, en Italia sobrevivió durante más tiempo el gobierno imperial, y con él una poderosa nobleza senatorial, orgullosa y concienciada de sus orígenes, de su superioridad cultural y de un cierto exclusivismo político. Además, el prestigio de la antigua cuna del Imperio, su cercanía a Constantinopla y la existencia de esa nobleza senatorial romana incitaron y permitieron la llamada Reconquista de Justiniano. Pero en segundo lugar Italia constituía un territorio fronterizo por sus pasos alpinos con tierras bárbaras donde todavía en el siglo V y en el VI no se había ultimado una coagulación estatal que impidiera la existencia de procesos migratorios como los de finales del IV y principios del V. Fruto de lo cual sería la tardía invasión longobarda. En fin, anteriores pero también exacerbadas por estos dos últimos hechos -conquista bizantina y longobarda- serían las claras diferencias entre la Italia septentrional, y la meridional, tanto por motivos socioeconómicos como sociopolíticos, bien reflejada en la división tardorromana de Italia en dos diócesis, la Annonaria y la Suburcaria. La desintegración del Imperio de los hunos a la muerte de Atila supuso la liberación de una serie de grupos étnicos que habían formado parte del mismo. Entre ellos se encontraba un importante grupo de ostrogodos bajo el liderazgo de miembros del linaje real de los Amalos, y que se encontraba asentado en Panonia. A partir del 455 este grupo gótico, en busca de un poder militar al que servir, entró en contacto con el gobierno de Constantinopla bajo el liderazgo de Valamer. Como consecuencia del mismo un hijo de Valamer, Teodorico, fue enviado a la corte imperial como rehén. Lo que sin duda sirvió al joven príncipe godo de escuela política y de comprobación de los mecanismos administrativos e ideológicos en que se sustentaba el Imperio. En el 473 se restablecería el foedus, pero ya con el liderazgo godo de Teodorico, que alcanzó el generalato imperial. Entre el 475 y el 488 Teodorico y sus godos repetirían la historia de sus primos visigodos hacía casi un siglo: momentos de alianza y entrega de títulos y cargos imperiales a Teodorico, con razzias y presiones de éste, que mientras tanto culminaba la etnogénesis Amala de los ostrogodos anexionándose otros grupos menores de godos comandados por rivales suyos. Sería entonces cuando el emperador Zenón ofreció a Teodorico un pacto: la legitimación imperial de su posible conquista de Italia, tras la derrota de Odoacro, donde podría reinar sobre sus godos con el titulo de rey y ejercer la autoridad imperial delegada sobre los provinciales. Habiendo reunido un ejército nucleado con sus ostrogodos, pero también compuesto de otros elementos bárbaros, Teodorico lograría entre el 489 y el 493 la conquista de toda Italia, derrotando y dando muerte a Odoacro, con cuyo linaje su familia mantenía una vieja "Faida" o venganza de sangre de tradición germánica. El reinado de Teodorico el Amalo (493-526) puede subdividirse en dos fases bien distintas. La primera fue de ascenso irresistible, consiguiendo un gobierno de amplio consenso sociopolítico en Italia y una clara hegemonía en el concierto de los otros Estados romano-germánicos occidentales. La segunda significó el principio de la quiebra del primer fenómeno, lo que puso al descubierto las debilidades del edificio estatal levantado por Teodorico y el comienzo del derrumbe de su posición exterior. La base sociopolítica del reinado de Teodorico no fue otra que la de la entente y colaboración con la poderosa aristocracia senatorial romano-itálica y con la jerarquía católica; lo que se expresó en el dominio ejercido sobre la administración civil del Reino por miembros de esa clase senatorial como Liberio y, muy en especial, Casiodoro. A cambio de ello Teodorico mantuvo y restauró la estructura político-administrativa imperial de Italia y de las provincias exteriores -Provenza, Savia, Dalmacia y parte del Nórico-; lo que le permitió llevar a cabo un sistema de avituallamiento y paga de su ejército bárbaro no muy gravoso para los intereses de esos grupos nobiliarios. Dicho sistema consistió en la asignación a algunos grupos nobiliarios godos de un tercio de las rentas fiscales y dominicales de algunas fincas; y en la apropiación por el fisco real de Teodorico de un tercio de dichos ingresos fiscales y rentas de otras propiedades no asignadas nominalmente a un godo. Con ello Teodorico consiguió mantener el grueso del ejército ostrogodo acuartelado en las ciudades, con menores posibilidades de actos de pillaje sobre la población civil romana. En el exterior Teodorico supo utilizar hábilmente ante los otros reyes y príncipes el prestigio de su Reino de Italia de tradición imperial y la brillantez cultural latina de su Corte, pero también el prestigio de su linaje amalo, que una hábil manipulación dinástica convirtió en monopolio de su familia. Sin duda esta política de prestigio se basaba en la fuerza militar que representaba su doble corona sobre los visigodos y los ostrogodos, pueblos ambos que él pretendió unificar en un nuevo proceso de etnogénesis, proponiendo que a su muerte reinase sobre ambos su yerno Eutarico, un amalo emparentado con el prestigioso linaje visigodo de los baltos. La muerte de Eutarico algún tiempo antes de la de su suegro señaló el fracaso de esta unión goda. Pero algún tiempo antes, en el 523, había hecho agua la entente y colaboración de Teodorico con la nobleza itálica y la Iglesia católica. Sin duda causa principal de ello sería la tendencia más realista, por tanto más gótica y autoritaria, menos respetuosa para el cogobierno con el Senado y el prestigio de lo romano, del monarca ostrogodo. Naturalmente, el conflicto se manifestó de manera principal en un choque con la poderosa Iglesia católica, claro portavoz de la romanidad y de lo senatorial. La retirada de Casiodoro de la política y la muerte en prisión del senador y filósofo Boecio fueron los síntomas del final de una política. En el exterior, la posición de Teodorico se debilitaba con los avances francos en Germania y con la cada vez mayor injerencia e interés de la política constantinopolitana en los asuntos itálicos. La situación exterior ciertamente evolucionaría a peor tras la muerte de Teodorico y durante los años de reinado del joven Atalarico (526-534), que gobernó bajo la regencia de su madre Amalasvinta. Separada del Reino visigodo y presionada cada vez más por la progresión franca, la Monarquía ostrogoda pasó a depender más y más del apoyo y beneplácito del emperador Justiniano. La muerte de Atalarico sin hijos y el lógico estallido de una crisis dinástica ofreció al gobierno de Constantinopla, recién destructor de los vándalos, la ocasión para intervenir militarmente, con el declarado propósito de restaurar el poder imperial en Italia. Aunque el Estado creado por Teodorico se desintegró o se puso al servicio del Imperio, la fortaleza del ejército godo toleraría resistir una larga y cruelísima guerra hasta el 553. La guerra gótica trajo consecuencias muy graves y duraderas para la historia de Italia. Una de ellas fue la restauración de un gobierno imperial con centro en Constantinopla. Ello sería el origen de una Italia bizantina en el sur y en zonas dispersas del litoral, como la futura Venecia, que duraría hasta tiempos avanzados de la Alta Edad Media. Una buena parte de sus problemas y destinos tendrían a partir de entonces más que ver con los balcánicos y bizantinos que con los propios del Occidente latino. Pero otra consecuencia muy importante fueron los trastornos que en la demografía, el hábitat y la agricultura italiana tuvo la larga guerra gótica. En especial cabe destacar cómo en el transcurso de ella bastantes miembros de la nobleza senatorial italiana murieron, y otros muchos perdieron sus bases sociales y económicas de poder. La desaparición de la hegemonía sociopolítica de dicha nobleza senatorial en amplias regiones italianas exigió la reconstrucción de los agrupamientos sociales verticales bajo nuevas élites, tanto en la Italia bizantina como en la que en poco tiempo dejaría de serlo. La tercera y última consecuencia sería la invasión de los longobardos, cuya consolidación no sólo se explica por las debilidades militares del Imperio, sitio también por la existencia de esa misma desestructuración sociopolítica. Con un núcleo étnico (Stamm) originado en el curso del Elba inferior, la etnogénesis histórica de los longobardos se produjo en la primera mitad del siglo V en Panonia. Allí habían aglutinado otros restos de pueblos bárbaros o fragmentos de la explosión del Imperio de Atila, convirtiéndose en lo fundamental en jinetes seminómadas. Sería allí donde entrarían en contacto con el Imperio romanobizantino, bien por contactos comerciales bien sirviendo en el ejército encuadrados en los séquitos de sus nobles, mientras que la adopción del Cristianismo en su versión arriana les dotaría de identidad étnica germánica y de una estructura jerárquica más centralizada, todo ello al servicio de una reciente Monarquía militar fundada por Waco (hacia 510-540). La invasión de los longobardos en Italia sería en gran parte provocada por el propio Justiniano que los utilizó en la fase final de la guerra contra los ostrogodos. Dificultades surgidas con Constantinopla y, sobre todo, la presión de los ávaros decidieron al rey longobardo Alboíno (568-572) a marchar con su pueblo de Panonia e invadir Italia. La penetración se hizo por el Friul, constituyendo el ultimo ejemplo de gran migración germánica nucleada en torno a una Monarquía militar étnica, pues en la expedición se incluían elementos populares diversos (gépidos, búlgaros, sármatas, panonios, suevos, nóricos) enmarcados en grupos nobiliarios con sus séquitos armados (fara). La conquista de Aquileya, el 20 de mayo del 568, convirtió de un solo golpe a Alboíno y sus longobardos en dueños de gran parte de la rica llanura del Po, que se culminó con la caída de la plaza fuerte de Pavía en el 572, donde Alboíno establecería la capital de su reino. Lo reciente de la etnogénesis longobarda y lo heterogéneo de su Monarquía militar no eran los factores mas apropiados para establecer un Estado centralizado. Pasada la necesidad de un esfuerzo bélico conjunto frente a un ejército de campaña imperial, la existencia de numerosos islotes y plazas fuertes imperiales, las perspectivas de botín en expediciones militares hacia el sur, y la consolidación de los grupos nobiliarios como consecuencia del asentamiento de sus séquitos con la conquista, produjeron un rapidísimo proceso centrífugo. Tras el asesinato en el 572 de Alboíno habría sucedido un periodo de diez años en los que la unidad longobarda se basaría en la hostilidad común al Imperio, más que en la unidad de acción de treinta y cinco grupos populares longobardos, encuadrados nobiliariamente por otros tantos duques. Pues durante diez años los longobardos carecerían de rey, fueran ayudadas las tendencias centrífugas por las intrigas bizantinas o por la inexistencia de un candidato aceptable dentro de la familia de Alboíno. Sin embargo, estos diez años debieron ser fundamentales para la definitiva consolidación del poder longobardo. En ellos culminaría la expansión por Italia. Con su avance por las vías Emilia y Flaminia los longobardos sentarían las bases de sus grandes ducados de Espoleto y Benevento, en la Italia central y meridional. Con ello Italia se convirtió en un complejo mosaico de territorios bizantinos y longobardos, que además de servir para crear un estado permanente de situación fronteriza serviría para una más rápida ósmosis entra romano-bizantinos y longobardos. Sería entonces cuando se llevase a cabo el asentamiento de los longobardos, reforzando el poder de sus duques y demás elementos de la nobleza. Éstos se harían con las propiedades de algunos miembros de la nobleza senatorial romana, que habrían fallecido en ha lucha o sido asesinados, mientras que el resto se vería obligado a pagar aparte de sus tradicionales impuestos y rentas dominicales a un determinado grupo militar longobardo, dependiente de la autoridad ducal. En el 584 el peligro de una intervención franca en colisión con una renovada presión militar bizantina forzaría a los duques a recrear de nuevo el poder central de la Monarquía para lo que cederían la mitad de sus rentas, eligiendo como rey a Autarito, hijo del ultimo rey, Clefo (572-573). El reinado de Autalito (584-590) significaría ciertamente una refundación del Reino longobardo. Y ello no sólo porque supo frenar nuevos intentos de invasión franca, sino por su alianza familiar con la casa de los Agilolfingos de Baviera. Mediante su matrimonio con la bávara Teodolinda, la dinastía de Autarito legitimaba su posición entroncando con el linaje del primer rey Waco. Por medio de su matrimonio con Agilulfo (590-616) en descendencia directa, como Adaloaldo (616-626), o mediante alianzas matrimoniales de su hija Gundiperga -Arioaldo (624-636), Rotario (636-652) y Rodoaldo (652-653)-, o a través de los descendientes de su hermano Gundoaldo -Ariperto (653-661), Perctarito (661-662 y 671-688), Godeperto (661-662), Grimoaldo (662-671), Cunincperto (689-700), Raginperto, Liutperto y Ariperto (701-712)- la casa de Teodolinda reinaría sobre los destinos longobardos hasta la crisis dinástica del 712. De esta larga serie de reinados destacarían ciertamente los de Agilulfo, Rotario y Grimoaldo. Agilulfo consolidó y expansionó los dominios longobardos aprovechando las crecientes dificultades de los bizantinos en Oriente y los Balcanes y utilizando la presión y peligro de los ávaros sobre aquellos y los francos, aunque fracasaría en su intento de tomar Roma (593). Por su parte, Rotario fue responsable de la publicación de un código legal, "El edicto de Rotario", de carácter territorial, que es prueba de la homogeneidad social y cultural alcanzada entonces por el Reino longobardo y de la importancia de los influjos bizantinos en el mismo. Por su parte, el anterior duque de Benevento, Grimoaldo, supo defenderse con éxito de una invasión franca desde Provenza, de otra de los ávaros por el Friul, y del serio intento de reconquista bizantina de Italia protagonizada por el emperador Constante II. Teodolinda nos introduce también en otra de las singularidades de los longobardos respecto de otros Reinos romano-germanos: la labilidad de su credo cristiano. Teodolinda era católica, aunque su marido sería arriano; y el Arrianismo volvería a la corte de Pavía con seguridad en los tiempos de Arioaldo y Rotario. El Catolicismo sólo sería definitivo a partir del reinado de Ariperto I. Estas fluctuaciones se explicarían precisamente por el menor poder de los reyes longobardos y la gran autonomía de sus duques, siendo como era la adscripción religiosa en gran medida una cuestión de opción personal de los gobernantes. Además debería tenerse en cuenta un cierto arraigo del clero arriano en la Lombardía desde tiempos ostrogodos y el estado de hostilidad permanente con Bizancio y el Papado, con los que se identificaba cierta ortodoxia católica. En fin, hasta el 612 la Iglesia católica del norte de Italia participó en el llamado Cisma de Istria, que consideraba herética la política de Justiniano y el Papado por sus concesiones al Monofisismo en la condena de los llamados "Tres capítulos".
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contexto
La división del pueblo godo en dos grupos diferentes es conocida a partir de finales del siglo III, pero quedará definitivamente asentada a finales del siglo IV. Uno de los grupos recibía el nombre de Tervingi-Vesi y otro, conocido como grupo oriental, el de Greutingi-Ostrogothi. Los primeros pueden ser identificados con la cultura de Sintana de Mures, que hemos analizado precedentemente. Los segundos, los ostrogodos, responden a la cultura de Cernjachov. Las denominaciones de visigodos y ostrogodos surgirán a partir de Casiodoro, cronista de la corte de Teodorico, que utilizando la ubicación geográfica oriental correspondiente a los ostrogodos dedujo que los visigodos se hallarían en la zona occidental. Tanto en uno como en otro grupo existieron familias reales constituyendo clanes, que conocemos gracias a las narraciones épicas; sin embargo, cabe resaltar que la perpetuidad de las diferentes tribus godas fue posible porque estaba fundamentada en la saga o clan de los amalos. Jordanes habla de ambos grupos y relata su historia, pero explica antes cuándo se separaron (Getica V, 42): "En el tercer asentamiento, sobre el mar Póntico, ya convertidos en más humanos y prudentes, según hemos dicho antes, divididos los pueblos por familias, servían a la familia visigoda de los baltos, y a la ostrogoda, a los ilustres amalos". En otro momento de la obra, al hablar de Alarico, mostrará indirectamente su preferencia por los amalos: "...Alarico, que pertenecía a la segunda nobleza después de los amalos y al extraordinario origen del linaje de los baltos, el cual en otro tiempo, por la audacia de su valor, había recibido entre los suyos el nombre Baltha, esto es, audaz". El siglo IV d.C. fue un período que marcó el desarrollo y evolución de los godos. En primer lugar, destaca la concesión del status de foederati por parte de Constantino en el año 332, debido a los continuos ataques que habían realizado los visigodos al sur del limes danubiano. El emperador Valente, tras anular el subsidio concedido a los visigodos, se lo renovó en el año 376, concediéndoles tierras en la Tracia. Las desfavorables condiciones sociales y económicas obligaron a los visigodos a cruzar de nuevo la línea del limes y a asesinar al emperador Valente. La batalla de Adrianópolis del año 378, marca la victoria de la confederación goda frente a las estructuras imperiales. A pesar de esta victoria, las tropas volvieron a Tracia, donde Teodosio les renovó el foedus. Otro de los hechos significativos acontecidos en el siglo IV es la conversión de este pueblo al arrianismo, venida de la mano del obispo Ulfilas que tradujo el Nuevo Testamento a la lengua gótica. La labor misionera y la plasmación en el Codex Argenteus, efectuada por Ulfilas dieron lugar a la adopción del cristianismo arriano por parte de algunos sectores populares reducidos, pero no así de las altas clases dirigentes, que, temiendo las consecuencias de este cristianismo, efectuaron importantes persecuciones entrada la segunda mitad del siglo IV. Parece que la conversión de los visigodos precedió a la de los ostrogodos. La inestabilidad provocada por la presión de hunos, sármatas y alanos obligó a los godos a iniciar grandes migraciones, que tuvieron lugar a finales del siglo IV y principios del siglo V. Fue así como se estableció, durante unos veinticinco años y desde mediados del siglo V d.C., el reino ostrogodo de Pannonia (a caballo entre las actuales Austria y Hungría). En el año 489, enviados a Italia por el emperador Zenón para combatir como federados a las tropas de Odoacro, al mando de Teodorico, los ostrogodos iniciaban la construcción de su reino en unas nuevas tierras. Atanasio reconocerá años más tarde -en el 497- a Teodorico como nuevo rey. El otro gran grupo de godos, los visigodos, con las mismas motivaciones que los ostrogodos, antes expresadas, iniciaron también importantes migraciones. Los visigodos al mando de Alarico, que había sido nombrado por Arcadio magister militum de la Iliria, organizaron la primera gran incursión a Italia, donde llegaron en el año 408. El saqueo de Roma tuvo lugar dos años más tarde, y después de un largo asedio de cerca de un año en el que participaron no sólo las tropas visigodas sino también los esclavos bárbaros que se hallaban allí, la Ciudad Eterna se rindió definitivamente. El saqueo de Roma en el año 410 dio lugar a la pérdida de un símbolo, como era y había sido Roma, y produjo, a la vez, un cambio en el destino de los visigodos, que tras la firma de un pacto de federación se establecieron en la Aquitania. Podemos concluir, pues, que ante la inmensa extensión del territorio del Imperio y, tal vez por ello mismo, su debilidad en las fronteras, y la presión que sobre ellas ejercían los godos con su necesidad de expansión, debido al temor de otros pueblos, es evidente que ambos estaban condenados a establecer relaciones más o menos conflictivas, unas veces con enconadas luchas, otras en una coexistencia relativamente pacífica; especialmente desde que los visigodos penetraron en territorios imperiales, transgrediendo el pacto inicial. En cualquier caso, se había iniciado un proceso irreversible de aculturación para subsistir. Los visigodos llevarían consigo sus leyes consuetudinarias, sus propias normas para la regulación de su existencia en sociedad y la articulación interna de la misma; en tanto que duró la época de penetración, que terminó por concretarse en el establecimiento de un regnum o patria, las realidades de ambos pueblos -romanos y visigodos- serían bien distintas y, seguramente, encontradas y hostiles; pero, una vez conseguido el asentamiento, comenzaba, para bien y para mal, la obligada convivencia con las poblaciones romanas provinciales allí asentadas. A partir de aquí nuevos pactos o foedera, así como transgresiones a los mismos, se irían sucediendo durante la existencia de la pars Occidentis del Imperio y, después, con la oriental.
lugar
En el cuadrante sudoriental de la provincia de Sevilla, dentro de la comarca de la Campiña y en las primeras estribaciones de la Sierra Sur nos encontramos el municipio de Osuna. Situada sobre una colina triangular rodeada de una florida campiña, la historia de esta villa se remonta a más de tres mil años, si bien existen vestigios de existencia humana en la zona durante el Paleolítico. Pueblos ibéricos fundan en este lugar la ciudad de Urso, denominación que alude la presencia de osos en la zona. De época ibérica nos han quedado importantes restos, entre los que destacan una magnífica serie de relieves que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el Museo de Antigüedades de Saint Germain-en-Laye. El papel de la villa en época romana será muy destacado, haciéndose referencia a ella en varias guerras: las luchas entre Roma y los lusitanos liderados por Viriato y las que enfrentaron a Pompeyo con César, siendo Urso el refugio final del primero. Para ello, las tropas pompeyanas reforzaron las defensas del primitivo poblado ibero. Será el propio César, triunfante en la lucha, quien afirme el rango de ciudad al conceder al poblado el título de Colonia Genitiva Iulia. Su esplendor militar, urbanístico y cultural se pone de manifiesto en los llamados Bronces de Osuna, códice legal otorgado a la Colonia que estaba expuesto en el foro urbano, el teatro, los restos de muralla y en la necrópolis del cerro. Recientes excavaciones han sacado a la luz numerosos silos que muestran el auge de la agricultura romana en la villa. Durante el periodo musulmán se denomina Osona. No disponemos de numerosos datos de esta época, si bien han quedado restos arquitectónicos que nos hablan de su papel como lugar fortificado, especialmente la Alcazaba y la Torre del Agua. Los ejércitos castellanos dirigidos por Fernando III el Santo toman la ciudad en 1239. Será entregada a la Orden de Calatrava en 1264, creándose la Encomienda de Osuna. Su situación estratégica convierte a Osuna en un punto de especial interés en la defensa de la inestable línea fronteriza con el reino nazarí de Granada. La ciudad está amurallada y cuenta con cuatro puertas abiertas a las diferentes vías, ante las que se abren amplias plazas. La historia de Osuna cambia cuando don Pedro Téllez Girón, Maestre de la Orden de Calatrava, recibe la villa en 1464. Sus descendientes, durante el reinado de Felipe II, toman el título de duques de Osuna. Desde ese momento se establecerá en la villa la capital de su señorío, siendo los principales promotores de la renovación urbanística que se produce en el siglo XVI, especialmente gracias a Juan Téllez Girón, IV conde de Ureña. El espacio que ocupaba la ciudad en época medieval queda reservado para los edificios representativos: la Colegiata, la Universidad y el palacio mientras que las casas se extienden hacia el llano, tomando las modernas calles como punto de partida las antiguas puertas. En la centuria siguiente se organiza un esquema urbanístico con forma de abanico que tiene su punto de partida en la calle Carrera -asentada sobre el primitivo camino de Écija y Sevilla- y que avanza en dirección a la calle Sevilla, eje direccional este-oeste. En el siglo XVIII se multiplican los conventos, las casas solariegas y las obras civiles, bajando la urbanización, si cabe, más hacia la llanura. La Plaza Mayor se conforma en el siglo XIX; allí se alza el Ayuntamiento para convertirse en el centro de la ciudad. En la primera mitad de la centuria siguiente se produce un significativo aumento de población y la llegada del ferrocarril, lo que obliga a nuevas transformaciones urbanas, especialmente con las nuevas barriadas residenciales que crecen en la periferia. Los últimos años han visto cómo se ha producido una importante promoción residencial en la zona del Ejido, que ha provocado el abandono de las casas del centro, más deprimido. En 1967 Osuna es declarada Conjunto Histórico-Artístico gracias a su amplio patrimonio artístico, uno de los mejor conservados de toda Andalucía.
Personaje
Militar
Político
A instancias del duque de Lerma recibió el título de virrey de Sicilia en 1610 y de Nápoles seis años más tarde. Desempeñó estos cargos con gran habilidad gracias al apoyo de su secretario Francisco de Quevedo.
Personaje
Otros
Educado en un ambiente problemático, tuvo una desdichada infancia al lado de su madre. Desde su juventud sufrió problemas de adaptación. Su personalidad revelaba una extraordinaria inteligencia acompañada de tendencia a la soledad. Instalado en su ciudad natal se siente atraído por los dogmas del comunismo. Siendo mayor de edad se alista en el cuerpo de marines, con el que se traslada a Japón. En esta época debe enfrentarse al tribunal militar por dos faltas. En este cuerpo sobresalió por su capacidad como tirador. Un año antes de su licenciatura abandona el ejército y se traslada a la Unión Soviética, movido por su defensa del marxismo. En Rusia vuelve a padecer una crisis y trata de suicidarse. Ante esta tentativa de quitarse la vida su tiempo de estancia en el país es limitado por el gobierno ruso. No obstante, antes de regresar a Estados Unidos en 1962 se casa con Marina Nitchilayeva Prusakova. Se instala en Dallas y desde allí se implica en actividades políticas a favor de Fidel Castro. Esta misma labor la continuaría en Nueva Orleans, donde fue detenido. En 1963 le contratan como bibliotecario en la Texas School Book Depository Co. En septiembre de este mismo año se traslada temporalmente a México donde se relaciona con personas pertenecientes a la embajada de la URSS. Poco después, era arrestado y acusado de asestar un disparo a Kennedy el 22 de noviembre desde la sexta planta de la biblioteca en la que trabajaba. No se pudo relacionar a nadie más con este asesinato. Tras el disparo mortal, el informe señala que cuarenta y cinco minutos después atentó contra la vida del agente de policía J. D. Tippin. El FBI encontró a Oswald poco después en un cine próximo al lugar donde acontecieron los hechos. A los dos días Jack Ruby, propietario de un club de Dallas, le asesinó. Por este hecho, Ruby fue condenado a cadena perpetua, muriendo más tarde de un cáncer repentino. Posteriormente se ha especulado con la posibilidad de que existiese una conspiración para acabar con la vida del presidente, una sospecha que cuenta con muchos adeptos y sobre la que se han escrito miles de páginas.
obra
En los alrededores de 1500 Durero pintó varios retratos por encargo, como los del matrimonio Tucher y su propio Autorretrato como gentilhombre. El personaje aquí retratado es Oswolt Krel, comerciante afincado en Lindau. Durero ha elegido un formato que mantuvo a lo largo de toda su carrera, en el que combina elementos típicamente alemanes junto con características aprendidas de la pintura veneciana.El formato más frecuente en el artista es del modelo de medio cuerpo, girado levemente de tres cuartos sobre sí mismo, recortado contra una ventana sobre paisaje nórdico. Estos serían rasgos propios de la pintura alemana, a lo que añade el modelado de la luz, el color cálido y envolvente, y esa especie de dosel que respalda la figura, actuando como un telón que devuelve la mirada del espectador y la concentra sobre el retratado.En este caso, Durero ha dotado de cierta expresividad a su modelo, más lejos del acartonado rostro de uno de sus primeros retratos de encargo, el de Federico el Prudente. Pero lo que sin duda llama la atención, como lo hizo entre sus contemporáneos, es la prodigiosa captación de los materiales, sobre todo en el ribeteado de piel que casi puede acariciarse pelo a pelo.
obra
Aunque en Tahití se ha sentido francamente cómodo, Gauguin parece que desea regresar a París para encontrarse con sus amigos, comprobar qué impresión ha causado su pintura y vender algunos cuadros para sacar dinero. Poco antes de partir, en septiembre de 1893, realiza esta escena en la que observamos a una joven recostada en el suelo, como si la hubiera sorprendido en plena meditación. La excelente figura demuestra el interés del pintor por representar jóvenes desnudas, cuyo colorido oscuro contrasta con el fondo y el pareo rojizo que lleva. El enigmático título podría aludir a la soledad que va a inundar a las jóvenes tahitianas, entre ellas Tehamana con la que convivía, cuando el artista regrese a París. De todas maneras, Gauguin utiliza estos poéticos títulos para relacionarse con el Simbolismo literario que tanto le atraía.
Personaje
Arquitecto
Los Otamendi son una amplia familia de ingenieros y arquitectos entre los que destacan Joaquín, Miguel, Julián y el propio José María, quien inició los estudios de Ingeniería Industrial en Madrid, finalizándolos en 1908. Interesado por el urbanismo, junto a Julián creó en 1918 la Urbanizadora Metropolitana, adquiriendo buen número de terrenos en la zona de Cuatro Caminos, lugar al que ya llegaba el Metro, construido por su hermano Miguel. En 1936 Julián y José María fundan la Inmobiliaria Metropolitana y construyen el edificio Lope de Vega en la recién inaugurada Gran Vía. Sus próximas actuaciones inmobiliarias de importancia se producen en el entorno de la Plaza de España, donde levantarán el Edificio España (1947-53), rascacielos de 28 pisos realizado con estructura de hormigón armado. Al año siguiente superaron su anterior reto al construir la Torre de Madrid, con 30 pisos, que le convertían en el más alto de España en su tiempo.
lugar
Localidad situada en la cuenca de Pamplona, a unos 19 km. aproximadamente. Son muy pocos los datos recogidos a lo largo de los siglos acerca de Otano. En 1280 apareció nombrado por primera vez en los documentos de cuentas del Valle de Elorz, junto con otros pueblos, relacionados con testamentos, cesiones de tierras y cuentas. Perteneció a lo largo de la Edad Moderna a la Encomienda de Leache, con derecho de patronazgo parroquial. A mediados del siglo XX tenía 75 habitantes, pero ha ido despoblándose en el transcurso de estos últimos años. Desde el punto de vista patrimonial, destaca por su parroquia de la Asunción y el puente medieval a las afueras del pueblo. Todavía hoy, Otano pertenece a los pueblos navarros por los que atraviesa el milenario Camino de Santiago.
Personaje
Escultor
Pintor
Abandonó la carrera de Medicina para desarrollar su vocación con escultor. Tras tener que pasar por distintos trabajos para ganarse la vida, en 1935 emigra a America y recorre diversos países. En estos años impartió clases de cerámica, al tiempo de publicó varios escritos sobre arte. Antes de volver a España en 1949, fundó el grupo Espacio para animar a otros artistas a realizar ideas conjuntas. En su país natal participa las nuevas vanguardias que inundan el panorama artístico. En un principio se iba a encargar de las estatuas que adornarían la Basílica de Aranzazu, pero luego le retiraron de este proyecto. Es autor de un estudio sobre arte contemporáneo, titulado "Quo usque tandem...!" En San Sebastián creó el Grupo Fundacional Guipuzcoano, además de encabezar otros proyectos para promocionar el arte. A lo largo de estos años, su labor artística ha sido recompensada con varias menciones, como el Príncipe de Asturias de las Artes en 1988. Una de sus principales preocupaciones es el espacio. Nunca ha dejado de experimentar en sus obras. En la década de los sesenta deja a una lado la escultura y muestra un enorme interés por cine y la literatura.