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Personaje Militar Político
Miembro de una familia de origen hispánico, Marco Aurelio recibió una esmerada educación interesándose desde joven por la filosofía. Frontone fue su maestro de retórica y Marco Aurelio formará parte del estoicismo, convirtiéndose en uno de sus más importantes representantes. No en balde escribió "Comentarios" donde recogía sus reflexiones y pensamientos, caracterizados por el tono triste y pesimista, ocupando la muerte un papel destacado en ellos. La relación entre Adriano y Marco Aurelio parece ser estrecha, lo que motivó que el emperador obligara a su sucesor, Antonino Pío, a adoptar al joven Marco Aurelio. A la muerte de Antonino Pío su hijo adoptivo le sucedió. Marco Aurelio asoció al trono a su hermano adoptivo Lucio Aurelio Vero, aunque fue una asociación virtual ya que Marco fue el verdadero emperador. El reinado de Marco Aurelio supone el inicio de la crisis general que vivirá el Imperio a lo largo del siglo III. Ya en los primeros años los bárbaros saquearon regiones fronterizas aunque estas malas noticias se compensaron con los triunfos obtenidos ante los partos, consiguiendo recuperar Siria, Mesopotamia y Armenia. Las tropas procedentes de Oriente regresaron a Italia acompañados de una epidemia de peste que expandieron por todo el Imperio. Diferentes levantamientos se produjeron tanto fuera como dentro de los límites imperiales. En Egipto se produjo una revuelta que estuvo a punto de tomar Alejandría antes de ser sofocada. Hispania y la Galia vivían momentos de agitación, mientras que el Danubio los bárbaros penetraban en el "limes" para saquear zonas fronterizas. La tensa situación requería una solución de emergencia. Se reclutó un nuevo ejército en el que participaron esclavos y gladiadores. El propio emperador tuvo que aportar sus joyas para sufragar los gastos. Pero el esfuerzo económico dio sus frutos y, tras casi seis años de guerra, los bárbaros se retiraron. Sin embargo, la guerra no acaba ya que en Siria se proclamó emperador el gobernador. El usurpador fue asesinado tras tres meses de gobierno y Marco Aurelio centró sus fuerzas en una nueva rebelión de bárbaros en el Danubio. El emperador fallecía en el transcurso de la guerra en Viena. Le sucedió su hijo Cómodo poniendo fin a la guerra danubiana.
obra
De los muchos existentes monumentos ecuestres existentes en su día, ha llegado a nosotros casi íntegro uno que es pieza fundamental en la historia del arte: el Marco Aurelio que Miguel Angel instaló en la Plaza del Capitolio. Anteriormente, por lo menos desde el siglo X, la estatua se encontraba en la Plaza de San Juan de Letrán, donde tenía su casa el tres veces cónsul M. Annio Vero, natural de Espejo (Córdoba), y había nacido su nieto y futuro emperador, Marco Aurelio. Muy influyente en las estatuas ecuestres de la Edad Media, lo mismo que el Regisole de Pavía -Antonino Pío, a lo que parece-, fue modelo del primer Renacimiento, y sin ella no se explican las dos obras maestras del género ecuestre conservadas hoy, el Colleone de Verrocchio y el Gattamelata de Donatello. Un Marco Aurelio algo más flaco y espigado que de costumbre en sus retratos extiende su diestra desde el lomo de un robusto caballo que levanta su mano derecha en airoso braceo, mientras otras dos patas se asientan en el suelo y la cuarta lo roza con el borde del casco. Según la vieja guía conocida como "Mirabilia urbis Romae", debajo de la pata derecha se encontraba la figura de un rey con las manos atadas a la espalda. La figura no era necesaria para soporte de la estatua, que nada ganaría con ese aditamento, antes perdería el mérito de su movimiento y de su ímpetu, dignos de la letrilla de Góngora: "tan gallardo iba el caballo / que en grave y airoso huello / con ambas manos medía / lo que hay de la cincha al suelo". Sin embargo, la noticia cuenta con el respaldo de reproducciones en monedas de otras estatuas, que sí se apoyan en un vencido. La estatua es digna de un arco de triunfo, y Marco Aurelio celebró varios, no por afición a las armas, que no la tenía, sino por cumplir con su destino de imperator. Su vocación de filósofo, su melancolía y su sentido humanitario lo predisponían a reinar bajo el signo de la paz; pero precisamente esa actitud, observada durante tantos años por sus dos predecesores, amortiguó el ardor guerrero de las legiones y las dotes de sus cuadros de mando. Los bárbaros acabaron por creer que el potencial bélico de Roma se había enmohecido y que no sólo había perdido su capacidad de ataque, sino la de defensa. Al cundir la noticia de la muerte de Antonino Pío, los partos fueron los primeros en poner a prueba a los dos hermanos emperadores, que ni siquiera habían hecho el servicio militar. Y así se dio la paradoja de que el mayor de ellos, el estadista más pacífico del mundo, hubiera de pasar la mayor parte de su reinado en el campo de batalla. Marco Aurelio tardó en reaccionar. Los partos se apoderaron de Armenia tras derrotar al gobernador de Capadocia, que se quitó la vida, e invadieron Siria, que estaba a punto de perderse cuando el contraataque romano se produjo. Lucio Vero, al frente de las legiones de Occidente, y un militar sirio, brutal pero eficaz, C. Avidio Casio, tomaron el mando de las operaciones. Armenia recuperó la libertad y los invasores de Siria hubieron de evacuarla. Al año siguiente el teatro de operaciones se trasladó a Mesopotamia, donde las dos capitales de los partos, Seleucia del Tigris y Ctesifonte cayeron en poder de Roma y Avidio Casio emprendió la persecución por el altiplano iranio... Marco Aurelio y Lucio Vero celebraron en Roma el 15 de agosto del 166 el triunfo al que parece debida la estatua ecuestre del primero. Con los partos en fuga les llegaba la hora a los germanos.
contexto
Si la incorporación de la mujer al trabajo se realizó de manera masiva durante la Transición y primeros años de la democracia, ésta no puede entenderse sin considerar los avances que se habían producido a partir de las reformas económicas propuestas por el Plan de Estabilización de 1959, que fue el arranque del crecimiento constante de la economía española hasta 1975. La Renta Nacional casi se triplicó, al igual que el Producto Interior Bruto (PIB) y la renta per cápita pasó de 35.791 pesetas en 1960, a 83.238 en 1975. El aumento del nivel de vida fue el más acusado de la historia del país. Se produjo un proceso de conversión de la industria española que, exceptuando la textil, era hasta entonces dependiente del exterior tanto en el suministro de materias primas, como en la tecnología, inversiones, etc. La puesta en marcha de los Planes de Desarrollo, con el fomento de la industria en determinadas ciudades, tuvo como consecuencia la emigración del campo a la ciudad. La actividad rural sufrió un cambio intenso, entrando en una profunda crisis. Se calcula que se produjo un trasvase de unos dos millones de personas entre los años 1960-70. Esto supuso un cambio de mentalidad en los emigrantes, pues los nuevos pobladores asimilaron el estilo de vida de consumo propio de la ciudad. Junto a la industrialización, el sector servicios fue el que más se desarrolló, especialmente por el crecimiento masivo del turismo. En 1975, el 40% de la población estaba empleada en él, el 38% en la industria y el 22% en la agricultura. Todos estos cambios supusieron el aumento de las posibilidades laborales de la mujer, especialmente en el sector servicios. Gráfico A su vez, la mano de obra femenina forzó cambios en la legislación vigente en el momento, ya fuera para eliminar las trabas que le impedían el trabajo remunerado, como para poner en marcha medidas que solucionasen los problemas de incompatibilidades entre su condición de trabajadora y madre, pues mayoritariamente era ella la que se ocupaba del trabajo de la casa y del cuidado de los hijos. Leyes como la de 1970 mejoraban la condición legal de la mujer casada pues, aún sin abolir la necesidad de la licencia marital para trabajar, se presumía otorgada si con anterioridad al matrimonio la mujer venia desempeñando tal ejercicio. Reconocía también su plena capacidad para comparecer en procedimientos laborales sin la asistencia del marido. Otras, como la del Plan Nacional de Guarderías Infantiles, en 1974, son algunas muestras de cómo paulatinamente se iba respondiendo a la problemática del nuevo rol que asumía la mujer. Junto a la situación interna peculiar sólo al país, un hecho internacional marcó las condiciones económicas en el que las mujeres se incorporaron al mundo laboral durante los años de la Transición. Se trató de la crisis del petróleo de 1973, que tuvo su origen en el contexto de la Guerra árabe-israelí. Los países productores de petróleo (OPEP) castigaron el apoyo que occidente dio a Israel, aumentando el precio del crudo hasta cuadruplicarlo en el transcurso de tres meses, sometiendo a embargo a algunos países y reduciendo su producción entre un 15 y un 20%. Como consecuencia, se produjo la recesión en los países industrializados, el crecimiento del PIB fue negativo, hubo inflación y aumentó el paro. En los países de la OCDE alcanzó el 5% en 1975 y el 10% en 1980. La crisis contribuyó al declinar del Estado de bienestar y de la industria tradicional, necesitada de reconversión. Las soluciones tardaron bastante en llegar y más en algunos países, como en España, por las circunstancias políticas que atravesaba. El régimen del general Franco se encontraba muy deteriorado. Las fuerzas democráticas ejercían una fuerte presión pidiendo el cambio político. La crisis económica internacional, requería tomar una serie de medidas impopulares pues redundaban en un aumento considerable de los precios de los productos derivados del petróleo. La actitud del Gobierno fue aplazar las decisiones relacionados con la economía interior e intentar capear el temporal endeudándose en el exterior. Se esperaba que la crisis económica fuera pasajera pues no podían permitirse las consecuencias que generarían en el país la toma de soluciones drásticas. Mientras el resto de los países europeos rebajaron la importación de este producto, España no sólo no la disminuyó sino que la aumentó en un 6%. Los ciudadanos no fueron conscientes de la envergadura de la crisis internacional y que ésta les afectaba también a ellos, por lo que el consumo conoció un aumento, algo que no sucedió en el resto de Europa. Si ello produjo cierta tranquilidad inicial, acabaría perjudicando al país que vivió la llegada de la segunda crisis del petróleo de 1979, sin haberse recuperado de la anterior. Así, el camino hacia la democracia se inició con una devaluación de la peseta al tiempo que se incrementaba el precio de los productos importados. Los gobiernos de la Transición desarrollaron una política monetaria moderada, pues no poseían fuerza moral para acometer ajustes que implicasen medidas impopulares. Durante este tiempo, el crecimiento económico fue sólo de un 1,4%, cifra muy inferior a la de los años sesenta, pero también del crecimiento posterior a 1985. En 1977 la inflación fue superior al 40%. Se multiplicaron las reivindicaciones sociales, pues la clase trabajadora no estaba dispuesta a hacer sacrificios y disminuir su renta. Se hacía necesario calmar la situación económica y social para poder continuar con las reformas políticas. En las primeras elecciones, el 15 de junio de 1977, ganó con mayoría relativa la Unión de Centro Democrático (UCD). A partir de ese momento se pudo estudiar y programar una política económica para controlar la inflación. Se firmaron los Pactos de la Moncloa el 25 de octubre de 1977, cuyo significado más importante fue el político, al crear un clima de consenso que facilitó la aprobación de la Constitución Española en diciembre de 1978. En el plano económico supuso un recorte económico y sacrificios para los trabajadores. A fines de 1977 la inflación se había reducido hasta el 26% y un año después estaba en el 16%. Asimismo se emprendieron reformas decisivas en el terreno fiscal, en el sistema financiero y en el Estatuto de los Trabajadores. A pesar de haber frenado la inflación, continuó el endeudamiento exterior. Hasta 1979 no se elaboró un plan energético nacional. En los años 1980 y 1981 el crecimiento económico fue negativo y la balanza de pagos gravemente deficitaria. Todo ello trajo consigo el aumento del paro. Entre 1978 y 1984 se destruyó algo más del 20% del empleo industrial en España, tasa superior a la de Francia o Italia aunque inferior a la británica. La gravedad del paro se explica por la llegada al mercado de trabajo de un número muy importante de jóvenes, por el regreso de los emigrantes y por la incorporación de la mujer al trabajo. La economía de los gobiernos socialistas, entre los años 1982-1991 fue de reconversión e integración plena en la economía de mercado. Los resultados fueron moderados. El paro, que se situaba en 1982 en el 16,5%, en 1989 era del 17,35. Paulatinamente, la mejora se fue reflejando en la evolución del PIB - el 1,2 en 1982 y el 2,9 en 1991- y en el índice de precios al consumo -1982 el 14,2 y 1989 el 6,9-. Otro hecho importante fue la integración en la Comunidad Económica Europea en junio de 1988. Desde ese momento, las mujeres españolas pudieron beneficiarse de los programas financiados por los fondos estructurales, algunos de ellos dirigidos específicamente a ellas, como el programa NOW (New Opportunities for Woman)
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La incorporación de la mujer al mercado laboral ha conocido un camino similar en todos los países industrializados, donde lo ha hecho al ritmo del desarrollo económico que se vivió a partir de los años sesenta, interrumpido por dos periodos de crisis en los periodos 1973-1975 y 1980-1981. Diversos factores -educativos, sociales, políticos y demográficos- confluyeron positivamente. Desde el punto de vista educativo, la mujer ya había accedido en número importante a los estudios universitarios y profesionales por lo que se encontraba dotada de una capacitación equivalente a la del hombre y sentía el deseo de desarrollar un trabajo para el que se había preparado. A ello se unió los cambios de comportamientos que se habían producido en relación con el matrimonio y la familia: el descenso de la tasa de nupcialidad, el drástico de la natalidad y la concentración de los nacimientos en unos años determinados permitían a la mujer incorporarse al trabajo más fácilmente. Ideológicamente la sociedad encontró el apoyo de los movimientos feministas de los años setenta que promovió el trabajo fuera de casa como el medio indispensable para obtener la liberación de la mujer. El hecho de ser independiente económicamente del hombre, se presentaba como el primer paso a dar para su emancipación. Fue también a partir de los años setenta cuando en el mundo occidental se liquidaron las últimas trabas legales para que la mujer pudiera acceder a ciertos trabajos como a la magistratura, a la diplomacia, a las Fuerzas Armadas, etc. Los cambios sociales influyeron en el aumento del trabajo femenino de diferentes modos. La aplicación de la tecnología al trabajo doméstico dejaba a la mujer con tiempo disponible para dedicarse a otras actividades. Más adelante, a partir de los años 80, otros factores sociales como el aumento de las familias monoparentales, surgidos desde la legalización del divorcio, impelieron a la mujer a buscar un trabajo remunerado con el que pudiera mantenerse y mantener a sus hijos. A todo ello se sumó, en los años setenta, el inicio del proceso democratizador en las dictaduras tradicionales de la Europa mediterránea: Portugal, Grecia, España. En este país, desde los años sesenta, importantes movilizaciones reivindicaban la apertura democrática. La incorporación laboral de la mujer, con lo que ello supone de independencia del hombre, se unió a las ansias de libertad política. Gráfico Por último, en este amplio conjunto de factores coadyuvantes, no puede dejar de señalarse el cambio producido en el catolicismo a partir de la celebración del Concilio Vaticano II. Espoleaba la puesta al día de los cristianos en su compromiso con la sociedad, reconocía que había "que llegado la hora en que la vocación de la mujer llega a su plenitud, la hora en que la mujer ha adquirido en el mundo una influencia un peso, un poder jamás alcanzado hasta ahora" en Gaudium et Spes, n? 9 y que ésta "allí donde todavía no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre".
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La zona del Próximo Oriente presenta unas condiciones naturales muy favorables para el desarrollo de formaciones económicas nuevas al estar situada en la encrucijada de tres áreas biogeográficas diferentes: el marco paleoártico al norte, la zona africana al sur y la zona oriental o asiática en el suroeste. Las distintas especies vegetales y animales de cada una de estas áreas proporcionan una gran variedad de recursos naturales. Globalmente, puede considerarse que el Oriente Próximo cuenta con tres grandes marcos bioclimáticos. El primero, situado en el norte, está formado por el arco montañoso que integra las formaciones montañosas del Levante Mediterráneo, el Tauros y el Zagros, caracterizado por una cubierta boscosa y vegetal abundante a causa de los factores (latitud y altitud) que favorecen unas precipitaciones anuales importantes, situadas normalmente por encima de 500 mm/año. La vegetación está caracterizada por formaciones boscosas, principalmente de robledos o bosques de pistachos en las zonas más bajas para pasar, progresivamente, a niveles de cedros y abetos en las zonas más altas. En el extremo opuesto y abarcando la mayor parte de la zona meridional del Próximo Oriente se sitúa el área desértica. Los límites septentrionales corresponderían al sur de Jordania, el fuerte codo del río Éufrates en la zona media de su curso y el Zagros a la altura de la ciudad de Bagdad. Esta área se caracteriza por unas precipitaciones inferiores a los 250 mm/año, hecho que impide la existencia de cultivos de secano, ofreciendo unas condiciones muy duras para la vida humana, a excepción de las zonas de oasis. La franja central cubre desde el Sinaí hasta el Khuzistán pasando por la depresión del Jordán, la estepa del norte de Siria (Djezireh) y el monte bajo del Tauros y Zagros. Esta zona está formada por una estepa de robledos y pistachos donde se desarrollan los cereales y leguminosas salvajes y constituye el biotopo de las principales especies animales que verán la domesticación (buey, ovicápridos...). Las precipitaciones se sitúan en torno a los 250-500 mm/año, y constituye históricamente la zona de explotación agrícola del Oriente Próximo, aunque actualmente se halle muy degradada a causa de la fuerte reducción de las zonas boscosas por la fuerte explotación antrópica. Es la región definida por Braidwood como el creciente fértil y la zona nuclear donde se desarrollan las fases iniciales de la neolitización. La reconstitución de las condiciones climáticas durante la transición Pleistoceno-Holoceno, así como las primeras fases de este último en este marco natural, empiezan a ser conocidas con mayor exactitud y ya no es necesario extrapolar conocimientos de otras zonas, principalmente europeas, de las cuales se dispone de un mayor registro. Parece ser que la última fase del Pleistoceno se caracterizaría por una fuerte sequía que cubre el periodo que va desde 17.000 a 12.500 a.C.. El paisaje presentaría, en estos momentos, grandes extensiones de estepa, dominada por las artemisias y los quenopodios, con pequeñas formaciones boscosas que quedan confinadas a las zonas costeras. Las llanuras costeras tienen una mayor extensión al haberse producido un descenso de los niveles de agua marina. Se da, asimismo, un desecamiento de los principales lagos interiores (por ejemplo, el lago de Damasco se seca en torno a 14.000 a.C.). El conjunto de este territorio presentaría unas temperaturas inferiores en algunos grados a las actuales. A partir del 12.000 a.C. se inicia una mejoría climática, inicialmente con un desarrollo lento, indicado por un primer desarrollo de la cobertura vegetal, y, a partir del 10.000 a.C. hasta el 8500 a.C. con mayor fuerza, fase que coincide con el óptimo climático. En este último periodo se da un fuerte crecimiento de la vegetación, con una máxima expansión del bosque que coincide con el máximo aumento de humedad. Estas características se ven confirmadas tanto por el registro faunístico a nivel macro, con la presencia abundante de especies de hábitat boscoso y ambiente húmedo (Bos, Cervus, Capreolus...), como por el registro de la microfauna. Este periodo favorece extremadamente el desarrollo iniciado en la fase climática anterior de máxima expansión de los cereales salvajes. A partir del 8000 a.C. y hasta el 6000 a.C. se produce una evolución climática más suave y difícil de interpretar. Las variaciones climáticas son menos marcadas, con pocos cambios de flora y fauna. Se constata, asimismo, una intervención más marcada del hombre, con una fuerte deforestación vinculada tanto a la extensión de las áreas de cultivo como al progresivo desarrollo de la ganadería. En síntesis, se observa en el Próximo Oriente una fuerte fase de clima seco, durante los últimos momentos del Pleistoceno, seguida de una mejora climática, inicialmente lenta, pero posteriormente con mayor incidencia, coincidiendo con una fase de optimum climático que favorece la creación y afianzamiento de unas condiciones que van a perdurar posteriormente, aunque en ellas el impacto del hombre será cada vez más notable.
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Es difícil sintetizar y proponer una reconstrucción paleoecológica para el conjunto peninsular, debido básicamente a dos motivos: a la diversidad regional por lo que se refiere a clima, geografía física y vegetación, y el parco desarrollo de estudios paleoecológicos de dicho marco. En efecto, la ecología peninsular actual sigue siendo tan compleja y rica como lo debería ser hacia el VI milenio, cuando aparecen las primeras huellas de la neolitización en la Península Ibérica. Por otro lado, a la escasez de datos disponibles, pues desgraciadamente no abundan los análisis paleoecológicos y cabe añadir que su dispersión no permite correlaciones afinadas para un ámbito tan extenso. A caballo entre el VII y el VI milenios se documentan los inicios del periodo climático Atlántico, en la Europa central-septentrional; en la Península Ibérica se reconoce a través del registro arqueológico más tardíamente, hacia el 5000/4000 a.C. La documentación más significativa cubre la mitad oriental peninsular, y a grandes rasgos, nos permite observar una dinámica general suficientemente aceptable para los inicios de la neolitización y su desarrollo más inmediato. Englobando el conjunto de regiones mediterráneas, para esta fase climática se documentan temperaturas más elevadas que en el periodo anterior (Boreal), así como una mayor humedad. Aparecen, de esta manera, las condiciones óptimas (optimum atlántico) para el crecimiento y la expansión de los bosques caducifolios. Estas zonas boscosas reflejan, según las áreas, un bosque de tipo mixto mediterráneo (pino, matorral, carrascas, etc.). Esta situación genera el enriquecimiento de los suelos (clima menos riguroso, depósitos aluviales estabilizados, aportaciones eólicas...) y establece las bases más adecuadas para el buen desarrollo de las primeras prácticas agrícolas. Sobre el V y el IV milenios el estudio especializado del registro (análisis polínico, estudios antracológicos, fauna, etc.) constata los primeros síntomas de la antropización del medio (cultivo, ganadería, deforestación...). Como muestra del proceso descrito se dispone de algún trabajo paleoecológico concreto. Así, gracias al estudio detallado de los restos antracológicos de la Cova de l'Or, en el Levante mediterráneo destaca el predominio del bosque mesomediterráneo con encina hasta tiempos muy recientes. Durante la primera fase de la neolitización (horizonte cardial), los grupos humanos no modifican perceptiblemente el entorno; la transformación radical de la vegetación empieza a documentarse hacia el 5000 a.C., con el descenso del encinar y la aparición del pino blanco y la carrasca. La culminación de este proceso se produce hacia el 4000 a.C., cuando se identifica la asociación típica de las máquinas litorales, de carácter termomediterráneo. Los estudios sedimentológicos también documentan este máximo de degradación a finales del Neolítico Antiguo. En Cataluña coinciden los datos a grandes rasgos; la degradación del medio vegetal se registra en la Cova del Toll (Moià, Barcelona) hacia el 4000 a.C. y en la Cova del Frare más tardíamente, sobre el 2000 a.C. Estos ejemplos son indicadores de un proceso general marcado, en resumen, por tres etapas: la primera, que enlaza con la mejoría climática iniciada en el Preboreal y que sigue en el mismo Boreal con un proceso lento de mejoría climática y lenta reforestación; la segunda, marcada por el optimum climático del período Atlántico y la expansión de los bosques caducifolios y, finalmente, los primeros indicios de la acción antrópica del medio con un proceso de degradación del medio arbóreo. Este esquema básico se verá sin duda perfeccionado y mejorado, por la continuación de la investigación, tanto a nivel general como particular, al poder observar las variaciones bioclimáticas locales, los desfases cronológicos y la presencia constante de paisajes-mosaico por motivos micro-geográficos.
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El Bajo Imperio en Hispania no puede estudiarse ni comprenderse aisladamente. Hispania, como parte del Imperio Occidental, estaba sometida a las mismas disposiciones que el resto de Occidente y con problemas muy parecidos. Por lo mismo también su destino fue semejante. No obstante, la marginalidad geográfica de Hispania respecto al centro del Imperio (el Mediterráneo había dejado de ser el eje económico y político) hizo que las convulsiones políticas, especialmente duras en Italia y en otras provincias del Imperio durante el siglo IV, tuvieran aquí una menor repercusión hasta los comienzos del siglo V, en que se libró la guerra entre los partidarios del emperador Honorio y el usurpador Constantino III, con desastrosas consecuencias, y que concluyeron con la invasión de los pueblos bárbaros y su asentamiento en más de la mitad de la Península. Los antecedentes de los cambios que, en todos los niveles, se aprecian durante el Bajo Imperio hay que buscarlos en el siglo III e incluso antes. Ya hacia el año 200 una seria recesión económica había afectado a todo el mundo mediterráneo. A mediados del siglo III, las legiones sufrieron grandes derrotas a manos de los persas, godos y otras tribus germánicas y la violencia de las guerras civiles colocó al gobierno imperial al borde de la desintegración. En Hispania, las ciudades habían entrado en una fase de decadencia en cierto modo ligada a la crisis de la ideología que sustentaba el sistema municipal y el concepto de ciudadanía. La historiografía romana concede poca importancia a los asuntos de Hispania durante esta época. Sólo ocasionalmente toma una relevancia en función de su posición geográfica para la resolución de determinados conflictos.
Personaje Otros
Hijo de mercaderes, siendo niño emprendió viaje hacia el imperio Mogol acompañando a su padre Niccoló y a su tío Matteo, quienes ya habían estado allí en 1266. En un viaje de cuatro años de duración, partieron de Venecia y atravesaron el Mediterráneo, el golfo Pérsico, Persia, el Khorasán, el Pamir y el desierto de Gobi, hasta que llegaron en 1275 a Shang-tu, residencia veraniega del soberano mongol Kublai Khan. Su estancia en China duró dieciséis años, en los que conquistó la confianza del emperador y le fueron encargadas misiones diplomáticas de alto rango. Su regreso a Venecia comenzó en 1291, escoltando a una princesa mongola que el Khan ofrecía en matrimonio al soberano persa. Regresado cuatro años más tarde y tras pasar por Constantinopla, decidió en 1298 escribir la relación de su travesía y la de sus parientes, elaborando un valioso documento acerca de la cultura mongol de la época.
Personaje Científico
Durante sus tiempos de estudiante en Bolonia y Florencia ya empezó a trabajar en el campo de las ondas electromagnéticas. Con veinte años logra realizar transmisiones cada vez a mayor distancia, hasta que en 1895 consigue que la recepción llegue a kilómetros de distancia. A partir de este descubrimiento crea un aparato con una capacidad de alcance de 2,5 kilómetros con un emisor, un generador de chispas Hertz y un receptor, que convertía las ondas en sonido. Sin embargo, ante la escasa convocatoria que provoca este descubrimiento en su país natal, decide trasladarse a Londres donde gracias a la ayuda recibida pudo mejorar su invento y patentarlo. Tras registrarlo creó la compañía -Wireless Telegraph and Signal Company, Ltd- que poco después pasaría a llamarse Marconi´s Wireless Telegraph and Signal Company Ltd. No obstante, continuó trabajando en este invento para mejorarlo e incrementar paulatinamente la distancia de recepción. Marconi alcanzaría y éxito tras otro y en poco tiempo abre una filial de su empresa en Estados Unidos -American Marconi Company-. Sus descubrimientos fueron cada vez más significativos y en 1909 recibió el Premio Nobel de Física, que compartió con Kark Ferdinand Braun.