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contexto
<p>El arqueólogo Sautuola nació en Santander el 2 de junio de 1831. Hijo de una familia pudiente, recibió una esmerada educación, inclinándose por el cultivo de las ciencias naturales y la erudición. Pero su nombre quedaría limitado a los anales de la historia local -por ejemplo, como introductor del eucaliptus en la España cantábrica- de no haberle estado reservado el descubrimiento de las pinturas del techo y de la galería de Altamira y, con ello, la defensa de la existencia del arte parietal paleolítico. En 1875, Sautuola inició unas prospecciones en una cueva situada en un prado llamado Altamira, del pueblo de Vispieres (municipio de Santillana del Mar), que había encontrado un cazador hacía poco tiempo. Ya entonces vislumbró algunas de las figuras en negro de la galería más interior de la cueva, pero no les dio importancia. Con motivo de estos trabajos entró en contacto con el geólogo Juan Vilanova y Piera, primero catedrático en Valencia y después en Madrid. Tres años después, Sautuola aumentó sus conocimientos de Prehistoria al visitar las colecciones que se exhibían en la Exposición Universal de París de 1878. Esto le decidió a reemprender las excavaciones de Altamira, lo que hizo en el verano de 1879. Según las explicaciones dadas por él mismo, fue su hija María quien se dio cuenta de la existencia de figuras pintadas en el techo de la sala que continuaba el lugar donde estaba excavando. Su perspicacia puso enseguida en relación los dibujos de color negro vistos en 1875 con las figuras policolores ahora descubiertas. La perplejidad que este hallazgo produjo en Sautuola no le impidió hacer una exacta valoración de las pinturas como obras de arte de los hombres del Paleolítico superior que habitaron en el vestíbulo de la cueva. Todo ello queda bien reflejado en su folleto titulado "Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander" (1880) con el que dio a conocer sus descubrimientos y que conserva en la actualidad todo su valor científico. La noticia fue recibida con escepticismo y recelo por los prehistoriadores franceses y, con un apriorismo absurdo, se consideraron falsas las obras de arte altamirenses, a pesar de las evidencias en el conocimiento que constituían el arte mueble paleolítico y el arte rupestre exótico. Portavoz de esta opinión fue Emile Cartailhac (1845?1921), eminente prehistoriador francés, profesor de la Universidad de Toulouse, cuya autoridad dentro de la joven ciencia prehistórica acalló las dudas que sentían otros investigadores. Entre estos se contaba Edouard Piette (1827-1906), que no sólo admitió la autenticidad de Altamira, sino que incluso, con clarividencia, atribuyó acertadamente las pinturas al Magdaleniense, coincidiendo con la opinión de Vilanova y Piera. En 1887 Piette escribió a Cartailhac: "Don Marcelino de Sautuola me ha enviado su fascículo sobre los objetos prehistóricos de la Provincia de Santander, y en particular sobre las pinturas de la cueva de Santillana del Mar. Para mí no hay duda ninguna de que esas pinturas sean del período Magdaleniense". Cartailhac se apoyaba tan sólo en su interpretación apresurada del dibujo contenido en el folleto de Sautuola y en un informe del ingeniero y paleontólogo E. Harlé, el único que, aparte de algunos españoles, conocía la cueva "de visu", si bien se dejó influir por una habladuría según la cual en la realización de las pinturas intervino un pintor recogido por caridad en casa de Sautuola.</p>
obra
La identificación de esta joven como Marcelle viene determinada por la inscripción que puede leerse en la zona superior izquierda. Posiblemente nos encontremos ante el retrato de una de las pupilas de burdel que Toulouse-Lautrec realizó para El Salón de la rue des Moulins. El amplio escote, la tez blanquecina, el pelo rojo y la nariz respingona son elementos típicos de las chicas elegidas por el pintor para solazarse en el prostíbulo. El rostro está soberbiamente recortado ante la pared, destacando la rápida aplicación del óleo y la firmeza y seguridad de los trazos, quedando amplias zonas del soporte sin pintar. Aunque nos encontremos ante una mujer desconocida, Lautrec ha intentado transmitir su carácter a través de esa ligera sonrisa. La relación con Mujer de prostíbulo es significativa.
obra
El verdadero nombre de esta actriz de variedades era Anne-Marie Marcelle Bastien; a los 16 años debutó en el "Théâtre Montmartre" cosechando su mayor éxito realizando revistas en el "Théâtre des Variétés" donde triunfó con la opereta "Chilperic" ejecutando Toulouse-Lautrec una obra con esta temática. En esta litografía la actriz aparece de perfil, mostrando su atractivo escote y su bello rostro. Una vez más las líneas vuelven a protagonizar el conjunto, advirtiéndose la altísima calidad como dibujante de Henri mientras que el color es aplicado de manera plana para continuar con la influencia de la estampa japonesa. La sensación de verismo que se consigue con este cartel supera a las fotografías de la diva, mostrando aquí su potente carácter.
obra
La opereta "Chilperic" de Florimond Hervé fue estrenada en el "Théâtre des Variétés" de París el 1 de febrero de 1895 alcanzando un importante éxito. El asunto de la obra trataba sobre la historia del rey merovingio Chilperico recogiendo Toulouse-Lautrec el momento en que la novia hispana del monarca, llamada Galasthwina, baila un bolero para él. La actriz de variedades Marcelle Lender interpreta el papel principal, ataviada a la española con enormes amapolas en la cabeza y un vestido con amplio escote. Los demás actores que aparecen son, de izquierda a derecha: Lassouche, sentado; Vauthier; Brasseur en el trono como Chilperic; L. Bouchenez también llamado Baron; Amélie Diéterle; y De Simon.Lautrec acudió a más de veinte representaciones, realizando numerosos apuntes y bocetos preparatorios para crear el cuadro más grande del mundo del teatro que ejecutó, destacando la figura de Marcelle por la que sentía algo especial. La sensación de movimiento que se crea en la composición y el juego de luces artificiales son los dos elementos más atractivos de la escena, así como el aspecto caricaturesco de los diferentes personajes. La conjunción de líneas y colores hace de este lienzo uno de los más atractivos de la producción del pintor.