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Personaje Científico
Estudia bajo los consejos del cardenal Granvelle. Vivió una temporada en Roma, donde aprovechó para conocer el legado de los clásicos y más tarde recorrió Alemania. Tras pasar un tiempo en el Universidad de Jena y luego en Lovaina, ganó la cátedra de Historia en la Universidad de Leiden. Felipe II le nombró cronista de la Corona. Su relación con la corte no terminó aquí, si no que continuó en los Países Bajos como consejero de Estado, a petición del archiduque Alberto. En una de se sus interpretaciones del "Tratado de la Clemencia" de Séneca, despertó el interés del archiduque Alberto y la infanta Isabel, logrando que le concedieran la libertad a 300 brabanzones acusados de intervenir en las últimas turbulencias. Comentó a los clásicos y fue uno de los grandes representantes del estoicismo renacentista. "Sátira Menipea", "De la Constancia", "De la pronunciación latina", "Saturnales", "De los políticos", "De la unidad religiosa", "Del arte militar de los romanos", "La filosofía de los estoicos", conforman su legado literario.
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A pesar de encontrarse algo más recuperado de su enfermedad gracias a los cuidados del doctor Félix Rey, Van Gogh decide marcharse voluntariamente el 8 de mayo de 1889 al sanatorio mental de Saint-Paul-de-Mausole, cerca de Saint-Rémy-de-Provenze, donde Theo le paga dos habitaciones para que una sea empleada como estudio. El doctor en jefe de la institución, Théophile Peyron, le permite pintar al aire libre acompañado de un enfermero iniciándose una interesante serie de lienzos con los paisajes y las vistas de los alrededores, sin menospreciar las flores como los lirios que crecían en el jardín del hospital. Vincent emplea una perspectiva alzada para pintar la planta que observamos, cuyas hojas tienen el contorno muy delimitado mientras los matojos de hierba que la rodean están pintados con mayor soltura, recurriendo a manchas que se aprecian con claridad en el lienzo. Los tonos verdes se complementan con el amarillo y el malva, sugiriendo la teoría de los colores complementarios avanzada por Delacroix. En una ocasión más, el color vuelve a expresar los sentimientos de Vincent, en un momento de mayor tranquilidad al desaparecer sus fobias charlando con los demás internos, comiendo y durmiendo correctamente.
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Posiblemente sea ésta una de las escenas más populares de Van Gogh. Fue realizada durante su estancia en el hospital mental de Saint-Rémy, lugar en el que estaba internado por su propia voluntad. Acompañado de un celador, recorría las zonas de los alrededores del sanatorio buscando la inspiración. Los elementos y paisajes más cercanos serán sus modelos como ocurre con estos Lirios. Las flores ocupan todo el espacio pictórico, empleando una perspectiva frontal, dando la impresión de ser una fotografía. Las líneas onduladas se adueñan de la composición gracias las hojas y los tallos. Vincent juega con los tonos complementarios al recurrir a verdes y malvas, acompañados de naranjas y amarillos, creando una espectacular muestra de riqueza cromática y de luz. Las líneas oscuras que delimitan los contornos, típico ejemplo del cloisonnismo de Gauguin y Bernard, desaparecen paulatinamente. Las pinceladas se adueñan del espacio compositivo, apreciándose claramente por parte del espectador; nuevos conceptos artísticos entran con Vincent en el mundo de la pintura. Esta obra fue subastada en 1987 y adquirida por un multimillonario australiano por 6.144 millones de pesetas, que, años más tarde, revendería a la Fundación Paul Getty por un precio que hasta ahora no ha trascendido al público, convirtiéndose en el cuadro mejor pagado de la historia.
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Tuvo que ser interesante haber vivido los años de la década de 1910 en Francia, cuando algunos de quienes habían sido los precursores del arte moderno tuvieron que enfrentarse a las consecuencias de sus descubrimientos, tuvieron que enfrentarse al que sería conocido como arte de las "vanguardias históricas", el que se desarrolló antes de la II Guerra Mundial. Esta reflexión viene a colación ante obras como estos Lirios al borde del camino, donde están reunidos los experimentos de muchos pintores acerca del color, la luz y la capacidad emotiva del arte. Los pioneros fueron sin duda Monet y sus amigos los impresionistas, pero pocos años después les siguieron - superándoles en determinados aspectos - los postimpresionistas como Cézanne, Van Gogh o Gauguin. Por si fuera poco, el panorama se complica con la irrupción de vanguardias como el fauvismo o el expresionismo, que también otorgaron primacía al color como vehículo expresivo de primer orden.
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Hoy en día sigue resultando difícil llegar a comprender la atmósfera mágica que logró Monet en su jardín y estanque privados de Giverny. Allí conseguía una doble ventaja: estaba aislado del resto del mundo y encontraba la fuente de inspiración más poderosa que nunca ha existido, la naturaleza, aunque se tratara de una naturaleza transformada por la mano del artista. Para el cuadro que contemplamos, el pintor elige el formato más adecuado para la flor que iba a estudiar. Nos encontramos así con un cuadro excesivamente vertical, que implica una serie de contenidos casi religiosos o místicos, de ascensión desde el mundo terrenal hacia el celeste. La pincelada más correcta para retratar a estas flores es igualmente alargada, nerviosa, estilizada. Para la fecha de esta obra Monet conocía sin duda la obra de Vincent van Gogh, influencia que no desdeñó en absoluto.
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En esos cuadros finales de su vida el aspecto es verdaderamente moderno. Esto se debe, en gran parte, a que dejaba algunas superficies del lienzo sin acabar para buscar nuevos medios de expresión. En ese contraste entre lo concluido y lo inconcluso indagó, como decimos, al final de su existencia. Aunque el objeto de su interés, los lirios, es el mismo que en otras obras de ese periodo, en la que aquí contemplamos los medios artísticos superan con mucho los acercamientos previos. Si antes había dominado el naturalismo, una visión más o menos verídica de las flores, en ésta sucede lo contrario. Monet opta por dar una traducción libre, personal, de esos lirios, lo que va a conseguir de maneras diversas. Por ejemplo, mediante el escaso acabado de las líneas, que se confunden con el fondo; o también, con el agudo contraste de colores, que había sido uno de los recursos de movimientos de plena vanguardia como el fauvismo o el expresionismo.
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En los cuadros pintados por Monet en el siglo XX el proceso de desaparición de la forma es cada vez más acentuado, como podemos apreciar en esta bella escena. El color se adueña de la composición, elimina líneas y contornos para acercarse a la pintura abstracta. Claude sólo se interesa por sensaciones y atmósferas, creando inolvidables imágenes plenas de colorido. Los malvas y los verdes afloran en esta escena, aplicando los tonos con rápidos y precisos toques de pincel. La luz será otra de sus preocupaciones, como observamos al situar el primer plano en sombra y el centro a plena luz del sol. Ante esta descarada pérdida de la forma reaccionarán algunos artistas como Cézanne o el propio Gauguin.