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Lavacourt estaba situado en el extremo de una curva del Sena, frente a Vétheuil. Ambas poblaciones se comunicaban a través de un trasbordador pero Monet prefería utilizar su bote-taller para recoger con sus pinceles las vistas del pueblo. De nuevo el Sena vuelve a protagonizar un paisaje tomado a "plein-air", en el que las casas de Lavacourt reciben un potente impacto de la luz solar y sus contornos se diluyen. Las sombras coloreadas y los tonos complementarios -elementos identificativos del Impresionismo- vuelven a hacer acto de presencia al igual que la pincelada rápida y abocetada con la que se ayuda para crear efectos atmosféricos. Con estos trabajos, en los que paulatinamente se va perdiendo la forma y el volumen, Monet recibe la crítica de sus compañeros pero el apoyo de las nuevas generaciones.
Personaje Político
Abogado especializado en temas laborales, se afilió al Partido Socialista en 1903 y fue diputado a partir de 1914. Diez años después abandonó el SFIO, y en 1923 volvió al Parlamento como diputado independiente. Próximo a los radicales, en el período de entreguerras se convirtió en una de las grandes figuras de la política francesa. Fue ministro de Obras Públicas (1925), Justicia (1926), Trabajo (1930 y 1932), de Colonias (1932-34) y de Asuntos Exteriores (1934-36). También presidió dos Gobiernos, en 1931-32 y en 1935-36. Representante de la política pacifista, buscó la amistad de Italia y suscribió una alianza defensiva con Checoslovaquia y la URSS. Al producirse la derrota francesa, en junio de 1940, Pétain le designó vicepresidente de su Gobierno, pero meses después fue destituido y arrestado por su política pronazi. Liberado por presiones alemanas, sustituyó al almirante Darlan al frente del Gobierno de Vichy (abril 1942-enero 1944), e impulsó el colaboracionismo con Alemania. Refugiado en España al terminar la guerra, fue entregado a sus compatriotas, que le condenaron a muerte.
Personaje Militar
Intervino en la lucha contra la dominación de Portugal en Brasil, por lo que sufrió prisión desde 1818 hasta 1822, fecha en que éste último logró la independencia. Cuando volvió a su país creó un grupo, llamado la Banda Oriental, cuyo objetivo era la emancipación. En 1825 vuelve de nuevo al frente de una nueva organización, llamada los "Treinta y Tres Orientales" con la que se dirige a la zona oriental para conseguir voluntarios y lanzarse a la liberación de Uruguay. Lavalleja conseguiría este objetivo en agosto de 1825, fecha en la que este país consigue su independencia frente a Brasil. Además, se alzó como gobernador provisional y luego se presentó a las elecciones en 1830. Sin embargo, en esta ocasión fue derrotado por su oponente José Fructuoso Rivera. Se opuso al presidente constitucional y lideró algunas insurrecciones. Tras verse obligado a abandonar el país en dos ocasiones, en 1853 vuelve a aparecer en Uruguay. Junto con Fructuoso Rivera y Venancio Flores, formó un triunvirato para gobernar el país.
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Para esta magnífica estampa posó Carmen Gaudin, la modelo favorita de Toulouse-Lautrec en estos años, identificable por su cabello rojo y el mechón que cae sobre su rostro. Con ella quiere representar a las clases trabajadoras - enlazando con la pintura realista de Courbet o Daumier, siguiendo la estela de su buen amigo Degas - especialmente a través de sus manos toscas y su aspecto cansado. La muchacha se apoya sobre una mesa con un cierto gesto de aburrimiento, dejando que la luz que penetra por la ventana resbale por su cuerpo. La figura se recorta ante la pared oscura del fondo donde apreciamos una decoración de aspecto oriental - no olvidemos la admiración de la sociedad francesa en la segunda mitad del siglo XIX hacia todo lo que procedía de Japón mientras los artistas buscaban la inspiración en la estampa japonesa - produciéndose un admirable contraste con la blanca camisa donde apreciamos sombras coloreadas características del Impresionismo. El dibujo es firme y seguro, resaltando el volumen y la fuerza del cuerpo y de la postura de Carmen, aplicando el color con una pincelada corta y ligeramente empastada, tomando la composición un cierto aspecto de mosaico. La iluminación es un elemento importante del conjunto, sirviendo esta obra como síntesis de los diversos aprendizajes realizados hasta este momento por Henri.
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Goya va a representar, en el antedormitorio de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo, escenas de campo para contraponer a las escenas urbanas pintadas en el dormitorio. El conjunto de cartones para tapiz que formaba este encargo (unos 11) fueron realizados rápidamente por el artista, en menos de 7 meses, al conocerse el cierre temporal de la Fábrica de Tapices en 1780. Goya, siempre muy interesado por los asuntos económicos, se apresuró a realizar la entrega para cobrar con prontitud.El propio pintor describe la escena como la broma de unas lavanderas a una de sus compañeras que se ha quedado dormida. La broma consistiría en despertarla con el cordero. Tras el grupo principal, aparecen otras dos figuras y al fondo un bello paisaje, en el que destaca su perfecta perspectiva. El maestro está mostrándose como un consumado colorista, al utilizar tonos vivos y alegres - azul, verde, rojo, amarillo o blanco - muy iluminados por una luz fuerte y dorada, como si del atardecer se tratase. La factura suelta por él empleada es también característica de sus escenas, dando la impresión a primera vista de detalle y minuciosidad, pero apreciándose más de cerca la rapidez con que aplica las manchas de color.
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Entre 1883 y 1888 Renoir está viviendo un periodo de crisis, generalizado a todos los maestros impresionistas. La pérdida de forma que vive el estilo al interesarse más por la luz, el color y las atmósferas será superada por Renoir recuperando el dibujo y aportando solidez a sus figuras. Una vez superada esta etapa, denominada el periodo seco, el maestro francés parece dispuesto a trabajar en un estilo propio en el que la luz y el color ocupan un papel importante pero sin renunciar a las formas y los volúmenes, ajeno a los experimentos de Cézanne pero con la misma filosofía.Estas ideas las podemos observar con detalle en las Lavanderas, donde las mujeres se convierten en las principales protagonistas, situadas en un paisaje natural. Las figuras están modeladas como si de esculturas clásicas se tratara, dotando de una armonía y felicidad al conjunto que se continúa en las obras posteriores. Sin embargo, el dibujo que caracteriza a las mujeres se pierde en el paisaje, donde la luz y el color alcanzan un punto típicamente impresionista, empleando una pincelada rápida y empastada. Los colores son más apagados que los de Monet pero no dejan de llamar la atención del espectador.