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La confederación azteca era, a principios del siglo XVI, el más grande de los procesos de integración llevados a cabo en el espacio mesoamericano. Bajo la obediencia al tlatoani o gobernante de Tenochtitlan se agrupaban multitud de pueblos, la mayoría de ellos de tronco cultural y lingüístico nahuatl. Sus tradiciones pretendían hacerlos entroncar con los toltecas, habitantes de la mítica ciudad de Tula, de la que los españoles oyeron hablar cuando desembarcaron en las costas mexicanas. Gráfico En términos generales, respecto al papel de la mujer se puede hablar de complementariedad en lo que se refiere a su relación con las funciones del varón. Las diferentes fuentes hablan de la primacía del varón en lo que se refiere a la conducción de la vida política, aunque también hay suficientes indicios como para considerar la importancia de la mujer en determinadas actividades. Veamos algunos aspectos de estas actividades, en lo que se refiere a la vida privada o doméstica, para analizar a continuación algunas de sus tareas en lo que hace referencia al ámbito público y ceremonial. Esta dualidad se hace presente en la propia cosmogonía azteca, siendo las relaciones familiares un reflejo de la misma. Así, en el dios creador Omeotl algunos etnógrafos han querido ver el resultado de la complementariedad del femenino Omecihuatl y el masculino Ometecutli. También es interesante señalar los datos que se refieren a la presencia del elemento femenino en las creencias religiosas y los rituales. Como en la mayoría de las culturas antiguas, la mujer aparece fuertemente vinculada con las ceremonias específicas de fertilidad. En el caso mesoamericano este vínculo se hace más fuerte cuando hablamos de la relación entre la mujer y el dios del maíz.
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En este apartado vamos a estudiar las cuestiones fundamentales que atañen a la historia de las mujeres en el mundo contemporáneo español. Entendemos como tal los siglos XIX y XX, y como campos esenciales los relacionados con la conquista del espacio público por parte de la mujer: es decir, los avances de su presencia en la vida política, social y cultural de España. En este sentido, se tratarán cuatro grandes cuestiones: 1. Historia del feminismo en los siglos XIX y XX 2. La educación universitaria desde 1870 hasta 1936. 3. La participación en la vida política: la cuestión del sufragio femenino 4. Biografías. Estos grandes temas engloban dentro de sí las diversas iniciativas que -en todos los campos- tuvieron las mujeres españolas durante esta época; y hablan también de las principales protagonistas que escribieron en femenino una parte de la Historia de España. Gráfico La Historia del feminismo hace un repaso de este movimiento general en el mundo, para centrarse después en el caso español, en sus iniciativas y en las mujeres que las sacaron adelante. En este sentido encontraremos tanto referencias a la Institución Teresiana de San Pedro Poveda como al Lyceum Club de las mujeres cultas e ilustradas del Madrid de los años 20, además de a otras iniciativas puestas en marcha durante el siglo XIX. La educación universitaria se detendrá en las trabas oficiales hasta 1910 y en las mujeres que -a pesar de todo- lograron en esos años una licenciatura o un doctorado en la Universidad española. A partir de 1910 -fecha en que la mujer puede matricularse libremente en la Universidad- se detendrá en las carreras más demandadas, en el ascenso lento pero seguro de matrículas femeninas en los estudios superiores, así como en las carreras profesionales más destacadas que algunas mujeres lograron realizar. Veremos igualmente la ayuda que recibieron, principalmente por parte de la Institución Teresiana y de la Institución Libre de enseñanza. Se hará también referencia a los niveles de alfabetización que alcanzó la mujer durante el primer tercio del siglo XX en España. La participación en la vida política está centrada en el debate sobre el voto femenino, tratado en profundidad. Es el hecho político más relevante que afecta a la mujer española durante los siglos XIX y XX. Las biografías recogen nombres de políticas, pedagogas, escritoras, periodistas, científicas e intelectuales. Todas ellas mujeres que tuvieron relevancia pública e influyeron en la historia de España.
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<p>Sección que trata sobre la mujer en el mundo hispánico a lo largo de la historia</p>
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Esta sección se concibe como un sistema de acceso a contenidos de divulgación media-alta sobre historia de la mujer en el mundo hispánico, complementado por un servicio de información sobre cuestiones de actualidad de especial interés para la mujer. Como es habitual en los contenidos de Artehistoria, hay cuatro elementos fundamentales en el portal: 1. Texto descriptivo de riqueza y rigor suficientes. 2. Biografías seleccionadas enlazadas con el texto descriptivo fundamental. 3. Imágenes ilustrativas, especialmente de carácter artístico, igualmente enlazadas con el texto. 4. Recreaciones virtuales y audiovisuales ilustrativos en el canal Artehistoria en YouTube. Gráfico Todos los nuevos contenidos se enlazarán con los ya disponibles en Artehistoria hasta ahora. El portal tendrá la siguiente estructura: 1. Mujeres de la Edad Moderna. 2. Mujeres en el mundo hispánico y ultramarino: América y Filipinas. 3. Mujeres del mundo contemporáneo. 4. Servicios para la mujer y políticas de igualdad. CONTENIDOS DE CADA SECCIÓN <div> <ul> <li>Mujeres de la Edad Moderna..</a></li> <ul> <li>Presentación.</li> <li>Mujer y poder en los siglos XVI, XVII y XVIII.</li> <li>La mujer en la vida social y económica.</li> <li>La mujer en el ámbito del pensamiento, la cultura y el arte.</li> </ul> <li>Mujeres en el mundo hispánico y ultramarino: América y Filipinas.</li> <ul> <li>Las culturas indígenas de América. Mujeres en la América prehispánica.</li> <li>Indias y Españolas en la frontera.</li> <li>Las mujeres en los reinos indianos.</li> <li>Mujeres en los Estados nacionales. 1825-2011.</li> <li>Hispanas en el Mundo Anglo.</li> <li>Mujeres en Filipinas.</li> </ul> <li>Mujeres del mundo contemporáneo.</li> <ul> <li>La mujer en el mundo contemporáneo hasta 1936.</li> <li>La mujer en el Franquismo.</li> <li>La mujer en España: Transición y democracia (1975-2007).</li> </ul> <li>Servicios para la mujer y políticas de igualdad.</li> </ul> </div>
obra
Portada del libro: "LA MUJER EN EL MUNDO HISPÁNICO"
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El mundo mesoamericano vive su mayor etapa de creación cultural en el Período Clásico, que podemos encuadrar, en términos muy generales, entre el año 300 a.C y el 1000 de nuestra era. Los trabajos arqueológicos permiten identificar algunos patrones de comportamiento comunes a las diferentes culturas asentadas durante este periodo en el espacio mesoamericano. Las grandes ciudades de las que se conservan vestigios que nos han permitido reconstruir algunos de los rasgos de estos pueblos se fueron levantando en las diferentes regiones: Teotihuacan en la llanura central, Monte Albán en el Valle de Oaxaca, y multitud de pequeñas ciudades-estado mayas salpicaron toda la región internándose en las tierras del Yucatán y centroamericanas. Gráfico Todas estas ciudades nos muestran a sus constructores como pueblos con un gran sentido religioso y artístico, además de haber desarrollado importantes conocimientos matemáticos y astronómicos, que les permitieron elaborar dos complejos calendarios, uno de carácter ritual basado en ciclos lunares, y otro solar de 365 días, de gran perfección. Estamos hablando de pueblos numerosos, con lenguas diferentes, aunque muchos de ellos estaban emparentados. Su base económica era la explotación agrícola. Una elite, residente en los centros urbanos, controlaba la producción y distribución de los productos del trabajo de las comunidades campesinas asentadas en el área de influencia del centro ceremonial. En el caso de Teotihuacan, esa elite fue capaz de articular la mayor red de intercambios de la región mesoamericana. Todos estos pueblos tenían una particular visión del universo regido por los dioses de su panteón. Destacaba en el mismo el dios de la lluvia, que recibe diferentes nombres, según el pueblo que le invoque (Tlaloc, Chaac, Cocijo...). Igualmente tenía un papel preponderante la figura del héroe civilizador, a veces identificado con una divinidad, Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada, que adoptará asimismo diversos nombres y atributos. Dentro de la vida religiosa se encuadran muy variadas ceremonias. Y no es la menos frecuente la que se tiene que ver con la ofrenda de sacrificios de toda especie, incluida la de seres humanos. Las excavaciones realizadas en diferentes lugares permiten afirmar cada vez con más datos, la existencia de este tipo de celebraciones. Los frescos mayas de la ciudad de Bonampak reflejan con toda la expresividad posible la realización de sacrificios humanos en el marco de los enfrentamientos bélicos. Igualmente, las excavaciones más recientes en la Pirámide de la Luna, en Teotihuacan, han permitido a los arqueólogos confirmar la existencia de estos ceremoniales por la presencia de cabezas decapitadas y restos de guerreros o mandatarios extranjeros, junto con los de aves y reptiles. La organización espacial de las ciudades se realizaba en torno a los centros ceremoniales: conjuntos urbanísticos en los que se alojaba la élite y se levantaban los templos. También albergaban comunidades de trabajadores urbanos dedicados a diversos quehaceres artesanos. El elemento constructivo dominante es la pirámide escalonada sobre la que se erigía el templo (reservado a los sacerdotes, mientras que el pueblo contemplaba las ceremonias desde las amplias plazas). Estos centros ceremoniales llegaron a adquirir grandes dimensiones. En Teotihuacan se calcula que vivieron en su época de mayor esplendor cerca de 200.000 personas. Los centros mayas, situados algunos de ellos en lugares que hoy nos parecen inverosímiles en plena selva tropical, vivieron momentos de esplendor pero fueron siendo paulatinamente abandonados, mientras surgían otros a veces a grandes distancias. Dentro de la estructura de los centros ceremoniales también tuvieron protagonismo los espacios dedicados al Juego de Pelota, competición ritual practicada con distintas variantes en la región. Aunque se conservan numerosas representaciones de esta práctica deportivo-ritual, en ninguna de ellas aparecen mujeres participando. Este dato nos permite asegurar que era una actividad exclusivamente masculina. Y esta idea nos permite generalizar tal afirmación a otras prácticas de carácter social, religioso y político, que al menos aparentemente excluían a la mujer de su protagonismo. En cualquier caso, las fuentes iconográficas nos presentan pocos datos acerca de las mujeres en la vida de estas culturas. Precisamente esa ausencia nos permite concluir que no tuvieron demasiada importancia en las organizaciones de gobernantes, ni siquiera en las prácticas religiosas. Como veremos, en el mundo maya no siempre fue así. En cambio, en la organización de la vida doméstica y cotidiana, al margen de esas elites, sí debieron jugar su importancia, realizando tareas vinculadas con la agricultura y con el comercio. Sabemos que el último de los grandes desarrollos políticos en la región, la confederación azteca, innovó poco con respecto a las prácticas culturales de estos pueblos. Por eso el estudio de los comportamientos femeninos en esta civilización nos permiten acercarnos a realidades que sin duda se dieron en las culturas anteriores, aunque las huellas artísticas o documentales que nos dejaron estas últimas sean bastante imprecisas. A mediados del siglo VII d.C. se produjo una fuerte y repentina decadencia de la ciudad de Teotihuacan. Esta caída afectó a todas las poblaciones de la región, aunque muchas de ellas pudieron recuperarse y mantenerse aún durante decenios. Pero fue el siglo IX el que contempló el definitivo derrumbe del mundo clásico en Mesoamérica. Será en las últimas décadas de este siglo cuando cese por completo la actividad constructiva de los grandes centros, y estos sean abandonados. La cultura maya, sin embargo, no desapareció. Los rasgos que durante la época clásica caracterizaron a estos pueblos que compartían una lengua y un determinado sentido artístico, reaparecen , evolucionados, en la península del Yucatán. Por eso los españoles aún pudieron ser testigos de las formas de vida propias de la civilización maya. Y precisamente uno de los misioneros que trabajaron en la península del Yucatán Fray Diego de Landa, es el autor que dejó un testimonio escrito más preciso acerca de este pueblo. Serán las páginas de su crónica, Relación de las cosas del Yucatán, la que nos ha permitido conocer usos domésticos y algunas actividades directamente vinculadas a la mujer en este ámbito.
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En aquellos primeros tiempos del postfranquismo, desde la proclamación del Príncipe Juan Carlos como rey España el 22 de noviembre de 1975 hasta la promulgación de la Constitución en 1978, la situación de la mujer corrió paralela a la transformación política de la sociedad. Gráfico
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La vida en Manila durante sus primeros siglos de vida fue la propia de un territorio de fronteras, al menos hasta mediados del siglo XVII. El asentamiento de la vida ciudadana en torno al comercio hizo evolucionar la sociedad y también el papel de la mujer. Por eso conviene hablar de varios momentos. Gráfico
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Mujeres y trabajo es un tema clave al que las investigaciones de historia de las mujeres y de género han otorgado prioridad desde los inicios de la disciplina. Probablemente, la explicación reside en que las prácticas, la cultura y las representaciones del trabajo se insertan en la encrucijada de la vida y de la actividad humana, esto es, el punto de encuentro entre producción, reproducción y consumo, en el que se significativamente las mujeres han acumulado una larga experiencia histórica. Gráfico
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Para conocer la realidad andina anterior a la llegada de los españoles nos encontramos con un serio problema de fuentes. Ninguno de los pueblos que habitaban en este espacio había desarrollado un sistema de escritura. Aquí no contamos con la inestimable fuente que son los códices mesoamericanos, ni con las múltiples inscripciones jeroglíficas que adornan tantos sitios arqueológicos de México y Yucatán. Aquí callan las piedras, y solo nos encontramos referencias escritas a partir de la llegada de los españoles. Afortunadamente para nosotros, la insaciable curiosidad de soldados y misioneros nos han dejado miles de páginas escritas acerca del pasado andino. Pero estas fuentes, siendo muy ricas, adolecen de muchas carencias. No es la menor la incapacidad de aquellos hombres procedentes de la civilización occidental para aceptar y comprender unas categorías muy alejadas de los valores europeos. Así, el empleo del término concubinas para referirse a esposas secundarias, las "ovejas de la tierra" para denominar a los auquénidos... son solo algunos ejemplos de dicha dificultad para comprender en profundidad la realidad que contemplaban. Los templos son mezquitas, los gobernantes son reyes o emperadores de un sistema monárquico, único conocido por aquellos que se desplazaban a América. Y es precisamente esos parámetros con los que juzgan la realidad que describen los que en ocasiones les impiden comprender el auténtico sentido de la organización social y económica, que en gran medida se basaba en ese sentido de dualidad de que hablamos. Gráfico En cualquier caso, las fuentes españolas nos acercan a la realidad que en el siglo XVI se había hecho presente en un amplio proceso integrador: el mundo de los Incas. Este pueblo, desde su establecimiento en el Cuzco, había iniciado un ambicioso proceso de conquista desde mediado el siglo XV, que les había llegado a controlar desde el río Maula, en el sur, hasta la región de Quito, al norte. Y desde el Pacífico, la amplia región se podía dividir en tres zonas geográficas que abarcaban tierras de la costa, la sierra y la selva. Como complemento a las fuentes escritas necesitamos de la ciencia arqueológica, y del material administrativo elaborado en tiempos del virreinato, que aún permite conocer formas de vida de las comunidades indígenas que, sin duda, eran muy similares a las que se desarrollaron en los tiempos prehispánicos.