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Es también conocida con el nombre de Convento de San José, y debe su nombre a la devoción por este santo, venerado en una de las capillas de la iglesia. El edificio se construyó en 1656 y fue reformado en el siglo XVIII. Está situada en una pequeña elevación a la que se accede por rampas laterales. El interior, llama la atención el buen estado de conservación en el que se encuentra la decoración pictórica original de sus muros, que ofrece un singular espacio barroco. También hay una interesante colección pictórica, en la que destaca una Anunciación, de Juan de Alfaro. Su retablo mayor fue realizado entre 1680-1697. Por último, se venera la imagen de Jesús Caído Nazareno, anónimo de 1670.
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Si se toman como originales los datos internos de la planta, puede verse que el edificio estaba formado por dos naves de 4,80 metros de ancho, con cimborrio cuadrado; la nave de crucero medía doce metros de longitud entre los centros de los dos ábsides opuestos, de 2,40 metros de radio, y la nave longitudinal es de 27,20 metros, de longitud interior con ábsides opuestos de 2,40 y 3,20 metros de radio. La disposición de las naves interiores y de los arcos y bóvedas debe ser fruto de una reparación del siglo X, con materiales y técnicas muy pobres frente a la magnitud de la planta y la riqueza de los fustes y capiteles acopiados desde procedencias distintas.
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La iglesia de San Cebrián responde a la misma tipología arquitectónica de Santiago de Peñalba, por cuanto repite la presencia del ábside occidental, pero con dos diferencias significativas en lo que se refiere al número de naves, que en este caso son tres, y al remate en cabecera triple, abierta a un crucero cerrado en forma semicircular en los extremos. Sin embargo, en San Cebrián desconocemos la función concreta de este cuerpo occidental. Separadas por columnas que sostienen arcos de herradura, las naves de San Cebrián denuncian muy claramente el reaprovechamiento de materiales y piezas anteriores. Los fustes de las columnas son de diferentes proporciones en anchura e incluso en altura. Entre ellos encontramos mármoles lisos o tambores estriados de forma torsa. Igual circunstancia se repite en los capiteles, donde se aprecian piezas romanas, hispanovisigodas y otras talladas expresamente para el edificio, que presentan similitudes, estas últimas, con algunas cestas procedentes de la iglesia cercana de San Román de Hornija.
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<p>Entre las primeras empresas de los monjes mozárabes procedentes de Córdoba estuvo la reconstrucción de esta iglesia de San Cebrián de Mazote, aprovechando columnas y capiteles de edificios romanos y visigodos. La iglesia de Mazote es una singularidad de trazado en todo el arte cristiano español, puesto que posee dos naves cruzadas con ábsides en los cuatro extremos, a la manera de algunos monasterios orientales; la iglesia más cercana de este tipo es una basílica norteafricana del siglo VI; desde luego, la forma no tiene mucho que ver con los monasterios medievales y sí con iglesias martiriales de doble ábside. En esta iglesia se acumulan muchas reformas y restauraciones de mala calidad que ocultan lo primitivo, aunque puede esperarse que esto se solucione con la restauración en curso. Si se toman como originales los datos internos de la planta, puede verse que el edificio estaba formado por dos naves de 4,80 metros de ancho, con cimborrio cuadrado; la nave de crucero medía doce metros de longitud entre los centros de los dos ábsides opuestos, de 2,40 metros de radio, y la nave longitudinal es de 27,20 metros, de longitud interior con ábsides opuestos de 2,40 y 3,20 metros de radio. La disposición y el sistema métrico son los normales en las iglesias centrales visigodas, aunque aquí con mayor riqueza de dimensiones y de formas, por la agregación de ábsides en los extremos de las naves. La disposición de las naves interiores y de los arcos y bóvedas debe ser fruto de una reparación del siglo X, con materiales y técnicas muy pobres frente a la magnitud de la planta y la riqueza de los fustes y capiteles acopiados desde procedencias distintas. Los fustes son de mármoles, diámetros y alturas muy diversos, por el acarreo desde otras construcciones; entre ellos hay alguno de estrías torsas, y los que se han colocado en la restauración de la puerta del ábside oriental tienen una trama reticulada y arquillos superpuestos como las peltas de las celosías visigodas. Hay capiteles romanos, visigodos de distintos tipos y un buen número de los bizantinos leoneses, muy parecidos a los de San Román de Hornija, que sólo dista treinta kilómetros hacia el sur. No existe orden ni correspondencia entre los estilos y la colocación de los capiteles, que son habitualmente de distintos diámetros que los fustes sobre los que descansa, ni existen cimacios de ningún tipo. San Cebrián de Mazote parece el resultado de reconstruir sobre el perímetro de una iglesia central del siglo VII, una estructura basilical con soportes traídos de otros monumentos, y técnicas de albañilería musulmana, que es lo único atribuible a época mozárabe.</p>
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<p>Antiguo monasterio benedictino situado a dos kilómetros de La Seo de Urgell, de cuya iglesia se conserva sólo el crucero y parte del ábside. Muy transformada, la obra original, fechada en torno al 1040 por J. Puig i Cadafalch, presentaba una planta basilical de tres naves con transepto rematado por dos ábsides y ábside central al que se abren tres absidiolos. Esta estructura, extraña en el románico catalán, origina, pues, siete capillas. Se conservan restos de la decoración en estuco, lo que indica la importancia de este sistema decorativo frecuente en el románico del norte de Italia.</p>
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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El origen de este templo se remonta al medievo, aunque la guerra civil de Pamplona provocó su destrucción. Esta circunstancia explica que en muchos documentos aparezca fechada en el siglo XIV. De este edificio es importante resaltar su estructura, ya que responde al esquema de iglesia-fortaleza, como lo demuestran sus dos torres, cuyas almenas fueron derruidas en el siglo XVIII. En su pórtico gótico acoge las figuras de San Saturnino y Santiago. Sobre éste se levanta una bóveda de terceletes del siglo XVI. En sus capiteles aparecen representadas imágenes de la infancia y la pasión de Cristo. En frente de la iglesia, en el suelo hay una placa que señala la existencia de un pozo en ese lugar, donde se bautizó a San Saturnino. Su planta se levanta sobre una única nave, rematada con una bóveda sexpartita. En su interior se venera la Virgen del Camino, copatrona de la ciudad, y de la que hay una imagen románica.
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La iglesia fue reformada en el siglo XVII, siendo Juan Bautista Monegro el responsable de las trazas. El resultado es un edificio de una sola nave, rematado por un ábside plano y con un coro elevado en los pies.