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En la fachada sur se abre la portada principal de la iglesia zamorana de La Magdalena. Está formada por diferentes arquivoltas repletas de flores y hojas tremendamente estilizadas mientras que en el vano se recortan nueve lóbulos. La última arquivolta está decorada con cabecillas humanas, cabecillas que también se reparten por el resto de las arquivoltas. Sobre la vertical de la portada se abre un magnífico rosetón de tracería.
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Adosado al muro norte de la iglesia zamorana de La Magdalena encontramos un excelente sepulcro, una de las joyas de la escultura románica. En el borde del sarcófago aparecen apoyadas tres columnas que soportan un potente dosel de piedra adornado con arquillos trebolados y decoración arquitectónica. En el interior de estos arcos trebolados hallamos una curiosa decoración: parejas de animales fantásticos con el cuello entrelazado, figuras de clara influencia oriental. En el interior del sepulcro, fijada a la pared, encontramos la estatua yacente del muerto, desconocido ya que no se ha podido identificar. Sobre la estatua se esculpió la escena del traslado del alma al cielo, que es llevada por dos ángeles mientras dos querubines la contemplan y perfuman el lugar con dos incensiarios.
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La iglesia de La Magdalena es uno de los templos románicos más importantes de Zamora. Aunque las noticias sobre su fundación son un tanto confusas, sabemos que perteneció a la Orden de San Juan. Al exterior destaca el ábside de la cabecera, con cuatro columnas que sirven de contrafuerte y tres ventanales entre ellas, los dos laterales cegados. La puerta principal se abre a la fachada sur con un magnífico rosetón de tracería. La única nave se cubrió con una techumbre provisional de madera que se quedó definitivamente. El ábside se cubre con bóveda de horno reforzada por tres nervios. Una imposta divide en dos cuerpos la altura del ábside. En el bajo encontramos unos nichos como pequeños absidiolos, aportando gran belleza al conjunto.
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Junto al Monasterio de San Zoilo se levanta la iglesia de La Magdalena, incorporada al convento en 1479 a instancias de don Pedro González de Mendoza, en aquel momento abad de San Zoilo y posteriormente cardenal y arzobispo de Sevilla. El edificio actual se levantó sobre los restos de la iglesia románica, destruida por un incendio. Se respetó el anterior perímetro de la construcción así como la base de la primitiva torre y alguna ventana. El templo tiene una sola nave, crucero, cimborrio y capilla mayor sin ábside, construido el conjunto en ladrillo. La rica decoración que exhibió en su momento fue expoliada durante la Guerra de la Independencia, vistiéndose con nuevos retablos en el siglo XIX. El Retablo Mayor, procedente de la iglesia de Santa María de Arbís, de Baquerín de Campos, se realizó en 1647 y en él se incluyen las reliquias de San Zoilo. Bajo el coro se encuentran los sepulcros de los condes de Carrión y otros nobles, sepulcros que fueron realizados entre los siglos XI y XIII. La fachada original se realizó en estilo dórico, pero sufrió importantes modificaciones en el siglo XVIII, siguiendo el estilo de Churriguera. Presenta un primer cuerpo de hornacinas con las estatuas de san Zoilo, en el centro, y san Félix y san Juan, a los lados. En el segundo cuerpo se representa un escudo con las armas reales y otros dos con las de los condes de Carrión y los patronos del cercano Monasterio. Una estatua de san Benito sobre el escudo real y otra del arcángel san Miguel rematan el conjunto.
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Fue la primera de las siete iglesias fundadas por Fernando III durante la Reconquista -al igual que las de San Pedro y Santiago- y está situada en uno de los barrios más típicos de la ciudad. En la actualidad, se halla en restauración y se mantiene cerrada al culto desde el siglo XIX. Ha sido declarada Monumento Nacional (1982), aunque su patrimonio artístico se halla, actualmente, totalmente disperso. Sirvió como modelo a seguir en otras parroquias cordobesas, donde el influjo castellano se pone de manifiesto en sus características tardo-románicas, asimiladas por mudéjares y enraizadas con las formas del gótico burgalés. Se trata de una iglesia de tres naves con cabecera poligonal y un cuerpo de torre con campanario del Seiscientos. La fachada principal tiene una portada abocinada, con arco gótico y rosetón superior. Destacan las portadas del Evangelio y de la Epístola, ésta última mudéjar e interesante por ser la más antigua de todo Córdoba. En el interior, llama la atención una capilla funeraria del siglo XV, situada cerca del Evangelio.
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Antigua mezquita del barrio de Bibarrambla, en 1677 se reconstruyó el templo siguiendo el estilo de Alonso Cano. Presenta planta de cruz latina, con cúpula en el crucero. En su interior se encuentran importantes tesoros artísticos como cuadros de Juan de Sevilla y Pedro Atanasio Bocanegra o esculturas de Pedro de Mena y José de Mora. La fachada tiene un esquema con triple arquería y una hornacina en la que dos ángeles sostienen la Custodia. En esta iglesia fue bautizada la emperatriz Eugenia de Montijo.
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Construida en el siglo XVII, la Iglesia de la Magdalena reproduce todos los esquemas del estilo barroco. En su interior el visitante se encuentra ante una magnífica tabla flamenco-portuguesa, realizada en 1507 por Jesús Nazareno.
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La iglesia parroquial de Riego de Ambrós está dedicada a la Magdalena. Su advocación podría estar relacionada con la existencia de un cercano hospital. En el interior del templo se encuentra un interesante retablo barroco.
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La iglesia dedicada a la Magdalena es uno de los mejores ejemplos del barroco tardío en la ciudad de Sevilla. Asentada en el antiguo convento dominico de San Pablo, tras la caída de la primitiva iglesia Leonardo de Figueroa diseñó un nuevo templo en 1691, finalizando las obras en 1709. Presenta planta de cruz latina con tres naves y cabecera de cinco capillas, existiendo una amplia diversidad de tipologías en las cubiertas del espacio interior: bóvedas de arista en las naves laterales, de cañón con lunetos en la central y una magnífica cúpula sobre tambor octogonal en el crucero. Lucas Valdés será el encargado de realizar la mayoría de la decoración mural, mientras que en los retablos trabajaron los mejores artistas sevillanos de los siglos XVI al XVIII como Pedro Roldán, Juan de Mesa o Juan Bautista Vázquez el Viejo. En la capilla sacramental encontramos dos obras que Zurbarán realizó para el primitivo convento. Entre las piezas que conserva la parroquia destaca un lienzo de Pacheco y varias obras de Valdés Leal, así como las yeserías del despacho parroquial que pintó Herrera el Viejo entre 1624-26.