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monumento
Edificio barroco, siglo XVIII, de reducidas dimensiones, con una planta en cruz latina. La nave se divide en tres tramos por arcos fajones sobre pilastras en los que monta una cornisa recta y muy moldurada que recorre todo el ámbito interior; cubierta con bóvedas de medio cañón con lunetos, salvo en el tramo central del crucero, que lleva un cúpula sobre pechinas, estando decorada con ricas yeserías. Su fachada es de gran sobriedad, donde el empleo de sillería en sus paramentos le reportan un aire de ennoblecimiento. En su interior guarda el Cristo de la Expiración, conocido por Cristo del Silencio por salir en la procesión de Semana Santa del mismo nombre. Se trata de un cristo de cuatro clavos, con perizoma pequeño y con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado. La talla es de correctas facciones y de buena factura, siendo datada en el siglo XVII.
monumento
El monasterio de San Salvador de Oña fue fundado en el año 1011 por Sancho García, conde de Castilla, pasando a convertirse rápidamente en panteón regio. En el año 1032 Sancho el Mayor de Navarra lo entregó a la Orden Benedictina. San Iñigo fue el primer abad que introdujo la reforma de Cluny. Este monasterio fue a lo largo de los siglos XI-XIV una verdadera institución en Castilla, gracias a tener bajo su jurisdicción más de 170 villas y aldeas y más de 100 monasterios e iglesias. La iglesia del Monasterio es de grandes proporciones; construida sobre una fábrica románica, fue levantada en el siglo XV, albergando en su interior la Capilla del Panteón Real, obra gótico-mudéjar realizada por fray Pedro de Valladolid en el siglo XV. El arca sepulcral de San Iñigo se encuentra en una capilla poligonal. Siguiendo el estilo gótico se concluyó el claustro, obra de los canteros hermanos Matías y Bartolomé Castañeda, atribuido durante mucho tiempo a Simón de Colonia. La sala capitular es una de las pocas piezas románicas que se conservan. La sacristía es del siglo XVI. La portada de la iglesia es de época barroca, destacando por la elegancia de su clasicismo.
monumento
Iglesia situada en el extremo occidental de la ciudad antigua, fue levantada entre los siglos XVI - XVII. Era un antiguo convento de Carmelitas Descalzos. Es una mezcla de estilos renacentista y barroco y sus capillas fueron lugar de enterramiento de las familias de la aristocracia alhameña, cuyos escudos nobiliarios coronan los arcos. Destacan sus dos camarines, en especial el dedicado a la Virgen, detrás del altar mayor, la Capilla de Jesús y sus pinturas murales. El templo es de planta rectangular, con techo de armadura de madera y capillas laterales con cúpulas sobre el crucero. El claustro conventual se adosa a la iglesia, con galerías de arcos de medio punto en dos de sus frentes.
obra
Quizá sea ésta la obra más emblemática de las 80 imágenes realizadas por Vincent durante sus dos meses de estancia en el pueblo de Auvers-sur-Oise, al noroeste de París, donde había sido enviado por Theo, cansado de Arles. En esa estancia estuvo atendido por el doctor Gachet. Las luces nocturnas siempre llamaron la atención de Van Gogh, bien fuese la luz de las estrellas - Noche estrellada - bien la de la luz artificial - Terraza del café de Arles-. De nuevo recurre a la luz nocturna, teniendo como protagonista una pequeña iglesia gótica, que adquiere por el efecto lumínico una sorprendente sensación fantasmagórica. Como buen impresionista (no olvidemos que Van Gogh aprendió de Pissarro y se inició en este movimiento pictórico) se preocupa por captar la sombra de la construcción, apreciándose claramente tanto en el sendero como en el césped, al tomar un tono más oscuro. La pincelada del artista es cada vez más personal; si bien es cierto que partió del puntillismo de Seurat y la estampa japonesa, conseguirá alcanzar una libertad y una seguridad en el trazo incomparables. Esos pequeños toques de color, que se aprecian con facilidad en el lienzo y otorgan mayor ritmo a la composición, son únicos en el mundo. Por el contrario, las líneas de los contornos están muy marcadas, producto de la influencia del cloisonnismo de Bernard y Gauguin, y del deseo de Vincent por demostrar sus logros con el dibujo, su gran reto. La zona del cielo tiene mayor planitud, empleando una pincelada a base de espirales, destacando la intensidad del colorido. Precisamente los tonos que utiliza Van Gogh también son muy personales. Los malvas, verdes, amarillos y blancos caracterizaban buena parte de su producción, añadiendo pequeñas superficies de color naranja para aludir a los colores complementarios. La figura de la mujer que camina por el sendero proporciona mayor vitalidad y realismo a la escena, un conjunto insuperable.