Ball, propietario y primer animador del café Voltaire, leyó su poema sonoro "Karawanne" -basado únicamente en el ruido- vestido con este traje cubista que habían diseñado él mismo y Janco. Realizado en cartón y compuesto por cilindros de color azul brillante, llevaba un sombrero azul y blanco y una capa dorada, que, con los guantes, ocultaba casi por completo al rapsoda y le hacía imposible el movimiento. El escándalo estaba servido.
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Personaje
Militar
Político
Hijo de Hugo el Grande, Hugo Capeto heredó de su padre el ducado de París y parte de Borgoña. A la muerte de Enrique IV en el año 987 se convertía en rey del país, inaugurando así la dinastía de los Capetos que gobernaría hasta el siglo XIV. Su nombramiento se debió al apoyo de buena parte de la nobleza y al clero, realizando importantes donaciones a ambos estamentos con los que agradecer la elección. Asoció al trono a su hijo Roberto con lo que convertía la monarquía en sucesoria.
Personaje
Militar
Político
La importancia de la nobleza francesa en los años finales del siglo X será cada vez mayor. Entre estos nobles destaca la figura de Hugo el Grande, conde de París y dueño de la mayor parte de la zona norte de Francia. Su hijo Hugo Capeto será el primer miembro de una dinastía reinante que se mantendrá en el trono francés hasta el siglo XIV.
Personaje
Militar
Político
Hijo del duque Eudes III y nieto de Hugo, famoso general de la Tercera Cruzada, fue proclamado duque de Borgoña en 1218. Participó en la Séptima Cruzada en compañía de San Luis, cayendo ambos prisioneros en la batalla de Mansurah, Egipto, en 1250. Fue proclamado rey de Tesalónica en 1265 por Balduino II. Formalizó y estructuró el poder político de Borgoña.
Personaje
Militar
Desde muy joven ingresó en las filas del ejército y fue ganando posiciones hasta convertirse en coronel. A las órdenes de José Bonaparte, entró en España y luchó en la Guerra de la Independencia. Tras sitiar Ávila en 1809, fue nombrado general de división. En este tiempo se enfrentó a El Empecinado y su labor fue reconocida al otorgarle el título de conde. Desde 1812 ocupa el cargo de gobernador de Madrid. Aprovechándose de esta circunstancia se apropió de obras pertenecientes a colecciones reales y museos, de autores como Velázquez, Murillo o Goya. Sólo algunas de estas obras fueron devueltas al término de la guerra. Ante el fracaso de las tropas galas, se vio en la obligación de ayudar a José I a salir del país. Estando ya en Francia participó con Napoleón en la Campaña de los Cien Días. Es autor de algunas obras, donde relata temas relacionados con el ejército. De éstas cabe destacar "Memorias" o "La aventura tirolesa".
Personaje
Literato
Su primer contacto con el mundo editorial se produce a través de la revista "Le Consérvateur littéraire", donde publica sus primeros trabajos en forma de versos. En 1822 edita "Odas" y seis años después "Baladas", dos libros de poemas de estilo neoclásico. Mucho más modernista y acorde con las modas que se imponen resulta "Orientales", una obra escrita en 1829 y enmarcada en un ambiente exótico y sensual. Con este trabajo y otros como "Las hojas de otoño", "Los cantos de crepúsculo" y el resto de libros que escribe en la década de los años treinta, experimenta su paso hacia el romanticismo. Debido a su oposición al régimen establecido por Luis Napoleón es desterrado a Bélgica. Fruto de su oposición a la política llevada a cabo por el monarca son: "Los Castigos" y "Los años funestos", dos libros en los que critica su gobierno de forma satírica. Sólo la caída de Napoleón III le anima a emprender la vuelta a su país natal, coincidiendo con el conflicto contra Prusia. Este hecho es la base de "El año terrible" una obra de 1872 que recoge el sentimiento patriótico de este autor. En el terreno del teatro también cosechó un gran prestigio con obras como "Cromwell", "Marion Delorme " y "Lucrecia Borgia". De su legado en prosa destaca: "Nuestra señora de París" y "Los miserables", que recogen una fotografía de la sociedad de la época.
Personaje
Escultor
Cursa su carrera artística en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja de Barcelona. Desde su juventud pasó por varios talleres como el de Masriera y Camping, dedicado a fundición de obras de arte. Con Torcuato Tasso realizó a partir de 1892 trabajos de decoración para las fiestas que organizaría Barcelona para celebrar el cuarto centenario del Descubrimiento de América. Manolo Hugué acudía con frecuencia a las tertulias de la taberna "Els Quatre Gats". Allí conoció a Picasso y Mir. Con la llegada del sigo XX se instala en París y se relaciona con las corrientes vanguardistas y sus representantes como Durrio. Trabajó en el diseño de joyas, pero cuando se traslada a Ceret en 1910 su dedicación a la escultura es plena. Al estallar la Primera Guerra Mundial regresa a Barcelona, donde permanece hasta el fin del conflicto. Luego vuelve a Ceret. Durante estos años su obra se expuso en Barcelona, París y Nueva York. Problemas de salud le obligaron a regresar a España y estableció su residencia definitivamente en Caldas de Montbuy. Continuó trabajando en la escultura y presentando su trabajo en exposiciones de índole internacional. Fue nombrado Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Jorge de Barcelona en 1932. A lo largo de su trayectoria artística ha pasado del modernismo al simbolismo hasta imprimir un carácter realista. Los individuos que refleja representan la mayoría de las veces a campesinos. Representó a toreros, bailarinas...Sin duda, de su trabajo como orfebre conservó el gusto por el detalle.
Personaje
Pintor
Jaume Huguet muestra a la perfección el estilo característico del Gótico Internacional. Nació en Valls hacia 1415, formándose junto a su tío y tutor Pere Huguet. Su carrera comprendería - para algunos autores - un periodo inicial en Zaragoza de unos diez años (1435-45). En 1448 está documentado en Barcelona, donde residirá hasta su muerte en 1492. En su pintura se aprecian muestras del arte de Luis Dalmau, del Trecento italiano y de la Pintura Flamenca, creando una manera de expresión particular que le hace el artista más prestigioso de su tiempo en la Ciudad Condal, complaciendo con sus escenas a los gremios y cofradías locales. Sus temas se caracterizan por su naturalismo donde las figuras tienden a ser retratos individualizados.
contexto
Entre las detalladas disposiciones que contiene el contrato firmado por Huguet con los cónsules de la cofradía de los curtidores, se establecen las bases para que los clientes puedan ejercer un estricto control de todo el proceso de realización del retablo dedicado a san Agustin. Según éstas, el pintor se veía obligado a someter a juicio de los cónsules los dibujos de las escenas que habían de formar parte de la obra, ya que sólo con su aprobación, o la introducción de las modificaciones sugeridas, podría pasar a pintarlas. La medida -que también se verificó en otros retablos ejecutados por Huguet, como por ejemplo el de san Esteban-, permite deducir, en primer lugar, que el resultado final de la obra ha de considerarse producto tanto de la actividad del pintor y su taller como de los propios clientes, los cuales a través de su continua supervisión podían imponer sus criterios estéticos al maestro. El decisivo papel de estos promotores y su influencia sobre las particularidades formales e iconográficas de la pintura huguetiana aún quedan más subrayadas si tenemos en cuenta que en la mayoría de ocasiones también eran ellos quienes dictaban las escenas que habían de representarse en las diferentes tablas. En cualquier caso, la situación descrita también pone de relieve otro aspecto de capital importancia en el momento de considerar el desarrollo de las formas pictóricas: me refiero al carácter artesanal de la actividad de Huguet. El hecho de que en los contratos sólo se insista en la perfecta aplicación de los fondos dorados, las brillantes gamas cromáticas o los elementos ornamentales, no manifiesta únicamente cuáles eran las preferencias plásticas de los clientes sino también que éstos concebían el trabajo del pintor desde una perspectiva puramente manual. Esta consideración, que hoy puede parecernos peyorativa, resultó absolutamente normal a lo largo de la Edad Media y fue perfectamente asumida por pintores, escultores, míniaturistas y otros creadores plásticos. Además, hay que tener en cuenta que el giro copernícano originado en el movimiento renacentista, con la afirmación de principios intelectuales en la actividad artística, no tuvo ningún eco en la Cataluña del siglo XV. Lo cierto es que el hecho de asumir una actitud semejante en un periodo de escasa tendencia hacia un naturalismo pictórico, vuelve a poner de relieve la falta de estímulos para una progresión del arte huguetiano, paulatinamente más artesanal a medida que avanza su carrera, en sus tendencias ornamentales y menos original en la creación de nuevos modelos compositivos y fórmulas expresivas pese a mantener una indudable calidad técnica. En definitiva, el perfecto artesano al servicio de la burguesía local predomina absolutamente sobre el excelente creador inquieto, aunque sólo fuera de manera indirecta, ante las propuestas de las grandes corrientes cuatrocentistas. Por otro lado, la plena consciencia de la condición menestral de su oficio, condujo a Huguet a una activa participación en el gobierno y administración de la cofradía de los freneros, a la cual pertenecían los pintores. Ya aparece documentado en ella desde la década de los años 60, y sabemos que en diferentes ocasiones ocupó el cargo de máxima responsabilidad del colectivo, el de "prohom en cap" (1465, 1479, 1488), así como el de "obrer" o administrador (1472, 1476, 1485). Desde esta privilegiada posición, a la que debió acceder en gran parte por tratarse del pintor más afamado de la ciudad, nuestro personaje pudo demostrar incluso su adscripción a posiciones de talante progresista. Así sucedió en 1479, cuando subscribió la necesidad de una reforma del régimen electoral de la cofradía frente a la oposición de los sectores inmovilistas, defensores del mantenimiento de un sistema oligárquico. Pese al triunfo de los reformistas, cabe pensar que esto no transformó las directrices básicas, profundamente conservadoras, que desde tiempo atrás regían la vida y actividad profesional de los miembros del colectivo. En concreto, los propios pintores barceloneses disponían, desde 1450, de una cierta organización gremial autónoma con unos estatutos que establecían un férreo control sobre la producción pictórica. Aunque sus tintes proteccionistas debieron favorecer el mantenimiento de una sólida clientela a maestros ya asentados en la ciudad como Huguet, constatamos que esta misma circunstancia junto al hecho de que los puestos de responsabilidad, encargados de definir los niveles de calidad artística, fueran ocupados en muchas ocasiones por pintores de segundo orden (dedicados a la realización de obras efímeras), en nada pudieron beneficiar la introducción de innovaciones formales e iconográficas que vivificaran el ambiente pictórico catalán de la segunda mitad del siglo XV (Yarza). Pese a las declaraciones grandilocuentes del gremio, que en 1519 incluso pretenderá reconocer en Zeuxis y Apeles a sus antepasados, se nos antoja que su existencia contribuyó decisivamente a una constante pérdida de valores y cualidades, de las cuales las últimas obras de Huguet y su taller pueden ser un claro reflejo.
Personaje
Político
Era miembro de la dinastía Sung del Norte, línea sucesoria que tendrá fin con su continuador. Destacó por proteger las bellas artes y como pintor notable.