Del esplendor urbanístico que vivió esta villa, donde confluía la Calzada Romana y el Real Camino Francés, el tiempo apenas ha dejado huella. Un ejemplo de ello es el antiguo hospital de peregrinos. Parece ser que esta construcción medieval se encontraba en la plazoleta de San Nicolás, aunque en la actualidad nada queda. De este centro de atención al peregrino, hoy, y a modo simbólico, recogen el testigo quienes regentan su Albergue, conocido como uno de los mejores hostales de toda la ruta kacobea.
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Al final de la calle Real en Molinaseca aún se conserva el viejo Hospital de Peregrinos. Hoy, este antiguo centro de acogida para concheiros es testimonio de la importancia que tuvo en la Edad Media Molinaseca. Coincidiendo con este periodo, la villa leonesa era un señorío que dependía de la autoridad real de Alfonso VI. Siendo el conde Ramiro Froilaz, sobrino del Cid Campeador, el primer señor de la villa -siglo XI-, se produjo un espectacular desarrollo urbanístico con la construcción de ermitas y hospitales.
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La fundación de este hospital por parte de los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén es el origen de esta población que lleva su nombre, estrechamente vinculada al Camino de Santiago. Los hospitales jacobeos eran en un principio modestos edificios, pero a finales del siglo XIII empezaron a levantarse hospitales de grandes dimensiones. Estos eran reconocidos por los peregrinos gracias a las señales colocadas en sus puertas y fachadas. En los hospitales se ofrecía a los romeros un mínimo de atenciones, consistentes en lecho, sal, agua y lumbre para una noche.
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Un Arcediano de Triacastela es el fundador de este Hospital para peregrinos, dedicado a Nuestra Señora la Blanca, según aparece reflejado en el testamento del arcediano dictado en 1536, donde hace referencia a las crecidas del río como causa de su construcción. Será la Orden de San Francisco la encargada de administrar el hospital en un primer momento, pasando después a ser regido por la Orden de los Capuchinos. Con la desamortización de Mendizabal el inmueble es adquirido por un particular, provocando en parte la ruina del edificio, ya que la iglesia y el establo anexos hoy no existen. El edificio hospitalario presenta la característica planta rectangular, con 26 metros por 20, organizado alrededor de un pequeño patio con columnas rematadas con sencillos capiteles.
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La estrecha relación de la villa de San Miguel con el Camino de Santiago se fortalece al construirse en el siglo XII un hospital, del que en la actualidad sólo quedan unos restos.
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El edificio situado en frente de El Salvador, hoy los juzgados, fue antiguamente el Hospital de San Antonio, fundado por el marqués de Lemos.
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Será José de Hermosilla el encargado de los diseños iniciales del edificio que albergaría el Hospital de San Carlos, siendo el encargado de la planta. En 1776 Francisco Sabatini sustituye al arquitecto español en la dirección de los trabajos, responsabilizándose de los alzados.
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Será José de Hermosilla el encargado de los diseños iniciales del edificio que albergaría el Hospital de San Carlos, siendo el encargado de la planta. En 1776 Francisco Sabatini sustituye al arquitecto español en la dirección de los trabajos, responsabilizándose de los alzados. Destaca el patio principal, donde muestra una concepción ordenada y severa, con tres plantas resueltas con arquerías. La edificación no se pudo concluir, levantando sólo una de las partes que constaba el edificio, sufriendo a lo largo del tiempo numerosas modificaciones y añadidos, sobreviviendo ante las amenazas constantes de demolición gracias a un Real Decreto de 1977 que lo declaraba monumento Histórico Artístico. Tres años después comenzaba la restauración del edificio para albergar el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
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La importancia de Rabanal del Camino en la Ruta Jacobea se pone de manifiesto en la existencia de varias instituciones hospitalarias. La más importante era la dedicada a san Gregorio. Los hospitales medievales distan bastante de ser en exclusiva lugares dedicados a la asistencia sanitaria. Su objetivo fundamental sería ofrecer al peregrino un mínimo de atenciones consistentes en lecho, sal, agua y lumbre por una noche, atendiendo así las necesidades básicas de los cansados romeros. El edificio del Hospital de San Gregorio de Rabanal se encuentra en la actualidad en estado de semi-ruina.