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La iglesia y el hospital de San Juan de Dios están ambos situados en la calle del mismo nombre. El Hospital fue el primero de esta Orden de caridad y ocupó un edificio que anteriormente había sido Monasterio de San Jerónimo. La portada, que data de 1609, es muy sobria. Está formada por dos cuerpos, columnas dóricas y pilastras. Sobre ello, un frontón partido en cuyo centro hay una escultura de san Juan de Dios. En su interior, destaca el zaguán con techo de artesonado renacentista, un patio con arquerías, también renacentistas, y una escalera con techo de madera decorado. La iglesia, contigua, la edificó en el siglo XVIII José Bada. Su portada tiene dos cuerpos con columnas y diversas esculturas, expresión clara del barroco de la época. Tiene planta de cruz de latina y en el crucero una alta cúpula. Bajo ella, el retablo del altar mayor destaca por su barroquismo dentro de la exuberancia del churrigueresco. Tras él hay un camarín que refuerza la profundidad y el dinamismo del conjunto.
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El Hospital de San Juan de Dios, anejo a la iglesia de San Juan Bautista, puede inscribir su planta aproximadamente en un cuadrilátero cuyo centro lo ocupa el gran patio con fuente de mármol coronada por la granada simbólica de la Orden. Un hermoso claustro cubierto con la bóveda de arista rodea el patio completamente, apoyado en pilares de piedra cipia con basa y capitel dórico, que ostentan una acanaladura en cada arista al objeto de romper la regularidad de su sección cuadrada. Este claustro, antaño decorado al fresco por Tomás Ferrer, quien lo pintó alrededor de 1755, posee un bellísimo friso de azulejos de Manises, en tonos fundamentalmente amarillos, verdes y azules, y con motivos dominantes de tipo geométrico que se repiten en cada paño, en torno a sendos escudos de la Orden y de las inscripciones con el ruego del donante de pedir a Dios por su alma. En contraposición con la de la iglesia, la portada del hospital, no es apenas llamativa. Realizada en jaspe rojo no muestra demasiadas concesiones a lo decorativo, salvo una franja bajo la cornisa en la que aparecen una seria de piezas embutidas. Sobre ésta, un frontón partido con pináculos y, en el centro, un óvalo con el relieve de la granada y la cruz. Frente a esta puerta de entrada, al otro lado del patio, se encuentra la escalera. Su planta es cuadrada y está cubierta por una cúpula octogonal sobre falsas pechinas, decoradas con tallas de estuco semejando cestillos repletos de flores y frutos. Entre los radios que la dividen y que convergen en el florón central se encuentran lienzos ovales atribuidos a Raxis, aunque debido a la suciedad son de muy difícil identificación. La escalera se articula en un primer tiro central, que desemboca en un descanso donde se bifurca en dos tiros laterales que acceden al claustro superior a través de sendos arcos, con uno más, central, sobre el hueco del primer tiro, apoyado en parejas de columnas cuya función tectónica se reduce al intrados de los tres arcos. El interesante trabajo realizado por Isla Mingorance sobre la figura de José de Bada parece poner fuera de toda duda la atribución de esta magnífica obra al célebre arquitecto lucentino. La conjunción de esta figura cimera del barroco con la del General de la Orden Fray Alonso de Jesús Ortega dio un lugar a un vasto plan de reformas en los hospitales e iglesias de la orden, iniciándose por la casa matriz de Granada. En 1740 se constata un viaje del Padre General desde Granada a Lucena, tal vez con intención de dar un primer impulso a la reconstrucción del Hospital y su iglesia. En 1747 es José de Bada y Navajas quien visita Lucena y, probablemente, señala las pautas que fueron aprobadas por los diputados nombrados por el Ayuntamiento lucentino: don Francisco Fernández de Villalta y don Pedro Leonardo de la Cueva, asesorados por el alarife del Cabildo Acisclo Ramírez. No obstante, sus trabajos en Málaga y Granada no permitirían una estancia prolongada del maestro en Lucena, encargándose de las obras el eficaz aparejador y hermano de la Orden Hospitalaria Francisco Álvarez. Las obras se realizaron rápidamente. Tras la canalización del cauce del arroyo Maquedano, que rodea el edificio de la iglesia, se inició el alzado de los muros el mes de febrero de 1748, realizados en ladrillo y mampostería sobre una base de piedra de cantería. Las obras de muros, tejados, y portada se encontraban finalizadas en 1751, de manera que desde este momento hasta 1754 se realizaron las obras de ornamentación propiamente dichas.
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Antigua casa espadaña, propiedad de Juan de Carrión, heraldo de los Reyes Católicos. Actualmente alberga una residencia de ancianos. El Hospital de San Juan de los Reyes está situado junto a la iglesia de la Encarnación y fue donado a la villa en 1543.
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El Hospital de San Juan está situado junto a la Catedral y fue fundado en el siglo XII, con la misión de ayudar a todo peregrino en ruta hacia Santiago. Fue reconstruido en el siglo XVIII.
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Está situado en la Plaza de San Juan, junto con otros dos edificios, la Iglesia de San Lesmes y el Monasterio de San Juan. En su momento, el Hospital de San Juan fue la botica más importante que existía en Burgos y estaba dedicado a San Juan Bautista. Se levantó en 1479 pero, actualmente, sólo se conserva la fachada ya que fue prácticamente destruido por un incendio, en 1949. En 1971, sobre el solar del Hospital, se levantó la Casa de Cultura de Burgos. Parte de lo que fue la botica puede visitarse en el interior del Arco de Santa María.
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Cuando el peregrino llegaba a Pamplona y cruzaba el Portal de Francia, atravesaba las calles del Carmen y la Navarrería hasta llegar al Hospital de San Miguel. Esta construcción anexa a la catedral de Santa María, era originaria del siglo XI. Permaneció en funcionamiento desde el siglo XI hasta el siglo XVI. Aunque existían otros como los de las calles Dormitalería y el del Obispo, no tenían tanta fama como el de San Miguel.
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En el año 1401 se crea en Barcelona el Hospital de la Santa Cruz gracias a la fusión de los seis hospitales existentes en la ciudad. El crecimiento demográfico experimentado por Barcelona en los últimos años del siglo XIX motivó que las dependencias del antiguo hospital fueran escasas, considerándose necesaria la construcción de un nuevo edificio. Las donaciones aportadas por el banquero Pau Gil permitieron poner la primera piedra del nuevo hospital el 15 de enero de 1902, siendo Lluis Domènech i Montaner el encargado de los diseños. En honor del benefactor se añade el nombre de Sant Pau al nombre original. Para su construcción Doménech tomó como punto de partida la experiencia conseguida con un proyecto hospitalario anterior, el Instituto Pere Mata de Reus. El edificio barcelonés se extendía a nueve manzanas, compuesto por 48 pabellones de los que se construyeron 27, configurando el mayor complejo civil de la arquitectura modernista española. El Pabellón de Administración es el más interesante, accediéndose a través de una escalinata, quedando a su derecha el cuerpo destinado a Biblioteca y a la izquierda el de Secretaría. La espectacular iglesia queda separada de este edificio pero en las cercanías, conformando el eje del proyecto. Para su ejecución, Domènech contó con un amplio número de colaboradores, destacando las esculturas de Gargallo y las pinturas y mosaicos de Labarta.