Courbet es el protagonista de este lienzo y aparece como si hubiera sido herido en un duelo. La figura se presenta en escorzo, con la cabeza hacia atrás, colocada en diagonal y ante una referencia a la naturaleza. La luz resalta el agonizante rostro y la escasa sangre que se aprecia en la camisa blanca, en contraste con el tabardo marrón. El pintor dijo a su amigo Proudhon: "la verdadera belleza no se encuentra con nosotros más que en el sufrimiento y en el dolor". El lienzo fue presentado al Salón de 1850 junto al retrato de Berlioz y los Campesinos regresando de la feria.
Busqueda de contenidos
obra
Dentro del repertorio de retratos venecianistas que Durero realizó alrededor de 1505-10 tenemos este Hombre joven, desconocido como otros muchos retratos del artista. Sus rasgos son muy similares a los que encontramos en la Joven Dama o el Joven, con la gama bicromática reducida a oro y negro, esta vez estrictamente, puesto que hasta la bella caligrafía del artista está realizada con caracteres dorados.
obra
Esta imagen se ha identificado tradicionalmente con Hamlet, aunque lo temprano de la fecha hace rechazar tal hipótesis, especialmente si se tiene en cuenta que el éxito de Hamlet como modelo para los pintores llegó en el Romanticismo del siglo XIX. Por el contrario, este joven parece más bien una alegoría o "vanitas", típica del Barroco centroeuropeo y español, un recuerdo de la inminencia de la muerte incluso en la juventud, que simboliza este muchacho. La figura está tratada según los planteamientos pictóricos de los caravaggistas de Utrecht, y recuerda directamente a los jóvenes caballeros pintados por el propio Caravaggio. Hals, sin embargo, carece del dramatismo radical del tenebrismo puro, por lo que el rostro está iluminado fuertemente, reduciendo los contrastes a fuertes golpes de sombra que no logran dejar el fondo en penumbra.
obra
La cercanía entre esta figura pintada por Govaert Flinck y el Autorretrato de 1634 de Rembrandt ha hecho pensar en un nuevo retrato del maestro realizado por el discípulo como el Busto de Rembrandt o Rembrandt como pastor. Pero a pesar de la similitud, esa hipótesis no puede ser admitida. Bien es cierto que el cuello alzado, el sombrero adornado con una pluma de avestruz y la banderola dorada se acercan al maestro, pero más bien se trataría esta imagen de una representación de la ligereza y la vanidad de todo lo terrenal. La pincelada rápida y el empleo de una iluminación dorada hacen de Flinck uno de los mejores colaboradores de Rembrandt.
obra
Este hermosísimo paisaje traduce una sensación de calma y perfección que Nicolás Poussin, su autor, aprovecha para introducir un elemento de choque y horror: según una fábula de Félibien, un grupo de viajeros se encuentra reposando junto al río en un bello paraje. Una de las mujeres lava su ropa en las aguas transparentes, cuando de pronto, uno de los varones es atacado por una enorme serpiente. Toda la paz, toda la belleza, se ve de pronto destruida. Muy de acuerdo con la actitud moralista y el trasfondo didáctico, Poussin sitúa la presencia del mal o del pecado incluso en el más inofensivo de los lugares.
obra
Posiblemente sea esta escena - junto a Hombre buscando pulgas - la más popular de las que forman la serie de miniaturas en marfil que Goya realizó en su exilio francés. Un hombre se afana en quitar los molestos parásitos al animal, creando el maestro una imagen que parece anticiparse al Expresionismo.