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Alberto Durero realizó numerosísimos grabados de temática mitológica y pagana, pero en pintura tan sólo nos dejó dos óleos de estas características. Uno de los cuadros es el que ahora contemplamos, con un pasaje de la vida del héroe griego Hércules. El otro es el suicidio de Lucrecia, la mítica cuñada del rey romano Tarquinio.En este cuadro Durero nos narra el episodio en el que Hércules tiene que enfrentarse a unos diabólicos seres, las aves del lago Estínfalo. Esta aves comían carne humana y mataban a sus víctimas mediante sus plumas de acero, que lanzaban como flechas. El héroe se enfrenta a los monstruos con su arco, desnudo como corresponde a los héroes clásicos. La figura del protagonista recoge con perfección las enseñanzas de proporción y anatomía que Durero había recogido durante su viaje a Italia. El canon utilizado es idéntico al de los pintores venecianos y a los grabados que había conocido e imitado.Sin embargo, a la hora de pintar a los adversarios mitológicos se advierte la irregular formación humanista del alemán. Las aves son una mezcla de sirenas y de grifos. Poseen rostro y pechos femeninos, garras y el cuerpo termina en una suerte de cola de serpiente o dragón. Su aspecto general recuerda más al de los adornos fantásticos de cenefas y portadas de libros impresos en Italia.El paisaje sobre el que se desarrolla la escena es de una maravillosa variedad. Refleja aquellas acuarelas alpinas que el pintor había realizado pocos años antes. Sobre todo destaca la luminosidad, con una curiosa gama de colores que traducen lo agitado de la atmósfera de la lucha.
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Onfala, reina de Livia, adquirió a Hércules como esclavo debido a que había sido condenado a esa condición temporalmente por castigo de Zeus. Onfala obligó al héroe a vestirse de mujer y hacer labores femeninas, burlándose de él, sometiéndose Hércules a sus humillaciones sin ningún reparo. Desconocemos cual es el significado exacto de esta escena pintada por Goya en 1784. Hércules aparece vestido como un guerrero del Renacimiento, enhebrando una aguja ante la atenta mirada de una joven que sujeta el costurero entre sus piernas. Onfala aparece tras ella portando una poderosa espada en la que firma y fecha la obra el artista. Un perrillo que mira hacia el espectador completa la escena. Un fuerte foco de luz penetra desde la izquierda e ilumina a la bella joven que tiene las piernas abiertas y viste un escotado traje blanco. Hércules y Onfala reciben en menor medida el impacto del foco de luz, quedando el resto de la estancia en penumbra. Los colores claros y brillantes de los vestidos femeninos contrastan con la mayor oscuridad de la armadura del héroe, animada su vestimenta por la camisa rayada y el fajín rojo. Los brillos de la armadura, el casco y de la espada son admirables, al igual que la factura libre pero precisa, demostrando Goya su elevada capacidad como pintor.
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Carracci realizó diversas pinturas al fresco para la Galería Farnesio de Roma, como la titulada Mercurio y Apolo. Otra imagen que debemos al ciclo es la que ahora nos ocupa, que recoge un pasaje que explica parte del origen de la civilización, un tema muy querido entre los humanistas de los siglos XV y XVI, como era la propia familia Farnesio. La leyenda cuenta cómo Prometeo, un simple mortal, robó el fuego a los dioses para llevárselo a los hombres. Los dioses no arrebataron el fuego de nuevo a los hombres, pero sí castigaron el atrevimiento de Prometeo: le encadenaron a una roca y le condenaron a que un águila devorase su hígado continuamente, mientras el hígado se regeneraba sin cesar. De tal modo, Prometeo quedaba condenado a un suplicio eterno. La liberación llegó de mano de Hércules, héroe e hijo de mortal y dios, que mató con sus flechas a la rapaz y libró de sus cadenas a Prometeo. Ésta es la escena que podemos contemplar, con el águila atravesada por la flecha en el suelo, y Prometeo caído cabeza abajo, con la horrible herida en el cuerpo. Hércules está ataviado con la piel del león de Nemea, al que mató para uno de los trabajos que tenía encargado.
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Durante su estancia en París, entre 1640 y 1642, Poussin recibió el encargo de realizar los trabajos relativos a la decoración de la Gran Galería del Louvre. Entre las condiciones que Poussin había puesto a Sublet de Noyers, encargado de las obras del patrimonio regio, ante su posible vuelta a Francia, estaba la de no pintar en bóvedas. Parece que estos trabajos en la Gran Galería le fueron confiados en 1641, cuando llevaba ya algún tiempo trabajando en el entorno de Luis XIII. El monarca nombró a Poussin el 20 de marzo de ese año encargado de la dirección general de todas las obras de pintura y ornamentos que el rey estaba realizando "para el embellecimiento de sus palacios reales". Esto contravenía lo acordado, y no podía satisfacer al pintor normando, que no deseaba verse al frente de un gran equipo, ni colaborar con otros artistas, pues su manera de trabajar era muy personal, y gustaba de realizarlo todo por sí mismo, en la tranquilidad de su estudio. Además, la arquitectura de Lemercier le parecía una limitación a su creatividad. La galería constaba de cuarenta y seis tramos, que Poussin decidió decorar con escenas de la vida de Hércules. Cada tramo se hallaba partido por ventanas, entre las cuales se situarían diversas pinturas sobre las ciudades de Francia. La parte superior de la decoración se reservaba para Poussin, allí donde arrancaba la bóveda, donde debería situar sus pinturas sobre Hércules. Sobre las ventanas, en el interior de una decoración sobre atlantes y amorcillos, se situarían unos tondos sobre el ciclo hercúleo. Poussin, disgustado, no pasó de proyectar la décima escena. Tomó para ello el libro de Natale Conti, la "Mitología" de 1551, que dedica un capítulo a los hechos de Hércules. Uno de los dibujos realizados es éste. En él Poussin realiza, con su manejo diestro de la aguada, un estudio de la luz, aspecto fundamental en una obra destinada a imitar en grisalla un bajorrelieve. Evoca la lucha de las Amazonas contra Hércules (reconocible a la izquierda, con su clava y la piel de león atada en el cuello), y Teseo, a caballo a la derecha.
Personaje Científico
Nacido en Mohrungen (Alemania) el 25 de agosto de 1744, escribe a lo largo de su vida obras sobre Teología, Filosofía, Filología e Historia, iniciando una corriente de pensamiento imbuida de la fe y el irracionalismo que culminará en el romanticismo alemán e influirá en Goethe. Formado en Königsberg con Kant, más tarde toma los hábitos de sacerdote. Su filosofía explora en los orígenes del individuo y de los pueblos, asignando al pasado un carácter romántico e ideal donde se manifiestan las cualidades del estado natural. En el ámbito de la Filología investiga los "Orígenes del lenguaje" (1772) y realiza una etnografía comparada sobre la cultura oral de diferentes países ("Canciones de todos los pueblos", 1798). El pensamiento evolucionista aparece en su obra como una sucesión de estadios que se inicia en la Naturaleza y culmina en la Historia, establecidos jerárquica y procesualmente, y cuyo fin es un estadio superior dominado por la cultura. El sentimiento es el motor básico de esta evolución, contrariamente al papel dado por Kant a la racionalidad. Así, inicia la corriente historicista que tendrá su continuidad en figuras como Dilthey, Georg Simmel, Troeltsch o Gentile. Su obra representativa, en este sentido, es "Ideas para una filosofía de la historia de la Humanidad", publicada entre 1784 y 1791. En el ámbito de la Teología, opta por un cristianismo espiritual e íntimo, alejado del dogmatismo y teñido de cierto romanticismo. ("Cartas sobre el estudio de la Teología", 1780). Herder falleció en Weimar el 18 de diciembre de 1803.
Personaje Arquitecto
Su formación transcurre bajo los consejos de Boffrand. Tras este periodo pasó a trabajar para el duque de Lorena, ex rey de Polonia. Entre los edificios que proyecta cabe destacar el castillo de Malgrange, el parque y la iglesia de Notre-Dame de Nancy. En esta localidad dejó la que se considera su creación más importante: las tres plazas Stanislas, de la Carrière y Royale, donde se levantaron los edificios públicos más importantes de la ciudad.
Personaje
Viuda, se vio obligada a casarse con Hernando de Pantoja, en tiempos del virreynado en Perú del Marqués de Cañete (1556-1561), quien le concedió a Pantoja la titularidad de la encomienda.
Personaje Militar
En 1527 arribó a La Española y ocupó el cargo de teniente gobernador a la muerte de Bástidas, siendo sustituido por el gobernador García de Lerma. Regresó a España y recibió la capitulación para descubrir las tierras entre el golfo de Urabá y el río Magdalena. Partió de Cádiz dirigiéndose a la costa norte de Colombia, donde fundó Cartagena de Indias. Fue absuelto de su primer juicio de residencia en 1639 por lo que vuelve a ocupar la gobernación de la zona, ahora como adelantado. Sus incursiones a las minas de Antioquía provocarán continuos enfrentamientos con Robledo por lo que será enjuiciado de nuevo. Se mantuvo en el cargo y fue inculpado en un tercer juicio por lo que se trasladó a la península para solicitar pleitesía cuando se ahogó frente a las costas de Zahara en Cádiz.
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