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Conservamos diferentes ejemplos de monstruos posiblemente dibujados por El Bosco, quien podría haber trazado sus rasgos como ejercicios previos a su plasmación en los cuadros al óleo. En ese caso, tenemos ante nosotros dos ejemplos típicos de construcción de un ser híbrido a partir de varios animales: pico de pato, cuerpo de pollo, manos humanas, etc.
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Estos son dos monstruos fascinantes, en los que podemos ver cómo construye El Bosco sus figuras demoníacas: parte de una rana, a la que invierte y pone erguida, caminando sobre las patas delanteras, mutiladas las ancas. Es la inversión de la lógica del mundo, que subyace aunque al revés. De este monstruo pasa a humanizarlo, lo que provoca repulsión en el espectador. Añade detalles que aumenten la verosimilitud del monstruo: el collar que lleva resbalaría de su cabezota sin hombros ni cuello, por lo que lleva la medalla atada a los brazos. El detalle es lo que hace espeluznante la imagen, porque parece querer indicar que alguien vio realmente este monstruo, al que retrató. El detalle lo aproxima a la realidad.
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Al igual que el Autorretrato dibujando, procede del cuaderno de dibujos de Mannheim, en el cual encontramos otros dibujos del mismo tipo sobre muchachas entre rocas y árboles, en una época en que realizó numerosos dibujos y grabados del tipo de los que solían difundirse en almanaques y publicaciones populares. Al igual que en el muy similar en factura Caminante junto a una piedra miliar, del año siguiente, el tono general es reflexivo y melancólico. Realizado a pluma, con tinta china y sepia sobre el dibujo a lápiz, muestra a dos jóvenes, una de las cuales, sentada, consuela a otra, tendida sobre su regazo. La planta trepadora que rodea al árbol tras ellas llega hasta la mano de la muchacha sentada, en claro apunte simbólico, pues la planta representa la amistad y la esperanza. Al fondo, se divisa la torre de una iglesia, hecho único en esta serie de dibujos. Está datado en el "6 de Octubre de 1801". Se ha relacionado esta escena con una contrariedad amorosa, y en particular con varios poemas de su conocido Kosegarten, amigo de su profesor de Greifswald, Quistorp.
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Tras el escándalo provocado con las adolescentes desnudas, Schiele realizó una serie protagonizada por muchachas también desnudas, bien solas o en pareja como aquí podemos observar. El lesbianismo ya había llamado la atención de otros artistas como Courbet, Toulouse-Lautrec o Klimt por lo que Schiele no dudó continuar está erótica temática.Las dos jóvenes -posiblemente algunas de las numerosas prostitutas jóvenes que desarrollaban su actividad en Viena- se muestran desde una perspectiva alzada, fundiéndose en un sensual abrazo, sobre un manta escocesa en tonos marrones, azules y naranjas, en sintonía con el estilo decorativista empleado por Klimt en estos años. Las líneas de contorno y los gestos de las modelos recuerdan a los trabajos del pintor simbolista suizo Ferdinand Hodler, cuya obra había sido expuesta por la Secession en 1903. La carga erótica de la escena será una constante en la producción de Schiele, como podemos observar en su Autorretrato masturbándose.
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Las escenas de género serán frecuentes en la pintura holandesa del Barroco ya que los clientes, preferentemente burgueses enriquecidos por el comercio y de religión calvinista, solicitaban obras con temáticas "frescas" para decorar sus casas. En estas escenas de género encontramos un buen número que tienen la música como protagonista, bien con un fondo moralizante -como en los trabajos de Vermeer- o como asunto trivial, como podemos observar en esta composición de Hals. Los dos muchachos se sitúan ante un libro de partituras, apoyado en otros dos en los que podemos apreciar el monograma del pintor; uno de los chicos sosteene un laúd mientras el otro observa sorprendido las notas musicales. Una vez más, la atención del artista se concentra en los expresivos gestos de los jóvenes, centrando con la luz sus rostros. Las pinceladas son rápidas y certeras, renunciando a los detalles que caracterizan los retratos "oficiales" -véase a Willem van Heythuysen o Aletta Hanemans- pero la gama cromática empleada no varía, adueñándose los pardos y sienas del conjunto. El resultado es una obra de diversión contenida con la que Hals demuestra su elevada capacidad interpretativa.
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El lesbianismo había sido tratado puntualmente por Courbet en alguna ocasión, recurriendo a él Degas en sus grabados sobre prostitución. Toulouse-Lautrec será quien muestre este tema con mayor frecuencia. Las dos mujeres se relacionan en un lecho, apareciendo una de ellas de frente y otra de perfil. El cuerpo desnudo de la primera recuerda a las bellezas rubenianas, siendo destacable el dibujismo del autor.
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Mattenklott considera que "las ropas levantadas, recogidas o vueltas hacia el lado convierten a las figuras de Klimt en cuerpos desnudos; el estudio del desnudo se transforma así en una imagen erótica. Cuadros del deseo que se anhela o se recibe. La desnudez se presenta entre ornamentos textiles, las telas no cubren sino que enmarcan y presentan al objeto del deseo: los pechos de las amigas, las caderas curvadas de una muchacha, el sexo entreabierto de una mujer; no visten sino que desvelan". Esta cuestión la podemos aplicar perfectamente a este dibujo lésbico, de los que el pintor vienés realizó un buen número. En ellos encontramos recuerdos de las obras de Toulouse-Lautrec, uno de los primeros pintores en interesarse por la sexualidad. El lesbianismo no sólo quedará en dibujos sino que también llegará a protagonizar lienzos como Serpientes acuáticas.