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acepcion
Dispersión de los judíos. Colonias de judíos dispersos en el Asia anterior y región mediterránea. No obstante, este término se refiere a todas las comunidades judías que se encuentran fuera de Israel.
Personaje
Cuatro veces nominada al premio Globo de Oro. De origen cubano por vía paterna. Después de su carrera como modelo, fue seleccionada en 1994 para la película "La máscara". Pronto demostró cualidades interpretativas en "Feeling Minnesota"; "La boda de mi mejor amigo" (1997) y en la comedia "Algo pasa con Mary" (1998). En 1999 aceptó un papel en "Being John Malkovich" y Oliver Stone se arriesgó al darle un papel en "Any given sunday". Ambas películas la consagraron como actriz. Filmografía: My sister´s Keeper (2008); The Box (2008); Algo pasa en Las Vegas (2008); Shrek (voz de Fiona en las tres películas) (2007); The Hollyday (2006); En sus zapatos (2005); Los ángeles de Charlie: al límite (2003); Gangs of New York , La cosa más dulce, y Slackers (2002); Vanilla Sky (2001); The Invisible Circus (2001); Los ángeles de Charlie y Cosas que dirías con solo mirarla (2000); Un domingo cualquiera, Cómo ser John Malkovich y Man woman film (1999); Very bad things (1998) ; Algo pasa con Mary (1998); Fear and loathing in Las Vegas (1998); A life less ordinary, y La Boda de mi mejor amigo (1997); Keys of Tulsa (1997); Head above water (1996); Feeling Minnesota (1996); She´s the one (1996);The last supper (1995) ; La Máscara (1994).
contexto
Díaz de Guzmán y el descubrimiento del Río de la Plata Es un hecho sabido, en la historia de los descubrimientos geográficos, que la fecha del descubrimiento del Río de la Plata ha sido largamente discutida. En varias oportunidades se supuso que se había llegado a una conclusión definitiva; pero, a los pocos años, nuevas teorías volvían a ponerla en discusión. Nosotros mismos, que nos hemos dedicado con suma atención a este estudio, hemos aceptado la conclusión, más seria y evidente, de que Juan Díaz de Solís fue el descubridor del Paraná Guazú, más tarde llamado río de Solís, Mar Dulce y Río de la Plata, en el año 1516, sin poder precisar la fecha exacta. La demostración documental la hizo José Toribio Medina41 y, años más tarde nosotros la confirmamos con otros aportes42. No obstante, tiempo después, ante nuevos descubrimientos documentales, admitimos otras posibilidades y volvimos al año dudoso de 1512 en que Solís pudo hacer ese viaje que se creyó suspendido. Pues bien: Ruy Díaz de Guzmán, que consultó, sin duda, en Asunción o en Charcas, algunos cronistas, aceptó la fecha de 1512. Sus críticos, empezando por nosotros, lo rectificamos explicando que el primer europeo que lo navegó fue Solís en 1516, por las razones que todo historiador conoce. La historia jamás es definitiva y todo problema o proceso histórico nunca se cierra y permanece eternamente abierto. Ahora nos preguntamos: ¿Por qué Díaz de Guzmán aceptó la fecha de 1512? No olvidemos que escribió su historia exactamente un siglo más tarde: en 1612; pero también tengamos en cuenta que los hijos de los descubridores pudieron conocer verdades que no pasaron a los documentos y llegaron, en cambio, a oídos de sus descendientes. Estos pudieron decir a Díaz de Guzmán hechos que él no desdeñó en su historia y hoy parecen robustecerse con nuevas críticas e impresionantes comprobaciones. El problema debe ser tratado rápidamente y con objetividad. Ante todo, Díaz de Guzmán empieza por referir, en el Prólogo, que había tomado la pluma para escribir estos Anales porque no había habido quien por sus escritos nos dejase alguna noticia de las cosas sucedidas en 82 años que hace comenzó esta conquista. Hay aquí dos afirmaciones que conviene aclarar: Pero Hernández y Alvar Núñez escribieron sus recuerdos, Martín del Barco Centenera publicó La Argentina en Lisboa en 1602, o sea, diez años antes de que Díaz de Guzmán terminara su obra. Es posible que Díaz de Guzmán no haya conocido la reseña de Centenera. Sin embargo, Centenera, en el Canto primero de su poema, nos refiere que después a los quinientos y trece años, / contados sobre mil del nacimiento, / de aquel que padecía por nuestros daños, / Juan Díaz de Solís dio vela al viento, / al Paraná aportó do los engaños, / del Timbú le cursaron finamiento... Es otro autor que sitúa el descubrimiento, hecho por Solís, en 1513. Centenera, por diversos pasajes de su poema, nos consta que consultó documentos del archivo de Asunción. No creemos que en ellos haya habido nada referente a Solís, pero la tradición que vivía en los conquistadores del Paraguay pudo informarle de muchas cosas. Pasaremos a examinar el problema, mas antes nos detenemos otro instante en la afirmación de Díaz de Guzmán de que la conquista comenzó ochenta y dos años antes del momento que él escribía. ¿Cuándo escribía? La dedicatoria está fechada en Charcas el 26 de junio de 1612. Posiblemente la fechó tiempo después de terminado su libro. Escribió, por tanto, antes de esta fecha. Si tomamos el 1512, en que Díaz de Guzmán sitúa el viaje de Solís, debió ser en 1594, o sea, dieciocho años antes de dedicar su libro a don Alonso Pérez de Guzmán. Luego, en el libro primero, capítulo primero, nos dice que después de lo cual, el año 1512, salid de Castilla Juan Díaz de Solís, vecino de la villa de Lebrija, para las Indias occidentales.. Trae detalles que pudo oír a sobrevivientes o amigos de ellos. Abunda en pormenores, pero no habla una palabra de la trágica muerte de Solís. Es un hecho difícil de explicar y no deseamos caer en suposiciones. El problema del descubrimiento del Río de la Plata por Solís en 1512 fue presentado, como un hecho seguro, por el erudito Manuel Ricardo Trelles, el primer investigador argentino que acudió a los archivos. Creyó, por una mala lectura de una carta de Diego García de Moguer, que Solís había estado en el Río de la Plata en 1512. Esto coincidía con otros indicios. La realidad es diferente. Diego García quiso decir algo muy distinto. Hoy el problema hay que plantearlo de otro modo. En primer término no hay que olvidar que Colón quiso llegar al Sinus Magnus del mapamundi de Ptolomeo, o sea, al océano Pacífico. Allí estaba la otra india, la del Ganges, a la cual pensaba alcanzar. No encontró el paso y entonces empezó su búsqueda por el Norte y por el Sur. Vespucci salió a buscarlo por el Sur. Su fin era llegar al oriente, a las tierras que le había descrito un amigo llamado Gaspar. El mismo dio la ruta a los hombres de su tiempo y a los historiadores; pero éstos no comprendieron el significado de la palabra Cattigara y discutieron si había salido mar afuera, desde el Brasil, o había seguido la costa americana hasta el grado 52 de latitud Sur. La palabra clave, Cattigara, era el nombre de un lugar señalado por Ptolomeo en el Sinus Magnus, es decir, en la costa peruana del Pacífico. Para llegar a ese lugar había que costear el continente hasta hallar el estrecho que estaba dibujado en el mapamundi de Enricus Martellus Germanus, del 1489 o poco antes. Es lo que hizo Vespucci, que terminó vencido por las tormentas; pero el rey de España no abandonó el proyecto de llegar al Oriente por el camino de Vespucci. Lo citó a las conversiones de Burgos y envió a Solís y a Vicente Yáñez Pinzón a buscar el estrecho por el Norte. El cronista Herrera, que conocía muy bien estos hechos por la documentación del tiempo, los resumió con estas palabras: Tenía el rey particular cuidado en que se descubriese el estrecho, de que había dado intención el almirante don Cristóbal Colón, porque parecía que se podía navegar a las islas de la Especería sin tocar en las navegaciones del rey de Portugal43 Herrera creyó que Solís y Pinzón descubrieron el Río de la Plata en 1508. No hay pruebas que lo confirmen. Gonzalo Fernández de Oviedo, el príncipe de los cronistas, dijo que conoció a Solís y supo que había llegado al Río de la Plata en 1512 y había vuelto en 1513. Otro historiador, López de Gómara, confirmó que Américo Vespucci decía que había llegado al Río de la Plata en 1501 y que Solís también estuvo allí en 1512. El testimonio de López de Gómara pudo ser leído por Ruy Díaz de Guzmán; pero hay un detalle que hace dudar: López de Gómara refiere la muerte trágica de Solís y Díaz de Guzmán no la conoce. Si hubiera leído a López de Gómara la habría recordado. Herrera no admitió el viaje de Solís, porque, como Medina siglos después, encontró las órdenes reales que suspendieron el viaje de 1512. El rey pudo suspenderlo, pero Solís pudo hacerlo por su cuenta. Un eminente historiador uruguayo, Rolando Laguarda Trías, ha demostrado que en 1512 llegaron al Río de la Plata unas naves portuguesas fletadas por el comerciante burgalés Cristóbal de Haro. El Río de la Plata fue visitado por estos portugueses en 1512 y no sabemos si también por un primer viaje de Solís. En otros libros desarrollamos por extenso este problema. Díaz de Guzmán lo dio como un hecho cierto. La historia sigue estudiando la posibilidad de su realización.
contexto
Díaz de Guzmán y Hernandarias En Buenos Aires, Díaz de Guzmán pasó unos tres años, trabajó en el Fuerte. En 1602, con otros vecinos, fundó la Cofradía de Nuestra Señora de la Limpia Concepción, en el convento de San Francisco. Tenía una viña de una cuadra en las afueras de la ciudad, en la calle que va derecho desde la plaza por el monasterio de San Francisco. Díaz de Guzmán hablaba con los viejos pobladores. Consultó documentos en el Cabildo. Supo dónde don Pedro de Mendoza había fundado la primera Buenos Aires con el nombre de Ciudad del Espíritu Santo. Cuando murió el gobernador Rodríguez de Valdez le sucedió Francés de Beaumont. Por último, volvió Hernandarias. La presencia de estos dos hombres los hacía chocar. Cada uno de ellos era ambicioso, de pésimo carácter, violento y poco tratable. En Asunción, Hernandarias levantó juicios de residencias a distintas personas y, entre ellas, a Díaz de Guzmán. Así lo condenó en 80 pesos, signo de que nada grave había en la conducta de Díaz de Guzmán; pero le obligó a vivir en la ciudad de Jerez, donde tiene su casa, su mujer e hijos. Tal vez Díaz de Guzmán no gustaba mucho de la compañía de su familia. No podía alejarse sin una licencia; pero Díaz de Guzmán se las arreglo para no ir a su casa de Jerez. Lo seguro es que la historia no ha encontrado pruebas de su viaje. Al poco tiempo se dirigió a Tucumán y el 8 de mayo de 1604 escribió al rey un memorial en contra de Hernandarias. Dijo que era sordo, que para hacerse oír había que dar grandes voces, que ni los pobres se atrevían a pedirle justicia. Hernandarias, según Díaz de Guzmán, era hombre que no admite consejo y es de poco saber con lo cual hace excesos y agravios a los hombres y es inclinado hacer mal y vengativo. La gente de Buenos Aires vivía en la mayor aflicción por los agravios que recibía. Algunos buscaban justicia en la Audiencia de Charcas; otros no podían dirigirse al rey porque el secretario Pedro de Ledesma era amigo de Hernandarias. Este era un mandón que tenía parientes y amigos en todas partes, y había constituido los Cabildos a su gusto. Era cruel y había tratado en forma inhumana a los indios de Jerez. Otra vez había matado, ahorcado y cuarteado a 150 indios guaycurúes. En fin: la enemistad de Díaz de Guzmán con Hernandarias le hizo comprender que, para vivir en paz, debía buscar otro refugio, otro campo de acción, y dejó Buenos Aires y se fue al Alto Perú. Llegó a La Plata a comienzos de 1604. Allí tenía un amigo, al cual había conocido un año antes, pero, por cartas y otras amistades, tenía referencias de él desde hacía más de treinta años. Se llamaba Diego Cabeza de Vaca. Algo tendría que ver con el segundo adelantado. Fue testigo en una información que Díaz de Guzmán hizo en La Plata, para probar sus méritos y servicios, el 10 de mayo de 1605. No sabemos qué hizo Díaz de Guzmán en este tiempo en La Plata. Suponemos que leyó los cronistas del descubrimiento y conquista, que habló con mucha gente, que tal vez repasó documentos de los primeros tiempos. Consta que en febrero de 1605, la Real Audiencia le nombró contador de la Real Hacienda en la ciudad de Santiago del Estero. Díaz de Guzmán y el oficial real don Fernando de Toledo Pimentel debían impedir el contrabando de las mercaderías y de los esclavos negros que llegaban de Buenos Aires. En abril de 1607 detuvieron unas carretas que procedían de Buenos Aires. Traían mercaderías de contrabando. Entre ellas había un escritorio Pequeño dorado de la China, también llamado de la India. Al Río de la Plata, como vemos, llegaban mercaderías de muy lejanos países. Los comerciantes juraban, y eran apoyados por testigos, que no habían navegado esas mercaderías, sino comprado en Buenos Aires, El gobernador favoreció a los comerciantes. Lo que deseaba era que llegasen mercaderías de cualquier parte.
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Díaz de Guzmán, colonizador El autor de La Argentina, que sin duda meditaba en su mente, no vivió las ilusiones y las tragedias de la exploración y conquista que le referían los viajes conquistadores; pero fue un, pacificador de los indios y un colonizador de las tierras nuevas. Fue amigo, en los primeros años, del varias veces gobernador Hernando Arias de Saavedra. Hemos estudiado sus ideas políticas y podemos afirmar que su rectitud fue insuperable, pero su severidad a menudo fue excesiva y, por tanto, injusta. Fue así cómo se enemistó con Díaz de Guzmán, culpable de verdaderas insignificancias. Entre tanto, en 1589, Díaz de Guzmán acompañó a Antonio de Añasco en su socorro al capitán Leyton, que venía de Brasil. Estaba cercado por cuarenta mil indios. Esta cifra nos parece exagerada y probablemente fue mucho menor; pero lo indudable es que Díaz de Guzmán, con treinta soldados, logró que Añasco rompiera el cerco de los indios y Leyton y sus hombres se salvaran. En el regreso, los indios desbarataron a Añasco. Díaz de Guzmán rescató a seis soldados y con diez arcabuceros salvó a los heridos. La actividad de Díaz de Guzmán fue en aumento. Era hombre respetado y querido. Torres de Vera y Aragón lo nombró su lugarteniente y justicia mayor. Cinco años desempeñó este cargo y en ellos trató de abrir un camino nuevo que uniese Asunción a la costa atlántica. Por culpa de los indios no pudo avanzar más allá de Villa Rica. También se ocupó de trasladar Ciudad Real, que se hallaba ubicada en un lugar estéril y enfermizo, a otro mejor. Fue el Cabildo de Ciudad Real que suplicó un cambio de lugar a Díaz de Guzmán. Este la llevó a la boca del río Piquirí. Era el año 1590. En ese mismo año mudó de lugar a Villa Rica. Las cosechas se perdían. No se podía sembrar el algodón. Los indios encomendados no podían llegar a la ciudad, por las distancias, los ríos y los ataques de otros indios. Otra vez el Cabildo de Villa Rica pidió a Díaz de Guzmán que la cambiase de lugar. El futuro historiador la ubicó a orillas del río Ubay: punto fértil y abundante, próximo a las encomiendas, con viñas, algodonales y cañaverales, caza y pesquería. Muy cerca estaba también el río Piquirí. Dos años estuvo ocupado Díaz de Guzmán en estos trabajos. Había que dibujar planos y cuidar los fundamentos de las construcciones. Ciudad Real, en 1592, sufrió una epidemia de viruela. La colonización avanzaba lentamente. Las nuevas ciudades eran pequeños grupos de viejos conquistadores convertidos en colonos. Había muchos hijos que eran generaciones nuevas, de neoamericanos, raíces de largas genealogías. Vivían del trabajo en los campos y de lo que hacían los indios en las encomiendas. La alianza con los indígenas se buscaba como una salvación. Había que atraerlos por medio de la evangelización, del trabajo y del comercio. El visitador general, padre bachiller Rafael, pidió a Díaz de Guzmán que lo ayudase a convertir a los indios. Díaz de Guzmán remontó el río de San Salvador y tomó posesión de la tierra en nombre del rey. Dominó a los indios alevosos y dio origen a una nueva provincia donde terminaban las tierras de los indios guaraníes. Puso mojones y llamó a la provincia Nueva Andalucía. De inmediato, en los campos de buenos pastos para ganados, a orillas del río San Salvador, fundó la ciudad de Santiago de Jerez. Era el día miércoles, 24 de marzo de 1593. El acta de fundación está redactada por un historiador con sonidos épicos. Decía: Soldados, hijosdalgo, caballeros y hombres buenos: esto hecho en nombre de nuestro rey e señor natural don Felipe de Austria, a quien Nuestro Señor muchos años guarde. Si hay alguno entre todos los que presente estáis que me contradiga esta fundación e población de esta ciudad de Santiago de Jerez, demándemelo luego y ponga la contradicción en forma que yo estoy puesto de alegar de mi justicia e de la responder e convencer enjuicio. En seguida llamó al escribano y le ordenó dar fe y testimonio de todo lo que había hecho y visto. Por último, el general Ruy Díaz de Guzmán convocó a todos los presentes a son de tambor y con la vara de la justicia en la mano se dirigió a la traza designada para la plaza pública. Allí prometió, con sus insignias de capitán, como fundador y caballero hijodalgo, premiar a los pobladores y conquistadores con las tierras y los indios. El escribano Bartolomé García dejó constancia de lo que presenciaba y la fundación quedó terminada. En esta fundación, Díaz de Guzmán gastó de su hacienda doce mil pesos. Más de diez mil indios fueron catequizados. El gobernador don Hernando de Zárate, en 1595, volvió a designar a Díaz de Guzmán su teniente de gobernador en el Guairá. No obstante, Díaz de Guzmán tenía sus enemigos. Cuando llegó a Ciudad Real, el gobernador Diego de Zúñiga lo esperó en la plaza pública con parte del vecindario, lo hirió de una estocada, le arrebató de la mano el estandarte real, le puso dos pares de grillos y lo encerró, en una prisión. Tres meses estuvo encarcelado Díaz de Guzmán. Uno de sus enemigos, Pedro Montañez, procurador general de Villa Rica, juzgó desacertado el traslado de la ciudad y lo acusó de tener mal orden en el proceder en las cosas de justicia y gobierno. Según Montañez, Díaz de Guzmán era obstinado, arrogante, ambicioso y trataba mal a los vecinos y soldados con palabras afrentosas y feas. Una vez había hecho echar preso con cadenas Y collera a un alcalde. No admitía parecer ni consejo, presumiendo saber más que todos... Por haber estado, tiempo antes, en prisión en esa ciudad, trataba a los vecinos con insolencias y agravios. Nadie lo acusó de falta de honradez ni de ningún delito. Era, sin duda, un hombre de mal carácter que no toleraba la ignorancia ni las vanidades de tantos incapaces. El general Bartolomé de Sandoval envió a Ciudad Real al capitán Diego González de Santa Cruz y 20 soldados que sacaron de la cárcel a Díaz de Guzmán. Fue otra vez teniente de gobernador hasta que llegó el nuevo gobernador Juan Ramírez de Velazco. Este lo recibió en Asunción y le encomendó apaciguar, con 80 soldados, a los indios guaycurúes que estaban rebelados. Díaz de Guzmán cumplió con éxito su misión y volvió a Asunción. Ramírez de Velasco le hizo un juicio, de residencia que probó su buena administración y le entregó otra vez la tenencia de la ciudad de Jerez. Díaz de Guzmán hizo muchos trabajos y empadronó a los indios. Muerto Ramírez de Velazco, ocupó su lugar otra vez Hernandarias de Saavedra, que confirmó a Díaz de Guzmán en su puesto durante dos años. El gobernador que sucedió a Henandarias, Rodríguez de Valdéz, ordenó a Díaz de Guzmán dirigirse a Buenos Aires.
Personaje
Pintor
Miembro d euna familia de origen español, inicialmente trabaja como decorador de piezas de porcelana, además de realizar pinturas de corte romántico. Después de esta etapa entra a formar parte del grupo de la Escuela de Barbizon. Además de paisajes como El bosque de Fontainebleau, pintó escenas mitológicas con bellos desnudos femeninos como Ninfas y amorcillos del Louvre.