Desde sus primeras obras, Renoir sentirá una especial atracción hacia el desnudo femenino, suavizado en este caso con la representación de la diosa mitológica de la caza. Para esta composición posará Lise Tréhot, hermana de la amiga del pintor Jules Le Coeur y su modelo favorita hasta 1872. La figura se sitúa en un paisaje, plenamente iluminada por una luz inventada procedente de la derecha que provoca una zona de sombra en el pecho de la joven. Cubre su pubis con la piel que la identifica como cazadora, además del carcaj, el arco o la pieza que encontramos en el suelo. El color es bastante aceptable, aplicado con seguridad, al igual que el dibujo, firme y decidido. Con estas obras el joven artista quiere realizar un homenaje a los maestros que admiraba en sus visitas al Louvre: Rubens, Boucher y Fragonard. El lienzo fue enviado al Salón de 1867, siendo rechazado por lo que Renoir inició una campaña de protestas en compañía de Pissarro, Sisley y Bazille, solicitando la creación de un Salón de Rechazados, aunque no obtuvieron ningún resultado satisfactorio.
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La mayoría de las obras romanas de calidad que se han encontrado en Hispania debieron de ser importadas de la metrópoli, aunque no puede descartarse la hipótesis de la existencia de talleres hispano-romanos. La Diana procedente de Itálica, cuna de Trajano y Adriano, corresponde a época helenística, respondiendo a los cánones griegos clásicos.
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Se ha establecido un paralelismo entre esta figura y el Apolo de Belvedere, ambas atribuidas a Leocares. Las dos sorprenden por la maestría del artista al captar el movimiento instantáneo de la figura. En este caso, Artemis, diosa de la caza, saca de su carcaj una flecha mientras, con la otra mano sujeta de los cuernos a un reno.
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El baño de Diana es uno de los temas preferidos por Boucher que aprovecha las divinidades y ninfas de la mitología para deleitarse con el desnudo femenino. Utiliza un modelo de mujer refinado, de cuerpo menudo y gracioso y carne nacarada, ante un paisaje que hasta en las sombras es luminoso. En general se trataba de cuadros de pequeñas dimensiones destinados a residencias privadas y junto a las boiseries y demás elementos decorativos formaban todo el conjuntado ambiente. Es en ese contexto como mejor se comprende la obra de uno de los pintores por antonomasia del rococó.
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Dentro de la serie de las "poesías" pintada para Felipe II en la década 1550, Tiziano consideró a Diana y Acteón y Diana y Calisto como trabajos para colgar en una misma pared, apareciendo elementos similares -la distribución de las figuras en V y el empleo de diagonales cruzadas- en ambas como si formaran parte de un conjunto. Estos dos trabajos se incorporaron más tarde a la serie, creando un conjunto en el que la belleza femenina resulta la principal protagonista.Acteón era hijo de Autonoe y nieto de Cadmo, el fundador de Tebas. Agotado por la sed, durante una cacería, entró en una gruta donde manaba una fuente. Era esa la fuente predilecta de Diana y allí solía bañarse por lo que Acteón sorprendió a la diosa desnuda, en pleno baño. La irritación de la diosa fue tal que arrojó a la cara de Acteón unas gotas de agua que transformaron al joven en ciervo. Acteón salió corriendo de la cueva y sus propios perros le devoraron.Tiziano cambia la gruta donde se desarrollan los hechos por una construcción abovedada, corriendo el joven un cortinaje que le permite ver a Diana y sus ninfas desnudas. Un riachuelo separa al cazador, acompañado de un perro, del lugar donde están las mujeres desnudas, cuyo perrillo ladra ante la llegada de los desconocidos. Al igual que en el lienzo compañero, el maestro recurre a las posturas escorzadas para acentuar la tensión, bañando el escenario de luz dorada que resbala por todas las figuras, resaltando las calidades y los brillos de las telas. Tampoco renuncia a interpretar los gestos de los personajes, resaltando los rostros de la ninfa que se esconde tras el pilar o la que sujeta la cortina que Acteón echa hacia atrás. La mirada irritada de Diana y de sorpresa de la ninfa negra también son dignas de mención.Las pinceladas son rápidas y fluidas, creando efectos atmosféricos que diluyen los contornos gracias a la intensa luz empleada. Con esta serie, Tiziano se sitúa a la cabeza de los maestros venecianos que tienen el color y la luz como sus mejores armas. Rubens contempló estos trabajos en España y se consideró discípulo del gran veneciano.
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El tema de la pintura es totalmente secundario ya que Heintz aprovecha la ocasión para hacer un alarde de sus conocimientos literarios así como continuas referencias a la estatuaria clásica en las figuras representadas, envueltas todas ellas en un rocoso paisaje. La Caída de Faetón tiene las mismas características.
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En 1628 la archiduquesa Isabel Clara Eugenia envía a Rubens a Madrid como agente diplomático. Su objetivo sería negociar una alianza entre la Monarquía Hispánica y Gran Bretaña que pusiera fin a la guerra hispano-holandesa. En la capital hispánica permanecerá entre el mes de agosto de 1628 hasta el mes de abril del año siguiente. Esta estancia será reaprovechada por el pintor flamenco para reencontrarse con su "padre espiritual": Tiziano, cuyas obras en propiedad de la casa real eran muy numerosas. Pacheco nos cuenta que las copió todas. Tras su paso por España partió a Inglaterra, donde permaneció nueve meses. En Londres también copió algunos cuadros del maestro veneciano, como esta tela que aquí contemplamos, inspirada en una de las "Poesías" pintada por Tiziano para el rey de España, Felipe II.El diálogo con Tiziano será crucial para Rubens ya que le permitirá introducir un cambio decisivo en su pintura. Las formas escultóricas de los trabajos anteriores dejan paso a un mundo protagonizado por las luces y los colores, sacando el máximo partido a estas posibilidades.Calisto era la ninfa preferida de Diana. Mediante engaños, Júpiter la había seducido y la ninfa había quedado embarazada. Una tarde, Diana y sus ninfas decidieron desnudarse junto a una fuente para mitigar el calor y como quiera que Calisto no se despojaba de sus vestidos, Diana ordenó a las demás ninfas que la desnudaran. De esta manera se hizo visible el embarazo. Diana expulsó a Calisto de su lado y Juno, irritada por la infidelidad de su marido, conviertió a la ninfa en osa. Júpiter se apiadó de la pobre Calisto y de su hijo y los convirtió en estrella, siendo éste el origen de las constelaciones llamadas Osa Mayor y Menor. El momento de máxima tensión fue el elegido por Tiziano para mostrarlo en su tela, momento que recoge de manera perfecta el maestro flamenco en esta composición, en la que no existen diferencias con el original.
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Aunque no existen pruebas suficientes que lo certifiquen, la temática y el tamaño hacen pensar que Diana y Calisto iba destinada a la Torre de la Parada. Rubens recoge una de las historias más interesantes de la mitología clásica, inspirada en la "Metamorfosis" de Ovidio. Diana, diosa de los bosques y de la caza, tenía como ninfa favorita a Calisto. Júpiter se enamoró de Calisto y consiguió convencer a la ninfa para que mantuvieran relaciones sexuales, quedando ésta embarazada. Calisto, temerosa de la reacción de Diana, ocultó su embarazo hasta el día que las demás ninfas decidieron bañarse desnudas en una fuente. Ante la negativa de Calisto a quitarse sus ropas, Diana ordenó a las demás ninfas que la desnudaran, descubriéndose el embarazo. Este momento de tensión es el que recoge el pintor. Diana expulsará a Calisto de su corte con la hija tenida con Júpiter, siendo ambas convertidas en osas por Juno, la esposa de Júpiter. Serán la Osa Mayor y la Osa Menor, al decidir Júpiter "arreglar" el desaguisado que le había provocado a la pobre Calisto, convirtiéndolas en estrellas. El desnudo femenino vuelve a protagonizar la composición, como viene siendo habitual en las obras destinadas a la Torre de la Parada, el Rapto de Proserpina, por ejemplo. Las figuras recogen el canon de belleza característico del Barroco, que Rubens pondrá de moda a través de sus lienzos. La luz dorada ilumina los pronunciados escorzos de las figuras, otorgando a la composición un dinamismo casi exclusivo del maestro. Las ninfas se colocan en diversas posturas, distribuidas por todos los rincones del espacio pictórico. Los animales muertos que aparecen son una alusión a las cacerías que tanto divertían a la corte de Diana. La factura suelta y vibrante nos muestran un estilo que tendrá un enorme éxito en Europa, dejando una huella fundamental en el Barroco Español.