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El proceso de implantación del nuevo régimen se hizo a través de una dictadura, consecuencia de la declaración del estado de sitio, que duró hasta finales de marzo de 1852. Desde el primer momento el Gobierno se atribuyó la posibilidad de realizar deportaciones por vía administrativa y, desde comienzos de febrero, estableció unas comisiones mixtas (prefecto, autoridad militar, procurador de justicia) que desencadenaron un verdadero terror, especialmente entre la izquierda republicana y la población artesanal urbana. Se produjeron casi 27.000 arrestos, de los que salieron más de 15.000 condenas (10.000 deportados a Argelia, y 240 a Cayena). Contra ellos se utilizaron leyes anteriores, como las del verano de 1848, que limitaban las reuniones políticas y la libertad de prensa, pero el Gobierno se apresuró a tomar las medidas necesarias para asegurar el control de la nueva situación. Al restablecimiento, el 2 de febrero, del sufragio universal para todos los varones franceses mayores de veintiún años (creó un cuerpo electoral cercano a los 10.000.000) sucedió la implantación de la candidatura oficial por la que el Gobierno podía recomendar a sus propios candidatos y los funcionarios debían favorecer sus tareas de propaganda. El Gobierno no parecía interesado en defender la igualdad de oportunidades, ya que se sentía obligado a promocionar a los que habrían de ser colaboradores en las tareas públicas. Un prefecto lo puso en términos morales: "El gobierno -dijo- quiere el triunfo de sus candidatos, como Dios quiere el triunfo del bien, aunque deja a cada uno la libertad de obrar mal". El decreto sobre la prensa del 17 de febrero, que fijaba fuertes depósitos para los nuevos periódicos y establecía la posibilidad de suspender, e incluso suprimir las publicaciones, brindó nuevos mecanismos para el control de la opinión pública.En esas condiciones, no fue extraño que las elecciones que se celebraron el 29 de febrero dieran una abrumadora victoria a la candidatura oficial, que obtuvo todos los puestos menos cuatro. De ésos, tres eran republicanos y se negaron a sentarse en su escaño para no tener que jurar obediencia a la Constitución y fidelidad al presidente. De todas maneras, las elecciones demostraban una cierta disminución del apoyo al Gobierno con respecto al plebiscito del anterior diciembre, y salvando la diferente naturaleza de ambas consultas. Los votos obtenidos por la oposición se mantenían en torno a los 600.000, pero los favorables al Gobierno se habían reducido a 5.000.000. Lo que había crecido, por tanto, era la abstención, que había pasado de un 17 a un 37 por 100 entre ambas consultas, especialmente en las grandes ciudades. Dadas las condiciones del ejercicio del voto durante el periodo napoleónico, estas cifras de abstención son buenos indicadores de la evolución de las fuerzas que se oponían al régimen.El fortalecimiento del poder del que se titulaba príncipe-presidente y las mismas características de la Constitución, de carácter imperial aunque formalmente republicana, hicieron fácil el tránsito hacia el régimen imperial. Napoleón se convenció de la viabilidad de la empresa durante la gira que realizó por diversas ciudades en septiembre de 1852. El discurso que pronunció en Burdeos, a comienzos del siguiente mes, significó su aceptación definitiva de la idea del cambio de régimen. "Para conseguir la felicidad del país -afirmó entonces- no es necesario aplicar nuevos sistemas sino transmitir, ante todo, confianza en el presente, seguridad en el porvenir. Por eso parece que Francia quiere que vuelva el Imperio". El Imperio, según Napoleón, sería garantía de paz, concordia moral y reconstrucción material, por lo que no fue extraño que un senado-consulto de 7 de noviembre restableciera el Imperio hereditario. En un plebiscito celebrado dos semanas después, 7.824.000 franceses dieron su aprobación a la medida, frente a 253.000 que se opusieron. La abstención bajó esta vez a poco más del 20 por 100, por lo que cabe concluir que la medida contaba con un notable respaldo popular. Napoleón se instaló en las Tullerías y adoptó el ordinal tercero, para manifestar su reconocimiento de la abdicación hecha por su tío. La boda con Eugenia de Montijo, a finales de enero de 1853, completó la imagen de estabilidad de la nueva dinastía.
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La "física de las partículas elementales" comenzaba su andadura de la mano de la mecánica cuántica, teoría fundamental de la estructura de la materia. Para ello fue preciso el desarrollo de la "física de altas energías", debido a la necesidad de romper las fuerzas de ligadura del núcleo atómico. En su primera etapa, el análisis de la estructura atómica se había realizado sobre la base de la radiación alfa (a). Para avanzar en el conocimiento de la estructura del núcleo atómico era necesario conseguir partículas a más energéticas; en 1932, John Cockcroft y Ernest Walton lograron, mediante un multiplicador voltaico, la desintegración artificial de átomos de litio en dos partículas a. Dando un paso más en esta dirección, Van de Fraaff diseñó un generador electrostático para acelerar partículas que alcanzaba los 80 kV, y ya en 1935 llegaba a los cinco millones de voltios (5 MV).El salto más significativo se produjo de la mano de Ernest Orlando Lawrence que, sobre la base de los trabajos de Rolf Wideröe, desarrolló el ciclotrón. Se fundamentaba en una estructura circular en la que las partículas cargadas entraban en un campo eléctrico alterno, logrando su aceleración por la diferencia de potencial. Lawrence aplicó al modelo de Wideröe la acción de campos magnéticos, que lograban un incremento sustancial de la aceleración de las partículas. En 1932, Lawrence lograba poner en funcionamiento el primer ciclotrón con la colaboración de M. Stanley Livingston en Berkeley. Paralelamente, en la Universidad de Columbia (Nueva York), Harold Urey y su equipo descubrían un isótopo del hidrógeno: el deuterio, cuyo poder desintegrador era diez veces más potente que los protones. En 1936, con un ciclotrón más potente, se logró medir el momento magnético del neutrón, produciéndose además el primer elemento artificial: el tecnecio. El ciclotrón posibilitó la creación de isótopos radiactivos que pronto revelaron importantes aplicaciones, entre otras, en el campo de la medicina para el diagnóstico y tratamiento del cáncer.En 1938, Otto Hahn junto con su colaborador Fritz Strassmann observó con sorpresa la producción de bario como consecuencia del bombardeo del uranio con neutrones. Se encontraban frente a la primera reacción de fisión nuclear conocida. El 6 de enero de 1939 publicaban sorprendidos estos resultados. Lisa Meitner, antigua colaboradora de Hahn y exiliada en Estocolmo por su origen judío, fue la primera en interpretar correctamente el alcance del descubrimiento de Hahn junto con su sobrino Otto R. Frisch. La aplicación de la fórmula einsteiniana E = mc2 a la fisión del uranio revelaba dicho proceso como una fuente inagotable de energía. Las bases de la bomba atómica estaban puestas. La proximidad de la Segunda Guerra Mundial aceleró el proceso.Frisch comunicó los cálculos a Niels Bohr en Copenhague antes de que partiera a Estados Unidos. El 16 de enero de 1939, Bohr y su colaborador Leon Rosenfeld se encontraron en Nueva York con John Wheeler y Enrico Fermi, a los que comunicaron el hallazgo de Hahn y los resultados de Meitner y Frisch. Inmediatamente los físicos en Norteamérica comenzaron a explorar el nuevo horizonte de la posibilidad de provocar reacciones en cadena. Para ello era necesario que, en la fisión del uranio, se produjera más de un neutrón. Joliot en París calculó un valor medio de 3,5 neutrones, mientras en Columbia Fermi contabilizaba dos neutrones. La reacción en cadena era, pues, una realidad. Algo que había predicho en 1934 Leo Szilard a raíz del descubrimiento de la radiactividad artificial por Irène Curie y Frédéric Joliot.Szilard, consciente del peligro que entrañaba la bomba atómica en manos de la Alemania nazi, se dirigió a Albert Einstein para que alertara al presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt. Es la famosa carta de Einstein del 2 de agosto de 1939: "Trabajos recientes de E. Fermi y L. Szilard..., me hacen esperar que el elemento uranio pueda convertirse en una nueva e importante fuente de energía en el futuro inmediato... En el curso de los cuatro últimos meses se ha hecho probable -...- que pueda ser posible establecer una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio... Este nuevo fenómeno conduciría también a la construcción de bombas y es concebible (...) que de esta manera se puedan construir bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas... En vista de esta situación, acaso pueda usted considerar aconsejable que exista algún contacto permanente entre la administración y el grupo de físicos que trabajan en reacciones en cadena en Estados Unidos".En octubre de 1939 se creaba un comité presidencial encabezado por Lyman J. Briggs, era el primer paso del llamado "proyecto Manhattan" que desembocaría en la fabricación de las primeras bombas atómicas. A principios de 1941, en plena guerra mundial, Ernest Lawrence se involucraba directamente en el proyecto. Desde que tuvo conocimiento de los trabajos de Hahn, Meitner y Frisch había embarcado a su equipo de Berkeley a investigar el proceso de fisión del uranio en los ciclotrones. En la primavera de 1940, Edwin McMillan y Phillip Abelson descubrieron un nuevo elemento producido por la fisión del uranio en el ciclotrón: el neptunio. En febrero de 1941, Glenn T. Seaborg identificaba un nuevo elemento de la desintegración del neptunio: el plutonio; Halban y Kowarski en Cambridge postularon que este nuevo elemento podía ser fisionable con neutrones lentos. De esta forma, se optimizaba la utilización del uranio, puesto que sólo el escasísimo isótopo del uranio U-235 era capaz de generar reacciones en cadena, mientras que el más frecuente U-238 no lo era, a cambio éste podría producir plutonio. Nacía así la posibilidad de la bomba de plutonio, que fue la utilizada en Nagasaki.El siguiente paso lo dieron Otto Frisch y Rudolf Peierls en Gran Bretaña, al calcular aproximadamente la masa crítica de uranio necesaria para desencadenar una reacción en cadena autosostenida. Los cálculos les llevaron a considerar esa masa crítica en torno al medio kilo, cuya reacción en cadena liberaría una energía equivalente a miles de toneladas de TNT. La bomba atómica era ya una posibilidad real. En noviembre de 1942 se inauguraba en Nuevo México el laboratorio de Los Alamos, bajo la dirección de Robert Oppenheimer, donde se realizaron las pruebas de la primera bomba atómica. Al amanecer del 16 de julio de 1945 estallaba en el desierto de Nuevo México la primera bomba atómica. El 6 de agosto una bomba atómica de uranio, con una potencia de 20.000 toneladas de TNT y unos 4.500 kilos de peso, arrasaba Hiroshima. El 9 de agosto de 1945 una bomba de plutonio arrasaba Nagasaki. Nacía así la "era nuclear".Una de las derivaciones del "proyecto Manhattan" fue el impulso que recibió la electrónica, sentando las bases prácticas para el desarrollo de los computadores. La participación de John von Neumann en el "proyecto Manhattan" fue, a este respecto, decisiva. Las necesidades de cálculo requeridas para el desarrollo del programa nuclear exigían nuevas innovaciones. Von Neumann conoció por Hermann Goldstine el proyecto de la Morre School of Electronics Engineering de la Universidad de Pennsylvania, embarcada en la construcción del computador electrónico ENIAC (Electronic Numerical Integrator And Computer) para los Ballistic Research Laboratories, que contaba con 18.000 válvulas. Von Neumann se incorporó al proyecto en el ámbito de la organización lógica. Al finalizar la guerra, Von Neumann se dedicó al desarrollo de máquinas más potentes, que culminaron con la construcción, en Princeton, de la JOHNNIAC, que entró en funcionamiento en 1952. Era el comienzo de la "era de los computadores". El desarrollo de la "física del estado sólido" en el campo de los semiconductores contribuyó decisivamente a ello. En 1947, el descubrimiento del transistor en los Laboratorios Bell, por Brattain, Bardeen y Shckey, permitió sustituir las viejas y aparatosas válvulas de vacío por los transistores, que redujeron las dimensiones e incrementaron las velocidades de cálculo de los computadores electrónicos.Sin embargo, los antecedentes de los computadores se remontan más atrás en el tiempo. En 1930, Vannevar Bush desarrolló el analizador diferencial, base sobre la que se fundamentaron los "computadores analógicos". El siguiente paso se debe a Howard Aiken, creador del Automatic Sequence Controlled Calculator, más conocido como Harvard Mark I, iniciado en 1939 y que entró en funcionamiento en 1944, que podía controlar toda la secuencia de cálculos, lectura de datos e instrucciones en un punto a impresionar sus resultados. Von Neumann y Goldstine avanzaron en el diseño lógico de los computadores, resolviendo los problemas asociados al almacenamiento de datos y programas en una memoria en común, proponiendo el sistema numérico binario, que se aplicó por primera vez en 1949 en el EDSAC de la Universidad de Cambridge y es de la base sobre la que se asientan los computadores desde entonces. Las ideas de von Neumann encontraron su plasmación más acabada en Princeton, el primer prototipo fue el IAS, o máquinas de Von Neumann, a partir de la que se construyeron la AVIDAC, la ORDVAC, la ORACLE, la SILLIAC, la ILLIAC, la MANIAC o la JOHNNIAC antes mencionada.Sobre el modelo estándar de las IAS, la IBM introdujo el sistema de tarjetas perforadas que permitió desarrollar la IBM-701 en 1953. Un año más tarde aparecía la IBM-650 y en 1959 la IBM-1401. En esta época, Jack Kilby de TI y Robert Noyce de Fairchild Semiconductor crearon el primer circuito integrado, conjunto de transistores y resistencias interconectados, nacía así el chip, que permitiría dar un salto de gigante en la construcción de computadoras y, en general, en la microelectrónica. Si a principios de los años sesenta un chip incorporaba unos cuantos transistores microminiaturizados, a finales del decenio de los ochenta un microchip incorpora millones de transistores. En abril de 1964 IBM desarrollaba el System/360, primera familia de computadores compatibles y, en 1981, creaba la primera computadora personal. En abril de 1976 Steve Wozniak y Steve Jobs fundaban la Apple Computer, que fabricaría la gama de computadores personales competidora con el sistema IBM, los Macintosh. En 1987, IBM lanzó al mercado el IBM PS/2, que ha reemplazado su anterior línea de computadoras personales.El avance en el campo de los ordenadores ha exigido combinar diferentes disciplinas desde la lógica formal a la física cuántica, pasando por la física del estado sólido, la cibernética, la teoría de la información, la ciencia de sistemas y la teoría de sistemas. Dos ramas han sido precisas para ello: el "hardware", o soporte material de los computadores, esto es la estructura de las máquinas, donde la física del estado sólido ha sido trascendental, al permitir desarrollar los transistores y, posteriormente, los microchips, mediante los avances registrados en el campo de la semiconductividad y más recientemente de la superconductividad, en los que la física cuántica es fundamental, logrando máquinas infinitamente más potentes y reducidas; y el "software", o lenguajes de programación, donde las matemáticas, la lógica formal, la teoría de la información y la teoría de sistemas han desempeñado un papel esencial, dando lugar a nuevas aplicaciones fruto del avance de la programación computacional, un campo donde el concepto de algoritmo es imprescindible.Los trabajos del británico Alan M. Turing en 1936, Emil Post en 1943 y Markov en 1947 han sido básicos en el desarrollo de la teoría algorítmica, cuyos antecedentes inmediatos se sitúan en el cálculo lambda de Alonzo Church y las funciones recursivas generales de Gödel. La máquina universal de Turing es un sistema matemático diseñado para manejar el problema general del cálculo no un objeto, de manera que para un argumento dado el valor de la función puede encontrarse utilizando sólo reglas preasignadas, aplicadas por la computadora y construidas previamente en su estructura. Su importancia reside en el hecho de que una máquina universal de Turing puede en principio ejecutar todo tipo de cálculo que sea realizable, Church señaló en 1936 que es el mecanismo más general posible para la solución de un problema resoluble. Shannon ha reducido el número de estados internos de la máquina de Turing a sólo dos, simplificando considerablemente el diseño de una máquina de Turing.Von Neumann ha extendido el principio de la máquina universal de Turing a los procesos biológicos regidos por los mecanismos de replicación del DNA. Lo que ha llevado a los defensores de la "Inteligencia artificial fuerte" a pensar en la posibilidad de construir máquinas inteligentes, abriendo un nuevo campo en el que se entrelazan la física y química cuánticas con la bioquímica del cerebro y la cibernética. En la actualidad los computadores, tanto en serie como en paralelo, se basan en los principios de la máquina universal de Turing. Sin embargo, el propio Turing ha reconocido posteriormente que no puede existir un algoritmo general capaz de decidir sobre todas las cuestiones matemáticas. A ello ha contribuido decisivamente el teorema de incompletud de Gödel, al demostrar que el programa de David Hilbert era irrealizable, en tanto en cuanto cualquiera de los sistemas de matemáticas formales de axiomas y reglas de inferencia debe contener algunos enunciados que no son demostrables ni indemostrables con los medios permitidos dentro del sistema.
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Las naciones europeas no desempeñaron un protagonismo de primerísima importancia en el derrumbamiento del comunismo ni tampoco se han demostrado capaces de tener un liderazgo eficaz a la hora de enfrentarse con un nuevo desorden mundial con conflictos imprevisibles y de difícil solución. Sin embargo, en los últimos lustros del siglo XX dieron un paso de gigante en la configuración de una unidad política y económica destinada a tener un papel cada vez más relevante en el inmediato futuro del mundo. A lo largo del presente epígrafe estudiaremos la evolución interna de los países europeos más importantes señalando las coincidencias y las diferencias entre ellos para tratar a continuación del surgimiento de la Unión Europea. Finalmente se abordará también un problema que afecta al conjunto de las democracias y, por lo tanto, también a Estados Unidos y Japón: la paradoja de que, por un lado, este sistema de gobierno parece el único legítimo desde el punto de vista intelectual y moral en el momento presente y, por otro, desde la óptica de los ciudadanos aparece sometido a permanente crítica en lo que respecta a su funcionamiento cotidiano.
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La celebración de esas fiestas era un momento de síntesis para que todas las técnicas se colocaran entonces al servicio del arte como instrumento de persuasión, propaganda o representación: arquitectura, poesía, escultura, danza, pintura, música, teatro, se fundían en un esfuerzo de unidad, que tendía al logro final y global del espectáculo artístico. Artistas como Bernini, Cortona, C. Rainaldi o el P. Pozzo pusieron sus talentos en los empeños de invención y ejecución de las máquinas, las coreografías, los efectos de iluminación teatral, etc., que servían a la efímera ocasión de la fiesta barroca. Ayudándoles se encontraban poetas y escritores (aportando los temas y los programas iconográficos) junto a artesanos y obreros especialistas (vinculados, sobre todo, con la decoración: carpinteros, tallistas, doradores, estucadores, y con la escenografía teatral: tramoyistas).Sin embargo, hasta en eso la fiesta barroca rozaba los límites de conexión entre lo verdadero y lo verosímil con una solución recurrente en sus consecuencias. En efecto, la práctica del arte efímero ofrecía un campo experimental de técnicas y materiales, de medios expresivos y efectos visuales que, comprobados en su puesta a punto provisional a lo largo de la fiesta, en muchos casos y en breve tiempo se convertían de transitorios en estables a escala urbana. De esta manera, a partir del baldaquino trabajado con materiales pobres y perecederos (madera, cartón piedra y estuco) para la fiesta de canonización de Santa Isabel de Portugal, Bernini reproyectará años después su gran Baldaquino de S. Pietro. Y a la inversa, el mismo Bernini, en la puesta en escena del Ponte ruinante (1632), junto al palacio Barberini, muestra cómo la arquitectura real en piedra asume la poética y la praxis del arte efímero, hasta el grado de aparecer ella misma como efímera.En la producción de los arquitectos barrocos las ocasiones de cotejo recurrente entre obras definitivas y efímeras son numerosas. Quizá, el hito más llamativo de cómo una estructura efímera transforma otra ya existente y anticipa un proyecto por realizar, es dado por el y rato escenográfico del quarantore (teatro sacro de los jesuitas de 1650) por Carlo Rainaldi, que viene a ser una maqueta a escala de su obra maestra Santa Maria in Campitelli, de Roma.Al margen de muchas otras consideraciones, el dato capital que se colige de la práctica de las tramoyas efímeras por los arquitectos del Barroco es que su auténtica vocación teatral residía en esa tendencia a transformar el espacio urbano en el escenario permanente de sus intervenciones, aunque de vez en cuando experimentaban en él, de modo efímero, una propuesta estructural o un efecto escenográfico.
Personaje Pintor
Será Le Brun quien le inicia en el arte de la pintura. Fue miembro de la Academia y también impartió clases en ésta. Trabajó en Londres, donde decoró el palacio de Lord Montaigu con bellos frescos. Su factura también se aprecia en al Hospital de los Invalidados y en el Palacio de Versalles. Es autor de lienzos como El rapto de Proserpina o Moisés salvado de la aguas, en el Louvre.
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Para F. Chueca, Villanueva "es un teórico que no ha escrito nada, pero que ha escrito en piedra", y para P. Monleón, el más reciente investigador de la obra y la personalidad del arquitecto, la complejidad de su legado es tal que es preciso desglosar su visión en ocho puntos, con referencias explícitas a la contingencia del modo, a la doble solicitud del edificio y la ciudad, a la consideración del territorio, a la constancia del tipo, al pórtico excavado, al orden como valor instrumental, al orden como emblema y a la utilidad y conveniencia. Son los postulados que, afrontados con profunda actitud crítica y reflexiva, nos adentran en el entendimiento y en el anchuroso mundo arquitectónico de Juan de Villanueva.Para todos, Villanueva es un genio que se hace inimitable y, para muchos, se define su talento por algo tan simple como el haber sido el intérprete de lo esencial, sencillo y claro del hecho arquitectónico. Muchas y variadas definiciones han conducido al reconocimiento de su talento, siempre sustentadas en el trabajo del artista, en la huella de su obra.Pasó, sin prisa, por Roma, en el momento en que la escuela de Winckelmann o el Parere de Piranesi y las rígidas filosofías de Algaroti sustentaban el estilo rigorista al que se acomodaban Lodoli y Laugier. La Antiquitá Romana disparaba también aquellos fragmentos de las ruinas clásicas, vistas ad absurdum, y las ideas de los discípulos de Servandini se afianzaban, mientras pasaban también por la ciudad, no con poco asombro para su mentalidad de analistas, Adan, Goudoin o Clerisseau. Allí, y en ese ambiente, creyó encontrar el arquitecto español su camino estético, el sendero que, a su regreso a España, en el amor por lo antiguo, le conduce a integrarse en la expedición formada para dibujar las Antigüedades árabes de Granada y Córdoba, hecho analizado recientemente en su trascendencia por D. Rodríguez.Con la ayuda de Ponz, en fecha temprana, 1768, fue nombrado arquitecto de El Escorial, lugar donde planteaba por primera vez el tema de la arquitectura doméstica en los edificios del Marqués de Campo Villar y del Cónsul francés. Permitió que, analizando su estilo, confiaran en él los hijos del rey Carlos III, quienes le encargaron la Casa de Infantes frente al Monasterio, la cual le daría opción para desarrollar la magna obra con cinco patios a la que llega diluido el eco del edificio realizado en La Granja con el mismo propósito por Díaz Gamones.Simultáneamente interviene en la Capilla Palafox de Burgo de Osma, cuya planta a él debe el mérito, aunque más tarde sería interferida por la intervención de Francisco Sabatini y Bernarconi. En el esquema palladiano dibujó una rotonda rodeada de columnas in antis. La columna bajo entablamento liso comenzaba a ser un símbolo que iría configurando hasta su conclusión en años sucesivos.Bajo la mirada atenta de Juan de Villanueva, El Escorial iniciaba su desarrollo urbano. Fondas, mercado, casas, fincas privadas hacían su aparición dentro de un esquema racional de tejido ortogónico. No pierde la clave escurialense en proporción y técnica. En la Casa de Infantes introduce la escalera imperial de tramos convergentes bajo una premisa de magnificencia que ha de volver a evocar en 1793, cuando construya la escalera del ala norte del palacio.Para disponer de un alojamiento independiente para el Príncipe e Infantes construyó tres villas o casinos. La llamada Casita de Arriba para Don Gabriel, verdadero auditorium arquitectónico, en el que no se pierde el carácter íntimo y suntuoso, y respuesta también al carácter de mecenas de las artes y de las ciencias del infante.En la Casita de Abajo, para el Príncipe Carlos, el núcleo central de dos pisos se flanquea por dos alas bajas. Al este proyecta un pórtico tetrástilo, y al oeste, se adelanta una tercera ala, configurando la original planta en forma de T que ha permitido esa cualificación pintoresca de su arte.La Casita del Príncipe, de ladrillo visto enmarcada por piedra blanca, dibuja una planta pentapartita, de palaciega escala, con su pabellón central y alas extremas. Sus volúmenes, articulados por austeras superficies, se alteran por el juego de sombras de los vanos. Kubler indicó que la inspiración estuvo en la "Architecture des ombres" de Boullé.Los postulados de su arte iban tomando configuración. Se plasmaron a un unísono cuando, por real decreto de 30 de mayo de 1785, le fue encargado el proyecto del Gabinete de Ciencias de Historia Natural y Academia de Ciencias, obra que impulsaría decisivamente Floridablanca. Destacará seguidamente su intervención en el Jardín Botánico y, después, en el original edificio del Observatorio Astronómico.Para la primera de estas obras, Juan de Villanueva trabajó en un primer proyecto en el que el edificio se condicionaba a un amplió entorno porticado, complementado con otros edificios y jardines, una idea sugerida sin duda por el emplazamiento en el viejo Prado de San Jerónimo. A la idea había precedido un planteamiento de gran relieve, de configuración circoagonal, de Hermosilla, y el plan de peristilo-paseo, dibujado por Ventura Rodríguez, fórmulas embellecidas con las tres fuentes equidistantes trazadas por este mismo arquitecto, Apolo, Cibeles y Neptuno. Villanueva volvió a la idea de paseo cubierto terminado en exedras y centrado por una rotonda con columnata. La planificación de Paseo-Auditorio con eje cruzado, se amplificaba con la idea de espacio basilical, planteándose el valor del museo como templo de la ciencia bajo el punto de vista formal. Un segundo proyecto conduciría a Villanueva a consideraciones de mayor sincretismo, abandonando el sentido de edificio-paisaje para profundizar en la distribución racionalista, en la que muestra en el juego de unidades geométricas diferenciadas, uno de los planteamientos articulados más inteligentes. Las cinco células congregadas son cambiantes. El pabellón norte en rotonda concentra un ambiente puro neoclásico dentro de un diferenciado caparazón arquitectónico con orden jónico in antis. Los extremos se relacionan con el centro por galería de estatuas. En cada extremo, el espacio mayor permite la adición de varias estancias, manteniéndose la variación y el juego de independencia modular. El lado sur es palaciego, de orden corintio, y clara influencia italianizante. El edificio, pese a su definición interiorizada, condesciende al ambiente exterior en su alineamiento externo, ceñido al impulso de la horizontalidad del paseo, con rotura en la continuidad por el simbólico pórtico escultural que parece imprimir en su alegorismo el temperamento intemporal del diseño. El edifico, desde estos términos, es representativo y visualizante.En el Oratorio de Caballero de Gracia (1789) evocó las basílicas romanas con sus pantallas de columnas y sus bóvedas artesonadas. En el Observatorio Astronómico volvió al rigorismo clásico. Su planta cruciforme, con amplio espacio central, sirvió para conectar las laterales alas de Instrumentos y Biblioteca. El centro sirve de soporte al bello templete jónico que, aunque puesto en relación con las obras efímeras del último barroco, no es más que la enseña más justa de la asimilación del fenómeno neoclásico en España.En el Botánico, salvando todas las innovaciones que en él se han experimentado, la firma villanovina aún está latente en la solemne entrada frente al Museo, entendida como propileo de carácter neo-griego.Otras obras completaron su actividad y son muestra también de su talento versátil, rico en matices, como la Galería del Ayuntamiento de Madrid, los diseños para casas domésticas de la capital, los pabellones y jardines para la ciudad cortesana de Aranjuez, retablos, tabernáculos, remodelaciones de obras antiguas, a las que imprimió su estilo. Un denso legado que sirvió también de enseñanza a un amplio discipulado que, a pesar de los reveses históricos, mantendría la ideología del clasicismo puro o del clasicismo romántico.A la misma generación de Villanueva corresponde Juan Pedro Arnal (1735-18??), formado en la Academia de Toulouse, integrado también en la expedición de Andalucía y miembro docente de la Academia de S. Fernando. Realizó obras de consideración como la Imprenta Real, el Palacio de Buenavista o la Real Casa de Postas. Era el intérprete de un acercamiento al clasicismo, como lo fueron Juan Soler y Fanecas al construir la Lonja de Barcelona o Vicente Gascó, restaurador de la arquitectura en Valencia, Juan Antonio Olaguivel en el País Vasco, Silvestre Pérez, Isidro Velázquez, Antonio López Aguado, Benjumea o Ignacio Haan, entre otros; alcanzando con su obra cierta autoridad contribuyeron a que la gran arquitectura de Juan de Villanueva permaneciera viva, y actualizable su huella.Una huella, que como se ha escrito, tiene la cualidad de la intemporalidad, tal vez porque "sus soluciones no dejaran de sorprender por lo inagotable de sus respuestas".
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La Guerra de Suez tuvo como consecuencia el establecimiento de los "cascos azules" enviados por la ONU no sólo a lo largo de la frontera egipcio-israelí en el Sinaí sino también en el estrecho de Tirán para garantizar la navegación de Israel desde su único puerto del Mar Rojo, en Eilat. Pero esta situación de ninguna manera pudo considerarse, ni siquiera de forma remota, como una paz. Fue, en realidad, una pausa temporal en una guerra cuyos principales contendientes mantenían unas posiciones todavía más encastilladas como consecuencia de la adquisición de aliados firmes y capaces de proporcionarles armas; se produjo, pues, una "rutinización del conflicto". Cuando, en la primavera de 1965, el presidente de Túnez, Burguiba, hizo un viaje por Medio Oriente proponiendo, por un puro ejercicio de realismo, que los países árabes reconocieran a Israel a cambio de volver a las fronteras de 1948, se encontró con la indignada respuesta de Nasser quien le calificó de "derrotista" pero también con una actitud muy negativa por parte del Gobierno israelí que reivindicó "negociaciones directas" y tan sólo "ajustes territoriales menores" al "statu quo". A mediados de los sesenta los israelíes habían iniciado sus grandes proyectos de irrigación con agua traída del Mar de Galilea, lo que indicaba su voluntad de permanencia y multiplicó, así, los conflictos con los árabes. Desde finales de 1966 el camino hacia una tercera guerra entre árabes e israelíes pareció ya imparable, favorecida ésta por la llegada al poder en Siria de los sectores más radicales del partido Baas. Fue, en efecto, Siria el principal promotor de la beligerancia. A mediados de mayo de 1967 el Gobierno de El Cairo pidió a la ONU la retirada de sus fuerzas de interposición y, días después, firmó un acuerdo con Jordania al mismo tiempo que impedía el paso del tráfico marítimo israelí por el estrecho de Tirán. Las incendiarias declaraciones de Nasser favorecieron la impresión de inminencia de un ataque propio, al mismo tiempo que la retirada precipitada de las fuerzas de la ONU, por la muy equivocada decisión de U Thant, facilitó que los israelíes pudieran llevarlo a cabo. El 5 de junio se produjo la ofensiva israelí que, pese a las circunstancias, sorprendió por completo a los egipcios. Éstos esperaban que el primer ataque adversario se dirigiera en contra de Siria, pues en esta frontera los incidentes habían sido más frecuentes hasta el momento; además, la aviación israelí procedió del mar haciendo pensar a sus enemigos, por un momento, que se reproducía la Guerra de Suez en 1956. Después de reducir a la nada a la aviación egipcia -unos 450 aparatos- los israelíes en tan sólo tres días se habían instalado a las orillas del canal de Suez haciendo posible la circulación marítima propia por el golfo de Akaba y habían logrado que Egipto aceptara el cese del combate ordenado por la ONU. Mientras tanto, la ofensiva israelí en contra de Jordania acabó con la ocupación de la totalidad de Jerusalén y Cisjordania; el rey Hussein aceptó la derrota incluso antes que los egipcios. En cambio, la frontera siria permaneció prácticamente en calma hasta el 9 de junio en que los israelíes iniciaron la ofensiva sobre las alturas del Golán que dominan Galilea. Los combates no cesaron hasta el día 10. En el momento en que concluyeron, el Estado de Israel controlaba casi cinco veces más territorio que el que había conseguido tras la primera guerra y siete veces más del que le correspondió en el reparto propiciado por la ONU. Con algo menos de 800 muertos había destruido el 70% del equipo pesado adversario y ocupado 70. 000 kilómetros cuadrados incluyendo dentro de sus fronteras un millón de árabes. El resultado fue tan humillante para los árabes -Jordania había perdido su provincia más rica- que incitaba a buscar la revancha. En cuanto a Israel, si de forma inmediata se anexionó Jerusalén, muy pronto se encontró con la complicación complementaria de tener que administrar a tanta población árabe y de no tener una política clara para esos territorios ocupados. En cuanto a la ONU consiguió en noviembre de 1967 aprobar unánimemente una resolución -la 242- pero a partir de un contenido muy impreciso: no se sabía si Israel debía retirarse de todos los territorios ocupados o no, aunque se propiciaba la existencia de unas fronteras seguras y aceptables para todas las partes. De cualquier forma, los países árabes e Israel no llegaron a nada parecido a un acuerdo. Mientras que los árabes exigieron la retirada previa de las tropas israelíes, éstos respondieron negándose y queriendo establecer una negociación directa con el propósito de evitar cualquier tipo de acuerdo entre las superpotencias que les pudiera, a continuación, ser impuesto a ellos mismos. Abundaron, sin embargo, las iniciativas aunque ninguna de ellas tuvo la menor posibilidad de prosperar. La ONU envió a un mediador, el diplomático sueco Gunnar Jarring cuya misión no acabó de declararse fracasada hasta 1971. El rey Hussein mantuvo contactos indirectos con Israel y se declaró dispuesto a segregar de Jordania la zona ocupada por los israelíes si esto contribuía a una solución. De Gaulle, después de intentar una concertación entre las grandes potencias que le otorgaría un papel de importancia a él mismo, se dijo partidario de un embargo de armas pero acabó vendiéndoselas a los libios, lo que Israel consideró como un acto poco amistoso. Los norteamericanos hicieron todo lo posible para tratar de lograr un cese del fuego efectivo pues, en realidad, los combates habían sido permanentes a lo largo de la línea de separación de los contendientes una vez concluidas las operaciones militares. Lo peor de la situación posterior a la Guerra de los Seis Días fue que desestabilizó todavía más la situación existente en Medio Oriente difundiendo la violencia entre quienes militaban en un mismo bando. Egipto fue pronto superado por Siria en su beligerancia anti-israelí aunque hasta la muerte de Nasser en 1970 hubo pocas posibilidades de que se pudiera llegar a la paz; sin embargo, en sus últimos años dio una mayor sensación de flexibilidad que le hizo aceptar la posibilidad de conversaciones sin la retirada israelí. Pero la pésima novedad esencial fue el cambio producido en los países árabes del entorno. En 1964 había sido creada la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) cuyo líder indisputado fue Yaser Arafat, un pariente del Gran Mufti de Jerusalén que había sido el primer líder contrario a la llegada de los israelíes; la nueva organización de ninguna manera aceptó la posibilidad de existencia del Estado de Israel. La toma de conciencia del nacionalismo palestino muy pronto se vio acompañada por la adopción de una estrategia guerrillera a partir de bases en territorios árabes, en especial desde Jordania. Amman, aseguró Arafat en los años de la Guerra de Vietnam, vendría a ser una especie de Hanoi árabe. Ese país, como era previsible, se vio sometido a las represalias israelíes mientras que la OLP se convertía en una especie de Estado dentro del Estado. En septiembre de 1970 Hussein utilizó el Ejército jordano para restablecer el orden en los campos de refugiados en la llamada operación "Septiembre negro" que luego daría nombre a una organización palestina dedicada a la acción terrorista. Como resultado, hubo numerosas muertes y por un momento existió la posibilidad de una intervención siria a favor de los palestinos. La represión contra la OLP tuvo como consecuencia la estabilización de Jordania, pero demonizó la figura del monarca a los ojos de los árabes más radicales. Los palestinos, refugiados ahora en el Líbano, tenderían a convertirse de nuevo en un Estado dentro del Estado en este país hasta entonces estable. Desde allí la OLP lanzó numerosas operaciones terroristas. Un comando palestino atacó al equipo olímpico israelí en Munich, en septiembre de 1972, produciendo numerosos muertos. Mientras tanto, también en el resto de Medio Oriente se producían cambios cuyo resultado más frecuente fue la aparición de regímenes árabes más radicales. En Irak un golpe de Estado en 1968 supuso la victoria del sector más radical del Baas que tuvo como dirigente principal a Sadam Hussein. Fue él quien firmó un Tratado con la URSS y nacionalizó los recursos petrolíferos en 1972. En Siria, por su parte, un golpe de Estado llevó al poder a Hafez el-Assad que, aunque se libró de los dirigentes más declaradamente prosoviéticos, al mismo tiempo mantuvo unas relaciones estrechas con la URSS, consiguiendo de ella un amplio aprovisionamiento militar que convirtió a Siria en una potencia militar de primer orden. Mientras tanto, en el Golfo Pérsico Kuwait logró la independencia en 1961 y elaboró al año siguiente una Constitución relativamente liberal en comparación con las instituciones mayoritarias en la zona. A partir de 1968 el resto los emiratos árabes del golfo, hasta el momento bajo dominación británica, se independizaron y, tras varias vicisitudes, formaron tres unidades políticas, Bahrein, Qatar y los Emiratos Árabes Reunidos, a los que hubo que sumar Omán que nunca fue colonizado y en 1971 ingresó en la ONU. Todas estas nuevas entidades políticas, pequeñas desde el punto de vista territorial y demográfico, tuvieron siempre una importancia estratégica muy considerable para Occidente, dados sus importantes recursos petrolíferos que, por otra parte, no les proporcionaban unas fronteras estables ni evitaban la codicia de otras potencias cercanas. Para acabar de complicar la cuestión, dos sublevaciones regionales en Medio Oriente complicaron aún más la situación. Los kurdos, al Norte de Irak, aparecieron alternativamente como uno de los componentes principales de este país o como una minoría oprimida mientras la provincia de Dhofar en Omán presenció una sublevación radical. Un último factor para explicar la complicada situación estratégica de la zona fue la definitiva retirada de Gran Bretaña, la última potencia occidental presente, de ella. Fueron las dificultades económicas las que obligaron a Wilson que, en la oposición -1964- había afirmado que tenía más sentido tener mil soldados allí que en Alemania, a renunciar a esta presencia tan sólo cuatro años después. Irán sustituyó en parte a los británicos pero en un permanente conflicto con Irak con quien sólo llegó a un acuerdo, que resultaría tan sólo temporal, en 1975. Mientras tanto, se estaban produciendo cambios importantes en el Oeste de esta región del globo. En principio, la política del sucesor de Nasser, Anuar el Sadat, no sólo no supuso ningún cambio respecto a su antecesor en lo que respecta a las relaciones con la URSS sino que la ratificó y amplió. El número de consejeros soviéticos alcanzó la cifra de 20.000, dotados de misiles antiaéreos y otros materiales bélicos muy sofisticados. En 1971 el presidente soviético estuvo en la inauguración de la presa de Asuán y se firmó un nuevo Tratado entre Egipto y la URSS que permitía que los barcos soviéticos recalaran en puertos egipcios. Pero este idilio no iba a durar mucho y en esta ocasión, como en otras a comienzos de la década de los ochenta, los soviéticos tuvieron la ocasión de comprobar la volatilidad de las alianzas que tenían en Oriente Medio. En julio de 1972 Sadat ordenó que los muy impopulares consejeros soviéticos abandonaran Egipto, a lo que se procedió de forma inmediata. No tardaría en descubrirse que lo había hecho para impedir cualquier tipo de veto sobre una acción ofensiva. Los tiempos, por otro lado, parecían propicios a la vertebración de una alternativa árabe al margen de la dependencia soviética. Sadat anunció la unión con Siria y Libia. Ésta había presenciado una revolución nacionalista que tuvo como líder a Gadaffi, muy poco propicio a la colaboración con los países comunistas pero también muy inclinado a mantener una actitud de radicalismo anti-israelí. A la altura de 1973 la unidad política mencionada se había demostrado ya imposible, de forma semejante a como sucedió con la RAU. En este año se fueron manifestando las posibilidades de un nuevo estallido bélico en Medio Oriente. La URSS, a pesar de sus dificultades con Egipto, le seguía proporcionando armas, como también a Siria. Israel, con frecuencia involucrado en operaciones de castigo contra los palestinos en Líbano, seguía estando muy aislado en el panorama internacional; además, sus nuevas fronteras eran mucho más porosas a la penetración adversaria. Mientras tanto, los países árabes iban recuperando su unidad pero este hecho no pareció constituir una suficiente advertencia para sus adversarios. De cualquier modo, su propósito no parece haber sido lanzar a sus enemigos al mar sino tan sólo recuperar los territorios perdidos. El ataque de sirios y egipcios el 5 de octubre de 1973, un día que era, a la vez fiesta religiosa de árabes e israelíes, constituyó una sorpresa total para éstos. Los egipcios consiguieron ocupar el lado Este del canal de Suez protegidos por sus baterías de misiles soviéticos mientras que los sirios penetraban en el Golán. Sin embargo, a partir del día 12 los israelíes pasaron a la ofensiva. El 19 estaban ya a 30 kilómetros de Damasco, mientras que habían conseguido incluso una fuerte penetración al Oeste del canal de Suez, a unos 70 kilómetros de El Cairo. El fuerte apoyo norteamericano en material, conseguido a través de una espectacular operación de transporte aéreo norteamericano, había tenido este resultado. Fueron los Estados Unidos pero también la URSS quienes más contribuyeron a evitar una derrota de los árabes en un momento en que parecía inevitable: los primeros pusieron en alerta sus fuerzas nucleares mientras que los segundos amenazaron directamente a Israel. El 22 de octubre el Consejo de Seguridad de la ONU decretó un cese de las operaciones que, sin embargo, duraron hasta el 23 cuando ya todo un ejército egipcio estaba rodeado junto al canal de Suez. Israel había vencido de nuevo y ocupaba unos 1.600 kilómetros cuadrados más en Egipto y otros 600 en Siria. En esta ocasión, sin embargo, había rondado la catástrofe: en el Golán sus unidades habían tenido que intervenir sin estar por completo encuadradas. Además, había perdido 2. 500 soldados, equivalentes a un 1% de su población. La Guerra del Kippur -el nombre de la fiesta judía ya citada- tuvo consecuencias importantes desde varios puntos de vista. Aunque en la fase final los vencedores fueran los israelíes, en realidad se había demostrado su vulnerabilidad así como la incapacidad para solucionar definitivamente mediante las armas este conflicto. Por su parte, los árabes, en especial los egipcios, habían perdido ya el complejo de inferioridad que les habían proporcionado sus derrotas hasta este momento; eso mismo facilitaba que pudieran encauzarse por el camino de la negociación. Fue, a partir de este momento, la distensión permitió, gracias al acuerdo de las superpotencias y no a las decisiones de la ONU, evitar la confrontación que había tenido lugar en este marco regional. Les correspondió a los Estados Unidos, concretamente al secretario de Estado norteamericano Kissinger, conseguir acuerdos iniciales de separación de los contendientes y sentar las bases para un posterior acuerdo de paz entre Egipto e Israel; en cambio, el papel de los soviéticos fue mucho menor. No obstante, la negociación tardaría en llegar. De momento, el resultado más inmediato de la guerra fue que los países del Golfo Pérsico utilizaron como medio de presión la elevación de los precios del crudo petrolífero y con ello desencadenaron una crisis económica de importancia trascendental y abrieron paso a un período de turbulencias multiplicado por el hecho de que la distensión acabó concluyendo a mediados de los setenta. Pero lo que había sucedido durante todos estos años había sido muy importante. La política de apertura hacia el Este testimonió realismo y lo mismo cabe decir de la entrada de China en el concierto de las naciones. La distensión había logrado la Conferencia de Helsinki y concluir una Guerra árabe-israelí y siempre mantuvo la Guerra de Vietnam como un conflicto controlado que no podía provocar el estallido de una guerra mundial. Sin embargo, los años que vinieron supusieron la reanudación de la conflictividad porque los soviéticos tuvieron la sensación de que la distensión podía ser un camino hacia la hegemonía y porque los norteamericanos percibieron en aquélla estos mismos resultados.
Personaje Político
Tras licenciarse en Derecho el Banco Nacional de Comercio Exterior le ofrece su primer trabajo. Más tarde entró en el Banco de México, que le otorgó una beca para estudiar Administración Pública en la Universidad de Harvard. Esta oportunidad le permitiría ocupar importantes cargos de regreso a su país. Además en este tiempo de dedicó a la enseñanza en la Universidad Nacional Autónoma de México. Desde 1963 ingresa en las filas del PRI -Partido Revolucionario Institucional-. En los años setenta regresa a la actividad pública y ocupa la Secretaría de Hacienda como Director General de Crédito, de aquí pasaría a la subsecretaría de Hacienda y Crédito Público y luego a la Secretaría de Programación y Presupuesto. En 1981 es propuesto para presentarse a las elecciones del 82 como líder del PRI. El recuento de votos mostró una espectacular victoria. Poner fin a la corrupción y acabar con la crisis económica en que estaba sumido el país fueron sus dos objetivos prioritarios. Como gestor en materia internacional, contribuyó a la pacificación de América Central y participó en la creación de Contadora. En 1988 puso fin a su mandato. Es autor de diversos estudios como "Los grandes problemas nacionales de hoy", "Cien tesis sobre México" o "Los grandes retos de Ciudad de México".
contexto
De la manera que hay de serpientes y otros animales ponzoñosos De culebras o serpientes es grande la diversidad que hay, de muchos colores y no dañosas salvo dos castas de ellas. Las unas son muy ponzoñosas víboras, y mucho mayores que las de acá de España. Llámanlas taxinchan. Otras hay también muy ponzoñosas y muy grandes y con cascabel en las colas; otras muy grandes que se tragan un conejo o dos y no son dañosas, y es cosa de decir que hay indios que con facilidad toman las unas y las otras sin recibir de ellas perjuicio. Hay una casta de lagartijas mayores que las de acá, de las cuales es maravilla grande el temor que los indios tienen, porque según ellos dicen, en tocándola la persona, suda un sudorcillo el cual es mortal ponzoña. Hay muchos alacranes entre las piedras y no son tan ponzoñosos como los de acá de España. Hay un género de hormigas grandes cuya picada es mucho peor y duele y encona más que la de los alacranes, y tanto, que dura su enconación más del doble que la del alacrán como yo he experimentado. Hay dos géneros de arañas, la una muy pequeña y muy pestífera, la otra es muy grande y toda cubierta de espinitas muy delicadas, negras, que parecen vello y tienen en ellas la ponzoña, y así se guardan mucho de tocarlas los indios donde las hay. Otras muchas sabandijas hay pero no dañosas. Hay un gusanito colorado del cual se hace ungüento muy bueno, amarillo, para hinchazones y llagas, con no más de batirlos o amasarlos juntos y sirve de óleo para pintar los vasos y hace fuerte la pintura. De las abejas y su miel y cera Hay dos castas de abejas y ambas son muy más pequeñas que las nuestras. Las mayores de ellas crían en colmenas, las cuales son muy chicas; no hacen panal como las nuestras sino ciertas vejiguitas como nueces de cera, todas juntas unas a otras, llenas de la miel. Para castrarlas no hacen más que abrir la colmena y reventar con un palito estas vejiguitas y así corre la miel y sacan la cera cuando les parece. Las demás crían en los montes, en concavidades de árboles y de piedras, y allí les buscan la cera de la cual y de miel abunda esta tierra mucho, y la, miel es muy buena salvo que como es mucha la fertilidad del pasto de las abejas sale algo tocada del agua y es menester darle un hervor al fuego y con dárselo queda muy buena y de mucha dureza. La cera es buena salvo que es muy humosa y nunca se ha acertado cual sea la causa, y en unas provincias es muy más amarilla por razón de las flores. No pican estas abejas ni hacen (nada) cuando las castran mal. Mucha es, y muy de notar, la diversidad de yerbas y flores que a Yucatán ornan en sus tiempos, así en los árboles como en las yerbas y muchas de ellas a maravilla lindas y hermosas y de diversos colores y olores, las cuales, allende el ornato con que a los montes y campos atavían, dan abundantísimo mantenimiento a las abejitas para su miel y cera. Pero entre ellas pondré aquí algunas, así por su preciosidad de olor y hermosura, como por el provecho que de ellas los moradores de aquella tierra tienen. Hay ajenjos muy más frescos y olorosos que los de acá y de más largas y delgadas hojitas y críanlos los indios para sus olores y recreación, y he visto que se hacen más hermosos con echarles las indias, al pie, cernada. Hay una yerba de muy anchas hojas y de altas y gordas ramas, de singular frescura y fertilidad, porque de pedazos de las ramas se dan tanto, que crecen (a) la manera y muchedumbre de las mimbreras, aunque en nada les son de comparar; tratada un poco la hoja entre las manos, tiene el verdadero olor del trébol, aunque lo pierde después de seca; es muy buena para frescura de los templos en las fiestas, y de esto sirve. Hay tanta albahaca, que están los montes y los caminos llenos de ella en algunas partes, y con nacer en aquellas peñas es muy fresca, hermosa y olorosa, aunque no se compara a la que se cría en las huertas, llevada de acá, que es cosa muy de ver lo que cría y ensancha cada pie. Hay una flor que llaman tixzula del más delicado olor que yo he olido y mucho más que los jazmines; es blanca y la hay morada clara, y porque su tronco es de cebollas gordas se podría traer a España. Es, pues, de esta manera: echan sus cebollas unas espadañas altas y gruesas muy frescas, que duran todo el año y dan en medio una vez al año, un mástil verde, ancho como de tres dedos, y gordo y tan largo como las espadañas; en éste al cabo salen las flores en un manojo, cada una de un jeme de largo abiertas con el pezón, que dan cinco hojitas largas y abiertas, y ciérralas por lo bajo una tela blanca, delicada, y en medio tienen unas telitas amarillas a maravilla hermosas de blanco y amarillo. Cortado este vástago y puesto en un jarro de agua, dura con muy suave olor muchos días, porque no se abren las flores juntas, sino poco a poco. Hay unas azucenitas muy blancas y olorosas y que duran mucho en agua, y fáciles de traer acá, porque son también de cebolla y en todo semejantes a las azucenas, salvo que el olor es más suave y no dañoso a la cabeza, y no tienen en medio lo amarillo de las azucenas. Hay una rosa llamada ixlaul que me han dicho que es de mucha hermosura y olor. Hay también un género de árboles que llaman nicté que llevan muchas rosas blancas y otras medio amarillas y otras medio moradas; son de mucha frescura y olor y hacen de ellas galanos ramilletes, y los que quieren, letuario. Hay una flor que llaman Kom, la cual es de mucho olor y arde de gran calor cuando huele; podríase fácilmente traer acá, y son sus hojas a maravilla frescas y anchas. Sin estas flores y yerbas olorosas hay otras muy provechosas y medicinales entre las cuales hay dos maneras de yerba-mora muy fresca y muy linda. Hay mucha doradilla y culantrillo y una yerba con cuyas hojas cocidas y agua se quitan a maravilla las hinchazones de los pies y piernas. Hay otra muy singular para curar llagas viejas que llaman iaxpalialché. Hay también otra que tiene el mismo sabor del hinojo y se come y es muy buena para cocer agua y para curar llagas, puesta así cruda como la pasada. Hay en lo de Bachalar zarzaparrilla.Tienen cierta yerba que crían en los pozos y en otras partes, triangulada como la juncia, pero muy más gorda, de la cual hacen sus seras y la suelen teñir de colores y hácenlas muy lindas a maravilla. Tienen una yerba silvestre, que también la crían en sus casas, y es mejor, de la cual sacan su manera de cáñamo de que hacen infinitas cosas para su servicio. También se crían en algunos árboles, sin ser de su cosecha, un cierto género de yerbas las cuales echan unas frutas como pequeños cohombros, de los cuales se hacen sus gomas o colas con que pegan lo que han menester.Las simientes que para la humana sustentación tienen, son: muy buen maíz y de muchas diferencias y colores, de lo cual cogen mucho y hacen trojes y guardan en silos para los años estériles. Hay dos castas de habas pequeñas, las unas negras y las otras de diversos colores, y otras que han llevado los españoles, blanquillas y pequeñas. Hay de su pimienta; muchas diferencias de calabazas, algunas de las cuales son para sacar pepitas para hacer guisados, otras para comer asadas y cocidas y otras para vasos de sus servicios; tienen ya melones y muy buenos, y calabazas de España; los hemos puesto a coger mijo, y dáse a maravilla bien que es buen mantenimiento; tienen una fruta a maravilla fresca y sabrosa que se siembra y la fruta es la raíz que nace como nabo gordo y redondo: cómense crudas con sal; la otra raíz que nace debajo de tierra sembrándola, que es grande mantenimiento, y es de muchas diferencias, que hay moradas, amarillas y blancas, cómense cocidas y asadas y son buena comida, y tiran algo a castañas, y ayudan, asadas, a beber. Hay otros dos géneros de raíces y son mantenimiento de los indios. Otras dos raíces silvestres hay que se parecen algo a las dos que primero he dicho, y ayudan en tiempos de necesidad de hambre a los indios, que sin ella no curan de ellas. Tienen un arbolillo de blandas ramas y que tiene mucha leche, las hojas del cual se comen guisadas, y son como berzas de comer y buenas con mucho tocino gordo. Plántanlo los indios luego do quiera van a morar, y en todo el año tiene hoja que cogerle. Hay muy frescas achicorias, y criábanlas en las heredades aunque no las saben comer. Cosa es de mucho alabar a Dios con el profeta que dice: "admirable es, Señor, tu nombre en toda la tierra", por la muchedumbre de árboles que en esta tierra Su Majestad crió, todos tan desemejantes de los nuestros, que hasta hoy (no) se ha visto uno que conozca, digo en Yucatán, que fuera sí he visto, y de todos tienen sus servicios y provechos los indios y aun los españoles. Hay un árbol de cuya fruta, que es como calabazas redondas, hacen los indios sus vasos, y son muy buenos y hácenlos ellos muy pintados y galanos. De esta misma casta hay otro que lleva la fruta más pequeña y muy dura y hacen de ella otros vasillos para ungüentos y otros servicios. Hay otro, el cual lleva una frutilla como avellana de cuesco, de la cual se hacen buenas cuentas, y con la cáscara se lava la ropa como con jabón, y así hace su espuma. Criaban mucho el árbol del incienso para los demonios, y sacábanselo hiriendo con una piedra el árbol en la corteza para que por allí corriese aquella goma o resina; es árbol fresco, alto y de buena sombra y hoja, pero su flor hace negra la cera donde lo hay. Hay un árbol que crían en los pozos, muy hermoso de alto, y fresco de hoja, y que es maravilla lo que extiende sus ramas, las cuales nacen en el tronco por mucho orden, que nacen de tres en tres o más, a trozos, a la redonda del árbol, y así se van extendiendo ellas y la guía creciendo. Hay cedros, aunque no de los finos. Hay una casta de palo algo amarillo y vetoso como encina, a maravilla fuerte y de mucha dura y tan recio, que lo hallamos en las puertas de los edificios de Izamal, puesto por batientes y cargada la obra toda sobre él. Hay otro, fortísimo, y hacían de él los arcos y las lanzas y es de color leonado. Otro hay de color anaranjado oscuro, de que hacían bordones; es muy fuerte y creo se dice esbrasil. Hay muchos árboles de los que dicen son buenos para la enfermedad de bubas, y llámanles zon. Hay un árbol que lleva leche la cual es rejalgar y llaga cuanto toca, y su sombra es muy pestífera, especial(mente) si se duerme a ella. Hay otro que todo él está lleno de pares de espinas largas y muy duras y gordas, que no hay ave que en él repose jamás ni se pueda en él asentar; tiene aquellas espinas todas agujereadas por el tronco y llenas siempre de hormigas. Hay un árbol de muy gran altadura y grandeza; lleva una fruta como algarrobas llena de unos piñones negros, y que en tiempo de necesidad hacen de ella comida los indios, y con sus raíces hacen cubos para sacar agua de los pozos y norias. Otros árboles hay de cuyas cortezas hacen los indios cubillos para sacar agua para sí, y otro de que hacen las sogas, y otros de cuyas cortezas majadas hacen un caldo para bruñir con él los encalados, y los hace muy fuertes. Hay muy hermosas moreras y es buena madera, y tienen otros tantos árboles y de todo servicio y provecho, que espanta. Tienen en los campos y montes muchas diferencias de mimbres muy largos, aunque no son mimbres, de los cuales hacen cestas de todas maneras y con los cuales atan sus casas y cuanto han menester, y es muy grande a maravilla el servicio que de esto tienen. Hay un árbol cuya leche es singular medicina para encarnar los dientes. Hay otro que lleva cierta fruta grande, llena de lana mejor para almohadas que las estopas de la Alcarria. Temiendo hacer agravio a la fruta o sus árboles los he acordado poner por sí, y primero diré del vino como cosa que los indios mucho estimaban y por eso lo plantaban casi todos en sus corrales o espacios de sus casas. Es árbol feo y sin más fruto que hacer de sus raíces y miel y agua, su vino. Hay en esta tierra ciertas parras silvestres que llevan uvas comestibles; hay muchas en la costa de Kupul. Hay ciruelos de muchas diferencias de ciruelas y algunas muy sabrosas y sanas y diferentísimas de las nuestras, que tienen poca carne y gran cuesco, al revés de las que acá hay a qué lo comparar; echa este árbol las frutas antes que las hojas, y sin flor, sino la fruta. Hay muchos plátanos y los han llevado los españoles, que no los había antes. Hay un árbol muy grande, el cual lleva una fruta grande, algo larga y gorda cuya carne es colorada, y muy buena de comer; no echa flor sino la propia fruta, muy pequeñita y va creciendo muy poco a poco. Hay otro árbol muy frondoso y hermoso y que nunca se le cae la hoja, y sin echar flor, echa una fruta de tanta y más dulzura que la de arriba, pequeña, muy golosa y gustosa de comer y muy delicada, y hay unos mejores que otros, y tanto mejores que serían muy preciados si los tuviésemos: llámanlos en la lengua Ya. Hay otro muy hermoso y fresco árbol que nunca pierde la hoja y lleva unos higuillos sabrosos que llaman Ox. Hay otro árbol a maravilla hermoso y fresco y lleva la fruta como huevos grandes. Cógenla verde los indios y madúranla en ceniza, y madura, queda a maravilla y al comer es dulce y empalaga como yemas de huevo. Otro árbol lleva otra fruta así amarilla y no tan grande como esta otra y más blanda y dulce que ella, la cual comida, queda el cuesco como blando erizo todo, que es de ver. Hay otro muy fresco y hermoso árbol que lleva una fruta ni más ni menos que las avellanas con su cáscara; tienen debajo (de) aquella cáscara una fruta como guindas, y su cuesco grande; llámanlas los indios Vayam y los españoles Guayas. Hay una fruta que los españoles han llevado, de buen comer y sana, que llaman Guaybas.En las sierras hay dos géneros de árboles. El uno lleva unas frutas tan grandes como una buena pera, muy verdes, y de gorda corteza, las cuales maduran aporreándolas todas en una piedra, y son después de muy singular sabor. El otro lleva unas frutas muy grandes, de la hechura de las piñas, y tienen gustoso comer, que son aguanosas y acedas, y tienen muchos cuescos, pequeños, pero no son sanas. Hay un árbol el cual se da siempre en los rasos, y nunca entre otros árboles sino solos ellos, cuya corteza es muy buena para adobar cueros y sirve de zumaque; lleva una frutilla amarilla sabrosa y golosa mucho para las mujeres. Hay un árbol muy grande y fresco al cual llaman los indios On; lleva una fruta como calabacillas grandezuelas de gran suavidad que parece a sabor de manteca y es mantecosa, y es de muy gran mantenimiento y sustancia. Tiene gran cuesco y delicada cáscara, y cómese cortado (en) rebanadas como melón y con sal. Hay unos cardos muy espinosos y feos, y crecen a trozos siempre pegados a otros árboles, revueltos con ellos. Éstos llevan una fruta cuya corteza es colorada y semejante algo a la hechura de la alcachofa y blanda de quitar y sin ninguna espina. La carne que dentro tiene es blanca y llena de muy pequeños granos negros. Es dulce y delicada a maravilla y aguanosa que se deshace en la boca; cómese a ruedas como naranjas y con sal, y no hallan los indios tantas por los montes cuantas comen los españoles. Hay un árbol fofo y feo aunque grande, que lleva cierta manera de fruta grande llena de tripas amarillas muy sabrosas y de cosquezuelos como cañamones y muy mayores, los cuales son muy sanos para la orina. De esta fruta hacen buena conserva y echa el árbol la hoja después de pasada la fruta. Hay un árbol algo espinoso pequeño, el cual lleva una fruta de hechura de delgados pepinos y algo larga. Tiene alguna similitud su sabor con el cardo, y cómese así, con sal, partida en rebanadas, y los cuescos son como los del cohombro muy pequeños y muchos y tiernos. Si acierta a tener esta fruta algún agujero por algún accidente estando en el árbol, en él se le recoge una gomilla (de) muy fino olor de algalia. Es también buena fruta para las mismas enfermedades de las mujeres. Hay otro árbol cuya flor es asaz de suave olor, y cuya fruta es la que acá en España llaman del manjar blanco, y hay muchas diversidades de ellos en el llevar fruta buena y mejor. Hay un arbolito que suelen los indios criar en sus casas, el cual lleva unos erizos como los de las castañas, aunque no son tan grandes ni tan ásperos. Ábrense cuando están en sazón y tienen dentro unos granillos de los cuales usan, aun los españoles, para dar color a los guisados, como lo da el azafrán, y tan fino el color que mancha mucho. Bien creo se me deben quedar más frutas, pero todavía diré de la de las palmas, de las cuales hay dos castas. Las unas sirven sus ramas (para) cubrir las casas, y son muy altas y delgadas, y llevan unos muy grandes racimos de una golosilla fruta negra como garbanzos (a las que) son muy aficionadas las indias. Las otras son unas palmas bajas y muy espinosas, y no sirve su hoja de nada, que es muy cortilla y rara. Llevan unos grandes racimos de una fruta redonda, verde, tan grande como huevos de paloma. Quitada la cáscara le queda un cuesco de gran dureza, y quebrado, sale de él una pepita redonda tan grande como una avellana, muy sabrosa y provechosa en tiempos estériles, que hacen de ella la comida caliente que beben en las mañanas, y a falta, se guisaría con su leche cualquier manjar, como con la de las almendras. Cógese mucho algodón a maravilla, y dáse en todas las partes de la tierra, de lo cual hay dos castas: la una siembran cada año, y no dura más que aquel año su arbolito, y es pequeño, la otra dura el árbol cinco o seis años y todos da su fruto, que son unos capullos como nueces con cáscara verde, el cual se abre en cuatro partes a su tiempo y allí tiene el algodón. Solíase coger grana, y dicen que era de la mejor de las Indias, por ser de tierra seca, y todavía cogen en algunas partes alguna poca los indios. Colores hay de muchas diversidades, hechos de tintas de algunos árboles, y de flores, y porque los indios no han sabido perfeccionarlos con las gomas que les dan el temple que han menester para que no desdigan, desdicen. Pero los que cogen la seda han ya buscado remedios y dicen se darán tan perfectos como en las partes que más perfectos se dan. La abundancia que tiene esta tierra de aves es a maravilla grande, y tan diversas, que es mucho alabar al que de ellas las hinchió como de bendición. Tienen aves domésticas y que crían en las casas como son sus gallinas y gallos en mucha cantidad, aunque son penosos de criar. Hanse dado a criar aves de España, gallinas, y crían muchas a maravilla, y en todos los tiempos del año hay pollos de ellas. Crían algunas palomas mansas, de las nuestras, y multiplican mucho. Crían para la pluma cierta casta de anadones blancos grandes, que creo les vinieron del Perú, y así les pelan muchas veces las barrigas y quieren aquella pluma para las labores de sus ropas. Hay mucha diversidad de pájaros y muchos son lindos, y entre ellos hay dos castas de tortolillas muy saladas, y las unas muy chiquitas y domésticas para criar, mansas. Hay un pajarito pequeño, de tan suave canto como el ruiseñor, que llaman Ixyalchamil; anda en las paredes de las casas que tienen huertas y en los árboles de ellas. Hay otro pájaro grande y muy lindo, de color verde muy oscuro, que no tiene en la cola más de dos plumas largas, y con no más de la mitad, y al cabo, pelos en ellas, y su morar es en los edificios, y no anda sino a las mañanas. Hay otros pájaros que en las travesuras y cuerpo son como las picazas y grandes gritadores a la gente que pasa por los caminos, que no la dejan ir secreta. Hay muchos avioncillos o golondrinas, y yo he creído que son aviones porque no crían en las casas como las golondrinas. Hay un pájaro grande y de muchos colores y hermosura, el cual tiene gran pico y muy fuerte, y anda siempre en los árboles secos, asido con las uñas, agujereando las cortezas aherronadas con el pico tan recio que se oye buena pieza, para sacar los gusanos de la carcoma, de los cuales se mantiene; y es tanto lo que agujerean estos pájaros, que están los árboles que crían estos gusanos, de arriba abajo, hechos una criba de agujeros. Hay muchas aves del campo, buenas todas para comer, que hay tres maneras de muy lindas palomitas pequeñas. Hay unas aves en todo semejantes a las perdices de España, salvo que son de muy altas piernas, aunque coloradas, y tienen ruin comer; son, empero, a maravilla domésticas, si se crían en casa. Hay muchas codornices a maravilla, y son algo mayores que las nuestras, y de singular comer; vuelan poco y tómanlas los indios encaramadas en los árboles, con perros, y con lazos que les echan al pescuezo, y es muy gustosa caza. Hay muchos faisanes pardillos y pintados y de razonable tamaño, y no tales para comer como los de Italia. Hay un pájaro grande como las gallinas de allá que llaman Cambul, muy hermoso a maravilla y de gran denuedo y buen comer. Hay otro, que llaman Cox, tan grande como él, de furioso paso y meneo, y son los machos negros todos como un azabache, y tienen unas coronas muy lindas de plumitas crespas, y los párpados de los ojos amarillos y muy lindos. Hay muchos pavos que aunque no son de tan hermosas plumas como los de acá de España, las tienen muy galanas y son a maravilla hermosos, y tan grandes como los gallos de los indios y de tan buen comer. Otras muchas aves hay que aunque las he visto no me acuerdo. A todas las grandes matan los indios, en los árboles, con las flechas, y a todas les hurtan los huevos y los sacan sus gallinas, y se crían muy domésticas. Hay tres o cuatro castas de papagayos pequeños y grandes y tantas bandas de ellos, que hacen mucho daño a las sementeras. Hay otras aves nocturnas, como son lechuzas, mochuelos, y gallinas ciegas, que es cosa de pasatiempo caminar de noche pues se van grandes piezas del camino poniendo a vuelos delante de los hombres. Amohínan mucho a los indios y tiénenlas por agüero, y lo mismo tienen a otros pájaros. Hay unas aves muy carniceras que llaman los españoles auras y los indios kuch, las cuales son negras y tienen el pescuezo y cabeza como las gallinas de allá, y el pico larguillo con un garabato. Son muy sucias pues siempre andan en los establos y en lugares de la purgación del vientre comiéndola y buscando carnes muertas para comer. Es cosa averiguada no habérsele hasta ahora conocido nido ni saber dónde crían, por lo cual dicen algunos viven vidas de doscientos años y más, y otros creen ser verdaderos cuervos. Huelen tanto la carne muerta que para hallar los indios los venados que matan y se les huyen heridos, no tienen remedio sino subidos en altos árboles mirar adonde acuden estas aves, y es cierto hallar allí su caza. De aves de rapiña es a maravilla mucha la diversidad que hay, porque hay águilas pequeñas, hay muy lindos azores y muy grandes cazadores, hay gavilanes muy hermosos y mayores que los de acá de España. Hay alcotanes y sacres, y otros que, como no soy cazador, no tengo memoria. En la mar es cosa que admira la infinidad, la variedad y la diversidad y muchedumbre que hay de aves y pájaros, y la hermosura de cada uno de sus géneros. Hay unos pájaros tan grandes como avestruces pardos y de mayor pico; andan siempre en el agua buscando que pescar y así como sienten al pescado, álzanse en el aire y caen con gran ímpetu sobre la pesca con aquel picazo y pescuezo, y jamás echan lance vacío, y quédanse, en haciendo el golpe, nadando y tragando al pez vivo sin más lo guisar ni escamar. Hay unos pájaros grandes, flacos y que vuelan mucho y muy alto, los cuales dividen la cola en sus dos puntas, la enjundia de los cuales es a maravilla medicinal para señales de heridas y para pasmo de miembros por causa de heridas. Hay unos anadones que se sustentan grandísimo rato debajo del agua, para pescar que comer, y son muy sueltos y tienen en el pico un garfio con que pescan. Hay otros anadoncitos pequeños y de mucha hermosura que se llaman Maxix; son muy mansitos y si se crían en casa, no se saben huir. Hay muchas maneras de garzas y garcetas, unas blancas, otras pardas, unas grandes, otras pequeñas; en las Lagunas de Términos hay muchas encarnadas muy claras que parecen de color de polvo de grana, y tantas maneras de pajarillos chicos y grandes, que ponen admiración su muchedumbre y diversidad, y más el verlos a todos cuidadosos de buscar de comer en aquella playa, unos entrando tras la ola en la reventazón de la mar, y después huyendo de ella, otros buscando comida a orillas, otros quitándola a otros con llegar más presto a ella, y lo que más admira: ver que a todos los provee Dios (y) que los hinche de bendición. De muchos animales han carecido los indios; y especialmente han carecido de los que más necesarios son para el servicio del hombre; pero, tenían otros de los más, de los cuales se aprovechaban para su mantenimiento, y ninguno de ellos era doméstico salvo los perros, los cuales no saben ladrar ni hacer mal a los hombres, y a la caza sí, que encaraman las codornices y otras aves y siguen mucho los venados y algunos son grandes rastreadores. Son pequeños y comíanlos los indios por fiesta, y ya creo se afrentan y tienen por poquedad comerlos. Dicen que tenían buen sabor. Hay dantas en sólo un cornijal de tierra que está detrás de las sierras de Campeche, y hay muchas, y hanme dicho los indios que son de muchos colores, que hay rucias y oberas, bayas y castañas, y muy blancas y negras. Andan más en este pedazo de tierra que en toda ella, porque es animal muy amigo de agua y hay por allí muchas lagunas de aquellos montes y sierras. Es animal del tamaño de medianas mulas, muy ligero y tiene la pata hendida como el buey, y una trompilla en el hocico en que guarda agua. Tenían los indios por gran valentía matarlas y duraba para memoria el pellejo, o partes de él, hasta los biznietos, como lo vi yo; llámanla Tzimin, y por ellas han puesto nombre a los caballos. Hay leoncillos y tigres, y mátanlos los indios con el arco, encaramados en los árboles. Hay un cierto género de oso o quier (sic) que es a maravilla amigo de castrar colmenas. Es pardo con unas manchas negras y largo de cuerpo y corto de piernas y cabecirredondo. Hay cierta casta de cabrillas monteses, pequeñas y muy ligeras y hosquillas de color. Hay puercos, animales pequeños y muy diferentes de los nuestros, que tienen el ombligo en el lomo y hieden mucho. Hay muchos venados que es maravilla, y son pequeños y la carne de buen comer. Conejos hay infinitos en todo semejantes a los nuestros, salvo el hocico que lo tienen largo y no nada romo, sino como de carnero; son grandes y de muy buen comer. Hay un animalito tristísimo de su natural y anda siempre en las cavernas y escondrijos, y de noche; y para cazarlo le arman los indios cierta trampa y en ella le cogen; es semejante a la liebre y anda a saltos y encogido. Tiene los dientes delanteros muy largos y delgados, la colilla aun menor que la liebre y el color verdoso y muy umbrío, y es a maravilla manso y amable y llámase Zub. Hay otro animalito pequeño, como un lechoncillo recién nacido, y así las manezuelas y el hocico, gran hozeador, el cual está todo cubierto de graciosas conchas que no parece sino caballo encubertado, con sólo las orejuelas y los pies y manos fuera, y su pescuezo y testera cubiertos de las conchas; es muy bueno de comer y tierno. Hay otros animales como perrillos pequeños; tienen la cabeza de hechura de puerco y larga cola, y son de color ahumado y a maravilla torpes; tanto, que los toman muchas veces de la cola. Son muy golosos y andan de noche en las casas y no se les escapa gallina en poco a poco. Paren las hembras catorce y dieciocho hijuelos como comadrejuelas y sin ningún abrigo de pelo y a maravilla torpecillos; y proveyó Dios a las madres de una extraña bolsa en la barriga en que los amparan, porque le nace a todo lo largo en la barriga, por cada parte y encima de las tetas, un cuero, y cuando lo junta uno con otro, quedan cerradas las tetas, y cuando quiere lo abre, y allí reciben los hijos, cada uno, el pezón de la teta en la boca, y cuando los tienen todos asidos échales aquellas ijadas o cueros encima y apriétalos tan fuertemente que ninguno se le cae, y con ellos, así cargada, va por ahí a buscar de comer; críalos así hasta que tienen pelo y pueden andar. Hay zorras en todo como las de acá, salvo que no son tan grandes ni tienen tan buena cola. Hay un animal que llaman Chic a maravilla travieso, tan grande como un perrillo, de hocico como lechón. Críanlo las indias, y no les dejan cosa que no les hozen y trastornen, y es cosa increíble que son a maravilla amigos de burlar con las indias, y las espulgan y se llegan siempre a ellas, y no pueden ver al hombre más que a la muerte. Hay muchos de éstos y andan siempre a manadas en hila, uno tras otro, encajados los hocicos los unos debajo de la cola de los otros, y destruyen mucho la heredad de maíz donde entran. Hay un animalito como ardilla, blanco y de unas cinchitas amarillas oscuras cercado alrededor, que llaman Pay, el cual se defiende de los que le siguen o dañan con orinarse, y es de tan horrible hedor lo que echa, que no hay quien lo pueda sufrir ni cosa en que se caiga se puede más traer. Hánme dicho que no es aquello orina sino un sudorcillo que trae en una bolsita detrás. Sea lo que fuere, sus armas le defienden, y por maravilla matan uno de ellos los indios. Hay muchas ardillas muy lindas, y topos y comadrejas y muchos ratones como los de España, salvo que son de muy largos hocicos.
contexto
A pesar de su aclamación, Sisenando (631-636) estaba obsesionado con legitimar su ascensión al trono, algo de lo que, aunque aceptado, todos eran conscientes del carácter de usurpación que había tenido. En el IV Concilio de Toledo, presidido significativamente por Isidoro, que tanto había elogiado a Suintila, consiguió tal legitimación, aunque también una regulación de la sucesión al trono, en la que la intervención de la nobleza y el clero será decisiva, según analizaremos. Pero los reinados siguientes demostrarían, como antes indicábamos, la fragilidad de la monarquía, sus intentos de formar monarquías hereditarias, a pesar de que se siguió precisando y perfilando el carácter electivo de las mismas en los sucesivos concilios, sus temores ante la nobleza. Chintila (636-639), sucesor de Sisenando, es un buen ejemplo de esta fragilidad, según puede verse en las actas de los concilios toledanos V y VI. Nombró sucesor a su hijo Tulga (636-642), pero le fue arrebatado el trono por un nuevo tyrannus, Chindasvinto, un octogenario de gran historial de rebeliones en su dilatada vida y cuya acción represiva recordaba el pseudo Fredegario, como antes comentamos. Sin embargo, Chindasvinto (642-653) tuvo gran apoyo eclesiástico, especialmente de parte del poderoso sucesor de Isidoro de Sevilla, Braulio de Zaragoza. También debió soportar intentos de rebelión, porque la expedición contra los vascones, en la que murió el noble Oppila, famoso por su epitafio métrico, tenía ahora ante sí una cabeza visible al frente de los enemigos, un tal Froja, cuyo nombre godo hace pensar no sólo en una incursión más de este pueblo. Debido a la avanzada edad del monarca, Braulio, junto con un importante laico, Celso, y el obispo de Valencia, Eutropio, recomendaron la asociación al trono de Recesvinto; después de todo seguía aflorando la monarquía hereditaria, ahora con la configuración de auténticos clanes familiares. Así ocurrió y Recesvinto fue "consors regis" en el año 649. Su gobierno, especialmente en solitario, se caracterizó por el intento de suavizar las relaciones con la nobleza, decretó una serie de indultos y amnistías y rectificó la política represiva de su padre. Tanto Chindasvinto como Recesvinto (649-672) realizaron algo políticamente fundamental: la renovación del sistema legislativo que culminó en la promulgación del Liber Iudicum (Iudiciorum o Lex Visigothorum). El reinado de Wamba (672-680) es otro buen ejemplo de las características que hemos ido describiendo más arriba. Aunque fue elegido en Gérticos el mismo día que murió Recesvinto, probablemente con toda intención, retrasó su coronación hasta su unción real en Toledo de manos del obispo Quirico; si bien Julián de Toledo afirma rotundamente que no quería ser rey y que casi lo fue a la fuerza. Nada más empezar a gobernar tuvo que realizar una expedición contra los sempiternos vascones. Pero en esa situación, se declara una rebelión en la Narbonense, en ella la nobleza -Hilderico de Nimes, Wilesindo de Agde, etc.-, y el clero -el abad Ranimiro-, se confabulan contra el rey; éste rápidamente envía al dux Paulo a sofocarla, pero, de forma sorprendente, en lugar de hacerlo se pone al mando de la misma, encontrando, además, el apoyo de Ranosindo, dux de la Tarraconense. En una rápida sucesión de acontecimientos, la Narbonense y la Tarraconense se sublevan, el jefe de la rebelión se hace ungir como rey de la zona oriental. Wamba reaccionó de forma fulminante trasladándose con el ejército rápidamente a la zona y venciendo en una ofensiva casi espectacular a los sublevados. Pero este hombre que no quería reinar, se vio despojado de su trono, víctima de un complot tramado por un rival, Ervigio: un probable envenenamiento y apariencia de muerte inminente llevó a que fuera tonsurado y a que Julián de Toledo, el escritor oficial del éxito sobre Paulo, le administrara la penitencia y ungiera nuevo rey a Egica, por otra parte amigo suyo. Wamba se recuperó y aunque ahora sí quería gobernar, ya no pudo. Ervigio (680-687), al igual que anteriormente Sisenando, buscó la legitimación de su reinado en otro concilio, el XII de Toledo. Trató de acercarse más al clero, debido a las molestias ocasionadas en él por la legislación sobre obligaciones militares de Wamba, que afectaba a este estamento, y legislando nuevamente contra los judíos. En sus intentos de acercarse más a la facción contraria de la nobleza -el miedo volvía a hacer presa de los reyes usurpadores- amnistió en el año 683 a los sublevados de la Narbonense contra Wamba, pero, a su vez, quiso proteger a su familia casando a su hija Cixilo con un sobrino de Wamba, Egica, a quien nombró su sucesor, para evitar que fuese contra su familia a su muerte. Egica (687-702) le sucedió, pero pidió ser librado de su promesa de proteger a la familia de Ervigio y, al parecer, repudió a su propia mujer; el fantasma de la conjura volvió a aparecer, esta vez por medio del obispo sucesor de Julián, Sisberto, aunque fue abortada. Por otra parte, este rey, ensombrecido por la deplorable situación económica heredada y agravada por una terrible epidemia de peste bubónica, siguió con políticas antijudaicas ya bien conocidas, aunque, como se dirá más adelante, en principio parecía que su actitud iba a ser de tolerancia; y además quiso intentar otra vez la herencia monárquica, asociando al trono a su hijo Witiza en el año 698. Durante este tiempo se sumarían otros problemas como el intento de rebelión por parte de un tal Suniefredo. El gobierno de Witiza (698710), en solitario desde la muerte de Egica en el año 702, continuó en la vertiginosa caída a la que había llegado la monarquía. Casi nada se sabe de su reinado; algunas fuentes, como la Crónica Rotense, le acusan de ser el causante del final del reino, aunque otras le alaban, como la Mozárabe. Lo cierto es que murió dejando tres hijos, uno de los cuales, Akhila, fue nombrado su sucesor por el clan familiar; pero una buena parte de la nobleza se negó a ello proclamando a Rodrigo, rey. Los partidarios del primero pidieron ayuda a los musulmanes que, so pretexto de concederla, entraron en Hispania el 28 de abril del año 711. Rodrigo se hallaba en Pamplona y avanzó hacia el sur con su ejército. El enfrentamiento definitivo se produjo en el río Guadalete. La estrepitosa derrota del ejército de Rodrigo y su propia muerte pusieron el punto final a la agónica realeza visigoda, a la ya mortecina unidad ideada por Leovigildo y al mundo de la Antigüedad tardía hispana.