A la muerte de Pipino de Hersthal se produce una grave crisis sucesoria ya que sus dos hijos legítimos -Drogón y Grimoaldo- habían fallecido y sus nietos eran aún muy pequeños. La viuda de Pipino, Plectrudes, intenta gobernar el reino en nombre de sus nietos pero en Neustria se elige como nuevo mayordomo a Ragenfredo. Los frisones también se rebelan liderados por el duque Radbodo por lo que el reino franco parece volver al periodo de anarquía de años anteriores. La aparición de Carlos, hijo bastardo de Pipino de Herstal y la noble Alpaida, salvará al reino. Carlos había quedado al margen de las luchas debido a que Plectrudes le había encerrado, pero consiguió escapar y derrotar a sus enemigos. Los de Neustria caen en el año 717, en las cercanías de Cambray; los partidarios de Plectrudes son vencidos también ese año; los frisones y los sajones caen derrotados; los de Aquitania dirigidos por el duque Eudes sufren la misma suerte en el año 720; y finalmente, Ragenfredo es derrotado en Angers (724). Carlos se convierte en el único mayordomo de palacio en nombre del rey merovingio Thierry IV. Como consecuencia de estos conflictos internos, el reino franco se ha visto muy menguado por lo que Carlos pondrá en marcha un programa "reconquistador". Los bávaros y los frisones son sometidos entre los años 730-734. Pero el peligro más inminente procede del sur, donde los musulmanes dirigidos por Abderrahmán se dirigen desde Pamplona hacia la Gascuña, Burdeos y Tours. El enfrentamiento entre francos y musulmanes tendrá lugar en Poitiers, en octubre de 732, saliendo victorioso Carlos y recibiendo el apelativo de Martel -martillo-. Occidente parece respirar aliviado aunque los musulmanes no serán expulsados definitivamente de tierras galas hasta el año 757. La victoria de Poitiers otorgó a Carlos el prestigio necesario para sofocar con su sola presencia cualquier revuelta interna o atemperar los ánimos de las regiones levantiscas. Aquitania, Provenza o Borgoña son dominadas definitivamente. Carlos actúa como un señor absoluto y su prestigio aumenta de tal manera que el papa Gregorio III solicita su ayuda para expulsar de Roma a los lombardos. El llamado "virrey franco" rechazó la intervención, sabedor de la importancia de la alianza lombarda para detener a los islámicos en la zona de Provenza. Estas actitudes de soberano absoluto contrastan con la decisión tomada por Carlos en el año 741 cuando reparte el reino entre sus hijos Carlomán y Pipino. El primero quedaba con Austrasia, el país de los alamanos y Turingia mientras al segundo le correspondía Neustria, Borgoña y Provenza. A pesar de no ser reconocido como rey, Carlos actúa como si la monarquía merovingia ya no existiera. Si la vida política de Carlos resulta de gran importancia para el futuro del reino carolingio, su vida privada no deja de llamar la atención. Se casó en dos ocasiones, la primera con una dama llamada Chrotrud con la que tuvo tres hijos: Jerome, Carlomán y Pipino. Su segundo matrimonio se produjo en el año 725 tomando como esposa a Sunnichila, naciendo dos hijos de este enlace: Grifón y Chiltrud. Carlos Martel fallecía el 22 de octubre del año 741 en Quierzy, siendo enterrado en la basílica de San Dionisio mártir.
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contexto
De todos los sucesores de Pipino, el bastardo Carlos (Carlos Martel para la posteridad) habría de ser quien con mayor fortuna consolidase el poder de su linaje frente a la disolución interna y los peligros exteriores. Desde el mismo 714, Austrasia y Neustria volvieron a separarse. Alamanos y bávaros, aquitanos, provenzales y frisiones aceptaban mal las directrices del poder franco fuera quien fuera su rector. En poco más de tres años, Carlos Martel logró poner fin a las discordias familiares con Neustria y Borgoña reunificando el regnum francorum. De mejor o peor gana las regiones periféricas aceptaron esta supremacía. La gran prueba de fuerza, sin embargo, vendría del Sur: de los árabes de Hispania que, cruzando el Pirineo, habían iniciado una serie de razzias que los poderes locales -los duques de Aquitania especialmente- eran incapaces de contener. A Carlos Martel le correspondía afrontar este peligro que fue conjurado en las cercanías de Poitiers el 732. La victoria del caudillo franco sobre las huestes de Abd-el-Rahman el Gafequí le creó la imagen de una suerte de salvador de la Cristiandad europea. La cercana Crónica Mozárabe del 752 hablará de Poitiers como de la victoria de los europenses, definiendo como tal al conjunto heterogéneo de combatientes que figuraban bajo la rectoría militar franca. Algunos intentos de reacción militar musulmana se vieron frustrados por una nueva victoria de Carlos junto al Berre. El rodillo militar franco descendió irremisiblemente hacia el Pirineo sobre unas regiones -Provenza, Septimania, Aquitania- gravemente debilitadas por las continuas razzias de años atrás. Carlos Martel -dux francorum- hizo de hecho, aunque no de derecho, la figura de un rey. A su muerte en el 741 procedió con la mayor naturalidad patrimonialista a dividir sus Estados entre sus hijos Pipino y Carlomán con el título de Mayordomos. Carlos Martel pudo pasar por paladín de la Cristiandad. Sin embargo, sus relaciones con la Iglesia presentan evidentes claroscuros. Así, en el lado negativo quedaba el despego de numerosos bienes eclesiásticos y la limitación de la autonomía del episcopado. Todo ello se podía presentar como una necesidad: la de recompensar a los fieles del dux francorum en una coyuntura política especialmente delicada. La secularización y disposición de bienes eclesiásticos por el vencedor de Poitiers se hacían en tanto pudiera ello servir a los intereses de un Estado cuyo prestigio se trataba penosamente de recomponer. Otra cuestión es que semejante operación pudiera, a la larga, volverse contra ese mismo Estado. Queda así fuera de duda que los métodos secularizadores de Carlos Martel se enmarcan en la amplia trayectoria consolidadora de los mecanismos de la feudalidad europea. Por otro lado, Carlos Martel fue el incuestionado protector de los intereses morales y misionales de la Iglesia que, en cualquier caso, facilitaban importantes coberturas ideológica y administrativa en la recuperación del regnum francorum. El gran protagonista de tal operación sería el monje Winifrido, nacido en Wessex que, desde el 719, tomaría el nombre de Bonifacio (el apóstol de Germania) con el que ha pasado a la Historia. Bonifacio es, sin duda, uno de los grandes productos de la cristiandad insular proyectada sobre el continente. En él se fundieron el afán misional típico de los monjes celtas con la capacidad organizadora de raigambre romana. Desde el 722, y con la protección de Carlos Martel, Bonifacio y un grupo de colaboradores (Lucio, Burcado, las monjas Lioba y Walpurgis) llevaron a cabo una gigantesca labor sobre el territorio franco y las regiones limítrofes apenas penetradas por el Cristianismo. En el haber se encuentran no sólo la erradicación del paganismo en Hesse o la fundación de algunos importantes monasterios (Fulda en el 744), sino también la restauración de unas estructuras eclesiásticas un tanto relajadas. Como posesor del pallium arzobispal, Bonifacio procedió a la restauración de sedes episcopales como Ratisbona, Salzburgo, Freissing, Passau, etc. La muerte de Carlos Martel no fue obstáculo para la prosecución de la labor misional y reformadora. De hecho, san Bonifacio sería el nexo de unión entre el vencedor de Poitiers y sus sucesores en la mayordomía de Palacio: sus hijos Pipino y Carlomán. La muestra más patente: el magno Concilio de Austrasia y Renania del año 742, que puede tomarse como el primer concilio estrictamente germánico. La práctica de este tipo de asambleas se prolongó en los años siguientes. Las estructuras episcopales y conciliares se convertían, así, en un importante soporte de la acción política de los carolingios.
Personaje
Político
Descendiente de una familia acomodada económicamente, desde su juventud está influido por las tendencias marxistas de su padre, que defiende la lucha armada. Si por parte de la familia paterna, Ilich y sus tres hermanos reciben enseñas revolucionarias, su madre luchó por ejercer en ellos una influencia contraria. Trató de inmiscuirles modos conservadores y que abrazaran el catolicismo. Finalmente logró que se trasladaran a Londres. Estando en la capital británica Ilich se dejó cautivar por la vida superficial de la alta sociedad, llegándose incluso a convertir en un playboy. Sin embargo, los estudios resultaban un fracaso para él, por lo que su padre encontró la excusa perfecta para enviarle a estudiar a Moscú. En este ambiente, entra en contacto con estudiantes palestinos relacionados con la lucha armada. Sin embargo, la buena vida que había llevado en Gran Bretaña sigue dominando sus actos. Esta situación provoca que le expulsen en 1970 de la Universidad. Parece ser que entonces ya mantenía relaciones con la KGB. A comienzos de esta década ingresa en el Frente Popular de Liberación de Palestina. En estos años participa en la guerrilla con el ejército del Rey Hussein de Jordania, donde desarrolla su actividad como estratega. Vuelve a Londres como agente secreto. En esta ciudad regresa a sus costumbres de antaño, aunque en esta ocasión compagina la lucha con la vida social. Su primeros actos terroristas resultan fallidos. En consecuencia abandona la cuidad, perseguido por los servicios secretos que le apodan "Chacal". Para encubrir su verdadera identidad emplea distintos nombres. Uno de ellos y por el que sería mundialmente conocido es el de Carlos. En 1973 se instala en París y se le hace responsable del estallido de varios coches-bomba que se activan en las sedes de algunos diarios. Poco después se traslada a Holanda, donde colabora con el Ejército Rojo Japonés en el secuestro de la embajada francesa. Todo se complica y termina con un resultado trágico. Su conocimiento exhaustivo de seis lenguas le permite viajar por todo el mundo y pasar inadvertido. Comienza a ser considerado como el enemigo número uno del capitalismo occidental. Los actos sangrientos se van acumulando en su trayectoria personal. En 1975, cumpliendo los planes trazados por un grupo alemán y árabe, secuestra a once ministros de la OPEP en Viena, que traslada a Argel en un avión. A cambió de dinero perdona la vida a dos de éstos. A partir de la segunda mitad de la década de los setenta se pierde su rastro. Este, junto con sus secuaces, se esconde en Hungría., donde acumula explosivos. La policía también barajó la posibilidad de que estuviera refugiado en Rumanía. En 1982, uno de sus más estrechos colaboradores y su novia son localizados y detenidos en Francia. Carlos amenaza a las autoridades galas con una acción armada. Poco después explota una bomba en un tren galo, donde estaba previsto que viajara Jacques Chirac, atentado en el que mueren cinco personas y resultan heridas casi otras treinta. Los atentados prosiguen con cruentos resultados. Uno de los más atroces sucedió el 31 de diciembre de 1983 cuando realiza dos atentados en la línea ferroviaria de alta velocidad París-Marsella y en la estación de Saint-Charles, situada en esta última localidad. Finalmente la autoridades francesas optan por poner en libertad a su compañera Magdalena Knopp. Tras la caída del muro de Berlín se desconoce su paradero. Se sospecha que puede estar en Siria. En este momento su lucha ideológica pierde consistencia, aunque Carlos no deja de ser un terrorista y se vende al mejor postor. En la década de los noventa Siria le manda a Libia, pero en este país le rechazan. Finalmente se traslada a Sudán, donde abraza la religión islámica. Aunque colabora con la policía de este país, en 1994 es entregado a Francia. Tras ser procesado en París por algunos de los atentados cometidos, es encerrado en la cárcel. En 1997 se celebra un juicio por otros atentados y se le condena a cadena perpetua. Por otra parte le esperan otros muchos juicios por un gran número de delitos. Además es reclamado por otros países como Libia o Austria, que le acusan de haber asesinado a compatriotas suyos. En lo que respecta a España parece ser que entre los años setenta y ochenta mantuvo contactos con ETA.
Personaje
Militar
Político
Hijo de Juan el Bueno, nacido en Vincennes, fue regente en 1356 y rey en 1364 hasta su muerte. Tomó a los ingleses todas las provincias que estos habían conquistado. Extendió los privilegios y jurisdicción de la Universidad. Es generalmente considerado como un gobernante culto y excepcional.
obra
Carlos I de España y V de Alemania, padre de Felipe II, fue el emperador que conquistó casi todo el mundo católico conocido en el momento. Guerrero y hábil político, Carlos V utilizó el arte como ningún monarca lo había hecho hasta el momento, así como su imagen de propaganda política. Tiziano fue el artista que mejor se acomodó a este empleo, manteniendo siempre su independencia, puesto que nunca aceptó trasladarse a España para trabajar con el emperador. En este lienzo Tiziano le retrata momentos antes de la victoria de Mühlberg contra los príncipes protestantes de Alemania y los Países Bajos que se habían aliado contra el dominio imperial. El trasfondo era claramente político, pero la excusa fue la guerra religiosa entre católicos y protestantes. Tal vez por esto, Tiziano dota a la imagen del emperador de un aura casi sagrada, en su gesto determinado, impertérrito y ajeno a la fatiga. La batalla se había desarrollado hasta el momento sin decantarse hacia ningún bando; Carlos V detiene su caballo frente al río Elba, tras el cual los protestantes se han hecho fuertes. Anochece, pero según las crónicas de la época, por supuesto pagadas por el emperador, durante el momento en que Carlos V decidía si cruzar el río o no para acabar con el enemigo, el sol se detuvo para concederle luz, y por tanto ventaja, como ocurrió con Josué en las Sagradas Escrituras. Otra referencia es la de Julio César, con el célebre paso del Rubicón, que nunca se atrevió a cruzar y que Carlos V sí atraviesa, y por tanto vence. Es, como puede verse, una complejísima elaboración iconográfica, que trasciende dos, tres o incluso más lecturas. El colorido tizianesco se aprecia por lo demás en toda su plenitud: los rojos y ocres de la tela son inimitables. Además, inaugura un género que hasta el momento se había tratado muy tímidamente y que alcanza su esplendor en el Barroco: el retrato real a caballo. Como dato curioso, que habla en favor del rigor histórico del artista, la armadura que viste el monarca es una valiosísima pieza labrada en oro y plata que se conserva en la Real Armería de Madrid. Conservado en los diferentes palacios reales que el emperador se hizo construir en España, el cuadro sufrió el incendio del Alcázar de Madrid en 1734, aunque por fortuna pudo restaurarse. Pasó, con el resto de la colección real española, al Museo del Prado en el siglo XIX.
obra
Los retratos de cuerpo entero no son habituales en el Renacimiento italiano, siendo más frecuente un retrato de medio cuerpo. Para realizar esta obra, Tiziano tuvo que seguir un modelo muy empleado en la pintura alemana renacentista, debido al deseo del emperador de que copiara un retrato que le había realizado en 1532 el pintor alemán Siesenegger. Desconocemos cuál fue la causa por la que Carlos V obligó al maestro a copiar este retrato; pudo ser para probarle ya que cuando se conocieron en Bolonia, el emperador le hizo un desagravio similar. Tiziano salió de la prueba exitoso e incluso fue nombrado Caballero de la Espuela de Oro y Conde Palatino, iniciándose entonces unas fructíferas relaciones con la Corte española que se mantendrán hasta la muerte del pintor. Se le llegó a ofrecer una residencia en Madrid, que fue rechazada al desear el maestro mantener su independencia. Tiziano se mantuvo fiel al original aunque introdujo su toque personal: simplificó el suelo y la cortina y renunció al minucioso detallismo del cuadro alemán, consiguiendo un toque más majestuoso que inaugura el retrato de Estado en España, en el que destaca la personalidad del modelo sobre cualquier símbolo externo de poder. Carlos V se hace acompañar de un perro que simboliza la fidelidad. La riqueza de las telas y el carácter del monarca hacen que este retrato sea único en su género.