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Capítulo XXXVIII De la gran Coya Rahua Ocllo, mujer de Huayna Capac, y del caso notable sucedido en el pueblo de Yauqui Supa Por seguir el orden comenzado de tratar de las Coyas y Reinas consecutivamente a sus maridos, haré mención en este capítulo de Rahua Ocllo, mujer de Huaina Capac, aunque después, en la vida y sucesos de su hijo Huascar Ynga, tornaremos a tratar della, que su muerte fue cuando Huascar Inga, como entonces se dirá. Fue esta gran, Coya hermana y segunda mujer legítima de Huayna Capac, como se dijo, y por otro nombre se llamó Pilco Huaco. Fue de grandísima majestad y discreción y sobre todo piadosa y de mucha misericordia con los pobres, a los cuales siempre hacía muchas limosnas. Y juntamente con esto hacía beneficiar las chácaras y hacer abundancia de sementeras, y para ellos tenía muchos trojes y depósitos, para tener mucho que repartir. Salía de su palacio real raras veces, pero ésas con gran aplauso y señorío, acompañada de una infinidad de criados y ñustas que la servían, y cuando iba a hacer oración a su capilla, mandaba colgar con muchos paños de lipi todo el trecho que había desde su casa hasta la del Sol, y así mismo estaba el suelo por donde pisaba lleno de pajas doradas y muchos géneros de arcos de plumería y pájaros colgados de diversos géneros, y vuelta de su estación se encerraba y no veía al Ynga en cuatro días con sus noches, ni había ningún género de regocijo. Su palacio tenía soberbiamente aderezado de todas las cosas que se podían imaginar. Fue su hijo, Huascar Ynga, heredero universal de estos Reinos, y una hija mujer del dicho Huascar Ynga, llamada Mama Huarcay, y por otro nombre Chuqillanto o Chuqui Huipa. Por haber sucedido en tiempo deste Ynga Huaina Capac y de su mujer Rahua Ocllo, un caso admirable y digno de tener en la memoria los que hoy viven para con él amar y querer a los pobres (que a Cristo nuestro redentor que de rico y poderoso se hizo pobre y mendigo representan) quiero referirlo, aunque sea suspender en algo el hilo a la historia. Refieren los antiguos, que en el camino de Omasuyo, en la provincia de los canas y canchas, en un pueblo llamado Yanqui Supa, que está junto a una laguna grande, había un pueblo de canas, en el mismo lugar donde está la dicha laguna, y que estando los indios naturales dél muy alegres y regocijados en una fiesta y borrachera que hacían, llegó a ellos un hombre pobremente vestido y con grandes muestras de necesidad y miseria, les pidió limosna, y ellos, visto al pobre, en lugar de socorrerle y darle de comer, olvidados de lo que la ley natural enseña, le desecharon, haciendo burla y escarnio dél, mandándole que luego al momento se saliese del pueblo, porque si no le matarían. El pobre, oyendo palabras tan duras y dasabridas y el rigor tan inhumano con que le despedían, al instante se salió del dicho pueblo y luego vino sobre él el rigor de la divina justicia, que se anegó todo él, sin escapar persona viva de todos los moradores, y dello dicen procede la laguna, que está allí manifestando la malicia de los moradores y naturales dél y voceando con silencio mudo y dando a entender la justicia de Dios, y amonestando a todos los que la vieren y del suceso tuvieron noticia y memoria, a que con entrañas llenas de piedad socorramos a los pobres, dándoles de comer y cubriendo su desnudez, para que así el misericordioso Dios socorra nuestras necesidades y libre de los enemigos que nos persiguen. Dicen más los indios antiguos, que habrá setenta años, cuando los españoles nuevamente vinieron a esta tierra, salió de la dicha laguna una piedra larga de hasta diez palmos, labrada en cuadro, en la cual estaba esculpido un hombre vestido muy pobremente y por los lados dos pescados que le rodeaban, al cual hombre tienen estos indios por el pobre que pedía la limosna a los del pueblo anegado. Sea alabado y glorificado el Sumo Artífice y criador de todas las cosas visibles e invisibles que así con suma diligencia y justicia premia a los buenos y a los que en su nombre amparan y reciben a los buenos y a los pobres. Así tiene cuidado de enseñarnos, con manifiestos y evidentes castigos, cuánto se desagrada de los que desechan y escarnecen a los que en su nombre piden ser socorridos y amparados. Su retrato al vivo es el que se ve en la figura siguiente.
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Cómo el Almirante llegó a las islas de los Azores, y los de la isla de Santa María le tomaron la barca con la gente Navegando con extremo peligro y con tanta tormenta, viernes a 15 de Febrero, al amanecer, cierto Rui García, del puerto de Santoña, desde lo alto vio tierra a Nordeste; los pilotos y los marineros creían que era la roca de Cintra en Portugal; pero, el Almirante, afirmaba que eran las islas de los Azores, y aquella tierra una de éstas, y aunque no estaban muy lejos, aquel día no pudieron llegar a ella, por la tempestad; antes bien, barloventeando, porque soplaba el viento del Este, perdieron de vista aquella isla, y descubrieron otra, alrededor de la cual corrieron temporizando con gran dificultad y mal tiempo, sin poder llegar a tierra, con trabajo continuo, sin reposo alguno. Por lo que, el Almirante, en su Diario, dice: "Sábado, a 16 de Febrero, de noche, llegué a una de estas islas, y por la tormenta, no pude conocer cuál de ellas era; a la noche descansé algo, porque desde el miércoles, hasta entonces, no había dormido, ni podido conciliar el sueño; y quedé después tullido de las piernas por haber estado siempre a la intemperie del aire y del agua; no menos sufría, también de hambre. El lunes después, de mañana, luego que surgí, supe por los de la tierra que aquella isla era la de Santa María, una de las islas de los Azores. Todos se maravillaban de que yo hubiese podido escapar, considerando la grandísima tempestad que había durado quince días continuos en aquella parte." Aquéllos, sabiendo lo que el Almirante había descubierto, mostraron sentir alegría, dando gracias por ello a Nuestro Señor; y vinieron tres al navío, con algunos refrescos y con muchos saludos en nombre del capitán de la isla, que estaba lejos de la población; y porque cerca de allí no se veía más que una ermita que, según dijeron, era de la advocación de la Virgen, recordando el Almirante y todos los del navío que el jueves antes habían hecho voto de ir descalzos y en camisa, en la primera tierra que hallasen, a una iglesia de la Virgen, pareció a todos que se debía cumplirlo, especialmente tratándose de tierra donde la gente y el capitán de ella les mostraban tanto amor y compasión; y siendo, como era, de un rey muy amigo de los Reyes Católicos de Castilla. Por lo cual, el Almirante demandó que aquellos tres hombres fuesen a la población e hiciesen venir al capellán que tenía la llave de la ermita, para que dijese allí una misa; y ellos, conformes con esto, entraron en la barca del navío, con la mitad de la gente de éste, para que comenzase a cumplir el voto, y cuando volvieran, bajasen los demás a cumplirlo también. Ido, pues, a tierra, en camisa y descalzos, como habían hecho voto de hacerlo, el capitán, con mucha gente de la población, escondida en una emboscada, salió de improviso contra ellos y los hizo prisioneros, quitándoles la barca, sin la que, le parecía, que el Almirante no podía huir de sus manos.
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Capítulo Primero Del calendario de las fiestas fixas, la primera de las cuales es lo que se sigue El primero mes del año se llamava entre los mexicanos atlcaoalo, y en otras partes cuauitleoa. Este mes començava en el segundo día del mes de febrero, cuando nosotros celebramos la purificación de Nuestra Señora. En el primer día de este mes celebravan una fiesta a honra, según algunos, de los dioses tlaloques, que los tenían por dioses de la pluvia; y según otros, de su hermana la diosa del agua Chalchiuhtliicue; y según otros a honra del gran sacerdote o dios de los vientos Quetzalcóatl, y podemos dezir que a honra de todos. Este mes, con todos los demás que son deziocho, tienen a cada veinte días. Atlcaoalo o cuauitleoa En este mes matavan muchos niños; sacrifcávanlos en muchos lugares en las cumbres de los montes, sacándoles los coraçones a honra de los dioses del agua, para que les diessen agua o lluvia. A los niños que matavan componíanlos con ricos atavíos para llevarlos a matar, y llevávanlos en unas literas sobre los hombros, y las literas ivan adornadas con plumajes y con flores; ivan tañendo, cantando y bailando delante de ellos. Cuando llevavan a los niños a matar, si lloravan y echavan muchas lágrimas, alegrávanse los que los llevavan, porque tomavan pronóstico de que havían de tener muchas aguas esse año. También en este mes matavan muchos cativos a honra de los mismos dioses del agua. Acuchillávanlos primero, peleando con ellos atados sobre una piedra como muela de molino, y desque los derrocavan a cuchilladas, llevávanlos a sacar el coraçón al templo que se llamava Yopico. Cuando matavan a estos captivos, los dueños de ellos, que los havían captivado, ivan gloriosamente ataviados con plumajes y bailando delante de ellos, mostrando su valentía. Esto pasava por todos los días de este mes; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta, las cuales están escriptas a la larga en su historia. Capítulo 2 Al segundo mes llamavan tlacaxipeoaliztli. En el primero día de este mes hazían una fiesta a honra del dios llamado Tótec, y por otro nombre se llamava Xipe, donde matavan y desollavan muchos esclavos y captivos.TlacaxipeoaliztliA los captivos que matavan arrancávanlos los cabellos de la coronilla y guardávanlos los mismos amos como por reliquias; esto hazían en el calpul delante del fuego. Cuando llevavan los señores de los cativos a sus esclavos al templo donde los havían de matar, llevávanlos por los cabellos, y cuando los subían por las gradas del cu, algunos de los captivos desmayavan, y sus dueños los subían arrastrando por los cabellos hasta el taxón donde havían de morir. Llegándolos al taxón, que era una piedra de tres palmos de alto o poco más, y dos de ancho, o casi, echávanlos sobre ella de espaldas y tomávanlos cinco: dos por las piernas, y dos por los braços, y uno por la cabeça, y venía luego el sacerdote que le havía de matar y dávale con ambas manos con una piedra de pedernal, hecha a manera de hierro de lançón, por los pechos, y por el agujero que hazía metía la mano y arrancávale el coraçón, y luego le ofrecía al sol; echávale en una xícara. Después de haverles sacado el coraçón, y después de haver echado la sangre en una xícara, la cual recebía el señor del mismo muerto, echavan el cuerpo a rodar por las gradas abaxo del cu. Iba a parar a una placeta abaxo; de allí la tomavan unos viejos que llamavan cuacuacuilti y le llevavan a su calpul, donde le despedaçavan y le repartían para comer. Antes que hiziessen pedaços a los cativos, los desollavan, y otros vestían sus pellejos y escaramuçavan con ellos con otros mancebos como cosa de guerra, y se prendían los unos a los otros. Después de lo arriba dicho, matavan otros captivos, peleando con ellos, y estando ellos atados por medio del cuerpo con una soga que salía por el ojo de una muela como de molino, y era tan larga que podía andar por toda la circunferencia de la piedra, y dávanle sus armas con que peleasse, y venían contra él cuatro con espadas y rodelas, y uno a uno se acuchillavan con él hasta que le vencían, etc. Capítulo 3 Al tercero mes llamavan toçoztontli; en el primer día de este mes hazían fiesta al dios llamado Tláloc, que es el dios de las pluvias. En esta fiesta matavan muchos niños sobre los montes; ofrezíanlos en sacrificio a este dios y a sus compañeros para que los diessen agua. Toçoztontli En esta fiesta ofrecían las primicias de las flores que aquel año primero nacían en el cu llamado Yopico, y antes que las ofreciessen nadie osava oler flor. Los oficiales de las flores que se llaman xochimanque hazían fiesta a su diosa llamada Coatlicue, y por otro nombre Coatlan Tona. También en este mes se desnudavan los que traían vestidos los pellejos de los muertos, que havían desollado el mes pasado. Ívanlos a echar en una cueva, en el cu que llamavan Yopico; ivan a hazer esto con procesión y con muchas cerimonias; ivan hediendo como perros muertos; y después que los havían dexado se lavavan con muchas cerimonias. Algunos enfermos hazían voto de hallarse presentes a esta procesión por sanar de sus enfermedades, y dizen que algunos sanavan. Los dueños de los cativos, con todos los de su casa, hazían penitencia veinte días, que ni se bañavan ni se lavavan las cabeças hasta que se ponían los pellejos de los captivos muertos en la cueva arriba dicha; dezían que hazían penitencia por sus captivos. Despúes que havían acabado la penitencia, bañávanse y lavávanse, y conbidavan a todos sus parientes y amigos, y dávanles comida, y hazían muchas cerimonias con los huesos de los cativos muertos. Todos estos veinte días, hasta llegar al mes que viene, se exercitavan en cantar en las casas que llamavan cuicacali; no bailavan, sino estando sentados cantavan cantares a loor de sus dioses. Otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta, las cuales están escriptas a la larga en su historia. Capítulo 4 Al cuarto mes llamavan uei toçoztli. En el primero día de este mes hazían fiesta a honra del dios llamado Cintéutl, que le tenían por dios de los maízes; a honra de éste ayunavan cuatro días ante de llegar la fiesta. Uei toçoztli En esta fiesta ponían espadañas a las puertas de las casas; ensangretávanlas con sangre de las orejas o de las espinillas. Los nobles y los ricos, demás de las espadañas, enramavan sus casas con unos ramos que llaman acxóatl; también enramavan a sus dioses y les ponían flores a los que cada uno tenía en su casa. Después de esto ivan por los maizales y traían cañas de maíz, que aún estava pequeño, y componíanlas con flores, y ívanlas a poner delante de sus dioses a la casa que llamavan calpulli, y también ponían comida delante de ellos. Después de hecho esto en los barrios, ivan al cu de la diosa que llamavan Chicomecóatl, y allí delante de ella hazían escaramuças a manera de pelea; y todas las muchachas llevavan a cuestas majorcas de maíz del año pasado. Ivan en procesión a presentarlas a la diosa Chicomecóatl, y tornávanlas otra vez a su casa como cosa bendita, y de allí tomavan la semilla para sembrar el año venidero; y también poníanlo por coraçón de las troxes, por estar bendito. Hazían de masa que llaman tzoalli la imagen de esta diosa en el patio de su cu, y delante de ella ofrecían todo género de maíz y todo género de frixoles, y todo género de chíen, porque dezían que ella era la autora y dadora de aquellas cosas que son mantenimientos para bivir la gente. Según relación de algunos, los niños que matavan juntávanlos en el primero mes, comprándolos a sus madres, y ívanlos matando en todas las fiestas siguientes hasta que las aguas començavan de veras; y ansí matavan algunos en el primero mes llamado cuauitleoa, y otros en el segundo llamado tlacaxipeoaliztli, y otros en el tercero llamado toçoztontli, y otros en el cuarto llamado uei toçoztli, de manera que hasta que començavan las aguas abundosamente, en todas las fiestas sacrificavan niños; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta. Capítulo 5 Al quinto mes llamavan tóxcatl. El primero día de este mes hazían gran fiesta a honra del dios llamado Titlacaoa, y por otro nombre Tezcatlipuca; a éste tenían por dios de los dioses; a su honra matavan en esta fiesta un mancebo escogido que ninguna tacha tuviesse en su cuerpo, criado en todos deleites por espacio de un año, instruto en tañer y en cantar y en hablar. Tóxcatl Esta fiesta era la principal de todas las fiestas, era como pascua y caía cerca de la Pascua de Resurrección, pocos días después. Este mancebo, criado como está dicho, era muy bien dispuesto y escogido entre muchos; tenía los cabellos largos hasta la cinta. Cuando en esta fiesta matavan al mancebo que estava criado para esto, luego sacavan otro, el cual havía de morir dende a un año. Andava por todo el pueblo muy ataviado con flores en la mano, y con personas que le acompañavan; saludava a los que topava graciosamente; todos sabían que era aquél la imagen de Tezcatlipuca, y se postravan delante de él y le adoravan donde quiera que le topavan. Veinte días antes que llegasse esta fiesta davan a este mancebo cuatro moças bien dispuestas y criadas para esto, con las cuales todos los veinte días tenía conversación carnal; y mudávanle el traje cuando le davan estas moças; cortávanle los cabellos como capitán y dávanle otros atavíos más galanes. Cinco días antes que muriesse, hazíanle fiestas y vanquetes en lugares frescos y amenos; acompañávanle muchos principales. Llegado el día donde havía de morir, llevávanle a un cu o oratorio que llamavan Tlacuchcalco, y ante que llegasse allí, en un lugar que llamavan Tlapitzaoayan, apartávanse las mugeres y dexávanle. Llegando al lugar donde le havían de matar, él mismo se subía por las gradas; en cada una de ellas hazía pedaços una flauta de las con que andava tañendo todo el año; llegado arriba, echávanle sobre el taxón; sacávanle el coraçón; tornavan a decender el cuerpo abaxo en palmas; abaxo le cortavan la cabeça y la espetavan en un palmo que se llama tzompantli; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta, las cuales están escriptas a la larga en su historia.
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En el unzeno Capítulo Se trata de la diosa del agua que la llamavan Chalchiuhtliicue; es otra Juno Esta diosa llamada Chalchiuhtliicue, diosa del agua, pintávanla como a muger, y dezían que era hermana de los dioses de la lluvia que llaman tlaloques. Honrávanla porque dezían que ella tenía poder sobre el agua de la mar y de los ríos para ahogar los que andan en estas aguas, y hazer tempestades y torvellinos en el agua, y anegar los navíos y barcas y otros vasos que andan por el agua. Hazían fiesta a esta diosa en la fiesta que se llama etzalcualiztli, que se pone en el Segundo Libro, en el capítulo séptimo; allí está a la larga las cerimonias y sacrificios con que la festejavan; allí se podrá ver. Los que eran devotos a esta diosa y la festejavan eran todos aquellos que tienen sus granjerías en el agua, como son los que venden agua en canoas, y los que venden agua en tinajas en la plaça. Los atavíos con que pintavan a esta diosa son: que la pintavan la cara con color amarillo, y la ponían un collar de piedras preciosas de que colgava una medalla de oro. En la cabeça tenía una corona hecha de papel pintada de azul claro, con unos penachos de plumas verdes y con unas borlas que colgavan hazia el colodrillo y otras hazia la frente de la misma corona, todo de color açul claro. Tenía sus orejeras labradas de turquesas de obra mosaica. Estava vestida de un huipil y unas naoas pintadas de la misma color açul claro, con unas franjas de que colgavan caracolitos mariscos. Tenía en la mano izquierda una rodela con una hoja ancha y redonda que se cría en el agua, la llaman atlacueçona. Tenía en la mano derecha un vaso con una cruz, hecho a manera de la custodia en que se lleva el Sacramento, cuando uno solo le lleva, y era como cetro de esta diosa. Tenía sus cutaras blancas. Los señores y reyes veneravan mucho a esta diosa con otras dos que era la diosa de los mantenimientos, que llamavan Chicumecóatl, y la diosa de la sal, que llamavan Uixtocíoatl, porque dezían que estas tres diosas mantenían a la gente popular para que pudiessen vivir y multiplicar. El Capítulo dozeno Trata de la diosa de las cosas carnales, la cual llamavan Tlaçultéutl; es otra Venus Esta diosa tenía tres nombres: el uno era que se llamava Tlaçultéutl, que quiere dezir "la diosa de la carnalidad"; el segundo nombre es Ixcuina. Llamávanla este nombre porque dezían que eran cuatro hermanas: la primera era primogénita o hermana mayor que llamavan Tiacapan, la segunda era hermana menor que llamavan Teicu, la tercera era la de medio la cual llamavan Tlaco, la cuarta era la menor de todas que llamavan Xucotzin; estas cuatro hermanas dezían que eran las diosas de la carnalidad, -en los nombres bien significa a todas las mugeres que son aptas para el acto carnal-. El tercero nombre de esta diosa es Tlaelcuani, que quiere dezir "comedora de cosas suzias", esto es, que según dezían, las mugeres y hombres carnales confessavan sus pecados a estas diosas cuanto quiera que fuessen torpes y suzios, que ellas los perdonavan. También dezían que esta diosa o diosas tenían poder para provocar a luxuria y para inspirar cosas carnales, y para favorecer los torpes amores; y después de hechos los pecados dezían que tenían también poder para perdonarlos, y alimpiar de ellos, perdonándolos, si los confessavan a los sus sátrapas, que eran los adivinos que tienen los libros de las adivinanças y de las venturas de los que nacen, y de las hechizerías y agüeros, y de las tradiciones de los antiguos que vinieron de mano en mano hasta ellos. Pues desque el penitente determinava de se confessar, iva luego a buscar a alguno de los ya dichos, delante quien se solían confessar, y dezíale: "Señor, querríame llegar a dios todopoderoso y que es amparador de todos, el cual se llama Yoalli-Ehécatl, esto es, Tezcatlipuca; querría hablar en secreto mis pecados". Oído esto, el sátrapa dezíale: "Seas hayas muy bienvenido, hijo, que lo que dezís que queréis hazer para vuestro bien y provecho es". Dicho esto, mirava luego el libro de las adivinanças que se llamava tonalámatl, para por él saber qué día sería más oportuno para aquella obra. Y haviendo visto el día que convenía, dezíale: "Para tal día vendréis, porque entonce reina buen signo, para que esto se haga prósperamente". Llegado el día que le havía mandado que volviesse, el penitente comprava un petate nuevo y encienso blanco, que llaman copalli, y leña para el fuego en que se havía de quemar el copalli. Y si el penitente era persona principal, o puesta en dignidad, el sátrapa iva a su casa para confessarle, o por ventura el penitente, aunque fuesse principal, iva a su casa del sátrapa. Llegado, barría muy bien el lugar donde se havía de tender el petate nuevo para ponerse sobre el confessor, y luego encendían fuego y echava el copal en el fuego el sátrapa, y hablava al fuego; dezíale: "Vos, señor, que sois el padre y la madre de los dioses, y sois el más antiguo dios, sabed que es venido aquí este vuestro vasallo, este vuestro siervo, y viene llorando, viene con gran tristeza, y viene con gran dolor; y esto es porque se conoce haver errado, haver resbalado y tropeçado y encontrado con algunas suziedades de pecados, y con algunos graves delitos dignos de muerte, y de esto viene muy penado y fatigado. Señor nuestro, muy piadoso, pues que sois amparador y defensor de todos, recebid a penitencia, oíd la angustia de este vuestro siervo y vasallo". Acabada esta oracion, el sátrapa volvíase al penitente y hablávale de esta manera: "Hijo, has venido a la presencia del dios favorecedor y amparador de todos; veniste a publicarle tus interiores hedores y pudredumbres; vienes a abrirle los secretos de tu coraçón; mira que no te despeñas, mira que no te desbarranques mintiendo en presencia de nuestro señor; desnúdate, hecha fuera todas tus vergüenças en presencia de Yoalli-Ehécatl, esto es, Tezcatlipuca. Es cierto que estás delante de él, aunque no eres digno de verle, ni aunque él te hable, porque es invissible y no palpable. Pues mira cómo vienes, qué coraçón traes; no dudes de publicar tus secretos en su presencia; cuenta tu vida, relata tus obras de la misma manera que heziste tus excesos y ofensas; derrama tus maldades en su presencia, cuenta con tristeza a nuestro señor dios que es favorecedor de todos y tiene abiertos los braços, y está aparejado, para abraçarte y para tomarte a cuestas; mira que no dexes nada por vergüença; mira que no dexes nada por flaqueza". Oído esto, el penitente luego hazía juramento de dezir la verdad de la manera que ellos usavan jurar, tocando la tierra con la mano y lamiendo lo que se havía pegado; y luego echava copalli en el fuego, que era otro juramento cerca de dezir la verdad; luego se sentava cerca del sátrapa. Y porque le tenía como por imagen y vicario de dios, començávale a hablar de esta manera: "Oh, señor nuestro, que a todos recibes y ampares, oye mis hediondeças y pudredumbres; en tu presencia me desnudo y echo fuera todas mis vergüenças, cuantas he hecho; no te son por cierto ocultas mis maldades que he hecho, porque todas las cosas te son manifiestas y claras". Dicho esto, luego comiença a dezir sus pecados por la misma orden que los hizo, con toda claridad y reposo, como quien dize un cantar muy despacio y muy pronunciado, y como quien va por un camino muy derecho sin desviar a una parte ni a otra. Y acabando de dezir todo lo que havía hecho, començava luego a hablar el sátrapa diziendo de esta manera: "Hijo, has hablado a nuestro señor dios diziendo delante de él tus malas obras; agora, también en su nombre, te quiero dezir lo que eres obligado a hazer cuando decienden a la tierra las diosas llamadas cioapipilti, o cuando se haze la fiesta de las diosas de la carnalidad que se llaman ixcuiname. Ayunarás cuatro días afligiendo tu estómago y tu boca, y llegado el día de la fiesta de las diosas ixcuiname, luego de mañana, o en amaneciendo, para que hagas la penitencia convenible por tus pecados, passarás la lengua por el medio de parte a parte con algunas mimbres que se llaman teucalçácatl o tlácotl; y si más quisieres, passarlas has por las orejas, lo uno de dos. Y esto harás en penitencia y satisfación por tu pecado, no por vía de merecimiento, sino en penitencia del mal que heziste. Traspasarás la lengua por el medio con alguna espina de maguey y después, por el mismo agujero, passarás las mimbres; passarás cada una por delante tu cara, y acavando de sacarla, arrojarla has atrás de ti hazia las espaldas; y si quisieres de todas ellas hazer una, atando todas la una con la otra, ora sean cuatrozientas o ochozientas las que huvieres de sacar por la lengua, haziendo esto se te perdonan las suziedades que heziste". Y si no tiene muchos ni graves pecados el penitente, dízele el sátrapa delante de quien se confiessa: "Hijo, ayunarás, fatigarás tu estómago con hambre y tu boca con sed, comiendo sola una vez al mediodía, y esto cuatro días". O le mandava: "Irás a ofrezer papeles a los lugares acostumbrados, y harás imágenes; cubrirás con ellos las imágenes que llevares hechas según tu devoción, y harás en su presencia la cerimonia de cantar y bailar en su presencia". O le dezía: "Has ofendido a dios emborrachándote; conviénete satisfazer al dios del vino llamado Totochti, y cuando fueres a hazer esta penitencia irás de noche, irás desnudo, sin que lleves ninguna otra cosa sino un papel delante y otro detrás para cubrir tus partes vergonçosas. Y cuando hecha tu oración te volvieres, los papeles con que vas ceñido detrás y delante arrojarlos has delante de los dioses que allí están". Acabada la confessión y recebida la penitencia, el penitente ívase para su casa y procurava de nunca más volver a hazer aquellos pecados de que se havía confessado, porque dezían que si otra vez reincidía en los pecados no tenía remedio. No hazían esta confessión sino los viejos, por graves pecados como es adulterios, etc. Y la razón porque se confessavan era por librarse de la pena temporal que estava señalada a los que caían en tales pecados, por librarse de no recebir pena de muerte, o machucándole la cabeça, o haziéndola tortilla entre dos grandes piedras. Es de saber que los sátrapas que oían los pecados tenían gran secreto, que jamás dezían lo que havían oído en la confessión, porque tenían que no havían oído ellos sino su dios, delante de quien sólo se descubrían los pecados; no se pensava que hombre los huviesse oído, ni a hombre se huviessen dicho, sino a dios. Cerca de lo arriba dicho sabemos que aún después acá, en el cristianismo, porfían a llevarlo adelante, en cuanto toca a hazer penitencia y confessarse por los pecados graves y públicos, como es homicidio, adulterio, etc., pensando que como en el tiempo passado por la confessión y penitencia que hazían se les perdonavan aquellos pecados en el foro judicial, también agora, cuando alguno mata o adultera, acójese a nuestras casas y monasterios y, callando lo que hizieron, dizen que quieren hazer penitencia; y cavan en la huerta y barren en casa, y hazen lo que les mandan y confiéssanse de ahí a algunos días, y entonce declaran su pecado y la causa porque vinieron a hazer penitencia. Acabada su confessión, demandan una cédula firmada del confessor con propósito de mostrarla a los que rigen, governador y alcaldes, para que sepan que han hecho penitencia y confessados, y que ya no tiene nada contra ellos la justicia. Este embuste casi ninguno de los religiosos ni clérigos entienden por dónde va, por ignorar la costumbre antigua que tenían, según que arriba está escripto, mas antes piensan que la cédula la demandan para mostrar cómo está confessado aquel año. Esto sabemos por mucha esperiencia que de ello tenemos. Dize que se confessavan los viejos, y de los grandes pecados de la carne; de esto bien se arguye que, aunque havían hecho muchos pecados en tiempo de su juventud, no se confessavan de ellos hasta la vejez por no se obligar a cesar de pecar ante de la vejez, por la opinión que tenían que el que tornava a reincidir en los pecados, al que se confessava una vez no tenía remedio. En lo arriba dicho no hay poco fundamento para argüir que estos indios de esta Nueva España se tenían por obligados de se confessar una vez en la vida, y esto in lumine natural, sin haver tenido noticia de las cosas de la fe. El Capítulo treze Trata de los dioses que son menores en dignidad que los arriba dichos, y el primero de éstos es el que llaman Xiuhtecutli; es otro Vulcán Este dios del fuego llamado Xiuhtecutli tiene también otros dos nombres, el uno es Ixcoçauhqui, que quiere dezir "cariamarillo", y el otro es Cueçaltzin, que quiere dezir "llama de fuego". También se llamava Ueuetéutl, que quiere dezir "el dios antiguo", y todos lo tenían por padre, considerando los efectos que hazía porque quema, y la llama enciende y abrasa. Estos son efectos que causan temor. Otros efectos tiene que causan amor y reverencia, como es que calienta a los que tienen frío y guisa las viandas para comer, asando y coziendo y tostando y friendo. El haze la sal y la miel espessa, y el carbón y la cal, y calienta los baños para bañarse, y haze el azeite que se llama úxitl; con él se calienta la lexía y agua para lavar las ropas suzias, y se vuelven assí nuevas. A este dios se le hazla fiesta cada año al fin del mes que se llama izcalli, y a su imagen le ponían todas las vestiduras y atavíos y plumajes del principal señor en tiempo de Moteccuçuma; hazíanla a semejança de Moteccuçuma, y en tiempo de los otros señores passados hazíanle la semejança de cada uno de ellos. Y puesto en su altar o trono, descabeçavan en su presencia muchas codornizes, derramavan la sangre de ellas delante de él, y también ofrezíanle copal como a dios, y ofrezíanle unos pastelejos que llaman quiltamalli, hechos de bledos, y estos mismos comían por su honra; en todos los barrios, por su honra, en cada casa antes que los comiessen los ofrezían al fuego, y ante de ofrezérselos no los comían. Y los sátrapas que estavan diputados al servicio de este dios, que los llamavan iueueyouan, que quiere dezir "sus viejos", todo el día hazían areito o dança en su presencia, cantando y bailando a su modo. Y tañían caracoles como cuernos y tañían atambores y teponaztli, que son atambores de madera. Y traían en las manos unas sonajas con que hazen un son al propósito del cantar; son a la manera de trebejos o trebesinos con que hazen callar a los niños cuando lloran; úsanse en los campos. No se cozía pan en comal en este día, y en esto se tenía cuidado de que nadie coziesse pan ni otra cosa en comal, porque ninguno se tocasse del fuego por ser el primero día en que se comían y ofrezían los tamales arriba dichos. En esta misma fiesta los padres y madres de los niños caçavan, unos, culebras; otros, ranas; otros peces, que se llaman xohuiles, o lagartillos del agua que se llaman axólotl, o aves, o cualesquier otros animalejos. Y éstos echávanlos en las brasas en el hogar, y desque ya estavan tostados comíanlos los niños y dezían: "come cosas tostadas nuestro padre el fuego". Y llegada la noche, los viejos y viejas todos bevían uctli, que es vino de la tierra; y del uctli que bevían derramavan ante que beviessen en cuatro partes del hogar del uctli que havían de bever; y a esto dezían que davan a gustar al fuego aquella bevida, honrándole como a dios en esto, que era como sacrificio o ofrenda. Y de cuatro en cuatro años hazíase esta fiesta muy solemne, y hazla areito el señor con todos sus principales delante de la casa o templo de este dios; y en esta fiesta de cuatro en cuatro años no solamente los viejos y viejas bevían vino o pulque, pero todos moços y moças, niños y niñas, lo bevían; por eso se llamava esta fiesta pillaoano, que quiere dezir "fiesta donde los niños y niñas beven el vino o pulcre". Y davan padrinos y madrinas a los niños y buscávanselos sus padres y madres, y dávanlos algunos dones. Estos padrinos y madrinas llevavan a cuestas a los niños y niñas que eran sus ahijados al templo de este dios del fuego; también le llamavan Ixcoçauhqui. Allí delante de él, agujeravan las orejas a todos los niños y niñas; señalávanlos de esta señal en presencia de sus padrinos y madrinas que los llamavan imauioan, intlaoan; hecho esto, comían todos juntos padres y madres, padrinos y madrinas, niños y niñas. La imagen de este dios se pintavan un hombre desnudo, el cual tenía la barba teñida con la resina que es llamada ulli, que es negra, y un barbote de piedra colorada en el agujero de la barba. Tenía en la cabeça una corona de papel pintada de diversos colores y de diversas labores; en lo alto de la corona tenía unos penachos de plumas verdes a manera de llamas de fuego; tenía unas borlas de pluma hazia los lados, como pendientes hazia las orejas; tenía unas orejeras en los agujeros de las orejas labradas de turquesa, de labor mosaico; tenía a cuestas un plumaje hecho a manera de una cabeça de un dragón labrado de plumas amarillas, con unos caracolitos mariscos; tenía unos cascaveles atados a las gargantas de los pies; tenía en la mano izquierda una rodela con cinco piedras verdes que se llaman chalchihuites, puestos a manera de cruz sobre una chapa de oro -casi cubría toda la rodela- En la mano derecha tenía una manera de cetro, que era una chapa de oro redonda, agujerada por el medio, y sobre ella un remate de dos globos, uno mayor y otro menor, con una punta sobre el menor, llamavan a este cetro tlachieloni, que quiere dezir "miradero" o "mirador", porque con él ocultava la cara y mirava por el agujero de medio de la chapa de oro. El catorzeno Capítulo Había cerca de un dios que se llamava Macuilxóchitl, que quiere dezir "cinco flores" y también se llamava Xochipilli, que quiere dezir "el principal que da flores" o "que tiene cargo de dar flores" A este dios llamado Macuilxóchitl teníanle por dios como al arriba dicho, que es el dios del fuego. Era más particular dios de los que moravan en las casas de los señores o en los palacios de los principales. A honra de este dios hazían fiestas, y su fiesta se llamava xochílhuitl, la cual fiesta se contava entre las fiestas movibles que están en el Cuarto Libro, que trata del arte adivinatoria. Cuatro días antes de esta fiesta ayunavan todos los que la celebravan, assí hombres como mugeres, y si algún hombre en el tiempo de este ayuno tenía accesso a muger, o alguna muger a hombre durante el dicho ayuno, dezían que ensuziava su ayuno. Y este dios se ofendía mucho de esto, y por esto hería con enfermedades de las partes secretas a los que tal hazían, como son almorranas, pudredumbre del miembro secreto, deviesos y incordios, etc.; y porque tenían entendido que estas enfermedades eran castigos de este dios por la causa arriba dicha, hazíanle votos y prometimientos para que se aplacasse y cesasse de afligir con aquellas enfermedades. Cuando llegava esta fiesta de este dios, que se llamava xochílhuitl, que quiere dezir "a fiesta de las flores", como dicho es, ayunavan todos cuatro días; algunos no comían chilli o axí, y comían solamente al mediodía, y a la medianoche bevían una maçamorra que se llamava tlacuilolatolli, que quiere dezir "maçamorra pintada", con una flor puesta encima en el medio; llamávase este ayuno "el ayuno de las flores". También los que ayunavan sin dexar el chilli ni otras cosas sabrosas que suelen comer, comían una vez sola al mediodía. Otros ayunavan comiendo panes ázimos, esto es, que el maíz de que se hazía el pan que comían no se cozía con cal ante de molerlo, que esto es como hormentar, sino molían el maíz seco y de aquella harina hazían pan y cozíanlo en el comal, y no comían chilli ni otra cosa con ello; no comían más que una vez al mediodía. Llegado el quinto día era la fiesta de este dios. En esta fiesta uno se componía con los atavíos de este dios, como si fuera su imagen o persona, que significava al mismo dios; con éste hazían areito con cantares y con teponaoaztli y atambor. Llegando al mediodía de esta fiesta, descabeçavan muchas codornizes, derramando la sangre delante de este dios y de su imagen; otros sangrávanse de las orejas delante de él; otros traspassavan las lenguas con una punta de maguey, y por aquel agujero passavan muchas mimbres delgadas, derramando sangre. También le hazían otras ofrendas en su templo. Hazían también una cerimonia que hazían cinco tamales; son como panes redondos hechos de maíz, ni bien rollizos ni bien redondos, que se llamavan "pan de ayuno"; eran grandes, encima de los cuales iva una saeta hincada que llamavan xúchmitl; ésta era ofrenda de todo el pueblo. Los particulares que querían ofrezían en un plato de madera cinco tamales pequeños, a la manera de los de arriba dichos que diximos ser grandes, con chilmolli en otro vaso. Ofrezían assimesmo dos pasteles que llaman tzoalli, en lugar de ulli, goma negra, que otros ofrezían, en unos platos de madera; y el uno de estos pastelejos era negro y el otro bermejo. La otra gente ofrezía diversas cosas: unos ofrezían maíz tostado, otros maíz tostado rebuelto con miel y con harina de semilla de bledos, otros hecho de pan una manera de rayo como cuando cae del cielo que llaman xonecuilli; otros ofrezían pan hecho a manera de mariposa; otros ofrezían panes ázimos que ellos llaman yotlaxcalli; otros ofrezían unas tortas hechas de semillas de bledos; otros ofrezían unas tortas hechas a manera de rodela de la misma semilla hechas; otros hazían saetas, otros espadas, hechas de la massa de esta misma semilla; otros ofrezían muñecas hechas de la misma massa. En esta misma fiesta todos los principales y calpixques de la comarca de México, que lindavan con los pueblos de guerra, traían a México los captivos que tenían, o comprados o que por sí mismos los havían captivado, y entregávanlos a los calpixques para que los guardassen para el tiempo que fuessen menester ser sacrificados delante de los ídolos. Y si alguno de estos esclavos se huían entretanto que se llegava el tiempo de su sacrificio, el mismo calpixqui que lo tenía a cargo era obligado a comprar otro y ponerle en el lugar del otro que havía huido. La imagen de este dios era como un hombre desnudo que está desollado o teñido de bermellón; y tenía la boca y la barba teñida de blanco y negro y açul claro; la cara teñida de bermejo; tenía una corona teñida de verde claro con unos penachos de la misma color; tenía unas borlas que colgavan de la corona hazia las espaldas; tenía a cuestas una divisa o plumaje que era como una vandera que está hincada en un cerro y en lo alto tenía unos penachos verdes; tenía ceñida por el medio del cuerpo una manta bermeja que colgava hasta los muslos -esta manta tenía una franja de que colgavan unos caracolitos mariscos-; tenía en los pies unas cotaras o sandalias muy curiosamente hechas; en la mano izquierda tenía una rodela la cual era blanca y en el medio tenía cuatro piedras puestas de dos en dos juntas; tenía un cetro hecho a manera de coraçón que en lo alto tenía unos penachos verdes y de lo baxo colgavan también otros penachos verdes y amarillos. El Capítulo quinze Habla del dios llamado Omácatl; quiere dezir "dos cañas"; es el dios de los combites Este dios de los combites dezían que tenía dominio y poder sobre los combites y combidados, que es cuando los principales hermanos combidavan a toda su parentela para darles de comer y mantas y flores, y que bailassen y dançassen y cantassen en su casa. Y cuando este regozijo se havía de hazer, el que le hazía llevava la imagen de este dios a su casa; llevávanla algunos sátrapas de los que servían en su templo. Dezían que si no le hazían aquella honra que se le devía hazer, enojávase y aparecía en sueños al dueño del combite y reprehendíaIe y reñíale, diziendo de esta manera: "Tú, mal hombre, ¿por qué no me has honrado como convenía? Yo te dexaré, yo me apartaré de ti, y tú me pagarás muy bien la injuria que has hecho". Y si mucho se enojava, mostrava su enojo en que entre la comida y bevida mezclava pelos o cabellos para dar pena a los combidados y deshonra al señor del combite. Y éstos, cuando comulgavan en la fiesta de este dios, enfermavan muchas vezes; y cuando comían y bevían añuscávanse con la comida o bevida, que no la podían tragar, y yendo y andando tropeçavan y caían muchas vezes. Y cuando hazían fiesta a este dios, que era de noche, comulgavan con su cuerpo; y para esta comunión los principales y teupisques y los que tenían cargo de los barrios hazían de massa una figura de un huesso gruesso, redondo y largo como un cobdo, y llamávanle el huesso de este dios. Y antes que comulgassen, comían y bevían pulcre; después de haver comido y bevido, en amaneciendo, al que era la imagen de este dios punçávanle en la barriga como con alfileres o con cosa semejante y lastimávanle; hecho esto, repartían aquella figura de huesso que havían hecho de massa, que se llama tzoalli, y dividíanla entre sí, y comía cada uno lo que le cabía. Y todos estos que aquí comulgavan se tenían por dicho y entendido que el año que venía en esta fiesta havían de contribuir para hazer la fiesta de este dios, proveyendo todo lo necessario que se havía de gastar en ella. La imagen de este dios era como un hombre que está assentado sobre un haz de juncias. Tenía la cara manchada de negro y blanco; tenía una corona de papel apretada a la frente con una venda larga y ancha de diversos colores, la cual estava añudada hazia el colodrillo con una laçada que parecían borlas; tenía rebuelta a la corona unas cuentas de chalchihuites; tenía puesta una manta a manera de red con que estava cubierto, la cual tenía una franja ancha donde estavan sembradas unas flores texidas en la misma franja; tenía una rodela junto a sí de la cual colgavan unas borlas anchas por la parte de abaxo; tenía en la mano derecha un cetro donde estava una medalla redonda agujerada a manera de claraboya; estava assentada de canto sobre una impugnadora redonda, y en lo alto tenía un chapitel piramidal; a este cetro llamavan tlachieloni, que quiere dezir "miradero", porque encubría la cara con la medalla y mirava por la claraboya.
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Capítulo 11 Al undécimo mes llamavan ochpaniztli. El primero día de este mes hazían fiesta a la madre de los dioses llamada Teteuinnan o Toci, que quiere dezir "nuestra abuela"; bailavan a honra de esta diosa en silencio y matavan una muger en gran silencio vestida con los ornamentos que pintavan a esta diosa. Ochpaniztli Cinco días antes que començasse este mes cesavan todas las fiestas y regozijos del mes pasado. Entrando este mes, bailavan ocho días sin cantar y sin teponaztli; los cuales pasados, salía la muger que era imagen de la diosa que llaman Teteuinnan, compuesta con los ornamentos con que pintavan a la misma diosa; y salían gran número de mugeres con ella, especialmente las médicas y parteras, y partíanse en dos vandos y peleavan apedreándose con pellas de pachtli y con hojas de tuna, y con pellas hechas de hojas de espadañas y con flores que llaman cempoalxóchitl; este regozijo durava cuatro días. Acabado estas cerimonias y otras de esta calidad, procuravan que aquella muger no entendiesse que havía de morir, porque no llorasse ni se entristeciesse, porque lo tenían por mal agüero; venida la noche en que havía de morir, ataviávanla muy ricamente y hazíanla entender que la llevavan para que dormiesse con ella algún gran señor; y llevávanla con gran silencio al cu donde havía de morir. Subida arriba, tomávala uno a cuestas, espaldas con espaldas, y de presto la cortavan la cabeça y luego la desollavan, y un mancebo robusto vestíase el pellejo. Este que vestía el pellejo de esta que matavan llevávanle luego con mucha solemnidad y acompañándole de muchos cativos al cu de Uitzilopuchtli; allí, este mismo, delante de Uitzilopuchtli, sacava el coraçón a cuatro cativos y los demás dexávalos para que los matasse el sátrapa. En este mes hazía alarde el señor de toda la gente de guerra y de los mancebos que nunca havían ido a la guerra; a éstos dava armas y divisas y asentavan por soldados, para que de allí adelante fuessen a la guerra; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta que están a la larga puestas en su historia. Capítulo 12 Al dozeno mes llamavan teutleco, que quiere dezir "la llegada de los dioses". Celebravan esta fiesta a honra de todos los dioses, porque dezían que havían ido a algunas partes; hazían gran fiesta el postrero día de este mes, porque sus dioses havían llegado. Teutleco A los quinze días de este mes los moços y muchachos enramavan todos los altares y oratorios de los dioses, assí los que estavan dentro de las casas como por los caminos y encruzijadas, y por esta diligencia que hazían dávanlos maíz; a algunos davan un chiquíuitl lleno de maíz y a otros dos o tres maçorcas. A los deziocho días llegava el dios, que siempre es mancebo, que le llamavan Tlamatzíncatl; éste es Titlacauan. Dezían que por ser mancebo y rezio caminava mejor y llegava primero; luego ofrecían comida en su cu, y aquella noche comían y bevían y regozijávanse todos, especialmente los viejos y viejas que bevían vino por la llegada del dios, y dezían que le lavavan los pies con este regozijo. El postrero día de este mes era la gran fiesta, porque dizen que todos los dioses llegavan entonce; la vigilia de este día, a la noche, hazían encima de un petate de harina de maíz un montonzillo muy tupido, de la forma de un queso. En este montonzillo imprimían los dioses la pisada de un pie en señal que havían llegado; toda la noche el principal sátrapa velava, y iva y venía muchas vezes a mirar cuándo vería la pisada. En viendo el sátrapa la señal de la pisada, luego dava bozes, diziendo: "Llegado ha nuestro señor"; luego comenzavan los ministros del cu a tañer cornetas y caracoles y trompetas y otros instrumentos de los que ellos entonce usavan. Luego que se oían los instrumentos, acudía toda la gente a ofrecer comida en todos los cues y oratorios; otra vez se regozijavan lavando los pies de sus dioses, como arriba está dicho. El día siguiente dezían que llegavan los dioses viejos, a la postre de todos, porque andavan menos por ser viejos. Este día tenían muchos cativos para quemar vivos; y hecho gran montón de brasa, andavan bailando alrededor del fuego ciertos mancebos disfraçados como monstruos, y ansí bailando ivan arrojando en el fuego estos tristes captivos, de la manera que arriba está dicho; otras muchas cerimonias se hazían según se dirá adelante en esta fiesta. Capítulo 13 Al tercio décimo mes llamavan tepeílhuitl. En este mes hazían fiesta a honra de los montes eminentes que están por todas estas comarcas de esta Nueva España, donde se arman nublados. Hazían las imágenes en figura humana a cada uno de ellos de la masa que se llama tzoal, y ofrecían delante de estas imágenes en respecto de estos mesmos montes. Tepeílhuitl Hazían a honra de los montes unas culebras de palo o de raízes de árboles, y labrávanles la cabeça como culebra; hazían también unos troços de palo gruesos como la muñeca, largos; llamávanlos ecatotonti. Assí a éstos como a las culebras los investían con aquella masa que se llama tzoal; a estos troços los investían a manera de montes, arriba les ponían su cabeça como cabeça de persona. Hazían también estas imágines en memoria de aquellos que se havían ahogado en el agua, o havían muerto de tal muerte que no los quemavan, sino que los enterravan. Después que con muchas cerimonias havían puesto en sus altares a las imágines dichas, ofrecíanles también tamales y otras comidas, y también los dezían cantares de sus loores, y bevían vino por su honra. Llegada la fiesta, a honra de los montes matavan cuatro mugeres y un hombre: la una de ellas llamavan Tepóxoch, la segunda llamavan Matlalcueye, la tercera llamavan Xochtécatl, la cuarta llamavan Mayáuel; y al hombre llamavan Milnáoatl. Adereçavan a estas mugeres y al hombre con muchos papeles llenos de ulli, y llevávanlas en unas literas en hombros de mugeres muy ataviadas hasta donde las havían de matar. Después que las hovieron muerto y sacados los coraçones, llevávanlas pasito, rodando por las gradas abaxo; llegadas abaxo, cortávanlas las cabeças y espetávanlas un palo, y los cuerpos llevávanlos a las casas que llamavan calpul, donde los repartían para comer. Los papeles con que adereçavan las imágines de los montes, después de haverlas desbaratado para comer, colgávanlos en el calpul; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta que están a la larga puestas en su historia. Capítulo 14 Al cuarto décimo mes llamavan quecholli. Hazían fiesta al dios llamado Miscóatl, y en este mes hazían saetas y dardos para la guerra; matavan a honra de este dios muchos esclavos. Quecholli Cuando hazían las saetas, por espacio de cinco días todos se sangravan de las orejas, y la sangre que esprimían de ellas untávanla por las mesmas sienes; dezían que hazían penitencias para ir a caçar venados. Los que no se sangravan tomávanles las mantas en pena. Ningún hombre se echava con su muger en estos días, ni los viejos ni viejas bevían pulcre, porque hazían penitencia. Acabados los cuatro días en que hazían las saetas y dardos, hazían unas saetas chiquitas y atávanlas de cuatro en cuatro con cada cuatro teas; y assí hecho un manogico de las cuatro teas y de las cuatro saetas, ofrecíanlas sobre los sepulcros de los muertos; ponían también juntamente con las saetas y teas dos tamales. Estava todo esto un día entero sobre la sepultura y a la noche lo quemavan, y hazían otras muchas cerimonias por los defuntos en esta mesma fiesta. A los diez días de este mes ivan todos los mexicanos y tlatelulcanos a aquellos montes que llaman Çacatépec, y dizen que es su madre aquel monte. El día que llegavan hazían xacales o cabañas de heno, y hazían fuegos, y ninguna otra cosa hazían aquel día. Otro día, en amaneciendo, luego almorçavan todos y salían al campo y hazían una ala grande, donde cercavan muchos animales, ciervos, conejos y otros animales, y poco a poco se ivan juntando hasta acorralarlos todos; entonce arremetían y caçavan cada cual lo que podía. Acabada la cala, matavan captivos y esclavos en un cu que llaman Tlamatzinco; atávanlos de pies y manos y llevávanlos por las gradas del cu arriba, como quien lleva un ciervo por los pies y por las manos a matar. Matávanlos con gran cerimonia. Al hombre y a la muger que eran imágenes del dios Miscóatl y de su muger, matávanlos en otro cu que se llamava Miscoateupan; otras muchas cerimonias, etc. Capítulo 15 Al quinzeno mes llamavan panquetzaliztli. En este mes hazían fiesta al dios de la guerra Uitzilopuchtli; antes de esta fiesta los sátrapas de los ídolos ayunavan cuarenta días y hazían otras penitencias ásperas como era ir a la medianoche desnudos a llevar ramos a los montes. Panquetzaliztli El segundo día de este mes començavan todos a hazer areito y a cantar los cantares de Uitzilopuchtli en el patio de su cu; bailavan hombres y mugeres todos juntos; començavan estos cantares a la tarde y acabavan cerca de las diez; duravan estos bailes y cantos veinte días. A los nueve días de este mes aparejavan, con grandes cerimonias, a los que havían de matar; pintávanlos de diversas colores; componíanlos con muchos papeles; al fin hazían un areito con ellos, en el cual ivan una muger y un hombre pareados cantando y bailando. A los deziséis días de este mes començavan a ayunar los dueños de los esclavos, y a los dezinueve començavan a hazer unas danças en que ivan todos asidos de las manos, hombres y mugeres, y dançavan culebreando en el patio del dicho cu; cantavan y tañían unos viejos entre tanto que los otros dançavan. Después de haver hecho muchas cerimonias, los que havían de morir decendían del cu de Uitzilopuchtli, uno con los ornamentos del dios Páinal, y matava cuatro de aquellos esclavos en el juego de pelota que estava en el patio que llamavan Teutlachtli; de allí iva y cercava toda la ciudad corriendo, y en ciertas partes matava en cada una un esclavo, y de allí començavan a escaramuçar dos parcialidades; murían algunos en la escaramuça. Después de muchas cerimonias, finalmente matavan captivos en el cu de Uitzilopuchtli, y también muchos esclavos; y en matando a uno, tocavan los instrumentos musicales, y en cessando tomavan otro para matarle, y en matándole tocavan otra vez; ansí hazían a cada uno hasta acabarlos. Acabando de matar estos tristes, començavan a bailar y a cantar, a comer y a bever, y ansí se acabava la fiesta.
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Capítulo 11 De la casa de la rezién parida Otra abusión tenían, que cuando alguna muger iva a ver a alguna rezién parida y llevava sus hijoelos consigo, en llegando a la casa de la rezién parida, iva al hogar y fregava con ceniza todas las coyunturas de sus niños, y las sienes. Dezían que si esto no se hazía, aquellas criaturas quedarían mancas de las coyunturas, y que todas ellas cruxirían cuando las moviessen. Capítulo duodécimo De terremoto Tenían otra abusión: que cuando temblava la tierra, luego tomavan a sus niños con ambas las manos, por cabe las sienes, y los levantavan en alto. Dezían que si no hazían aquello que no crescerían y que los llevaría el temblor consigo. También cuando temblava la tierra roziavan con agua todas sus alhajas, tomando el agua con la boca y soplándola sobre ellas, y también por los postes y ombrales de las puertas y de la casa. Dezían que si no hazían esto que el temblor llevaría aquellas cosas consigo, y los que no hazían esto eran reprehendidos de los otros. Y luego que començava a temblar la tierra, començavan a dar grita, dándose con la mano en las bocas para que todos advirtiessen que temblava la tierra. Capítulo tredécimo Del tenamaztli Otra abusión tenían. Dezían que los que ponían el pie sobre las trébedes, que son tres piedras sobre que ponen las ollas sobre el fuego, que por el mismo caso serían desdichados en la guerra, que no podrían huir y que caerían en manos de sus enemigos. Y por esso los padres y madres prohibían a sus hijos que no pusiessen los pies sobre el tenamaztli o trébedes. Capítulo dezimocuarto De la tortilla que dobla en el comal Tenían otra abusión. Dezían que cuando se doblava la tortilla, echándola en el comal para cozerse, era señal que alguno venía a aquella casa, o que el marido de aquella muger que cozía el pan, si era ido fuera, venía ya, y havía coceado la tortilla porque se dobló. Capítulo quinze Del lamer el métlatl Otra abusión tenían. Dezían que el que lamiesse la piedra en que muelen, que se llama métlatl, se le caerían presto los dientes y muelas. Y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no lamiessen los metates. Capítulo deziséis Del que está arrimado al poste Otra abusión tenían. Dezían que los que se arrimavan a los postes serían mentirosos, porque los postes son mentirosos y hazen mentirosos a los que se arriman a ellos. Y por esto los padres y madres prohibían a sus hijos que no se arrimassen a los postes. Capítulo dezisiete Del comer estando en pie Otra abusión tenían. Dezían que las moças que comían estando en pie que no se casarían en su pueblo sino en pueblos agenos. Y por esto las madres prohibían a sus hijas que no comiessen estando en pie. Capítulo deziocho Del quemar de los escobajos del maíz Otra abusión tenían, que dondequiera que havía alguna muger rezien parida, no echavan en el fuego los escobajos o grançones del maíz, que son aquellas majorquillas que quedan después de desgranada el maíz, que llaman ólotl. Dezían que si se quemavan estos escobajos en aquella casa, la cara del niño que havía nascido sería pecosa y hoyosa, y para que esto no fuesse, haviendo de quemar estos grançones, tocávanlos primero en la cara del niño, llevándolas por encima sin tocar en la carne. Capítulo dezinueve De la muger preñada Otra abusión dexaron los antiguos, y es que la muger preñada se devía de guardar de que no viesse a ninguno que horcavan o davan garrote, porque si le vía, dezían que el niño que tenía en el vientre nacería con una soga de carne a la garganta. También dezían que si la muger preñada mirava al sol o la luna, cuando se eclipsava, la criatura que tenía en el vientre nacería mellados los beços; y por esto las preñadas no osavan mirar al eclipsi. Y para que esto no aconteciesse, si mirasse el eclipsi, poníase una navajuela de piedra negra en el seno que tocasse a la carne. También dezían que la muger preñada, si mascava aquel betún que llaman tzictli, la criatura, cuando naciesse, que acontecería aquello que llaman motentzoponiz, que mueren de ello las criaturas rezién nacidas; y cáusasse de que cuando mama la criatura, si su madre de presto le saca la teta de la boca, lastímasse en el paladar y luego queda mortal. También dezían que la muger preñada, si anduviesse de noche, la criatura que naciesse sería muy lloracera. Y si el padre andava de noche y vía alguna estantigua, lo que naciesse tendría mal de coraçón. Y para remedio de esto, la muger preñada, cuando andava de noche, poníasse unas chinas en el seno o un poco de ceniza del hogar o unos pocos de ajenjos que llaman iztáuhyatl. Y también los hombres se ponían en el seno chinas o pícietl para escusar el peligro del hijo que estava en el vientre de la madre. Y si esto no hazían, dezían que la criatura nacería con enfermedad que llaman ayomama, o con otra enfermedad que llaman cuetzpaliciuiztli, o con lobanillos en las ingles. Capítulo veinte De la mano de la mona Tenían otra abusión, y aun todavía lo hay. Los mercaderes y los que venden mantas procuravan de tener una mano de mona. Dezían que teniéndola consigo cuando vendían, luego se les vendía su mercadería, y aun agora se haze esto. Y también cuando no se vende su mercadería, a la noche, bolviendo a su casa, ponen entre las mantas dos vainas de chile. Dizen que les dan a comer chile para que luego otro día se venda.
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Capítulo 15 De los atavíos de las señoras Usavan las sefiores vestirse los huipiles labrados y texidos de muy muchas maneras de labores, como van aquí declarado en la lengua. Usavan las señoras de poner mudas en la cara con color colorado o amarillo o prieto, hecho de encienso quemado con tinta. Y también untavan los pies con el mesmo color prieto, y también usavan traer los cabellos largos hasta la cinta; y otras traían los cabellos hasta las espaldas; y otras traían los cabellos largos en una parte y otra de las sienes y orejas, y toda la cabeça tresquilada; y otras traían los cabellos torcidos con hilo prieto de algodón, y los tocavan a la cabeça, y ansí lo usan hasta agora, haciendo de ellos como unos cornezuelos sobre la frente; y otras tienen más largos los cabellos, y cortan igualmente el cabo de los cabellos por hermosearse, y entorcéndolos y atándolos parecen ser todos iguales; y otras tresquilavan toda la cabeça. Usan también las mugeres teñir los cabellos con lodo prieto, o con una yerva verde que se llama xiuhquílitl por hazer reluzientes los cabellos a manera de color morado. Y también limpian los dientes con color colorado o grana. Usavan también pintar las manos con todo el cuello y pecho. También las señoras usavan de bañarse y enxabonarse. Y enseñávanlas a ser vergonçosas y hablar con reverencia y tener acatamiento a todos, y ser diestras y diligentes en las cosas necessarias a la comida y bevida, etc. Capítulo 16 De los exercicios de las señoras Las señoras usan tener muy muchas maneras de alhajas y instrumentos para sus oficios de hilar y ordir y texer y labrar y cardar algodones y tener otras cosas necessarias tocantes a los exercicios de sus labores, como se van aquí declarando en la lengua. Más, son obligadas a hazer y guisar la comida y bevida delicadamente, y tienen amas que las guardan y crían. Más, tienen criadas, corcobadas y coxas y enanas, las cuales por passatiempo y recreación de las señoras cantan y tañen tamboril pequeño, que se llama uéuetl.
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Capítulo deziseis En que se trata del dios llamado Ixtlilton, que quiere dezir "el negrillo", y también se llama Tlaltetecuin A este dios hazíanle un oratorio de tablas pintadas, como tabernáculo, donde estava su imagen. En este oratorio o templo havía muchos lebrillos y tinajas de agua, todas estavan atapadas con tablas o comales; llamavan a este agua tlílatl, que quiere dezir "agua negra". Y cuando algún niño enfermava, llevávanle al templo o tabernáculo de este dios Ixtlilton y abrían una de aquellas tinajas y davan a bever al niño de aquel agua y con ella sanava. Y cuando alguno quería hazer la fiesta de este dios por su devoción, llevava a su imagen a su casa. Esta imagen no era de bulto, ni pintada, sino era uno de los sátrapas que se vestía los ornamentos de este dios, y cuando le llevavan ívanle encensando delante con humo de copal. Como llegava esta imagen a la casa del que havía de hazerle fiesta con danças y cantares, como ellos usavan, porque esta manera de dançar y bailar es muy diferente de nuestros bailes y danças, pongo aquí la manera que tienen en estas danças o bailes que por otro nombre se llaman areitos, y en su lengua se llaman maceoaliztli. Juntávanse muchos de dos en dos, o de tres en tres, en un gran corro según la cantidad de los que eran, llevando flores en las manos y ataviados con plumajes; hazían todos a una un mesmo meneo con el cuerpo y con los pies y con las manos, cosa bien de ver y bien artificiosa; todos los meneos ivan según el son que tañían los tañedores del atambor y del teponaztli. Con esto ivan cantando con gran concierto todos y con bozes muy sonoras los loores de aquel dios a quien festejavan. Y lo mismo usan agora, aunque endereçado de otra manera; endereçan los meneos con tenencias y atavíos conforme a lo que cantan, porque usan diversíssimos meneos y diversíssimos tonos en el cantar, pero todo muy agraciado y aun muy místico. Es el bosque de la idolatría que no está talado. Llegado como esta dicho la imagen de este dios a la casa del que la festejava, lo primero que hazían era comer y bever, después de lo cual començavan la dança y cantar del dios a quien festejavan. Después que este dios havía bailado con los demás gran rato, entrava dentro de casa a la bodega donde estava el pulcre o vino que ellos usavan en muchas tinajas, todas atapadas con tablas o comales embarrados, las cuales havía cuatro días que estavan atapadas. Este dios abría una o muchas, y a este abrimiento llamavan tlayacaxapotla, que quiere dezir esto: "abrimiento primero" o "vino nuevo". Hecho este abrimiento, él y los que ivan con él bevían de aquel vino y salíanse fuera al patio de la casa donde se hazía la fiesta; y ivan donde estavan las tinajas del agua negra que eran dedicadas a él, y havían estado cerradas cuatro días, y abríalas este mismo que era la imagen de este dios. Y si después de abiertas estas tinajas parecía en algunas de ellas alguna suziedad, como alguna pajuela o cabello o pelo o carbón, luego dezían que el que hazía la fiesta era hombre de mala vida, adúltero, o ladrón, o dado al vicio carnal, y entonce le afrontavan con dezirle que alguno de aquellos vicios estavan en él, o que era sembrador de discordias o de zizañas; afrontávanle en presencia de todos. Y cuando aquel que era la imagen de este dios salía de aquella casa, dávanle mantas, las cuales llamavan ixquen, que quiere dezir "cubertura de la cara", porque quedava avergonçado aquel que havía hecho la fiesta, si alguna falta se hallava en el agua negra. La manera de atavíos de este dios se pondrá al fin de este libro. El Capítulo dezisiete Habla del dios llamado Opuchtli, el cual era tenido y adorado en esta Nueva España Este dios llamado Opuchtli le contavan con los dioses que se llamavan tlaloques, que quiere dezir "habitadores del paraíso terrenal", aunque sabían que era puro hombre. Atribuían a este dios la invención de las redes para pescar peces, y también un instrumento para matar peces que le llaman minacachalli, que es como fisga, aunque no tiene sino tres puntas en triángulo, como tridente, con que hiere a los peces; y también con él matan aves; también éste inventó los lazos para matar las aves y los remos para remar. Cuando hazían fiesta a este dios los pescadores y gente del agua, que tienen sus granjerías en las aguas -al cual tenían por dios- ofrezíanle cosas de comer y vino de lo que ellos usavan, que se llama uctli, y por otro nombre se llama pulcre. También le ofrezían cañas de maíz verdes, y flores, y cañas de humos que llaman yietl, y encienso blanco que llaman copalli, y una yerva olorosa que se llama yiauhtli sembravan delante de él como cuando echan juncos cuando se haze processión. Usavan también en esta solennidad de unas sonajas que ivan en unos báculos huecos que sonavan como cascaveles, o casi. Sembravan también delante de él un maíz tostado que llaman mumúchitl, que es una manera de maíz que cuando se tuesta rebienta y descubre el meollo y se haze como una flor muy blanca; dezían que éstos eran granizos, los cuales son atribuidos a los dioses del agua. Los viejos sátrapas que tenían cargo de este dios y las viejas dezíanle los cantares de su loor. La imagen de este dios es un hombre desnudo y teñido de negro todo, y la cara pardilla, tirante a las plumas de la codorniz. Tenía una corona de papel de diversos colores compuesta a manera de rosa que las unas hojas sobrepujan a las otras, y encima tenía un penacho de plumas verdes que salían de una borla amarilla. Colgavan de esta corona unas borlas largas hazia las espaldas. Tenía una estola verde cruzada a manera de las que se ponen los sacerdotes cuando dizen misa; tenía ceñido unos papeles verdes que le colgavan hasta las rodillas; tenía unas cotaras o sandalias blancas; tenía en la mano izquierda una rodela teñida de colorado, y en el medio de este campo una flor blanca con cuatro hojas a manera de cruz, y de los espacios de las hojas salían cuatro puntas que eran también hojas de la misma flor; tenía un cetro en la mano derecha como un cáliz, y de lo alto de él salía como un casquillo de saeta. Capítulo deziocho Que habla del dios llamado Xipe Tótec, que quiere dezir "desollado" Este dios era honrado de aquellos que bivían a la orilla de la mar, y su origen tuvo en Tzapotlan, pueblo de Xalisco. Atribuían a este dios estas enfermedades que se siguen: primeramente la viruelas; también las postemas que se hazen en el cuerpo y la sarna; también las enfermedades de los ojos como es el mal de los ojos que procede del mucho bever y todas las demás enfermedades que se causan en los ojos. Todos los que eran enfermos de alguna de las enfermedades dichas hazían voto a este dios de vestir su pellejo cuando se hiziese su fiesta, la cual se llama tlacaxipeoaliztli, que quiere dezir "desollamiento de hombres". En esta fiesta hazían como un juego de cañas de manera que el un bando era de la parte de este dios, o imagen del dios Tótec, y éstos todos ivan vestidos de pellejos de hombres que havían muerto y desollado en aquella fiesta, todos rezientes y sangrientos y corriendo sangre; los del bando contrario eran los soldados valientes y osados, y personas belicosas y esforçados que no tenían en nada la muerte: osados, atrevidos, que de su voluntad salían a combatirse con los otros. Allí los unos con los otros se exercitavan en el exercicio de la guerra, perseguían los unos a los otros hasta su puesto y de allí bolvían huyendo hasta su proprio puesto. Acabado este juego, aquellos que llevavan los pellejos de los hombres vestidos, que eran de la parte de este dios Tótec, ívanse por todo el pueblo y entravan en las casas demandando que les diessen alguna limosna por amor de aquel dios. En las casas donde entravan hazíanlos sentar sobre unos hazezillos de hojas de tzapotes y echavan al cuello unos sartales de maçorcas de maíz y otros sartales de flores que ivan desde el cuello hazia los sobacos, y ponían las guirnaldas y dávanlos a bever pulcre, que es su vino. Si algunas mugeres enfermavan de estas enfermedades dichas arriba, en esta fiesta de este dios ofrezían sus ofrendas, según que havían votado. La imagen de este dios es a manera de un hombre desnudo que tiene el un lado teñido de amarillo y el otro de leonado; tiene la cara labrada de ambas partes a manera de una tira angosta que cae desde la frente hasta la quixada; en la cabeça, a manera de un capillo de diversos colores con unas borlas que cuelgan hazia las espaldas; tiene vestido un cuero de hombre; tiene los cabellos trançados en dos partes y unas orejeras de oro; está ceñido con unas faldetas verdes que le llegan hasta las rodillas, con unos caracolillos pendientes; tiene unas cotaras o sandalias; tiene una rodela de color amarillo con un remate de colorado todo alrededor; tiene un cetro con ambas manos, a manera de la copa de la dormidera, donde tiene la semilla, con un casquillo de saeta encima empinado. El Capítulo dezinueve Habla del dios que se llamava Yiacatecutli, dios de los mercaderes Este dios llamado Yiacatecutli hay conjectura que començó los tratos y mercaderías entre esta gente, y ansí los mercaderes le tomaron por dios y le honravan de diversas maneras. Una de las cosas con que le honravan era que le ofrezían papel y le cubijavan con el mismo papel donde quiera que estavan sus estatuas. También tenían en mucha veneración al báculo con que caminavan, que era una caña maziza que ellos llaman útlatl, y también usan de otra manera de báculo que es una caña negra liviana, maziza, sin ñudo ninguno, que es como junco de los que se usan en España. Todos los mercaderes usan de esta manera de báculos por el camino y cuando llegavan a donde havían de dormir, juntavan todos sus báculos en una gavilla atados, y hincávanlos a la cabecera donde havían de dormir; y derramavan sangre delante de ellos, de las orejas o de la lengua, o de las piernas o de los braços, y ofrezían copal, hazían fuego, y quemávanle delante de los báculos, los cuales tenían por imagen del mismo dios y en ellos honravan al mismo dios Yiacatecutli. Con esto le suplicavan que los amparasse de todo peligro. Estos mercaderes discurren por toda la tierra, tratando, comprando en una parte y vendiendo en otra lo que havían comprado. Estos mercaderes discurren por todas las poblaciones que están ribera de la mar y la tierra adentro; no dexan cosa que no escudriñan y passean, en unas partes comprando y en otras vendiendo; no dexan lugar donde no buscan lo que allí se puede comprar o vender, ni porque la tierra sea muy caliente ni porque sea muy fría, ni porque sea muy áspera no dexan de passarla ni de trastornalla, buscando lo que en ella hay precioso o provechoso para comprar o vender. Son estos mercaderes çufridores de muchos trabajos, y osados para entrar en todas las tierras, aunque sean las tierras de enemigos, y muy astutos para tratar con los estraños, assí deprendiendo sus lenguas como tratando con ellos con benevolencia para atraerlos a su familiaridad. Estos descubren dónde hay las plumas preciosas, y las piedras preciosas y el oro, y las compran y las llevan a vender donde saben que han de valer mucho; también éstos descubren dónde hay pellejos de animales esquisitos y preciosos, y los venden a donde vale mucho. Tratan también en vasos preciosos, hechos de diversas maneras y pintados con diversas pinturas, según que en diversas tierras se usan; unos con tapaderos hechos de conchas de tortugas y cucharas de lo mismo para rebolver el cacao; otros con tapaderos muy pintados de diversas colores y figuras hechas a manera de una hoja de un árbol, y otros palos preciosos para rebolver el cacao. Si han de entrar en tierra de guerra, primero deprenden el lenguaje de aquella gente y toman el traje de ella para que no parezcan que son estranjeros, sino que son naturales. Acontecía muchas vezes que los enemigos los conocían y los prendían y matavan, y si uno, o dos, o más se podían escapar ivan a dar mandado al señor principal de la tierra, como Motecuçuma o otros sus antecessores, y llevavan algunas de aquellas riquezas que havían en aquella tierra y presentávanlas al señor y contávanle lo que havían passado y dávanle la relación de la tierra que havían visto. El señor, en remuneración de sus trabajos para que fuesse honrado en el pueblo y tenido por valiente, poníale un beçote de ámbar, que es una piedra larga amarilla, transparente, que cuelga del beço baxo agujerado, en señal que era valiente y era noble, y esto se tenía en mucho. Estos mercaderes partíanse de sus parientes con grandes cerimonias, según sus ritos antiguos, cuando ivan a mercadear a tierras estrañas y estavan por allá muchos años. Y cuando bolvían a sus tierras venían cargados de muchas riquezas y, para hazer demostración de lo que tratan y dar relación de las tierras por donde havían andado y de las cosas que havían visto, combidavan a todos los mercaderes, en especial a los principales de ellos, y a los señores del pueblo, y los hazían gran combite. A este combite llamávanle "lavatorio de pies", y los combidados reverenciavan grandemente al báculo con que havían ido y vuelto; tenían que era imagen de aquel dios y que le havía dado favor para ir y volver y andar los caminos que anduvo. Para hazer esta honra al báculo, le ponían en una de las casas de oración que tenían en los barrios que ellos llamavan calpulli, que quiere dezir "iglesia del barrio o perrocha"; en este calpulli donde se contava este mercarder ponían el báculo en lugar venerable. Y cuando davan comida a los combidados, primeramente ponían comida y flores y acáyietl, etc., delante del báculo; y fuera del combite, todas las vezes que comía este mercader ofrezía primeramente comida y las demás cosas al báculo, que le tenía en su oratorio, dentro de su casa. Estos mercaderes, después que venían prósperos de las tierras de donde havían andado, como tenían caudal compravan esclavos y esclavas para ofrezerlos a su dios en su fiesta, el cual principalmente era Yiacatecutli. Y éste tenía cinco hermanos y una hermana, y a todos los tenían por dioses; y como se inclinava su devoción, sacrificavan esclavos a cada uno de ellos en su fiesta, o a todos juntos, o a la hermana. El uno de los hermanos se llamava Chiconquiáuitl, el otro Xomócuil, el otro Nácxitl, el otro Cochímetl, el otro Yacapitzáoac, la hermana se llamava Chalmecacíoatl. A éstos o alguno de ellos ofrezían un esclavo, o más, sacrificándolos en su presencia, vestidos con los ornamentos de aquel dios, como si fuesse su imagen. Havía una feria ordinaria donde se vendían y compravan esclavos, hombres y mugeres, en un pueblo que se llama Azcaputzalco, que es dos leguas de México. Allí los ivan a escoger entre muchos; y los que compravan, miravan muy bien que el esclavo o esclava no tuviesse alguna enfermedad, o fealdad en el cuerpo. A estos esclavos, hombres y mugeres, después que los compravan, criávanlos en mucho regalo y vestíanlos muy bien; dávanlos a comer y bever abundantemente, y bañávanlos con agua caliente, de manera que los engordavan porque los havían de comer y ofrezer a su dios. También los regozijavan haziéndolos cantar y dançar a las vezes sobre el açotea de sus casas o en la plaça; cantavan todos los cantares que sabían hasta que se hartavan de cantar, y no estimavan en nada la muerte que les estava aparejada. Matavan estos esclavos en la fiesta que se llama panquetzaliztli, y todo el tiempo ante de llegar aquella fiesta, los regalavan como está dicho. Y si entre estos esclavos havía algún hombre que parecía de buen juizio y que era diligente para servir y sabía bien cantar, o alguna muger que era dispuesta y sabía bien hazer de comer y de bever y labrar y texer, a estos tales, los principales los compravan para servirse de ellos en sus casas, y los escapavan del sacrificio. La imagen de este dios se pintava como un indio que iva camino con su báculo. Y la cara tenía manchada de blanco y negro; en los cabellos llevava atadas dos borlas de plumas ricas que se llaman quetzalli; ivan atadas en los cabellos del medio de la cabeça recogidos como una gavilla de todo lo alto de la cabeça; tiene unas orejeras de oro; está cubierto con una manta açul, y sobre el açul una red negra de manera que el açul se parece por las mallas de la red; tenía una flocadura esta manta por todas las orillas, en la cual estavan texidas unas llores; tenía en la garganta de los pies unas como calçuelas de cuero amarillo, de las cuales colgavan unos caracolitos mariscos; tenía en los pies unas cotaras muy curiosas y labradas; tenía una rodela teñida de amarillo con una mancha en el medio de açul claro, que no tiene ningún labor; tenía en la mano derecha su báculo con que van camino. Capítulo veinte Que habla del dios llamado Napatecutli Este dios Napatecutli era el dios de los que hazen esteras de juncias, y es uno de los que llaman tlaloques. Dizen que éste es el que inventó el arte de hazer esteras y por esso le adoran por dios los de este oficio que hazen esteras, que llaman petates, y hazen sentaderos que llaman icpales, y hazen cañizos de juncias que llaman tolcuextli. Dezían que por la virtud de este dios nacían y se criavan las juncias y juncos y cañas, con que ellos hazen su oficio. Y porque tenían que este dios produzía también las lluvias, hazíanle fiesta donde le reverenciavan y adoravan y le demandavan que diesse las cosas que suele dar, que es agua, juncias, etc. En su fiesta compravan un esclavo para sacrificarle delante de él, ataviándole con los ornamentos de este dios, como que fuesse su imagen. Este, el día que havía de morir, después de compuesto como está dicho, poníanle en la mano un vaso verde lleno de agua, y con un ramo de salze rociava a todos con aquella agua, como quien echa agua bendita. Y cuando entre año alguno de éstos de este oficio quería por su devoción hazer fiesta a este dios, dava relacion de ello a sus sátrapas, y todos ellos llevavan a un sátrapa vestido con los ornamentos de este dios, como su imagen; y por donde iva, iva echando el agua, roziando a los que estavan por donde passavan con un ramo de salze, como quien echa agua bendita. Llegado, poníanle en su lugar y hazían algunas cerimonias en su presencia, rogándole que hiziesse mercedes en aquella casa. El que hazia esta fiesta dava de comer y de bever al dios y a los que con él ivan y a todos los que havía combidado; esto hazia en agradecimiento de la prosperidad y riqueza que ya tenía, teniendo entendido que este dios se la havía dado. Y a este propósito hazía este combite, y en él se hazían danças y cantares a su modo, a honra de este dios, porque le tuviesse por agradecido, y gastava todo cuanto tenía, y dezía: "No se me da nada de quedar con nada con tal que sea mi dios servido de esta fiesta, y si me quisiere dar más o dexarme sin nada, hágase como él quisiere". Dicho esto, cubría con una manta blanca al que iva por imagen de este dios, y assí se iva para su templo con los que havían venido con él. Ido él, comían el que hazía el combite y los parientes. Estos oficiales de hazer petates y otras cosas de juncias tenían cuidado de ataviar y componer y barrer y limpiar y sembrar juncia en el templo de este dios. Tenían assimismo cuidado de poner petates y asentadores de juncia, que llaman icpales, y que huviesse allí toda limpieza y todo atavío, de manera que ni una paja, ni otra cosa, estuviesse caída en el templo. La imagen de este dios es como un hombre que está teñido de negro todo, assí el cuerpo como la cara, salvo que la cara tiene unas pecas blancas entre lo negro; tiene una corona de papel pintada de blanco y negro; tiene unas borlas que cuelgan de la corona sobre las espaldas, y de las mismas borlas sale un penacho hazia el colodrillo, que tiene tres plumas verdes; tiene ceñido unas faldetas que le llegan hasta la rodilla con unos caracolitos mariscos y pintado de blanco y negro; tiene las cotaras blancas; y en la mano izquierda tiene una rodela a manera de ninfa, que es una yerva de agua, ancha como un plato grande; y en la mano derecha tiene un báculo florido -las flores son de papel-; tiene una vanda a manera de estola desde el hombro derecho cruzada por el sobaco izquierdo, pintado de unas flores negras sobre blanco.
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Capítulo 16 Al mes décimo sesto llamavan atemuztli. En este mes hazían fiesta a los dioses de la pluvia, porque por la mayor parte en este mes començava a tronar y hazer demuestras de agua; y los sátrapas de los tlaloques començavan a hazer penitencias y sacrificios porque veniesse el agua. Atemuztli Cuando començava a tronar, los sátrapas de los tlaloques con gran diligencia ofrecían copal y otros perfumes a sus dioses, y atadas las estatuas de ellos, dezían que entonce venían para dar agua; y los populares hazían votos de hazer las imágines de los montes que se llaman tepictli, porque son dedicadas a aquellos dioses del agua. Y a los deziséis días de este mes todos los populares aparejavan ofrendas para ofrecer a Tláloc; y estos cuatro días hazían penitencia y absteníanse los hombres de las mugeres, y las mugeres de los hombres. Llegados a la fiesta, que la celebravan el último día de este mes, cortavan tiras de papel y atávanlas a unos varales desde abaxo hasta arriba, y hincávanlos en los patios de sus casas y hazían las imágines de los montes de tzoal; hazíanles los dientes de pepitas de calabaça, y los ojos de unos frixoles que se llaman ayecotli, y luego los ofrecían sus ofrendas de comida y los adoravan. Después de haverlos velado y tañido y cantado, abríanlos por los pechos con un tzotzopaztli, que es instrumento con que texen las mugeres, casi a manera de machete, y sacávanles el coraçón y cortávanles las cabeças, y despúes repartían todo el cuerpo entre sí y comíanselo; y otros ornamentos con que los tenían aparejados, quemávanlos en los patios de sus casas. Hecho esto, llevavan todas estas cenizas y los aparejos con que los havían servido a los oratorios que llaman ayauhcalco, y luego començavan a comer y a bever y a regozijarse. Y ansí concluían la fiesta; otras muchas cerimonias se quedan por dezir que están a la larga en la historia de esta fiesta. Capítulo 17 Al mes décimo séptimo llamavan títitl. En este mes hazían fiesta a una diosa que llamavan Ilamatecutli, y por otro nombre Tona, y por otro nombre Cozcámiauh; a honra de esta diosa matavan una muger, y desque le havían sacado el coraçón, cortávanle la cabeça y hazían areito con ella. El que iva adelante llevava la cabeça por los cabellos en la mano derecha, haziendo sus ademanes de baile. Títitl A esta muger que matavan en esta fiesta componíanla con los atavíos de aquella diosa cuya imagen tenía, que se llama Ilamatecutli, y por otro nombre Tona; quiere dezir "nuestra madre". Esta muger ansí compuesta con los atavíos que están puestos en la historia bailava sola; hazíanla el son unos viejos, y bailando, suspirava y llorava, acordándose que luego havía de morir. Pasando el mediodía, componíanse los sátrapas con los ornamentos de todos los dioses, y ivan delante de ella, y subíanla al cu, donde havía de morir. Echada sobre el taxón de piedra, sacávanla el coraçón y cortávanla la cabeça; tomávala luego uno de aquellos que iva adornado como dios y delantero de todos, y llevándola por los cabellos, hazían areito con ella; guiava el que la llevava en la mano derecha y hazía sus ademanes de baile con ella. El mesmo día que matavan esta muger los ministros de los ídolos hazían ciertas escaramuças y regozijos, corriendo unos tras otros el cu arriba y el cu abaxo, haziendo ciertas cerimonias. El día siguiente todos los populares hazían unas talegas como bolsas con unos córdeles atados tan largos como un braço; hinchían aquellas talegas de cosas blandas como lana, y llegávanlas ascondidas debaxo de las mantas, y a todas las mugeres que topavan por la calle dávanlas de talegazos. Llegava a tanto este juego que también los muchachos hazían las talegas y aporreavan con ellas a las muchachas, tanto que las hazían llorar; otras muchas cerimonias se hazían en esta fiesta que están a la larga puestas en la historia de esta fiesta. Capítulo 18 Al mes décimo octavo llamavan izcalli. En este mes hazían fiesta al dios del fuego que llamavan Xiuhtecutli o Ixcoçauhqui; hazían una imagen a su honra de gran artificio que parecía que echava llamas de fuego de sí, y de cuatro en cuatro años en esta mesma fiesta esclavos y captivos matavan a honra de este dios; y agujeravan las orejas a todos los niños que havían nacido en aquellos años, y dávanlos padrinos y madrinas. Izcalli A los diez días de este mes sacavan fuego nuevo a la medianoche delante la imagen de Xiuhtecutli muy curiosamente ataviada; y encendidos fuegos, luego en amaneciendo, venían los mancebos y muchachos y traían diversos animales que havían caçado en los diez días pasados, unos de agua y otros de tierra, y ofrecíanlos a los viejos que tenían cargo de guardar a este dios. Y ellos echavan en el fuego a todos aquellos animales para que se asassen, y davan a cada uno de estos moços y muchachos un tamal hecho de bledos que ellos llamavan uauhquiltamalli, los cuales todo el pueblo ofrecía aquel día, y todos comían de ellos por honra de la fiesta; comíanlos muy calientes y bevían y regozijávanse. En esta fiesta los años comunes no matavan a nadie, pero el año del bisexto, que era de cuatro en cuatro, matavan en esta fiesta captivos y esclavos, y la imagen de Xiuhtecutli compuesta de la manera que arriba se dixo con muchos y preciosos atavíos. Hazían grandes y muchas cerimonias en la muerte de éstos, muchas más que en las otras fiestas ya dichas; esto está puesto a la larga en la historia de esta fiesta. Después que havían muerto a estos esclavos y captivos y a la imagen de Iscoçauhqui, que es el dios del fuego, estavan aparejados y adereçados muy ricamente con ricos adereços todos los principales y señores y personas ilustres, y el mesmo emperador, y començavan un areito de gran solemnidad y gravedad, al cual llamavan netecuitotiliztli; quiere dezir "areito de los señores". Este solamente se hazía de cuatro en cuatro años en esta fiesta. Este mesmo día muy de mañana, ante que amaneciesse, començavan a agujerar las orejas a los niños y niñas y echávanlos un casquete en la cabeça de pluma de papagayos pegado con ocútzotl, que es resina de pino. Capítulo 19 A los cinco días restantes del año, que son los cuatro últimos de enero y el primero de febrero, llamavan nemontemi, que quiere dezir "días valdíos", y teníanlos por aziagos y de mala fortuna; hay conjectura que cuando agujeravan las orejas a los niños y niñas, que era de cuatro en cuatro años, echavan seis días de nemontemi, y es lo mismo del bisexto que nosotros hazemos de cuatro en cuatro años. Estos cinco días tenían por mal afortunados y aziagos; dezían que los que en ellos nacían tenían malos sucessos en todas sus cosas y eran pobres y míseros; llamávanlos nemo. Si eran hombres llamávanlos nenóquich, y si era muger llamávanla nencíoatl. No usavan hazer nada en estos días por ser mal afortunados; especialmente se abstenían de reñir, porque dezían que los que reñían en estos días se quedavan siempre con aquella costumbre. Tenían por mal agüero tropeçar en estos días. Estas fiestas dichas eran fixas, que siempre se hazían dentro del mes, o un día o dos adelante. Otras fiestas tenían movibles que se hazían por el curso de los veinte signos, los cuales hazían un círculo en dozientos y sesenta días; y por tanto estas fiestas movibles un año caían en un mes y otro en otro y siempre variavan. De las fiestas movibles La primera fiesta movible se celebrava a honra del sol en el signo que se llama ce océlutl, en la cuarta casa que se llama naolin. En esta fiesta ofrecían a la imagen del sol codornizes y incensavan, y en el medio matavan captivos delante de ella a honra del sol. En este mesmo día se sangravan todos de las orejas, chicos y grandes, a honra del sol y le ofrecían aquella sangre. La segunda fiesta movible. En este mismo signo, en la séptima casa, hazían fiesta todos los pintores y las labranderas; ayunavan cuarenta días, otros veinte por alcançar ventura para pintar bien y para texer bien labores. Ofrecían a este propósito codornizes y encienso, y hazían otras cerimonias, los hombres al dios Chicomexóchitl, y las mugeres a la diosa Xochiquétzal. La tercera fiesta movible. En el tercero signo, que se llama ce máçatl, en la primera casa, hazían fiesta a las diosas que se llaman cioapipilti, porque dezían que entonce decendían a la tierra. Ataviavan a sus imágenes con papeles y ofrecíanlas ofrendas. La cuarta fiesta movible. En el signo que se llama ce máçatl, en la segunda casa que se llama ume tochtli, hazían gran fiesta al dios llamado Izquitécatl, que es el segundo dios del vino, y no solamente a él, pero a todos los dioses del vino que eran muchos. Adereçavan este día muy bien su imagen en su cu y ofrecíanle cosas de comida, y cantavan y tañían delante de él; y en el patio de su cu ponían un tinajón de pulcre y hinchíante los que eran taberneros hasta reberter; y ivan a bever todos los que querían; tenían unas cañas con que bevían. Los taberneros ivan cevando el tinajón de manera que siempre estava lleno; principalmente hazían esto los que de nuevo havían cortado el maguey. La primera aguamiel que sacavan la llevavan a la casa de este dios como primicias. La quinta fiesta movible. En el signo llamado ce xóchitl, en la primera casa, hazían gran fiesta los principales y señores; bailavan y cantavan a honra de este signo, y hazían otros regozijos, y sacavan entonce los más ricos plumajes con que se adereçavan para el areito. Y en esta fiesta el señor hazía mercedes a los hombres de guerra, y a los cantores y a los de palacio. La sexta fiesta movible. En el signo llamado ce ácatl, en la primera casa, hazían gran fiesta a Quetzalcóatl, dios de los vientos, los señores y principales. Esta fiesta hazían en la casa llamada calmécac, que era la casa donde moravan los sátrapas de los ídolos y donde se criavan los muchachos. En esta casa que era como un monasterio estava la imagen de Quetzalcóatl. Este día la adereçavan con ricos ornamentos y ofrecían delante de ella perfumes y comida; dezían que éste era el signo de Quetzalcóatl. La séptima fiesta movible. En el signo que se llamava ce miquiztli, en la primera casa, hazían gran fiesta los señores y principales a Tezcatlipuca, que era el gran dios; dezían que éste era su signo. Como todos ellos tenían sus oratorios en sus casas, donde tenían las imágenes de este dios y de muchos otros, en este día componían esta imagen y ofrecíanla perfumes y flores y comida, y sacrificavan codornizes delante de ella, arrancándolas la cabeça. Esto no solamente lo hazían los señores y principales, pero toda la gente a cuya noticia venía esta fiesta, y lo mismo se hazía en los calpules y en todos los cúes. Todos oravan y demandavan a este dios que les hiziesse mercedes, pues que él era todopoderoso. La octava fiesta movible. En el signo que se llamava ce quiáuitl, en la primera casa, hazían fiesta a las diosas que llamavan cioapipilti. Estas dezían que eran las mugeres que murían del primero parto; dezían que se hazían diosas y que moravan en la casa del sol, y que cuando reinava este signo decendían a la tierra y herían con diversas enfermedades a los que topavan fuera de sus casas, y por esto en estos días no osavan salir de sus casas. Tenían edificados oratorios a honra de estas diosas en todos los barrios donde havía dos calles, los cuales llamavan cioateucalli, o por otro nombre cioateupan. En estos oratorios tenían las imágines de estas diosas, y en estos días las adornavan con papeles que llamavan amatetéuitl. En esta fiesta de estas diosas matavan a su honra los condenados a muerte por algún delito, que estavan en las cárceles. La nona fiesta movible. En el signo llamado ce quiáuitl, en la cuarta casa que se llamava nauhécatl, por ser esta casa muy mal afortunada, matavan en ella los malhechores que estavan presos, y también el señor hazía matar algunos esclavos por vía de superstición. Y los mercaderes y tratantes hazían alarde o demonstración de las joyas en que tratavan, sacándolas para que las viessen todos, y después a la noche comían y bevían. Tomavan flores y aquellas cañas de perfumes, y assentávanse en sus assientos, y començava cada uno a jactarse de lo que havía ganado y de las partes remotas donde havía llegado, y valdonava a los otros de que eran para poco, ni tenían tanto como él, ni havían ido a partes remotas como él. En esto tenían gran chacota los unos con los otros por gran rato de la noche. La décima fiesta movible. En el signo que llamavan ce malinalli, en la segunda casa llamada ume ácatl, hazían gran fiesta porque dezían que este signo era de Tezcatlipuca. En esta fiesta hazían la imagen de Omácatl, y alguno que tenía devoción llevávala a su casa para que le bendixesse y le hiziesse multiplicar su hazienda; y cuando esto acontecía teníala y no la quería dexar. El que quería dexar esta imagen esperava hasta que otra vez reinasse el mismo signo; entonce la llevava a donde la havía tomado. La onzena fiesta movible. En el signo llamado ce técpatl, en la primera casa, sacavan todos los ornamentos de Uitzilopuchtli, los limpiavan y sacudían y ponían al sol; dezían que éste era su signo y el de Camaxtle; esto hazían en el Tlacatecco. Aquí ponían en este día muchas maneras de comidas, muy bien guisadas, como las comen los señores; todas las presentavan delante de su imagen. Después de haver estado un rato allí, tomávanlas los oficiales de Uitzilopuchtli y repartíanlas entre sí, y comíanlas, y incensavan también a la imagen, y ofrecíanla codornizes, descabeçándolas delante de ella para que se derramasse la sangre delante la imagen; y ofrecía el señor todas las preciosas flores que usan los señores delante la imagen. La dozena fiesta movible. En el signo llamado ce oçumatli dezían que decendían las diosas llamadas cioapipilti a la tierra y dañavan a los niños y niñas, hiriéndolos con perlesía. Y si alguno en este tiempo enfermava, dezían que ellas lo havían hecho, que se havía encontrado con ellas; y los padres y las madres estos días no dexavan salir a sus hijos fuera de casa, porque no se encontrassen con estas diosas de las cuales tenían gran temor. La trezena fiesta movible. En el signo que llamavan ce itzcuintli -dezían que era el signo del fuego- hazían gran fiesta a honra de Xiuhtecutli, dios del fuego. En ella le ofrecían mucho copal y muchas codornizes; componían su imagen con muchas maneras de papeles y con muchos ornamentos ricos. Entre las personas ricas y poderosas hazían gran fiesta a honra del fuego en sus mismas casas; hazían convites y vanquetes a honra del fuego. En este mismo signo hazían la elección de los señores y cónsules; y en la cuarta casa de este signo hazían la solemnidad de sus elecciones con combites y areitos y dones. Después de estas fiestas pregonavan luego la guerra contra sus enemigos. La catorzena fiesta movible. En el signo llamado ce atl, en la primera casa de este signo, hazían fiesta a la diosa del agua llamada Chalchiuhtliicue. Hazían la fiesta todos los que tratavan en el agua, ansí vendiendo el agua, como pescando, como haziendo otras grangerías que hay en el agua. Estos componían su imagen y la ofrecían y reverenciavan en la casa llamada calpulli. La quinta décima fiesta movible común. Los señores y principales, nobles y mercaderes ricos, cuando les nacía algún hijo o hija tenían gran cuenta con el signo en que nacía, y el día y la hora en que nacía. Y de esto ivan luego a informar a los astrólogos judiciarios, y a preguntar por la fortuna buena o mala de la criatura que nacía. Y si el signo en que nacía era próspero, luego le hazían baptizar, y si era adverso buscavan la más próspera casa de aquel signo para le batizar. Cuando le batizavan convidavan a los parientes y amigos para que se hallassen presentes al batismo, y entonce davan comida y bevida a todos los presentes, y también a los niños de todo el barrio. Baptizávanle a la salida del sol en casa de su padre; baptizávale la partera, diziendo muchas oraciones y haziendo mucha cerimonia sobre la criatura. Esta fiesta también la usan agora en los baptismos de sus hijos, en cuanto al combidar y comer y bever. La sexta décima fiesta movible. Desque los padres vían que su hijo era de edad para casarse, hablávanle en que le querían buscar su muger, y él respondía haziéndoles gracias por aquel cuidado que tomavan de casarle. Luego hablavan al principal que tenía cargo de todos los mancebos, que ellos llamavan telpuchtlato, y dezíanle cómo querían casar su hijo, que lo tuviesse por bueno. Y para esto hazíanle un combite a él y a todos los mancebos que tenía a su cargo; y para esto le hazían una plática, después de haverle dado de comer y de bever a él y a todos los que tenía a su cargo, y en principio de la plática poníanle delante una hacha de cortar madera o leña. Esta hacha era señal que aquel mancebo se despedía ya de la compañía de los otros mancebos porque le querían casar, y ansí el tepuchtlato iva contento. Después de esto determinavan entre sí los parientes la muger que le havían de dar, y llamavan a las casamenteras, que eran unas viejas honradas, para que fuessen a hablar a los padres de la moça; ivan dos o tres vezes y hablavan, y bolvían con la respuesta. En este tiempo los parientes de la moça se hablavan, y concertándose de dársela, davan el sí a las casamenteras. Después de esto buscavan un día bien afortunado, de algún signo bien acondicionado, cuales eran ácatl, oçumatli, cipactli, cuauhtli; haviendo escogido alguno de estos signos, los padres del moço hazían saber a los padres de la moça el día en que havía de hazerse el matrimonio, y luego començavan a aparejar las cosas necessarias para las bodas, assí de comer, como de bever, como de mantas, y cañas de humo y flores. Esto hecho, combidavan a los principales y toda la otra gente que ellos querían para las bodas. Después del combite y de muchas pláticas y cerimonias, venían los de la parte del moço a llevar a la moça de par de noche; llevávanla con gran solemnidad a cuestas de una matrona y con muchas hachas de teas encendidas en dos rencles delante de ella; iva rodeada de ella mucha gente detrás y delante, hasta que la llegavan a la casa de los padres del moço. Llegada a la casa del moço, poníanlos ambos junto al hogar, que siempre le tenían en medio de una sala lleno de fuego, y la muger estava a la mano izquierda del varón; luego la madre del mancebo vestía un huipil muy galano a su nuera y poníale junto a sus pies unas naoas muy labradas; y la madre de la moça cubría con una manta muy galana a su yerno y atávasela sobre el hombro, y poníale un maxtli muy labrado a los pies. Hecho esto, unas viejas que se llaman titici atavan la esquina de la manta del moço con la falda del huipil de la moça. Assí se concluía el matrimonio con otras muchas cerimonias, y comeres y beveres y bailes que después se hazían, como se contiene en la historia del matrimonio. Otras dos fiestas tenían, que en parte eran fixas, y en parte eran movibles; eran movibles porque se hazían por años interpolados. La una se hazía de cuatro en cuatro años, y la otra de ocho en ocho años; eran fixas porque tenían año, mes y día señalados. En la que se hazía de cuatro en cuatro años horadavan las orejas a los niños o niñas, y hazíanlos las cerimonias de "crezca para bien", y lustrávanlos por el fuego. En la que hazían de ocho en ocho años ayunavan antes de ella ocho días a pan y agua, y hazían un areito en que tomavan figuras o personajes de diversas aves y animales y dezían que buscavan ventura, como está escrito en el apéndiz del Segundo Libro. Estas fiesta movibles en algunos años echan de su lugar a las fiestas del calendario, como también acontece en nuestro calendario. Capítulo veinte De la fiesta y sacrificios que hazían en las calendas del primero mes, que se llamava atlcaoalo o cuauitleoa No hay necessidad en este Segundo Libro de poner confutación de las cerimonias idolátricas que en él se cuentan, porque ellas de suyo son tan crueles y tan inhumanas que a cualquiera que las leyere le pondrán horror y espanto, y ansí no haré más de poner la relación simplemente a la letra. En las calendas del primero mes del año que se llama cuauitleoa, y los mexicanos le llamavan atlcaoalo, el cual començava segundo día del febrero, hazían gran fiesta a honra de los dioses del agua, o de la lluvia, llamados tlaloque. Para esta fiesta buscavan muchos niños de teta, comprándolos a sus madres; escogían aquellos que tenían dos remolinos en la cabeça y que huviessen nacido en buen signo; dezían que éstos eran más agradable sacrificio a estos dioses para que diesen agua en su tiempo. A estos niños llevavan a matar a los montes altos, donde ellos tenían hecho voto de ofrecer. A unos de ellos sacavan los coraçones en aquellos montes, y otros en ciertos lugares de la laguna de México; el un lugar llamavan Tepetzinco, monte conocido que está en la laguna; y a otros en otro monte que se llama Tepepulco, en la misma laguna; y a otros en el remolino de la laguna que llamavan Pantitlan. Gran cantidad de niños matavan cada año en estos lugares; después de muertos los cozían y comían. En esta misma fiesta, en todas las casas y palacios levantavan unos palos, como varales, en las puntas de los cuales ponían unos papeles llenos de gotas de ulli, a los cuales papeles llamavan amatetéuitl; esto hazían a honra de los dioses del agua. Los lugares donde matavan los niños son los siguientes. El primero se llama Cuauhtépetl; es una sierra eminente que está cerca del Tlatelulco; a los niños o niñas que allí matavan poníanlos el nombre del mismo monte que es Cuauhtépetl; a los que allí matavan, componíanlos con los papeles teñidos de color encarnado. Al segundo monte sobre que matavan niños llámanle Yoaltécatl; es una sierra eminente que está cabe Guadalope; ponían el mismo nombre del monte a los niños que allí murían, que es Yoaltécatl; componíanlos con unos papeles teñidos de negro con unas rayas de tinta colorada. El tercero monte sobre que matavan niños se llama Tepetzinco; es aquel montezillo que está dentro de la laguna frontero del Tlatelulco; allí matavan una niña y llamávanla Quetzálxoch, porque así se llama también el monte por otro nombre; componíanla con unos papeles teñidos de tinta açul. El cuarto monte sobre que matavan niños se llamava Poyauhtla; es un monte que está en los términos de Tlaxcalla, y allí, cabe Tepetzinco a la parte de oriente, tenían edificada una casa que llamavan ayauhcalli; en esta casa matavan niños a honra de aquel monte, y llamávanlos Poyauhtla, como al mismo monte que está acullá en los términos de Tlaxcalla; componíanlos con unos papeles rayados con azeite de ulli. El quinto lugar en que matavan niños era el remolino o sumidero de la laguna de México, al cual llamavan Pantitlan; a los que allí murían llamavan Epcóatl; el atavío con que los adereçavan eran unos atavíos que llamavan epnepanyuhqui. El sexto lugar o monte donde matavan estos niños se llama Cócotl; es un monte que está cabe Chalco Atenco; a los niños que allí matavan llamávanlos Cócotl, como al mismo monte; adereçávanlos con unos papeles la mitad colorados y la mitad leonados. El séptimo lugar donde matavan los niños era un monte que llaman Yiauhqueme, que está cabe Atlacuioaya; poníanlos el nombre del mismo monte; ataviávanlos con unos papeles teñidos de color leonado. Estos tristes niños, antes que los llevassen a matar, adereçávanlos con piedras preciosas, con plumas ricas, y con mantas y maxtles muy curiosas y labradas, y con cotaras muy labradas y muy curiosas, y poníanlos unas alas de papel como ángeles, y teñíanlos las caras con azeite de ulli, y en medio de las mexillas los ponían una rodaxita de blanco. Y poníanlos en unas andas muy adereçadas con plumas ricas y con otras joyas ricas, y llevándolos en las andas ívanlos tañendo con flautas y trompetas que ellos usavan; y por donde los llevavan toda la gente llorava. Cuando llegavan con ellos a un oratorio que estava junto a Tepetzinco, de la parte del occidente, al cual llamavan Toçocan, allí los tenían toda una noche velando, y cantavan los cantares los sacerdotes de los ídolos porque no dormiesen. Y cuando ya llevavan los niños a los lugares a donde los havían de matar, si ivan llorando y echavan muchas lágrimas, alegrávanse los que los vían llorar, porque dezían que era señal que lluvería presto. Y si topavan en el camino algún hidrópico, teníanlo por mal agüero, y dezían que ellos impidían la lluvia. Si alguno de los ministros del templo, y otros que llamavan cuacuacuilti, y los viejos se volvían a sus casas y no llegavan a donde havían de matar los niños, teníanlos por infames y indignos de ningún oficio público; de ahí adelante llamávanlos mocauhque, que quiere dezir "dexados". Tomavan pronóstico de la lluvia y de la helada del año, de la venida de algunas aves y de sus cantos. Hazían otra crueldad en esta misma fiesta, que todos los captivos los llevavan a un templo que llamavan Yopico, del dios Tótec; en este lugar, después de muchas cerimonias, atavan a cada uno de ellos sobre una piedra como muela de molino, y atávanlos de manera que pudiesen andar por toda la circunferencia de la piedra, y dávanlos una espada de palo sin navajas, y una rodela, y poníanlos pedaços de madera de pino para que tirasen. Y los mesmos que los havían captivado ivan a pelear con ellos con espadas y rodelas, y en derrocándolos, llevávanlos luego al lugar del sacrificio, donde, echados de espaldas sobre una piedra de altura de tres o cuatro palmos y de anchura de palmo y medio en cuadro -que ellos llamavan téchcatl-, tomávanlos dos por los pies y otros dos por los braços y otro por la cabeça, y otro con un navajón de pedernal con un golpe se lo somía por los pechos y por aquella abertura metía la mano y le arrancava el coraçón, el cual luego le ofrecía al sol y a los otros dioses, señalando con él hazia las cuatro partes del mundo. Hecho esto, echavan el cuerpo por las gradas abaxo, y iva rodando y dando golpes hasta llegar abaxo; en llegando abaxo, tomávale el que le havía captivado y, hecho pedaços, le repartía para comerle cozido. Exclamación del autor No creo que hay coraçón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada como la que arriba queda puesta, no se enternezca y mueva a lágrimas y horror y espanto. Y ciertamente es cosa lamentable y horrible ver que nuestra humana naturaleza haya venido a tanta baxeza y oprobrio que los padres, por sugestión del demonio, maten y coman a sus hijos, sin pensar que en ello hazían ofensa ninguna, mas antes con pensar que en ello hazían gran servicio a sus dioses. La culpa de esta tan cruel ceguedad, que en estos desdichados niños se executava, no se deve tanto imputar a la crueldad de los padres, los cuales derramando muchas lágrimas y con gran dolor de sus coraçones la exercitavan, cuanto al cruelíssimo odio de nuestro antiquíssimo enemigo Satanás, el cual con maligníssima astucia los persuadió a tan infernal hazaña. ¡Oh, señor Dios, hazed justicia de este cruel enemigo que tanto mal nos haze y nos desea hazer! ¡Quitadle, señor, todo el poder de empecer!
contexto
Capítulo 16 De la manera de labrar los plateros La sentencia de este capítulo no importa mucho, ni para la fe ni para las virtudes, porque es prática meramente geométrica. Si alguno, para saber vocablos, maneras de dezir exquisitas, podrá preguntar a los oficiales que tratan este oficio, que en toda parte los hay. Capítulo dezisiete De los oficiales que labran las piedras preciosas Los lapidarios que labran piedras preciosas, en tiempo de su idolatría, adoravan cuatro dioses, o por mejor dezir diablos. El primero de ellos se llamava Chicunaui Itzcuintli, y por otro nombre Papaloxáoatl, y también se llama Tlappapalo; estos tres nombres tenía este ídolo. El segundo dios a quien éstos adoravan se llamava Naoalpilli. El tercero dios de estos oficiales se llamava Macuilcalli. El cuarto se llamava Cinttçuti. A todos estos tres dioses les hazían una fiesta cuando reinava el signo o carácter que se llama Chicunaui Itzcuintli. Este primero dios de estos oficiales se llama Chicunaui Itzcuintli y Papaloxdoatl o Tlappapalo. Es muger, y por esso la pintan como a muger. Y a ésta atribuían los afeites de las mugeres. Para significación de esto la pintan en la mano derecha con un báculo que le llaman macpaltopilli, y en la mano izquierda la ponen una rodela, en la cual está pintado un pie. También la ponían orejeras de oro, y en las narizes le colgavan de la ternilla una mariposa de oro, y vestíanla con un huipil o camisa mugeril, que era texida de blanco y colorado, lo mismo las naoas. Poníanle unas cotaras, también coloradas, con unas pinturas que las hazían almenadas. A todos estos cuatro davan sus imágines o sustitutos para que muriessen a su servicio el día de su fiesta. Al que llamavan Naoalpilli ataviavanle y coruivanle los cabellos como a cuextócati, desiguales y mal cortados, y espelucados y crenchados. Poníanle en la frente una lámina de oro, delgada como papel. Poníanle unos çarcillos de oro en las orejas. Poníanle en la mano un báculo adereçado con plumas ricas, y en la otra mano una rodela como de red hecha, y en cuatro partes tenía plumas ricas, mal puestas. También le vestían una xaqueta texida de blanco y colorado, con rapacejos en el remate de abaxo. Poníanle unas cotaras coloradas. Al otro que llaman Macuilcalli también le componían como hombre: los cabellos cortados por medio de la cabeça como lomo, que llaman cuachichiquile, y este lomo no era de cabellos sino de plumas ricas. Poníanle en las sienes unas planchas de oro delgado. Poníanle un juel colgado al cuello, de marisco redondo y ancho, que se llamava cuappayaoaloili. También le ponían en la mano un báculo compuesto con plumas ricas. Poníanle en la otra mano una rodela con unos círculos de colorado, unos dentro de otros, que se llamavan tlauhtemalacayo. Teñíanle el cuerpo con bermellón, y también le ponían unas cotaras del mismo color. Al otro que llamavan Cintéutl también le componían como a varón, con una carátula labrada de musaico que se llamava xiuhxayácatl, con unos rayos de lo mismo que salían de la carátula. Poníanle una xaqueta de tela, teñida de açul claro. Poníanle un juel colgado al cuello, que se llama ecacózcatl. Poníanle en un tablado alto, de donde estava mirando, el cual se llamava Cincalli, compuesto con cañas de maíz verdes, a manera de xacal. Ponían unas cotaras blancas; las ataduras de ellas eran de algodón floxo. Dizen que a estos dioses atribulan el artificio de labrar piedras, de hazer barbotes y orejeras de piedra negra, y de cristal, y de ámbar, y otras orejeras blancas. A éstos también atribuían el labrar cuentas y ajorcas y sartalejos que traen en las muñecas, y todo lo labor de piedras y chalchihuites. Y el agujerar y polir de todas las piedras dezían que éstos lo havían inventado. Y por esso los honravan como dioses; y por esto les huían fiesta los oficiales viejos de este oficio y todos los demás lapidarios. Y de noche dezían sus cantares, y hazían velar por su honra a los captivos que havían de morir, y se holgavan en su fiesta. Esto se hazía en Xuchimilco, porque dezían que los abuelos y antecessores de los lapidarios havían venido de aquel pueblo, y de allí tienen origen todos estos oficiales. Siguese la manera que tenían los lapidarios en labrar las piedras preciosas. En está letra se pone la manera que tenían los lapidarios de labrar las piedras. No se pone en romance, porque como es cosa muy usada y siempre se usa en los pueblos principales de está Nueva España, quien quisiere entender los vocablos y está manera de hablar podrálo tomar de los mesmos oficiales.