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Capítulo tercero De las estrellas llamadas Mastelejos Hazía esta gente particular reverencia y particulares sacrificios a los Mastelejos del cielo que andan cerca de las Cabrillas, que es en el signo del Toro. Hacían estos sacrificios y cerimonias cuando nuevamente parecían por el oriente, después de la fiesta del sol. Después de haver ofrecídole encienso, dezían: "Ya ha salido Yoaltecutli y Yacauiztli. ¿Qué acontecerá esta noche? o ¿Qué fin havrá la noche, próspero o adverso?" Tres vezes ofrecían encienso, y deve ser porque ellas son tres estrellas: la una vez a prima noche, la otra vez a hora de las tres; la tercera cuando comiença a amanecer. Llaman a estas estrellas mamalhoaztli, y por este mismo nombre llaman a los palos con que sacan lumbre, porque les parece que tienen alguna semejança con ellas, y que de allí les vino esta manera de sacar fuego. De aquí tomaron por costumbre de hazer unas quemaduras en la muñeca los varones, a honra de aquellas estrellas; dezían que el que no fuesse señalado de aquellas quemaduras, cuando se muriese, que allá en el infierno havían de sacar el fuego de su muñeca, barrenándola como cuando acá sacan el fuego del palo. A la estrella de Venus la llamava esta gente citlálpul, uei citlalin; y dezían que cuando sale por el oriente haze cuatro arremetidas, y a las tres luze poco, y buélvese a esconder, y a la cuarta sale con toda su claridad y procede por su curso; y dizen de su luz que parece a la de la luna. En la primera arremetida teníanla de mal agüero, diziendo que traía enfermedad consigo, y por esto cerravan las puertas y ventanas, porque no entrase su luz. Y a las vezes la tomavan por buen agüero, al principio del tiempo que començava a aparecer por el oriente.
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Capítulo tercero De los señores de Tezcuco El primer señor de Tezcuco se llamó Tlaltecatzin, y gobernó a los de Tezcuco ochenta días no más. Y en su tiempo no se hizo cosa digna de memoria. Y se dice señor de los chichimecas. El segundo señor de Tezcuco se dixo Techotlala Chichimeca, y posseyó el señorío setenta años. No se hizo tampoco en su tiempo cosa digna de memoria. El tercero señor de Tezcuco o de Aculhoacan llamóse Ixtlilxúchitl, y tuvo el señorío sesenta y cinco años. Y en sus días no se hizo cosa digna de memoria. El cuarto señor de Tezcuco se dixo Neçaoalcoyotzin, y reinó setenta y un años. Y en tiempo de éste se començaron las guerras, y tuvo el señorío de Tezcuco, siendo, señor de los de México Itzcoatzin. Y éstos entrambos hizieron guerra a los de Tepaneca o de Azcaputzalco, y a otros pueblos o provincias. Y él fue fundador del señorío de Tezcuco o Aculhoacan. El quinto señor de Tezcuco se llamó Neçaoalpilli, y reinó cincuenta y tres años. Y en tiempo de éste hiziéronse muchas guerras, y se conquistaron muchas tierras y provincias. Y en tiempo, de éste y del otro nombrado ante de éste, los de Tlaxcalla y los de Uexocingo tenían guerras con los de México y con los de Tezcuco. Y también en su tiempo començó a aparecer la señal que se veía en el cielo, que era un resplandor grande y como llama de fuego, que cada noche resplandecía cuatro años arreo; porque començó a verse en la cuenta de los años que se dize chicume técpatl, y cessó en la cuenta de matlactloce técpatl. Y en muchas partes se abrieron y se quebraron muchas sierras y peñas. Y cesó de aparecer el dicho resplandor o señal cuatro años ante de la venida de los españoles; y entonce murió el dicho Neçaoalpilli. El sexto señor de Tezcuco se llamó Cacamatzin. Reinó cuatro, años. Durante su reino llegaron los españoles a esta tierra. El sétimo señor de Tezcuco se llamó Coanacochtzin. Reinó cinco años. Fue señor cuando era señor Cuauhtemoctzin aquí en México. En este tiempo se destruyó la ciudad de México. El octavo señor de Tezcuco se llamó Tecocoltzin. Reinó un año, estando ya los españoles enseñoreados en esta tierra. El noveno señor de Tezcuco se llamó Ixtlilxúchitl. Reinó ocho años. Hallóse éste presente en la conquista de México, ante que fuesse señor; y después que lo fue siempre ayúdó al Marqués, y fue con él a Honduras. El décimo señor de Tezcuco se llamó Yoyontzin, y reinó un año. El onzeno señor de Tezcuco se llamó Tetlaueuetzquiti. Reinó cinco años. El duodécimo señor de Tezcuco se llamó don Antonio Tlauitoltzin. Reinó seis años. El tercio décimo señor de Tezcuco se llamó don Hernando Pimentel, y reinó cerca de veinte años. Todo el tiempo que reinaron los de Tezcuco, hasta que vinieron los españoles, fueron trezientos años, poco más o menos.
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Capítulo tercero De las cerimonias que hazían los mercaderes cuando se partían para alguna parte a tratar Cuando los mercaderes querían partirse de sus casas para ir a sus tratos y mercaderías, primeramente buscavan el signo faborable para su partida, que era ce cóatl o ce cipactli o ce oçomatli o chicume cóatl. Haviendo buscado algunos de estos signos para su partida, tomavan el que mejor les parecía para partir. Un día antes de la partida trasquilávanse las cabeças y xabonávanselas en sus casas, para no se lavar más las cabeças hasta la buelta; y todo el tiempo que tardavan en este camino nunca más se trasquilavan, ni se xabonavan las cabeças; solamente se lavavan los pescueços cuando querían, pero nunca se bañavan. Todo el tiempo del viaje se abstenían de lavarse ni bañarse, salvo el pescueço, como esá dicho. Y llegando a la medianoche de este día en que se havían de partir, cortavan papeles como tenían costumbre para ofrecer al fuego, al cual llamavan Xiuhtecutli o TIalxictentica. La figura de los papeles que cortavan tenían la figura de bandera, y atávanla a un hasta tiñida de bermellón. Desque havían aparejado estos papeles de noche, pintávanlos con tinta de ulli, el cual ulli derretían espetado en algún punzón largo de cobre. Y como encendían el ulli, començava a gotear; y aquellas gotas echavan sobre el papel por cierta orden. De manera que hazían una cara de persona con su boca y narizes y ojos. Dezían que esta era la cara del fuego. Después de esto cortavan otro papel para ofrecer a Tlaltecutli, para ceñírsele a los pechos; también le pintavan con ulli una cara como arriba se dixo. Después de esto cortavan otros papeles para ofrecer a Yiacatecutli, que es el dios de los mercaderes, que también le llaman Cocochímetl y también Yacapitzáoac. Estos papeles atavan a un báculo de caña maciça por todo él; y a este báculo, después de empapelado, le adoravan como dios. Y cuando se partían los mercaderes a tratar, llevavan sus báculos y llevavan sus papeles pintados con ulli, que era el atavío o ornamento del báculo. Después de los de arriba dichos, cortavan otros papeles para ofrecer a Ce Cóatl Utli Meláoac, que es uno de los veinte caracteres o signos de la arte adivinatoria. Era cortado en cuatro tiras. Pintavan figuras de culebras en los papeles con tinta de ulli, con sus cabeças, ojos, bocas y lenguas y sus pescueços de culebra. Después de esto cortavan otros papeles para ofrecer a los dioses llamados Çacatzontli y Tlacotzontli, dioses del camino, y eran cortados a manera de mariposas y goteados con gotas de ulli. Después de aparejados todos estos papeles como está dicho, luego a la medianoche ofrecíanlos. Los primeros ofrecían al fuego, poniéndolos delante del hogar, y luego salían al medio del patio de la casa y ponían ordenados los papeles que ofrecían al dios de la tierra llamado Tlaltecutli; luego ponían ordenados los papeles que eran dedicados a Ce Cóatl, dios del camino, y a Tlacotzontli y Çacatzontli, dioses del camino. Y los papeles que eran dedicados a Yiacateculli, dios de los mercaderes, cubrían con ellos al báculo de caña maciça; estos papeles nunca los quemavan, porque cobijavan con ellos el báculo. Después de haver ordenado su ofrenda como está dicho en medio del patio de la casa, luego se entrava dentro de la casa y se ponía delante del fuego en pie, y descabeçava algunas codornizes a honra del fuego. Haviendo ofrecido las codornizes al fuego, luego se sangravan las orejas con unas lancetas de piedra negra; y algunos sangravan también la lengua. Cuando ya corría la sangre, tornávanla en la mano y dezían "Teunappa", y cuatro vezes echava sangre al fuego, y luego goteava los papeles que allí estavan ofrecidos al fuego. Hecho esto, salía al patio y echava de su sangre hazia el cielo, poniéndola sobre la uña del dedo de medio y barajustándole hazia arriba, haziendo fuerça en el dedo pulgar. Lo mismo hazía hazia el oriente, que ellos llaman tlapcopa, echando cuatro vezes sangre hazia el oriente con el dedo como está dicho. Lo mismo hazía hazia el occidente, que ellos llaman cioatlampa. Luego se bolvía hazia el norte, que dizen ser la mano izquierda del mundo, a donde llaman uitznauacatlalpan, y por otro vocablo mictlampa. Hecho esto bolvíase hazia el mediodía, que dizen ser la mano derecha del mundo, y llámanla mimixcóa intlalpan; echava cuatro vezes la sangre como arriba se dixo. Allí acabava de echar sangre. Después de acabado de echar la sangre hazia las partes ya dichas, salpicava los papeles con sangre que estavan ordenados en el patio. Hecho esto, entrávase otra vez dentro de casa delante del fuego y hablávale, diziéndole de esta manera: "Bive muchos años, noble señor Tlalxictenticaé, Nauhyotecatlé" -estos son nombres del fuego que están en vocativo-. Dezía: "Señor, ruégoos que recibáis pacíficamente esta vuestra ofrenda y perdóname si en algo os he ofendido." Dicho esto, ponía los papeles que estavan dedicados al fuego sobre las brasas, y luego echava copal blanco que se llama tzioaccopalli, muy derecho y muy olorosos y muy blanco y muy puro y limpio, y metíalo debaxo del papel para que luego se encediesse. Y cuando estava ardiendo el papel y copal, el ofreciente lo estava mirando, y si vía que el papel humeava y no ardía, tomava mal pronóstico. Començava a temer que algún mal le havía de venir; entendía que en el camino havía de enfermar. Y si vía que luego se encendía y ardía y respendava, holgávase, porque de allí tomava buen pronóstico, y dezía: "Hame hecho merced nuestro señor el fuego, que me ha dado a entender que será próspero mi viaje." Haviendo hecho esto, salía al patio, donde estavan ordenadas las otras ofrendas, y tomava cada una de ellas; y levantava la primera como ofreciéndola hazia el oriente cuatro vezes, y otras cuatro al occidente, y assí a las otras partes del mundo. Tomava primero la ofrenda que estava dedicada al dios Tlacotzontli, y luego la que estava dedicada al dios Ce Cóatl; ésta ponía sobre las otras. Después de hecha la ofrenda a las cuatro partes del mundo con cada uno, como está dicho, y luego las tomava todas juntas y las ponía en el fuego que havía encendido en el patio. Luego hazía un hoyo en medio del patio y allí enterrava las ceniças de los papeles que se havían quemado, assí dentro de casa como fuera, y cogía la ceniça del papel de tal manera que no tomava nada de la otra ceniça del fuego, ni tampoco alguna tierra del soelo. Esto todo que se ha dicho se hazía a la medianoche, y en amaneciendo, luego embiava a llamar este que havía hecho esta ofrenda, que era común a todos los mercaderes cuando se partían. Embía a llamar a los principales mercaderes, capitanes disimulados y a los otros ricos mercaderes que tratavan en comprar y vender esclavos. Y también juntava a los mancebos, y a las viejas y a las otras mugeres, sus tías. Y después que todos estavan juntos, lavávanse las manos y las bocas. Esto hecho, ponían delante de cada uno comida. Acabando de comer, todos lavávanse otra vez las manos y bocas; y luego les ponían delante sus xícaras de cacao y bevían; y luego les ponían delante las cañas de humo para chupar. Y el que los havía combidado luego se sentava delante de ellos y començava a hablar de esta manera: "Sea mucho en hora buena la venida a esta mi pobre casa. Quiero que oyáis algunas palabras de mi boca, pues que sois mis padres y mis madres, haziéndoos saber mi partida. Y a este propósito os he hecho llamar y combidar, para lavaros las manos y bocas ante que dexe este barrio y este pueblo, porque ya tengo compradas las cosas con que tengo de rescatar por los pueblos por donde fuere. Tengo compradas muchas navajas de piedra y muchos cascabeles y muchas agujas y grana y piedra lumbre. Por ventura me dará buena dicha el señor por quien bivimos y que nos govierna. Esto es con lo que me despido de vuestras maternidades y paternidades." Haviéndoles dicho estas palabras, respondíanle los mercaderes principales de los barrios, que son uno que se llama Pochtlan, otro Aoachtlan, otro Atlauhco, etc., como está en la letra. Cuando alguno haze combite, que se llama tecuanotzaliztli, ordénanse los combidados en sus asientos de esta manera. Siéntanse todos juntos a las paredes en sus petates y icpales. A la mano derecha se sientan la gente más principal por sus grados y orden de su principalidad, como son entre los mercaderes pochtecatlatoque; y a la otra parte, que es la mano izquierda, se asientan los que no son tan principales por los grados y orden de su principalidad, como es entre los mercaderes de aquellos que llaman naoaloztoméca. Las estremidades de estas dos partes ocupan los mancebos, ordenados por su principalidad. El que primero habla, respondiendo a la plática que hizo el que los combidó, es el principal que está en el primero asiento de la mano derecha, y dize de esta manera: "Está muy bien dicho lo que havéis dicho. En vuestra presencia havemos oído y entendido vuestras palabras. Deseamos los que aquí estamos que vuestro camino, que agora queréis començar, sea próspero y que ninguna cosa adversa se os ofrezca en vuestro viaje. Id en paz y poco a poco, ansí por los llanos como por las cuestas. Conviene, empero, que vais aparejado para lo que quisiere hazer en vos nuestro señor, que govierna los cielos y la tierra, aunque sea destruiros del todo, matándoos con enfermedad o de otra manera. Rogamos, empero, nuestro señor, que antes moráis en la prosecución de vuestro viaje que no que bolváis atrás, porque más querríamos oír que vuestras mantas y vuestros mastles estuviessen hechos pedaços por essos caminos y derramados vuestros cabellos, para que de esto os quedasse honra y fama, que no que, bolviendo atrás, diéssedes deshonra a vos y a nos. Y si por ventura no permitiere nuestro señor que moráis, sino que hagáis vuestro viaje, tened por honra el comer sin chilli y sin templamiento de sal, y el pan duro de muchos días, y el apinolli mal hecho, y el maíz tostado y remojado. Guárdate, hijo, de ofender a nadie con tus palabras o con tus obras. Sé con todos reverente y bien criado. Mira, hijo, que si te ha dado dios de los bienes de este mundo, no te altivezcas ni menosprecies a nadie. Cuando te juntares con los que no conoces o con algunos de Tenochtitlan o de Cuauhtitlan o de Azcaputzalco o de Uitzlopuchco, no los desprecies. Háblalos; salúdalos humildemente. Y si dios te llevare a los pueblos donde vas a tratar, sirve con humildad, yendo por leña y barriendo la casa y haziendo fuego y regando, sacudiendo los petates, dando aguamanos, y haziendo todas las cosas que tocan a los servicios de los dioses, como es hazer penitencia y traer ramos. Sé diligente y curioso en todas las cosas de humildad. Esto has oído y bástete. No quiero dezir más." Los que hazían estos combites, que combidavan los principales mercaderes y los demás barrios, eran personas de caudal y mercaderes que ya tenían costilla para gastar con sus combidados. Empero, los que eran pobres, que aún no tenían caudal, combidavan a solos los mercaderes de su barrio. Pero el que havía de ir por capitán de la compañía de los que iban, no solamente combidava a los de su barrio, pero también a los que havían de ir con él. Y algunos de éstos eran nuevos en el oficio, eran mancebillos que nunca havían ido otro camino; éste era el primer camino que echavan a mercadear. A estos mancebillos, mercaderes nobelos, sus padres y sus madres los encomendavan al capitán, rogándole mucho que mirasse por ellos. Dezíanle: "Vaya este moçuelo en vuestra compañía porque sepa los caminos de los páramos y de los montes, donde se gana fama y honra, y donde se halla la esperiencia y el saber que allá se deprenden los trabajos y fatigas. Allá se hará hombre y avisado en vuestra compañía o muérase. ¿Qué ha de hazer o qué le tengo yo de hazer aquí en casa? ¿Es por ventura muger que le tengo de enseñar a hilar y a texer en casa? Vaya a donde sea hombre." Y el padre y la madre del mancebo hablava a su hijo de esta manera: "Aquí estás, muy amado hijo nuestro; estás angustiado porque te embiamos lexos tierra; pero mira que para esso te ha hecho dios nuestro señor, para que trabajes como hombre y no estés ocioso en casa. Vete en paz con aquellos con quien te embiamos y deprende de ellos cómo andan por los caminos, y de la manera que tratan, y cómo se ponen las escudillas y chiquihuites delante de los que comen, y cómo se da aguamanos. Y mira bien la orden del servicio que se haze cuando se sientan a comer, y cómo se ordena la comida." Y cuando ya se quieren partir para ir su camino, primero se juntan todos en la casa del mayoral que va por capitán; también allí se juntan todas las cargas de sus mercaderías y las cosas que llevavan encomendadas para venderlas de los mercaderes viejos, que se llamavan pochtecatlatoque, que ellos no iban en este viaje, sino que encomendavan sus mercaderías para que las vendiessen, y después se partían con ellos la ganancia cuando bolvían. También encomendavan algunas mugeres tratantes sus mercaderías para que hiziessen lo mismo. Todos juntos se juntavan en aquella casa y disponían sus cargas, y esperavan allí hasta que partiessen. En su presencia también juntamente juntavan la provisión para el camino, como pinolli y otras cosas, y todo lo juntavan dentro de la casa de noche. Teniendo ya todo junto lo que se havía de cargar, hazían sus cargas en los cacaxtles y davan a cada uno de estos que tenían alquilados para que las llevassen a cuestas la carga que havía de llevar. Y de tal manera las compasavan, que no eran muy pesadas, y llevavan igual peso. Esto se hazía por la orden que dava el que iba por capitán. A los que nuevamente iban a deprender aquel oficio, que todos eran mancebillos, no los cargavan con cargas, sino mandávanlos que llevassen lo que se havía de bever, como pinolli, y las xícaras y los rebolvedores, que eran por la mayor parte hechos de conchas de tortuga. Haviendo ya concertado todas las cosas que havían de llevar, a la noche poníanlo todo en la canoa o canoas, una o dos o tres, que eran para esto aparejadas. Haviendo puesto todas las cargas en las canoas, bolvíase el capitán a los viejos y viejas que allí estavan esperando su partida. Dezíales de esta manera: "Aquí estáis presentes señores y señoras ancianos y honrados, cuya ancianidad es tanta que apenas podéis andar. Quedaos en hora buena. Ya nos vamos, porque ya hemos oído los buenos consejos y avisos que teníades guardados en vuestro pecho para nuestro aviso y doctrina, palabras que con lágrimas las recebimos. Ya con esto contentos y esforçados, dexamos nuestro pueblo y nuestras casas, y a nuestros hijos y mugeres, y a nuestros padres, y amigos y parientes, los cuales creemos que no nos echarán en olvido por estar absentes." Luego los viejos y viejas le respondían: "Hijos nuestros, está muy bien lo que habéis dicho. Id en paz. Deseamos que ninguna cosa trabajosa se os ofrezca. No os dé pena el cuidado de vuestras casas y de vuestra hazienda, que acá haremos lo que devemos. Ya os havemos dicho lo que os cumple como a hijos con que os havemos esforçado, exhortado y avisado y castigado. Mirad que no echéis en olvido las palabras, consejos y exhortaciones que vuestros padres y madres han puesto en vuestro seno. Mirad, hijos, que essos moçuelos que van con vosotros, que no tienen experiencia aún de los trabajos de los caminos, que los havéis de llevar como por la mano. Serviros héis de ellos para que donde llegáredes os hagan asentaderos de heno, y aparejen los lugares donde havéis de comer y dormir con hero. Y también tened gran cuidado de imponerlos en las cosas del servicio de los dioses, que es el repartimiento de las noches y las vigilias de ella, para que con toda diligencia se exerciten en ellas. No seáis negligente en imponerlos en toda buena criança, como conviene a los mancebos." Con esto se despedían de ellos del todo. Y después que havían acabado de hablar los unos y los otros, luego se levantavan todos, y estava hecha una hoguera de fuego grande, cerca de la cual estava una xícara grande tiñida de verde y llena de copal. Y cada uno de los que se iban su camino tomava una taxada de copal y lo echava en el fuego, y luego se entravan de rondón en la canoa. Ninguno entrava entre las mugeres, ni se bolvía a mirar atrás, aunque alguna cosa se le huviesse olvidado en casa, ni procurava por ella, ni hablava más a los que quedavan. Ni ninguno de los que quedavan, así de los viejos como de las viejas mercaderes, se mudavan para ir hazia a donde iban, ni siquiera un paso. Y si alguno tornava a mirar atrás de aquellos que iban su camino, tomavan de ello mal agüero; teníanlo por gran pecado. De esta manera ya dicha se partían los mercaderes para ir a tratar a lexas tierras.
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Capítulo tercero Viejos. El viejo es cano; tiene la carne dura; es antiguo de muchos días; es esperto; ha esperimentado muchas cosas; ganó muchas cosas por sus trabajos. El buen viejo tiene fama y honra; es persona de buenos consejos y castigos; cuenta las cosas antiguas; persona de buen exemplo. El mal viejo finge mentiras; es mentiroso, borracho y ladrón; es caduco, fanfarrón; es tocho; miente; finge. Viejas. La vieja está siempre en casa; es casera; es guarda de la casa. La vieja honrada manda a los de casa lo que han de hazer; es lumbre; es espejo; es dechado. La vieja ruin es como rincón, como escuridad; engaña y deshonra. Mancebos. El varón es fuerte, es rezio, fornido, esforçado. El buen varón es trabajador, ligero, diligente. El ruin varón es perezoso, pesado, fofo, fluxo, pedaço de carne con dos ojos; hurta, asconde, sisa; traidor, robador. Muger moca. La muger de media edad tiene hijos y hijas; tiene marido; es casada. La buena muger es diestra en la obra de texer y labrar; es buena maestra de guisar la comida y bevida; labra y trabaja; es diligente y discreta. La ruin muger es tonta e inútil. Hombre de perfecta edad. El hombre de perfecta edad es de robusto coraçón; es esforçado; es prudente; es entendido; es bivo. El buen varón de perfecta edad es trabajador; es sufrido en los trabajos. El mal varón de perfecta edad es mal mandado; es atronado; es desatinado. Muger de perfecta edad. La muger de perfecta edad es honrada, digna de ser reverenciada, grave, muger de su casa; nunca reposa; bividora; esfuérçase a trabajar. La mala muger de perfecta edad es vellaca; es deshonesta; es mala muger, puta; atavíase curiosamente; es desvergonçada y atrevida y borracha. Mancebillo. El mancebo de bien es gentil hombre; es bien dispuesto; es ligero, suelto, gracioso en hablar, donoso. El mancebo bien acondicionado es obediente; es pacífico; es cuidadoso y diligente; obedesce, trabaja; es casto; bive avisadamente y cuerdamente. Moçuela. La donzella buena es gentil muger; es hermosa; es bien dispuesta; es avisada; presume de la honra para guardalla; no consiente que nadie se burle con ella. La donzella virtuosa es esquiva; es ascondida y zelosa de sí misma; es casta; guárdase; tiene mucho cuidado de su honra y de su fama; no consiente que nadie se burle con ella. La donzella deshonesta haze buen barato de su cuerpo; es desvergonçada; es loca, presumptuosa; tiene mucho cuidado de lavarse y de bañarse; tiene andar deshonesto, requebrado y pomposo. Muchacho. El muchacho bien afortunado es delicado; tiene madre y padre; es amado de ellos bien como único hijo; tiene hermanos mayores y menores; es docible; es bien mandado. El muchacho bien acondicionado es obediente; es bien mandado; tiene reverencia a los mayores; es humilde. El muchacho vellaco es travieso; es incorregible, mal inclinado y de mal coraçón; es fugitivo; es ladrón; es mentiroso. Niño o niña. El infante o infanta es delicado, bien dispuesto, sin tacha corporal; es hermoso, bien criado, sin enfermedad ninguna del cuerpo; es generoso; criase delicadamente con mucho cuidado. El infante travieso que no cura de generosidad es feo, desgraciado, mal acondicionado; es enfermo y apasionado de diversas pasiones; manco de los pies o de las manos, y bocquín. El niño de cinco o seis años, bonito y bien acondicionado, es alegre; es risoeño; es gracioso; es regocijado; salta y corre. El muchacho de está edad mal acondicionado llora y encorájase; es encorajado y emberrecado.
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Capítulo tercero De los animales del agua Párrapho primero: de algunas aves del agua que siempre moran en ella Las ánseres monzinas se llaman tlalalácatl o tlatlalácatl o atótotl. Son en parte de agua y en parte de tierra, porque en ambas partes andan. Vienen de hazia el occidente a estas partes de México. Todos los patos del agua se llaman canauhtli, Vienen de las partes del occidente a esta laguna de México. Estas aves que se siguen están puestas atrás: concanauhtli, çoquicanauhtli, yacacintli, atzitzicuítotl, atapálcatl, atoncuepotli, ateponaztli, xómotl, acacálotl, áztatl, acuicuiyálotl. Párrapho segundo: de los peces Los peces de esta tierra son semejantes a los de Castilla. Llámanse michi. Son semejantes en la cola, que la tienen hendida o horcajada, y también en las alillas y en las escamas, y en tener el cuerpo ancho y el cuello gruesso, y en ser ligeros, y en que se desliçan de las manos. Los peces de la mar se llaman tlamichi; quiere dezir "peces grandes", "peces que andan en la mar", que son buenos de comer. Estos peces grandes comen a los pequeños. Las anguilas o congrios se llaman coamichi, que quiere dezir "culebra pez". Dícese, "culebra" porque es largo como la culebra y tiene la cabeça como la culebra; y dízese "pez" porque tiene la cola como pez y tiene alillas como pez. Las tortugas de la mar se llaman chimalmichi, que quiere dezir "rodela pez", porque tiene redonda la concha como rodela. y dízese "pez" porque tiene dentro pescado. Hay un pescado en la mar que se llama totomichi, que quiere dezir "ave pez". Dízese "ave" porque tiene la cabeça como ave y el pico como ave, y pica como ave; y tiene las alas largas como pez y la cola como pez. Hay un pez en la mar que se llama uitzitzlmichi. Llámase ansí porque tiene el piquillo muy delgado, como el avecilla que se llama zinzón, que anda chupando las flores. Hay otro pez en la mar que se llama papalomichi, que quiere dezir "pez como mariposa", porque es de la hechura de mariposa. Hay otro pez en la mar que se llama ocelomichi, que quiere dezir "pez como tigre". Llámase ansí porque es semejante al tigre en la cabeça y en las manchas, y no tiene escamas. Hay otro pez que se llama cuauhxouili. Llámase ansí porque tiene la cabeça como águila y el pico corvo y amarillo como oro. No tiene escamas; es liso como anguila, grande y largo. No tiene huesos. Es de buen comer; todo es pulpa. Párrapho tercero: de los camarones y tortugas A los cancresos de la mar llaman tecuicitli o atecuicitli. Son sabrosos de comer. Son como los camarones de las lagunas, pero son mayores. Y lo comestible de ellos son los hombros, y el cuerpo no es de comer; y los intestinos de ellos son negros, no son de comer. Los camarones buenos críanse en la mar y en ríos grandes y en los manantiales de los ríos. Son mayores que los camarones de por acá, son colorados y muy sabrosos. Hay tortugas y galápagos. Llámanlos áyotl. Son buenos de comer, como las ranas. Tienen conchas gruessas y pardillas, y la concha de debaxo es blanca. Y cuando andan y cuando comen echan de fuera los pies y las manos y la cabeça y cuando han miedo enciérranse en la concha. Crían en la arena. Ponen huevos y entiérranlos debaxo de la arena, y allí se empollan y nacen. Son de comer estos huevos y son más sabrosos que los de las gallinas. Para tomar a estas tortugas o galápagos espéranlos de noche a que salgan fuera del agua, y entonce corren a ellos los pescadores, y buélvenlos la concha abaxo y la barriga arriba, y luego a otro y después a otro, y assí trastornan muchos de presto. Y ellos no se pueden volver; quédanse assí, y el pescador cógelos, a las vezes veinte, a las vezes quinze. A los caracoles de la mar llaman tecciztli. Tienen cuernos y son de comer. Y la concha es blanca, muy blanca como hueso. Es retorcido; es aquella concha como una cueva adonde se esconde. A las vezes echa fuera medio cuerpo y los cuernos, a las vezes se esconde dentro. A las conchas del agua llaman tapachtli o atzcalli, ansí a las de los ríos como las de la mar. Por este nombre llaman al pescado que tienen dentro y a la concha por sí. La concha llámase también ticicáxitl porque la usan las médicas para agorear. Estas conchas son cóncavas y anchas. En algunas de ellas se crían perlas. Son recias como hueso; son de diversas colores, unas blancas, otras verdes, otras coloradas. Algunas de ellas por de dentro tienen un esmalte que representa diversas colores. Estas son aquéllas en que se hazen las perlas, que por otro nombre se llaman ostiones. A las avaneras de los ríos llaman atzcalli. Véndenlas y cómenlas. Tienen la concha negra como las de España que se hazen en los ríos. El betón, que es como pez, que se usa en esta tierra se llama chapopotli. Házese en la mar. La mar lo echa a la orilla; de allí se coge. Párrapho cuarto: del animal que llaman el armado, y de la iaoana, y de los peces del río o lagunas Hay un animalejo en esta tierra que se llama ayotochtli, que quiere dezir "conejo como calabaça". Es todo armado de conchas; es del tamaño de un conejo. Las conchas con que está armado parecen pedaços de cascos de calabaça, muy duros y rescios. Hay otro animal en esta tierra que se llama cuauhcuetzpali, y los españoles le llaman iaoana. Es espantable en la vista. Parece dragón. Tiene escamas. Es tan largo como un braço; es pintado de negro y amarillo. Come tierra y moscas y otros coquillos. A tiempos anda en los árboles, a tiempos anda en el agua. No tiene ponçoña, ni haze mal, antes es bueno de comer. Estáse cuatro o cinco días sin comer; susténtase del aire. Hay lagartos en esta tierra, y llámanlos tecouixin. Son como los de Castilla. Tiene escamas y silva. Otra manera de lagartos hay que llaman milcuáxoch. Tiene unas vandas de verde, açul y amarillo desde la cabeça hasta la cola. Corre mucho. Come moscas, y muerden. Hay unos pececillos anchuelos que se llaman topotli. Son pardillos. Críanse en los manantiales. Son buenos de comer y sabrosos. A los peces blancos llaman amílotl o xouili. Su principal nombre es amílotl, especialmente de los grandes y gruessos. Xouili son aquellas bogas pardillas que se crían en el cieno y tienen muchos huevos. Los peces blancos que se llaman amílotl tienen comer delicado y de señores. Hay unos pececillos pequeñuelos que se llaman xalmichi. Hay otros pececillos barrigudillos que se crían en el cieno. Llámanlos cuitlapétutl. Son medicinales para los niños. Hay unos pececitos muy pequeños que se llaman michçacuan, que quiere dezir "pequeñitos peces". Andan juntos herviendo. Boelan como saeta de una parte a otra. Son ligeros en andar de una parte a otra. Todos estos peces son pequeñitos que aquí abaxo se ponen: yayauhqui michi, íztac michi, michteuhtli. Peces tostados y embueltos en hoja de maçorca se llaman michpictli. Pececitos tostados en comal se llaman michtlacectli. Peces grandes tostados se llaman michtláxquitl. A los barbos llaman tentzon michi. Estos críanse en los ríos y en los manantiales. Son grandecillos y tienen escamas y tienen barbas. Párrapho quinto: de los renacuajos y otras savandijas del agua que comen estos naturales Hay renacuajos que llaman atepócatl. Unos se crían en buen agua entre las joncias y entre las hovas y entre las otras yerbas del agua. Ascóndense entre las hovas. También se crían en las lagunas. En agua salitrosa no se crían. Comen cieno y algunos gusanillos del agua. Son negros en el lomo; son barrigudos; tienen el pescueço metido; tienen la cola ancha como cuchillo. Cómenlos en esta tierra la gente baxa. A las ranas llaman cuéyatl. Unas son negras, otras pardillas. Son barrigudas y cómense desolladas. A las ranas grandes llaman tecálatl. Estas ranas grandes ponen huevos, y los huevos se buelven renacuajos y después ranas. Hay unas ranillas que se llaman acacuíatl. Son manchadas de verde y prieto. Críanse en los cañaverales. Hay otras ranas que llaman çoquicuíatl, que quiere dezir "ranas de cieno". Y críanse en las ciénagas. Aunque se seca el agua, no se mueren; métense en la humedad de la tierra. Son de comer. Hay unos animalejos en el agua que se llaman axólotl. Tienen pies y manos como lagartillos, y tienen la cola como anguila, y el cuerpo también; tienen muy ancha la boca y barbas en el pescueço. Es muy buena de comer; es comida de los señores. Hay unos animalejos del agua que se llaman acocili. Son casi como camarones. Tienen la cabeça como langostas. Son pardillos, y cuando los coecen páranse colorados como camarones. Son de comer cocidos y también tostados. Hay otro animalejo en el agua que se llama aneneztli. Es larguillo y redondo. Tiene manos y pies, y tiene ancha la cabeça. Es pardillo. Son de comer. Vuélvense aquellos coquillos que tienen cuatro alas, y voelan, y llámanlos cavillanes en Castilla. Hay unos coquillos del agua que llaman axaxayácatl o cuatecómatl. Son por la mayor parte negros y del tamaño de pulgón de Castilla y de aquella hechura, y boelan en el aire y nadan en el agua. Cómenlos. Hay unas musquillas en el agua que llaman amóyotl. Andan en haz del agua. Péscanlas y cómenlas. Hay unos gusanos en el agua que se llaman ocuilíztac. Son muy ligeros en el agua. Y cómenlos. Hay unos coquillos en el agua que se llaman michpili. Son muy pequeñitos, como aradores. Péscanlos y dizen que son de muy buen comer. Hay otros coquitos que se llaman michpiltetei o amilótetl. Son como los de arriba dichos. Cómenlos. Hay otros gusanos del agua que se llaman izcauitli. No tienen cabeças sino dos colas. Son coloradillos. Hazen de ellos comida. Hay unas hurroras que se crían sobre el agua que se llaman tecuítlatl o acuítlatl o açóquitl o amomoxtli. Son de color açul claro. Después que está bien espesso y gruesso, cógenlo. Tiéndenlo en el suelo, sobre ceniça, y después hazen unas tortas de ello y tostadas las comen.
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Capítulo tercero De lo que Motecuçoma proveyó después que oyó la relación de los que vieron los primeros navíos Como huvo oído Motecuçoma las nuevas de los que vinieron de la mar, mandó luego llamar al más principal de ellos, que se llamava Cuetlaxtéatl, y los demás que havían venido con la mensajería. Y mandólos que pusiesen guardas y atalayas en todas las estancias de la ribera de la mar: la una se llama Nauhtlan Toztlan, otra Mictlan Cuauhtla, para que mirasen cuando bolviesen aquellos navíos, para que luego diesen relación. Con esto se partieron los calpisques o capitanes, y mandaron luego poner atalayas en las dichas estancias. Y Motecuçoma juntó luego sus principales: uno que se llamava Cioacóatl, otro Tlilpotonqui, otro Tlacochcálcatl, otro Cuappiatzin, otro Ticociaoácatl, otro Quetzalaztatzin, otro Uitznaoatlailótlac, otro Hecatempatiltzin. A todos éstos comunicó las nuevas que havían llegado, y mostrólos las cuentas de vidrio que havían traído los mensajeros, y díxolos: "Paréceme que son piedras preciosas. Guárdense mucho en la recámara; no se pierda ninguna; y si alguna perdiere, pagarla han los que tienen cargo de guardar la recámara." De ésta ahí a un año, en año de treze conejos, vieron en la mar navíos los que estavan en las atalayas, y luego vinieron dar mandado a Motecuçoma con gran priesa. Como oyó la nueva Motecuçoma, despachó luego gente para recibimiento de Quetzalcóatl, porque pensó que era él que venía, porque cada día le estavan esperando, y como tenía relación que Quetzalcóatl havía ido por la mar hazia oriente y los navíos venían de hazia oriente, por esto pensaron que era él. Embió cinco principales a que le recibiesen y le presentasen una gran presente que le embió. De los que fueron: el más principal de ellos que se llamava Yoalliichan; el segundo Tepuztécatl; el tercero Tiçaoa, y el cuarto Ueuetécatl; y el quinto Uueicamecatleca.
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Capítulo treinta Del signo decimoséptimo, llamado ce atl, y de su desastrada fortuna. Dezían que los que nacían en él, si en la media vida tenían alguna buena dicha, en la otra media havían de ser desdichados, y que por la mayor parte murían muerte desastrada. Dezían que este signo era de la diosa del agua, llamada Chalchiuhtliicue. Hazíanle gran fiesta los que tractavan por el agua con canoas El decimoséptimo signo se llama ce atl. Dezían que este signo era indiferente; en este Signo dezían que reinava la diosa que se llama Chalchiuhtliicue. Y los que tienen trato en el agua hazían ofrendas y sacrificios a honra de esta diosa en el calpulco, delante de su imagen; y dezían, por ser este signo indiferente, que cual o cual de los que nacían en él tenía buena fortuna, y todos los más de los que en él nacían eran mal afortunados, y murían mala muerte. Y si algunos bienes de este mundo tenían, poco tiempo los gozavan; al mejor tiempo se les acabava la ventura. Y por esta causa se levantó el refrán que dizen, "que en el mundo un día bueno y otro malo, y que los que son prósperos en un tiempo acabarán en pobreza, y los que tienen pobreza en la vida ante de la muerte tendrían algún descanso". Y los que nacían en este signo no los baptizavan luego; difiríanlos para el tercero día o para el seteno o para el deceno o para alguno de los que siguen, porque dezían que todos éstos, hasta el trezeno, tenían alguna bondad. La segunda casa de este signo se llama ume itzcuintli; la tercera, ei oçumatli; la cuarta, naui malinalli; la quinta, macuilli ácatl; la sexta, chicuacen océlutl, la séptima, chicome cuauhtli; la octava, chicuei cozcacuauhtli; la nona, chicunaui olin; la décima, matlactli técpatl; la undécima, matlactlioce quiáuitl; la duodécima, matlactliomome xúchitl; la terciadécima, matlactliumei cipactli.
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Capítulo treinta y cinco De las cerimonias que hazían cuando baptizavan la criatura, y del combite que hazían a los niños cuando le ponían el nombre, y de la plática que los viejos hazían a la criatura y a la madre Síguese la cerimonia que hazían cuando baptizavan a sus hijos y hijas. Este baptismo se hazía cuando salta el sol, y combidavan a todos los niños para entonce; dávanles de comer. La criatura que nacía en buen signo, luego le baptizavan, y si no havía oportunidad de baptizarla, luego difiríanla para la tercera o séptima o décima casa. Y esto hazían para proveerse de las cosas necessarias para el combite de los bateos. Llegando el día de los bateos, comían y bevían los viejos y viejas y saludavan al niño y a la madre. Al niño le dezían: "Nieto mío, has venido al mundo donde has de padecer muchos trabajos y fatigas, porque estas cosas hay en el mundo. Por ventura bivirás mucho tiempo, y te lograremos y te gozaremos, porque eres imagen de tu padre y de tu madre. Eres probén y brotón de tus abuelos y antepassados, los cuales conocimos que bivieron en este mundo". Dicho esto y otras cosas semejantes, halagavan a la criatura trayéndole la mano sobre la cabeça en señal de amor. Y luego començavan a saludar a la madre, diziendo de esta manera: "Hija mía, o señora mía, havéis sufrido trabajo en parir a vuestro hijo, que es amable como una pluma rica o piedra preciosa. Hasta agora érades uno, vos y vuestra criatura; agora ya sois dos distintos; cada uno ha de bivir por sí, y cada uno ha de morir por sí. Por ventura gozaremos y lograremos algún tiempo a vuestro hijo, y lo tendremos como a sartal de piedras preciosas. Esforçados, hija, y tened cuidado de vuestra salud; mirad no cayáis en enfermedad por vuestra culpa, y tened cuidado de vuestro hijito. Mirad que las madres mal avisadas matan a sus hijos dormiendo, o cuando maman; si no les quitan la teta con tiento, suélense agujerar el paladar y mueren. Mirad que, pues que nos le ha dado nuestro señor, no le perdamos por vuestra culpa. Y no es menester fatigaros con más palabras".
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Capítulo treinta y cuatro De la superstición que usavan los que ivan a visitar la rezién parida, y de otros ritos que se guardavan en la casa de la rezién parida Aquí se pone la cerimonia que hazían las mugeres a las rezién paridas. En sabiendo que alguna parienta havía parido, luego todas las vezinas y amigas y parientas ivan a visitarla para ver la criatura que havía nacido. Y antes que entrassen en aquella casa fregávanse las rodillas con cenize, y también fregavan las rodillas a sus niños que llevavan consigo, no solamente las rodillas, mas todas las coyunturas del cuerpo. Dezían que con esto remediavan las coyunturas que no se afloxasen. También hazían otra superstición: que cuatro días arreo ardía el fuego en la casa de la rezién parida, y guardavan estos cuatro días con mucha diligencia que nadie sacasse fuera el fuego, porque dezían que si sacavan fuego fuera quitavan la buena ventura a la criatura que havía nacido.
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Capítulo treinta y dos De los lloros y lástimas que hazían y dezían aquellos a quien robaron los nigrománticos, y de las demás casas de este signo Idos los ladrones, los de la casa a los robados comiençan a bolver en sí y a levantarse donde estavan echados, y comiençan a mirar por casa, por los cilleros y bodegas, y por las petacas y caxas y cofres, y no hallan nada de cuanto tenían. Y hallan robado todo cuanto tenían, oro y plata, y piedras y plumas ricas, y mantas y naguas y huipiles, y todo cuanto tenían; y comiençan todos luego a llorar y a dar gritos y a dar palmadas de angustia. Y las mugeres comiençan a dezir a bozes: "¡Queçan nel oc nen! ¡Quennel oc nen!", que quiere dezir "¡Oh, desventuradas de nosotras!" Y davan consigo tendidas en el suelo, y dávanse de puñadas y bofetadas en la cara, diziendo: "¡Ca onitquíoac otlacemichictía!", que quiere dezir "¡Todo cuanto teníamos, nos han llevado!" Y dezían muchas lástimas como está en la letra. De esta manera lloravan aquellos que estavan robados. A estos robadores también llamavan tetzotzomme, porque en tomándolos, luego los apedreavan y les tomavan todo cuanto tenían en sus casas. De las demás casas de este signo no hay que dezir más de lo que está dicho atrás. La segunda casa de este signo se llama ume calli; la tercera, ei cuetzpali; la cuarta, naui cóatl; la quinta, macuilli miquiztli; la sexta, chicuacen máçatl; la séptima, chicome tochtli; la octava, chicuei atl; la novena, chicunaui itzcuintli; la décima, matlactli oçumatli; la undécima, matlactlioce malinalli; la duodécima, matlactliomome ácatl; la terciadécima, matlactliomei océlutl.