Capítulo quinto De las serpientes y otros animales de tierra de diversas maneras Párrapho primero: de las serpientes ponzoñosas, del áspide Hay en esta tierra una culebra que se llama tecuitlacoçauhqui. Dizen es el príncipe o princesa de todas las culebras. Es gruessa y larga. Tiene eslabones en la cola, como víbora; tiene gran cabeça y gran boca; tiene dientes y la lengua horcaxada; tiene escamas gruessas. Es de color amarillo, de la color de la flor de la calabaça. Tiene unas manchas negras como las del tigre. Los eslabones tiene pardillos y duros. Silva esta serpiente. Come conejos y liebres y aves. Come cualesquier aves o animales, y aunque tiene dientes, no los masca, sino trágalos y allí dentro los dixiere o desmuele. Si alguna ave topa, trágasela entera. Y si están encima de algún árbol, arrójelos la ponçoña con que los haze cayer muertos. Un caçador vio la manera que tiene en caçar las aves o animales que están encima los árboles, como aquí escrito en la letra. Esta serpiente siempre anda acompañada con su hembra, y la hembra con su macho, aunque siempre andan el uno apartado del otro, y cuando se quieren juntar silva el uno y luego viene el otro. Y si alguno mata al uno de ellos, el otro persigue al que le mató hasta que le mata. En los eslabones se parece si esta serpiente es de muchos años, porque cada año produce un eslabón. Esta culebra o serpiente no puede andar por tierra rasa, mas va por encima del heno y de las matas, como volando. Si no le hazen mal, no haze mal. Pónese en la letra la manera que hay para caçarla, que es con el pícietl, con el cual también se toman todas las serpientes ponzoñosas. La injundia de esta culebra es medicinal para la gota. Untando con él el lugar donde está la gota, luego se aplaca el dolor. El pellejo de esta serpiente es medicinal contra las calenturas, dándole a bever molido al que las tiene. Una culebra muy ponçoñosa que se llama íztac cóatl, que quiere dezir "culebra blanca", es larga y rolliza. Tiene la cabeça grande; tiene dientes y colmillos; tiene la lengua horcaxada o hendida. Escupe ponçoña. Tiene eslabones. Tiene escamas y conchas. Es ligera en deleznarse. Voela. Es brava. Acomete velando a las personas y enróscase al pescueço y ahoga. Otra muchas culebras engendra ésta de diversas maneras que hazen también esto mismo. Esta culebra es rara. Hay otra culebra que se llama tleoa, que quiere dezir que "traye consigo fuego". Es gruessa y larga. Tiene las condiciones de la de arriba dicha. Tiene lomo pardo, el pecho colorado o bermejo; tiene la cola bermeja. Es ligera en deleznarse. Voela sobre las matas y yerbas; y cuando voela va levantada sobre la cola; voela como viento. Llámase tleoa porque a quien hiere o pica parece que se quema con fuego. Y no hay remedio contra esta ponçoña, sino que mata. Párrapho segundo: de otra culebra muy mostruosa y fiera Hay una culebra en esta tierra que se llama chiáuitl o chiauhcóatl. Es larga y gruessa. Tiene gran cabeça y tiene eslabones en la cola; tiene escamas gruessas. Escupe ponçoña. Es de color pardilla; es manchada de unas manchas prietas. Es espantable y pica y mata. Azecha a los que passan por los caminos. Especialmente a las mañanas pónese cerca de los caminos, un poco apartada, tanto cuanto puede saltar para picar al que pasa. Y primero se proeva en un árbol: salta contra él y pícale. Y en veniendo un caminante haze lo mismo y mátale. Esta culebra es más braba y muerde más vezes en tiempo de las aguas, porque tiene entonce más ponçoña. Y esto a la mañana, porque al mediodía y a la tarde no tiene fuerça su ponçoña. Donde pica, luego se hincha y comiença de manar aguadixa. Y si a esta mordedura no la socorren de presto, muere el mordido. Y si en el pie o en la mano pica, ya que no muere, sácase el pie o en la mano donde mordió. La medicina contra las mordiduras de las culebras es chuparle luego el lugar donde mordió, y saxarle y ponerle una tela muy delgada y trasparente que se haze en la sobrehaz de la penca del maguey, y llegan al fuego la mordidura calentándola, y fréganle con pícietl molido. Estas culebras hay en muchas partes, ansí en los montes como en las savanas. Para criar hazen su nido, y pare en él a sus hijos. Hay otra serpiente muy grande y feroz que llaman ulcóatl, o por otro nombre tlilcóatl, gruessa y larga como la que se llama tecutlacoçauhqui. Es prieta todo el cuerpo, eceto que tiene la boca colorada y el pecho amarillo. Es ponçoñosa y mata. Críase en las montañas y en los riscos. De la culebra que se llama tlilcóatl, que habita en el agua, arriba queda dicho. Hay otra culebra que se llama çolcóatl, que quiere dezir "la culebra enemiga de las codornices", porque las engaña con su canto y las come. Es mediana, ni es muy gruessa ni larga. Es pintada como las codornices. Tiene el pecho blanco y la boca amarilla. Es muy ponçoñosa, a quien pica no tiene remedio. Es fraudulenta; engaña con su canto a las codornices y a las personas. Canta como codorniz, y las codornices que la oyen piensan que es codorniz y vanse a ella, y arrebátalas y cómelas. Y algunos bubos indios, como oyen su canto, piensan que es codorniz y van hazia adonde está ella. Pícalos y mátalos. Los que son avisados, cuando oyen que silva esta culebra, escuchan si la responde otra codorniz, y si no la responde otra, ella torna a silvar o cantar en el mismo lugar que de antes, entienden que es esta culebra çolcóatl y guárdanse de ella. Dizen que voela esta culebra. Párrapho tercero: de la culebra de dos cabeças Hay una culebra en esta tierra que tiene dos cabeças: una en lugar de la cabeça, otra en lugar de la cola, y llámase maquizcóatl. Tiene dos cabeças; en cada una de ellas tiene ojos; y bocas y dientes y lengua. No tiene cola ninguna. No es grande ni es larga, sino pequeña. Tiene cuatro rayas negras por el lomo y otras cuatro coloradas en el un lado, y otras cuatro amarillas en el otro lado. Anda hazia ambas partes. A las vezes guía la una cabeça y a las vezes la otra. Y esta culebra se llama "culebra espantosa", y raramente parece. Tenían ciertos agüjeros cerca de esta culebra, como están en la letra. A los chismeros llámanlos por el nombre de esta culebra, que dizen que tienen dos lenguas y dos cabeças. Hay una serpiente en esta tierra que se llama maçacóatl, muy grande y muy gruessa, de color pardo escuro. Tiene eslabones en la cola; tiene en la cabeça cuernos como ciervo, y por esso la llaman maçacóatl, porque tiene cuernos como ciervo. Mora en las montañas muy ásperas. Cuando llega a edad perfecta, recógese en algún lugar o cueva, y desde allí, sin salir fuera, atrae con el anhélito conejos y aves y ciervos y personas, y cómelos. Y de esto se mantiene, estándose queda en su cueva. Hay otra culebra que también se llama maçacóatl. Es negra y gruessa y larga. No tiene eslabones en la cola, ni tiene dientes. Es perezosa, y es mansa y doméstica. Algunos las crían en sus casas para comer. Son buenas de comer Párrapho cuarto: de algunas culebras con cuernos y de su monstruosa propriedad Hay otra culebra que también se llama maçacóatl. Es pequeña. Tiene cuernos. Es prieta. No haze mal, ni tiene eslabones en la cola. De la carne de ésta usan los que quieren tener potencia para tener cuenta con muchas mugeres. Los que la usan mucho o toman demasiado cantidad, siempre tiene el miembro armado y siempre despiden simiente, y muere de ello. Hay unos caracoles en esta tierra como los de Castilla. Llámanlos también maçacóatl. Son provocativos a luxuria, y el que los usa sin medida muere de ello, como arriba se dixo de la culebra. Hay una culebra en esta tierra que se llama tetzauhcóatl. Ni es gruessa ni larga. Tiene el pecho colorado y el pescueço assí como brassa. Pocas vezes parece, y el que la ve cobra tal miedo que muere de él o queda muy enfermo. Y por esso la llaman tetzauhcóatl, porque mata con espanto. Hay otra culebra que se llama tlapapalcóatl. No es grande sino mediana. Llámase tlapapalcóatl porque es pintada de casi todas las colores. Hay otro monstro de culebras que se llama coapétlatl o petlacóatl. Dizque que se juntan muchas culebras y se entretexen como petate, y andan de acá y de allá, porque tiene todas las cabeças hazia fuera aquella tela; está cercada de cabeças de culebras. De estas culebras cuentan ciertas supersticiones, como en la letra están puestas. Hay otra culebra que también se llama coapétlatl. Es ancha como un pliego de papel, y en la una esquina tiene la cabeça y en la esquina contraria tiene la cola. Anda de través como cangrejo, y va haziendo ruido como cuando se arrastra un petate. Raramente parece esta culebra. Hay otra culebra que se llama chimalcóatl o coachimalli. Es una culebra larga y gruessa. Tiene eslabones en la cola. Tiene en el medio del lomo, hecha de su mesma carne, a manera de rodela muy pintada. Raramente parece esta culebra. Los que la ven, unos toman de ella mal agüero y otros bueno. Los unos piensan que luego han de morir por haverla visto, y otros dizen que han de ser prósperos y valientes en cosas de guerra por haverla visto. Hay otra culebra o serpiente que se llama citlalcóatl o citlalin ímiuh. Es verde y pintada de estrellas. En muy pocas partes parece. Es ponçoñosa, y su ponçoña es mortal. Tienen ciertas supersticiones cerca de esta culebra los chichimecas, como está en la letra. Hay una culebra que se llama metlapilcóatl, que quiere dezir "culebra rolliza como la piedra con que muelen las mugeres". Esta culebra es gruessa y rolliza, y si se mira de lexos, no parece dónde tiene la cola ni dónde tiene la boca, de ambas partes parece cola. Es parda escura. Deléznase cuando anda; a las vezes va rodando como piedra de muler. No es ponçoñosa, ni haze daño alguno. Críase en la provincia de Totonacapan. Párrapho quinto: de una culebra mostruosa en grandor y en ponçoña, con otras de su manera Hay una serpiente muy grande que se llama aueyactli. Es larga como una viga de diez braças. Tiene cascabeles en la cola, o eslabones. Tiene dientes y colmillos. Es muy deleznable. Es parda escura; es de la color de la culebra que se llama tlilcóatl. Tiene el pecho como amarillo; tiene el hocico colorado. Es ponçoñosa, y su ponçoña no tiene remedio. Críase esta culebra en las tierras calientes, especialmente en la provincia de Totonacapan. Muerde y pica y traga. Aguarda a los caminantes en los caminos. Pónese en las estrechuras de los caminos, atravesada en el camino, porque nadie passe sin que le vea y le cace. Y si alguno, viéndola, huye, luego va tras él, como volando. Y los que conoscen ya de esta culebra o serpiente llevan muchos papeles hechos como pelotas y llenos de pícietl mulido, y tíranle con ellos, o llevan unos jarrillos llenos de esta misma yerba y tíranle con ellos. Y como se quiebra el jarrillo y se derrama el pícietl, con el pulvo del pícietl se emborracha y se adormece. Y desque está adormecida, con un palo o varal largo métenla en la boca una manta en que va rebuelta aquella yerba pícietl mulido, y entonce pierde todo el sentido y ansí la matan. Y llégase esta culebra a los manantiales de las aguas, y allí come y traga cuantos peces y animales hay. Hay otra culebra que se llama palancacóatl. Es tan larga como una braça y tan gruessa como un braço. Es parda escura. Y llámase palancacóatl porque hiede a carne pudrida, y parece que tiene llagas pudridas por todo el cuerpo, y andan con ella muchas moscas comiéndola. Por donde quiere que va, va hediendo y van tras ella las moscas zumbando o zuñiendo. Es muy ponçoñosa. A quien muerde no escapa; no tiene medicina; púdrese y assí muere. Hay otra serpiente que se llama ecoacóatl o ecaoa. Esta culebra es mediana. No es muy gruessa, pero es larga: llega hasta tener tres o cuatro braças de largo. Es amarilla y colorada y verde y blanca por los lomos, rayados con estos colores. No es ponçoñosa, pero, cuando la haze mal o cuando caça, rebuélvese a lo que quiere matar y mátalo apretando. Llámase esta culebra ecacóatl, que quiere dezir "culebra del viento", porque cuando va alguna parte, si es tierra llana, va levantada sobre la cola como volando, y si son matas o çacatlales, va por encima de ello volando. Y por donde va parece que echa de sí un aire delgado. Hay otra culebra que se llama tzoalcóatl. Es pequeña: ni es muy gruessa ni muy larga. No tiene cascabeles ni dientes. Es parda escura: es de color de los tamales que se llaman tzoalli. No tiene ponçona, ni haze mal a nadie. Es bobilla y ándase por ahí sin hazer mal a nadie. Párrapho sexto: de otras mostruosas culebras en propiedades estrañas Hay otra culebra que se llama cincóatl o cencóatl. Es mediana. No tiene cascabeles, ni muerde. Es amarilla y colorada y parda escura. Quiere parecer a la culebra que se llama tecutlacoçauhqui. Tiene la cabeça ancha y la boca grande. No pare, mas haze nido y pone huevos, y de allí saca sus hijos. Enróscase al cuerpo de lo que quiere matar. Pica con la lengua y traga. No tiene ponçoña. Aquí se pone otra vez lo que aconteció al cúyotl con la culebra, que dizen que era de este género de culebras. Hay otra culebrillas que se llaman cuatzoncóatl. Son delgadas, casi como los cabellos de la cabeça. Cuando andan, van enroscadas. Pocas vezes parecen estas culebras. Hay unas culebras que se llaman mecacóatl. Son gruessas como el pulgar de la mano, pero la largura de ellas no se sabe qué tanto es, porque cuando alguno la ve, nunca acaba de ver el cabo de ella. Críase en tierras calientes, en lugares riscosos y xarales, en montañas muy espesas. Hay otra culebra que se llama tetzmolcóatl. Es de la manera del cincóatl en grussura y largura. Es verde y pintada de pardo. Es muy ponçoñosa y arremete a la gente; arremete como volando. Enróscase al pescueço y mata; aprieta tan recio que no hay quien se pueda valer de ella, ahora sea bestia ahora persona. Hay otra culebra que se llama quetzalcóatl. Hay muchas de ellas en la tierra caliente de Totonacapan. Es mediana; es del tamaño de las culebras del agua, o casi. Llámase quetzalcóatl porque cría plumas de la misma manera de la pluma rica que se llama quetzalli, y en el pescueço tiene unas plumas que se llaman tzinitzcan, que son verdes claras y pequeñas, y en la cola y en los eslabones tiene pluma como el ave que se llama xiuhtótotl, que es açul, y en el pecho tiene pluma colorada. Raramente parece esta culebra, ni se sabe lo que come. Cuando parece es para picar al que la ve, y su ponçona es mortal. A quien muerde luego muere súpitamente. Esta culebra buela cuando quiere picar y levántase en alto y arrójese sobre lo que quiere picar. Y cuando pica, también ella muere, porque echa de un golpe toda su ponçoña y con ella la vida. Párrapho séptimo: de otras culebras mostruosas en su ser y en sus propiedades Hay otra culebra que se llama xicalcóatl; quiere dezir "culebra de xícara". Hay unas grandes, otras pequeñas. Críanse en el agua. Cuando son grandes tienen en el lomo natural nacida una xícara muy pintada de todas colores y todos labores. Esta culebra, cuando quiere caçar personas, llégase a donde passan caminantes y demuestra la xícara sobre el agua, que anda nadando, y ella escóndese debaxo de ella, que no parece. Y los que passan por allí, como ven la xícara, éntranse en el agua a tomarle, y ella poco a poco se va allegando hazia lo hondo. Y el que va a tomarla vase tras ella, y llegando a donde está hondo, comiença a turbarse el agua y haze olas, y allí se ahoga el que iva a tomar la xícara. Dizen que esta culebra es negra; sola la xícara es de diversas colores. Hay otra culebra que se llama miaoacóatl. Es mediana y tiene unas rayas de diversas colores. No es ponçoñosa ni dañosa. Hay otra culebra que se llama petzcóatl. Es pequeñoela y negrilla. Ni tiene ponçoña, ni haze daño. Dizen que hay unas culebras que se hazen todas como una pella redonda, las colas adentro y las cabeças afuera, y andan rodando. Y llaman a este buroxón de culebras cooatapayolli. Si alguno encuentra con ellas, luego se desvaratan y echan a huir por diversas partes. Hay una culebra que se llama cooatapayolli, que quiere dezir "culebra redonda", y es como una pelota redonda y negra como olli. Y tiene cola de culebra y cabeça de culebra en el medio de lo redondo. Hay en esta tierra aquellos gusanos que llamarnos cimpiés, ni más ni menos como los de Castilla. Pónense en la letra las facciones y condiciones de estos gusanos. Hay muchos y buenos vocablos. Pónense las facciones y miembros corporales de todas las culebras. Dizen que las culebras son rollizas, delgadas, largas, tienen cola, tienen la cabeça ancha, tienen la boca ancha, pican, tragan, deléznanse, culebrean, rastran por el suelo y caçan como el gato. Algunas tienen cascabeles o eslabones y otras no; algunas tienen escamas y otras tienen conchas, otras son lisas; algunas de ellas se enroscan con lo que quieren matar. Son espantables. Tienen ponçona, y algunas escupen la ponçoña contra lo que quieren matar. Párrapho octavo: de los alacranes y otras savandixas semejantes, como arañas Hay alacranes es esta tierra; son como los de España. Llámanlos cólutl. Son ponçoñosos. Críanse especialmente en las tierras calientes, y allí son más ponçoñosos. Hay unos pardos, otros blanquezinos y otros verdes. Para aplacar las murdiduras de estos alacranes usan chupar la picadura y fregarla con pícietl molido, pero mejor son los ajos maxados y puestos sobre la picadura. Hay unas arañas en esta tierra, ponçoñosas, que las llaman tzintlatlauhqui. Son negras y tienen colorada la cola. Pican; la picadura da gran fatiga por tres o cuatro días, aunque no matan con su picadura. El azeite de estas arañas es muy medicinal para muchas enfermedades, como está en la letra. Hallan por medicina para aplacar de este dolor bever pulcre fuerte que llaman uitztli. Otras arañas hay que llaman tocamaxacualli. No son ponçoñosas, ni hazen daño. Hay chinches en esta tierra, como los de Castilla, y llámanlas texcan. Hay unos cocarachuelos que llaman caltatápach, y son pardillos. Tienen dos maneras de alas con que voelan. Son ponçoñosos; donde pican imprimen comezón y hinchazón. Acuden de noche a la candela. Hay otros cucarachos que llaman pinauiztli. Son de hechura de una hormiga, pero grandes como ratoncillos. Los que los ven toman mal agüero de su vista y piensan que les ha de acontecer algún desastre. Pónese aquí en la letra el razonamiento que haze el que topa a algunas de estas savandixas. Es graciosa. Párrapho nono: de diversas maneras de hormigas Hay muchas maneras de hormigas en esta tierra. Unas hormigas bermejas, grandecillas, muerden y son ponçoñosas. No matan, pero dan pena. Hay otras hormigas que llaman tlatlauhquiázcatl. Son mayustillas que las ya dichas. Muerden más que las ya dichas. La ponçoña sube hazia las ingles y a los sobacos. Hay otras hormigas que llaman ícel ázcatl. Son más bermejas que las ya dichas. No hazen cuevas, ni viven juntas, sino andan solas; por esso se llaman ícel ázcatl; quiere dezir "hormiga solitaria". Hay otra manera de hormiga que se llama cuauhházcatl, que quiere dezir "hormigas que se crían en los árboles". Son casi semejantes a las que llaman tlatlauhquiázcatl, y muerden y son ponçoñosas. Hay otras hormigas que se llaman cuitlaázcatl. De éstas unas son pardas, otras blanquezinas, otras amarillas escuras. Hoelen mal. Críanse en los moradales y en las raíces de los magueyes. Pican, y escuece su picadura. Hay muchas de éstas; andan a vandas. Hay otras hormigas que se llaman tlilázcatl o tzícatl. Críanse en tierras frías. Son pequeñuelas. Son negras y muerden. Y sus huevos son blancos. En algunas partes las comen, y por esso las llaman azcamolli. Hay otras hormigas que llaman tzícatl. Son casi semejantes a las de arriba dichas. Críanse en los lugares húmedos y donde hay cosas de comer. Hay una culebra que se llama tzicanantli, porque dizen que es madre de las hormigas. Es gruessa y críase en los hormigueros, en lo profundo de ellos. Es pintada de todas colores. Es espantosa. Hay otras hormigas que llaman tzicatana. Críanse en las tierras calientes y destruyen los árboles y cuanto hay. Andan en escuadrones como gente de guerra. Y llámanlas también tepeoani; quiere dezir "destruidoras". Hay otras hormigas que llaman necuázcatl, que quiere dezir "hormigas de miel". Críanse debaxo de tierra, y trayen en la cola una begiguita redonda llena de miel; es trasparente. Es esta begiguita como una cuenta de ámbar. Es muy buena esta miel, y cómenla como la miel de avejas. Párrapho décimo: de otras savandixas de la tierra Hay en esta tierra unos gusanos que en Castilla la Vieja se llaman carralexas, que se crían en las viñas. Llámanlas tlalxiquipilli. Son muy ponçoñosas acá. Matan cuando muerden. Hay unos cocarachuelos que se llaman tlalácatl. Críanse debaxo de tierra. Tienen pies y manos. Algunos de ellos son colorados, otros blanquezinos, otros blancos. Críanse en lugares húmedos. No tienen ponçoña, ni hazen mal. Hay un animalejo que se llama tapaxi o tapayaxi. Andan por los caminos. Son como lagartixas, un poco más anchuelos, y tienen espinas por el cuerpo y una grande en la cabeça. Son pardillos. En el juntarse el macho con la hembra son como personas. Cuando pare la hembra rebienta y muere, y salen sus hijos por la rotura de la barriga. Y luego van a buscar una herbeçuela que nace por los caminos que se llama memeya. Y llámase assí porque, quebrándola, mana leche de ella. Con aquella leche se mantienen y se crían los hijos de este animalejo, y después que son grandecillas comen moscas. Hay unos gusanos en esta tierra que también los hay en España. Llámanse conyayáoal; en la lengua española no sé cómo se llaman. Algunos de ellos son amarillos escuros, otros son colorados; otros son blanquezinos; otros son pardos escuros. Son larguillos como medio dedo, gruessos como una pluma de gallina de Castilla. Por lo más gruesso tienen muchos pies. En topando con ellos, luego se enroscan y estánse quedos. No muerden, ni hazen daño, pero si alguno los come o bebe, dizque matan. Usan de ellos por medicina contra dolor de las muelas o dientes. Pónenlos majados sobre la maxilla y luego se quita el dolor. Hay otros gusanos en esta tierra que se llaman tlalómitl, que quiere dezir "hueso de la tierra". Llámanlos ansí porque son blanquitos y duros y relucen. Son pequeñuelos y andan siempre debaxo de la tierra. Nunca se enroscan; siempre están derechos. No son ponçoñosos, ni hazen mal. Los que no arman para el ato natural, cómenlos o bébenlos crudos. Dizque aprovechan para armar. Hay unos escarabaxuelos que llaman ueuetlaneuhqui. Son blanquezinos. Ni hazen bien ni mal. Hay también escarabajos como los de Castilla, que hazen pelotillas del estiércol y llévanlo rodando. Llámanlos tecuitlaololo. A las vezes llevan dos una pelotilla. Ni hazen bien ni mal. Hay también escorabajos como los de España, y llámanlos pinácatl. Son negros y hieden como los de España. No tienen otro mal ni otro bien. Hay también en esta tierra martinetes como los de España. Llámanlos zontli ima, quiere dezir "pies de cabellos", porque tienen los pies largos y delgados, el cuerpo pequeño y redondo. Hoelen mal estas arañuelas. No tienen otro bien ni mal. Párrapho undécimo: de las avejas que hazen miel, que hay muchas diferencias de ellas, y de las mariposas Hay unos avejones en esta tierra que llaman xicotli. Hazen miel y hazen cuevas en la tierra, donde hazen su miel. Es muy buena miel la que hazen. Pican como avejas y lastiman, y hínchase la picadura. Hay otra manera de avejas que llaman pipiyoli. Son menores que las ya dichas. También hazen cuevas para hazer su miel. Hazen miel muy amarilla. Es buena de comer. Hay otras avejas que llaman mimiáoatl. Hazen miel en los árboles. Hazen una caxa a manera de alquitara, y dentro hazen sus panales y hínchenlos de miel. No engendran como los otros animales, sino dentro de los panales hazen sus hijos como gusanillos blancos. Lavran como las avejas de Castilla. Hazen muy buena miel. Hay muchas maneras de mariposas en esta tierra y de diversas colores, muchas más que en España. Hay una manera de mariposas que llaman xicalpapálotl o xicalteconpapálotl. Son muy pintadas de diversas colores. Hay otras mariposas que llaman tlilpapálotl. Son negras y rociadas con unas pintas blancas. Hay otras de mariposas que llaman tlecocozpapálotl o cuappachpapálotl. Son leonadas y reluze su color. Hay otras que se llaman iztacpapálotl. Son blanquezinas, entre amarillo y blanco. Hay otras que se llaman chianpapálotl. Son muy pintadas. Hay otras que se llaman texopapálotl. Son açules claras. Hay otras que se llaman xochipapálotl. Son muy pintadas, a las mil maravillas. Hay otras mariposas que se llaman uappapálotl. Son coloradas y pintadas, muy hermosas. Por este nombre también se llaman las hojas de los bledos cuando ya están maduras, que unas están amarillas, otras coloradas. Párrapho duodécimo: de muchas diferencias de langostas y de otros animalejos semejantes, y de los brugos Hay muchas maneras de langostas en esta tierra. Son como las de España. Unas de ellas se llaman acachapoli. Estas son grandecillas. Dícense acachapoli, que quiere dezir "langostas como saeta", porque cuando voelan van recias y rugen como una saeta. Suélenlas comer. Hay otras que se llaman yectli chapoli. Son medianas y son coloradas. En el tiempo de coger los maiçales andan. Son de comer. Hay otras langostas que llaman xopanchapoli, que quiere dezir "langostas de verano". Son grandes y gruessas. No voelan, sino andan por tierra. Comen mucho los; frixoles. Unas de ellas son prietas, otras pardillas, otras verdes. Suélenlas comer. Hay otras que se llaman tlalchapoli o ixpopoyochapoli, que quiere dezir "langostas ciegas". De éstas hay muchas y son pequeñas, y andan por los caminos y no se apartan, aunque las pisen. Son de comer. Hay otras langostas que llaman çolacachapoli. Son pintadas a manera de codorniz. También son de comer. Hay otras que llaman çacatecuilichtli. Llaman ansí porque cantan diziendo chii, chichi, chi chi, y andan siempre entre el heno. También son de comer. A los brugos que se crían en los cerezos o en los otros árboles llaman capolocuili y también áuatl. Estos hazen capullos en los árboles. Comen toda la verdura de los árboles y buélvense mariposas. No son de comer. Hay otros brugos que llaman auatecólotl. También se crían en los árboles. Unos son negros, otros rosos. Son muy bellosos, y los pelos que tienen pican. Las picaduras doelen como picadura de alacrán. También se buelven mariposas. Hay otros brugos que se llaman páçotl, que se crían entre los magueyes. Son grandes y bellosos. Párrapho 13: de diversas maneras de gusanos Hay unos gusanos que se llaman tetamachiuhqui, que quiere dezir "medidores", que cuando van andando parece que van como mediendo a palmos, y por esso los llaman tetatamachiuhqui. Ni tienen bien ni mal. Hay unos gusanos que se llaman meocuili, que quiere dezir "gusanos de magueyes". Son muy blancos. Críanse en los magueyes. Agujéranlos, métense dentro y van comiendo y echan la freza por el agujerillo por donde entraron. Son muy buenos de comer. Hay otros gusanos que se crían a las raíces de los magueyes. Llámanse, chichilocuili. Son colorados. Ni son buenos ni malos. Hay otros que se llaman metzonocuili. También se hazen en las raíces de los magueyes. Son blancos. Ni tienen bien ni mal. Otros gusanos hay que se llaman tzinocuili. Son blancos. Críanse en el estiércol. Ni son buenos ni malos. Hay otros gusanos que se llaman tzinocuili, que se crían dentro del cuerpo. El que los tiene parécesele en la cara, porque la tienen macilenta, amarilla y manchada. Las lombrices que se crían dentro del cuerpo y salen con la cámara, llámanlas tzoncóatl. Hay otros gusanos que se crían en la chíen verde que se llaman chiancuetla o chiencuetla, y también se llama tetepolchíchic. Son gruessos. Son entre blancos y verdes. Házense tan largos como un palmo. Tienen cuernos en la cabeça. Ni son buenos ni malos, sino parece que espantan cuando los ven. Hay unos gusanos que se llaman nextecuili. Críanse debaxo de tierra. Son del largo y grusor de un dedo. Cuando no llueve roen las raizes del maíz y sécase. Tienen pies y no andan con ellos, sino echados de espaldas. Y de aquí toman un adagio que los que hazen las cosas al revés llámanlos nextecuili. Hay otros gusanos que se llaman cinocuili, que quiere dezir "gusanos del maíz". Críanse dentro de las maçorcas cuando verdes y destrúyenlas. Son de comer. Hay otros gusanos que se llaman tlaçolocuili, que quiere dezir "gusanos del estiércol". Son medianos y pardillos. Ni tienen bien ni mal. Hay otros gusanos que se llaman citlaocuili, que se crían en los árboles de las tunas y en las mismas tunas. Dáñanlas. Hay otros gusanos que se llaman citlalocuili, que se crían en los braços o miembros de los conejos y ratones, y también se llaman citlálmitl. Y éstos matan a los conejos y ratones. Están metidos dentro de la carne y miran hazia fuera. Hay unos escarabajuelos que se llaman temoli. Son leonados debaxo de las conchas. Tienen alas y voelan. En el tiempo del verano andan y en el tiempo de las aguas comen las flores. Hay otros escarabajuelos como los ya dichos, y andan en el estiércol. Llámanse cuitlatemoli. Hay otros escarabajuelos como los ya dichos que se llaman ayoxochquiltemoli. Mantiénense en las flores de las calabaças. Hay otros escarabajuelos que se llaman cuauhtemoli. Dícense ansí porque se crían dentro de los maderos, y son bermejos y grandecillos. Ni tienen bien ni mal. A los gusanos que se crían dentro de los maderos llaman cuauhocuili. Son muy blancos y siempre están dentro del madero. Allí se crían y allí comen y allí se mueren. Tienen el piquito muy rezio, que barrenan el madero y andan por de dentro de él. Estos son los que llamamos carcoma. Párrapho 14: de las luciérnagas que alumbran de noche, que hay muchas diferencias de ellas, y de las moscas y moscardones y mosquitos Hay muchas maneras de luciérnagas en esta tierra, y a todas las llaman ícpitl. Hay unas de ellas que llaman cóquitl. Son como langustas, un poco más larguillas, y andan en el tiempo de las aguas. Y voelan de noche muchas de ellas y tienen luz, así como una candela, en la cola, y algunas vezes alumbran más que candela, como hachas de tea, cuando es la noche muy escura. Algunas vezes van volando muchas en rencle, y algunos bobos piensan que son aquellos hechiceros, que llaman tlauipuchme, que andan de noche y echan lumbre por la cabeça o boca. Otras luciérnagas hay que son como mariposas y tienen en la cola luz. Hay unos gusanos que también tienen luz en la cola y relucen de noche. Otras luciérnagas hay que llaman azcapapálotl. También tienen en la cola lumbre. Otras luciérnagas hay que llaman cópitl. Tienen alas. A trechos cubren la lumbre y a trechos la descubren. Todas éstas andan de noche y relumbran volando, eceto los gusanos que no voelan. Hay un escarabajuelo que se llama máyatl. Es muy hermoso. Relúcenle las conchas como esmeralda. Ningún daño haze. Hay avispas en esta tierra como las de Castilla, y llámanlas étzatl. Hay un moscardón que se llama tecmílotl. Pienso que es távano. Pican mucho a las bestias y chúpales la sangre. Hay moscas de velesa que se llaman miccaçayoli, como las de Castilla. Hay unas mosquillas que andan en el tiempo de las aguas, que se llaman xopançayoli. Son verdes escuras y relucen, y rugen cuando voelan. No hazen mal. Hay otros moscardones que se llaman tzonoatzalton o tetotoca. Es negro. Anda por los caminos y entierra los gusanos. Llámanse tzonoatzalton porque tiene muy poca carne. Llámanse tetotoca porque entierra los gusanos que halla por los caminos. Pica y lastima. Hay unos mosquitos que se llaman chilton. Son pequeñitos. Acuden a los ojos, y sus picaduras escuecen como chilli. Y si entran en los ojos dan mucha pena. Hay unas moscas que se llaman cuitlaçayoli o çayoli. Andan en las moradales o donde hay estiércol o suciedad, y por esso se llaman cuitlaçayoli, que quiere dezir "mosca de suciedad". Y también las moscas comones, que acuden a lo que comemos y a lo que bebemos y a la miel, se llaman cuitlaçayoli. Hay otras mosquillas pequeñas que se llaman çayolton. En todas partes andan. No dan mucha pena, pero éstas en tierra caliente dan pena, y pican. Hay otras moscas pequeñuelas y verdecillas que se llaman xiuhçayoli. No son penosas. Hay mosquitos çancudos que se llaman móyotl. Son pardillos. Y son como los de Castilla y pican como los de Castilla. Hay otros mosquitos muy menudos que se llaman xalmóyotl. Andan en las tierras calientes. Son muy penosos. Llámanse xalmóyotl porque son menudos, como arena.
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Capítulo quinze Del octavo signo, llamado ce malinalli, y de su adversa fortuna. La segunda casa de este signo teníanla por buena, y universalmente todas las casas de nueve arriba, scilicet, 10, 11, 12, 13, las tenían por buenas El octavo signo se llama ce malinalli. Dezían que este signo era mal afortunado, y era temeroso como bestia fiera. Los que en él nacían tenían mala ventura: eran prósperos en algún tiempo, y presto caían de su prosperidad; nacíanles muchos hijos, y presto se les murían todos. Y en muriendo el primero, luego le seguían los otros; mayor era la angustia y pesar que recibían de la muerte de sus hijos que fue el plazer de haverlos tenido. Y por esto se dezía que era como bestia fiera este signo. Los que nacían en esta primera casa no se baptizavan hasta la tercera, que se llamava yei océlutl; dezían los astrólogos que las terceras casas de todos los signos eran bien acondicionadas. La segunda casa de este signo se llama ume ácatl; dezían que esta casa era bien afortunada, porque dezían que era de Tezcatlipuca, porque tenía la cara pintada como la imagen de Tezcatlipuca. Y algunos por su devoción llevavan a sus casas la imagen de Umácatl, y teníanla allá docientos días, y llevávanla a su casa en la misma casa de umácatl. La cuarta casa se llamava naui cuauhtli; y la quinta macuilli cozcacuauhtli; y la sexta chicuacen olin. Dezían que todas estas casas eran infelices, y que los que en ellas nacían serían desdichados y mal acondicionados y reboltosos y malquistos. Y dezían los astrólogos que los que nacían en estas casas convenía que los baptizassen en la casa siguiente, que se llamava chicome técpatl, para que allí tomasse alguna buena ventura, porque dezían que todas las casas del séptimo número eran buenas, porque eran de la diosa Chicomecóatl, que es diosa de los mantenimientos. La octava casa de este signo se llama chicuei quiáuitl; y la nona, que es chicunaui xúchitl, ya se dixo arriba que estas casas octava y nona siempre son infelices; los que en ellas nacen son ladrones y salteadores y adúlteros, etc. La décima casa, que es matlactli cipactli, dezían que ésta era bien afortunada, que los que en ella nacían vivían prósperos y alegres en este mundo, ahora fuessen hombres, ahora mugeres. Lo mismo dezían de las casas siguientes, que son: matlactlioce écatl y matlactliomome calli y matlactliomei cuetzpali. Dezían que las llevava tras sí en bondad la décima casa, porque en todos los signos la décima casa haze buenas a las otras tres que se siguen.
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Capítulo quinze Que después de la plática de señor se levanta otro principal y haze otra plática al pueblo en presencia del mismo señor, encareciendo las palabras que el señor dixo y engrandeciendo su persona y autoridad, y reprehendiendo con agrura los vicios que él tocó en su plática Oíd con atención los que presentes estáis, hombres y mugeres: vuestro señor y rey os ha hablado en su misma persona. Él en persona os ha publicado cosas muy preciosas, muy murales y muy necessarias. Ha sembrado en vuestra presencia chalchihuites y zafiros, cosas muy raras, muy dignas de ser estimadas, las cuales los señores y grandes personas tienen atesoradas en su pecho, los cuales sustentan la tierra con su doctrina y leyes. Ha avierto en vuestra presencia sus cofres y sus caxas donde tiene guardadas sus riquezas, donde está atesorado y guardado el tesoro de los grandes y señores para amonestar y doctrinar a sus basallos. Y pues havéis oído y visto lo que ha hecho y dicho, no es razón que ninguno de cuantos aquí estáis degéis de considerar la obligación en que os ha puesto vuestro señor en haveros hablado su misma persona. Y ansí eres obligado a guardar lo que has oído, aunque es assí que están presentes muchos senadores y sabios y retóricos que pudieran hablar en su nombre, dezir de lo que él dixo, porque ellos tienen este oficio y este cargo de hablar al pueblo y manifestarle las leyes que dicta el señor rey. Al presente haos hablado vuestro señor rey por el sentimiento que tiene su coraçón de vuestras costumbres y de vuestra manera de bivir, y tened por cierto, y no dudéis, que es verdadera madre y vuestro verdadero padre; la madre que te parió y el padre que te engendró no es tan tu verdadera madre y padre como él lo es. Por cierto, es tu verdadero padre, el que te da doctrina y lumbre cómo bivas, cómo te valgas, y no lo es el que nunca tal beneficio te hizo. Has venido aquí a conocer a tu verdadera madre y a tu verdadero padre, a quien has de obedecer y amar, y a quien has de tener por tus riquezas y bienaventurança. Aquí le tienes, y él mismo te ha hablado, aunque tú eres un pobre basallo y una persona baxa de su república, y él es el señor y rey. En tu presencia ha avierto y derramado las riquezas de su doctrina que son más preciosas que cuentas de oro y plumas ricas y chalchihuites y zafiros muy preciosos y raros. Y tú, que tienes madre y padre, que eres generoso y ilustre, o eres de generación de gente valerosa que se exercitan la milicia, o eres hijo de algún hombre rico, que has nacido y te has criado en regalo, ¿no rescibes las palabras y doctrina que te da tu madre y tu padre? He aquí el mismo rey y señor, cuyas palabras deves de rescebir y guardar en tu coraçón, y su doctrina deves tener por espejo, y a él deves obedecer. Y si a él no obedeces, ¿a quién obedecerás? ¿Quién vendrá? ¿A quién esperas para obedecerle? Y si por ventura no rescibieres esta doctrina, haz como te pareciere, que sobre ti vendrá tu merecido. Y si a tu señor y rey no quieres obedecer, ¿a quién obedecerás? Claro parece que estás muy estragado y perdido; estás malaventurado y no quedarás sin castigo. Pues que estás en la ira de dios, no es possible sino que sobre ti venga en breve, o está ya en el camino, algún gran mal. Por ventura viene sobre ti algún espantoso hado o algún trabajoso y riguroso castigo de nuestro señor dios. Por ventura has merecido que ante de tiempo seas ciego o tollido, o te podrirás con alguna enfermedad, o por ventura andarás pobre y miserable, suzio y roto, y te verás y te dessearás. Pues dime agora, ¿qué es lo que quiere tu coraçón? ¿Quieres que te venga a hablar nuestro señor dios en figura de hombre, y con palabras de hombre? ¿Entonce, por ventura, recibirás y tomarás su consejo? ¿Entonce, por ventura, se satisfará tu coraçón? ¿Entonce te contentarás? ¿Entonce, por ventura, repossará tu coraçón? ¡Oh, grandíssimo vellaco! ¿Qué quieres? ¿En qué te tienes? ¿Qué piensas de ti? ¿Quién eres tú? Aquí manifestamos, aquí sacamos en público, como de cofre y de caxa, aquí derramamos y esparcimos delante de ti cuentas de oro y plumas ricas y piedras preciosas y muy finas y muy raras, que no se soelen dar, ni se soelen dezir, que están atesoradas en los tesoros de los grandes señores, y que solos ellos las tienen guardadas y las posseen. ¡Oh, hombre malvado! ¿Por ventura por ti solo fue elegido y embiado tu señor y rey N, gran señor muy regalado, muy querido y gran príncipe? ¿Y por ti solo derramamos y esparcimos los tesoros que tenía guardados en su coraçón? ¿Piensas, malvado, que son pocos los negocios del regimiento en que entiende? ¿Sabes este negocio del regimiento de cuánto peso es? ¿Sabes los trabajos que hay en el regimiento de la república? Por cierto, ni lo sabes ni lo consideras. Todos los días y las noches de este mundo no cessa de llorar y suspirar por ti y por otros vellacos como tú. Este señor y rey que tú aquí ves todos los días y noches anda de rodillas y de codos. Orando y gimiendo por ti delante de dios para saber cómo se havrá en regirte y llevarte a cuestas en essos días que viviere, y para saber los años que le restan de la vida cómo te llevará a cuestas y de guiarte por el camino derecho, y para saber qué es lo que dios ha de hazer de ti, qué es lo que está determinado de ti en los cielos y en el infierno, o si por ventura estás desamparado y desechado. ¿Por ventura tú tienes cuidado de las cosas adversas y espantables que han de venir, que no las vieron pero temiéronlas los antiguos y antepassados nuestros? ¿Tienes cuenta o cuidado con los eclipsis de sol, o con los temblores de la tierra, o con las tempestades de la mar, o con los rompimientos de los montes? ¿Tienes, por ventura, cuidado de la angustia que se siente cuando vienen diversas tribulaciones y desasosiegos de todas partes, que mirando a todas partes no hay favor ninguno? ¿Proveerás por ventura tú y es a tu cargo de pensar cuándo se levantará guerra, vendrán los enemigos a conquistar el reino o señorío o pueblo en que vives? ¿Es a tu cargo de pensar con temor y con temblor si por ventura se destruirá y asolará el pueblo, y havrá gran turbación y aflicción? Cuando se viere la perdición y destruimiento, ¿qué acontescerá a los pueblos y reino y señoríos, y súpitamente quedare todo ascuras y todo destruido? ¿O por ventura vendrá tiempo en que nos hagan a todos esclavos y andaremos serviendo en los más baxos servicios, que es de arrastrar piedras y maderos, o en servir a los enfermos? ¿Por ventura vendrá hambre donde haya gran mortandad de la gente popular, y se asolará y yermará el pueblo? También hay cuidados y trabajos cerca de las cosas de la guerra, en pensar qué modo se tendrá para resistir a los enemigos para conservar el reino o el pueblo, porque jamás cessan las peleas y las guerras donde se derrama mucha sangre y muere mucha gente. En estas cosa ya dichas entienden y piensan y se afligen y se fatigan de noche y de día los que rigen y goviernan. Y tú, que estás aquí presente, no tienes cuidado más de ti solo, y te llevan a cuestas y en bracos los que rigen. Grandes son ciertamente los trabajos de los señores y reyes y governadores. Y mira que agora que tu señor te habla, te exhorta a la obediencia y al bien bivir, no le menosprecies, ni le desdeñes dentro de ti; antes deves tenerle en mucho, porque tiene por bien hablarte y verte en persona, y nuestro señor dios le inspira lo que te dize. Y esto haslo de tener en mucho, y tenerte por indigno de oír sus palabras, y déveslas guardar dentro en ti como oro en paño. Tenlo por muchila para todo el tiempo que vivieres en este mundo, y mira que no lo pierdas. Ponlo dentro de tu coraçón, porque te será vida y consolación todo el tiempo que vivieres. Has rescibido gran beneficio. Por ventura nunca otro tal rescebiste. Ni tu madre ni tu padre te hizieron tan gran beneficio; y por ventura en ningún otro tiempo se te será hecho otro tal. En conclusión, desséoos a todos los aquí estáis prosperidad y bienaventurança, y por esta causa he dicho estas pocas palabras para vuestro provecho y en servicio de nuestro señor y rey. Dios os dé, hijos, mucho reposo.
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Capítulo quinze De los oficiales que labran oro En este capítulo se comiença a tratar de los oficiales que labran oro y plata. Los oficiales que labran oro son de dos maneras. Unos de ellos se llaman martilladores o majadores, porque éstos labran oro de martillo, majando el oro con piedras o con martillos para hazerlo delgado como papel. Otros se llaman tlatlaliani, que quiere dezir que "asientan el oro", o alguna cosa en el oro o en la plata. Estos son verdaderos oficiales, que por otro nombre se llaman tultéca. Pero están divididos en dos partes porque labran el oro cada unos de su manera. Tenían por dios estos oficiales, en tiempo de su idolatría, a un dios que se llava Tótec. A este dios hazían fiesta cada año en el cu que se llamava Yopico, en el mes que se llama tlacaxipeoalizili. En está fiesta de tlacaxipeoaliztli, donde desollavan muchos captivos, y por cuya causa se llama tlacaxipeoaliztli, que quiere dezir "desollamiento de personas", uno de los sátrapas vestíase un pellejo de los que havían quitado a los captivos, y assi vestido era imagen de este dios llamado Tótec. A éste, vestido con el pellejo que havían quitado al otro captivo que havían sacrificado, llamávanlo Tótec, y ponían sus ornamentos muy preciosos. El uno de ellos era una corona que llamavan iteuquecholtzon o itlauhquecholtzon, "corona hecha muy curiosamente y de plumas preciosas", y las mismas plumas le servían de cabellera. Poníanle en las narizes una media luna de oro encaxada en la ternilla que divide la una ventana de la nariz de la otra. Poníanle también unas orejeras de oro. Dávanle en la mano derecha un báculo que estava hueco de dentro y tenía sonajas, el cual, en moviéndole para andar, luego las sonajas hazían su son. Poníanle en la mano izquierda una rodela de oro, como las usan los de Anáoac. Poníanle unas cotaras bermejas, como armagradas. Tenía pintado el cuello de la cotara con plumas de codorniz sembradas por todo él. Llevava por divisa y plumaje a cuestas, atado a las espaldas, tres vanderillas de papel que se movían como las dava el viento, haziendo un sonido de papel. Componíanle también con unas naoas que llamavan tzapucuditl, hechas de pluma rica que se llama chilchótic y quetzaluitztli, que huían unas vandas por todas las naoas que parecía como enverdugado. Poníanle al cuello un juel ancho, de oro de martillo, que Llamavan coacózcati. Aparejávanle sentaderos o sillas en que se sentasse, que llamavan tzapoicpaili. Estando sentado este dios o diosa, o por mejor dezir diablo o diablesa, ofrecíanle una manera de tortas que llaman uilocpaili de maíz molido, sin cozer, hechas. Ofrecíanle también manojuelos de maçorcas de maíz que apartan para semilla. También le ofrecían las primicias de la fruta y las primeras flores que nacian aquel año. Con estás ofrendas le honravan. Yendo andando, iva haziendo meneos de dança con gran pompa, meneando la rodela y el báculo, haziéndole sonar a propósito del baile que hazía. Después de esto, hazían un exercicio de guerra con este Tótec. Todo lo que dize está letra son las cerimonias que se hazían en está fiesta, que se llama toçoztontli. Declaráse en su lugar en el Segundo Libro, que trata de las fiestas que se hazían a los dioses. Allí se podrá ver.
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Capítulo quinze De muchas maneras de malas mugeres La puta es muger pública y tiene lo siguiente: que anda vendiendo su cuerpo; comiença desde moça y no lo pierde siendo vieja, y anda como borracha y perdida. Es muger galana y polida, y con esto muy desvergonçada, y a cualquier hombre se da y le vende su cuerpo, por ser muy luxuriosa, suzia y sinvergüença, ambladora y muy viciosa en el acto carnal. Púlese mucho, y es tan curiosa en ataviarse que parece una rosa después de muy bien compuesta; y para adereçarse muy bien, primero mírase en el espejo, báñase, lávase muy bien y refréscase para más agradar. Sufriese también untarse con ungüento amarillo de la tierra, que llaman axí, para tener buen rostro y luziente, y a las vezes se pone colores o afeites en el rostro, por ser perdida y mundanal. Tiene también de costumbre teñir los dientes con la grana, y soltar los cabellos para más hermosura, y a las vezes tener la mitad de ellos sueltos y la otra mitad sobre la oreja o sobre el hombro, y trançarse los cabellos y venir a juntar las puntas sobre la mollera, como cornezuelos; y después andarse pavoneando y muy erguida, al fin, como mala muger, desvergonçada, disoluta e infame. Tiene también de costumbre sahumarse con algunos sahumerios olorosos y andar mascando el tzictli para limpiar los dientes, lo cual tiene por gala; y al tiempo de mascar suenan las dentelladas como castañetas. Es andora o andariega, callejera y placera; ándase paseando, buscando vicios; anda reyéndose; nunca para, y es de coraçón desasosegado, y por los deleites en que anda de continuo sigue el camino de las bestias; júntase con unos y con otros. Tiene también de costumbre llamar haziendo señas con la cara, hazer del ojo a los hombres, hablar guiñando del ojo, llamar con la mano, bolver el rostro asquereando, andarse reyendo para todos, escoger al que mejor le parece, y querer que la codicien; engañar a los moços o mancebos, y querer que le paguen bien, y andar alcagüeteando las otras para otros, e andar vendiendo a otras mugeres. La adúltera es tenida por alevosa, o es traidora, por lo cual no es tenida en alguna reputación. Vive muy deshonrada y cuéntase como por muerta, por cuanto tiene perdida la honra. Tiene hijos bastardos, y con bevedizos se provoca a móvito y mal parir; y por se tan luxuriosa, con todos se echa y haze traición a su marido; engáñale en todo y le trae ciego. La muger que tiene dos sexos, o la que tiene natura de hombre y natura de muger, la cual se llama hermafrodita, es muger mostruosa, la cual tiene supinos y tiene muchas amigas y criadas, y tiene gentil cuerpo. Como hombre habla, y anda como varón, y vellosa; usa de entrambas naturas; suele ser enemiga de hombres, porque usa del sexo masculino. La alcagüeta, cuando usa alcagüetería, es como un diablo y trae forma de él, y es como ojo y oreja del diablo; al fin, es como mensagera suya. Está tal muger suele pervertir el coraçón de las otras y las trae a su voluntad a lo que ella quiere. Muy retórica en cuanto habla, usando unas palabras sabrosas para engañar, con las cuales como unas rosas anda combidando a las mugeres, y ansí trae con sus palabras dulces a los hombres abovados y embelesados.
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Capítulo segundo De la estimación en que era tenido el dios llamado Titlacaoa o Tezcatlipuca El dios que se llamava Titlacaoan dezían que era criador del cielo y la tierra y era todopoderoso, el cual dava a los bivos todo cuanto era menester de comer y bever y riquezas. Y el dicho Titlacaoan era invisible y como escuridad y aire, y cuando parecía o hablava a algún hombre era como sombra. Y sabía los secretos de los hombres que tenían en los coraçones, y le aclamavan rogando y diziendo: "¡Oh, dios todopoderoso que dais vida a los hombres, que os llamáis Titlacaoan, hazedme merced de darme todo lo necessario para comer y bever y gozar de vuestra suavidad y delectación, porque padezco gran trabajo y necessidad en este mundo! ¡Haved misericordia de mí, porque estoy tan pobre y desnudo, y trabajo por os servir, y por vuestro servicio barro y limpio y pongo lumbre en esta pobre casa donde estoy aguardando lo que me quisierdes mandar, o hazed que luego me muera y acabe esta vida tan trabajosa y miserable, para que descanse y huelgue mi cuerpo". Y más dezían, que el dicho dios, que se llamava Titlacaoan, dava a los bivos pobreza y miseria, y enfermedades incurables y contagiosas de lepra y bubas y gota y sarna y hidropesía, las cuales enfermedades dava cuando estava enojado con los que no cumplían y quebrantavan el voto y penitencia a que se obligavan de ayunar, o si dormían con sus mugeres, o las mugeres con sus maridos o amigos en el tiempo del ayuno. Y los dichos enfermos, estando muy penados y agraviados, aclamavan rogando y diziéndole: "¡Oh dios, que os llamáis Titlacaoan, hazedme merced de me relevar y quitar esta enfermedad que me mata, que yo no haré otra cosa sino emendarme. Si yo fuere sano de esta enfermedad, hágoos un voto de os servir y buscar la vida; si yo ganare algo por mi trabajo, yo no lo comeré ni gastaré en otra cosa sino que por os honrar haré una fiesta y banquete para bailar en esta pobre casa!" Y el enfermo desesperado que no podía sanar, reñía enojado y dezía: "¡Oh, Titlacaoan, puto, hazéis burla de mí! ¿Por qué no me matáis?" Y algunos enfermos sanavan y otros morían. Y el dicho Titlacaoan también se llamava Tezcatlipuca y Moyocoyatzin y Yaotzin y Nécoc Yáutl y Neçaoalpilli. Llamávanle Moyocoyatzin por razón que hazía todo cuanto quería y pensava, y que ninguno le podía impedir y contradezir a lo que hazía ni en el cielo ni en este mundo, y enriquezía a quien quería, y también dava pobreza y miseria a quien quería. Y más dezían, que el día que fuere servido destruir y derribar el cielo, que lo haría y los bivos se acabarían. Y al dicho Titlacaoan todos le adoravan y rogavan, y en todos los caminos y divisiones de calles le ponían un asiento hecho de piedras para di, que se llamava momuztli; y le ponían ciertos ramos en el dicho asiento por su honra y servicio cada cinco días, allende de los veinte días de fiesta que le hazían; y ansí tenían la costumbre y orden de lo hazer siempre.
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Capítulo segundo Trata de lo que hizo, dixo la hermana de Huitzilopoch, Malinalxoch, quando rrecordó otro día, que la dexaron dormida y engañada Recordada la Malinalxoch, començó a llorar y plañir rreziamente y dixo a sus padres que allí quedaron con ella, diziendo: "Padres míos, ¿a dónde yremos, pues que con engaño manifiesto me dexó mi hermano Huitzilopuchtli? ¿Por dónde se fue, q<ue> no beo rrastro de su yda, y aquellos maluados con él? Sepamos en qué tierra fueron a parar, a dónde hizieron asiento, porque no siento en qué tierra, que toda está ya ocupada y <en>baraçada y poblada de gentes estrañas". Y así, bieron el çerro de la gran peña llamada Texcaltepetl y allí fueron a hazer asiento y lugar, y llegáronse a los naturales y bezinos de aquel lugar, llamados texcaltepecas, y rrogáronle les diesen asiento y lugar en aquel peñasco, y los bezinos de allí fueron contentos de ello; y la Malinalxoch estaua ya preñada y en días de parir, y dende algunos parió un hijo <que> le llamaron Cohuil. Y estando de asiento en términos de Texcaltepec, <en> los lados que llamaron el sitio Coatepec, allí se mostraron los mexicanos chichimecos, y los moradores çercanos, se 2v serranos otomís, murmurando unos y otros, dezían: "¿Qué gentes son estas? ¿De dónde binieron? Porque paresçen gentes rremotas, alborotadores, malos, bellicosos". Y los mexicanos, después de aber fecho asiento, casas, buhiyos, su templo y cu de su dios, començaron a hazer casa y adoraçión de Huitzilopochtli, y, hecho el templo, luego pusieron al pie del Huitzilopochtli una gran xícara como batea grande, manera como una fuente grande de plata con que se demanda limosna agora en n<uest>ra rreligión cristiana. Abiendo hecho, luego a los lados del gran diablo Huitzilopochtli, le pusieron otros demonios, manera de sanctos, que fueron éstos: Yopico, Tlacochcalco, Huitznahuac, Tlacatecpan, Tzommolco, Atenpan, Tezcacoac, Tlamatzinco, Mollocotlilan, Nonohualco, Çihuatecpan, Yzquitlan, Milnahuac, Coaxoxouhcan, Aticpac, todos demonios sujetos al Huitzilopchtli, todo por estilo y orden de Huitzilopochtli, por ser el mayoral de todos ellos. Y así, le pusieron como a manera de altar, de piedra grande labrada, su juego de pelota, por nalgas jugado, y çercado, como su juego <que> fue del Huitzilopochtli, que se llama y tlach, y sus asientos y aguxero en medio, del grandor de más de una bola con que juegan agora a la bola, <que> llaman y tzompan, y luego lo ataxan por medio y queda un triángulo en medio del aguxero, que llaman el pozo de agua, que, en cayendo allí la pelota de batel (ulli) rredonda como una bola negra, el que allí la hecha, con el que juega y a todos los miradores les quita quantas rropas traen, y así, alçan todos una bozería, diziéndole: "Grande adúltero es éste ("ca huel huey tetlaxinqui")", y que a de benir a morir e manos del marido de alguna mujer o a de morir en guerras. Y dentro de aquel aguxero le echaron agua por señal, todo por mandado del dios Huitzilopochtli. Y luego el mismo dios Huitzilopochtli les habló a los mexicanos, que no lo bían, sino <en>tendían lo que les hablauan, dixo: "Ea, mexicanos, ya es hecho esto y dentro del pozo que está hecho, está lleno de agua, agora senbrá y plantá árboles de sauzes y açiprés de la tierra (ahuehuetl) y carrizo, cañaberales, tulares, atlacueçonan xochitl, flores blancas y amarillas que naçen dentro de la propia". Y en el rrío pequeñuelo que allí hallaron se multiplicaron muchos géneros de pescado, rranas, axolote, camarón (axaxayacatl), y otros géneros pequeños que ay en las lagunas de agua dulce pequeñuelas; asimismo el yzcahuitle y tecuitlatl y todo género de patos, y asimismo de todo género de tordos de diferentes maneras. Y allí les dixo a los mexicanos que el yzcahuitle colorado era su propio cuerpo de Huitzilopochtli, <que> hera su sangre, su ser <en>tero de su cuerpo, y luego les començó un cantar que dize: "Cuicoyan nohuan mitotia ("en el lugar del canto comigo dançan"), y canto mi canto", que le llamó cuitlaxoteyotl y tecuilhuicuicatl. E les dixo: "Aquí es adonde abíamos de benir y hazer asiento", <que> se lo dixo a Çentzonhuitznacatl. "Ea, mexicanos, que aquí a de ser u<uest>ro cargo y ofiçio; aquí abéis de aguardar y esperar, y de quatro partes cuadrantes del mundo abéis de conquistar y ganar y abasallar para bosotros tener cuerpo, pecho, cabeça, braços, fortaleza. Y os a de costar asimismo sudor, trabaxo y pura sangre para que bosotros alcançéis y gozéis las finas esmeraldas, piedras de gran balor, oro, plata fina, plumería, preçiadas colores de pluma, fino cacao de lexos benido, lanas de diuersas tintes, diuersas flores olorosas, diferentes maneras de frutas muy suabes y sabrosas y otras muchas cosas de mucho plazer y contento, pues abéis plantado y edificado u<est>ra propia cabeça, cuerpo y gouierno y rrepública, pueblo de mucha fortaleza, en este lugar de Coatepec. Hazé a u<est>ros padres que sosieguen, descansen, labren sus casas, y buestros deudos, parientes y basallos, 3r los aztecas, llamados, del lugar de Aztlam, los mexitin, mexicanos". Y luego todos ellos juntos, Çentzonhuitznahuaca, le dieron muchas graçias con mucha humildad y rreberençia y lágrimas. Y allí se enoxó con palabras soberuiosas Huitzilopochtli e les dixo: "¿Qué dezis bosotros? ¿Es a u<uest>ro cargo, sino al mío? ¿Queréis ser mayores que yo? ¿Queréis abentaxaros y ser más que yo? ¿Yo no tengo de ello y lo guío, traigo y lleuo? Soy sobre todos bosotros. Yo lo sé y lo entiendo. No curéis de más". Y así, se fue a su templo y cu el Huitzilopochtli, dixo: "Ya me comienço a esforçar, <que> bienen sobre los çentzonnapam y sobre mí, que soy Huitzilopochtli", que en el juego de pelota (teotlachco) comen a sus padres, que mira y deuisa contra ellos una muger llamada Coyulxauh. Y en el propio lugar de tlachco, en el aguxero del agua que está en medio, tomó Huitzilopochtli a la Coyolxauh y la mató y degolló y le sacó el coraçón. Y amanesçido otro día, muy de mañana, se bieron los Çentzonapas mexicanos todos los cuerpos aguxerados, que no tenían nenguno dellos coraçón; otros los comió Huitzilopochtli, <que> se tornó gran brujo el Huitzilopochtli, adonde se atemorizaron los mexicanos. Y así, les dixo a los mexicanos: "Ya por esto entenderéis que en este lugar de Coatepec a de ser Mexico". E tornando a ber el diablo lo que era, que era bien que allí fuese Mexico, quebró el caño o rrío del nascimiento del agua que abía, a significaçión y misterio de el tlachtli, juego de pelota; se bolbió en el lago grande; y abes, peces, árboles, plantas. Y como lo aguxeró y se salió del agua, todos los peces y árboles <en> un prouiso se secó y se pasó como en humo, que paresce que todo desaparesçió, y paresçió otro mundo todo lo que abía puesto en Coatepec. Y allí fue fin de años pasados que llaman "yn xiuhmolpililli yn mexica", como año bisiesto.
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Capítulo segundo Del segundo signo, llamado ce océlutl, y de la mala fortuna que tenían los que en él nacían, ansí hombres como mugeres, si con su buena diligencia no se remediavan. Los que en este signo nacían por la mayor parte eran esclavos El segundo carácter se llama océlutl, que quiere dezir "tigre", el cual reinava por otros treze días. Dezían que era signo mal afortunado en todos los treze días que governava. Este océlutl tenía la primera casa o día; la segunda tenía cuauhtli, que quiere dezir "águila"; la tercera tenía cozcácuauh, que quiere dezir otro pajarote que así se llama; la cuarta tenía olin, que quiere dezir "movimiento"; la quinta tenía técpatl, que quiere dezir "pedernal"; la sexta tenía quiáuitl, que quiere dezir "lluvia"; la séptima tenía xúchitl, que quiere dezir "flor"; la octava tenía cipactli, que quiere dezir "espadarte"; la novena tenía ehécatl, que quiere dezir "viento"; la décima tenía calli, que quiere dezir "casa"; la undécima tenía cuetzpali, que quiere dezir "lagartija"; la duodécima tenla cóatl, que quiere dezir "culebra"; la tredécima tenía miquiztli, que quiere dezir "muerte". Cualquiera que nacía, ahora fuesse noble, ahora fuesse plebeyo, en alguna de las dichas casas, dezían que havía de ser cativo en la guerra y en todas sus cosas havía de ser desdichado y vicioso, y muy dado a las mugeres; y aunque fuesse ya hombre valiente, al fin, vendíase él mismo por esclavo; y esto hazía porque era nacido en tal signo. Más dezían, que aunque fuesse nacido en tal signo mal afortunado, remediávase por la destreza y diligencia que hazía por no dormir mucho y hazer penitencia de ayunar y punçarse, sacando la sangre de su cuerpo y barriendo la casa donde se criava y poniendo lumbre; y si en despertando luego iva a buscar la vida, acordándose de lo que adelante havía de gastar si enfermasse, o con que sustentasse a sus hijos; y si fuesse cauto en las mercaderías que tratasse. Y también remediávase, si era obediente y entendido, y si sufría los castigos o injurias que le hazían sin tomar vengança de ellas. Lo mismo dezían de la muger que nacía en este signo, que sería mal afortunada. Si era hija de principal, sería adúltera y moriría estruxada la cabeça entre dos piedras, y biviría muy necesitada y trabajosa en estremada pobreza, y no sería bien casada, porque dezían que nació en signo mal afortunado que se llama océlutl. La cuarta casa de este signo se llama olin. Dezían que era signo del sol, y le tenían en mucho los señores, porque le tenían por su signo. Y le matavan codornizes y poníanle lumbre y encienso delante de la estatua del sol, y le vestían un plumaje que se llama cueçaltonaméyutl, y al mediodía matavan captivos. Y el que nacía en este día era indiferente su ventura, o buena o mala. Si era varón, sería hombre valiente y captivaría los enemigos o moriría en la guerra, porque dezían que en tal signo nació. Y todos hazían penitencia, chicos, hombres y mugeres, y cortavan las orejas y sacavan la sangre a honra del sol; dezían que con esto se creava el sol. La séptima casa de este signo se llama xúchitl. Dezían que era indiferente, bien afortunado y mal afortunado; especialmente que los pintores honravan este signo que se llama xúchitl y le hazían una estatua y le davan ofrendas. Y también las mugeres labranderas honravan este signo, y ayunavan antes ochenta o cuarenta o veinte días que llegassen a la fiesta de este signo xúchitl, por razón que le pedían que les diesse y favoreciesse en sus labores de bien pintar, y a las mugeres de bien labrar y bien texer; y ponían lumbre y encienso, y matavan codornizes delante de la estatua. Y en passando el ayuno, todos se bañavan para celebrar la fiesta del dicho signo chicome xúchitl; y dezían que este signo era también mal afortunado, que cualquiera muger labrandera que quebrantava el ayuno le acaecía y merecía que fuesse mala muger pública. Y más, dezían que las mugeres labranderas eran casi todas malas de su cuerpo, por razón que hovieron en el origen del labrar de la diosa Xuchiquétzal, la cual les engañava; y esta diosa también les dava sarnas y bubas incurables y otras enfermedades contagiosas. Y la que hazía penitencia a que era obligada merecía ser muger de buena fama y honra, y sería bien casada. Y más, dezían que cualquiera que nacía en el dicho signo xúchitl sería hábil para todas las artes mecánicas, si fuesse diligente y bien criado; y si no fuesse bien criado y entendido tampoco no merecía buena fortuna, sino malas venturas y deshonras. La novena casa de este signo hécatl es mal afortunada, que cualquiera que nacía en aquel día era mal afortunado, porque su vida sería como viento que lleva consigo todo cuanto puede; quiere ser algo y siempre es menos, y quiere medrar y siempre desmedra, y tienta de tomar oficio y nunca sale con nada. Aunque sea hombre valiente o soldado no hay quien se acuerde de él; todos le menosprecian, y ninguna cosa que intenta tiene buen suceso; con ninguna cosa sale.
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Capítulo segundo Del agüero indiferente que tomavan de oír cantar a un ave que llaman oacton, y de lo que hazían los mercaderes que ivan camino en este caso El segundo agüero que tenían era cuando oían cantar o charrear a un ave que llaman oactli o oacton. Este agüero era indiferente, que a las vezes prenunciava bien, y a las vezes mal. Teníanle por bueno cuando cantava como quien ríe, porque entonce parecía que dezía "¡yeccan, yeccan!", que quiere dezir "¡buen tiempo, buen tiempo!". Cuando de esta manera cantava no tenían sospecha que vendría algún mal, antes se holgavan de oírle, porque tenían que alguna buena dicha les havía de suceder. Pero cuando oían a esta ave que cantava o charreava como quien ríe, con gran risa y con alta voz, y que su risa salía de lo íntimo del pecho, como quien tiene gran gozo y gran regozijo, entonce enmudecíanse y desmayavan; ninguno hablava al otro, todos ivan callando y cabizbajos, porque entendían que algún mal les havía de venir, o que alguno de ellos havía de morir en breve, o que havía de enfermar alguno de ellos, o que les havían de captivar aquéllos a cuyas tierras ivan. Esto por la mayor parte acontecía en algunos valles profundos o en algunos grandes arroyos o en algunas grandes montañas o en algunos grandes páramos. Si los caminantes que esto oían eran mercaderes o tratantes, dezían entre sí: "Algún mal nos ha de ver; alguna avenida de algún río o creciente nos ha de llevar a nosotros o a nuestras cargas; o havemos de caer en manos de algunos ladrones que nos han de robar o saltear; o por ventura alguno de nosotros ha de enfermar y le hemos de dexar desamparado; o por ventura nos han de comer bestias fieras; o por ventura nos han de atajar alguna guerra para que no podamos passar". Cuando platicavan estas cosas entre sí, aquel que era principal entre ellos començava a esforçar y consolar a los otros menores, y dezíalos de esta manera, yendo andando: "Hijos míos y hemanos míos, no conviene que nadie de vosotros se entristezca ni desmaye por el agüero que havéis oído, que ya teníamos entendido cuando partimos de nuestras casas y de nuestros parientes que veníamos ofrecernos a la muerte, y sus lágrimas y sus lloros que nuestra presencia derramada bien las vimos, porque se acordaron y nos dieron a entender que por ventura en algún despoblado o en alguna montaña o en alguna barranca havían de quedar nuestros huesos, y sembrarse nuestros cabellos, y derramarse nuestra sangre; y esto nos ha venido. No conviene que nadie se haga de pequeño coraçón como si fuesse muger temerosa y flaca. Aparejaos como varones para morir; orad a nuestro señor dios; no curéis de pensar en nada de esto, porque en breve sabremos por experiencia lo que nos ha de acontescer al tiempo que viéremos si algún mal nos ha de acontescer. Entonce lloraremos todos. Porque ésta es la gloria y fama que hemos de dar y dexar a nuestros mayores y señores los mercaderes nobles y de grande estima de donde decendemos. Porque no somos nosotros los primeros ni los postreros a quien estas cosas han acontecido, que muchos antes que nosotros y muchos después de nosotros les acontecerán semejantes casos. Y por esto esforçaos como valientes hombres, hijos míos". Y donde quiera que llegavan a dormir aquel día, ora fuesse debaxo de algún árbol, o debaxo de alguna lapa, o en alguna cueva, luego juntavan todos sus bordones o cañas de camino que llevavan y los atavan todos juntos en una gavilla; entonce dezían que aquellos topiles, así todos atados juntos, eran la imagen de su dios Yicatecutli, que es el de los mercaderes y tratantes. Y luego delante de aquel manojo de topiles o báculos con gran humildad y reverencia se cortavan las orejas, derramando sangre, y se agujeravan la lengua, passando por ella mimbres, las cuales ensangrentadas las ofrecían a la gavilla de aquellos báculos que estavan todos atados. Y todos ellos proponían de rescebir en paciencia, por honra de su dios, cualquiera cosa que les aconteciesse. De allí adelante no curavan de pensar más en que alguna cosa les havía de acontecer adversa por el agüero que havían oído de aquel ave que se llama oactli. Y passando el término de aquel agüero, si ninguna cosa les acontecía, consolávanse y tomavan aliento y esfuerço porque su espanto no vino en efeto. Pero algunos de la compañía que eran medrosos y de poco esfuerço todavía ivan con temor de que alguna cosa les havía de acontecer, y así ni se alegravan ni hablavan ni podían rescebir consolación. Ivan como desmayados y pensativos de que alguna cosa les havía de acontecer; de ende a algún trecho adelante ivan pensando que lo que no les havía acontecido antes cerca de la significación de aquel agüero, que por ventura les acontecería adelante. Ninguno se determinava en lo que podía acontecer, porque, como arriba se dixo, este agüero es indiferente a bien y a mal.
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Capítulo segundo Del lenguaje y afectos que usavan cuando oravan al principal de los dioses, llamado Tezcatlipuca y Yoalli Ehécatl, demandándole socorro contra la pobreza. Es oración de los sátrapas, en la cual le confiessan por señor de las riquezas descanso y contento y plazeres, y dador de ellas, y señor de la abundancia ¡Oh, señor nuestro, valerosíssimo, humaníssimo, amparador! Vos sois el que nos dais vida y sois invisible y no palpable, señor de todos y señor de las batallas. Aquí me presento delante de vuestra magestad, que sois amparador y defensor; aquí quiero dezir algunas pocas palabras a vuestra magestad por la necessidad que tienen los pobres populares y gente de baxa suerte y de poco caudal en hazienda, y menos en el entender y discreción, que cuando se echan a la noche no tienen nada, ni tampoco cuando se levantan a la mañana; pássaseles la noche y el día en gran pobreza. Sepa vuestra magestad que vuestros vasallos y siervos padecen gran pobreza, tanto cuanto no se puede encarecer más de que es grande su pobreza y desamparo. Los hombres no tienen una manta con que se cobijen, ni las mugeres alcançan unas naoas con que se embuelvan y atapen sus carnes, sino algunos andrajos por todas partes rotos y que por todas partes entra el aire y el frío. Con gran trabajo y gran cansancio pueden allegar lo que es menester para comer cada día, andando por las montañas y páramos buscando su mantenimiento. Andan tan flacos y tan descaecidos que traen las tripas apegadas a las costillas y todo el cuerpo repercutido; andan como espantados en la cara y el cuerpo como imagen de muerte. Y estos tales, si son mercaderes, solamente venden sal en panes y chile desechado, que la gente que algo tiene no cura de estas cosas ni las tiene en nada. Y ellos las andan a vender de puerta en puerta y de casa en casa, y cuando estas cosas no se les venden, asiéntanse muy tristes cerca de algún seto o de alguna pared o en algún rincón. Allí están relamiendo los beços y royendo las uñas de las manos con la hambre que tienen; allí están mirando a una parte y a otra; están mirando a la boca de los que passan, esperando que los digan alguna palabra. ¡Oh, señor nuestro, muy piadoso! Otra cosa no menos dolorosa quiero dezir: que la cama en que se echan no es para descansar, sino para padecer tormento en ella. No tienen sino un andrajo que echan sobre sí de noche; de esta manera duermen, y en cama de tal manera como está dicho arrojan sus cuerpos. Y los hijos que los havéis dado por la miseria en que se crían, por la falta de la comida y no tener con qué cubrirse, traen la cara amarilla y todo el cuerpo de color de tierra, y andan temblando de frío. Algún andrajo traen estos tales en lugar de manta atado al cuello, y otro semejante las mugeres atado por las caderas. Y andan apegada la barriga con las costillas; puédenlos contar todos sus huesos; andan azcadillando con flaqueza, no pudiendo andar; andan llorando y sospirando y llenos de tristeza; toda la desventura junta está en ellos; todo el día no se quitan de sobre el fuego: allí hallan un poco de refrigerio. ¡Oh, señor nuestro, humaníssimo, invisible y impalpable! Suplícoos tengáis por bien de apiadaros de ellos y de conocerlos por vuestros vasallos y siervos. Pobrezitos, que andan llorando y sospirando, llamándoos y clamando en vuestra presencia y desseando vuestra misericordia con angustia de su coraçón. ¡Oh, señor nuestro, en cuyo poder está dar todo contento y refrigerio y dulcedumbre y suavidad y riqueza y prosperidad! Porque vos solo sois el señor de todos estos bienes, suplícoos hayáis misericordia de ellos porque vuestros siervos son. Suplícoos, señor, tengáis por bien de que experimenten un poco de vuestra ternura y regalo y de vuestra dulcedumbre y suavidad, que a la verdad tienen grande necessidad y gran trabajo. Suplícoos que levanten su cabeça con vuestro favor y ayuda. Suplícoos tengáis por bien de que tengan algunos días de prosperidad y descanso. Suplícoos tengan algún tiempo en que su carne y sus huesos resciban alguna recreación y holgura; tened por bien, señor, que duerman y reposen con descanso. Suplícoos les deis días de vida prósperos y pacíficos. Cuando fuerdes servido les podéis quitar y asconder y ocultar lo que les havéis dado, corno lo hayan gozado algunos pocos días, como quien goza de alguna flor olorosa y hermosa que en breve tiempo se marchita. Y esto cuando les fuere causa de soberbia y de presumpción y altivez las mercedes que les havéis hecho, y con ellas se hizieren briosos y presumptuosos y atrevidos; entonce las podéis dar a los tristes, llorosos y angustiados, pobres y menesterosos que son humildes y obedientes y serviciales y familiares en vuestra casa, y hazen vuestro servicio con grande humildad y diligencia y os dan su coraçon muy de veras. Y si este pueblo por quien te ruego y suplico que le hagas bien no conosciere el bien que le dieres, le quitarás el bien e echarle has la maldición que le venga todo el mal para que sea pobre, necesitado, e manco e coxo, ciego e sordo, y entonces se espantará e verá el bien que tenía y en qué ha parado, y entonces te llamará y se acogerá a ti, e no le oirás porque en el tiempo de la abundancia no conosció el bien que le hizistes. En conclusión, suplícoos, señor nuestro, humaníssimo y beneficentíssimo, que tenga por bien vuestra magestad de dar a gustar a este pueblo las riquezas y haziendas que vos soléis dar y de vos suelen salir, que son dulces y suaves y que dan contento y regalo, aunque no sea sino por breve tiempo y como sueño que passa. Porque, cierto, ha mucho tiempo que anda triste y pensativo y lloroso delante de vuestra magestad por el angustia y trabajo y afán que siente su cuerpo y su coraçón, sin tener descanso ni plazer alguno. Y de esto no hay duda ninguna, sino que a este pobre pueblo y menesteroso y desabrigado le acontece todo lo que tengo dicho. Y esto por sola vuestra liberalidad y magnificencia lo havéis de hazer, que ninguno es digno ni merecedor de rescebir vuestras larguezas por su dignidad y merescimiento, sino que por vuestra benignidad sacáis debaxo del estiércol y buscáis entre las montañas a los que son vuestros servidores y amigos y conocidos para levantarlos a riquezas y dignidades. ¡Oh, señor nuestro, humaníssimo! Hágase vuestro beneplácito como lo tenéis en vuestro coraçón ordenado. Y no tengo más que dezir, yo hombre rústico y común, ni quiero con importunación y prolixidad dar fastidio y enojo a vuestra magestad, de donde proceda mi mal y mi perdición y mi castigo. ¿Adónde hablo? ¿Adónde estoy? Hablando con vuestra magestad, bien sé que estoy en un lugar muy eminente y hablo con una persona de gran magestad, en cuya presencia corre un río que tiene una barranca profundíssima y prezissa o tajada, y assimismo está en vuestra presencia un resbaladero donde muchos se despeñan. No hay nadie que no yerre delante vuestra magestad; y yo, hombre de poco saber y muy defectuoso en el hablar, en haverme atrevido a hablar delante vuestra magestad, yo mismo me he puesto al peligro de caer en la barranca y sima de este río. Yo con mis manos he venido a tomar ceguedad para mis ojos y pudrimiento y tollamiento para mis miembros, y pobreza y aflicción para mi cuerpo por mi baxeza y rusticidad; esto es lo que yo merezco rescebir. Bivid y reinad para siempre, vos que sois nuestro señor y nuestro abrigo y amparo, humaníssimo, piadosíssimo, invisible y impalpable, en toda quietud y asosiego.