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Palabra hebrea que se traduce como "Génesis" y hace referencia al primer libro de la Torá y parashá de ésta.
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Al final de la guerra italo-turca (1911-1912) en la que Italia consiguió arrancar a los tucos Libia, Roda y las islas de Dodecanesio, el Estado Mayor de Italia tuvo que tomar nota de las numerosas quejas de los oficiales en tema de mal funcionamiento de la pistola semiautomática Glisenti Modelo 1910, debido especialmente a la finísima arena del desierto. Poco después, durante la Gran Guerra, se descubrieron otros problemas de funcionamiento en la Glisenti, esta vez debidos al barro de las trincheras. Todas estas cosas empujaron a los vértices de la fuerzas armadas a buscar una nueva arma de mano que se caracterizara fundamentalmente por la versatilidad de funcionamiento en cualquier situación ambiental, así como que fuera capaz de soportar sin daño alguno los numerosos contratiempos del campo de batalla. La Italia de la posguerra no estaba en condiciones económicas tan boyantes como para afrontar este problema con inmediatez, por lo que la solución al problema se demoró durante algunos años. Dicha situación la conocía muy bien una fábrica de armas italiana de origen muy antiguo (se remonta al año 1550): Beretta, de Gardone Val Trompia, en Brescia. Dicha fábrica no había realizado nunca armas para el ejército, por lo que estaba a la expectativa buscando la ocasión propicia. Precisamente pensando en esto, en 1923 había realizado una pistola interesantísima en calibre 9 mm Glisenti que puede considerarse como el prototipo de un familia de armas que actualmente ostenta modelo como el 93, adoptada incluso por las fuerzas armadas americanas. La Modelo 23 había comenzado a interesar seriamente al ejército italiano, aunque no hasta el pinto de decidirse a adoptarla. Pasada la crisis económica del año 1929, Beretta propuso una versión mejora de su Modelo 23, la Modelo 1931, la cual, con el añadido de un mota de seguridad colocada en el martillo (pedida por los oficiales del ejército que habían efectuado las pruebas de evaluación), se convirtió en el Modelo 1932. Sólo quedaba un pequeño paso para llegar a la versión definitiva, paso que se produjo al abandonar el calibre 9 mm Flisent (que tantos problemas había dado debido a que el cartucho se confundía demasiado fácilmente con el más potente 9 mm Parabellum, con graves daños para las pistolas Flisent Mod. 1910) a favor del 9 mm Corto, cartucho considerado, actualmente, como insuficiente para un arma de guerra, pero que en realidad, en aquél momento era más que suficiente para una pistola militar destinada más que nada a la "defensa" a corta distancia. Por otra parte, la limitada potencia del cartucho calibre 9 Corto permitió a Tullio Marengoni, genial proyectista de la Beretta, realizar un arma simple y robusta caracterizada obviamente por poseer un cañón fijo y un elemental cierre del obturador de masa (cierre endeble) en lugar de los más costosos y complicados cierres geométricos necesarios en caso de utilizar municiones potentes tipo 9 mm. Parabellum. En el fondo, como hemos visto al principio, ésta era la filosofía que inspiraba al Estado Mayor a la hora de elegir una nueva arma de ordenanza. La Beretta 34 puede considerarse como una verdadera obra maestra de la industria armera si se la considera desde el punto de vista de la relación calidad, precio y prestaciones. A las puertas de la Segunda Guerra Mundial ya se conocía la gran fiabilidad de la Colt 1911, la notable potencia de la Browning High Power y ya se podía imaginar la gran potencialidad de la Walther P38, pero se trataba de armas que, aunque idóneas para un moderno concepto de guerra, con sus cierres estables eran mucho más complicadas y costosas que la Beretta 34, la cual, a pesar de todo, no tenía nada que envidiar a las otras pistolas por lo que se refiere a la posibilidad de permanecer operativa en cualquier condición de utilización, tanto en el barro como en el hielo o en la arena, como tuvo ocasión de demostrar en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial. Esto no se puede decir de un arma, en aquel tiempo casi futurista y de potencia similar, como la Walther PP (una de las pistolas rivales de la 34 en los test de evaluación realizados por el ejército), arma excepcional para usos policiales, pero demasiado refinada y no ciertamente ideal en el barro de las trincheras. Las dotes de la Beretta 34 se comprenderán mejor si analizamos brevemente su funcionamiento. Como hemos dicho, el arma no posee dispositivos de cierre del obturador, por lo que el sistema de repetición es de lo más simple. Una vez cargado el primer cartucho, retirando manualmente y soltando la corredera del obturador, el arma esta preparada para disparar. El gatillo acciona una cadena de disparo de lo más simple y fiable que existe formada por una barra en forma de "T" al revés que, mediante una pequeña plataforma sujeta en el centro mediante un pequeño perno (denominado en los manuales de instrucciones como "plataforma de disparo con dado hexagonal), actua sobre la palanca de disparo liberándola del diente de disparo del martillo, permitiendo de esta forma a éste último (mediante la acción de un muelle que se encuentra dentro de la empuñadura) abatirse contra el percutor. El brazo vertical de la barra de mando es tan largo que sobresale un poco del margen superior de la cacha izquierda, lo suficiente como para entrar en contacto con la corredera colocándose en una cavidad situada justamente bajo la parte granulada de sujeción de los dedos. En la fase de retroceso, cuando la corredera se retira, el brazo vertical encuentra la parte de la corredera que no tiene canalización, de forma que sale de la cavidad bajándose ligeramente y obligando a la barra de mando a colocarse hacia abajo liberándola de la plataforma de disparo realizando la función de desconector, es decir, evitando que el arma dispare a ráfaga. Sólo con la corredera en posición de cierre y no haciendo presión sobre el gatillo, la parte inferior de la plataforma vuelve a encastrarse en el diente de la barra de mando repristinando la cadena cinemática, es decir, permitiendo hacer fuego otra vez. Obviamente, siendo el cierre frágil, durante el retroceso del arma el cañón permanece quieto (cosa que favorece notablemente la precisión en el tiro) mientras la corredera retrocede (empujada por los gases que empujan hacia el fondo del casquillo) extrayendo y expeliendo el casquillo, armando el martillo (de tipo exterior) y comprimiendo el muelle de recuperación alojado debajo del cañón. Es precisamente este muelle el que hace volver inmediatamente hacia delante el conjunto corredera-obturador desplazándolo a través de la canalización hasta su posición de cierre completo, introduciendo en el cañón un nuevo cartucho. Terminados los cartuchos, la misma base del elevador de los cartuchos impide a la corredera que se cierre, advirtiendo de esta forma que el arma está descargada (un "aviso" criticado por muchos debido a que es tan visible que hasta lo puede ver el enemigo). Antes de analizar lo que podríamos considerar los defectos de la Beretta 34, veamos ahora otros dos puntos de fuerza de esta pistola, apreciada incluso por su forma compacta. En el perno del seguro (que vemos encima del gatillo) actúa el muelle de recuperación a través de la propia asta de guía del muelle. Debido a que dicho perno no es cilíndrico sino que posee dos superficies planas y una semicircular, funciona como si fuera un excéntrico movimiento hacia delante el muelle, el cual hace presión y tiende a hacer disparar el asta de seguridad en una de las dos posiciones en las que la superficie del asta es plana, correspondiente a la posición de seguro o de fuego. En la posición de seguro, el perno bloquea el gatillo, mientras que en la de fuego tiene la ventaja de bloquear el cañón, el cual, en el zócalo que se desliza a través de las guías del castillo, tiene un pequeño rebaje sobre la superficie cilíndrica del perno, impidiendo cualquier movimiento del cañón. Como se puede ver, pocas piezas para tantas funciones, el máximo resultado con el mínimo esfuerzo, cosa que dice mucho de la genialidad del proyecto y de la fiabilidad del arma, la cual, por otra parte, con frecuencia fue criticada por los soldados que la tenían en dotación, probablemente más que nada por su aire tan poco marcial. En definitiva, a la Beretta 34 se le imputaban cinco defectos: un disparo muy duro, encasquillamientos, cañón "bailarin", cargador difícil de extraer y sistema de seguridad insuficiente. Vayamos por orden. El disparo es efectivamente duro, pero se trata de una opción técnica decisiva para evitar el peligro de disparos accidentales cuando se usa el arma en situación de fuerte stress. No sería difícil hacer más suave el disparo, pero se necesitaría también un muelle menos robusto con la consecuencia de hacer menos precisa la percusión aumentando la posibilidad de fallar el tiro. Llegamos así a los encasquillamientos, casi siempre debidos no al arma, sino a la escasa calidad de conservación que dañaba la sensibilidad de la yesca, tanto que no era raro ver cartuchos que explotaban sólo después de que la yesca había sido recorrida dos o tres veces. Por lo que se refiere al cañón "bailarín", efectivamente, el inconveniente existía, pero sólo en las pistolas que habían sido desmontadas un centenar de veces y de forma brusca; este fenómeno del zócalo del cañón que se deslizan por el castillo son demasiado cortas y si hacen juego producen desviaciones laterales del cañón durante el disparo, inconveniente que se puede eliminar del todo sustituyendo el cañón. Por lo que se refiere a la dificultad de extraer el cargador hay que decir que, efectivamente, terminados los cartuchos, el grupo corredera-obturador fuerza sobre el suelo del elevador de los cartuchos reclamado por el muelle de recuperación; por tanto, resulta un poco difícil de extraer el cargador y, al sacarlo, el obturador se coloca en posición de cierre de golpe. Se puede obviar el inconveniente girando la palanca del seguro hacía atrás, es decir, colocándola en posición de seguro; en este momento, lo único que queda por hacer es tirar hacia atrás de la corredera hasta que la palanca del seguro la bloquee en posición de apertura completa de forma que no realice ninguna presión sobre el cargador, el cual puede ser extraído en este momento sin gran esfuerzo. Finalmente le toca el turno al sistema de seguridad, juzgado insuficiente por algunos. La Beretta ha sido construida experimentalmente con un seguro en el percutor, sin embargo, en las pruebas los técnicos se convencieron de que era suficiente con la palanca de seguridad que bloquea el gatillo. Es verdad que esta palanca no es una de las soluciones más felices del arma y que sirve más para ser desmontada que para tenerla en posición de seguro preparada para hacer fuego, también debido a que para pasar de "fuego" a "seguro" la palanca necesita una rotación de 180 grados, por lo que se bloquea sin actuar ni sobre el diente de disparo ni sobre el martillo, el cual tiene un taco de seguridad que sirve tan sólo para interceptarlo y detener la carrera en caso de que se deslice el dedo durante el armamento; en efecto, no es nada seguro llevar el arma con el cartucho en el cañón y el martillo a media monta; si se cae el arma se golpea sobre la cresta del martillo, pudiéndose romper el diente de disparo provocando el disparo. Si se quiere llevar la 34 con el cartucho en el cañón, el sistema de seguridad consiste en bajar el martillo sobre el percutor inercial (que no sobresale). Analizados los defectos que generalmente se le atribuyen a la 34, se puede ver cómo se trata tan sólo de "pecados veniales", justificables si consideramos la simplicidad estructural del arma y su robustez a toda prueba, es decir, los verdaderos conceptos inspiradores de un pistola que merece un puesto de primera línea entre las armas de guerra de nuestro siglo.
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Si fuera posible pedir a los mayores expertos de armas que nos dijeran cuál es, a su juicio, la pistola más difundida entre las que se han fabricado en los últimos treinta años, con toda probabilidad responderían que la Beretta 92. Seguramente, en el actual panorama mundial existen otras pistolas con características análogas e incluso superiores a las del arma italiana, sin embargo, su difusión, por los motivos que sea, es ciertamente inferior a la de la famosa pistola Beretta. El éxito de esta arma se debe fundamentalmente a que la Beretta 92 es un arma fiable, poco costosa, suficientemente robusta, precisa y, sobre todo, fácil de usar. Si analizáramos la mecánica de esta arma nos daríamos cuenta de que en realidad los técnicos de la Casa de Gardone Val Trompia no han inventado nada revolucionario: su habilidad ha sido saber utilizar de forma adecuada las soluciones técnicas ya experimentadas, confeccionando un producto que respondiera a las expectativas del público. El éxito de ventas del modelo 92 (que en el mercado civil italiano se conoce como modelo 98 y se diferencia sólo por el calibre de la munición que utiliza, el 9 x 21 en lugar del 9 Parabellum) confirma lo que estamos diciendo. Aunque no se sabe exactamente el número de ejemplares fabricados, podemos calcular que entre los ejemplares vendidos en Italia y en Estados Unidos llegamos a los dos millones, lo que para un arma corta, especialmente en tiempo de paz, es un resultado excepcional. Veamos ahora un poco más de cerca las características de la Beretta 92. La Beretta 92 funciona mediante un pequeño retroceso del cañón, con cierre de bloque oscilante. EI sistema de disparo es de doble acción, con un seguro colocado en la corredera que cumple la doble función de abatir el martillo y liberar la cadena de disparo cuando ésta se encuentra en posición de inserción. En el percutor hay un seguro automático. Todas estas características no constituyen ciertamente ninguna novedad para los apasionados de las armas ya que están presentes también en la Walther P 38, desarrollada durante la segunda mitad de los Años Treinta, la cual representa, a nuestro juicio, la verdadera progenitora de la Beretta 92, ¿Cuáles son, entonces, las verdaderas características que han permitido el éxito de esta arma italiana? En primer lugar, la relación calidad/precio, sin duda la mejor del mercado: desmontando la Beretta 92 encontramos un nivel de terminación muy elevado para tratarse de un arma militar, fruto de la gran experiencia de la empresa gardonesa en la elaboración de las partes metálicas. Sin duda, la utilización de centros de trabajo de control numérico que permiten un estándar cualitativo excepcional, con gran ahorro de tiempo y de mano de obra, ha contribuido a hacer muy apetecible el modelo 92. El hecho de que la empresa tenga gran experiencia en la producción de armas de caza económicas pero de gran nivel de calidad, como los fusiles semiautomáticos realizados con Ergal, una aleación ligera que se utiliza en la realización del fuste del modelo 92, ha contribuido notablemente a decretar el éxito del arma italiana. En el sector de las armas de caza es necesario mantener bajos los precios y, al mismo tiempo, un elevado nivel de calidad, ya que el público, además de al aspecto meramente funcional, da gran importancia al elemento estético. El haber resuelto el problema antes de empezar la producción del modelo 92 ha contribuido notablemente al éxito de esta arma. En otras palabras, si quien hubiera fabricado el modelo 92 hubiera sido una empresa que no tuviera el background tecnológico de Beretta, probablemente, el éxito obtenido hubiera sido menor. Otro elemento que, sin duda, ha contribuido al éxito de la pistos la Beretta 92 fue su presentación en el mercado: en aquella época, excluida la CZ 75 y la S&W 59 -la primera difícilmente encontrable en el mercado, ya que se fabricó al otro lado del muro de Berlín, y la segunda, llena de defectos-, no había más armas de dos hileras y de doble acción. Por ello a pesar de no aportar nada verdaderamente innovador, la pistola Beretta 92 supo coger lo mejor de lo que habían hecho los demás, realizando así un producto interesante tanto bajo el aspecto funcional como bajo el aspecto estético. En una sola arma encontramos el cargador de dos hileras, presente en el mercado desde hacía algunas décadas, aunque utilizado en armas de acción simple, como la Browning HP 35. A ello hay que añadir el disparo de doble acción combinado con una palanca para abatir el martillo, solución tomada de la P 38, y un castillo de aleación ligera, lo que garantiza la robustez del acero con un considerable ahorro de peso. Además de todo esto, hay que señalar el hecho de que el cañón, en vez de bascular hacia abajo para separarse de la corredera (solución que experimentó por primera vez Browning y que fue adoptada por la mayor parte de los fabricantes), se mueve de forma rectilínea, dejando a un bloque oscilante la tarea de garantizar el cierre, incrementando así la precisión (solución que ya se había adoptado en la pistola Walther P 38 y en la precedente pistola calibre 9 de Beretta, el modelo 1951, realizado por el ingeniero Tullio Marengoni). Además de las características que acabamos de citar, no tenemos que olvidar la que constituye el rasgo distintivo de las semiautomáticas Beretta, es decir, la presencia del cañón totalmente al descubierto, lo que elimina casi por completo la posibilidad de encasquillamientos. A la luz de todas estas características se comprende fácilmente cómo este producto ha podido encontrar tan amplia difusión. Además de los factores meramente técnicos, tenemos que considerar la fama que Beretta tiene en todo el mundo: aunque la empresa fabrique todo tipo de armas ligeras, desde la escopeta de dos cañones de lujo con ricas incisiones manuales, hasta la ametralladora ligera, la marca sigue unida indisolublemente en todo el mundo a las armas cortas, siendo lógico, por tanto, que el modelo 92 haya sido acogido con tanto beneplácito por el público de todo el mundo. Después de que el arma, presentada hacia finales de los Años Setenta, fuera adoptada por las fuerzas de policía italianas y por diversos ejércitos, en enero de 1985, el ejército de los Estados Unidos puso fin a una serie interminable de pruebas (comenzadas en 1979) orientadas a encontrar un sustituto para la venerada Colt 1911 A1 calibre 45 ACP, anunciando que el concurso para el abastecimiento de una nueva pistola había sido adjudicado a la Beretta 921 calibre 9 Parabellum, habiendo sido considerada la mejor entre otras ocho pistolas presentadas por otras tantas empresas americanas y europeas. La única arma que consiguió situarse junto a la Beretta 92 fue la Sig Sauer P 226, la cual, sin embargo, debido al precio, se vio obligada a ceder ante la pistola italiana, siendo realizada para el mercado italiano en las fábricas de Accokeek, en Maryland, creadas expresamente para responder a una de las cláusulas del contrato militar americano que exigía que se fabricaran en los Estados Unidos. Las pruebas se realizaron en tres sitios distintos; en el Aberdeen Proving Ground, la Army Test and Evaluation Command realizó con sumo cuidado todas las pruebas con la finalidad de probar todas las cualidades mecánicoconstructivas de las armas, realizando pruebas muy duras, como introducir las armas en el barro, en la arena y en el agua, utilizarlas sin lubricar y en condiciones climáticas extremas (tanto con frío como con calor), evaluando también las prestaciones balísticas. En Fort Dix, en el North American Regional Test Center, se realizaron pruebas de resistencia para comprobar con absoluta certeza que las armas satisfacieran el requisito de realizar cinco mil disparos sin ningún fallo (Beretta afirma que, en realidad, la vida operativa de su modelo 92 es de al menos veinte mil disparos). En Fort Benning, finalmente, se realizaron pruebas orientadas a comprobar si las armas reunían y satisfacían los requisitos de precisión, fiabilidad, facilidad de manutención e intercambiabilidad. En todas las pruebas, la pistola Beretta 92 F sobrepasó a sus competidoras (excepto, como ya hemos dicho antes, la Sig Sauer P 226). Después incluso de la adopción de este arma por parte de las U.S. Armed Forces, continuaron las pruebas, aumentando la fiabilidad del arma: en 1989, después de algunos incidentes acaecidos en algunas unidades especiales (véase el recuadro 'El cartucho y la balística'), la U.S. Army realizó una nueva serie de pruebas en estrecha colaboración con Beretta USA, obteniendo como resultado que el índice MRBF (Mean Rounds Between Failure, es decir, la media de disparos que se tienen que disparar para que se encasquille) había aumentado de 1.700 (en 1984) a 30.000, un valor que muy pocas pistolas de la última generación pueden igualar; de todas formas, esta estadística supera la vida operativa del arma... Y toda vía más: un muestrario de doce armas seleccionadas fueron sometidas, bajo la estrecha vigilancia de los inspectores gubernamentales americanos, a una prueba que ha demostrado que la Beretta 92 es capaz de disparar 168.000 cartuchos sin registrar ni un solo encasquillamiento (valor obtenido sumando los disparos de las doce pistolas). Gracias al impulso provocado por la victoria en el concurso estadounidense (al día de hoy hay 365.000 armas repartidas por los diversos departamentos de las U.S. Armed Forces), la Beretta 92 ha encontrado un enorme éxito comercial y, como todo buen producto que se respete, ya ha sido plagiada: la empresa bresciana Taurus fabrica el modelo PT 92, una versión con seguro en el fuste, similar al primer modelo de la Beretta 92, mientras que una empresa sudafricana fabrica una copia no autorizada de la 92S denominada Z 88, cuyas piezas son totalmente compatibles con las del arma italiana. Además de ser el arma corta en dotación en las fuerzas armadas italianas y estadounidenses, el arma, en una versión especial denominada 92 FSG, dotada de palanca para abatir el martillo pero privada de la posición de inserción, ha sido adoptada incluso en la Gendarmería francesa. A estas importantes empresas hay que añadirles innumerables departamentos de policía americanos que han adoptado tanto el modelo 98 FS como sus derivados: entre otros, recordamos a la policía de Los Ángeles, la cual ha elegido el modelo 92FS, los North Carolina Highway Patrolmen, que han preferido el modelo 96 (la versión en calibre 40 S&W de la 92), mientras que en Florida, la elección ha recaído en la Centurion, una versión de menores dimensiones, siempre en calibre 40, de la conocidísima pistola italiana que ha llenado las cartucheras de medio mundo.
Personaje
Músico
Desciende de una familia acomodada que desde su niñez ya le inculta el gusto por la música. Desde muy joven ya es autor de pequeñas composiciones. Sus primeras obras las ejecuta bajo los consejos de Schönberg. Su obra aparece enmarcada en las nuevas tendencias del panorama musical de Viena y del expresionismo. Berg fue un apasionado lector de autores de la talla de Ibsen y Strindberg y admirador de músicos como Strauss y Mahler. Dentro del género operístico cabe mencionar "Lulú", que escribe en 1906. También es autor de "Sonata para piano", "4 Lieder", "5 Lieder" y "Cuarteto para cuerda", esta última una de sus composiciones de mayor éxito. Su obra tuvo notable repercusión en la obra de autores como Messiaen o Dallap?ccola.
Personaje
Arquitecto
Inició sus estudios en Berlín como discípulo de K. Schafer, convirtiéndose en uno de los primeros en emplear el hormigón armado de manera expresiva. La mayor parte de su obra se desarrolla en Breslavia donde realiza su trabajo más destacable: el Pabellón del Centenario (1910-13) cuya cúpula de 65 metros de diámetro presenta una acentuado carácter expresionista gracias a la plástica torsión de sus nervaduras. El pabellón de la Exposición de 1925 y las centrales hidroeléctricas de Nord-Oder y Sud-Oder (1920-25) también forman parte de su catálogo de trabajos.
Personaje
Pintor
Apodado el Bergamasco, desde muy joven se establece en Roma, donde estudia los secretos del arte, siendo compañero de estudios de Peruzzi y los Zuccari. Con treinta años se instala en Génova y allí cumple encargos privados y también trabaja para el Clero. Es autor de las Escenas de la Vida de Ulises de la villa delle Peschire y de las Escenas mitológicas del palacio Cataldi. Como arquitecto también construyó el Palacio Tobia Pallavicio, el Palacio Imperial y el Palacio Podestá. Sus creaciones responden a un estilo oficial que se conserva hasta los primeros años del siglo XVII.
Personaje
Científico
Literato
Tras licenciarse en leyes, comenzó a escribir artículos para la "Revista de Occidente" y "La Gaceta Literaria". A comienzos de los años treinta se puso al frente de la revista "Cruz y Raya". Como director de esta publicación siguió una línea liberal. Cuando estalló la Guerra Civil, se manifestó partidario de la República. Al conocer la victoria de Franco inició un largo exilio que le llevó por distintos países del cono sur americano. En México editó varias revistas, además de escribir artículos para algunas publicaciones literarias. Luego se instaló en París hasta que regresó a España en 1970. Pero su vuelta definitiva no se produjo hasta la muerte del dictador. Es autor de aforismos como "El cohete y la estrella" o "Aforismos en la cabeza parlante". Dentro del género poético, hay que destacar sus obras: "Velado desvelo" o "Esperando la mano de nieve". También escribe ensayos como "El arte de birlibirloque" y una de sus creaciones más conocidas es "Beltenebros". La clasificación de su obra es complicada. Aunque se acerca a las vanguardias, su respeto y gusto por los clásicos le apartan de los movimientos más modernos. Siempre declaró su admiración por autores como Blaise Pascal o Unamuno.
obra
Tras la liberación de la Pomerania anterior del dominio sueco en junio de 1815, Friedrich regresa a su patria desde la capital sajona, Dresde. En otoño está en Greifswald, en cuyo puerto realiza diversos estudios sobre naves, que utilizará en particular para una serie de cuadros de tema marino. En concreto, esta misma nave aparece, con ligeras modificaciones, en la parte izquierda de su Vista de un puerto, de 1815-16, hoy en el Staatlichen Schlösser und Gärten, de Potsdam-Sanssouci. Muy similar es el navío representado en Barcos en el puerto de Greifswald, de hacia 1818-20, que fue objeto de varios retoques.
contexto
Bergantines que hizo construir Cortés y españoles que juntó contra México Era tanta la fama de la prosperidad y riqueza de Cortés al tiempo que tenía en su poder a Moctezuma, y con la victoria contra Pánfilo de Narváez, que todos los españoles de Cuba, Santo Domingo y las demás islas se iban con él de veinte en veinte y como podían, aunque a muchos de los que fueron les costó la vida, pues en el camino los mataron los hombres de Tepeacac y Xalacinco, según queda dicho, y otros, que por verlos venir en pequeñas cuadrillas y estar Cortés arrojado de México, se les atrevían. Aun así llegaron a Tlaxcallan tantos, que se rehizo su ejército, y que le dieron ánimo de apresurar la guerra. No podía Cortés tener espías en México, pues en seguida conocían allí a los tlaxcaltecas en los bezos y orejas y en otras señales, y tenían mucha vigilancia y pesquisas sobre ello; y por eso no sabía las cosas de aquella ciudad tan por entero como deseaban para proveerse de lo necesario. Solamente le había dicho un capitán de Culúa, que fue preso en Huacacholla, cómo, por muerte de Moctezuma, era señor de México su sobrino Cuetlauac, señor de Iztacpalapan, hombre astuto y valiente, y el que le había hecho la guerra y echado de México; el cual se fortalecía con fosos y trincheras y muchas clases de armas, especialmente de lanzas muy largas como las que hallaron en los ranchos de la guarnición de Culúa, que ya estaban en lo de Huacacholla y Tepeacac, para ofensa de los caballos; y que suspendía los tributos y toda clase de pecho por un año, más el tiempo que la guerra durase, a todos los señores y pueblos a él sujetos, si mataban a los españoles o los echaban de sus tierras; cosa con que ganó mucho crédito entre sus vasallos, y que les dio ánimo de resistir y aun ofender a los españoles. Y no fue mal aviso el de las lanzas, si los que las habían de llevar en la guerra tuvieran destreza para esperar y herir con ellas a los caballos. Todo lo que el cautivo dijo era verdad, excepto que Cuetlauac había ya fallecido de viruelas, y reinaba Cuahutimoccín, sobrino, y no hermano, como algunos dicen, de Moctezuma; hombre muy valiente y guerrero, según después diremos, y que envió sus mensajeros por toda la tierra, unos a quitar los tributos a sus vasallos, y otros a dar y prometer grandes cosas a los que no lo eran, diciendo cuánto más justo era seguirle y favorecerle a él que no a Cortés, ayudar a los naturales que a los extranjeros, y defender su antigua religión que acoger la de los cristianos, hombres que se querían hacer señores de lo ajeno; y tales, que si no les defendían en seguida la tierra, no se contentarían con ganarla toda, sino que tomarían la gente por esclavos, y la matarían; pues así le estaba certificado. Mucho animó Cuahutimoccín a los indios contra los españoles con estos mensajes; y así, unos le enviaron ayuda, y otros se pusieron en armas; empero muchos de ellos no hicieron caso de aquello; y o se adherían a los nuestros y a Tlaxcallan, o se estaban quietos, por miedo o por fama de Cortés, o por el odio que tenían a los mexicanos. Viendo, pues, esto, acordó Cortés comenzar cuanto antes la guerra y camino de México, antes de que se enfriasen los indios que le seguían, o los españoles, que con el buen suceso en las guerras pasadas de Tepeacac y las demás provincias no se acordaban de las islas: tanto puede una buenandanza. Pasó revista a los suyos el segundo día de Navidad. Halló cuarenta de a caballo y quinientos cuarenta de a pie, ochenta de ellos con ballestas o escopetas, y nueve tiros con no mucha pólvora. De los caballos hizo cuatro escuadras, de diez cada una, y de los peones nueve cuadrillas, de sesenta compañeros cada una. Nombró capitanes y oficiales del ejército, y a todos juntos les habló así: