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obra
Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
monumento
En 1889, para la exposición universal de París se construyó esta torre como resultado de numerosas experiencias técnicas y estéticas acumuladas a lo largo del siglo XIX. Un equipo especializado realizó más de 20.000 dibujos para su diseño, que en un principio muchos creyeron imposible pero que al final los técnicos del estudio de Eiffel demostraron que era viable realizando una torre que superó los 300 metros de altura. No fue diseñada con una función precisa más que la de demostrar los avances industriales y tecnológicos, aunque la obra se utilizó más tarde como torre de comunicaciones. Su alta aguja no apuntaba al cielo como las antiguas catedrales sino a las promesas del progreso laico y republicano que caracterizaban el positivismo decimonónico.
obra
Esta torre fue realizada por Gustave Eiffel para la Exposición Universal de París de 1889. Desde que su proyecto fue aceptado recibió todo tipo de críticas y comentarios adversos. Algunos que se decían especialistas se dedicaron a demostrar que era matemáticamente imposible realizar una torre tan esbelta y llegaron a fijar como límite de altura los 228 metros, a partir de los cuales aseguraban que se vendría abajo. La torre alcanzó 300 metros de altura y con su esbeltez intentaba rivalizar con las más prestigiosas construcciones del pasado. Ya desde el inicio de las obras, no faltaron especialistas y matemáticos empeñados en demostrar su seguro derrumbamiento cuando se alcanzaran los 228 metros de altura. Por otro lado, el 14 de febrero de 1887 las páginas de "Le Temps" publicaron un manifiesto titulado "Protesta de artistas", en el que se rechazaba su proyecto según los argumentos siguientes: "Escritores, escultores, pintores y amantes apasionados de la belleza hasta ahora intacta en París, venimos a protestar con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra indignación en nombre del gusto francés despreciado y en el nombre del arte y la historia francesa amenazados, en contra de la erección en pleno corazón de nuestra capital de la inútil y monstruosa torre Eiffel. ¿Hasta cuándo la ciudad de París se asociará a las barrocas y mercantiles imaginaciones de un constructor de máquinas para deshonrarse y afearse inseparablemente? Pues la torre Eiffel, que ni siquiera la comercial América querría, es, no lo dudéis, la deshonra de París. Todos lo sienten, todos lo dicen y todos lo lamentan profundamente, y no somos más que un débil eco de la opinión universal, tan legítimamente alarmada".