El final del frente Norte pudo hacer concebir a los observadores la posibilidad de que la guerra civil española quedara liquidada en unos pocos meses. Aparte de la superioridad material y militar conseguida en tierra desde septiembre de 1937, los envíos de material soviético se veían dificultados por los submarinos italianos y por la propia flota nacionalista, mientras que la republicana estaba a la defensiva después del hundimiento por accidente del Jaime I. Problemas surgidos en el Extremo Oriente hicieron que la URSS se sintiera mucho más presionada por ellos y esto explica que el número de sus aviadores en la España republicana tendiera a disminuir. Todo parecía, por tanto, ofrecer los mejores presagios a Franco pero acabaron por verse incumplidos: la realidad fue que, por el contrario, la lucha se prolongó y en dos ocasiones sucesivas, durante las batallas de Teruel y el Ebro, el embajador alemán escribió a Hitler que el conflicto español no tenía una solución militar posible. Estas dos operaciones militares fueron imaginadas por Rojo, convertido en general después de finalizada la campaña del Norte. Paradójicamente, la primera de estas batallas no tenía, originariamente, en sus propósitos, más que la pretensión de ser un simple golpe de mano sin idea de explotación y sin más finalidad inmediata que atraer a las reservas adversarias a fin de hacerlas combatir en una posición poco aceptable para ellas. Rojo tenía, en cambio, como gran plan estratégico la realización del llamado "plan P" consistente en tratar de romper la zona adversaria mediante un ataque en Extremadura. El general Rojo no creía que Franco pudiera reemprender la ofensiva hacia Madrid, pues eso supondría para él "la aventura de un nuevo descalabro con el consiguiente desgaste y pérdida de tiempo". Sin embargo, en contra de lo que parece la lógica militar, que le hubiera hecho pensar en una ofensiva en dirección a Cataluña, Franco estaba en este momento dispuesto a emprender la quinta batalla de Madrid. El ataque a Teruel estuvo bien elegido por el Frente Popular: la capital aragonesa venía a ser como "una pistola que apuntaba al corazón de Levante", pero estaba escasamente fortificada, con unas comunicaciones difíciles que eran batidas por el adversario y una guarnición muy de segunda fila en calidad y material. El ataque convergente llevado a cabo por el Ejército Popular, emprendido por buenas unidades con unos efectivos muy superiores, consiguió cercar Teruel a mediados de diciembre reduciendo la resistencia a unas cuantas posiciones. Zugazagoitia llegó a decir que era "la primera empresa seria que nos salía bien", en lo que tenía razón porque la bolsa se cerró con sólo 300 bajas y todos los propósitos de los atacantes parecían haberse cumplido. Un intento de auxilio por parte de las tropas de Franco, realizado con intensísimo frío y con una especie de penetración en punta de lanza, como en el socorro a Oviedo, fracasó, y al final de la primera semana de enero de 1938 se rindieron las últimas posiciones de los franquistas. El comandante Rey d'Harcourt que las mandaba fue acusado por supuesta negligencia, pero en realidad si no pudo mantener una defensa como la de Moscardó en el Alcázar de Toledo fue porque los sitiadores tenían una calidad combatiente muy superior. Concluida así la operación en la óptica de los atacantes, por dos veces Rojo llegó a abandonar el escenario de los combates con el propósito de incorporarse a la dirección de la operación verdaderamente decisiva que, en su óptica, era la de Extremadura. Sin embargo, como en tantas ocasiones anteriores, Franco decidió enfrentarse al Ejército adversario allí donde había recibido su ataque. El avance, sin embargo, se hizo penosísimo, siguiendo la táctica ya enunciada; de todos modos quienes han narrado la operación desde la óptica de los sublevados tienen razón al considerar que se trató "del éxito artillero más completo de Franco" (Martínez Campos), que así utilizó uno de los elementos de su superioridad material evidente. Con todo, a pesar de que en un momento las tropas del Ejército Popular abandonaron sus posiciones ante el adversario para luego volver a ocuparlas, la batalla no se decidió hasta que, a primeros de febrero de 1938, una maniobra en el flanco izquierdo de ataque hasta el río Alfambra hizo desplomarse el frente republicano en tan sólo tres días y con muy pocas bajas; a ello puede haber contribuido el hecho de que la zona estaba mal guarnecida por los defensores que seguían pensando que Extremadura era su principal eje de ataque. Gracias a esto en la segunda quincena de febrero Teruel, la única capital de provincia capturada por el Ejército Popular, fue reconquistada desde el Norte. En realidad, como admitió Zugazagoitia, lo sucedido demostraba que todavía estaba por nacer el nuevo Ejército y de ello eran también conscientes los adversarios. Kindelán, encargado por Franco de informar acerca de la calidad militar enemiga, llegó a la conclusión de que no había mejorado y de que, por tanto, "cualquier maniobra que emprendamos tendrá éxito". Así se demostraría en poco tiempo, pero Franco, habitualmente conservador y parsimonioso, no cambió su forma de actuación de manera decidida. Los atacantes mostraron sus debilidades no sólo respecto de la calidad de sus tropas sino por la forma de ejercer la unidad de mando, actuaron con demasiada confianza y consideraron liquidada la batalla cuando sólo empezaba. Los franquistas, por su parte, habían conseguido responder al adversario allí donde había atacado, pero a cambio de 40.000 bajas y sin utilizar sus reservas donde hubieran sido mucho más útiles. La dureza de los combates de Teruel coincide con el comienzo del empleo sistemático de un procedimiento de guerra especialmente brutal, aunque durante la segunda guerra mundial se generalizaría y empeoraría en sus dimensiones y efectividad. Los bombardeos a ciudades de la retaguardia fueron habituales a partir de este momento aunque los llevaron a cabo de modo más continuado los franquistas. Algunas de estas operaciones supusieron centenares de víctimas entre la población civil, principalmente en Barcelona, que a menudo fue alcanzada por aviones italianos, que incluso partían de sus bases metropolitanas. Poco después de la batalla de Teruel también tuvo lugar un repentino cambio en el balance de fuerzas de los dos bandos cuando, a principios de marzo de 1938, el crucero nacionalista Baleares fue hundido. A partir de este momento la recuperación de otras unidades republicanas (como el crucero Cervantes) proporcionó una superioridad a los gubernamentales que no supieron aprovechar. Para comprender lo sucedido en las semanas siguientes hay que tener en cuenta que el resultado de la batalla de Teruel afectó muy gravemente a la moral de resistencia del Ejército Popular, hasta el punto de que el propio Rojo hablaba del "enorme estado de desmoralización" así como de que los nuevos reclutas "no servían para nada". En estas condiciones se explica que al iniciarse el ataque de las tropas de Franco se produjera un auténtico derrumbamiento del frente. El comienzo del mismo no tuvo lugar a la salida de Teruel sino al sur del Ebro, en dirección a Belchite y Caspe, en la segunda semana de marzo. El desmoronamiento del Ejército Popular fue tal que se produjeron desbandadas de hasta 20.000 ó 25.000 hombres, que empleaban la violencia para huir y que a veces eran detenidos por fuerzas de orden público. Los franquistas habían actuado por sorpresa (pues el enemigo esperaba el ataque en Guadalajara) y emplearon muy bien la aviación en persecución del adversario; en una semana avanzaron 100 kilómetros, tomaron 7.000 kilómetros cuadrados de superficie con un centenar de pueblos, capturaron 10.000 prisioneros y se hicieron con las rutas que conducían hacia el mar. A mediados de marzo Franco decidió seguir la ofensiva en una doble dirección, al norte del Ebro y hacia el mar. En la primera de las zonas indicadas sólo esa desmoralización existente en el Frente Popular explica que las fuertes líneas de defensa existentes en torno al río Cinca no fueran prácticamente utilizadas. De nuevo se produjo el derrumbamiento del frente con la conquista de 15.000 kilómetros cuadrados por el adversario y una penetración de 100 kilómetros. A fines de marzo las tropas de Franco penetraban en Cataluña y el 4 de abril fue tomada Lérida; Franco dio instrucciones de no encarcelar necesariamente a todo el que hablara el "dialecto" catalán, "aun de buena fe", lo que indicaba el destino que les esperaba a las instituciones autonómicas. En realidad, la detención de sus tropas se produjo por puro cansancio porque el adversario estaba incapacitado para la resistencia y sólo en la zona del Pirineo (en torno a Bielsa) se produjo una encarnizada resistencia. "Desde el Ebro hacia el Norte -escribió Rojo- nuestro frente prácticamente no existe pues la mayor parte de las tropas que constituían el Ejército del Este como las enviadas en refuerzo se hallan desarticuladas entre sí, sin constituir frente defensivo y la mayor parte están desorganizadas y retrocediendo, víctimas de un fenómeno de pánico". Prieto, que "exultaba" cuando sus tropas tomaron Teruel, consideró lo sucedido como un "desastre sin compostura". En efecto, así había juzgado Rojo que sería una división del territorio controlado por el Frente Popular, la cual tuvo lugar a mediados de abril. Las otras dos operaciones no eran más que auxiliares, pero la llegada al mar con la toma de Vinaroz y la conquista de 6.400 kilómetros cuadrados necesariamente había de desempeñar un papel decisivo en el desenlace de la guerra. Lo sucedido jugó un papel de primera importancia en el estallido de la crisis política del Frente Popular y explica el desánimo de no pocos. El aviador Tarazona, por ejemplo, narra en su libro de Memorias: "En un mes el enemigo barrió nuestras tropas en tierra y a nosotros en el aire; nuestro triunfo de Teruel había sido anulado y la impotencia nos hacía llorar de rabia". Curiosamente, un error estratégico de primera magnitud por parte de Franco vino en ayuda de los derrotados en Teruel. Lo lógico, en aquellos momentos e incluso desde antes, hubiera sido atacar Cataluña, pues en esa dirección ni siquiera parecía encontrar resistencia, aparte de que fuera un objetivo política y militarmente más importante. Sin embargo, tomó la decisión, calificada de "increíble" por algún historiador militar, de avanzar por el Maestrazgo hacia Valencia en contra de la opinión de algunos de sus consejeros militares e incluso "en neta discrepancia" con su Estado Mayor (Kindelán). Se ha dicho que Cataluña era un objetivo importante pero también un avispero, porque podía provocar la intervención francesa; aun así no se comprende que Franco pensara en que podía tomar Valencia con rapidez; es muy posible que creyera que en este momento tenía ya la victoria al alcance de la mano, porque no demostró excesiva prevención ante la eventualidad de una retirada de la Legión Cóndor. En cualquier caso, no podía haber sido elegido peor el terreno de la ofensiva donde se centraron los combates a lo largo de tres meses a partir de la tercera semana de abril: se trataba de una zona abrupta, pobre de comunicaciones y compartimentada como es el Maestrazgo en donde, además, la zona costera estaba dotada de buenas defensas. Miaja, al frente del Ejército Popular, llevó a cabo una nueva batalla defensiva como la de Madrid, escatimando sus fuerzas y escalonando la intervención de los refuerzos al mismo tiempo que multiplicaba las líneas defensivas; luego, el general Díaz de Villegas aseguró que ésta había sido la mejor batalla defensiva que libró el Ejército Popular. Por otro lado, los atacantes cometieron errores no sólo estratégicos sino también tácticos: en vez de elegir un sólo sentido para su progresión intentaron hacerlo mediante una pinza en una región que no permitía posibilidad alguna de maniobra y, además, emplearon tropas insuficientes, lo que les obligó a modificar su despliegue hasta cuatro veces introduciendo refuerzos, que nunca bastaron para romper la resistencia adversaria. Sólo en el mes de mayo parece haber pensado Franco en la posibilidad de optar por cambiar el frente de su ofensiva, después de que incluso Kindelán le escribió en ese sentido, y en la zona catalana, reorganizado el Ejército Popular, se pasó a un tanteo ofensivo por el frente leridano. Sólo a mediados de junio pudo ser tomado Castellón y aunque la lucha siguió hasta el mismo momento de la ofensiva del Ejército Popular en el Ebro su éxito fue poco significativo. Las tropas de Franco estaban ya detenidas en la llamada línea X-Y-Z y las posibilidades de obtener una victoria rápida, patentes a la altura de abril, eran, en pleno verano, tan sólo un recuerdo. El Ejército Popular había ganado una batalla, aunque fuera sólo defensiva.
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acepcion
Pequeña pieza de piedra, mármol, vidrio o pasta empleada para confeccionar un mosaico.
Personaje
Militar
Político
Teseo es para los atenienses el héroe por excelencia, comparable a Heracles. Era hijo del rey Egeo pero pasó su juventud en la patria de su madre, en el sur de Grecia. Cuando alcanzó la adolescencia se fue a Atenas, eliminando los numerosos bandidos que proliferaban en la ruta terrestre. En la ciudad ática se ofreció como miembro de la ofrenda al rey Minos: siete muchachos y siete doncellas debían ser entregadas cada nueve años; los jóvenes eran entregados al llegar a Creta al Minotauro. Una vez en Creta, la hija del rey Minos, Ariadna, se prendó de la belleza de Teseo y evitó que fuera sacrificado el joven. Para ello Ariadna acudió al constructor del laberinto donde vivía el Minotauro, Dédalo, quien le indicó que atara un hilo a la puerta y lo desenrollara conforme iba avanzando. Teseo siguió las instrucciones y llegó a la cámara del monstruo donde le dio muerte. A continuación volvió sobre sus pasos y rescató a los demás jóvenes atenienses. Junto con Ariadna se embarcaron hacia Atenas, haciendo escala en la isla de Naxos donde quedó Ariadna. Al regresar a Atenas, Teseo olvidó colocar una vela blanca en señal de victoria por lo que su padre pensó que había sido sacrificado en Creta. Egeo se tiró al mar y en su memoria este mar lleva su nombre. Teseo reinó en Atenas para pronto instaurar la democracia. En la capital del Atica se convertirá en defensor de los débiles y oprimidos pero no por ello dejará de realizar aventuras. Fue al país de las amazonas para tener un hijo con su reina, participó en la expedición de los Argonautas para conquistar el Vellocino de Oro y tomó parte en la caza del jabalí de Calidonia, salvando la vida de su amigo Piriteo. También estuvo en la lucha de los lapitas contra los centauros, que tuvieron lugar en la boda de Piriteo, cuando los ebrios centauros decidieron raptar a las mujeres. Raptó a la todavía niña Helena -más tarde desencadenará la Guerra de Troya- y viajó hasta el Hades con Piriteo, siendo liberado por su primo Heracles. Teseo en sus últimos años se casó con Fedra, la hermana de Ariadna. Fedra se enamoró de Hipólito, el hijo de Teseo y la amazona, por lo que decidió suicidarse, acusando en una carta al joven Hipólito de haberla mancillado. Teseo envió al destierro al inocente Hipólito, muriendo antes de alcanzar el exilio. Artemisa reveló la verdad a Teseo y el héroe abandonó su patria, encontrando la muerte en la corte de su amigo Licomedes.
obra
Se inserta dentro de la serie de dibujos de tema mitológico realizados entre 1627 y 1630, junto a Júpiter y Antíope o Dos amorcillos combatiendo. Evoca los amores de Ariadna, hija del rey cretense Minos, y Teseo, joven ateniense que había sido enviado a la isla a combatir con el Minotauro, el monstruo mitad toro mitad hombre que vivía recluido en el Laberinto, y al que se ofrecían sacrificios humanos. Para evitar la posible pérdida de Teseo dentro del Laberinto, Ariadna, enamorada, entrega al héroe un ovillo de hilo mágico, que le conducirá ante el Minotauro. Tras lograr acabar con la vida del monstruo, Teseo y Ariadna huyen a la isla de Naxos. Por la noche, mientras ella duerme, Teseo embarca con sigilo y la abandona, incumpliendo sus promesas a la princesa. Esta es la escena representada con hondo lirismo por Poussin. A la derecha de la composición, cae, apagándose, la antorcha del amor. A la izquierda, el barco de Teseo aguarda ya con los remos alzados, listo para navegar. Con el sombreado a la aguada, Poussin refleja con destreza el doble crepúsculo, el final del día y la extinción del amor.
obra
Esta pintura procedente de Pompeya es una de las obras maestras del cuarto estilo. De clara influencia helénica, el héroe aparece representado completamente desnudo. Teseo fue el gran héroe de la región del Atica que consiguió entre muchas otras hazañas, y con la ayuda de Ariadna, vencer al monstruo de cabeza de hombre y cuerpo de toro. Este mismo tema lo encontramos en un fresco de la basílica de Herculano.
contexto
Durante ese período los atenienses vivían distribuidos en pequeñas polis, con sus órganos de gobierno agrupados en torno a señores aristocráticos que concentraban en el oikos la actividad económica. Desde Teseo, los oikoi se unifican en un solo órgano político, con lo que desaparece la anterior función regia y se crea una nueva solidaridad que tiene su manifestación en la nueva polis, con una sola boulé y un solo pritaneo, gobernada por los arcontes. La tradición es capaz de reproducir nombres de arcontes desde el siglo XI. El proceso de transformación largo y seguramente conflictivo, que para alcanzar su plenitud hubo de durar con toda probabilidad a lo largo del período oscuro, queda sintetizado en el mito de Teseo. El período oscuro aparece dominado por la aristocracia gentilicia, con referencia a basilei, que tienden a quedar relegados frente a los arcontes vitalicios, representativos de un alargamiento del sistema, donde las rivalidades familiares se disuelven en la nueva solidaridad, necesaria para afianzar las nuevas formas de control de los bienes, cada vez más atractivos, y para resistir a las presiones de una población creciente. En esa época se consolida el sistema por el que cada una de las cuatro tribus (phylai) está dividida en tres phratríai y cada una de éstas en un número indeterminado de eugeneis, los de un genos conocido, gnorismoi, que monopolizan el mérito de las antiguas hazañas de guerras, aristeiai, y se erigen en áristoi, capaces de competir por la basileia. Pero frente a la competitividad se impone la solidaridad del sinecismo y el poder se ejerce por nueve arcontes, uno más destacado que da nombre al año, epónimo; otro que recibe el poder militar, polemarco, seguramente heredero del jefe del ejército regio, cuando el rey sobrevivía a pesar de no ser capaz de dirigir las fuerzas militares o no querer, porque tenía ya el suficiente prestigio para nombrar a un colaborador dedicado a ello; el tercero heredaría, como sacerdote, el título de basileus; finalmente, otros seis se encargan del establecimiento y custodia de las normas legales, thesmoi, los tesmótetas.
obra
Esta tesera, encontrada en la provincia de Teruel, recoge y muestra de forma gráfica -por las manos unidas- el carácter firme del vínculo establecido con el hospitium o pacto de hospitalidad entre dos individuos -uno de los cuales sería el P. Turullius que figura en la inscripción- o entre este personaje romano y alguna comunidad asentada en la zona. No podemos saber nada más porque falta precisamente la mitad de la pieza, similar a ésta, en la que figuraría el nombre de quienes pactaron con P. Turullius, mitad que estaría en poder de este último. La mitad conservada, por tanto, perteneció a la otra parte. Ambas mitades se ensamblarían por las dos muescas de los extremos, una vez reunidas. Esta pieza se halla en el Museo Arqueológico Nacional.
obra
En el castro de Las Labradas, en las cercanías de la localidad zamorana de Arrabalde, se encontró un importante tesoro integrado por más de cincuenta piezas de oro y plata que se conservan en el Museo de Zamora. Cobijados en un gran vaso cerámico aparecieron una buena cantidad de fíbulas, torques, brazaletes, colgantes, pendientes, anillos, diademas o ceñidores. Entre las piezas destaca el Brazalete espiraliforme de plata.
obra
Este brazalete de 12 espiras procedente del Tesoro de Arrabalde se confeccionó en una cinta de plata, aplanada y más ancha en las tres últimas espiras, cuyos extremos se remataron en un perfil de cabeza de serpiente. Destaca sobre estas vueltas finales la precisa decoración troquelada a base de triángulos rellenos de granetti y chevrons, separados por una banda de puntos. Como bien se ha apuntado, resulta fácil ver en ellos una influencia de los ibéricos, pues en ambos, además, se observa el mismo remate de ofidios. Sin embargo, la reserva ornamental de las espiras centrales, y la mayor anchura y aplanamiento de las exteriores aportan cierta singularidad a los brazaletes espiraliformes meseteños frente a los ibéricos.