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El gran pintor de los fastos venecianos del Quattrocento será Gentile Bellini, heredero del estilo de su padre Jacopo. Como podemos apreciar en esta Procesión en la plaza de san Marcos, las figuras se ubican en un escenario arquitectónico típicamente veneciano, uniendo edificios bizantinos con italianos. Las pequeñas figuras pueblan toda la superficie, en una excelente radiografía de la sociedad veneciana. La perspectiva es menos cuidada que la iluminación y el colorido, bases de esta Escuela que desarrollarán durante el Cinquecento los maestros Tiziano y Tintoretto. La atracción hacia el mundo oriental de Gentile -el primer pintor que trabajó el óleo sobre lienzo- le hizo viajar hasta la Corte del sultán Mahomet II que le otorga la distinción de bey.
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La estela de Goya fue seguida con fuerza por los representantes del costumbrismo madrileño, Alenza y Lucas, quedando interrumpida hasta que Fortuny se interesó especialmente por el maestro aragonés. Las visitas al Museo del Prado en compañía de Federico de Madrazo serán el inicio de una profunda admiración hacia los grandes maestros españoles: Ribera, El Greco, Velázquez y, por supuesto, Goya, llegando a manifestar que "cada día voy conociendo más que hay mucha afinidad entre lo que él buscaba y lo que busco yo". Esa afinidad la encontramos en esta escena que contemplamos, a pesar de emplear cada artista un medio diferente, buscando ambos la vitalidad y la expresividad en sus trabajos. A las puertas de una iglesia los sacerdotes deben regresar al interior del templo ante la lluvia que descarga, provocando la interrupción de la procesión. Un hombre vestido a la moda dieciochesca sujeta un paraguas rojo mientras los monaguillos corren en dirección al templo portando largas palmatorias. Las expresiones y los gestos de cada personaje están logrados a la perfección, exhibiendo Fortuny un estilo rápido y minucioso al mismo tiempo, preocupándose por los detalles que considera necesarios, contrastando entre las zonas sin apenas tratamiento y las figuras más detalladas. Las vivas tonalidades rojas empleadas contrastan a su vez con los blancos y los negros, obteniendo un resultado de elevada calidad, como si de un cronista gráfico se tratara.