Busqueda de contenidos

obra
Es curioso comprobar, en esta imagen, cómo en la elección de la gama de colores, Monet aplica la que será sin duda su más famosa: la armonía de tonos azules, malvas y rosas. Años después, como sabemos, esos colores triunfan en la serie de los Nenúfares, basada en las flores que crecían en su estanque privado de Giverny. Es tan importante el dominio del color en esta escena que amenaza con diluir los perfiles de la catedral y confundirlos en una masa informe, como la perfecta metáfora de la pintura no como representación literal de la realidad sino como traducción poética, espiritual, de las sensaciones que los estímulos externos producen en el artista. Por último, toda la composición produce la comparación con determinadas obras del Simbolismo francés - por el gusto hacia lo decorativo - movimiento que, al igual que el Impresionismo, surgiría en el siglo XIX pero continuaría en el siglo XX.
obra
Uno de los mejores amigos del pintor, Clemenceau, celebró el acierto de realizar esta serie cuando fue expuesta en París en 1895: "el pintor nos ha dado la sensación de que los lienzos hubieran podido ser cincuenta, cien, mil, tantos cuantos minutos comporta su vida". También se mostraron encantados con esta serie de la catedral de Rouen algunos de los pintores modernos más destacados del momento, como Degas, Cézanne o Renoir; otro de ellos, Pissarro, definía la serie como "la obra de un volitivo, ponderada, que persigue los más pequeños matices de efectos que no veo realizados por ningún otro artista. Alguien niega la necesidad de esa búsqueda cuando se prosigue hasta tal punto". Para pintarlas Monet eligió diversos emplazamientos elevados, desde donde poder contemplar con detenimiento la evolución de la catedral bajo distintas condiciones de luz y atmósfera.
video
Entre las principales portadas de época protogótica en España destaca la de la Colegiata de Santa María en Toro. En el tímpano nos encontramos con el tema de la Coronación de la Virgen. Cristo coloca la corona en la cabeza de María, ocupando el espacio que queda libre en los laterales dos ángeles con candelabros, mientras que ángeles turiferarios se sitúan en el vértice. En el dintel se representa la muerte de la Virgen, reposando en el lecho. Dos ángeles llevan su alma hacia el cielo mientras a los pies y a la cabecera se ubican los apóstoles. En el parteluz hallamos a la Virgen con el Niño en actitud de bendecir, mientras María le ofrece una flor. En las arquivoltas se desarrolla una curiosa distribución. La interna se dedica a ángeles turiferarios; en la segunda aparecen san Pedro, santas y dos profetas; en la tercera se representan santos eclesiásticos; en la cuarta, obispos, abades y otros eclesiásticos; en la quinta se disponen santas mártires con su palma; la sexta está ocupada por músicos. En la arquivolta externa se desarrolla el Juicio Final con Cristo, Varón de Dolores, en el centro, rodeado de la Virgen, san Juan y los ángeles portadores de los instrumentos de la Pasión. En la zona de la izquierda aparece la representación del Cielo y en la derecha el Infierno. En las jambas se han situado ocho figuras: dos ángeles en los extremos y las otras no identificadas, a excepción de David y Salomón. Las figuras gozan de un ingenuo realismo, imprimiendo el escultor singular belleza a cada una de ellas, consiguiendo una obra cargada de armonía.