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Esta pequeña tablita flamenca se ha considerado tradicionalmente como el retrato de la reina castellana, Isabel la Católica. Probablemente fuera un retratito destinado a ser enviado a sus pretendientes, para concertar la boda. Era ésta una costumbre muy extendida en las monarquías europeas, para trabar alianzas políticas que se basaban en las alianzas matrimoniales. La monarquía española se valió de estos retratos con frecuencia. La reina tenía preferencia por los artistas flamencos y a ellos encargó toda su colección. La efigie de la soberana se ha reducido a lo imprescindibles, apenas su rostro, que no debemos dudar se halla idealizado hasta cierto punto. El fondo es neutro, oscuro, para resaltar la tez clara de la mujer. El tocado es extremadamente sencillo, según la moda castellana. La cabeza no se halla de frente riguroso, sino de tres cuartos, a la usanza flamenca, que da algo de dinamismo a la figura sin plantear una postura demasiado agresiva, como lo sería un perfil o un frente absoluto.
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Arquitecto y escultor burgalés, Diego de Siloé fue un artista clave para el desarrollo posterior de la escuela castellana y andaluza. En su obra está presente la huella del que pudo ser su maestro, Ordóñez, así como los frutos de su viaje a Italia, donde tuvo la oportunidad de conocer el creciente arte renacentista. No obstante, Siloé, tiene un estilo propio, en el que la expresividad y sentimiento prima sobre la norma clásica y la Antigüedad tal y como ha apuntado Gómez Moreno, como bien podemos observar en este retrato de la Reina Católica de la Capilla de los Reyes Católicos de la Catedral de Granada.
Personaje Político
La figura de Isabel I será fundamental para conocer el tránsito que se produce en la Península Ibérica entre la Edad Media y la era Moderna. Su reinado, junto a su esposo Fernando de Aragón, servirá de puente entre dos épocas y tendrá elementos identificativos tanto de una etapa como de la otra. Nace el 22 de abril de 1451 en el pueblo abulense de Madrigal de las Altas Torres. Será la tercera hija del rey Juan II de Castilla, casado en segundas nupcias con doña Isabel de Portugal, la madre de la futura Reina Católica. Su infancia transcurrió en Arévalo, donde se trasladó su madre al poco tiempo de enviudar. La estancia en Arévalo no será muy agradable ya que la madre pronto empieza a dar muestras de locura. Poco sabemos de su instrucción, suponiendo que en estos años aprendería a leer y escribir. En 1464 el rey Enrique IV, su hermanastro, la lleva a su corte, dotándola de rentas, mercedes y una villa en Casarrubios del Monte. Las relaciones entre los hermanos son bastante estrechas y don Enrique da muestras de cariño hacia la joven infanta al igual que a su otro hermano, don Alfonso. La situación en la corte de Enrique no es muy gratificante ya que los nobles desean restar aún más poder al legítimo monarca, produciéndose un soterrado enfrentamiento entre los partidarios de una monarquía fuerte y los que optan por un monarca manejable del que puedan conseguir todo tipo de gracias y mercedes. En este ambiente se produce un hecho significativo conocido como "Farsa de Avila". En una grotesca ceremonia los nobles deponen a Enrique IV y nombran rey de Castilla al príncipe Alfonso, alegando que la heredera -Juana, hija de Enrique y de su segunda esposa Juana de Portugal- es ilegítima al ser fruto de los amores de la reina y el valido, Beltrán de la Cueva, de donde viene el nombre de Beltraneja con el que la infanta es conocida posteriormente. Isabel está al margen de todas estas maniobras pero pronto entrará en escena. La muerte del príncipe Alfonso en 1468 provoca que sus partidarios elijan a la joven infanta como nueva candidata a arrebatar la corona a Enrique. El objetivo nobiliario será contar con una persona manejable con la que realizar sus intereses personales. En este contexto se firma el Pacto de los Toros de Guisando (1468) en el que Enrique reconoce a su hermana Isabel como princesa de Asturias, confirmando la ilegitimidad de su hija Juana. Resulta curioso como Isabel, cuyas posibilidades de reinar en Castilla eran muy escasas al nacer, se había convertido en la sucesora al trono. Como princesa de Asturias Isabel debe elegir un buen marido para casarse. Los candidatos a este matrimonio político serán varios: Alfonso V de Portugal; don Pedro Girón, maestre de Calatrava, y Fernando de Aragón, heredero de la corona vecina. La elección se consumó en Ocaña , donde Isabel constituyó su casa: Fernando era el elegido. El matrimonio se celebrará en Valladolid el 19 de octubre de 1469, presentando el arzobispo Carrillo una bula papal falsa ya que ambos contrayentes eran primos segundos, teniendo como antepasado común a Juan I de Castilla. Pero este matrimonio significará el enfrentamiento entre los dos hermanos ya que Enrique reacciona rápidamente y declara ilegal el nombramiento de Isabel como princesa de Asturias, reconociendo a Juana como su heredera legítima (Valdelozoya, 1470). La guerra civil está servida aunque aún queden algunos años para estallar. En un primer momento, Isabel y Fernando apenas cuentan con aliados, retirándose a Medina de Rioseco, pero paulatinamente va creciendo el número de sus partidarios: el País Vasco, Borgoña, Roma y especialmente la poderosa familia Mendoza. La posición de Isabel es cada vez más fuerte y parece que el propio Enrique se aviene a negociar. Pero en estos momentos el monarca fallece en Madrid, en la noche del 11 al 12 de diciembre de 1474, sin hacer testamento. Tomando como base el tratado de los Toros de Guisando Isabel se proclama reina de Castilla en Segovia, el 13 de diciembre. Es una política de hechos consumados que provocará la guerra entre Isabel y sus partidarios -que apoyan una monarquía estable y consolidada- frente a Juana y sus aliados -curiosamente los que anteriormente la consideraban ilegítima, pretendiendo consolidar sus derechos feudales y relegar la monarquía a un plano meramente formal-. En enero de 1475 se firma la Concordia de Segovia entre Isabel y Fernando. donde se produce un reparto de competencias entre ambos monarcas. Isabel es "reina y propietaria de Castilla" y su esposo recibe el título de rey. Desde ese momento los esposos formarán un bloque imposible de dividir y con esa firmeza pueden hacer frente al estallido de la guerra. La guerra civil se produce entre 1475 y 1479, convirtiéndose en guerra internacional al participar Portugal y Francia apoyando a Juana mientras que Aragón rinde su apoyo a Isabel. La derrota portuguesa en las cercanías de Toro (1 de marzo de 1476) y las dificultades francesas para invadir tierras guipuzcoanas gracias a la labor de la marina vasca inclinan la balanza a favor del bando isabelino. Durante tres años se irán sofocando los focos de resistencia en tierras extremeñas y andaluzas, lo que indica que la causa isabelina no estaba tan arraigada. Los Tratados de Alcaçovas (septiembre de 1479) ponen fin a la contienda y desde ese momento Isabel está firmemente asentada en el trono. Ese mismo año de 1479 muere Juan II de Aragón por lo que Fernando se convierte en rey aragonés, poniéndose en marcha la unión dinástica de Castilla y Aragón. Los cimientos del Estado moderno se están colocando en la Península Ibérica. Para robustecer el poder real se tomaron una serie de medidas de gran calado, la mayor parte de ellas en el seno de las Cortes: la constitución de la Santa Hermandad con fines de índole policial y judicial (Madrigal de las Altas Torres, 1476); la reorganización del Consejo Real, la ampliación de las competencias de los corregidores (Toledo, 1480); regulación de la Hacienda Real; revisión de las mercedes otorgadas a los nobles por Enrique IV; incorporación de los maestrazgos de las Ordenes Militares a la Corona al nombrar Gran Maestre a Fernando; establecimiento en Valladolid de la Real Chancillería, creando una segunda Chancillería en Granada (1505); constitución de un ejército permanente que tiene como núcleo las Guardias Reales, las milicias urbanas y la Santa Hermandad. En materia religiosa se produce la expulsión de los judíos (1492); la reforma de las órdenes religiosas, labor realizada por el cardenal Cisneros; y la creación de la Inquisición en Castilla (1478) gracias a la bula "Exigit sinceras devotionis affectus" promulgada por Sixto IV por la que se otorga a los reyes el poder de nombrar dos o tres obispos para desempeñar el oficio de inquisidores, produciéndose las primeras condenas en Sevilla durante el año 1481. En 1492 se producen tres hechos de gran importancia para España: la conquista de Granada -que pone fin a la guerra con el reino nazarí desde el año 1482-, la conquista de las Canarias -las islas mayores: Gran Canaria, La Palma y Tenerife- y el descubrimiento de América gracias a Cristóbal Colón. Los tres episodios se pueden relacionar con la política exterior desarrollada por Isabel y Fernando, encaminada a extender los dominios ibéricos para afianzar la corona como una potencia internacional, enfrentándose a Francia. Bien es cierto que la línea trazada por Fernando tenía como objetivo la expansión hacia el Mediterráneo -Italia y Sicilia- pero con estas nuevas aportaciones Castilla se abría al Atlántico. Gracias a las bulas "Inter Caetera" (mayo de 1493) el papa Alejandro VI concedió la soberanía de las tierras descubiertas -aunque Colón pensaba que había llegado a las Indias-. Será este mismo pontífice quien otorgue a Isabel y Fernando el título de Reyes Católicos en 1494 -posiblemente para compensar al título de "Rey Cristianísimo" que ostentaban los soberanos franceses- que también disfrutarán todos sus herederos. Dentro de la política exterior conviene destacar la política de enlaces diseñada por los reyes para sus hijos. Todos los matrimonios están encaminados a aislar a Francia: Isabel casaría con el príncipe portugués don Alfonso y al enviudar, con su heredero, don Manuel el Afortunado; Juan casará con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I y María de Borgoña; Juana contraerá matrimonio con Felipe de Austria, también hijo del emperador; María se casará con su cuñado, el viudo don Manuel de Portugal; Catalina será la primera esposa de Enrique VIII de Inglaterra. Portugal, el Imperio e Inglaterra, rodeando con sus vástagos al reino francés. El diseño de Fernando no podía ser más perfecto. La muerte del príncipe Juan en 1497 provocará a doña Isabel una depresión, quizá por motivos sucesorios. El fallecimiento de Isabel (1498) y su hijo Miguel (1500) -heredero de las coronas de Portugal por su padre, Castilla por su abuela y Aragón por su abuelo- aumentarán la desazón en la reina que fallecerá en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504, víctima de un cáncer. El testamento deja como heredera y propietaria de la Corona de Castilla a su hija Juana. El cadáver de doña Isabel fue llevado a Granada donde será enterrado, pudiéndose apreciar hoy en día un precioso mausoleo -realizado por Domenico Fancelli- en la Capilla Real granadina, acompañada de su esposo Fernando.
Personaje Político
Hija de Carmelo Martínez y María Josefa Cartas -Isabelita era su nombre artístico- conoció a Juan Domingo Perón en Panamá. Empezó a trabajar con él como secretaria personal. Compartió su exilio en Madrid y allí se casaron en 1961. Cuando Perón volvió a Argentina y fue candidato a la presidencia en 1973, ella fue elegida como Vicepresidenta. La fórmula Perón-Perón obtuvo un triunfo arrollador (61,8% de los votos) e inició sus funciones el 12 de octubre del mismo año. El 1 de Julio de 1974 cuando murió su marido, asumió la Presidencia. En un contexto muy problemático -inflación, y violencia política- nombró un equipo de de ministros cuya función era resolver la crisis. Favoreció un giro radical en las propuestas económicas del peronismo tradicional, de fuerte contenido social, y emprendió una política de apertura al capital internacional y de restricción de salarios. Dirigió la estrategia el Ministro de Bienestar Social, López Rega, que no acertó. El 24 de marzo de 1976, fue detenida por oficiales de la fuerza aérea, arrestada cinco años en su domicilio y condenada por corrupción (1981). Liberada, marchó a España y fue indultada en 1983. El 20 de mayo de 1984, meses después de restaurarse la democracia, regresó a Argentina y el 21 de febrero de 1985 dimitió como presidenta del Partido Justicialista. El 11 de enero de 2007 el juez federal Héctor Acosta dio orden de captura internacional, siendo acusada de la desaparición de un estudiante en febrero de 1976, antes del golpe militar. Fue arrestada en su domicilio madrileño en Villanueva de la Cañada y acusada de vinculación a acciones de la Triple A por el juez federal Norberto Oyarbide. El 28 de abril de 2008, la Audiencia Nacional española consideró prescrito el asunto al no tratarse de crímen contra la humanidad. No fue extraditada.
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Cuando Isabella Brandt se casó con Rubens tenía 18 años; de su belleza juvenil da cuenta el Autorretrato con Isabella realizado en 1609. Pasados unos años el maestro realiza este soberbio dibujo de su esposa cuando contaba 31 años, manteniendo aún buenas dosis de belleza. Los grandes ojos y la sonrisa son el punto de atracción del rostro, transmitiendo la impactante personalidad de la dama. El modelado de la cabeza es perfecto y da increíble sensación de volumen. El vestido no está tan trabajado, resultando de todo ello un sugerente contraste. De esta manera se ponen de manifiesto las grandes dotes de Rubens como dibujante, quien durante su estancia en Italia empleó la mayor parte de su tiempo en copiar obras de los grandes maestros -Rafael, Tiziano, Miguel Ángel, Leonardo o Caravaggio- con sus carboncillos.
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El 3 de octubre de 1609 Rubens contrae matrimonio con Isabella Brandt, hija de un importante funcionario de la ciudad de Amberes, prestigioso erudito y humanista llamado Jan Brandt al que retrató hacia 1635. La felicidad colmó a la pareja hasta que Isabella falleció en 1626, víctima de la peste, dejando al pintor con dos hijos. Durante cuatro años, Rubens permaneció viudo, dedicándose con intensidad a la labor diplomática, visitando Madrid y Londres. A su regreso a Amberes contraerá matrimonio con Helene Fourment.Este que contemplamos es el último retrato que pintó de su primera esposa, vistiendo ella elegantes trajes que corresponde a la elevada situación económica y social alcanzada por el pintor y su familia. Su cuello se adorna con un collar de perlas y de sus orejas cuelgan ricos pendientes, mientras que en su mano derecha sujeta un pequeño libro de misa. Adornos plateados engalanan su vestido negro de amplio escote, a la moda de la época, al tiempo que finos puños de encaje rematan las mangas. Si bien la elegancia de los ropajes llama nuestra atención, será la inteligente y dulce mirada de Isabella el primer referente al contemplar la tela, acercándose el maestro flamenco a su gran maestro, Tiziano, a la hora de interesarse por la personalidad de sus modelos, así como el efecto atmosférico conseguido gracias al empleo de la luz, una iluminación dorada que funde los contornos y desdibuja los objetos.La pérdida de la amada esposa dejó al pintor sumido en una profunda desesperación, tal y como se recoge en una carta a un buen amigo: "En realidad, perdí una excelente compañera. Ella no era caprichosa, ni débil, sino que fue la bondad y la honestidad".
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Isabella Coymans nació en Haarlem; era hija de Joseph Coymans y Dorothea Berck -cuyos retratos realizó Hals en 1644-, casándose en 1644 con Stephanus Geraerdts en su ciudad natal. Dos años después de la muerte de su marido, en 1671, contrajo matrimonio con Samuel Gruterus. Isabella falleció el 7 de octubre de 1689 en Haarlem. Hals también retrató a su primer esposo, surgiendo un retrato doble tan habitual en el Barroco holandés. Tras la muerte de Stephanus, los dos retratos fueron separados. Nos encontramos ante uno de los retratos femeninos más activos de los pintados por el maestro holandés ya que la figura aparece en una postura escorzada al girar la cabeza hacia la izquierda de la composición, dirigiendo su mirada hacia el retrato del marido y entregándole la flor que lleva en su mano derecha. El vestido es una excelente muestra de cómo se puede representar la riqueza de un traje sin necesidad de realizar una imagen hiperrealista al utilizar una pincelada rápida, amplia y entrecruzada, aplicando el color de manera directa en la tela, un estilo que será recuperado en el siglo XIX por Courbet y Manet. De nuevo tenemos que hacer una mención especial al interés del maestro por captar la personalidad de su modelo, captando su alma.