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Hija de Odoardo II Farnesio, duque de Parma, y de Dorotea de Baviera, Isabel de Farnesio nació el 25 de octubre de 1692, contrajo nupcias con el rey de España Felipe V el 24 de diciembre de 1714 y falleció en Aranjuez el 11 de julio de 1766. En este retrato contemplamos a la reina hasta las rodillas, vistiendo traje de terciopelo carmesí guarnecido con armiño, en sintonía con el manto que porta. En la zona de la derecha se abre un cortinaje azul. Como podemos observar, en los trabajos de Ranc se encarna el retrato de aparato, ostentoso y mayestático en la línea de Rigaud o Larguillière.
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La retratada es doña Isabel Fernando Francisca Josefina de Borbón, hija del infante don Francisco de Paula y de la infanta doña Luisa Carlota de Borbón. La dama viste un traje de fiesta confeccionado en raso rojo y adornado con negros encajes, formada la falda con tres amplios volantes rematados en visón de color natural. El escote que luce la dama lleva lazos bordados con perlas, haciendo juego con el tocado de la cabeza. También de perlas son el collar, los pendientes y la pulsera. Doña Isabel apoya su mano derecha en el respaldo de una butaca, apreciándose al fondo una ventana adornada con una cortinas, creando el efecto de situarse en el interior de un palacio.
Personaje Político
Isabel I ocupará un relevante hueco en la historia europea del siglo XVI. Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, su papel en el reinado de su hermana María Tudor fue bastante complicado, suavizado por la intervención de su cuñado Felipe II, de quien se rumorea que estaba enamorada. Tras ser coronada reina de Inglaterra a finales del año 1558, la corte española inicia gestiones para casar a Felipe con Isabel, enlace que fortalecería el papel de ambos países en el conjunto europeo. Según los informes presentados al rey católico, Isabel "tenía algo que la incapacitaba para el matrimonio", posiblemente una malformación genital lo que motivó el rechazo español a la candidatura inglesa. Posiblemente ese rechazo de Felipe inclinó a Isabel hacia la adopción del anglicanismo como religión oficial, iniciando en ese momento una contundente persecución a los disidentes católicos y calvinistas. Esta actitud provocó la excomunión del papa Pío V en 1570. La disidencia religiosa que se estaba produciendo en Europa animó a Isabel a apoyar las minorías protestantes, tanto en los Países Bajos como Francia, involucrándose de lleno en las guerras de religión que asolaban ambos territorios. En esta línea se produce uno de los episodios más significativos de su reinado: el intento de invasión española a través de la Gran Armada debido a su incondicional apoyo a los holandeses liderados por Guillermo y Mauricio de Nassau. Lentamente Inglaterra iba manifestando su apogeo en los mares, gracias a la labor de los corsarios Drake y Hawkins, enfrentándose abiertamente con España. Este auge internacional se acompaña de la creciente popularidad de la soberana entre los miembros de la aristocracia y del estado llano, a pesar de la subida generalizada de los precios. La prosperidad económica del reinado de Isabel I fue general, aunque serán la nobleza y la burguesía mercantil las más beneficiadas gracias a los monopolios y concesiones otorgados por la Monarquía. Junto al desarrollo económico debemos advertir la prosperidad cultural del momento cuyo máximo representante será William Shakespeare, recogiendo en sus escritos la sociedad de la época.
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Gutiérrez de la Vega era Pintor Honorario de Cámara pero sin sueldo por lo que decidió realizar un retrato de la reina para ver si podía cobrar sus honorarios. El maestro sevillano presenta una gran influencia de los retratistas ingleses del siglo XVIII, debido a la estrecha relación que mantenía con la colonia inglesa de Cádiz y Sevilla. Es un retrato con todo el aparato regio exigido, aunque apreciemos cierto contraste entre la naturalidad de la soberana y el artificio del entorno palaciego en el que se representa. La reina tenía 14 años cuando se hizo el retrato por lo que destaca la juventud de su rostro, centrando la atención el pintor en el traje, para destacar las calidades de las telas. Todo lo que rodea a doña Isabel es recargado y barroco: el sillón, la corona, el manto de terciopelo, el bastón de mando,... El fondo queda en semipenumbra, destacando la vaporosidad murillesca y la influencia de Madrazo.
Personaje Político
La hija de Fernando VII y su cuarta esposa, María Cristina de Borbón, fue proclamada reina a los 3 años, tras el fallecimiento de su padre en septiembre de 1833. Para alcanzar la corona, don Fernando tuvo que abolir la Ley Sálica y promulgar la Pragmática Sanción, lo que no fue admitido por su hermano Carlos María Isidro, quien se convirtió en el líder del absolutismo y se auto-reconoció rey de España como Carlos V. La reina gobernadora, doña María Cristina, buscó el apoyo de los liberales provocando el estallido de la Primera Guerra Carlista, conflicto que finalizaría con el Abrazo de Vergara (1839) entre Espartero y Maroto. En el periodo que comprende la minoría de edad de la pequeña Isabel se suceden dos regencias. En primer lugar la de su madre, que abarca entre 1833-1840, momento en el que se promulgó el Estatuto Real de 1834, se llevó a cabo la Desamortización de Mendizabal en 1836 y se promulgó la Constitución de 1837, de carácter progresista. En 1840 será el general Espartero quien ocupe la regencia durante un periodo de tres años, desarrollando una política de talante más progresista. A los 13 años Isabel es declarada mayor de edad e inicia su reinado personal. Uno de las primeras cuestiones con las que se enfrenta será su matrimonio, resultando elegido su primo don Francisco de Asís de Borbón y Borbón, duque de Cádiz. La boda se celebrará en 1846 y de este enlace nacerán once hijos de los que sólo cuatro alcanzarán el matrimonio: Isabel, Alfonso, María de la Paz y Eulalia. En mayo de 1844 había sido elegido presidente del Consejo de Ministros el general Narváez, iniciándose la llamada Década Moderada. En estos diez años se promulgó la Constitución de 1845, se realizó la reforma fiscal de Mon y se tranquilizó el proceso desamortizador. En 1854 se produce uno de las numerosas conspiraciones que definen el siglo XIX español: la Vicalvarada, que precede a la revolución de julio. Los progresistas son llamados a ocupar el poder, siendo Espartero el elegido para formar gobierno. Se inaugura el Bienio Progresista, momento en el que se elaboró la Constitución de 1856 -no promulgada- y se llevó a cabo la desamortización general de Madoz. El progresismo tuvo que dar paso en 1856 a un nuevo gobierno moderado en manos del general O'Donnell, recuperando la Constitución de 1845. La alternancia beneficiará a moderados y miembros de la Unión Liberal, gobernando estos últimos entre 1858-1864. Los progresistas se verán apartados del poder e iniciarán una intensa labor para destronar a la reina. La firma del Pacto de Ostende en agosto de 1866 -en el que participó entre otros el general Juan Prim- llevará a la unión de progresistas y demócratas y el estallido de la Revolución de 1868 conocida como la Gloriosa. Para hacerse una idea de la precariedad política que se vivió en el reinado de doña Isabel II resulta interesante conocer que serán 32 los jefes de gabinete nombrados, algunos de ellos permaneciendo en el poder sólo 24 horas como el conde de Cleonard en 1849. Si bien políticamente hablando España vivirá una etapa de crisis, durante el reinado de Isabel II el país pondrá en marcha su particular revolución liberal burguesa. Se desarrollaron las comunicaciones al hilo de la inauguración de la primera línea ferroviaria en la península entre Barcelona-Mataró, impulsándose la construcción del ferrocarril desde 1850. La sociedad capitalista tendrá un fuerte impulso con todo el entramado legal que se desarrolló en aquellos momentos, como la Ley de Bolsa de 1846 o la Ley sobre constitución de bancos de emisión de 1848. Ese mismo año se promulgó el Código Penal y cuatro años antes se había creado la Guardia Civil, lo que indica el interés de los gobernantes liberales por regular el orden público. En cuanto a la política exterior, durante el reinado de Isabel II se confirmó la decadencia española en la política europea que se empezó a manifestar en los reinados de Carlos IV y Fernando VII. La expansión por el norte de Africa dio lugar a enfrentamientos como la Guerra de Marruecos en 1860. Las relaciones con la Santa Sede estuvieron caracterizadas por las dificultades hasta la firma del Concordato de 1851, por el que Roma reconocía a Isabel reina de España y se admitía la desamortización eclesiástica a cambio del importante papel ocupado por la Iglesia en la enseñanza. Precisamente en este campo destacó la ley de instrucción pública de 9 de septiembre de 1857 llamada "ley Moyano". Tres la triunfante revolución de 1868 la reina parte para el exilio y busca refugio en Francia, instalándose en París. El matrimonio decide separarse amistosamente -desde el primer momento se aludió a la homosexualidad de don Francisco de Asís, siendo famosa una anécdota sobre su noche de bodas alusiva a su ropa interior, considerando que llevaba el rey más puntillas que la propia reina- y doña Isabel toma posesión del llamado Palacio de Castilla, donde abdicará a favor de su hijo Alfonso en 1870. Seis años más tarde regresará de nuevo a España para instalarse en El Escorial aunque no definitivamente ya que tendría diferencias con su hijo en primer lugar y con su viuda posteriormente. Fijó su residencia en París pasando breves temporadas en tierras españolas. Será en la capital francesa donde fallezca, tras recibir la visita de doña Eugenia de Montijo.
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Resulta difícil clasificar esta obra que contemplamos ya que podría ser un cuadro de historia o un asunto de crónica ya que trata de un episodio que ocurrió en el año 1837 cuando la pequeña reina Isabel II pasaba revista a las tropas en compañía de su madre, la reina-regente doña María Cristina de Borbón. El cuadro fue encargado por el duque de Riansares, esposo de doña María Cristina y uno de los primeros protectores de Fortuny, para su palacio parisino. En el momento de pasar revista una avanzadilla de soldados carlistas intentó atacar el convoy real, escaramuza que fue repelida por las tropas constitucionales. Es la razón por la que Fortuny divide la composición en tres escenas: las reinas, en su carruaje, acompañadas de los generales y altos militares en primer plano; el enfrentamiento armado entre las tropas en el segundo término; y al fondo un convoy que se aleja. El maestro ha creado una escena de considerable amplitud espacial, que ocupa con multitud de figurillas en las que apreciamos a la perfección todo tipo de detalles: sables, condecoraciones, botas, expresivos rostros... Se trata de figuras perfectas, creadas con esa técnica minuciosa y miniaturista que caracteriza la pintura del maestro. La luz y el color también están presentes en la composición, obteniendo una imagen de perfecto dinamismo y cargada de tensión.