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Personaje Religioso
El genovés Juan Bautista Cybo eligió el nombre de Inocencio para su pontificado. Su debilidad motivó la concesión a los Reyes Católicos los beneficios eclesiásticos del reino granadino y el derecho de presentación para todos los titulares de los cargos eclesiásticos, incluidos obispos. Esa debilidad también influyó en la decadencia de la curia y el colegio cardenalicio. Inocencio VIII se vio involucrado de pleno en la llamada Guerra de los Barones al apoyar a los nobles napolitanos contra Ferrante, provocando la ruptura de las relaciones pontificias con Milán, Florencia, Aragón y Hungría. Las tropas napolitanas sitiaron Roma lo que motivó el reconocimiento definitivo de Ferrante.
obra
Entre los maestros clásicos más admirados por Fortuny debemos resaltar a Velázquez, cuya obra ya había sido contemplada por el joven artista durante su rápido paso por el Museo del Prado. En Roma no pudo dejar escapar la oportunidad de copiar una de las obras emblemáticas del pintor sevillano: el retrato del papa Inocencio X que guarda la Galería Doria-Pamphili, uno de las imágenes más impactantes de la historia de la pintura. Fortuny ha elegido la acuarela para esta copia, centrando su atención en el expresivo rostro del pontífice cuyos ojos se clavan literalmente en la mirada del espectador. El juego de carmines contrastando con blancos es otra de las características definitivas del original que ha sido perfectamente interpretada en la copia, resultando una excelente muestra del arte de Fortuny donde mezcla dibujo con pincelada suelta.
obra
Este magnífico retrato estaría acabado hacia enero de 1650. Inocencio X tendría 66 años cuando le retrató Velázquez, pero dicen que se conservaba muy bien, siendo famoso por su vitalidad, además de por su fealdad, que algunos pensaban incluso que le descalificaba para ser papa; de todas maneras la fealdad fue bastante suavizada por el pintor. El artista sigue el modelo establecido por Rafael al colocar al papa de media figura, sentado y girado hacia su derecha, con bonete y mantelete rojos, y el roquete blanco. Los ropajes están captados con el mayor realismo, obteniendo una increíble calidad en las telas a pesar de la pincelada suelta, que ofrece toda la gama de rojos existente. Pero sin duda lo mejor es el rostro, donde Velázquez capta el alma del retratado; Inocencio X tenía fama de estar siempre alerta, desconfiado e infatigable en el desempeño de su cargo. Todos estos sentimientos los trasmite el papa cuando le miramos. En la mano izquierda lleva un papel donde el pintor se identifica como el autor de esta excelente obra. "Demasiado real", cuentan que dijo el protagonista cuando vio el cuadro acabado.
Personaje Religioso Político
La muerte del papa Urbano VIII ocurrida en 1644, proclive a los intereses franceses durante la Guerra de los treinta años, hace a España intervenir en la elección de su sucesor, oponiéndose a la designación del cardenal Sachetti. La intervención española facultó la elección del candidato Habsburgo, Doria-Pamphili, quien subió al trono con el nombre de Inocencio X. En la historia eclesiástica se le conoce como un papa dominado por el nepotismo, dominado por su cuñada Olimpia Maidalchini, a quien se tuvo por ambiciosa y conspiradora. En su época, fue un papa criticado por algunos sectores, que le deploraban su actitud. Importante fue la condena de las propuestas jansenistas realizada en 1653. Destacó también la celebración del año santo de 1650, para cuyos fastos acudieron en torno a 700.000 peregrinos. También destacó por promover las artes, acogiendo a artistas como Borromini y Bernini. Las relaciones con Francia y el cardenal Mazzarino, sucesor de Richelieu, fueron tirantes, obligando a Inocencio X a desempeñar una hábil política para evitar el cisma con la Iglesia francesa.
Personaje Religioso Político
De nombre civil Benedicto Odecalchi, había sido propuesto como pontífice en ocasiones anteriores, siendo designado cardenal por Inocencio X. De éste toma su nombre cuando es elegido Papa en 1676. Las reticencias de Francia a su nombramiento continuarán durante su apostolado, siendo frecuentes los enfrentamientos con Luis XIV. El primer motivo de discordia son los llamados galicanismos, esto es, el reconocimiento de los derechos del rey francés sobre la Iglesia en Francia, concordados entre León X y Francisco I en 1516, lo que supuso la derogación de la Pragmática Sanción de Bourges (1438). En la práctica, este acuerdo supone la aceptación de Luis XIV como jefe de la Iglesia gala, lo que provoca un enfrentamiento con la Curia Romana. Para dilucidar la cuestión, treinta y cuatro obispos franceses y treinta y siete representantes del clero inferior, designados con antelación para que sean favorables al rey, formaron la Asamblea del clero en 1663, que inició sus deliberaciones con el discurso de Bossuet sobre la unidad de la Iglesia y dictaminó que las costumbres de la Iglesia galicana son derechos que no pueden ser obviados por el Papa quien, además, ocupa una posición jerárquica inferior al Concilio. La protesta de Inocencio XI, si bien no consiguió nada positivo, perdurando el galicanismo hasta el Concilio Vaticano I (1870), que fijó la infalibilidad del Papa y su jurisdicción universal. Un segundo motivo de discordia con el monarca francés lo constituyeron las regalías, según las cuales Luis XIV podía nombrar al administrador de una diócesis cuando un obispo moría. El derecho de regalía, vigente en buena parte del territorio francés, otorgaba al rey un inmenso poder político y económico, con la aquiescencia del papa Clemente X. La protesta de algunos obispos ante Inocencio XI reactivó, sin embargo, las hostilidades. Así, éste escribió misivas exhortando al monarca a no inmiscuirse en los asuntos eclesiásticos, que no fueron contestadas. Una reprimenda del Papa en 1679 hizo que un año más tarde la Asamblea del Clero galicano se declarara en contra del pontífice y a favor del rey, iniciándose un largo período de desavenencias que dejó vacantes buena parte de los obispados franceses, no reconocidos sus ocupantes por el Papa. El tercer motivo de discordia fueron los derechos de asilo de las embajadas en la ciudad romana, que se extendía a voluntad del embajador no sólo al interior del Palacio sino a todo el barrio circundante. Inocencio XI suprimió el derecho en 1687 y Francia decidió protestar, por lo que su embajador fue excomulgado. Luis XIV lo consideró un ataque personal y resolvió ocupar a su vez Avignon y el condado venesino, propiedad de la Santa Sede. La muerte de Inocencio XI en 1689 resolvió el asunto, al firmar el nuevo pontífice, Alejandro VIII, la paz con Luis XIV, a cambio de renunciar al derecho de asilo y devolver los territorios ocupados por el monarca francés. La cuestión de las regalías aun quedará pendiente hasta el reinado de Inocencio XII. Por otro lado, la presión turca sobre Viena empuja a Inocencio XI a formar una alianza con el emperador Leopoldo I, el rey Juan III Sobieki de Polonia y tropas húngaras, a la que se opondrá Luis XIV. Los ejércitos cristianos conseguirán vencer a los turcos a las puertas de Viena en 1683 y reconquistar Budapest tres años más tarde, con lo que Hungría se verá libre de la presión turca. Como recuerdo por la victoria en Viena, Inocencio XI proclamó la festividad del Nombre de María, el 12 de septiembre. En 1956, pese a la oposición francesa, fue beatificado por el papa Pío XII.
Personaje Religioso Político
Elegido papa en 1691, emprendió acciones encaminadas a acabar con el nepotismo. Hubo de enfrentarse a Luis XIV a causa del galicanismo o privilegios del monarca francés sobre la Iglesia gala, cuestión pendiente desde el reinado de su antecesor Inocencio XI. La sumisión al rey de los obispos franceses, determinada en la declaración del clero galicano (1639), continuó hasta que Inocencio XII les obligó a retractarse, dando al asunto una solución de compromiso que contó con el consentimiento del rey.
Personaje Político
En la Primera Guerra Mundial luchó al lado de Kemal Pachá. Más tarde combatió contra el pueblo griego. En 1923 obtiene su primer éxito político al ser nombrado Presidente del Consejo de Ministros, al tiempo que Kemal-Ataturk ocupó la presidencia de Turquía. Dos años antes de que estallase la Segunda Guerra Mundial fue elegido Presidente de la República, cargo que ocupó durante todo el desarrollo del conflicto. Su actitud neutral no varió mientras se desarrolló la contienda, aunque los aliados insistieron en su intervención. En enero de 1943, Inonu recibiría la visita de Churchill, que le ofreció ayuda económica si le permitía el uso de las bases aéreas para torpedear Rodhas. Sin embargo, no aceptó la oferta. El ministro Eden también insistió en su participación. En 1944 celebra una nueva reunión con Churchill y Roosevelt, que siguen presionando para que entre en guerra. En esta ocasión consiguen que Turquía bloquee a Alemania el envío de cromo. Esta acción le lleva a suspender las relaciones diplomáticas con este país. Finalmente en febrero de 1945 le declara la guerra a Alemania. Su intención con esta maniobra era conseguir un puesto en Naciones Unidas. En 1950 se convocaron elecciones y salió vencedor el partido demócrata. En 1961 volvió a la actividad política como presidente del Consejo de Ministros.
termino
acepcion
Tribunal eclesiástico destinado a condenar y castigar los delitos realizados contra la fe y acabar con las herejías. Su origen se remonta al año 1231, en tiempos del Papa Gregorio IX y se instaura en varios países, manteniéndose hasta la Edad Moderna. A los condenados se les daba un tiempo para que se arrepintieran de los pecados cometidos. Los no arrepentidos y los reincidentes -relapos- eran condenados a morir en el hoguera. Las confesiones se conseguían empleando métodos de tortura. Mientras que en la mayoría de los países se abolió en el siglo XV, en España no se extinguió definitivamente hasta 1834.
contexto
Desde el punto de vista institucional, la Inquisición comienza a debilitarse a partir del segundo tercio del siglo XVII, tal como se deduce de la disminución del número de familiares y del descenso de sus ingresos por confiscaciones, hasta el punto de que a veces determinados tribunales de distrito carecían del dinero necesario para pagar a sus empleados -es el caso del de Zaragoza en 1677-, aunque otros, en cambio, recaudaban elevadas sumas, como el de Llerena, que entre 1657 y 1664 ingresa veinte millones de maravedís de los encausados en delitos contra la fe, o el de Mallorca durante la persecución de los chuetas en los años 1679 a 1691. Durante los tres primeros decenios de la centuria la actividad inquisitorial es muy reducida comparada con la etapa precedente, centrándose sobre todo en mantener la pureza de la fe entre los laicos y los eclesiásticos (delitos de solicitación, bigamia y superstición). A partir de 1630-1640, sin embargo, la actuación de los tribunales se dirige contra los judaizantes portugueses, especialmente tras la sublevación de Portugal y la destitución del conde-duque de Olivares, de alguna manera su protector hasta entonces, dada la dependencia financiera que la Corona tenía de los banqueros de esta nacionalidad. El restablecimiento del comercio con Holanda en 1648 y la suspensión de pagos de 1652 alterará más si cabe la siempre amenazada tranquilidad de este grupo, que ya había recibido los primeros -y duros- zarpazos en las personas de Juan Núñez Saravia y Manuel Fernández. En el auto de fe de Cuenca, celebrado en 1656, figuran destacados financieros como Mendes Brito y Fernando de Montesinos, así como personajes de menor relieve que participaban en la gestión de impuestos y en el tráfico mercantil: es el caso de Francisco Coello, administrador de las rentas de Málaga, o de Diego Gómez Salazar, administrador del estanco de tabacos. Esta tendencia continúa en el reinado de Carlos II, pues si bien es verdad que los Cortizos logran escapar ilesos de los tribunales inquisitoriales, no le sucede lo mismo a Luis Márquez Cardoso, que tenía a su cargo la renta del tabaco, condenado en 1669, o Francisco Báez Eminente, uno de los mayores financieros de la época, procesado en 1691. En todos estos casos, al igual que en la expulsión de la comunidad judía de Orán en 1669, se ocultan intereses económicos, no tanto del Santo Oficio, pese a que también se beneficia con el producto de las confiscaciones, aunque desde 1654 sólo sea de los bienes personales, no de los capitales invertidos en sociedades mercantiles o de los prestados a la Corona, sino sobre todo de rivales comerciales que desean hacerse con sus negocios. La mejor prueba nos la ofrece la persecución desencadenada contra los chuetas mallorquines en los años 1679 a 1691, que se produce cuando el grupo ha alcanzado un lugar destacado en el comercio, sea de importación o exportación.