Nacido en Roma, alcanzó el solio pontificio en 1130. Aunque estuvo apoyado por el emperador Lotario, el reconocimiento completo de toda la Iglesia no lo logró sino varios años después de su elección. Se opuso al antipapa Anacleto II.
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Personaje
Religioso
Elevado al solio pontificio entre 1179 y 1180, recibió el apoyo de Federico I Barbarroja contra el papa Alejandro III y murió encarcelado.
Personaje
Religioso
Nacido en Agnani y de origen ilustre fue elegido Papa en 1198, sucediendo a Celestino III. Su llegada al trono pontificio es preciso enmarcarla en un contexto de profundas controversias por el papel política de la Iglesia frente a los Estados. Así, a consecuencia del problema de las investiduras, empezado por Gregorio VII, y a raíz del decreto de Graciano en 1140, se instala en el seno de la Iglesia la doctrina de las dos potestades, Iglesia-Imperio. Mediante esta doctrina, la Iglesia reconoce la autonomía del poder político de los Estados, si bien determina su capacitación para actuar en caso de pecado, lo que se denomina potestad indirecta. Imbuido de lleno por esta doctrina, Inocencio III implantó su pleno mandato sobre Roma y los estados pontificios y se arrogó el derecho de intervenir en cuantos asuntos políticos considerara necesarios, menospreciando la autoridad de los Estados. De esta manera, intervino en la sucesión al trono del Imperio en favor de Otón de Brunswick, a quien coronó emperador como Otón IV en 1209, previa cesión por parte de éste de los derechos del Imperio sobre Sicilia, antes territorio del Pontífice. Sin embargo, el incumplimiento de dicho acuerdo provocó que Otón IV fuera depuesto y excomulgado en 1210, sustituyéndole en el trono Federico II, coronado nuevamente por Inocencio III. La larga cuestión de las investiduras le enfrentó también a otro monarca, Juan Sin Tierra, a quien excomulgó en 1209 y derrocó en 1212, interviniendo además en las frecuentes disputas entre Francia e Inglaterra. Además, no consintió el divorcio de Pedro II de Aragón y Cataluña. Continuó también la política de guerra santa contra el Islam, predicando la Cuarta Cruzada en 1204, durante la que se creó el Patriarcado de Constantinopla. En 1208 proclamó la cruzada contra la herejía albigense, condenada junto con la valdense en el IV Concilio de Letrán, de 1215. En dicho Concilio, además, se reguló la confesión anual y la comunión pascual, tratándose por vez primera en un Concilio de un concepto fundamental para la doctrina católica, como es el de la transustanciación eucarística. Durante su mandato nacieron las importantísimas órdenes mendicantes de dominicos y franciscanos, que jugarán un fundamental papel en los años venideros en el seno de la Cristiandad. Escribió "De contemptu mundi", volúmen religioso fundamental en la Baja Edad media.
contexto
A lo largo de su pontificado, Inocencio III actuó como arbitro efectivo de los destinos del Occidente. En Italia, desde el momento de su ascenso, el Papa puso en juego un conjunto de medidas para ejercer la autoridad en sus Estados. El arnaldismo quedó prácticamente eliminado como corriente de opinión. Prefecto imperial y Senado de la ciudad quedaron sometidos al poder papal que, asimismo, se hizo extensivo a los territorios de Ravena, la Pentápolis y Espoleto. La Liga Lombarda, aunque con reservas, siguió reconociendo la autoridad moral que el pontificado había logrado bajo Alejandro III. En el Sur, Inocencio III se mostró, a la muerte de Enrique VI y de su mujer Constanza, como el valedor de un menor -Federico- frente a algunos insumisos vasallos normandos y alemanes. De hecho, el Pontífice actuó como tutor del joven príncipe hasta el momento de su mayoría de edad. Respecto al Imperio, la muerte de Enrique VI puso en juego los derechos de tres posibles candidatos a la Corona alemana: Federico de Sicilia -demasiado joven-, su tío Felipe de Suabia, representante de los intereses weiblingen; y Otón de Brunswick (hijo de Enrique el León) avalado por los welfen. La guerra civil se hizo inevitable y, en tal tesitura, se reclamó el arbitraje pontificio. En su "Deliberatio Domini Papae Inocentii", se sopesaron los pros y contras de cada uno de los candidatos para inclinarse, al fin, por la legitimidad de Otón (1 de marzo de 1201). El fallo no fue acatado por los partidarios del Staufen que contaba con el apoyo francés y fue coronado rey por el arzobispo de Colonia. El problema se simplificó dramáticamente en 1208 cuando Felipe de Suabia fue victima de un complot. El terreno quedó despejado para Otón de Brunswick, que bajando hasta Roma, fue coronado como emperador en octubre de 1209. Crecido por el éxito el welfen aspiró a controlar de forma efectiva toda Italia. Era más de lo que Inocencio III podía soportar: unos meses más tarde lanzaba la excomunión contra el soberano germánico y depositaba sus esperanzas de una equilibrada política en Federico de Sicilia. ¡El Papa y los weiblingen militaban en el mismo campo! El Pontífice, sin embargo, tuvo buen cuidado de asegurarse la promesa del joven Staufen de -caso de ser elegido rey de Germania- mantener separados el Imperio y Sicilia. En diciembre de 1212, Federico era proclamado rey por sus parciales en Francfort. El conflicto dejó de ser estrictamente alemán para convertirse en europeo: detrás de Otón se situó el rey ingles Juan y algunos nobles del Norte de Francia. Del lado de Federico, el Pontífice y el rey Felipe II Augusto de Francia. La victoria de éste en Bouvines (27 de julio de 1214) no era sólo la derrota de Otón sino un gran triunfo del Papa e, indirectamente, de su joven pupilo Federico. En relación con los otros Estados, los conflictos de la Iglesia de Inglaterra con su monarca Juan sin Tierra fueron también explotados a fondo por el Pontífice. En 1213, a fin de sacudirse la excomunión, el soberano británico infeudaba sus Estados a la Santa Sede. Dos años más tarde, derrotado en Francia y presionado por sus barones, Juan hubo de suscribir la Carta Magna (15 de junio de 1215) cuyo artículo primero garantizaba las libertades de la Iglesia de Inglaterra. En esta ocasión, sin embargo, Inocencio III adoptó una postura favorable al monarca por considerar que el documento había sido arrancado con violencia y no se había consultado a la Santa Sede para su elaboración. No menor fue la influencia de Inocencio III sobre el reino de Francia. No sólo por su mediación en las disputas conyugales de Felipe Augusto (repudio de la reina Ingeborg para unirse a Inés de Merán) o por su participación en el conflicto que se saldó en Bouvines, sino también por el decisivo papel desempeñado por la Santa Sede en la represión de la herejía en el Midi. El aplastamiento militar del catarismo, vía cruzada, constituyó un doble éxito: para el rey de Francia que vio acrecentar su influencia en el Languedoc, y para el pontificado que veía sofocado un grave peligro para la unidad de la Iglesia. En relación con los reinos ibéricos, Inocencio III impuso sus criterios en las diferencias con Sancho I de Portugal y Alfonso IX de León, logró la infeudación a la Santa Sede de la Corona de Aragón por parte de Pedro II y apoyó decisivamente a Alfonso VIII de Castilla en la preparación de la empresa que culminaría en la victoria cristiana de Las Navas de Tolosa (1212). Hacia Oriente, Inocencio III logró fructíferas intervenciones en los reinos de Bohemia, Hungría y Bulgaria y apoyó decisivamente la consolidación del Cristianismo en las regiones mas apartadas del Báltico. El mayor éxito -aunque a la postre se volviera contra los propios intereses de la unidad de las Iglesias- se lograría en Oriente con la implantación de un Imperio latino en Constantinopla tras la Cuarta Cruzada. En 1215, por tanto, Inocencio III había convertido en realidad la idea de un pontificado como poder supremo de la Cristiandad. La convocatoria de un magno concilio ecuménico habría de poner broche de oro a tan magna obra.
Personaje
Religioso
Nacido en Génova y eminente jurista, el enfrentamiento entre el Papado y el Imperio le obligó a refugiarse en Génova. Depuso al emperador Federico II, a quien también excomulgó. Predicó la Sexta Cruzada, en la que participó San Luis, y murió al conocer la derrota de los ejércitos pontificios en las cercanías de Foggia, a manos de las topas imperiales comandadas por Manfredo, tutor de Conradino, nieto de Federico II.
contexto
El paso de Celestino IV por la cátedra de San Pedro fue fugaz. Dos años tuvieron que transcurrir para que fuera elegido un nuevo Pontífice: el hábil diplomático Sinibaldo de Fieschi que tomó el nombre de Inocencio IV (1243-1254). Los contactos mantenidos con el emperador durante los primeros meses de su gobierno no fueron más que el prólogo para la apertura de ese gran concilio que todos esperaban. Pero el escenario esta vez no sería Roma, ciudad demasiado insegura para el Pontífice, sino Lyon. La ciudad del Ródano, aunque vasalla del emperador, estaba cerca del reino de Francia que, con su neutralidad, otorgaba ciertas garantías La bula de convocatoria hablaba de los problemas (cinco llagas) que era necesario tratar los pecados de los cristianos en general, el riesgo de las últimas posiciones en Tierra Santa, las relaciones con los cismáticos griegos, el peligro tártaro y las diferencias con el emperador. Aunque el primer punto (identificado grosso modo con la reforma en general) era tema capital en las preocupaciones conciliares, acabó siendo la quinta llaga la que despertara mas apasionada controversia. En defensa del emperador actuó con firmeza el juez de la corte Mateo de Suessa. Exculpó a su señor de las acusaciones compendiadas por el obispo Pedro de Ceriñola y el episcopado español: violación de juramento, sacrilegio y sospecha de herejía La bula de deposición lanzada contra el emperador -Ad apostolicae dignitatis-añadía una cuarta acusación más: la de incumplimiento por parte de Federico de sus obligaciones de vasallaje hacia el Papado por el reino de Sicilia. La solemne condena del emperador y la incitación a emplear contra el todo tipo de armas espirituales o materiales se hacia -reza el texto- "con la única intención de obtener la paz". Nada más lejos de conseguirse. A la clausura del I Concilio de Lyon la guerra se recrudeció en todos los frentes. Federico contraatacó en el terreno de las ideas acusando a las padres de Lyon de haber obrado contra las reglas del derecho vigente. Inmediatamente se erigía, frente al Papa, en el abogado de una "Eclessia spiritualis" sin poderes políticos y fiel a los primitivos ideales evangélicos. La propaganda pontificia replicó con idéntica fuerza. Una discutida encíclica -Aeger cui lenia- exponía claramente las pretensiones papales a legislar sobre toda la Cristiandad en virtud de la "legatio generalis" obtenida de Cristo. En los campos de batalla acabó desarrollándose, asimismo, una guerra a muerte a la que el pontificado dio los tintes de una auténtica cruzada. En Alemania, los enemigos de Federico II ofrecieron la Corona al landgrave de Turingia Enrique Raspe y, tras su muerte, a Guillermo de Holanda. En Italia, güelfos y gibelinos se combatieron con extraordinario encono. En febrero de 1248 las tropas imperiales sitiadoras de Parma sufrieron una grave derrota. Federico se desplazó hacia Nápoles en donde la suerte de las armas empezaba también a serle adversa: el propio Piero della Vigna, acusado de conspiración, fue ejecutado. La derrota de Enzio de Cerdeña a manos de los boloñeses en Fossalta fue otro fracaso más. El 13 de diciembre de 1250, en medio de un clima de violencia generalizada, fallecía Federico II. Como heredero del Imperio y de Sicilia dejaba a su hijo Conrado. Decisión no respetada por Inocencio IV que siguió apoyando a Guillermo de Holanda. No menor preocupación para el Papa era el Sur de Italia en donde se había hecho fuerte un hijo bastardo de Federico II Manfredo. Inesperadamente se produjo la muerte (abril de 1254) de Conrado IV que dejaba como heredero a un niño conocido como Conradino. Era una buena oportunidad para Inocencio IV que puso al muchacho bajo su tutela. El fallecimiento del Papa unos meses más tarde (diciembre de 1254) clausuraba toda una época de enfrentamiento entre los Pontífices y los Staufen (la "raza de víboras", según la propaganda güelfa) pero abría otra en la que nuevas fuerzas políticas hacían su aparición.
Personaje
Religioso
Sólo dos meses ocupó la silla de san Pedro el cardenal Juan Antonio Facchinetti, tras suceder a Gregorio XIV en 1591.
Personaje
Religioso
Nacido en Saboya, su nombre civil era Pietro de Tarantasia. Prominente teólogo, dirigió a los dominicos y fue rector de la Universidad de París. Elegido Papa el mismo año de su muerte, fue beatificado por León XIII. Fue protector de Tomás de Aquino y Alberto Magno.
Personaje
Religioso
Nacido en Pompadour, Francia, fue elegido en 1352. Fundador de la Facultad de Teología de la Universidad de Bolonia y reformador de los hábitos del clero y la Curia pontificia. También reformó y supervisó los estatutos de franciscanos, dominicos y hospitalarios. Residente en Avignon, apoyó al cardenal Gil de Albornoz en un intento de recuperar las posesiones de la Iglesia en Italia.
Personaje
Religioso
Nacido en Sulmona, Italia, fue elegido en 1404, sucediendo a Bonifacio IX. Intentó evitar el Cisma de la Iglesia Occidental, incluso mediante su renuncia a la tiara papal, para lo que convocó un Concilio general en Roma, en 1404, si bien no pudo lograr su propósito al enfrentarse al papa Luna. Protegió y mejoró la Universidad de Roma.