En el ámbito científico es considerado uno de los renovadores de finales del siglo XVII. Sacerdote y doctor en teología, intervino en las tertulias que tenían lugar en la biblioteca del marqués de Villatorcas. En éstas se abordaban temas literarios, filosóficos y científicos. Entre los contertulios también se encontraban autores como Tomás Vicente Tosca y Juan Bautista Corachán. Iñigo, junto con Tosca y Corachán, fundó una academia de matemáticas en su casa. Aquí se dedicaban a realizar observaciones físicas, astronómicas, matemáticas y de toda índole científica. Los informes redactados por Corachán, que ejercía como secretario, se refieren a todas las actividades que se desarrollaban en la Academia. De éstos y de los testimonios de Mayáns y Bordázar se deduce el carácter de "preceptor" de Iñigo, al que llamaban el "Arquímedes de nuestro siglo".
Busqueda de contenidos
Personaje
M? Teresa Íñigo de Toro nació en Valladolid. Estudió Magisterio y seguidamente Filosofía y Letras, pero su vocación profesional, descubierta por azar, fue el periodismo radiofónico, convirtiéndose en la primera mujer directora de radio de España. En 1953 se inició como locutora en "La Voz de Valladolid". Escribió y realizó programas de toda índole: audiciones para mujeres, para enfermos, de crítica literaria y cinematográfica. El éxito de su trabajo desembocó en su nombramiento como directora de la emisora en 1961. Ese mismo año recibió el premio Ondas a la mejor locutora y años después el Premio Nacional de Radio y Televisión por su labor de dirección. También ejerció como escritora, tanto en la prensa escrita de la ciudad, como en la prosa lírica en la que obtuvo algunos premios. La fama de su trabajo radiofónico la catapultó como conferenciante en diversos eventos, charlas, pregones, etc. Fue Académica electa de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción, de Valladolid. Al mismo tiempo, se dedicó a la organización y dirección de proyectos de carácter gratuito socio-cultural: las Escuelas "Isabel la Católica" y la Acción de Mujeres Españolas. Donó su biblioteca particular al Colegio de Educación Infantil y Primaria que lleva su mismo nombre Le fue concedida la condecoración del Lazo de Dama de la orden de "Isabel la Católica".
obra
Jorge Inglés es considerado el introductor del estilo flamenco en Castilla. Es el autor del retablo de la Virgen para el Hospital de Buitrago, del que conservamos los retratos del marqués de Santillana y su esposa, comitentes de la obra. El marqués aparece en el amplio espacio de una capilla, arrodillado, acompañado de un estilizado paje con su espada en la zona posterior de la composición, donde observamos una puerta abierta a un paisaje, con el consiguiente estudio lumínico y de perspectiva. El marqués viste lujosamente, adornando su traje con un collar de una orden o una cofradía. En la pared se halla el pergamino con el texto salutatorio del marqués a la Virgen.
obra
La Injusticia era la personificación que centraba el zócalo de la capilla Scrovegni, en Padua, donde se representaban los Vicios. Al igual que la Justicia, en el otro frente, presenta un desarrollo estructural más rico en detalles, que informan mejor el carácter de la escena. La figura de un hombre con aspecto de gobernante se sitúa sentado en su trono, sosteniendo entre sus manos una vara y un bastón de mando. El personaje queda encuadrado por el arco de la portada donde se sitúa. Pero los muros están resquebrajados, llenos de grietas, como símbolo inequívoco de las malas acciones que lleva consigo este Vicio. En la parte baja, en el suelo, tras unos arbolillos aparentemente sanos, se escenifican, a modo de friso corrido, las raíces del mal: un hombre asesinado en el centro del que tiran dos secuaces, unos soldados en la parte derecha y un caballo desbocado a la izquierda, en una composición de gran dinamismo.
obra
La llegada de Tiépolo a España viene motivada por la necesidad de decorar los techos del Palacio Real de Madrid, recién construido tras el incendio que destruyó el antiguo Alcázar de los Austrias. Carlos III le mandó llamar desde su Venecia natal, asignándole como sueldo 2.000 doblones anuales, coche, casa y 533 doblones para viajes. La Inmaculada Concepción fue realizada para uno de los altares laterales de la iglesia del convento de San Pascual en Aranjuez. El encargo constaba de siete lienzos, en los que el maestro tardó dos años y medio. San Pascual Bailón y San Antonio de Padua acompañaban en la decoración a la Inmaculada. En la parte superior de la imagen vemos a la paloma del Espíritu Santo; en el centro, a la Virgen en su característica postura -con los brazos en el punto opuesto al rostro- sobre la bola del mundo y pisando la serpiente que simboliza el mal; a su alrededor aparecen ángeles y querubines, uno de ellos con la vara de lirios que simboliza la pureza. El rostro de María parece contemplar lo que hay bajo sus pies con cierto gesto de arrogancia, distinta a la humildad expresada en las Inmaculadas de Murillo o de Zurbarán. Tiépolo ha realizado un perfecto estudio de la luz, aplicando una tonalidad sepia que inunda el cuadro para dar la sensación de sobrenaturalidad. Su dibujo es perfecto y su pincelada segura y contundente, en la pauta del Barroco italiano de fines del siglo XVIII
obra
La nobleza española acogió con entusiasmo las nuevas formas artísticas del Renacimiento. La dependencia del arte italiano, al principio muy fuerte, dio paso poco a poco a un estilo renacentista netamente español, expresivo hasta el manierismo en el caso de la escultura. Con este estilo se sigue realzando en las tumbas y capillas funerarias la fe del difunto y su prestigio. En el Museo Arqueológico Nacional se conserva un alto relieve de la Virgen rodeada de ángeles, esculpida en alabastro por Felipe Vigarny hacia 1550, para la capilla funeraria del obispo Alonso de Castilla. Ésta se hallaba en el monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid, no lejos de los sepulcros de Pedro I el Cruel y su nieta Doña Constanza. Tanto la concepción de la figura como su desarrollo técnico muestran la profunda comprensión de los precedentes clásicos por parte del autor, quien pasó gran parte de su etapa de formación en Italia. Pero el sistema de proporciones, la estilización de la figura y la armonía de los volúmenes y de la actitud que caracterizan al clasicismo renacentista están puestos al servicio del mensaje trascendental de la imagen religiosa.
obra
El escultor vallisoletano Pedro de Sierra procede de una familia de artistas. Trabajará con el grupo de escultores franceses de La Granja de San Ildefonso, asimilando su estilo influencias foráneas, como se pone de manifiesto en esta obra, inmersa en la estética rococó imperante en la Francia del siglo XVIII. La pieza presidía la sillería de coro del convento de San Francisco de Valladolid.
obra
Pacheco será el encargado de imponer las normas iconográficas en la Sevilla del siglo XVII debido a su excelente relación con el cabildo catedralicio gracias a su Academia Literaria, tertulia en la que participaban los más notables personajes sevillanos de su tiempo, que se reunían en su casa. La figura de la Inmaculada la repitió insistentemente durante unos quince años (1621-1635) existiendo apenas variaciones. Ésta que contemplamos aparece sola, sin el característico acompañamiento de querubines, apoyada sobre una media luna - aludiendo al triunfo sobre el Islam -, con túnica blanca (pureza) y manto azul (de eternidad). Sobre su cabeza porta una elegante corona dorada y doce estrellas rodean su bella efigie. Es representada casi como una niña, rubia, con la mirada baja y las manos juntas a la altura del pecho - siguiendo la visión de santa Brígida de Suecia -, envuelto su cuerpo en una aureola dorada que indica lo sobrenatural. Rodeada de nubes, en la zona baja podemos contemplar una ciudad - podría tratarse de una vista idealizada de Sevilla - abierta al mar donde navega una carabela. La dureza de la figura es característica de la obra de Pacheco, apreciándose una importante influencia de la pintura flamenca y ciertos rasgos manieristas. Los colores son intensos, especialmente el azul, creando un extraño efecto, casi místico, a través de la luz.