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Como todas las localidades vinculadas al Camino de Santiago, Villafranca del Bierzo contaba con una serie de hospitales donde los peregrinos medievales encontraban albergue y alimento, así como enfermería, en caso de necesidad. En ellos se les ofrecía un mínimo de atenciones básicas, consistentes en lecho, sal, agua y lumbre para una noche. Los más importantes acogían al peregrino hasta dos y tres días, dándoles comida abundante, baño de pies y cabeza e incluso les proporcionaban traductores. Si algún peregrino fallecía, era también deber de los hospitales hacerles un entierro con toda solemnidad y darles sepultura en iglesias y cementerios. En la actualidad, este hospital ha sido convertido en el Colegio de la Divina Pastora.
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La obra más representativa de Alonso de Covarrubias, con independencia de sus trabajos en el alcázar toledano, es el Hospital de San Juan Bautista, conocido comúnmente como Hospital Tavera o de Afuera. Trazado como edificio de planta rectangular con fachada principal hacia la ciudad de Toledo, presenta en su interior dos patios separados por una crujía, limitada por la caja de escalera y la iglesia, cuya disposición recuerda uno de los grabados de la edición de Vitrubio de Fra Giocondo. El conjunto dispuesto de acuerdo a un trazado orgánicamente regular y sometido a reglas y proporciones clasicistas, constituye un emblema del gusto italiano frente al carácter tradicional de una ciudad como Toledo.
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De planta casi cuadrada, con atrio y capilla, zócalos de azulejos y patio empedrado, el Hospital del cardenal Salazar es un conjunto que constituye un buen ejemplo de la estética academicista.
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En pleno barrio de la Judería Francisco Hurtado Izquierdo levanta el antiguo hospital del Cardenal Salazar, también conocido como Hospital de Agudos, hoy dentro del recinto de la Facultad de Filosofía y Letras. De planta casi cuadrada, con atrio y capilla, zócalos de azulejos y patio empedrado. Se trata de un conjunto que constituye un buen ejemplo de la estética academicista. En su interior se encuentra la Capilla de San Bartolomé.
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La importancia de Burgos en la Edad Media permitió ofrecer una gran asistencia hospitalaria a los pobres y peregrinos que pasaban por allí. El Hospital del Rey, se debe a una fundación de Alfonso VIII, en 1195, que desde 1212 estaba bajo la jurisdicción de la abadesa de Las Huelgas. En época de Alfonso X se había convertido en un gran centro de peregrinos y este monarca recordaba el espíritu constructor de sus antecesores con estos versos, en una estrofa de las Cantigas:"Et pis tornous a Castela/ De sí en Burgos moraba;/ E un Hospital facía/ El, e su moller labraba/ O monasterio das Olgas". A fines del siglo XV el hospital disponía de ochenta camas, lo que le hacía ser uno de los más importantes del recorrido. Era de planta rectangular, muy alargada, con tres naves separadas por pilares octogonales y en la central arcos fajones atirantados por vigas de madera, cuyos extremos salían de las bocas de animales monstruosos de yeso (de ellos hoy se conserva algún resto en el monasterio de Las Huelgas) y un altar al fondo de esta nave. Todos estos son elementos inconfundibles de un hospital del siglo XIII: las naves laterales para los lechos; la central, más alta, para la ventilación y el altar del fondo para decir la Misa que los enfermos veían desde las camas. Edificaciones de diversas épocas fueron sustituyendo las primitivas y, actualmente, algunos de los restos principales del viejo hospital han sido reutilizados para instalaciones universitarias. Entre ellos todavía se pueden ver los pilares octogonales de piedra con capitel liso a los que, en el siglo XIV, se debieron poner unas decoraciones de estuco con escudos de castillos y leones.