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obra
Próximo al informalismo, aunque no participó en el grupo El Paso, Lucio Muñoz se caracteriza por la densidad de la masa pictórica, la gama sucia de colores verdosos y grises y la precisión de los motivos representados. A partir de 1955 Muñoz deja a un lado los motivos figurativos convencionales y se dedica a la ordenación de la imagen, a partir de una articulación geométrica de planos que varían sobre una gama de color.
obra
Dos son los traductores principales del arte de vanguardia europeo a Estados Unidos: uno es Gorky y otro Albers.
Personaje
Literato
Homero es el literato más famoso de la época arcaica, considerado el autor de dos de las obras más importantes de la Literatura Universal: la Iliada y la Odisea. Alrededor de su vida existe un halo legendario, especulándose incluso que no existió. La Iliada tiene 24 cantos y unos 15.000 versos mientras que la Odisea se queda en unos 10.000. Sobre Homero se han vertido ríos de tinta, siendo considerado como mero recopilador de los versos que componen sus obras o el autor de los poemas. Es difícil tomar partido por alguna de las dos opciones aunque parece que la segunda va tomando más consistencia entre los estudiosos. Incluso ahora se empieza a adjudicar a Homero la autoría de algunas obras arcaicas como La Tebaida o los Epígonos.
obra
Rembrandt recibió en el año 1661 un nuevo encargo procedente de Sicilia. El cliente volvía a ser Antonio Ruffo, un rico coleccionista de Messina, para quien el maestro había ejecutado en 1653 un Aristóteles contemplando el busto de Homero destinado a decorar su biblioteca. Al quedar satisfecho del resultado, volvió a ponerse en contacto con el holandés para encargarle un Homero y un Alejandro Magno - desconocido en la actualidad - también destinados a la biblioteca del coleccionista. El Homero se envió a Messina inacabado y Ruffo lo devolvió a Amsterdam para que fuera finalizado por Rembrandt. De nuevo partió para Sicilia, suponiéndose que sin apenas retocar debido al abocetamiento que observamos en el lienzo.El poeta griego aparece como un anciano, con barba y gesto cansado, vistiendo ropajes clásicos en los que se aprecian toques de luz, igual que en el rostro. Sin duda es un ejemplo perfecto para comprender la técnica del artista, aplicando el color a base de largas pinceladas, dibujando directamente sobre el lienzo y consiguiendo captar el gesto y la personalidad de un hombre anciano, preocupado y cansado, a pesar del abocetamiento.
contexto
Desde el momento en que los trabajos arqueológicos comenzaron a sacar a la luz las realidades materiales del mundo micénico, cuyo impulso procedía del interés de Schliemann por encontrar los escenarios de los poemas homéricos, los objetivos de la investigación histórica se definían en ese sentido. Las correspondencias y los desfases se han ido poniendo de relieve en una sucesión de trabajos caracterizados por posturas bipolarizantes. Las mismas actitudes han presidido en gran medida las preocupaciones de quienes se acercaban con ánimo de desentrañar la realidad histórica a las tablillas micénicas, una vez descifrada la escritura lineal B. Los resultados son cada vez más matizados frente a la bipolaridad que sólo admitió el reflejo de la realidad o la falsedad mitificadora como actitudes contrapuestas. Los poemas son el producto vivo del final de la Edad Oscura. Sin embargo, también se detectan los rasgos de una estructura monárquica de tipo palaciego, en la figura del ánax, equiparable al wa-ne-ka-te de las tablillas, señor de poder soberano cuyo título se aplica igualmente al señor de dioses y de hombres, a Zeus, sublimación del poder monárquico, aunque a veces su casa se parezca a la hacienda de un noble de los inicios de la época arcaica. Las tablillas tratan de un ra-wa-ke-ta, que se interpreta como conductor del laós, del pueblo en armas, ayudante del rey que, aunque carece de correspondencia léxica en los poemas, puede identificarse con el papel de Héctor, jefe guerrero junto al rey Príamo, retirado del combate. El basileus homérico, especie de rey subordinado al ánax, puede tener su equivalencia en el pa-si-re-wa. Todo ello, sobre la base de que en la escritura lineal de base silábica, cada una de las sílabas expresada en transcripción entre guiones, refleja imperfectamente la fonética griega y no distingue, por ejemplo, entre -r- y -l-. La ke-ru-si-ya micénica equivale sin duda a la gerousía, reunión de gérontes, que de ancianos han pasado a identificarse con la nobleza de los héroes guerreros. Con todo, el análisis preciso de las realidades que subyacen a esos términos, así como el estudio del conjunto histórico, llevan a autores como Finley a considerar mucho más significativas las diferencias que las similitudes. La época ha cambiado sustancialmente. La realidad micénica aparece, por tanto, como pura arqueología y lo que se revela en los poemas es la preocupación de los habitantes de la Grecia del siglo VIII o VII por dar un nuevo valor a su propio pasado. Esta preocupación despierta un espíritu anticuario que hace recuperar recuerdos lejanos, a veces en una confusión donde los anacronismos resultan el elemento más significativo.