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Hombres y navíos que Cortés llevó a la conquista Salió Cortés de Santiago con muy poco bastimento para los muchos que llevaba y para la navegación, que todavía era incierta; y envió después de salir a Pero Suárez Gallinato de Porra, natural de Sevilla, en una carabela por bastimentos a Jamaica, mandándole ir con lo que comprase al cabo de Corrientes o punta de San Antón, que es lo último de la isla hacia poniente; y él se fue con los demás a Macaca. Compró allí trescientas cargas de pan y algunos puercos a Tamayo, que tenía la hacienda del Rey. Fue a la Trinidad, y compró un navío a Alonso Guillén, y de particulares tres caballos y quinientas cargas de grano. Estando allí tuvo aviso de que Juan Núñez Sedeño pasaba con un navío cargado de vituallas para vender a unas minas. Envió a Diego de Ordás en una carabela bien armada, para que lo tomase y llevase a la punta de San Antón. Ordás fue a él y lo tomó en el canal de los jardines, y lo llevó a donde le habían mandado. Y Sedeño y otros se vinieron a la Trinidad con el registro de lo que llevaban, que eran cuatro mil arrobas de pan, mil quinientos tocinos y muchas gallinas. Cortés les dio unas lazadas y otras piezas de oro en pago, y un conocimiento, por el cual fue Sedeño a la conquista. Recogió Cortés en la Trinidad cerca de doscientos hombres de los de Grijalva, que estaban y vivían allí y en Matanzas, Cárdenas y otros lugares. Y enviando los navíos delante, se fue con la gente por tierra a la Habana, que estaba poblada entonces a la parte del sur en la boca del río Onicaxinal. No le quisieron vender allí ningún mantenimiento los vecinos, por cariño a Diego Velázquez; mas Cristóbal de Quesada, que recaudaba los diezmos del obispo, y un receptor de bulas, le vendieron dos mil tocinos y otras tantas cargas de maíz, yuca y ajes. Abasteció con esto la flota razonablemente, y comenzó a repartir la gente y comida por los navíos. Llegaron entonces con una carabela Pedro de Albarado, Cristóbal de Olid, Alonso de Ávila, Francisco de Montejo y otros muchos de la compañía de Grijalva, que habían ido a hablar con Diego Velázquez, con cartas para Cortés, en las que le rogaba esperase un poco, que o iría él o enviaría a comunicarle algunas cosas que convenían a entrambos; y otras para Diego de Ordás y para otros, donde les rogaba que prendiesen a Cortés. Ordás convidó a Cortés a un banquete en la carabela que llevaba a su cargo, pensando llevarle con ella a Santiago; pero Cortés, entendida la trama, fingió al tiempo de la comida que le dolía el estómago, y no fue al convite; y parta que no estallase ningún motín, se metió en su nao. Hizo señal de recoger, como es costumbre. Mandó que todos fuesen tras él a San Antón, donde todos llegaron pronto y con bien. Pasó después Cortés revista en Guaniguanigo, y halló quinientos cincuenta españoles; de los cuales cincuenta eran marineros. Los repartió en once compañías, y las dio a los capitanes Alonso de Ávila, Alonso Fernández Portocarrero, Diego de Ordás, Francisco de Montejo, Francisco de Morla, Francisco de Salceda, Juan de Escalante, Juan Velázquez de León, Cristóbal de Olid y un tal Escobar. Él, como general, tomó también una. Hizo tantos capitanes, porque los navíos eran otros once, para que estuviese cada uno de ellos encargado de la gente y del navío. Nombró también como piloto mayor a Antón de Alaminos, que había ido con Francisco Hernández de Córdoba y con Juan de Grijalva. Había también doscientos isleños de Cuba para carga y servicio, algunos negros y algunas indias, y dieciséis caballos y yeguas. Halló asimismo cinco mil tocinos y seis mil cargas de maíz, yuca y ajes. Tiene cada carga dos arrobas, peso que lleva un indio caminando. Muchas gallinas, azúcar, vino, aceite, garbanzos y otras legumbres; gran cantidad de quincallería, como por, ejemplo, cascabeles, espejos, sartales y cuentas de vidrio, agujas, alfileres, bolsas, agujetas, cintas, corchetes, hebillas, cuchillos, tijeras, tenazas, martillos, hachas de hierro, camisas, turbantes, cofias, gorgueras, zaragüelles y pañizuelos de lienzo; sayos, capotes, calzones, caperuzas de paño; todo lo cual lo repartió en las naos. Era la nao capitana de cien toneladas; otras tres de ochenta y setenta; las demás pequeñas y sin cubierta, y bergantines. La bandera que puso y llevó Cortés en esta jornada era de fuegos blancos y azules con una cruz encarnada en medio, y alrededor un letrero en latín; que romanceado dice: "Amigos, sigamos la luz; y nos, si fe tuviéremos en esta señal, venceremos." Éste fue el aparato que Cortés hizo para su jornada. Con tan poco caudal ganó tan gran reino. Tal, y no mayor ni mejor, fue la flota que llevó a tierras extrañas que aún no conocía. Con tan poca compañía venció innumerables indios. Nunca jamás capitán alguno hizo con tan pequeño ejército tales hazañas, ni alcanzó tantas victorias ni sujetó tamaño imperio. Ningún dinero llevó para pagar a aquella gente, antes bien fue muy endeudado. Que no es menester paga para los españoles que andan en la guerra y conquista de las Indias; que si por el sueldo lo hiciesen, a otras partes más cerca irían. En las Indias cada cual pretende un estado o grandes riquezas. Ordenada, pues, y repartida (como habéis oído) toda la armada, hizo Cortés una breve plática a su gente, que fue de la substancia siguiente:
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Algunos actos bélicos experimentados durante la guerra, especialmente los protagonizados por miembros de la Marina italiana y comandos británicos, demostraron la utilidad de poseer unidades especiales de combate compuestas por individuos que, contando con un traje impermeable y una máscara de oxígeno, podrían nadar bajo el agua y acercarse sigilosamente a los barcos enemigos, para así fijar en su casco una carga explosiva. Este tipo de operaciones consiguieron algunos éxitos sonados, como la protagonizada por los italianos en el puerto de Alejandría en 1941 -hundieron dos barcos británicos, el Valiant y el Queen Elizabeth-; por marinos ingleses, que en 1942 llegaron en canoa a Burdeos y consiguieron hundir varios buques mercantes o, por último, la acción de hombres-rana, también británicos, contra el Tirpitz, al que causaron graves daños en el norte de Noruega en 1944. Habitualmente se aproximaban a su objetivo en canoa o mini-submarino, que los italianos denominaban "maiale". Formaban estas unidades individuos escogidos, caracterizados por sus nervios de acero y especialmente dotados para llevar a cabo misiones muy peligrosas.
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El 14 de mayo 1940, el gobierno británico difundió un mensaje a través de los medios de comunicación solicitando voluntarios para la defensa local (LDV), ante el peligro de invasión y los bombardeos alemanes. El 23 de agosto de 1940 el premier Churchill cambió la denominación de LDV por la de Home Guard. El peligro de invasión alemana (operación León Marino), era real, y ello motivó que, de los 150.000 voluntarios inicialmente previstos, se alistasen sólo el primer mes 750.000, alcanzado la cifra de un millón a finales de junio de 1940. La misión del Home Guard era ayudar en lo posible a las fuerzas regulares del ejército en el caso de una eventual invasión. Cuerpo formado por hombres demasiado mayores o jóvenes como para integrar las tropas británicas, deberían entorpecer y retrasar el posible avance alemán en suelo inglés, además de realizar labores de vigilancia costera y aérea. Su labor se antojaba vital, y se apelaba al espíritu patriótico para formar un Cuerpo integrado por personas poco preparadas y mal equipadas. El llamamiento incluía, además, que cada colaborador aportase todas sus armas disponibles, como carabinas de caza, escopetas, piezas de museo o cuchillo que, soldados en el extremo de las armas de fuego, sirvieran de bayoneta. Muchas de estas armas eran de la I Guerra Mundial, como el rifle de la infantería británica 303" SMLE, siendo sus poseedores veteranos de la misma contienda. En otras ocasiones, disponían de armas canadienses o norteamericanas, como el P14 o el P17, armas aparentemente idénticas pero que requerían de munición diferente, por lo que se provocaban no pocos accidentes. Como solución, se pintó en el P17 una banda roja que indicaba que debía ser usado con el calibre 30-06. Como gratitud y reconocimiento, el 20 de mayo de 1941, un año después de su fundación, la Home Guard recibió el encargo de montar la guardia en el Palacio de Buckingham, honor que disfrutó de nuevo dos años más tarde y que otros Cuerpos, con cientos de años de existencia, no han llegado nunca a conocer. La Home Guard, que nunca bajó de tener un millón de integrantes, fue retirada en diciembre de 1944, cuando ya los alemanes se batían en retirada en suelo continental europeo. La disolución definitiva de este cuerpo, apodado "Dad's Army" por la elevada edad de sus integrantes, se produjo el 31 de diciembre de 1945.
obra
El padre de la Escuela de Chicago proyectó este edificio en 1884, siendo considerado el primer edificio construido con esqueleto de hierro, a pesar de que algunas de sus paredes tenían función sustentante. El Home Insurance Company Building inaugura también las dudas estéticas para acomodar las plantas de oficinas en una tipología como ésta, que no tenía precedentes. Con la técnica de engarces de hierro ideada por Le Baron Jeney a base de pilares, vigas y entramados recubiertos de una sustancia protectora contra el fuego, se lograrán edificios de muchos pisos sin necesidad de que los pilares sean muy gruesos, permitiendo el sistema eliminar casi por completo el muro. Así entre los pilares se establecen entre los pilares numerosos ventanales, las típicas "bow-windows" de tres cristales, permitiendo la ventilación de los amplios interiores y la iluminación necesaria.