INTRODUCCIÓN I. FormaciÓn del Virreinato de la Nueva España Conquistado México y siendo Hernán Cortés capitán general de las tierras descubiertas, se planteó la rivalidad entre el famoso conquistador y el Cabildo Municipal de México. En 1527 se crearía la Audiencia de la Nueva España como solución parcial a este conflicto, y en 1535 se formaría el Virreinato de la Nueva España bajo las órdenes de su primer virrey, don Antonio de Mendoza. Uno de los primeros objetivos del Nuevo Virreinato sería la expansión de sus fronteras. El norte del Virreinato aunque explorado en algunas áreas, necesitaba ser colonizado. La división del Virreinato en estos momentos fue sólo de carácter eclesiástico; estaba dividido en Obispados, que a su vez se dividían en curatos y vicarías. Otra división más general era la división eclesiástica de cada provincia según la Orden de sus misioneros. Así había provincias franciscanas, agustinas o dominicas. Al crearse la Audiencia como institución de gobierno con autoridad administrativa y judicial, puede decirse que su jurisdicción también dividió el Virreinato en Gobernaciones, Corregimientos y Alcaldías. La zona norte del Virreinato pertenecía a la Audiencia de Guadalajara. Para evitar que se siguiera el ejemplo de la Audiencia de Guatemala (que se separa en 1543), el Virreinato se encargó de la expansión de esta Audiencia al norte, pero mantuvo la unidad con la sede del Virreinato en México. En el siglo XVIII, la formación de las provincias internas y de las intendencias darían una nueva división al Virreinato. He aquí la división antigua del Virreinato de la Nueva España al empezar nuestro estudio: I. Reino de México. Estaba compuesto de cinco provincias mayores: México, Tlaxcala, Puebla, Oaxaca y Valladolid o Michoacán. II. Reino de Nueva Galicia, compuesto de tres provincias mayores: Jalisco, Zacatecas, Colima. III. Gobernación de Nueva Vizcaya, compuesta de dos provincias mayores: Guadiana (hoy día Durango) y Chihuahua. IV. Gobernación de Yucatán, compuesta de tres provincias mayores: Mérida de Yucatán, Tabasco y Campeche. V. El Nuevo Reino de León. VI. La Colonia del Nuevo Santander (prov. de Tamaulipas). VII. Provincia de los Tejas, Nuevas Filipinas. VIII. Provincia de Coahuila, Nueva Extremadura. IX. Provincia de Sinaloa o Cinaloa. X. Provincia de Sonora, Nueva Navarra. XI. Provincia de San José de Nayarit, Nuevo Reino de Toledo. XII. Provincia de la Vieja California, Baja California. XIII. Provincia de la Nueva California, Alta California. XIV. Provincia de Nuevo México de Santa Fe. Las primeras expediciones (siglo XVI) Los señores de Tenochtitlán señalaban siempre al norte para explicar la procedencia de su origen. Cortés mismo estaba obsesionado por encontrar un paso al norte entre el Atlántico y el Pacífico que facilitara la ruta de las especies1. El célebre estrecho de Amián, de ser descubierto, facilitaría la navegación española entre ambos mares por territorios pertenecientes a la Corona. Por éstas y otras muchas razones la penetración al norte era necesaria. Estas expediciones deberían, pues, ser organizadas por el mismo virrey, y sus conquistadores serían ya nacidos en el continente americano. a) Nuño de Guzmán. --Las míticas ciudades de Cibola atrajeron la imaginación de Nuño de Guzmán en 1531. Le acompañaban en su entrada los que luego serían famosos conquistadores, Cristóbal de Oñate y Diego de Ibarra. La dureza y crueldad con que trató a los indios en Culiacán hizo fracasar la expedición. Como resultado positivo se establecieron en Chianetla, que luego pasó a llamarse Nueva Galicia. b) Cristóbal de Oñate. --A él se debe el descubrimiento de las minas de plata de Nuestra Señora de Zacatecas. Él fue el primer gobernador de Nueva Galicia. Gobernó con acierto y su nombre, y el de su hijo, el futuro conquistador de Nuevo México, pasarán a la historia del suroeste americano. c) Vasco Nuño Cabeza de Vaca. --Al mismo tiempo que se fundaba Nueva Galicia, Pánfilo de Narváez fracasaba totalmente en su afán de establecerse en Florida. Tres supervivientes de estos naufragios lograron en 1536 atravesar el inmenso perímetro que separa la Florida de Culiacán después de ocho años de peregrinar entre los indios. Aunque es dudoso que Vasco Nuño, Andrés Dorante y Alonso del Castillo, acompañados del negro Estebanico, hubieran penetrado en lo que hoy día es Nuevo México, les debemos a ellos las primeras noticias de los indios pueblos, de los búfalos, de los apaches y de la múltiple flora y fauna desconocidas. Su relato contribuyó a la conquista oficial del norte del Virreinato. d) Fray Marcos de Niza y don Francisco Vázquez Coronado. --En 1540, el virrey ordenó al que era entonces gobernador de Nueva Galicia, don Francisco Vázquez de Coronado, a encontrar las siete ciudades de Cibola, que la calenturienta imaginación de fray Marcos y Estebanico habían situado entre los indios zuñi2. La expedición de Coronado iba acompañada de dos barcos que debían remontar la Baja California y penetrar por el río Colorado. La expedición fue rica en descubrimientos. Se descubrió el grandioso Cañón del Colorado, los famosos indios pueblos, las grandes manadas de bisontes y los nómadas apaches. La expedición a Quivira hizo que se recorriera gran parte de lo que hoy es Arizona, Nuevo México y Kansas. Al igual que Pizarro, Almagro, Belalcàzar y Jiménez de Quesada en América del Sur, Coronado recorrió y fue testigo de un gran territorio. A él le debemos la información sobre los hopi, los gila y los yumas. Él fue el primero en hablarnos de Acoma, la ciudad fortaleza de los queres. Exploró parte de Texas, cruzó Oklahoma, atravesó el este de Kansas y nos informó sobre los indios wichitas3. e) Fray Agustín Rodríguez y F. Sánchez Chamuscado. --El padre Rodríguez, misionero de Santa Bárbara, acompañado de dos frailes, nueve soldados y el capitán Chamuscado penetraron en el norte en 1581 para establecer terrenos de misión. Llegaron al Tiguex de Coronado y se establecieron en Puruay, cerca de Alburquerque. Los tres misioneros se quedaron entre los indios, mientras la escolta militar regresaba a Nueva Vizcaya. Ellos fueron los tres primeros mártires de Nuevo México. f) Antonio de Espejo. --Un contrato entre el virrey de Nueva España y don Juan Oñate preparaba una expedición a Nuevo México con carácter colonizador. Los múltiples retrasos ocasionados hicieron imposible acelerar esta expedición. De otro lado, los rumores del martirio de los franciscanos de Chamuscado hicieron acelerar el proceso de una nueva entrada a cargo de Antonio de Espejo, un comerciante convertido ahora en capitán de catorce soldados y dos franciscanos. En 1582 llegaron a Puruay y confirmaron la muerte de los misioneros. Espejo decidió continuar su marcha, recorriendo los territorios de los indios hopi y regresando a México por una nueva ruta. Su diario detallado, escrito por Luxán, nos da una información detallada de los lugares visitados. Mientras estas incursiones de carácter más o menos temporal abrían nuevos caminos en el norte del Virreinato, las circunstancias históricas iban a precipitar los acontecimientos. Se rumoreaba que el pirata Drake había descubierto el mítico estrecho de Amián. En 1579, la costa del Pacífico había sido devastada por los ingleses. Se necesitaba aumentar la ocupación al norte para defender las fronteras. La distancia de la Metrópoli, la dilación de los permisos, la burocracia administrativa, hicieron que alguna de estas penetraciones al norte fueran ilegales. Así podríamos considerar la de Castaño de Sosa, primero, y la de Leiva y Bonilla. Estos últimos llegaron hasta Arkansas y lo que hoy día es Nebraska. Sin embargo, la expedición acabó desastrosamente con la muerte alevosa de ambos capitanes. g) Juan de Oñate.--Con don Juan de Oñate se funda legalmente la nueva provincia de la Nueva México. Otras expediciones por tierra o mar descubrirían California y otras avanzarían por Florida remontándose al norte del Atlántico, En ambos flancos, la penetración de otras potencias extranjeras haría necesaria esta expansión. La vida del suroeste quedará asentada y colonizada a partir de Oñate. Los franciscanos establecen su terreno de misión por el río Grande, consolidando la obra española en un terreno aparentemente pacificado. Años más tarde, California al oeste y, Tejas al este, junto con Luisiana y Florida, haría que los territorios españoles abarcaran de océano a océano todo el territorio perteneciente hoy día a los Estados Unidos.
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En esta tablilla muy deteriorada Masaccio narra la historia de San Julián; dividida en tres espacios, el primero presenta al santo con un joven que personifica al diablo, provocándole para que asesine a sus padres, mientras que en el segundo se aparecen los cadáveres de los progenitores del santo tendidos sobre su lecho, y en el tercero se exhibe a San Julián mostrando las manos manchadas de sangre a su esposa en señal de arrepentimiento. La similitud con la tabla del Políptico de Pisa que trata el mismo tema hace pensar que podría ser una primera prueba para la obra definitiva; también se especula con un encargo aislado del mismo cliente que encargó el políptico pisano, llamado Giuliano. Las escenas están dotadas de una magnífica profundidad a través de elementos puntuales como el perro en escorzo, la cama o la ligera referencia paisajística de la izquierda. Las figuras gozan de la monumentalidad que caracteriza a toda la obra de Masaccio, el primer pintor plenamente quattrocentista.
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HISTORIA DE TLAXCALA LIBRO PRIMERO CAPITULO 1 De cómo los tarascos se separaron de los mexicanos ...Linaje de los tlaxcaltecas e que pasó con ellos por aquel estrecho de que tienen noticia que vinieron o que viniendo por el camino nació el Camaxtle, dios de los tlaxcaltecas, sino que éste atravesó de la mar del Norte a la del Sur y que después vino a salir por las partes de Pánuco, como tenemos referido y adelante diremos. Mas en efecto, después que Tezcatlipoca Huemac vino en demanda de Quetzalcohuatl, se hizo de temer de las gentes, porque cómo no le obiese hallado, hizo matanzas a toda la tierra, de suerte que se hizo temer y adorar por dios. Tanto, y de tal manera, que pretendió escurecer la fama de Quetzalcohuatl. Vino a señorear la provincia de Cholula, y Quauhquecholla, Izúcar y Atlixco, y todas las provincias de Tepeyacac, Tecamachalco, Quecholac, Teohuacan. De tal manera que no había provincia de éstas que no le adorasen por dios; y ansí, no fue menos en la provincia de Tlaxcala, que entre todos los dioses lo ponían por el primero y más valiente. Ansí, tanto en ánimo como en fuerzas, industrias y mañas otro no se le igualaba. Y ansí, en la mayor parte de esta Nueva España fue muy conocido y por dios adorado. Y porque hemos tratado largamente deste Tezcatlipuca y de Quetzalcohuatl, no será razón pasar debajo de silencio ni de paso la causa y razón que hubo de la división y apartamiento de los tarascos michuacanenses, según dejamos atrás declarado. Como los tarascos se adelantaron, luego que pasaron el estrecho de mar, en los troncos de árboles y balsas y otros instrumentos de pasaje, se metieron a vivir y a habitar en las siete cuevas, espeluncas cavernas de la tierra, hasta que hicieron habitaciones y moradas. Desde allí fueron creciendo y tomando el tiento de la tierra y disposiciones della para poblarla. Ya tenemos noticia de cómo la mayor parte destas naciones es gente desnuda y desarrapada, y de cómo la mayor parte no alcanzaban ropa con que cobijarse, aunque algunas naciones vestían cueros y pieles de animales, y ello era por no tener industria para eso, o por haberles faltado instrumentos para poder beneficiar algodón o lana, o porque carecían totalmente de todo lo necesario para se vestir. Por cuya causa vinieron en demanda de las tierras más templadas que pudieron hallar, para mejor poder conservar su desnudez y modo de vivir, convertida ya en uso de naturaleza. La causa que dicen que fue de su despojo y desnudez, es, a saber, que los tarascos no acostumbraban traer bragueros, calzones, ni zaragüelles, ni otras maneras de coberturas para las partes deshonestas, sino que, como brutos animales inestados de la venérea honestidad de hombres de razón, solamente tenían unas ropetas cortas a manera de saltambarcas, que no les llegaban a las rodillas y sin mangas, como unos coseletes sueltos y sin cuellos y abiertos para meter la cabeza, y lo demás todo cerrado. El cual hábito y traje en esta tierra es de mujeres y el día de hoy usan en toda esta Nueva España, y lo llaman huipilli y los españoles llaman camisas. Y sobre esta ropeta se ponían encima una mantilla delgada de algodón, a manera de sobrerropa, que los mismos tarascos llaman tzanatzi y los mexicanos ayatl. Este fue su traje antiguo. La cual sobrerropa, manta o sábana era labrada de labores tejidas muy curiosamente de colores muy vivos y diferentes imitativas a labores de seda, que se hacían de pelos de liebres y conejos, y el día de hoy se usan y estiman en mucho entre los naturales. Estas mantas, o sábanas, anudaban sobre un hombro, que les llegaban al tobillo, más o menos cortas o largas. Las más cortas traían los mozos pulidos y las largas, los hombres viejos y ancianos. Y este fue el uso antiguo de la gente tarasca y el modo de su traje. Aunque usaban de otros géneros de ropa de plumas, que llaman pellones, de diferentes colores y géneros de aves. Los mexicanos, culhuas, tepanecas, ulmecas y xicalancas y demás naciones no usaron las camisas de los tarascos ni de estas saltambarcas, usaron de unos bragueros y coberturas para las partes genitales y posteriores por gran honestidad, aunque todo lo demás de su cuerpo quedaba desnudo y descubierto. Usaban de muy ricas mantas de la manera y modo que atrás dejamos tratado, añudadas sobre un hombro. La variedad que dicen haber habido entre los mexicanos, tarascos y demás naciones en el modo de vestir fue que siendo todos de una prosapia, descendencia y generación, y todos venidos por una vía y derrota y camino y parte, al pasar de un estrecho de mar de una parte a otra o de algún río caudaloso (algunos quieren decir que es el río de Toluca y que por donde van es la tierra adentro, porque cuando se va acercando a la mar es muy grande e caudalosísimo; finalmente, que en esto no hay más claridad de esta de que si fue estrecho de mar o si fue río, el de Toluca u otro cualquiera), estos tarascos quisieron adelantar y pasar primero, aunque les iban a la mano no consintiéndoselo, las otras cuadrillas, estorbándoselo y diciéndoles que non pasasen así, ni se pusiesen en tan grande peligro, porque en aquellos tiempos se tenía por gran hazaña y atrevimiento pasar la mar, mayormente aquellas gentes, que perfectamente supieron de navegación, en especial faltándoles barcos e instrumentos para semejante ocasión y pasaje. Mas con todas estas persuaciones y porfías, entretanto, se salieron con su comenzado propósito, porque se obieron de adelantar, como se adelantaron. Y ansí, fueron éstos los primeros de que se tiene noticia que pasaron aquel estrecho, que ha de estar hacia la parte del Poniente en cuanto a nuestro centro. Finalmente, al tiempo de pasar buscaron modos y maneras inauditas, que fueron por unos troncos de árboles y balsas y otras cosas que la necesidad les enseñaba. Y ansí, para hacer maromas y sogas, compelidos de la necesidad, se quitaron los bragueros y maxtles (que ansí se llamaban en la lengua mexicana), los cuales son largos de más de cuatro brazas, a manera de almaizales, labrados a los cabos de muy primas labores, de varias y diversas colores, de más de un palmo de labrado y tejido, y de ancho tendrán, el que más, palmo y medio, de más y de menos. De manera que con esta necesidad se despojaron de sus bragueros para atar sus balsas y maderos, con que pasaron su naufragio hasta que se pusieron de la otra parte con sus hijos y mujeres, que debieron de ser gran muchedumbre de gentes. Como quedasen tan desnudos, como en efecto quedaron y desabrigados, fueles necesario quitar las camisas y huipiles de sus mujeres y vestirse ellos, dejándolas tan solamente las enaguas cubiertas y abrigadas de la cinta abajo, aunque adelante usaron echarse otra manta encima de los hombros con que se cubrían todo el cuerpo, a manera de almalafas moriscas. Y ansí quedaron con esta costumbre en memoria de aquel pasaje. Jamás perpetuamente los dichos tarascos se pusieron bragueros, ni dejaron de traer los huipiles de sus mujeres, ni menos sus mujeres los traían ni ponían, en recordación y memoria de su peregrinación y pasaje, ni menos las mujeres jamás se pusieron para ceñirse las enaguas, faja ni cinta, mas de las enaguas puestas y con una vuelta a manera de ñudo. Y ansí, como éstos fuesen los primeros que pasaron, vinieron a poblar las provincias de Mechoacan donde, después de muy cansados, pararon, hallando aquellas tierras muy a su propósito y conforme a su calidad y costumbres. Y ansí, los que se quedaron atrás, que fueron los mexicanos y tepanecas, con todas las demás legiones y cuadrillas, no perdieron ninguna pieza de sus trajes y siempre ellos y sus mujeres fueron gentes vestidas y adornadas de ropas de algodón y de palmas y de maguey, que llaman ixtli los mexicanos, y de pieles de animales y pelo de conejos y liebres, como atrás dejamos declarado. Llamaron los mexicanos tarascos a estos de la provincia y reino de Michoacan, porque traían los miembros genitales de pierna a pierna y sonando, especialmente cuando corrían. Llamáronse los michoacanenses, michhuaques, porque las tierras que poblaron eran abundantes de pescado; y ansí, se llama "la provincia del pescado", Michhuacan.
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La historia de Virginia será aprovechada por la religión cristiana como modelo de virtudes. La bella romana quiso ser tomada como esposa por Apio Claudio, uno de los diez hombres que ejercían el poder en Roma, cuando ella ya estaba prometida. Apio Claudio no dudó en raptarla - escena que encontramos en la izquierda - lo que provocó la solicitud de clemencia del padre de Virginia, respondida con una negativa (escena central, al fondo); ella fue asesinada por su propio padre para salvar el honor - imagen de la derecha - e hizo un llamamiento para acabar con la tiranía, provocando una rebelión militar que Botticelli presenta en el centro. Las diversas escenas se suceden simultáneamente, influencia medieval que también encontramos en los frescos pintados para la Capilla Sixtina. La composición se desarrolla en tres partes, utilizando como escenario una sala con ricos pilares cerrada por un ábside cubierto con media cúpula. La perspectiva lograda con la sucesión de pilares es digna de elogio, al igual que la expresividad de las figuras y la correcta narración del episodio. Pero el interés de la tabla se encuentra en su significado, la pérdida del poder por parte de los tiranos y la proclamación de la república, significado que también repite en la Historia de Lucrecia. Ambos sucesos se relacionan con la expulsión de la familia Médici de Florencia, sustituidos por una república popular. El cliente que encargó ambos trabajos eligió a Botticelli para representar el triunfo republicano, tomando dos historias del mundo romano exportables a la situación política de fines del Quattrocento en Florencia.
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<p><img src="/sites/default/files/inline-images/Mapa1.H%C2%AAAlmirante%20jpg_1.jpg" data-entity-uuid="e26afb75-494a-43ed-b15c-5ab3d88b27ad" data-entity-type="file"><br> </p><p>La Historia del Almirante fue escrita por Hernando Colón entre los años 1537 y 1539. Pese a las críticas que la han rodeado y el apasionamiento que envuelve todo lo relacionado con Cristóbal Colón o sus adversarios, lo cierto es que sigue siendo una valiosa fuente de conocimiento, tanto para la historia de los descubrimientos colombinos como para los primeros asentamientos españoles en el Nuevo Mundo. </p>
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La situación y progreso de las mujeres ha sufrido avances y retrocesos a lo largo de la historia, en las distintas culturas y países. El Cristianismo supuso una mejora en la defensa del derecho a la vida de las niñas, la equiparación de la mujer en el matrimonio, mayor libertad de las solteras y más protección de las viudas. El respeto a los niños, las mujeres y los esclavos se extendió en las zonas cristianas. Algunas reinas, nobles y monjas europeas emprendieron iniciativas sociales importantes (Movimiento de Melania para la liberación de los esclavos, primer Hospital y Albergue de peregrinos de Fabiola, hospitales y leproserías de la reina Matilde, etc.). En los primeros siglos feudales (s. X-XIII) las mujeres podían tener y administrar feudos, iban a las cruzadas, gobernaban y algunas llegaron a tener un alto poder político, económico y social, por sus tierras, cargos, parentesco o negocios. Existieron numerosos monasterios y abadías femeninas, que eran también en ocasiones, centros culturales (Quedlinburg, Heiford, Fontevraud, Las Huelgas, Whitby, Santa Cruz de Poitiers, etc.). Las abadesas no eran sólo educadoras o protectoras de la cultura; algunas eran también creadoras (primeros poemas anglosajones y primera gran escuela inglesa creados en el s. VII en el monasterio por S. Hilda; el primer gran nombre de la literatura alemana en el s. X es Roswitha, abadesa; en el XII, Herrada de Landsberg e Hildegarda de Bingen escriben obras literarias, etc.). La Abadesa de Las Huelgas y la de Fontevraud tenían también jurisdicción sobre monjes y monjas y dirigían hospederías y hospitales. Influían mucho en la vida política y en el caso de Las Huelgas, tenía jurisdicción eclesiástica muy amplia. Sin embargo, la situación de las mujeres se había ido deteriorando a partir de los últimos siglos medievales y clásicos, por diversos motivos, entre ellos la progresiva influencia de algunas ideas del pensamiento griego y del Derecho Romano, el desarrrollo de la mentalidad burguesa, y algunos principios de la Modernidad y el Código Napoleónico de 1804 que copiaron muchos países. Sobre el empeoramiento de la situación de las mujeres -sobre todo la casada- a partir del s. XVI, se pueden leer los estudios de Jean Portemer y Pierre Betot. Este autor señala que hasta el s. XV la mujer gozaba de mayor capacidad jurídica, y cómo a partir del s. XVI va convirtiéndose en un ser jurídicamente incapaz. Esa orientación la siguieron otros países, que imitaron el derecho francés. A través de los estudios de Tiraqueau y Dumoulin se puede seguir el proceso por el cual aumenta el poder marital que termina haciendo de la mujer casada un ser incapaz, situación que consagrará el Código napoleónico en el s. XIX. Ante situaciones injustas y discriminatorias, algunas voces se alzaron proponiendo soluciones (Christine de Pisan, María de Zayas, Feijoo, Condorcet, Stuart Mill, Sor Juana Inés de la Cruz, Josefa Amar, etc.). A finales del s. XVIII Olympe de Gouges en Francia y Mary Wollstonecraft en Gran Bretaña habían criticado también la situación de las mujeres en sus famosas obras "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana" y "Vindicación de los derechos de la mujer". No obstante, fue en el siglo XIX cuando las mujeres se reunieron en organizaciones específicas para reivindicar juntas sus derechos. Surgieron distintos grupos con diversidad de programas y estrategias, aunque coincidentes en promover el avance de las mujeres en la sociedad. Estudiando los diversos grupos feministas Offen encuentra dos tradiciones principales, una de tipo "individualista" liberal angloamericana, y otra más "relacional" y social europea. Gráfico Respecto al origen de la palabra "Feminismo", parece que surgió en Francia en el s. XIX. Se atribuyó su invención a Charles Fourier, hacia los años treinta, pero su utilización masiva se produjo en los años noventa, como sinónimo de emancipación de la mujer. Hubertine Aubert utilizó el término desde 1882 y la palabra fue aceptada socialmente tras el primero Congreso público "feminista" de París en 1892, utilizándose ampliamente a finales de siglo, en otros idiomas europeos. Los orígenes ideológicos del feminismo están en la filosofía de la Ilustración, el librepensamiento, la Revolución francesa, el humanismo cristiano/protestantismo liberal y el socialismo utópico. La participación de algunas mujeres en diversas causas sociales como la abolición de la esclavitud, el socialismo utópico, los movimientos filantrópicos y la revolución política facilitó después su movilización hacia el feminismo. Se habían reivindicado los derechos de los burgueses, los siervos, los judíos, los obreros, los esclavos. Era la hora de las mujeres.
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Coincidiendo con el cuarto centenario de la muerte de fray Bernardino de Sahagún, la colección CRÓNICAS DE AMÉRICA tiene el honor de incorporar a sus títulos éste de HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA Pocas obras sobre América tan importantes como ésta del franciscano leonés que le ha merecido el título de padre de la antropología en el Nuevo Mundo. Hombre de profunda formación humanística, a lo largo de sus sesenta años de vida en México, su mayor preocupación fue siempre tratar de entender la cultura indígena mexicana. Como él mismo señaló, su propósito fue investigar las cosas humanas, naturales y divinas del México antiguo a fin de poder erradicar la idolatría. Al sumergirse en el estudio de la cultura y de la lengua indígena, Sahagún acabó sintiéndose cautivado por ellas, lo cual, como era de esperar, le ocasionó incomprensiones, envidias y hasta una excomunión. La obra de Sahagún, sin embargo, constituye un rico e inapreciable legado cultural de los pueblos prehispánicos de México. En el libro que ahora mismo publicamos está en buena parte la memoria del México prehispánico. Dicho en palabras del profesor Miguel León-Portilla, gran especialista en la obra de Sahagún, <Bernardino de Sahagún es en verdad uno de los protagonistas en la Historia del Nuevo Mundo, que para siempre vincula a mexicanos y españoles. Su legado, siendo nuestro, es también universal>.
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Coincidiendo con el cuarto centenario de la muerte de fray Bernardino de Sahagún, la colección CRÓNICAS DE AMÉRICA tiene el honor de incorporar a sus títulos éste de HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA Pocas obras sobre América tan importantes como ésta del franciscano leonés que le ha merecido el título de padre de la antropología en el Nuevo Mundo. Hombre de profunda formación humanística, a lo largo de sus sesenta años de vida en México, su mayor preocupación fue siempre tratar de entender la cultura indígena mexicana. Como él mismo señaló, su propósito fue investigar las cosas humanas, naturales y divinas del México antiguo a fin de poder erradicar la idolatría. Al sumergirse en el estudio de la cultura y de la lengua indígena, Sahagún acabó sintiéndose cautivado por ellas, lo cual, como era de esperar, le ocasionó incomprensiones, envidias y hasta una excomunión. La obra de Sahagún, sin embargo, constituye un rico e inapreciable legado cultural de los pueblos prehispánicos de México. En el libro que ahora mismo publicamos está en buena parte la memoria del México prehispánico. Dicho en palabras del profesor Miguel León-Portilla, gran especialista en la obra de Sahagún, <Bernardino de Sahagún es en verdad uno de los protagonistas en la Historia del Nuevo Mundo, que para siempre vincula a mexicanos y españoles. Su legado, siendo nuestro, es también universal>.
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HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE NUEVA ESPAÑA (Tomo I) PRÓLOGO El médico no puede acertadamente aplicar las medecinas al enfermo sin que primero conozca de qué humor o de qué causa procede la enfermedad. De manera que el buen médico conviene sea docto en el conocimiento de las medecinas y en el de las enfermedades, para aplicar conveniblemente a cada enfermedad la medecina contraria. Los predicadores y confesores, médicos son de las ánimas; para curar las enfermedades espirituales conviene tengan esperitia de las medicinas y de las enfermedades espirituales: el predicador de los viçios de la república para endereçar contra ellos su doctrina, y el confessor para saver preguntar lo que conviene y entender lo que dixeren tocante a su oficio. Conviene mucho que sepan lo necessario para exercitar sus oficios. Ni conviene se descuiden los ministros de esta conversión con dezir que entre esta gente no hay más pecados de borrachera, hurto y carnalidad, porque otros muchos pecados hay entre ellos muy más graves y que tienen gran necessidad de remedio. Los pecados de la idolatría y ritos idolátricos, y suprestiçiones idolátricas y agüeros, y abusiones y cerimonias idolátricas, no son aún perdidos del todo. Para predicar contra estas cosas, y aun para saver si las hay, menester es de saber cómo las usavan en tiempo de su idolatría, que por falta de no saber esto en nuestra presencia hazen muchas cosas idolátricas sin que lo entendamos. Y dizen algunos, escusándolos, que son boverías o niñerías, por ignorar la raíz de donde salen: que es mera idolatría, y los confesores ni se las preguntan ni piensan que hay tal cossa, ni saven lenguaje para se lo preguntar, ni aun lo entenderán aunque se lo digan. Pues porque los ministros del Evangelio que subçederán a los que primero vinieron, en la cultura de esta nueva viña del Señor no tengan ocassión de quexarse de los primeros por haber dexado a escuras las cosas de estos naturales de esta Nueva España, yo, fray Bernardino de Sahagún, fraile professo de la Orden de Nuestro Seráphico Padre San Francisco, de la observancia, natural de la Villa de Sahagún, en Campos, por mandado del muy Reverendo Padre, el Padre Fray Francisco Toral, provincial de esta provincia del Santo Evangelio, y después Obispo de Canpeche y Yucatán, escreví doze libros de las cosas divinas, o por mejor dezir idolátricas, y humanas y naturales de esta Nueva España. El primero de los cuales trata de los dioses y diosas que estos naturales adoravan; el segundo, de las fiestas con que los honravan; el tercero, de la inmortalidad del ánima y de los lugares adonde dezían que iban las almas desque salían de los cuerpos, y de los sufragios y obsequias que hazían por los muertos; el cuarto libro trata de la astrología judiciaria que estos naturales usavan para saver la fortuna buena o mala que tenían los que nacían; el quinto libro trata de los agüeros que estos naturales tenían para adivinar las cosas por venir; el libro sesto trata de la rectórica y philosophía moral que estos naturales usavan; el séptimo libro trata de la philosophía natural que estos naturales alcançavan; el octavo libro trata de los señores y de sus costumbres y maneras de governar la república; el libro nono trata de los mercaderes y otros oficiales mecánicos, y de sus costumbres; el libro dézimo trata de los vicios y virtudes de estas gentes, al proprio de su manera de vivir; el libro undézimo trata de los animales y aves y peces, y de las generaciones que hay en esta tierra, y de los árboles, yervas y flores y frutos, metales y piedras y otros minerales; el libro duodécimo se intitula "La conquista de México". Estos doze, libros, con el arte y vocabulario apéndice se acabaron de sacar en blanco este año de mil e quinientos y sesenta y nueve. Aún no se han podido romançar, ni poner las escolias según la traça de la obra. No sé lo que se podía hazer en el año de setenta que se sigue, pues desde el dicho año, hasta casi el fin deste año de 1575 no se pudo más entender en esta obra por el gran disfavor que hubo de parte de los que la debieron de favorecer. Pero como llegó a esta tierra nuestro Reverendíssimo Padre Fray Rodrigo de Sequera, Comissario General de todas estas provincias de esta Nueva España, Guatimala, etc., de la Orden de Nuestro Seráphico Padre San Francisco, de la observancia, mandó que estos libros todos se romançasen, y ansí en romance como en lengua mexicana se escribiesen de buena letra. Es esta obra como una red barredera para sacar a luz todos los vocablos de esta lengua con sus propias y metaphóricas significaciones, y todas sus maneras de hablar, y las más de sus antiguallas buenas y malas; es para redemir mil canas, porque con harto menos travajo de lo que aquí me cuesta, podrán los que quisieren saber en poco tiempo muchas de sus antiguallas y todo el lenguaje de esta gente mexicana. Aprovechará mucho toda esta obra para conocer el quilate de esta gente mexicana, el cual aún no se ha conocido, porque vino sobre ellos aquella maldición que Jeremías de parte de Dios fulminó contra Judea y Jerusalem, diziendo en el capítulo quinto: "Yo haré que venga sobre vosotros, yo traeré contra vosotros una gente muy de lexos, gente muy robusta y esfoçada, gente muy antigua y diestra en el pelear, gente cuyo lenguaje no entenderás ni jamás oístes su manera de hablar, toda gente fuerte y animosa, condiciosíssima de matar. Esta gente os destruirá a vosotros y a vuestras mugeres y hijos y todo cuanto posseéis, y destruirá todos vuestros pueblos y edificios". Esto a la letra ha acontecido a estos indios con los españoles, fueron tan atropellados y destruidos, ellos y todas sus cosas, que ninguna aparencia les quedó de lo que eran antes. Ansí están tenidos por bárbaros y por gente de baxíssimo quilate, como según verdad en las cosas de policía echan el pie delante a muchas otras naciones que tienen gran presunción de políticos, sacando fuera algunas tiranías que su manera de regir contenía. En esto poco que con gran trabajo se ha rebuscado parece mucho la ventaja que hiziera si todo se pudiera haver. En lo que toca a la antigüedad de esta gente, tiénese por averiguado que ha más de dos mil años que habitan en esta tierra que agora se llama la Nueva España. Porque por sus pinturas antiguas hay noticia que aquella famosa ciudad que se llamó Tulla ha ya mil años o muy cerca de ellos que fue destruida; y antes que se edificasse los que la edificaron estuvieron mucho poblados en Tullantzinco, donde dexaron muchos edificios muy notables. Pues en que allí estuvieron y en lo que tardaron en edificar la ciudad de Tulla, y en lo que duró en su prosperidad antes que fuesse destruida, es consono a verdad que passaron más de mil años, de lo cual resulta que por lo menos quinientos años antes de la Encarnación de Nuestro Redemptor esta tierra era poblada. Esta célebre y gran ciudad de Tulla, muy rica, y de gente muy sabia y muy esfórçada, tuvo la adversa fortuna de Troya. Los chololtecas, que son los que de ella se escaparon, han tenido la successión de los romanos, y como los romanos edificaron el Capitolio para su fortaleza, ansí los cholulanos edificaron a mano aquel promontorio que está junto a Cholula, que es como una sierra o un gran monte, y está todo lleno de minas o cuevas por de dentro. Muchos años después los mexicanos edificaron la ciudad de México, que es otra Venecia, y ellos en saber y en policía son otros venecianos. Los tlaxcaltecas parecen haver succedido en la fortuna de los cartaginenses. Hay grandes señales de las antiguallas de estas gentes, como hoy día parece en Tulla y en Tullantzinco, y en un edificio llamado Xuchicalco, que está en los términos de Cuauhnáoac; y casi en toda esta tierra hay señales y rastro de edificios y alhajas antiquíssimos. Es, cierto, cosa de grande admiración que haya Nuestro Señor Dios tantos siglos ocultada una silva de tantas gentes idólatras, cuyos frutos ubérrimos sólo el demonio los ha cogido, y en el fuego infernal los tiene atesorados; ni puedo creer que la Iglesia de Dios no sea próspera donde la sinagoga de Satanás tanta prosperidad ha tenido, conforme a aquello de Sanct Pablo: "Abundará la gracia adonde abundó el delicto". Del saber, o sabiduría de esta gente, hay fama que fue mucha como parece en el Libro Décimo donde, en el capítulo 29, se habla de los primeros pobladores de esta tierra, donde se afirma que fueron perfectos philosophos y astrólogos y muy diestros en todas las artes mecánicas de la fortaleza, la cual entre ellos era más estimada que ninguna otra virtud, y por la cual subían hasta el sumo grado del valer; tenían de esto grandes exercicios, como parece en muchas partes de esta obra. En lo que toca a la religión y cultura de sus dioses, no creo ha havido en el mundo idólatras tan reverenciadores de sus dioses, ni tan a su costa, como éstos de esta Nueva España; ni los judíos, ni ninguna otra nación tuvo yugo tan pesado y de tantas cerimonias como le han tenido estos naturales por espacio de muchos años, como parece por toda esta obra. Del origen de esta gente la relación que dan los viejos es que por la mar vinieron, de hazia el norte, y cierto es que vinieron en algunos vasos; de manera no se sabe cómo eran labrados, sino que se conjectura, que una fama que hay entre todos estos naturales, que salieron de siete cuevas, que estas siete cuevas son los siete navíos o galeras en que vinieron los primeros pobladores de esta tierra. Según se colige por conjecturas verisímiles, la gente que primero vino a poblar a esta tierra de hazia la Florida vino, y, costeando, vino y desembarcó en el puerto de Pánuco, que ellos llaman Panco, que quiere dezir "lugar donde llegaron los que passaron el agua". Esta gente venía en demanda del Paraíso Terrenal, y traían por apellido Tamoanchan, que quiere dezir: "buscamos nuestra casa"; y poblaban cerca de los más altos montes que hallavan. En venir hazia el mediodía a buscar el Paraíso Terrenal no erravan, porque opinión es de los que escriven que está debaxo de la línea equinoccial; y en pensar que es algún altíssimo monte tampoco yerran, porque así lo dizen los escritores, que el Paraíso Terrenal está debaxo de la línea equinoccial y que es un monte altíssimo que llega su cumbre cerca de la luna. Parece que ellos, o sus antepasados, tuvieron algún oráculo cerca de esta materia, o de Dios, o del demonio, o tradición de los antiguos que vino de mano en mano hasta ellos. Ellos buscavan lo que por vía humana no se puede hallar, y Nuestro Señor Dios pretendía que la tierra despoblada se poblasse para que algunos de sus descendientes fuessen a poblar el Paraíso Celestial como agora lo vemos por esperiencia. Mas, ¿para qué me detengo en contar adevinanças? Pues es certíssimo que estas gentes todas son nuestros hermanos, procedientes del tronco de Adam como nosotros, son nuestros próximos a quien somos obligados a amar como a nosotros mismos. Quid quid sit. De lo que fueron los tiempos passados, vemos por esperiencia agora que son hábiles para todas las artes mecánicas y las exercitan; son también hábiles para deprender todas las artes liberales y la sancta teología, como por esperiencia se ha visto en aquellos que han sido enseñados en estas sciencias; porque de lo que son en las cosas de guerra, esperiencia se tiene de ellos, ansí en la conquista de esta tierra, como en otras particulares conquistas que después acá se han hecho, cuán fuertes son en sufrir trabajos de hambre y sed, frío y sueño, cuán ligeros y dispuestos para acometer cualesquiera trances peligrosos. Pues no son menos hábiles para nuestro cristianismo sino en él devidamente fueren cultivados. Cierto, parece que en estos tiempos y en estas tierras y con esta gente ha querido Nuestro Señor Dios restituir a la Iglesia lo que el demonio la ha robado en Inglaterra, Alemania y Francia, en Asia y Palestina, de lo cual quedamos muy obligados de dar gracias a Nuestro Señor y trabajar fielmente en esta su Nueva España.